Escrito por: Evert Beltrán González
Vivir en México se ha vuelto un reto, un asunto de vida o muerte. Tan complicada es la situación que ya no es posible ni siquiera subirse al transporte público sin el temor de perder no solo los bienes que puede llevar cualquier persona, sino incluso la vida. La situación ha llegado a niveles insoportables, la tensión se siente en el ambiente, y para empezar hay que preguntarse de dónde viene esta situación, cuáles son las raíces del problema; y para eso no hay que ir muy lejos, ni buscar en lugares muy ocultos.
Para empezar hay que decir que las cifras de desempleo son alarmantes, algunas de ellas, sobre todo las oficiales, hablan de 2.4 millones de personas desempleadas en 2016, pero es notorio que esa cifra con distintos métodos de análisis y estadística se superaría fácilmente, pues la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del INEGI, tiene varios sesgos para maquillar las cifras reales. Un problema similar lo encontramos en el ámbito educativo, por ejemplo, en la segunda ronda del examen de admisión a la UNAM en 2016, sólo 4 mil 761 aspirantes fueron aceptados, de un total de 59 mil 530. Es decir, no hay alternativas, ni opciones para un elevado número de personas, muchas de ellas ante las nulas opciones de trabajo o de acceso a la educación buscan “opciones” en algún rubro de la delincuencia.
Si le agregamos la corrupción en los cuerpos policiacos y en el mismo Ejército, así como el consumo de drogas entre los jóvenes tenemos una receta acabada para ahondar y recrudecer la descomposición social que de por sí ya es brutal.
Ejemplos de esta descomposición la podemos notar a simple vista en los medios de comunicación más amarillistas, en donde los titulares son enmarcados en letras rojas, con imágenes que hacen gala de sadismo. Otro ejemplo lo podemos observar en el reciente informe del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) de Londres, Inglaterra, que sitúa a México en el segundo lugar de los países más violentos, por encima de Irak, Afganistán, Yemen y Somalia, y detrás de Siria, en cuanto al número de muertes, país que se encuentra en guerra.
Y aunque bien es cierto que la situación es compleja y nada fácil de superar, no todo está perdido, en algunos estados del país se han formado movimientos de autodefensas, como en Michoacán, o policías comunitarias como en Guerrero, verdaderos esfuerzos para detener los ataques de los grupos armados y de la delincuencia en general. En otros casos en algunas comunidades la situación de descomposición es tal que los pobladores han decidido tomar en sus manos la justicia, realizando linchamientos a ladrones o a secuestradores, han aparecido también ciudadanos armados, mejor conocidos como justicieros, los cuales han asesinado a quienes pretendían asaltarlos.
La situación actual en la que nos encontramos está llegando a un límite, el descontento se generaliza, y cada vez queda menos margen de maniobra. Es imposible predecir el futuro, sin embargo, debido a las condiciones materiales (económicas, políticas y sobre todo sociales) en las que estamos viviendo, existe una enorme tensión y en algún momento todo explotará. Para ello hay que estar preparados y organizados, y para eso La Izquierda Socialista tiene las puertas abiertas, para todo aquel que desee luchar por erradicar la causa del problema: el capitalismo.