La lucha de clases es un movimiento vivo, no hay nada preestablecido para ello. Son fuerzas que se revuelcan en su furia y comienzan a emergen de lo profundo para cuestionar el orden preestablecido. No puede haber una forma única en como puede iniciar una lucha. Regularmente es un accidente el causante de desatar todo un cúmulo de tenciones contenidas previamente. Una acción, que para ojos incrédulos pareciera minúscula puede causar una tormenta a la que no es fácil encontrar una salida. Este es el caso de la lucha contra la violencia y acoso a nosotras, las mujeres en México, que en las últimas semanas hemos tomado la escena política por asalto. En estos últimos días hemos visto una gran cantidad de movilizaciones de compañeras manifestándose contra el cruel asesinato y filtración de imágenes de Ingrid, una joven trabajadora; contra el asesinato de la niña Fátima; contra la prensa reaccionaria que no respeta el dolor de toda una generación que está harta que se le utilice como espectáculo, incluso sus muertes; contra el gobierno que se muestra inútil para frenar la violencia contra nosotras; en las escuelas hay un estira y afloja entre las activistas estudiantiles y los directivos para solucionar el problema de la violencia de género.
El capitalismo es horror sin fin
En las redes sociales y en la vida cotidiana cada quien toma su trinchera. Los reaccionarios y machistas nos acusan a las activistas de locas y putas, nuestras demandas les parecen ridículas y se burlan abiertamente, para este sector las mujeres tenemos que ser instrumentos sexuales de los hombres, nos quieren serviles, calladas y resignadas, sus planteamientos ideológicos son los que repite la iglesia sin parar. La derecha quiere utilizar esta coyuntura política -nuestra lucha y nuestra rabia- para sacar provecho individual y golpetear al gobierno, presentándose como los más democráticos y paladines de la lucha por la mujer, tenemos que recordar que estas señoras y señores son los que se oponen a que el aborto sea nuestro derecho, son los que quieren vernos en nuestra casa con una biblia en las manos, pariendo hijos y asumiendo “nuestro papel como esposas”. En las asambleas, los “progres” se llenan la boca de palabras de apoyo para nuestra lucha, pero a la hora de votar las medidas que proponemos simplemente votan en contra y asumen en los hechos una actitud machista -esto lo estamos viendo, incluso con organizaciones estudiantiles y políticas que están demostrando ser reaccionarios y machistas-. El gobierno y las autoridades universitarias asumen una postura ambigua, dicen, por un lado, que nos apoyan para que no haya más violencia de género, pero ellos como responsables de garantizar la seguridad, son incapaces de ofrecer medidas mínimamente inteligentes para solucionar nuestras demandas, asumen que tenemos que ser pacientes, que ser intransigentes no resuelve nada, que con una nueva moral las cosas van a cambiar, que son problemas heredados del pasado, etc. A esta voz se suma un coro ensordecedor de fans del gobierno, los cuales son acríticos a cualquiera de sus planteamientos y que justifican cualquier cosa, e incluso se nos acusa de ser provocadoras “feminazis” y querer desestabilizar al gobierno.
A los medios de comunicación, que nos presenta como escoria o desestabilizadoras, se les olvida decir -siempre lo olvidan- que la lucha contra la violencia de género no es nueva y que se ha intentado, una y otra vez, resolver esos problemas por las vías institucionales. En la UNAM, por lo menos llevamos 4 años de luchas: asambleas, mesas de negociación, paros de 24 y 48 horas, tendederos de denuncia, denuncias presentadas contra agresores ante las instancias pertinentes, etc. No ha funcionado nada para hacernos escuchar. Las autoridades son omisas y cómplices de las agresiones -hay ocasiones que las mismas instituciones encargadas de recibir las denuncias te hacen desistir para que no sigas adelante-, desde hace 4 años nos han dado largas a nuestras demandas, hoy quieren hacer lo mismo. Fuera de las escuelas la dinámica es la misma. De las miles de denuncias que hay, apenas 2 % abren carpetas de investigación. Al mismo tiempo que los órganos institucionales que son los encargados de resolver esta problemática son inútiles, la violencia va en aumento sostenido año tras año: del 2015 al 2019 hemos pasado de 2161 a 3825 feminicidios. La violencia va en aumento, las denuncias no proceden y no llegan a nada, los agresores siguen impunes y por el mismo camino, es como un espiral descendente donde el horror es cubierto por uno más grande sin miras de poder parar.
Andrés Manuel a dicho en una de las mañaneras, y respaldados por algunos senadores de Morena, que el problema de los feminicidios es el neoliberalismo. No estamos de acuerdo. El neoliberalismo solo es una forma de acumulación dentro de un sistema más general que es el capitalismo. El proyecto político que AMLO plantea es hacer más humano el capitalismo, pero cómo puede ser más humano un sistema que se basa en la desigualdad, en la explotación del hombre por el hombre, que la riqueza de unos pocos está fundada en la misera de la mayoría de la población. El neoliberalismo llevó hasta sus límites estas ideas, pero negar al neoliberalismo no es terminar con la base del capitalismo, sino simplemente luchar por un capitalismo menos violento, menos opresivo, más buena onda. Tal vez la expectativa de AMLO es que en el nuevo capitalismo que pregona los feminicidios disminuyan; el problema es que nosotras no queremos que disminuyan, queremos que se acaben, queremos igualdad salarial, queremos derecho a educación, a vivienda, a salud, a guarderías, a vivir sin miedo, queremos que las relaciones personales no estén delimitadas por el dinero, queremos una igualdad, no solo ante la ley, sino una de verdad. Y todo esto el capitalismo no lo puede ofrecer. Aquí radica, en realidad, la cuestión fundamental del problema.
Mientras que AMLO no puede imaginarse o no quiere imaginarse un mundo sin capitalismo, sin explotación y miseria, tiene que aceptar las reglas del gran capital. Su lógica, por consiguiente, es fortalecer el Estado represor, para luchar contra la violencia. Por eso ofrece una constitución moral, como si el problema radicará en las “almas y espíritus malos” que deambulan por la sociedad. Por eso él no puede ofrecer una verdadera salida al problema, porque la violencia contra la mujer no tiene salida dentro del capitalismo. De este hecho se aprovecha la derecha -esos reaccionarios que no han perdido la ocasión cuando estuvieron en el gobierno de masacrar a jóvenes estudiantes, como los compañeros de Ayotzinapa, que justificaron la violencia a todos los niveles, que son unos miserables porque inyectaron agua a los niños con cáncer, que robaron a manos llenas a costa de nuestras lágrimas y sufrimiento-. Esta gente se presenta como los paladines de los derechos de la mujer. Nosotras les decimos ¡largo de aquí hipócritas!
Sí el gobierno no quiere que la derecha aproveche la desgracia de las mujeres, tiene que ser eficiente en dar respuesta y no decir tantas estupideces. Además, aprovechando esta intervención de la derecha, el gobierno intenta deslegitimar nuestras causas y razones. Como dice el dicho “al tirar el agua sucia de la tina, también arroja al niño a la coladera”. Argumenta que el caso de Ingrid lo están utilizando para golpearlo, entonces todos los que se oponen a sus políticas -incluidas nosotras- estamos utilizando la violencia a la mujer para hacerlo fracasar y, de esta forma, el gobierno queda como víctima. Nuestras causas son legítimas y queremos respuestas. No hacemos el juego a la derecha, la repudiamos, pero también repudiamos la inoperancia e incapacidad del gobierno para ofrecernos seguridad.
Extender la lucha para vencer
Hay algunos logros que se han obtenido por nuestra lucha. Dentro de la UNAM, el Consejo Universitario se reunió y modificó el Estatuto General para reconocer la violencia de género como una falta grave, sin embargo, no se aceptó el poner sanciones a los agresores, como es que pedían las compañeras de Filosofía. En algunas escuelas de nivel medio superior las autoridades han recogido los pliegos petitorios y se han comprometido a resolver. En el caso de Fátima, la presión fue tal que en menos de una semana se apresaron a los asesinos. Está claro que el camino para terminar con toda esta violencia sigue siendo la lucha, los casos mencionados lo demuestran. Ahora bien, estamos lejos de que se cumplan nuestras demandas.
Los paros en algunas escuelas de la UNAM ya entraron en su cuarto mes, sigue habiendo un apoyo a las demandas, por eso es que las autoridades no se han atrevido a levantar de forma violenta a las compañeras. Pero en realidad, el verdadero peligro hacia los paros no viene de una intervención externa, sino que los paros se comiencen a pudrir, que se aíslen totalmente de la comunidad universitaria y el desgaste los destroce. Como habíamos explicado en nuestro articulo anterior (https://marxismo.mx/los-paros-y-la-violencia-contra-la-mujer-en-la-unam/), un paro no es una panacea por el cual se resuelvan todas nuestras demandas. El paro es un instrumento de lucha que libera de las actividades académicas para que ese tiempo sea invertido en la lucha. Cuando un paro se extiende y no logra esto, pasa de ser un arma ofensiva a ser una actividad defensiva, resistir lo máximo posible. Algunos medios de comunicación masivos, como el Universal han dicho que se está pagando a los paristas para desestabilizar la UNAM. La burocracia universitaria a dicho que Morena está detrás de los paros, para restar legitimidad a la lucha. Las autoridades de las escuelas quieren desactivar el movimiento, prometen, dan largas, engañan, maniobran y dividen para que la lucha fracase.
El debate que tenemos que llevar a las asambleas y los colectivos es sobre como vencer. Sí es una lucha que no goza del apoyo de toda la comunidad -porque algunos son machistas, reaccionarios, de derecha, etc.-, la tarea de todas y todos los activistas, debería ser el abrir debates, asambleas masivas para convencer con argumentos a la comunidad universitaria que participe. Toda acción de las activistas que lleve al aislamiento, a cortar el vínculo con la comunidad estudiantil, juega en contra de la lucha. No necesitamos heroínas, necesitamos un movimiento consciente, activo, fuerte, que discuta y promueva iniciativas para luchar contra la violencia de género. Pensamos que la forma de apoyar a los paros que están sufriendo un estancamiento, empieza por realizar asambleas mixtas, llamar a una coordinación de lucha general -hasta ahora cada escuela a entregado pliegos petitorios por separado y organiza su lucha de forma individual-, debemos convocar a una interuniversitaria de la zona metropolitana para impulsar un paro en todas las escuelas para forzar a que se resuelvan las demandas contra la violencia a nosotras las mujeres. Tenemos que extender la lucha a otras escuelas fuera de la UNAM -en todas las escuelas hay acoso y violencia-, a otros sectores, como las mujeres sindicalizadas, trabajadoras precarias, etc.
Este 8 de marzo, día internacional de la mujer trabajadora, tiene que ser una oportunidad para ligarnos con todos los sectores explotados y plantearnos una lucha más general contra la violencia y el machismo, es decir, contra el capitalismo. Tenemos que impulsar una huelga general, no solo de mujeres -hay tendencias reaccionarias entre un sector de compañeras que piden la huelga sea solo de mujeres y que los hombres jueguen un papel de esquirol- tenemos que ir juntos, mujeres-hombres-comunidad sexo diversa- toda la clase obrera- por una huelga general para acabar con este sistema miserable, violento y de explotación.
Únete y lucha con nosotras
La Liga de Mujeres Revolucionarias es una organización de compañeras, no separatista, que lucha por las reivindicaciones democráticas de las mujeres hijas de la clase obrera, de las trabajadoras, campesinas e indígenas. Nuestro objetivo también es terminar con el sistema capitalista patriarcal que eterniza la esclavitud de la mujer. Nos organizamos en diferentes escuelas de la UNAM, IPN, la UAM y algunas universidades de los estados, desarrollamos círculos de discusión, seminarios, talleres y participamos activamente en la lucha de clases. Somos marxistas y luchamos por el socialismo.
Te invitamos a que te comuniques con nosotras y puedas asistir a una de nuestras reuniones de discusión y trabajo.