El vecindario está que arde, dando lecciones y combustible a los oprimidos colombianos que parecen decididos a prender la yesca y levantar una inmensa pira bajo la que se queme este estado corrupto, inepto y asesino junto con toda la clase a la que representa.
Con masacres a comunidades indígenas, asesinatos a lideres y excombatientes, investigaciones a mandos militares, políticas de miseria y el ministro de defensa renunciando para evitar una moción de censura por su insensato manejo con el caso de unos menores asesinados, en su mayoría niñas, durante un bombardeo hecho por el ejercito, el país entra en un momento convulsivo y parece que se prepara para la batalla.
En el ambiente se siente el inconformismo de las mayorías, una rabia para con la mediocridad del gobierno de Duque y su política violenta. Una muestra de eso fueron los resultados de las pasadas elecciones territoriales del 27 de octubre, donde los votantes pretendieron apuntarle a un voto diferente que, en el fondo, aupó a los oportunistas y perpetuó los poderes establecidos. Sin embargo, se demostró una desazón, una búsqueda de cambio y se minó la credibilidad de las elites dominantes que se empiezan a ver acorraladas y temerosas por lo que está pasando en los países vecinos. Las opciones de “izquierda” tampoco triunfaron, su escasa confiabilidad está cada vez más deteriorada ante sus bases y el grueso de la ciudadanía, y esto se debe a su pasividad y su falta de programa y táctica, así como a su ya vieja estrategia de frente popular.
Ante semejante escenario el camino más acertado es el de confiar sólo en la fuerza de las mayorías oprimidas, en particular las de la clase trabajadora. Este aprendizaje, por supuesto, se recibe de las experiencias que llegan de Chile, Ecuador y Puerto Rico, vecinos cercanos, que han demostrado el poderío de las masas. Es por eso que el Paro Nacional convocado para el próximo 21 de noviembre se ha convertido en un escenario en el que las bases parecen estar poniendo toda su confianza. Por redes se ha visto desde hace varias semanas como se expresan propuestas, de personas ajenas a cualquier movimiento político u organización sindical, que llaman a replicar las experiencias de otros países, planteando como consigna la de expulsar a Duque del poder. A pesar, de que el programa de la movilización no va más allá de las peticiones económicas inmediatas, que por supuesto son necesarias, pero que no representan la necesidad de cambio profundo y lucha que la gente busca y requiere, la ola va creciendo.
Como es de suponer, desde el principio, el gobierno ha querido tomar todas las medidas necesarias para protegerse de una eventual revuelta, haciendo uso de todo su poder para implementar los mecanismos de represión que tiene a la mano. Y es que la burguesía nacional está en uno de sus peores momentos: su liderazgo político flaquea, las decisiones estratégicas de gobernabilidad encuentran mucha resistencia y son torpes, el conflicto interno los tiene debilitados y las movilizaciones sociales van en aumento mostrando cada vez un cariz más aguerrido. Es apenas obvio que su primer estrategia sea la violencia, esa que ya conocen de sobra.
De hecho, como preparativos para la movilización del 21 de este mes han empezado a hacer una caza de brujas con lideres estudiantiles, bajo la excusa de buscar a supuestos encapuchados que llaman al “vandalismo” por redes. Igualmente, han convocado al acuartelamiento en primer grado de todas las tropas policiales y militares, militarizado las principales ciudades y pueblos con tanques de guerra y armas de alto calibre y realizado allanamientos y arrestos ilegales a un medio de comunicación, a colectivos artísticos y a lideres sociales, dos días antes del desarrollo del paro. No contentos con lo anterior, preparan para ese día el cierre de todas las fronteras, el uso del aparato judicial para arrestos masivos y la expedición de un decreto que faculta a los alcaldes y gobernadores locales para tomar decisiones extraordinarias en casos de situaciones extremas. Sin embargo, todas estas acciones han generado un efecto contrario en la gente al buscado, pues, la rabia y la intención de participación crecen y parecen tomar un carácter insurreccional.
Desde el inicio algunos de los organizadores del paro, han querido rebajar los ánimos pidiendo paz, tranquilidad y conciliación. Esto, en nuestra opinión, puede ser peligroso, ya que induce a la dispersión y debilita el movimiento. Por supuesto, no creemos que deba llamarse a la violencia sin sentido, pero dadas las formas en que se prepara el establecimiento es importante que todos nos constituyamos como un solo cuerpo para poder enfrentar los embates represivos con que quieren atacarnos. El problema es que bajo un liderazgo débil y conciliador es muy difícil lograr esto.
Por eso las masas ahora deben confiar en sus propias fuerzas, como han comenzado a hacerlo.. Es el proletariado la clase que debe impulsar ese movimiento. Esa rabia que comienza a expresarse con movilizaciones es un primer paso y es el correcto, así como lo es el encontrar ejemplo en las luchas de otras naciones. Pero es claro que tanto aquí como allá hace falta una organización de bases en torno a una dirección teórica y estratégica clara que ayude a organizar y orientar la inconformidad para llegar a un verdadero cambio. Con un programa decisivo la chispa se prendería con seguridad y este gobierno caería sin presentar mucha resistencia. La popularidad de Duque está por los suelos y su patrón Álvaro Uribe se encuentra en su momento más frágil. Pero con un golpe desarticulado podrían fortalecerse. No debemos confiarnos. El siguiente paso es preparar una huelga nacional indefinida, es más el paro debería volverse constante, apoyarse en comités locales dirigidos por los más avanzado de la clase trabajadora y avanzar hasta derrocar a Duque y la clase que representa.
La ira popular no debe ser subestimada, si la burguesía no la subestima y se prepara con todas sus armas en consecuencia, es nuestro deber como revolucionarios confiar en ella y ayudar a direccionarla.
¡Una Colombia socialista sí es posible! ¡Fuera Duque y todo su gobierno corrupto!