La dialéctica no es una ficción ni una mística, sino una ciencia de las formas de nuestro pensamiento en la medida en que éste no se limita a los problemas cotidianos de la vida y trata de llegar a una comprensión de procesos más profundos y complicados. La dialéctica y la lógica formal mantienen entre sí una relación similar a la que existe entre las matemáticas inferiores y las superiores.
Trataré aquí de esbozar lo esencial del problema en forma muy concisa. La lógica aristotélica del silogismo simple, parte de la premisa de que “A” es igual a “A”. Este postulado se acepta como axioma para una multitud de acciones humanas prácticas y de generalizaciones elementales. Pero en realidad “A” no es igual a “A”. Esto es fácil de demostrar si observamos estas dos letras bajo una lente: son completamente diferentes una de otra. Pero, se podrá objetar, no se trata del tamaño o de la forma de las letras, dado que ellas no son solamente símbolos de cantidades iguales; por ejemplo, de una libra de azúcar. La objeción no es válida en realidad; una libra de azúcar nunca es igual a una libra de azúcar: una balanza delicada descubriría siempre la diferencia. Nuevamente se podría objetar: sin embargo, una libra de azúcar es igual a sí misma. Tampoco es verdad: todos los cuerpos cambian constantemente de tamaño, peso, color, etc. Nunca son iguales a sí mismos. Un sofista contestará que una libra de azúcar es igual a sí misma “en un momento dado”. Fuera del valor práctico extremadamente dudoso de este “axioma”, tampoco soporta una crítica teórica. ¿Cómo debemos concebir realmente la palabra “momento”? Si se trata de un intervalo infinitesimal de tiempo, entonces una libra de azúcar está sometida durante el transcurso de ese “momento” a cambios inevitables. ¿O este “momento” es una abstracción puramente matemática, es decir, cero tiempo? Pero todo existe en el tiempo y la existencia misma es un proceso ininterrumpido de transformación; el tiempo es, en consecuencia, un elemento fundamental de la existencia. De este modo, el axioma “A” es igual a “A” significa que una cosa es igual a sí misma si no cambia, es decir, si no existe.
A primera vista podría parecer que estas “sutilezas” son inútiles. En realidad, tienen decisiva importancia. El axioma “A” es igual a “A” es a un mismo tiempo punto de partida de todos nuestros conocimientos y punto de partida de todos los errores de nuestro conocimiento. Sólo dentro de ciertos límites se le puede utilizar con impunidad. Si los cambios cuantitativos que se producen en “A” carecen de importancia para la cuestión que tenemos entre manos, entonces podemos suponer que “A” es igual a “A”. Tal es, por ejemplo, el modo en que el vendedor y el comprador consideran una libra de azúcar. De la misma manera consideramos la temperatura del Sol. Hasta hace poco considerábamos de la misma manera el valor adquisitivo del dólar. Pero cuando los cambios cuantitativos sobrepasan ciertos límites se convierten en cambios cualitativos. Una libra de azúcar sometida a la acción del agua o de la gasolina deja de ser una libra de azúcar. Un dólar en manos de una presidente deja de ser un dólar. Determinar en el momento preciso el punto crítico en que la cantidad se transforma en calidad es una de las tareas más difíciles o importantes en todas las esferas del conocimiento, incluso de la sociología.
Todo obrero sabe que es imposible elaborar dos objetos completamente iguales. En la transformación de bronce en conos, se permite cierta desviación para los conos, siempre que ésta no pase de ciertos límites (a esto se le llama “tolerancia”). Mientras se respeten las normas de la tolerancia, los conos son considerados iguales (“A” es igual a “A”). Cuando se sobrepasa la tolerancia, la cantidad se transforma en calidad; en otras palabras, los conos son de inferior calidad o completamente inútiles.
Nuestro pensamiento científico no es más que una parte de nuestra práctica general, incluso de la técnica. Para los conceptos rige también la “tolerancia”, que no surge de la lógica formal basada en el axioma “A” es igual a “A”, sino de la lógica dialéctica cuyo axioma es: todo cambia constantemente. El “sentido común” se caracteriza por el hecho de que sistemáticamente excede la “tolerancia” dialéctica.
El pensamiento vulgar opera con conceptos como capitalismo, moral, libertad, estado obrero, etc. El pensamiento dialéctico analiza todas las cosas y fenómenos en sus cambios continuos a la vez que determina en las condiciones materiales de aquellos cambios el momento crítico en que “A” deja de ser “A”, un estado obrero deja de ser un estado obrero.
El vicio fundamental del pensamiento vulgar radica en el hecho de que quiere contentarse con fotografías inertes de una realidad que consiste en eterno movimiento. El pensamiento dialéctico da a los conceptos -por medio de aproximaciones sucesivas- correcciones, concreciones, riqueza de contenido y flexibilidad; diría, incluso, hasta cierta suculencia que en cierta medida los aproxima a los fenómenos vivientes. No hay un capitalismo en general, sino un capitalismo dado, en una etapa dada de desarrollo. No hay estado obrero en general, sino un capitalismo dado, en una etapa dada de desarrollo. No hay estado obrero en general, sino un estado obrero dado, en un país atrasado, dentro de un cerco capitalista, etc.
Con respecto al pensamiento vulgar, el pensamiento dialéctico está en la misma relación que una película cinematográfica con una fotografía inmóvil. La película no invalida la fotografía inmóvil, sino que combina una serie de ellas de acuerdo a las leyes del movimiento. La dialéctica no niega el silogismo, sino que nos enseña a combinar los silogismos en forma tal que nos lleve a una comprensión más próxima a la realidad eternamente cambiante. Hegel, en su Lógica (1812-1816), estableció una serie de leyes: cambio de cantidad en calidad, desarrollo a través de las contradicciones, conflictos entre el contenido y la forma, interrupción de la continuidad, cambio de la posibilidad en inevitabilidad, etcétera, que son tan importantes para el pensamiento teórico como el silogismo simple para las tareas más elementales.
Hegel escribió antes que Darwin y antes que Marx. Gracias al poderoso impulso dado al pensamiento por la revolución francesa, Hegel anticipó el movimiento general de la ciencia. Pero porque era solamente una anticipación, aunque hecha por un genio, recibió de Hegel un carácter idealista. Hegel operaba con sombras ideológicas como realidad final. Marx demostró que el movimiento de estas sombras ideológicas no reflejaban otra cosa que el movimiento de cuerpos materiales.
Llamamos “materialista” a nuestra dialéctica porque sus raíces no están en el cielo ni en las profundidades del “libre albedrío”, sino en la realidad objetiva, en la naturaleza. Lo consciente surgió de lo inconsciente, la psicología de la fisiología, el mundo orgánico del inorgánico, el sistema solar de la nebulosa. En todos los jalones de esta escala de desarrollo, los cambios cuantitativos se transformaron en cualitativos. Nuestro pensamiento, incluso el pensamiento dialéctico, es solamente una de las formas de expresión de la materia cambiante. En ese sistema no hay lugar para Dios, ni para el Diablo, ni para el alma inmortal, ni para leyes y normas morales eternas. La dialéctica del pensamiento, por haber surgido de la dialéctica de la Naturaleza, posee en consecuencia un carácter profundamente materialista.
El darwinismo, que explicó la evolución de las especies a través del tránsito, de las transformaciones cuantitativas en cualitativas, constituyó el triunfo más alto de la dialéctica en todo el campo de la materia orgánica. Otro gran triunfo fue el descubrimiento de la tabla de pesos atómicos de elementos químicos, y posteriormente, la transformación de un elemento en otro.
A estas transformaciones (de especies, elementos, etcétera) está estrechamente ligada la cuestión de la clasificación, de pareja importancia en las ciencias naturales y las sociales. El sistema de Linneo (siglo XVIII), que utilizaba como punto de partida la inmutabilidad de las especies, se limitaba a la descripción y clasificación de las plantas de acuerdo a sus características exteriores. El período infantil de la botánica es análogo al período infantil de la lógica, ya que las formas de nuestro pensamiento se desarrollan como todo lo que vive. Únicamente el repudio definitivo de la idea de especies fijas, únicamente el estudio de la historia de la evolución de las plantas y de su anatomía, preparó las bases para una clasificación realmente científica.
Marx, que a diferencia de Darwin era un dialéctico consciente, descubrió una base para la clasificación científica de las sociedades humanas, en el desarrollo de sus fuerzas productivas y en la estructura de las formas de propiedad, que constituyen la anatomía social. El marxismo sustituye por una clasificación dialéctica materialista la clasificación vulgarmente descriptiva de sociedades y estados que aún sigue floreciendo en las universidades. Unicamente mediante el uso del método de Marx es posible determinar correctamente, tanto en el concepto de lo que es un estado obrero como el momento de su caída.
Todo esto, como vemos, no contiene nada “metafísico” o “escolástico”, como afirman los ignorantes pedantes. La lógica dialéctica expresa las leyes del movimiento dentro del pensamiento científico contemporáneo. Por el contrario, la lucha contra la dialéctica materialista expresa un pasado lejano, el conservadurismo de la pequeña burguesía, la autosuficiencia de los universitarios rutinarios y… un destello de esperanza en la vida del más allá…”
El presente artículo de Alan Woods fue escrito en 1982 y a miles de kilómetros de los acontecimientos pero sorprende por su gran claridad, corrección y vigencia.
Este artículo de Alan Woods, titulado originalmente «El Salvador: ¿Habrá una intervención norteamericana?», no tiene un interés meramente histórico, esperamos que sea estudiado por los militantes de izquierda, los sindicatos y el movimiento juvenil salvadoreño, ya que ayuda a sacar lecciones para continuar y culminar la lucha por la transformación socialista de la sociedad por la que en 1932, en 1980 y en general a lo largo de la historia moderna de El Salvador han luchado y por la cual han dado sus vidas miles de revolucionarios y revolucionarias.
El Salvador: ¿Habrá una intervención norteamericana?
La lucha heroica contra la Junta en El Salvador ha captado la atención del movimiento obrero a nivel mundial, provocando un amplio movimiento de solidaridad. Cada obrero consciente, cada militante socialista o comunista, cada activista sindical, desea la derrota del régimen sangriento de El Salvador y la victoria de los obreros y campesinos de ese país.
La necesidad urgente del envío de todo tipo de ayuda material a los guerrilleros salvadoreños es más que evidente. Es una expresión de solidaridad elemental y debemos hacer todo lo posible para potenciarlo.
No obstante, la solidaridad no se acaba con las consideraciones prácticas, por muy importantes que sean. El movimiento revolucionario en El Salvador plantea una serie de cuestiones políticas de vital importancia, no sólo para los obreros y campesinos de ese país, sino para los movimientos de clase de toda América Latina.
Concretamente, a raíz de la reciente experiencia de Nicaragua y El Salvador se ha notado un cierto resurgimiento de las tendencias guerrilleras o terroristas en otros países de América Latina, inclusive Chile.
Sin dudar ni un momento de las intenciones honestas de estos compañeros, consideramos como un deber advertirles que las ideas y soluciones que propugnan (que por cierto, tuvieron unas consecuencias totalmente desastrosas en el último periodo) representan una interpretación radicalmente equivocada de las ideas y métodos del marxismo-leninismo y también de la experiencia de la revolución en América Central. Esta táctica, si se generaliza nuevamente en el continente Latinoamericano, no representará, como imaginan estos compañeros, un atajo hacia la revolución socialista, sino una receta acabada para una nueva serie de derrotas sangrientas.
Por esta razón, considero oportuno la elaboración de un análisis crítico del proceso revolucionario en El Salvador y, concretamente, de la teoría de la “guerra popular”.
Espero que este análisis sea una seria contribución al debate sobre la táctica y la estrategia de la revolución en América Latina.
Introducción histórica
El Salvador, al igual que los demás países de América Central, es una nación artificial. Bajo la corona española, Centroamérica fue gobernada como una sola nación y, en 1821, la independencia de Centroamérica también se logró como una sola nación.
A continuación se inicia el proceso de balcanización de Centroamérica, que queda dividida en cinco pequeñas repúblicas formadas bajo la dominación de la casta dominante de la aristocracia criolla. Esta división del cuerpo vivo de Centroamérica en una serie de países pequeños, más o menos inviables, es la condición previa para su subyugación por parte del imperialismo. La aspiración revolucionaria de los pueblos oprimidos de la zona por la reunificación y la creación de una gran nación Centroamericana corre como un hilo rojo por la historia de la lucha revolucionaria de América Central.
La interdependencia de la lucha revolucionaria en toda la zona es evidente hoy en los efectos que ha tenido la revolución Nicaragüense en El Salvador y en Guatemala. Con un ritmo más o menos acelerado, el proceso se extenderá tarde o temprano a Honduras, Costa Rica y Panamá. La teoría del dominó tiene una aplicación no sólo en Asia, sino también en América Central, uno de los puntos más vitales del imperialismo estadounidense. Desde el primer momento, por tanto, el destino de la revolución en El Salvador está íntimamente ligado a la revolución en América Central y en el resto del continente Latinoamericano, y a la situación de los propios Estados Unidos.
La importancia de América Central para los intereses económicos de los EE.UU. es evidente. Cuatro países de la zona (Nicaragua, Honduras, Guatemala y El Salvador) están en tercer lugar de América Latina en cuanto a exportaciones de azúcar y café; en segundo lugar en las exportaciones de carne y en primer lugar en las exportaciones de plátanos al mercado estadounidense. No obstante, sus poblaciones tienen el nivel de vida más bajo de América Latina.
La esperanza de vida en El Salvador es de 56 años; el analfabetismo es del 70 por ciento, el acceso a la enseñanza del 42 por ciento, la mortalidad infantil más de 100 sobre cada 1.000 nacimientos, y la malnutrición en niños menores de cinco años 70 por ciento.
La inestabilidad social y política de la zona está reflejada en una serie interminable de golpes de Estado, dictaduras militares e insurrecciones populares a lo largo de su historia.
La historia de El Salvador es particularmente sangrienta. Baste con recordar cómo el general Maximiliano Hernández Martínez llegó al poder después de una masacre de 30.000 campesinos en 1932.
La economía del país está dominada por una oligarquía de 14 familias. El 10 por ciento de la población ostenta el 90 por ciento de la riqueza del país y el 2 por ciento tiene el 60 por ciento de la tierra cultivable. El 50 por ciento de la población estaba en paro incluso antes de la guerra civil y el 90 por ciento gana menos de 100 dólares al año.
Desde 1927, las “14 familias” dominan el país mediante dictaduras militares. Sin embargo, una de las características de la oligarquía salvadoreña ha sido la capacidad de combinar la represión más sangrienta con engaños, trucos y fraudes. Ha habido elecciones muchas veces en la historia de El Salvador, pero elecciones en las que los militares siempre anunciaron los resultados y en las que sus candidatos siempre ganaron, y en las que los dirigentes de la oposición se vieron obligados a huir al exilio.
La clase obrera salvadoreña tiene grandes tradiciones revolucionarias. Las primeras organizaciones obreras surgieron en la década de 1920, fruto del enorme impacto de la revolución Rusa. Con una huelga de zapateros en 1921 se inició una época de grandes huelgas y luchas obreras. Los primeros sindicatos permanentes se formaron en 1923 y tuvieron que luchar, desde el primer momento, contra la represión salvaje de la Guardia Nacional.
En 1931 la caída del precio del café provocó una oleada de agitación sindical en el campo. Unos 80.000 trabajadores del campo, fundamentalmente de las plantaciones del café, se organizaron en sindicatos militantes. La respuesta de la oligarquía a la oleada de huelgas y manifestaciones fue el golpe brutal de Hernández Martínez, el 2 de diciembre de 1931.
El intento del dirigente comunista Agustín Farabundo Martí de lanzar una insurrección heroica pero mal planificada y sin preceptivas claras, condujo a una terrible masacre en la que 30.000 campesinos fueron ejecutados en una guerra de exterminio contra los rebeldes.
No obstante, los obreros tuvieron su venganza en 1944, cuando una huelga general, que se convirtió en un levantamiento popular, puso fin a la dictadura de Hernández Martínez.
En los años anteriores a 1980, se notaba un nuevo e importante ascenso del movimiento obrero salvadoreño, con otra huelga general en 1968 que tuvo gran resonancia.
El enorme potencial del proletariado salvadoreño ha sido uno de los factores más importantes en la situación. Pese al carácter atrasado de la economía, en El Salvador existe una clase obrera importante. Un tercio del producto nacional bruto proviene de la industria, la minería y la construcción, en comparación con solo el 26 por ciento proveniente de la agricultura. Poco más de la mitad de la población activa se dedica a la agricultura. En otras palabras, el peso específico del proletariado salvadoreño es mucho mayor que el de la clase obrera Rusa en 1917.
El Salvador es un país mucho más industrializado que la mayoría de los países de la zona, con fábricas de algodón, conservas y bebidas, ladrillos, cemento, productos químicos, cuero, tabaco y calzado. Según las cifras oficiales, en 1968 había 34.712 obreros industriales. Pero esta cifra, además de incompleta, no da una idea exacta de la fuerza de la clase obrera salvadoreña. No obstante, a esta cifra hay que añadir los obreros del transporte, la construcción, la minería, el comercio y la pesca, además de una clase muy numerosa de artesanos y otros elementos semiproletarios que en un país como El Salvador juegan un papel muy importante en la economía y en la sociedad. Por otra parte, esta cifra excluye a los trabajadores del sector del café, uno de los sectores claves del país, que claramente forman parte de la clase obrera.
A principios de la década de 1970 hubo claros síntomas de reactivación del movimiento obrero, como la huelga en las fábricas de calzado más importantes del país. Las penosas condiciones de las masas del campo y la ciudad ayudan a aumentar la oposición al régimen. El creciente distanciamiento de la Iglesia Católica del gobierno, era otro síntoma del mismo proceso. Hubo discrepancias, cada vez más evidentes, en el seno de la propia clase dominante e, incluso, dentro de la casta militar. El sector más inteligente de la burguesía, representado por la Democracia Cristiana, abogaba por una reforma desde arriba para evitar una explosión revolucionaria por abajo.
Golpe de Estado
No obstante, el sector más reaccionario de la clase dominante, representado por el general Humberto Romero, se negó a aceptar la idea de cambio. El resultado fue un golpe de Estado en 1980 que contaba con el apoyo de Washington. Indudablemente, el triunfo de los sandinistas en Nicaragua fue el factor decisivo en estos acontecimientos. El imperialismo norteamericano apostó por la vía de una “reforma controlada” para evitar una repetición de la situación nicaragüense en El Salvador.
En el fondo de la crisis de El Salvador, como en los demás países de la zona, está la cuestión de la reforma agraria y las condiciones desastrosas del campesinado, tanto de los colonos como los peones. Por tanto, una de las cuestiones que más rápidamente se planteó fue la reforma agraria.
Esta fue un fraude siguiendo las mejores tradiciones de la clase dominante salvadoreña. Más de 500 hectáreas fueron expropiadas pero pagando enormes indemnizaciones a los hacendados. Las tierras más rentables de los cultivadores de café no fueron tocadas por esta “reforma” y, no obstante, la oligarquía se opuso rotundamente, presionando sobre el gobierno a través del sector más reaccionario de la casta militar, representado en la Junta por el coronel Gutiérrez.
La Junta revolucionaria, como se autodenominó el nuevo gobierno, disolvió el Congreso prometiendo nuevas elecciones. Suspendió el Tribunal Supremo y prometió una amnistía para los presos políticos y exiliados, y libertad para los partidos políticos.
No obstante, dentro de la Junta había elementos contradictorios. En teoría, era una coalición de socialdemócratas y burgueses liberales con representantes de las fuerzas armadas. En la práctica, se trataba de un gobierno suspendido en el aire, atrapado entre el movimiento revolucionario y de resistencia de las masas y el sabotaje de las “14 familias”.
La caída del odiado dictador Humberto Romero abrió las puertas al movimiento de las masas. Todo el descontento y frustraciones acumulados durante décadas surgieron a la superficie de la noche a la mañana. En este contexto de fermento social, los proyectos “reformistas” de la Junta estaban condenados al fracaso de antemano. Las contradicciones entre las clases eran demasiado fuertes, el abismo entre los ricos y los pobres demasiado profundo para permitir una solución a medias.
Las tensiones entre los coroneles Gutiérrez y Majano dentro de la Junta, reflejaban las divisiones en el seno de la clase dominante. Conscientes del peligro de una explosión social, los representantes del ala “progresista” de la burguesía, con Majano a la cabeza, abogaban por la inclusión de los partidos de la izquierda en el gobierno. Esto fue rechazado por la tendencia reaccionaria representada por Gutiérrez. La oligarquía y la casta militar se lanzaron a una contraofensiva desde la derecha. La reforma agraria sirvió como excusa para una nueva oleada de matanzas en el campo, llevadas a cabo por miembros de las Fuerzas Armadas y los pistoleros de la derecha.
La situación en estos momentos tenía un carácter claramente prerrevolucionario. El gobierno, acosado desde la derecha y la izquierda, estaba paralizado. La clase dominante estaba profundamente dividida y desmoralizada. Esta división en el seno de la clase dominante había afectado a las filas del ejército, donde un sector importante de los oficiales y suboficiales estaba enfrentado con la oligarquía y con la derecha. La clase media se había puesto en contra de la oligarquía. Las presiones de las masas provocaron una escisión en el seno de la democracia cristiana. Las masas de la clase obrera y el campesinado estaban claramente dispuestas a luchar por el poder. Incluso el imperialismo estadounidense estaba vacilando. El Secretario de Estado norteamericano, Cyrus Vance, aconsejó a los militares más reaccionarios a no llevar a cabo un golpe de Estado, no debido a los sentimientos humanitarios del Presidente Carter, sino por miedo a provocar un movimiento revolucionario de las masas.
En esta situación, una ofensiva revolucionaria del proletariado, movilizando al campesinado y a las masas del semiproletariado y de la pequeña burguesía para la toma de poder, indudablemente hubiera provocado una escisión en las filas del ejército, cuya cohesión interna estaba gravemente mermada, preparando el camino para la transición de los soldados y los oficiales más progresistas al lado de la clase obrera.
Nadie puede afirmar a estas alturas que la clase obrera salvadoreña no estaba dispuesta a luchar. En los meses posteriores al golpe, los obreros participaron en huelga general tras huelga general, pese a todas las dificultades y todos los peligros que esto suponía.
A lo largo de 1980, se dio una oleada de movilizaciones obreras sin precedente en la historia del país. En junio, por ejemplo, hubo una huelga general convocada por la Coordinadora Revolucionaria de las Masas que, a pesar de estar declarada ilegal por la Junta, logró el cierre de la mayoría de los negocios de la capital, los colegios y la administración.
La suma debilidad del gobierno en este momento se demostró en las concesiones que hizo al movimiento de las masas (por lo menos sobre el papel). Entre otras cosas, la Junta anunció la nacionalización de la banca, incluidos los bancos extranjeros y del crédito. Esta es una clara expresión del miedo y la desesperación de la clase dominante enfrentada al movimiento revolucionario de las masas. Una huelga general plantea la cuestión del poder “¿Quién es el amo de la casa, ustedes o nosotros?” Si los dirigentes del movimiento en El Salvador hubiesen vinculado la consigna de la huelga general con la idea de consejos obreros (soviets), generalizados y ampliados para incluir a los representantes elegidos de las amas de casa, los vecinos, los estudiantes, los campesinos y los soldados, el movimiento revolucionario podría haber adquirido una fuerza irresistible. La confrontación decisiva entre las fuerzas de la revolución y la contrarrevolución se hubiese dado en un momento totalmente favorable para la clase obrera.
De hecho, existían elementos de soviets en los comités vecinales y sindicales en El Salvador, potenciados por los distintos grupos de la izquierda. Pero estos comités no lograron convertirse en soviets por una razón. La casi totalidad de los grupos y partidos políticos con implantación de masas en El Salvador, bajo la influencia de las ideas castristas y el ejemplo de Nicaragua, habían optado por la táctica y estrategia guerrillera. Este hecho determinó su actitud hacia la clase obrera y el movimiento huelguístico, que consideraban fundamentalmente como un arma auxiliar de la guerra de guerrillas.
Aunque los distintos grupos guerrilleros tomaban parte activa en las huelgas generales, en ningún momento explicaban el papel protagonista de la clase obrera. En la práctica, las luchas heroicas de la clase obrera, fueron subordinadas a una ofensiva guerrillera. Hablaban de forma confusa de la creación de un “Estado popular”, pero como una perspectiva posterior a la victoria de la guerrilla.
Sin lugar a dudas, en una situación como la de El Salvador, las tendencias guerrilleras son el producto de décadas de la más brutal y feroz opresión. Sectores avanzados de la juventud sacan la conclusión de que la única posibilidad de luchar contra la oligarquía es cogiendo las armas y seguir el ejemplo de Cuba, Vietnam y Nicaragua.
Comparándola con la alternativa de un trabajo lento y laborioso de organización en las fábricas y barrios obreros, (formando cuadros obreros y agrupando a las fuerzas capaces de llevar a cabo la toma del poder en las ciudades, mediante el movimiento consciente del proletariado, agrupando a las masas del campesinado, el semiproletariado y la pequeña burguesía en torno al programa de la revolución socialista), la solución guerrillera parece más inmediata, más práctica y más rápida. No obstante, a veces, la búsqueda de atajos ha causado el naufragio del proceso revolucionario. Los obreros conscientes del mundo se solidarizan activamente con los luchadores heroicos de la guerrilla salvadoreña, y harán todo lo posible para facilitar su triunfo y la derrota de la Junta asesina. Pero esta solidaridad no puede, ni debe, servir como excusa para potenciar una imitación servil de los métodos guerrilleros en otros países, donde no tienen la más mínima justificación desde el punto de vista de las condiciones objetivas y de las necesidades de la clase obrera.
Era inevitable que las décadas de represión, asesinatos y torturas provocasen un deseo ardiente de venganza por parte de la juventud. Mucho antes del colapso de la dictadura de Humberto Romero, existían toda una serie de grupos guerrilleros, algunos con cierta implantación entre los obreros y campesinos. La razón principal de esta situación fue el vacío producido por la degeneración reformista del Partido Comunista de El Salvador (PCS), que no ofrecía una perspectiva revolucionaria a la juventud y a la clase obrera.
El carácter fraudulento de las elecciones en El Salvador fue puesto de manifiesto nuevamente en las elecciones generales de 1977, que fueron trucadas por el partido gubernamental, el Partido de Conciliación Nacional (PCN). La respuesta de la clase obrera fue una huelga general que fue reprimida con el asesinato de 80 obreros. En esta situación, y en la ausencia de una alternativa revolucionaria por parte de la dirección del partido “comunista”, las tendencias guerrilleras se multiplicaron por diez. Los secuestros y atentados contra los pistoleros y torturadores paramilitares de la Organización Democrática Nacionalista (ORDEN) aumentaron. Hubo algunas acciones espectaculares, como la ocupación de la Embajada de México en enero de 1979.
Indudablemente, estas acciones reflejaban las tensiones intolerables que existían a todos los niveles de la sociedad salvadoreña. Pero, de por sí, no eran capaces de representar un peligro serio para el régimen. El derrocamiento de Humberto Romero el 15 de octubre de 1979, no fue consecuencia de las acciones guerrilleras, sino de las presiones de Washington, que temía la extensión de la revolución nicaragüense a El Salvador si no se hacia un cambio desde arriba (Somoza había sido derrocado en julio del mismo año).
La oleada de radicalización que surgió y se intensificó rápidamente tras la caída de Humberto Romero ofrecía enormes posibilidades para un partido revolucionario basado en el proletariado. Las consignas de “consejos obreros” y “armamento general de la clase obrera” contra los ataques de las fuerzas de represión estaban al orden del día. Las acciones de la clase obrera demostraban un nivel de conciencia revolucionaria cada vez más alto.
Presión de las masas
Bajo la presión del movimiento irresistible de las masas, se produce la unificación de varios grupos de la oposición, a la que se suma el PCS en enero de 1980 (PCS, BPR, LP-28, FAPU). En un primer momento, se plantea un programa revolucionario basado en el derrocamiento de la Junta y la formación de “un gobierno revolucionario democrático, basado en la nacionalización de los medios de producción, la banca y el crédito, el comercio exterior, creación de un nuevo ejército y la investigación de los desaparecidos”.
Este programa, en líneas generales, respondía a las necesidades más urgentes de la situación. La economía estaba en ruinas. La oligarquía se estaba dedicando a una fuga masiva de capital. Sólo la toma del poder por parte del proletariado, aliado con las masas oprimidas del campo y de la ciudad, podía salvar la sociedad salvadoreña de la desintegración total.
Lo que faltaba era la organización y generalización de los organismos del poder obrero, los consejos obreros o soviets en torno al programa de la toma del poder. De hecho, en los barrios obreros y fábricas existían comités elegidos en la base, pero los dirigentes guerrilleros no se preocuparon de la tarea de la unificación de los mismos para formar los cimientos de un poder alternativo a la Junta.
Todo el poder decisorio, toda la iniciativa, quedaban en manos de los dirigentes guerrilleros que, en vez de basarse en el protagonismo de la clase obrera, trataban al movimiento obrero como un arma auxiliar de la táctica central de la guerrilla. En vez de organizar a la clase obrera para un asalto decisivo al poder, se dedicaron nuevamente a la táctica de ocupaciones de embajadas y ministerios, secuestros y tiroteos aislados.
La crisis de la Junta se concretó rápidamente en una escisión en su seno. El 2 y 3 de enero, todos los civiles del gabinete dimitieron del gobierno. El 15 de enero se formó un nuevo gabinete con una mayoría de democristianos. El 24 de marzo, la contraofensiva de la reacción se expresa por el asesinato del arzobispo Romero, lo que profundiza la radicalización de las masas de la pequeña burguesía. El coronel Majano, acosado por el sector reaccionario del ejército, huye al extranjero.
En abril se forma el Frente Democrático Salvadoreño, organismo compuesto por los representantes de la burguesía “progresista” (el MNR), y la fracción “popular” de la Democracia Cristiana, incluida gente que había participado en el primer gobierno de la Junta. A continuación, estos sectores burgueses fueron incluidos en el Frente Democrático Revolucionario (FDR), que nombró al ex ministro Enrique Álvarez Córdova secretario general.
La formación de una alianza con estos burgueses liberales supuso un cambio drástico en el programa defendido por los partidos de izquierda. A la táctica guerrillera se añade un nuevo programa que no trasciende los límites de la sociedad burguesa. Antes se hablaba, de una forma confusa, de un “estado popular” que se establecería después de la victoria de la guerrilla. Ahora se plantea la formación de un gobierno revolucionario democrático representando una “amplia coalición de fuerzas”, con representantes nombrados por la organización guerrillera, el FMLN, y su expresión política, el FDR. En vez del programa anterior de la nacionalización de los medios de producción, el programa del gobierno revolucionario democrático consiste en: paz, soberanía nacional e independencia; una política exterior de no alineación; creación de un ejército basado en la fuerzas del FMLN y de “oficiales honrados y soldados del actual ejército”; representación democrática de “todos los sectores populares”, democráticos y revolucionarios que contribuyan al derrocamiento de la dictadura militar y “apoyo a todos los hombres de negocios privados que colaboran y promueven el desarrollo económico del país y el programa del gobierno revolucionario”.
Huelga general
El entusiasmo revolucionario de la clase obrera fue claramente puesto de manifiesto en la magnífica huelga general de 24-25 de junio. En los barrios obreros se formaron comités e incluso grupos de autodefensa. En las filas de las organizaciones guerrilleras indudablemente había muchos militantes que creían en la toma del poder por parte de la clase obrera.
Pero la clase obrera no es un grifo de agua que se puede abrir y cerrar al antojo de la dirección. La política confusa y vacilante de las direcciones guerrilleras, que intentaban combinar una estrategia revolucionaria con una táctica de maniobras con la burguesía por encima de la cabeza de la clase trabajadora, produjo confusión y desorientación.
En una situación revolucionaria, el ambiente entre las masas puede experimentar cambios bruscos y repentinos en muy poco tiempo. En los meses posteriores a la caída de Humberto Romero, prácticamente todos los sectores de la clase obrera habían participado en huelgas políticas: los profesores, empleados de los tribunales, ferroviarios, obreros portuarios, médicos… El alcance del movimiento huelguístico había superado ampliamente los límites de un movimiento meramente reivindicativo, convirtiéndose en un reto directo al gobierno. El desarrollo de las luchas obreras planteaba claramente la necesidad de una generalización y centralización de los comités representativos de todos los sectores en lucha y las organizaciones de autodefensa, como condición previa para la organización de una huelga general indefinida que se convirtiese en una insurrección armada y la toma del poder.
No obstante, tras meses de luchas parciales, sin una perspectiva clara para la toma del poder, se empiezan a detectar síntomas de cansancio por parte de los trabajadores.
El apoyo a la segunda huelga general, convocada por el FDR, para el 13-15 de agosto, tuvo mucha menos incidencia que la primera. El movimiento huelguista había superado la fase de huelga de protesta de uno o dos días. La amenaza de represalias por parte de la Junta y sus matones contra cualquier obrero que participara en huelgas políticas, indudablemente fue un factor importante en la mente de muchos obreros. Pero, precisamente por eso, una nueva huelga general de protesta, inevitablemente tendría menos éxito que una lucha abierta por el poder. El momento de acciones parciales había pasado ya a la historia. El problema de fondo era que los dirigentes guerrilleros no creían en la eficacia de la huelga general como instrumento para la toma del poder y ya se habían inclinado a favor de la estrategia de una “guerra popular”, estilo Nicaragua y Vietnam.
El día 16 de Agosto, los dirigentes del FDR afirmaron que la huelga había sido muy eficaz y que el pueblo había demostrado que “medidas insurreccionales aparecen cada día más factibles”. En la práctica, la Junta, interpretando la falta de respuesta a la huelga como un síntoma de debilidad, pasó a la ofensiva con la declaración del estado de emergencia el día 23 de Agosto, utilizando como pretexto la huelga política de 1.500 obreros de la red de electricidad, que produjo un apagón de 24 horas en la capital.
Un mínimo análisis de los acontecimientos desde la caída de Humberto Romero, en Octubre de 1979, hasta Septiembre de 1980 demuestra claramente cómo los dirigentes guerrilleros nunca habían concebido al movimiento obrero como protagonista de la insurrección, sino como un arma auxiliar de la guerrilla subordinada a la estrategia central de la “guerra popular” basada en el campo. La función de las huelgas no fue la preparación del proletariado para la toma del poder, sino la desorganización de la Junta. En una palabra actuaron como si la huelga general fuese simplemente una extensión de la “propaganda de los hechos” del periodo anterior.
La clase obrera no puede estar en una situación de ebullición permanente. Si el movimiento huelguístico no se convierte en un momento determinado en una huelga general indefinida y una lucha abierta por el poder, inevitablemente se produce un declive del movimiento, y la iniciativa pasa temporalmente a la reacción. Tras casi un año de luchas que no terminaron por encontrar una salida mediante una confrontación decisiva con la Junta, el movimiento en las ciudades se encontraba momentáneamente en un punto muerto. En ese momento, los dirigentes plantearon la idea (que nunca habían abandonado) de lanzar una “guerra popular” contra la Junta concentrando las fuerzas de la revolución en el campo.
Las perspectivas de estos dirigentes estaban basadas en una apreciación política y militar equivocadas.
A pesar de las declaraciones posteriormente realizadas por los portavoces del FDR, que daban a entender que la ofensiva guerrillera de finales de 1980 tenía unos objetivos relativamente modestos (establecimiento de una serie de “zonas liberadas” como bases guerrilleras en el campo), está claro que esperaban obtener una victoria más o menos rápida. Fermán Cienfuegos, dirigente de las Fuerzas Armadas de la Resistencia Nacional (FARN), afirmaba que la ofensiva guerrillera contaba con suficientes fuerzas para imponer “una situación política y militar irreversible en El Salvador” antes de la confirmación de Reagan como presidente de los EE.UU., es decir, ¡antes del 20 de enero de 1981!
Los dirigentes guerrilleros tomaron como modelo las ideas de Castro, Mao y Giap, de conquistar las zonas rurales y después las ciudades. No obstante, si hay un país en toda América Latina menos indicado para una guerra de guerrillas, ese país es El Salvador. Aquí no hay grandes tramos de selvas como en Vietnam, ni una enorme superficie como en China. Los únicos países limítrofes son enemigos de la revolución y bases de la contrarrevolución: Guatemala en el norte y Honduras en el noreste. La densidad de población crea enormes dificultades para la aplicación de las teorías clásicas de la guerra de guerrillas. Siendo el país más pequeño de América Central, El Salvador tiene a la vez la mayor población por kilómetro cuadrado (307,5 habitantes por Km. cuadrado, según el censo de 1961).
Por todas estas razones, era más que evidente, que una guerra de guerrillas, de no tener un éxito inmediato, tendría un carácter particularmente sangriento con una enorme pérdida de vidas, suponiendo una auténtica sangría de las fuerzas más heroicas y abnegadas de la revolución.
La ofensiva guerrillera, aunque logró la liberación de una serie de provincias, fue muy costosa en vidas y no logró infligir una derrota decisiva a las fuerzas gubernamentales.
Guerra sangrienta
Desde aquel entonces, el conflicto de El Salvador se ha reducido a una guerra sangrienta. El ejército de la Junta está llevando a cabo una guerra de exterminio mediante las bandas de asesinos de los “escuadrones de la muerte” de la ORDEN. La aviación del gobierno está arrojando bombas compuestas por pesticidas, química defoliante y fósforo blanco, en una repetición diabólica de los métodos del imperialismo norteamericano en Vietnam.
La brutal represión desencadenada por la Junta indudablemente servía para aumentar el apoyo de los guerrilleros entre las masas, sobre todo del campesinado, victima principal de las masacres y torturas indiscriminadas.
Se trata de un conflicto de larga duración. Tras la derrota de la primera ofensiva, la guerrilla fue capaz de reanudar sus ataques a principios de Marzo de 1981, aunque en menor escala. La aviación y la artillería pesada de la Junta, no ha podido eliminar la guerrilla, que sigue controlando una serie de zonas del país en la provincia norteña de Morazán, en la provincia de Cabañas en el norte de Santa Ana en San Vicente, Usulután y en la zona de Guazapa, a 60 Km. de la capital.
Los EE.UU. han llevado a cabo un rearme total del ejército salvadoreño. No obstante, la campaña militar de la Junta no ha sido muy brillante, a pesar de la presencia de “asesores” norteamericanos. Los soldados de la Junta están desmoralizados. Según fuentes del FMLN-FDR, “tras tres días de combate, la moral y la combatividad de las fuerzas de la Junta tienden a deteriorarse rápidamente, lo que significa que las tienen que sustituir con nuevos soldados, más o menos semanalmente”. Este ejército es sólo eficaz en la masacre de civiles indefensos. Es una mezcla de soldados conscriptos, obligados a realizar servicio militar contra su voluntad, mercenarios y gángsteres.
No obstante, la Junta sigue controlando las ciudades y los puntos neurálgicos del país. Respaldada por EE.UU., la Junta puede durar mucho tiempo, con lo cual existe el peligro de un punto muerto en el conflicto, con un terrible derroche de vidas y una dislocación total de la vida económica y social del país. Ha habido ya más de 30.000 víctimas, la mayor parte de ellas a manos de la represión gubernamental.
Consciente del peligro, los representantes del FDR-FMLN han planteado la posibilidad de la mediación y de una solución negociada del conflicto. El problema es… negociación ¿en base a qué? Los militares no aceptan negociación alguna que implique el reconocimiento de la guerrilla como una fuerza política en igualdad de condiciones.
Como respuesta a la oferta de las negociaciones, la Junta sigue adelante con sus planes de elecciones en Marzo. Estas elecciones estarán abiertas también a elementos de la oposición. Sólo tendrán que entregar sus armas y pasar a la legalidad. En la situación actual, ¡esto significaría firmar su propia sentencia de muerte! Y para subrayar este hecho, la Junta ha publicado una lista de 138 traidores a la patria en la que figuran los nombres de todos los líderes del FDR.
Esta claro que estas llamadas negociaciones, en esta situación, carecen de sentido. La Junta ha publicado un documento supuestamente escrito por el FDR-FMLN en el que se dice que la oferta de mediación es una maniobra táctica para ganar tiempo y apoyo internacional. Esto es una posibilidad. Las condiciones de los guerrilleros para negociaciones son, entre otras, el cese de la represión, la derogación de las leyes de guerra, plena libertad de expresión y ¡la sustitución de los altos mandos del ejército! Mao Tse Tung también hizo ofertas por el estilo más de una vez durante la guerra civil en China como una maniobra para ganar tiempo y restar apoyo al enemigo. La maniobra de las elecciones de la Junta tiene el mismo sentido. Pero la cuestión ahora no es de elección sino del poder estatal.
“No quieren perder”
Sólo los EE.UU. podrían forzar una mediación. Pero Reagan sigue confiando en la posibilidad de una victoria militar de la Junta. Tras la pérdida de Nicaragua, no quiere perder El Salvador. Según un estudio realizado por Cynthia Anderson en 1981, la Junta había recibido 107 millones de dólares de EE.UU., comparados con sólo 9,8 millones de los dos años anteriores.
En ayuda militar, recibió 5,9 millones de dólares en 1980 y 35,4 millones en los primeros cuatro meses de 1981, además de 14 helicópteros Huey (la mayoría destruidos posteriormente por lo guerrilleros) y 56 asesores. No obstante, la auténtica cifra de ayuda es mucho mayor. Si incluimos el dinero que se da a El Salvador a través de los Bancos Internacionales de Washington, la cifra real es de 532 millones de dólares.
Sin este apoyo, el gobierno no sería capaz de continuar la guerra. Según el propio Napoleón Duarte, la guerra está costando 15 millones de dólares al mes. Además de las elevadísimas cifras de muertos y heridos, el propio gobierno reconoce que 157.000 personas han quedado sin hogar o se han visto forzadas a desplazarse a otras zonas. Otras 150.000 han huido al extranjero. En un pequeño país de casi cinco millones de habitantes, esto representa un enorme desplazamiento de la población.
Los efectos en el terreno económico han sido desastrosos:
“El producto interior bruto experimentó en 1980 un descenso superior al 10%, según datos del Ministerio de Planificación, situándose por debajo del nivel alcanzado en 1975. La renta per cápita apenas rebasó los 250 dólares. El director del Seguro Social afirma que al menos 34.000 trabajadores industriales de San Salvador (20% del censo sectorial) perdieron su puesto de trabajo como consecuencia del cierre de fábricas.” (Diario El País, 17/07/81, el énfasis es nuestro.)
Existe el peligro de un proceso de desintegración y atomización de la clase obrera y de una creciente lumpenización y desmoralización del proletariado, con consecuencias muy negativas para el futuro de la revolución socialista. La clase obrera ya no se ve como protagonista del proceso revolucionario, sino como objeto pasivo de fuerzas que se sitúan al margen de ella. Entre los obreros indudablemente habrá una enorme simpatía hacia los guerrilleros y un odio hacia la Junta, pero se trata de la relación entre una clase oprimida y un ejército de “salvadores”. Detrás de esto hay un sentimiento de impotencia y pasividad de cara a los opresores que antes no existía. Esto es la consecuencia directa de la teoría y la práctica de la “guerra revolucionaria prolongada”. La revolución socialista exige como condición previa el movimiento consciente de la clase obrera. Sin esto, una guerra revolucionaria con una base de masas en el campo (e indudablemente, la guerrilla salvadoreña goza de un apoyo masivo), incluso en caso de triunfar no podría conducir al socialismo, a pesar de las buenas intenciones, del heroísmo y la sinceridad de sus dirigentes.
Aislados de la clase obrera de las ciudades, los ex obreros, ex campesinos y ex estudiantes del ejército guerrillero, tendrán una tendencia a convertirse en elementos desclasados, bajo el control de una burocracia militar. Las exigencias de la guerra servirán para aumentar la tendencia hacia un sistema de mando burocrático. Esta es la experiencia de todos los movimientos guerrilleros en China, Cuba, Argelia, Yugoslavia… Cuanto más prolongado sea el conflicto, más profundas serán las tendencias burocráticas, que tendrán su efecto más negativo en caso de un triunfo de la guerrilla. “La tarea de la emancipación de la clase obrera es la tarea de la propia clase obrera”. Cualquier intento de sustituir el papel dirigente del proletariado por otras fuerzas sociales, inevitablemente resultará en la creación de una casta burocrática privilegiada desde el primer momento.
Un enorme paso adelante
La clase obrera de todo el mundo desea el triunfo de la guerrilla salvadoreña contra el régimen reaccionario y podrido de Napoleón Duarte. La victoria de la guerrilla supondría un enorme paso adelante y tendría repercusiones muy importantes en todos los demás países de la zona y en todo el continente latinoamericano. Bajo el capitalismo no hay ningún futuro para los pueblos de El Salvador, Guatemala, Honduras, Panamá…
La subida al poder del FMLN-FDR significaría el principio del fin del poder de los capitalistas y terratenientes salvadoreños. A pesar del carácter limitado del Frente, en la práctica será imposible mantener la revolución dentro de los límites del sistema capitalista. Un gobierno del FMLN-FDR tendría que nacionalizar los puntos claves de la economía o sufriría un fracaso total. La estupidez y miopía del imperialismo norteamericano, con su defensa a ultranza de la reacción en El Salvador, servirá para acelerar el proceso.
El imperialismo estadounidense está en dificultades. La oleada de chovinismo que acompañó el triunfo de Reagan se ha difuminado en la medida en que la clase obrera se ha dado cuenta de la consecuencia de su política económica, y la juventud ha comprendido el peligro de una intervención armada en América Central. Las protestas de determinados políticos burgueses contra la creciente participación de “asesores” norteamericanos en El Salvador refleja el miedo de un sector de la burguesía de un nuevo Vietnam en América Central.
Dada la desesperación de los estrategas de la burguesía en EE.UU., no se puede descartar la posibilidad de una aventura militar en América Central o el Caribe. Pero semejante aventura sería totalmente contraproducente, provocando una oleada de protestas en EE.UU. y radicalizando la oposición al gobierno Reagan. Por tanto, es posible que el Pentágono se limite a una presencia reducida de “asesores” y mercenarios, con una intervención indirecta a través de Honduras o, posiblemente, Venezuela.
En estos momentos, toda Centroamérica se ha convertido en un polvorín. El movimiento revolucionario de los obreros y campesinos puede sufrir éste u otro revés, pero después de cada derrota se levanta con más fuerza, al igual que el gigante de la mitología griega, que cada vez que era tirado al suelo sacaba nuevas fuerzas de su madre, la Tierra.
Las contradicciones del capitalismo en estos países no tienen solución. Hemos entrado definitivamente en un periodo de revolución en toda la zona. La revolución en Centroamérica triunfará bajo la forma de una revolución socialista, o no triunfará nunca.
A raíz de su experiencia, a veces dolorosa, la clase obrera de América Central comprenderá la necesidad de un programa marxista como la única manera de cambiar la sociedad. Aprenderá la necesidad de una política de total independencia de clase, rompiendo definitivamente con la burguesía llamada progresista para forjar la alianza de la clase obrera con todos los demás sectores oprimidos del campo y de la ciudad. Aprenderá también la futilidad de los métodos de terrorismo individual y la necesidad de confiar en sus propias fuerzas, su propia organización y su conciencia de clase.
Los obreros conscientes de El Salvador están luchando por el derrocamiento del régimen sangriento de Napoleón Duarte Gutiérrez. Ven con entusiasmo los éxitos de la guerrilla. Con todo su corazón desean la victoria del FMLN. Pero la clase obrera nunca puede renunciar a su misión histórica o entregársela a otras fuerzas sociales. Si la revolución se lleva a cabo por otros sectores que no sea el propio proletariado, este hecho necesariamente tendrá graves consecuencia de cara al futuro, como demuestra la experiencia de todos aquellos países donde la revolución ha sido producto de una guerra de guerrilla o llamada guerra popular.
El socialismo significa la participación consciente de la clase obrera a todos los niveles en la tarea de la trasformación de la sociedad. Significa el control democrático y la gestión de la clase obrera en todas las tareas del Estado, de la industria y de la sociedad. Significa la administración de toda la sociedad por medio de los consejos de obreros y campesinos pobres y la creación de una democracia obrera, como el Estado que existía en Rusia bajo Lenin y Trotsky.
Un Estado burocrático, dominado por una casta privilegiada, aunque esté basado en la nacionalización y planificación de las fuerzas productivas, nunca puede conducir al socialismo, e inevitablemente tenderá a degenerar en un sistema totalitario y una nueva esclavitud para la clase obrera, como vemos claramente en los países estalinistas de Europa del Este.
El programa del marxismo-leninismo
Para evitar la posibilidad de semejantes deformaciones del proceso revolucionario, la clase obrera, empezando por sus elementos más conscientes y revolucionarios, debe basarse en los principios y programa del marxismo-leninismo: las ideas elaboradas por Marx, Engels, Lenin y Trotsky, las únicas ideas capaces de conducir a la clase obrera a la transformación socialista de la sociedad y a una sociedad sin clases.
Una vez organizados y armados con el programa revolucionario del marxismo, los obreros y campesinos pobres de Centroamérica se convertirán en una fuerza invencible. La revolución se extenderá por toda la zona, imponiendo su lógica de hierro por encima de las fronteras artificiales establecidas por la oligarquía y el imperialismo para subyugar y esclavizar a los pueblos. Bajo el lema de la federación socialista de Centroamérica, la revolución tendrá hondas repercusiones en toda América Latina, preparando el terreno para el derrocamiento de las dictaduras policiaco-militares del Cono Sur y el inicio de un nuevo proceso revolucionario bajo la hegemonía del proletariado, cuyo objetivo sagrado es la total eliminación de la humillación de la dominación imperialista, mediante la creación de los Estados Socialistas Unidos de América Latina como paso previo para la creación de la Federación Socialista Mundial.
Julio Antonio Mella escribió en alguna ocasión “Vencer o servir de trinchera a los demás: Hasta después de muertos somos útiles”. Y lo sigue siendo. Mella admiraba a León Trotsky al que llamaba: “el dínamo de la revolución”. Entró en contacto con la oposición de izquierda internacional y en choques con los métodos y las ideas del reformismo y el estalinismo. A él le gustaba decir las cosas como son, sigamos su ejemplo. Hay que decir que Mella dedicó su vida a la revolución —y murió por ella— y en ello entró en conflicto con el burocratismo y con los oportunistas que con una fraseología radical planteaban poner un freno a la revolución, conciliando y sucumbiendo frente a la gran burguesía.
Parece increíble que Julio Antonio sólo viviera 27 años convirtiéndose en figura central del movimiento comunista en Cuba, México y Latinoamérica. La juventud es el motor de la revolución proletaria. Mella nos recuerda a los bolcheviques rusos, esos incansables jóvenes que rompieron con lo establecido bajo una perspectiva revolucionaria proletaria clara. Sin gente así no se puede revolucionar la sociedad. Pero no es suficiente ese impulso, también se requiere construir las sólidas fuerzas que la transformen: el partido revolucionario.
El impacto de 1917
La toma del poder de los trabajadores rusos sacudió al planeta, abriendo las compuertas de la lucha de clases a nivel internacional. En Cuba ya existía una incipiente tradición socialista antes de 1917. Los emigrados cubanos, desde la mitad del siglo XIX, habían entrado en contacto con ideas socialistas. En 1918 encontramos grupos comunistas y anarquistas que simpatizan con la revolución rusa y se dan los primeros intentos de construir un partido comunista, tarea que no fructificó.
Los vientos de cambio vinieron a Cuba inicialmente de la mano de los estudiantes universitarios que se enfrentaron a Machado, apenas dos años después del triunfo de la revolución rusa. Julio Antonio, proveniente de la pequeña burguesía, se inmiscuyó en la lucha de forma dirigente y entró en contacto con líderes obreros como el anarcosindicalista Alfredo López, quien tendría una enorme influencia sobre él.
Mella fue comprendiendo la necesidad de la unión con la lucha proletaria. En la lucha estudiantil iría evolucionando, a través de su consecuente práctica, de una posición reformista a una revolucionaria. Eso se puede notar en los artículos escritos en la revista universitaria Alma Mater y en la siguiente revista Juventud, en ésta última empieza a defender la necesidad de la revolución social. Ahí aparece un artículo suyo, en febrero de 1924, sobre la muerte de Lenin, “Lenine Coronado”, donde también se puede leer una primera referencia explícita y favorable a Trotsky. Esto no es de extrañar, en ese momento era incuestionable que estos dos personajes fueron los dirigentes principales de la revolución de 1917 y del partido bolchevique. No se puede entender el triunfo de la revolución rusa sin el papel de estos dos hombres. A nivel internacional el partido bolchevique era conocido como el partido de Lenin y Trotsky.
Lenin y Trotsky, aunque en los puntos fundamentales siempre coincidieron, tuvieron algunas diferencias antes de la revolución que los mantuvieron alejados. Esas diferencias se borrarían en la práctica. Estando en dos puntos distantes sin contacto entre ellos, sacarían las mismas conclusiones sobre las tareas de la revolución. En 1917, no había ya razón que impidiera su plena unificación. A partir de ese momento, Lenin dijo que no había mejor bolchevique que Trotsky, siendo desde entonces cercanos compañeros de armas. En 1924 la burocracia iniciaba su ascenso, Lenin establece una alianza con Trotsky para combatirla. Lo interesante es que Mella no sólo en 1924 hablaría favorablemente sobre Trotsky, sino también en los periodos donde había un franco ataque en contra de él e incluso cuando a sus seguidores les habían expulsado del partido comunista.
Del leninismo al estalinismo
En agosto de 1925 se funda el Partido Comunista Cubano (PCC) en una reunión clandestina con 13 delegados. Las principales figuras fueron Carlos Baliño (histórico combatiente desde la época independentista) y Julio Antonio Mella. En los años 20 emergió una generación de jóvenes revolucionarios, la figura de Julio Antonio Mella es su iniciadora y su centro. La incorporación de Mella al comunismo se da en los primeros años del tránsito del bolchevismo a la estalinización, que afectó no solo al partido comunista y al estado ruso sino a toda la internacional. Julio Antonio no fue imparcial y podemos decir con toda seguridad que no se posicionó del lado de Stalin en esta pugna que él conocía. Un ejemplo claro es que mientras Mella hizo varias referencias favorables a Lenin y Trotsky, nunca escribió en sus artículos el nombre de Stalin.
La revolución de Octubre estableció el régimen más democrático de la historia. La democracia obrera implicó el control de los soviets y de los trabajadores sobre el Estado y la economía; nació una enorme libertad artística que se expresó en el surgimiento de distintas vanguardias; había una independencia de los sindicatos por parte del Estado, para, como dijo Lenin, se pudieran defender de los excesos del propio Gobierno Obrero; el partido bolchevique seguía siendo el espacio de combate de ideas revolucionarias, donde el surgimiento de corrientes y agrupaciones políticas era lo más normal. En medio de las condiciones más duras de la lucha, en medio del acoso y ataques brutales de los imperialistas, como lo fue la guerra civil, el partido seguía celebrando sus congresos anualmente. La Internacional Comunista seguía esa misma tradición. La democracia obrera lejos de abrir la puerta a la contrarrevolución, amalgamaba a los revolucionarios.
Bajo la dirección de Lenin y Trotsky se combatía cualquier privilegio y los debates se daban políticamente arguyendo a la autoridad moral y a la fuerza de los argumentos de la dirección. Con el ascenso de la gris burocracia se sustituyó a la dialéctica por el dogmatismo, el debate de las ideas fue aplastado por el aparato. El espíritu revolucionario de Mella no podía lidiar con esa caricatura que quería parecer marxista. En la antigua Roma el cristianismo fue cooptado por la casta gobernante y se convirtió en una religión de la clase en el poder pero manteniendo un discurso a favor de los pobres. De forma similar la burocracia estalinista hablaba a favor de la revolución de Octubre negándola en la práctica.
Expulsado del Partido Comunista
Mella se acerca al marxismo, atraído por el legado de Octubre. Él se inspiró en las ideas y la práctica de Lenin y Trotsky, a los que había leído. Él se convirtió en un momento en la figura central de la lucha contra Machado en Cuba, quien respondió atacándolo y encarcelándolo.
Mella es la conjunción de la historia de la lucha revolucionaria cubana que se liga a las ideas científicas del marxismo revolucionario. El marxismo no es un movimiento nacido de la nada, se inspira y liga al movimiento revolucionario anterior, iniciando por el socialismo utópico aunque superándolo. El caso de Mella se inspira en la tradición revolucionaria cubana, es conocido su escrito (que quería convertir en libro) sobre José Martí. Cuba era un país que nunca había sido libre y Mella comprende el potencial revolucionario de la lucha de liberación nacional.
El joven Partido Comunista Cubano, en parte por su juventud, su debilidad y la represión de que era objeto por parte de Machado; pero también en parte por la debilidad política de su dirección, entró en un amargo conflicto con Mella, al grado de realizarle un juicio interno y expulsarlo de la organización.
Aquella dirección del PCC no fue capaz de ponerse a la altura de las tareas históricas, al grado de preocuparse más porque Mella realizaba su huelga de hambre que por hacer una campaña consistente por su liberación. En vez de entablar un debate claro de la táctica a seguir, llegaron a acusar a Mella de hacer la huelga de hambre contra sus compañeros, de ser individualista y poco proletario. Cuando Mella salió de la cárcel enfermo, perseguido y con el peligro de ser asesinado, las críticas duras del PCC se mantuvieron. Querían control más que brindar respuestas correctas y claras frente a los ataques. La debilidad política lleva a la solución de problemas no por el debate sino por el aparato. Ese fue el primer gran desencuentro de Mella con este tipo de métodos burocráticos.
Sus palabras, al salir de la cárcel, son en parte una crítica a la dirección del PCC reafirmando que tiene plena fe en sus ideales. A la vez que pide la libertad del resto de compañeros presos señala que: “El pueblo de Cuba ha demostrado que sabe vivir el actual momento histórico de la Humanidad”. Contrario a la estreches de miras de los dirigentes comunistas cubanos de aquel momento.
Al exiliarse en México, Mella ingresa al Partido Comunista de ese país. La Internacional Comunista, tuvo que intervenir para que el PCC reconociera su error y su formal readmisión a la organización.
Mella no fue un exiliado derrotado, sino un militante activo. Nunca deja de lado la lucha revolucionaria en Cuba a la vez que se integra a la lucha de clases en México. Es un defensor del frente único leninista, impulsa agrupaciones de apoyo a la lucha de Sandino en Nicaragua, por la liberación de Saco y Vanzetti (por lo cual pisa la cárcel nuevamente) y es parte de la dirección de la Liga Antiimperialista de América.
Bruselas y la URSS
En nuestra opinión, el viaje a Bruselas y a la URSS es un punto de inflexión en el desarrollo político de Julio Antonio. En los debates del encuentro antiimperialista se da una ruptura definitiva con el oportunismo de Haya de la Torre y el APRA (ya en México habían entablado una polémica), en esencia ellos tenían una política de subordinación imperialista. Ahí también se da un nuevo enfrentamiento con los métodos del aparato.
Las posiciones políticas de Mella tienen un buen eco en el Congreso Antiimperialista de Bruselas, al igual que en la URSS sus posturas sobre la táctica sindical. Se eligió un representante permanente de América Latina para la Internacional Sindical Roja y Mella fue un candidato natural para el cargo. El aparato actuó, bajo la mano de Antonio Codovilla, para combatir políticamente a Mella y evitar que quedara como el representante sindical latinoamericano. Codovilla, sabiendo que podía perder, evitó la votación y llamó a seguir discutiendo en una nueva reunión, citando a sus fieles a una hora y media hora después a quienes apoyaban a Mella, cuando estos últimos llegaron fueron criticados por indisciplinados además que la votación ya se había realizado. Codovilla se lavó las manos con el argumento que fue un error de traducción.
Otra cosa importante pasó en ese viaje. Mella entró en contacto con Andreu Nin, en aquel momento miembro de la Oposición de Izquierda. Él explicó las diferencias en la internacional y mostró el programa. Poco tiempo después de su salida de la URSS, la Oposición sería expulsada del Partido.
En ese tiempo Mella escribe el artículo “Cuadros en la Unión Soviética” donde no aparecen críticas a la URSS. Cada fruta tiene su estación, hay momentos para ser cautelosos y otros para pasar a la ofensiva en la crítica. Dicho artículo muestra una serie de avances de la economía planificada y de la revolución, a pesar de la burocracia, pero incluso ahí cita nuevamente a Trotsky, lo cual en sí mismo, en ese momento de hostilidad contra la oposición, ya era un abierto desafío.
¿A dónde va el APRA?
Los bolcheviques sabían que la única esperanza para la revolución rusa, donde no había condiciones para el socialismo debido a su atraso, era la extensión de la revolución al resto de los países, sobre todo a los capitalistas desarrollados. Con el estalinismo se pasó del internacionalismo proletario al socialismo en un solo país y se retomó la vieja consigna menchevique de la revolución por etapas. La “nueva” estrategia revolucionaria fue la alianza con la burguesía nacional “progresista” en contraposición de la política de Lenin y Trotsky, quienes siempre defendieron la independencia de clase. La contrarrevolución burocrática no regresó al punto de inicio, por todo un periodo se mantuvo la base económica basada en la planificación que, pese a todo, significó enormes avances económicos, aunque bajo la asfixia y el freno del burocratismo.
El fenómeno del burocratismo le tocó vivirlo a Lenin en sus primeras etapas, estableció una alianza con Trotsky para hacer frente y combatirlo. Su muerte y la derrota de la revolución alemana de 1923, aceleró la batalla interna. Trotsky y sus seguidores conformaron la Oposición de Izquierda, llamándose a sí mismos los Bolcheviques Leninistas, reflejando que su tarea era la defensa del verdadero legado de Octubre.
El escrito de mayor madurez en la vida de Mella es: “¿Hacia dónde va el ARPA?” Que no es una polémica únicamente contra Haya de la Torre, Mella nos aclara que: “Contestar al ARPA es un medio de contestar a todos los oportunistas y reformistas traidores que sustentan iguales o similares ideologías, aunque nieguen tener vinculación con el ARPA, o se digan enemigos de ella. De aquí la utilidad de tratar de fijar nuestros puntos de vista frente a la propaganda de los traidores conscientes al proletariado y a los pseudo-reformistas de las tendencias revolucionarias” (subrayado nuestro). Se puede deducir que la crítica iba dirigida también al mismo seno de la Internacional Comunista.
En su polémica contra Haya de la Torre, Mella critica su política que con un discurso pseudorevolucionario terminaba conciliando y sucumbiendo ante la burguesía. Citando a Lenin le responde:
“La Internacional Comunista debe apoyar los movimientos nacionales de liberación [aunque tengan una base, como todos la tienen, democrático burguesa, nos aclara Mella] en los países atrasados y en las colonias solamente bajo la condición de que los elementos de los futuros partidos proletarios, comunistas no solo de nombre, se agrupen y se eduquen en la conciencia de sus propias tareas disímiles, tareas de lucha contra los movimientos democráticos burgueses dentro de sus naciones. La I. C. debe marchar en alianza temporal con la democracia burguesa de las colonias y de los países atrasados, pero sin fusionarse con ella y salvaguardando expresamente la independencia del movimiento proletario, aun en lo más rudimentario”.
Y reflejando su cercanía con la postura de Trotsky, alejándose del estalinismo que en ese momento defendía el apoyo a los kulaks, planteando su enriquecimiento, y a nivel internacional su apoyo a la burguesía nacional progresista, dice:
“En su lucha contra el imperialismo —el ladrón extranjero— las burguesías —los ladrones nacionales— se unen al proletariado, buena carne de cañón. Pero acaban por comprender que es mejor hacer alianza con el imperialismo, que al fin y al cabo persiguen un interés semejante. De progresistas se convierten en reaccionarios. Las concesiones que hacían al proletariado para tenerlo a su lado, las traicionan cuando este, en su avance, se convierte en un peligro tanto para el ladrón extranjero como para el nacional. De aquí la gritería contra el comunismo”.
En uno de los puntos centrales de las divergencias entre Trotsky y los estalinistas, Mella se posiciona del lado del primero.
El inicio del trotskismo en México
Julio Antonio, a su regreso a México, da una batalla por la defensa de las ideas de la Oposición de Izquierda junto a Russell Blackwell, que usaba el seudónimo de Rosario Negrete. Por citar uno de los testimonios que nos hablan de ello, podemos mencionar las palabras de Manuel Rodríguez, quien dice:
“Yo acompañé a Rosario Negrete a Veracruz, en el momento de la rebelión escobarista. Íbamos a entrevistarnos con Úrsulo Galván, él como encargado de los Pioneros y yo como secretario general del Socorro Rojo Internacional. En ese viaje, Negrete empezó a platicarme de las diferencias entre Trotsky y Stalin, y me dijo que platicara con Julio Antonio Mella. Platiqué varias veces con él, compartía los puntos de vista de Negrete” (Olivia Gall, Trotsky en México).
Nuestra compañera y amiga, Celia Hart Santamaría, nos recordó cómo Mella le obsequió a Alberto Martínez la Plataforma de la Oposición con la dedicatoria: “Para Alverto Martínez con el propósito de rearmar al Comunismo” (Celia Hart, “Julio Antonio, hasta después de muerto”). Este es Mella después del viaje a Bruselas y a la URSS.
El espíritu revolucionario incansable de Mella le llevó a choques continuos con la política del estalinismo y sus direcciones nacionales. Su autoridad y trabajo lo hacían un objetivo difícil de hacer a un lado y, por el contrario, tenía que ocupar roles de primer orden. Blackwell nos explica:
“En México, a pesar de los continuos desacuerdos con los dirigentes oportunistas del partido mexicano, Mella pronto se convirtió en un líder destacado. Debido a las instrucciones, el partido mexicano prácticamente obligó a Mella, así como a muchos otros camaradas extranjeros, a dedicarse casi exclusivamente al trabajo antiimperialista. Mella fue durante un período considerable secretario general de la Liga Continental Antiimperialista de toda América y de esta manera sus energías se desviaron en gran medida del campo donde habría sido más útil para el movimiento. Más tarde, sin embargo, durante un período en 1928, Mella ocupó provisionalmente el secretariado general del Partido Comunista de México”.
Blackwell también nos menciona como Mella, al ser el secretario provisional del PCM, da una ofensiva contra la política de conciliación con la burguesía. Se da una diferencia fuerte en la táctica sindical, donde Mella defiende (y gana el debate) de crear una nueva confederación sindical (diferente a la CGT y la oficialista CROM), en un momento donde, dice Blackwell, era posible aglutinar a sectores que estaban rompiendo con los reformistas y burócratas y romper la hegemonía de control en los sindicatos mexicanos.
Este debate acrecentó las tenciones en el PCM mientras Mella era acusado de ser trotskista. Vino una ofensiva en contra de él con toda una presión del aparato, Blackwell nos explica:
“Pero al regreso de la delegación Mexicana de Moscú después del Sexto Congreso Mundial de la Comintern, el camarada Mella no solo fue removido de este puesto provisional, sino que también fue eliminado sumariamente del Comité Central, ante la insistencia del ala derecha de la C.E.C. dirigido por Martín (Sitirner) y Carrillo. En un período anterior, Mella había sido acusado de ‘trotskista’ y solo a través de una renuncia formal al punto de vista de la Oposición de Izquierda, que probablemente fue el mayor error político de su carrera en el partido, se le permitió mantener el liderazgo” (Russell Blackwell, “Julio A. Mella”, marxist.org).
Efectivamente, en una reunión del Comité Central del Partido Comunista Mexicano, en medio de todas las presiones, Mella dice no pertenecer a la oposición de izquierda, nótese que Blackwell usa el término “renuncia formal del punto de vista de la Oposición” pues no significa un abandono en la realidad de esas ideas ni mucho menos una asimilación de las del estalinismo. En medio de esta disputa Mella es echado, por segunda vez, fuera de un Partido Comunista.
¿Quién asesinó a Mella?
Un mes antes de su asesinato, Mella tuvo una agria discusión con Vitorio Vidalli dentro del local del Partido Comunista, enfurecido, el segundo le dijo: “No lo olvides nunca: de la Internacional se sale de dos maneras, ¡o expulsado o muerto!”. Este personaje tendría una historia obscura, durante la guerra civil española Andru Nin, ex militante de la oposición de izquierda y miembro del POUM, fue asesinado por los estalinistas. Vidalli es acusado de estar implicado en este asesinato al igual que el del mismo Trotsky. Tras la muerte de Mella, su pareja sentimental, Tina Modotti, terminaría unida a Vittorio Vidallí. Tina estuvo junto a Mella cuando lo asesinaron y en la propia investigación policiaca fue acusada de estar implicada.
El Estalinismo es tan opuesto al bolchevismo que tuvo, para consolidarse en el poder, que exterminar a la generación del partido que hizo la revolución. Entre 1936 y 1938 se realizaron los juicios de Moscú, donde fueron condenados a muerte, acusados de crímenes contrarrevolucionarios, una gran cantidad de militantes comunistas. Algunos de ellos no llegaron siquiera a ser juzgados pues no sobrevivieron a las salas de tortura, cárceles y los campos de concentración. El propio León Trotsky sería asesinado en 1940 por un agente estalinista en la misma ciudad que vio morir a Mella. Pero el comunista cubano fue asesinado en 1929, cuando ésta práctica de asesinatos del estalinismo aun no era aplicada.
Sobre la muerte de Mella, diversos historiadores como Adys Cupull, Froilan González o Christine Hatzky, han dado pruebas de que los asesinos materiales fueron matones de Machado, el presidente cubano, llamados: José Agustín López Valiñas y Miguel Francisco Sanabria.
Russell Blackwell (Rosalío Negrete), fundador de la Oposición de Izquierda en México, señala en el ya citado artículo biográfico de Mella, escrito dos años después de su muerte: “El 10 de enero fue asesinado a tiros en la calle por los asesinos de Machado…”, reconociendo al dictador cubano como el asesino. Una de las investigaciones más recientes, realizada por Gabriela Pulido y Laura Moreno, indaga en archivos encontrados de la policía mexicana que se comparan con los de la policía cubana, demostrando además su complicidad en este asesinato y la protección de los ejecutores materiales (ver El asesinato de Julio Antonio Mella: informes cruzados entre México y Cuba, Secretaría de Cultura e INAH).
Como bien dice Julio Cesar Guanche: “ambas versiones [del asesinato de Mella] explican mejor la vida de Mella que su muerte: lo explican todo sobre su carácter revolucionario” (“¿Por qué leer a Julio Antonio Mella?”, rebelión.org).
¿Fue Mella un trotskista?
El término trotskista fue inventado para desprestigiar a quienes mantuvieron en legado de Octubre y se agruparon en la Oposición de Izquierda, distorsionando con ellos sus ideas e invirtiendo el papel jugado por Trotsky y Stalin en la revolución. La última batalla de Lenin luchar contra la burocracia en una alianza con Trotsky. Se creó una escuela de falsificación estalinista que escribió una nueva y distorsionada historia. En su viaje a Moscú y Bruselas, Mella se puso al tanto de estos debates de la internacional.
Difícilmente se cuestionan las credenciales marxistas de Julio Antonio Mella. León Trotsky no es más que la continuidad de las ideas del auténtico marxismo y es evidente que Mella no fue un estalinista y se inspiró en las ideas y lucha de Lenin y Trotsky. Mella tenía una cabeza propia que pensaba con dialéctica y libertad, pero con una posición de clase y llegando a la conclusión del papel traidor no sólo del imperialismo sino también de las burguesías nacionales (los ladrones locales). Fue un internacionalista que nunca abandonó la lucha revolucionaria en Cuba, de la que en su momento dijo que: “La lucha es internacional, como internacional es la fuerza que sostiene al gobierno de Cuba: el imperialismo capitalista”.
Mella tiene raíces nacionales en su lucha revolucionaria, admiró a José Martí pero entendió el papel de la clase obrera. Sabía que en la lucha de liberación nacional la clase obrera debía jugar el roll dirigente, comprendió el papel traidor de la burguesía nacional y que la liberación nacional completa del imperialismo no podía darse sin una lucha por el socialismo. En su artículo “El grito de los mártires”, sentencia: “Ya no hay patria. Sólo clases enemigas”.
¿Mella perteneció a la Oposición de Izquierdas? En realidad la oposición se estaba creando, Julio Antonio Mella jugó un papel en ese arranque siendo una vía para llevar las ideas de los bolcheviques leninistas a México y Cuba. Bajo las presiones, Mella dijo que no pertenecía a la Oposición. Eso pudo haber sido un error momentáneo, aunque no un abandono de las ideas. La oposición no era un ente creado sino un organismo en construcción. No significa un abandono de Mella de las ideas y la perspectiva, tras su muerte varios de sus colaboradores cercanos formarían la Oposición de Izquierdas.
Mella fue un revolucionario íntegro y eso lo llevó naturalmente a chocar una y otra vez con el estalinismo, no tenemos dudas que si hubiera vivido más, hubiera estado del lado de Blackwell en México o Sandalio Junco en Cuba, reivindicando las tradiciones del bolchevismo y en contra el oportunismo estalinista. En ese momento, si Mella fue formalmente de la oposición de izquierdas o no, es lo de menos, lo importante fueron las ideas que defendió, que en esa disputa de la internacional se posicionó en los puntos nodales con las de Lenin y Trotsky en oposición a las ideas y métodos del estalinismo.
Las ideas y tradiciones de León Trotsky no son ajenas a la tradición revolucionaria cubana y latinoamericana, forman parte integral del nacimiento de nuestro movimiento y de los Partidos Comunistas en la América.
Cada derecho hacia los trabajadores y las mujeres ha sido conquistado con enormes esfuerzos y luchas. Algunos de los protagonistas de estas batallas han quedado olvidados en la historia o no se les da el reconocimiento requerido. Un ejemplo claro de esto es el de Elvia Carrillo Puerto, personaje casi olvidado pero que es fundamental para entender conquistas tan básicas como el derecho al voto hacia las mujeres, que se ha obtenido en tiempo muy reciente. Elvia, quien fuera hermana del gobernador de Yucatán, Felipe Carrillo Puerto, abrazó los ideales del socialismo. Ella se identificó con las mujeres no en abstracto sino con las desharrapadas, es decir las campesinas y obreras. Elvia fue la primera diputada del país, en el contexto de una lucha revolucionaria en su Estado natal. Fue incansable organizadora de campesinas y obreras además de su voz. Por su labor revolucionaria fue atacada, exiliada y perseguida. Para quienes luchamos por los derechos hacia la mujer y por una sociedad igualitaria sin explotación, es fundamental rescatar el legado de importantes luchadoras como Elvia Carrillo Puerto, a la que se le llegó a llamar la sufragista bolchevique.
La mujer mexicana: una historia de opresión
La conquista de las culturas de América trajo consigo una profunda opresión para las mujeres, ya que estaban siempre bajo la tutela de los hombres sin contar con libertades y tenían prácticamente nulos derechos.
Las mujeres siempre han jugado un papel importante en las trasformaciones sociales, en México este hecho no fue la excepción. Tuvimos a mujeres que se destacaron y contribuyeron con recursos, ideas e incluso preparando las conspiraciones previas a la lucha de independencia como lo fue Leona Vicario. En la revolución, famosas son las adelitas que acompañaban a los soldados revolucionarios por los Estados de la republica siendo ellas las que se encargaban de preparar los alimentos, auxiliaban a los heridos pero también luchaban en las batallas. Tenemos a las coronelas que fueron mujeres que lucharon al frente de cientos de hombres en las batallas, un ejemplo es Dolores Jiménez y Muro.
Mujeres durante la Revolución Mexicana
A pesar de que la mujer jugaba estos papeles, el hecho de no gozar de los mismos derechos que los hombres seguían presente para los años posteriores a la revolución. Esto no quiere decir que no se hayan conquistado derechos gracias a las distintas luchas revolucionarias, podemos mencionar, por ejemplo, el tener un trabajo remunerado económicamente. Uno de estos primeros empleos conquistados para algunas mujeres fue el de profesoras y conforme se fue desarrollando la industria mexicana las mujeres se incorporaban a las filas del proletariado naciente (aunque inicialmente de forma muy minoritaria) en el cual no tomaron una actitud de aislamiento sino más bien se incorporaban a las organizaciones obreras de la época como lo eran las sociedades mutualistas y más tarde a las sindicales como la Casa del Obrero Mundial (COM).
En huelgas tan relevantes, como lo fue la de las textileras de Rio Blanco, hubo mujeres obreras destacadas en la lucha, como lo fue Lucrecia Toríz, quien incitó a sus compañeros a abandonar los telares, en diciembre de 1906. En el Partido Liberal Mexicano (PLM) hay toda una serie de compañeras destacadas. Desde los orígenes del movimiento obrero vemos como las mujeres que se incorporan al trabajo, convirtiéndose en proletarias, despiertan a la vida política y se organizan junto al conjunto de su clase por la defensa de sus derechos.
En el campo la situación era aún más cruda. Desde el nacimiento el simple hecho de haber nacido mujer representaba una carga familiar, más que una satisfacción, esto era así porque a la mujer se le tenía que “cuidar” en todos los aspectos desde el económico hasta el moral. La religión fue siempre un instrumento de opresión que la llenaba de prejuicios y le daba un papel de sumisión ante el hombre.
En la vida de la mujer en el campo, podemos ver muy claramente la doble explotación a la que ha estado sometida por décadas ya que además de tener que cumplir con labores domésticas y de cuidado y crianza de los hijos, las mexicanas trabajaban para contribuir en el sustento económico del hogar, como lo era en la siembra y cosecha de la tierra, comercialización de los productos del campo o la elaboración de artesanías, todo este trabajo lo realizaba sin ningún tipo de remuneración económica.
Las transformaciones sociales traen consigo el despertar de las conciencias y la revolución mexicana, iniciada en 1910, tuvo como una de sus consecuencias el que las mujeres alzaran la voz para luchar por sus derechos y una vida digna más allá de sólo cumplir la labor para la que por siglos estuvo sometida, que fue el procrear y las labores domésticas. Romper toda una serie de ataduras materiales y morales no era sencillo, la revolución mexicana tuvo límites al no acabar con el sistema capitalista pero si generó importantes cambios también para las mujeres, en primer lugar despertándolas a la vida política y llevándolas a su organización.
La esclavitud henequenera
En Yucatán surgiría un personaje de gran relevancia en las luchas de las mujeres, nos referimos a Elvia Carrillo Puerto. En ese Estado las grandes transformaciones del país pasaron casi inadvertidas. Existía una clase social privilegiada que se hacía llamar la casta divina, ellos eran grandes terratenientes que tenían bajo su servicio a los nativos mayas de Yucatán, a quienes usaban como sus peones.
El periodista John Kenneth Turner, poco antes de que estallara la revolución, describe con toda crudeza la situación de los trabajadores del henequén en Yucatán. Nos narró un panorama de esclavitud, donde a los peones se les endeudaba y con ello eran obligados a trabajar en las fincas. Había un comercio real de estos trabajadores a los que se les obligaba con la violencia a trabajar. Los trabajadores “libres” vivían en condiciones de precariedad extrema. En estas condiciones las mujeres sufrían lo peor. Eran obligadas a casarse, aun sin su agrado, con peones de sus fincas, además de ser abusadas sexualmente y físicamente por los hacendados de la casta divina. Muchas veces las familias eran disueltas y los hijos se les eran arrebatados. Turner se hizo pasar como un inversionista adinerado extranjero, eso le llevó a ganar la confianza de la clase dominante y así obtuvo crudas confesiones:
“Un amigo mío, un hombre muy afable, tenía una sirvienta que siempre estaba con el deseo de ir a servir a otra persona; por fin mi amigo vendió a la mujer y algunos meses más tarde la encontró en la calle y le preguntó si estaba contenta con su nuevo amo. ‘Mucho, respondió ella, mucho. Es un hombre muy rudo y me pega casi todos los días’” (Turner, John Kenneth, México Bárbaro).
En otro cruel relato, Turner, narra:
“Un pasatiempo favorito de X consistía en montar en su caballo y presenciar la “limpia” (el castigo) de sus esclavos. Encendía su cigarro y cuando expulsaba la primera bocanada de humo el látigo mojado caía sobre las desnudas espaldas de la víctima. Seguía fumando tranquilamente, muy contento, al mismo tiempo que los golpes caían uno tras otro. Cuando, por fin, le aburría la diversión, tiraba el cigarro y el hombre del látigo dejaba de golpear, ya que el final del cigarro era la señal para que acabasen los azotes” (ibíd.).
Ese era el Yucatán en que nacerían los hermanos Carrillo Puerto y que después de la revolución de 1910-1917 poco había cambiado.
La siembre del henequén se daba en condiciones de esclavitud
Los primeros años de Elvia Carrillo Puerto
14 hijos tuvieron Adela Puerto Solís y don Justiniano Carrillo Pasos. El segundo de ellos se llamaría Felipe y jugaría un papel relevante en la historia al ser gobernador socialista de su natal estado de Yucatán. El sexto hijo fue Elvia Carrillo Puerto, nacida en el poblado de Motul el 6 de diciembre de 1878, futura revolucionaria que brillaría con luz propia. Esta era una familia pequeñoburguesa que no tenían grandes riquezas, pero que no sufrían las mismas condiciones de los peones de las haciendas.
Elvia tuvo estudios básicos, sería una buena estudiante y tendría una importante pasión por la lectura. En sus estudios tuvo un profesor que pertenecía al movimiento de Rita Cetina, una profesora de la ciudad de Mérida, que ya había encabezado una publicación de mujeres llamada La Siempre viva. Eso quedaría marcado en la memoria de la niña quien después usaría a esta profesora como emblema. Lograría aprender mecanografía lo cual sería de enorme ayuda en el futuro.
Un personaje que tendría una gran influencia en Felipe y su hermana Elvia sería el sacerdote Serafín García, que tenía ideas anarquistas y era muy diferente al conjunto del clero que en general contribuían a la explotación del pueblo y eran aliados de la Casta Divina. Desde entonces estos dos hermanos tendrían influencia de ideas socialistas y se despertaría el ideal de la justicia social que crecería al paso de los años.
Las mujeres estaban atadas a la familia y no podían emanciparse hasta muy entrado en años. Ya siendo adolecente Elvia se enamoraría de un joven profesor que iba a su casa para hacer bohemias con su padre en medio de una guitarra. A los 13 años se casaría, ella tendría que trabajar para sostener los gastos de la familia. Siendo muy joven quedaría viuda y a pesar de que su familia insistía en que regresara al hogar paterno ella continuó trabajando y logró conservar su independencia y desarrollarse aún más profesionalmente. Se convirtió en referente de lucha por los derechos de las mujeres, siendo profesora platicaba con las madres de sus alumnos e incluso organizaba, junto con otras profesoras, tertulias en las que se platicaba del sufragio femenino, la educación y demás temas relacionados con los derechos de las mujeres.
Elvia se involucró en la política de Yucatán, para 1909 participó en el movimiento en contra del gobernador porfirista Olegario Molina Solís, apoyando al abogado liberal Delio Moreno. Ella fue propagandista y mensajera, el hablar maya le sirvió para traducir documentos del movimiento anti releccionista a esta lengua y la acercaría especialmente al pueblo.
Elvia simpatizó y formó parte del movimiento maderista que terminaría con el derrocamiento del dictador Porfirio Díaz. Es durante el gobierno de Francisco I. Madero, que Elvia organiza, en 1912, su primer Liga de mujeres campesinas. Como sabemos Madero fue asesinado por órdenes de Huerta tras el golpe de Estado que lo derrocó. Mientras la lucha entre revolución y contrarrevolución continuaba desarrollándose, en Yucatán se sentían sus estragos. El socialista cubano, Carlos Loveira, quien vivió por breve tiempo en la península, describe la organización de la clase obrera y el terror que se vivía, narró cómo las luchas eran reprimidas incluso ametrallando directamente a los huelguistas. Esta represión se mantuvo incluso con la llegada del primer gobernador constitucionalista, Eleuterio Ávila. Elvia mantuvo la organización de sus ligas de mujeres campesinas en medio de estas condiciones difíciles.
Retrato de Elvia Carrillo Puerto
El gobierno de Salvador Alvarado
Los gobernadores del ala radical del constitucionalismo llaman a las mujeres a reunirse para analizar sus problemáticas y buscar soluciones. Algunas historiadoras dicen que en Tabasco, cuando Francisco J. Mújica fue gobernador, se realizó el primer congreso de mujeres del país. Aunque no hay memoria de ese hecho se dice que este gobernador declararía: “la obra redentora del gobierno revolucionario no estará completa sin la liberación de la mujer”.
Este fue el antecedente de los dos congresos que tendrían lugar en el Estado de Yucatán, serían una importante influencia a nivel nacional y antecederían al radical gobierno de Felipe Carrillo Puerto.
Yucatán había quedado al margen de la revolución mexicana y fue con la entrada de los gobiernos emergidos de la revolución que el progreso llegó. Salvador Alvarado tenía ideas revolucionarias que se formaron a partir del estudio de grandes reformadores sociales. Al entrar a la gubernatura en 1916, fue el hombre quien inició la revolución en Yucatán, prácticamente desde arriba, aunque su objetivo era hacer reformas dentro de la lógica constitucionalista que no aspiraba a ir más lejos acabando con la explotación de los hacendados henequeneros, aunque si dando cierta justicia social. Alvarado no solo influyó en ese Estado ya siendo gobernador, sino que las medidas implementadas en dicho estado fueron modelo del naciente régimen. Aunque sus reformas no fueron tan profundas, como las que haría Felipe Carrillo Puerto, se dieron avances sociales en Yucatán durante su gobierno que incluyeron los primeros derechos para la mujer y se ayudó en su organización.
Salvador Alvarado, proveniente del constitucionalismo, al ser gobernador de Yucatán, atacaría a Felipe Carrillo Puerto a quien mantiene en prisión. Elvia es la que intercede con Alvarado y no solo logra liberar a su hermano, sino que accede a colaborar con el gobierno revolucionario. Cabe apuntar que Felipe Carrillo Puerto, en medio de la revolución, había tenido que huir de Yucatán y entró en contacto con los zapatistas. Después del derrocamiento de Huerta, Carrillo Puerto colaboraría con Manuel Palafox, el ministro de agricultura nombrado por la convención revolucionaria. Este personaje repartiría tierras e incluso expropiaría propiedades de propietarios estadounidenses para dárselas a los campesinos pobres en la Comuna de Morelos, uno de los pasajes más inspiradores de la revolución mexicana. Pero Alvarado inicialmente mantendría encarcelado a Felipe.
Fotografía de Salvador Alvarado
Los congresos de mujeres en Yucatán
Fue convocado por el entonces gobernador de Yucatán, Salvador Alvarado muy posiblemente bajo el impulso de Hermila Galindo, aunque esta no estuvo presente. Se desarrolló del 13 al 16 de enero de 1916. Lo que llevó a convocar el primer congreso de mujeres fue el hecho de que ellas llevaban una vida sin aspiraciones más allá que servir en su hogar y profundamente atadas a lo que dictaba la iglesia. Aunque esto era una realidad para las mujeres en todo el país, lo que sucedió un Yucatán fue consecuencia de la implementación de un gobierno socialista, que busca siempre liberar a todos los individuos de cualquier forma de opresión, y por supuesto, que el tema de la emancipación de la mujer fue importante en los gobiernos de Salvador Alvarado y Felipe Carrillo Puerto.
En la convocatoria se expusieron las siguientes consideraciones:
“La mujer yucateca ha vivido hasta ahora entregada al hogar y sus obligaciones se han concretado a las que se originan de una vida quieta, empírica, sin dinamismo, que trascienda a la evolución y sin aspiraciones que la liberten de la tutela social en que ha permanecido sumida (…)”.
“Es un error social educar a la mujer para una sociedad que ya no existe, habituándola a que, como en la antigüedad, permanezca recluida en el hogar, el cual solo abandona para asistir a los saraos y fiestas religiosas, y que no se le reivindica colocando sobre su tumba el epitafio romano: ‘cuido de su casa y supo hilar la lana’, pues la vida activa de la evolución exige su concurso en una mayoría de las actividades humanas (…)”.
“La revolución constitucionalista ha manumitido a la mujer, concediéndole derechos que antes no tenía, como los que derivan del divorcio absoluto, y que resultarían ilusorias estas justas concesiones de no prepararla convenientemente para la conquista del pan y para la conservación y defensa de estos derechos alentándola a la conquista de nuevas aspiraciones”.
“El medio más eficaz de conseguir estos ideales o sea de libertar y educar a la mujer es concurriendo ella misma con sus energías e iniciativas a reclamar sus derechos, a señalar la educación que necesita y a pedir su injerencia en el Estado, para que ella misma se proteja”.
“Los temas que se discuten en el congreso son:”
“1.- ¿cuáles son los medios sociales que deben emplearse para manumitir a la mujer del yugo de las tradiciones?”
“2.- ¿Cuál es el papel que corresponde a la educación primaria en la reivindicación femenina, ya que aquella tiene por finalidad preparar para la vida?”
“3.- ¿Cuáles son las artes y ocupaciones que debe fomentar y sostener el estado, y cuya tendencia sea preparar a la mujer para la vida intensa del progreso?”
“4.- ¿Cuáles son las funciones públicas que puede y debe desempeñar la mujer a fin de que no solamente sea elemento dirigido, sino también, dirigente de la sociedad?” (Tuñon, Julia. Voces a las mujeres).
Entre las 617 congresistas se formaron 4 grupos para tratar los temas ya mencionados, algo interesante que podemos observar es que entre las asistentes hubo una polarización en dos sentidos, una parte por mujeres conservadoras que creían que la participación de las mujeres en la vida política se tendría que dar en el grado en el que ellas adquirieran educación y que era suficiente por ahora solo mejorar sus condiciones en el ámbito privado. Por otra parte, tenemos el sector radical en el que se decía que la mujer tiene que empezar a involucrarse de inmediato en las decisiones que afectan su vida, reivindicándolas como ciudadanas con plenos derechos e igualdad de condiciones con los hombres en todos los ámbitos de la vida pública.
Podemos decir que esta polarización es consecuencia de las condiciones de represión y servidumbre que venían viviendo las mujeres desde siempre y fue difícil desprender de la mentalidad de algún sector de estas ideas conservadoras. Incluso ya conquistados algunos derechos, hablando en el sentido del derecho a decidir cuantos hijos quieres tener. La periodista Margary Rex, del International New Service, escribe en el ejemplar del 2 de abril de 1922 en la Revista de Yucatán:
“las mujeres superiores no se casan y las mujeres que no se casan son la ruina del país (…) De allí que estas mujeres superiores nunca sean madres y no puedan transmitir a las nuevas generaciones sus mejores cualidades, y la raza y la nación sufren la falta de los hijos que ellas pudieran darles” (Monique J. Lemaître, Elvia Carrillo Puerto, La monja Roja del Mayab).
En estas declaraciones podemos notar que no sólo en México era difícil erradicar la ideología de ver a la mujer como un objeto de reproducción y servidumbre, incluso en países tan avanzados, como EEUU, se podía ver vigente esta concepción, lo que nos lleva a concluir que la naturaleza del sistema capitalista es esa, un sistema en el que la explotación de los individuos se normaliza y a la mujer se le explota doblemente.
Hermila Galindo, quien había sido secretaria de Venustiano Carranza, por razones de salud no pudo estar presente, pero mandó un discurso al congreso, el cual causó gran polémica al dársele lectura. “La mujer en el porvenir” trataba temas como sexualidad, divorcio, política y prostitución, lo que gran revuelo entre las congresistas, sobre todo con respecto al tema de la sexualidad femenina que textualmente decía:
“El instinto sexual opera de tal suerte en la mujer y con tan irresistibles resortes, que ningún artificio hipócrita es capaz de destruir, modificar o refrenar. Atentar contra el instinto soberano es destruir la salud, corromper la moral, demoler la obra grandiosa de la naturaleza y enfrentarse con el creador increpándolo con la más atroz de las blasfemas. ¡Te has equivocado!”
“(…) Un pudor mal entendido y añejas preocupaciones privan a la mujer de conocimientos que le son no sólo útiles, sino indispensables, los cuales una vez generalizados, serían una coraza para las para las naturales exigencias del sexo: me refiero a la fisiología y anatomía (…) que debieran ser familiares en las escuelas y colegios de enseñanza secundaria” (Tuñon, Julia, Voces a las Mujeres).
Elvia estuvo presente en ese congreso. En un ambiente de jerarquía e incluso racismo, es posible que fuera relegada y esa sea la razón por la que no aparece en los anales. Los resultados de este congreso no fueron muy satisfactorios pues tuvo una tónica conservadora. Había que trabajar mucho más para romper los prejuicios sociales aun arraigados.
Dado que no se consiguieron los objetivos deseados con el primer congreso, Alvarado llama a realizar un segundo congreso que se llevó a cabo del 23 de noviembre al 2 de diciembre de 1916 y la asistencia fue mucho menor con 234 delegadas. Los 4 temas que se consideraron fueron:
1. Si la escuela primaria debe iniciar a las mujeres en actividades que hasta ahora fueron únicamente para hombres ¿cuáles son esas artes y ocupaciones?
2. ¿Cómo se hace para convertir a la mujer en agente de difusión científica y de la libertad?
3. Las mujeres y el voto ¿Electoras y candidatas?
4. En caso de divorcio, ¿quiénes deben hacerse cargo de los hijos?
Este congreso estuvo más a la izquierda que el primero. Se logra aprobar una moción a favor del voto femenino para las elecciones municipales, sin embargo se pierde una votación, 60 votos contra 30, a favor de que las mujeres puedan ser electas en puestos municipales.
Fotgrafía del Congreso de Mujeres en Yucatán
El Partido Socialista del Sureste
Elvia Carrillo, al ser propagandista y organizadora de mujeres, jugaría un papel importante en el movimiento revolucionario local. Desde 1916 se construye el Partido Socialista del Sureste y los hermanos Carrillo Puerto se inmiscuyen en esta tarea. El activismo de Elvia, junto con el de sus contemporáneas, puso sobre la mesa el derecho del sufragio femenino y poco a poco fueron ganando terreno, por ejemplo, en el Primer Congreso Obrero de Yucatán (del 29 al 31 de marzo de 1918) dentro del temario se consideró:
“Aceptación de la mujer obrera en las ligas de resistencia, cobrándoles la mitad de la cuota fijada a los hombres, y votar por ellas en los puestos concejiles, después de transcurrir un año de pertenecer en su lugar” (Monique J. Lemaître, Elvia Carrillo Puerto, La monja Roja del Mayab).
Desde ese año Elvia junto a su hijo Marcial Pérez Carrillo emprenden una campaña de propaganda con el fin de ganar a las mujeres campesinas a la Liga Central de Resistencia Femenina, perteneciente al Partido Socialista del Sureste, organizándolas en ligas regionales.
En noviembre de 1919 el coronel Isaías Zamarripa saqueó los locales de la liga central del PSSE con lo cual se inicia un periodo de intensa persecución al partido. Elvia junto con su amiga Elena Torres tienen que salir huyendo de Yucatán, se instalan en la CD de México y ahí es donde Elvia se pone en contacto con futuros miembros del Partido Comunista Mexicano, del cual Felipe Carrillo Puerto sería miembro fundador. Por su parte Elvia, con mucha dedicación, logra fundar La Liga Rita Cetina Gutiérrez en la capital, en 1921 se celebra ahí mismo, otro congreso de mujeres ahora convocado por Elvia, en el cual se acuerda solicitar a los supremos poderes el voto femenino. En la capital Elvia tiene que enfrentar las críticas y habladurías de las feministas burguesas que no dejaban de echarle en cara su radicalismo, su origen pueblerino, el que no tuviera estudios y el ser socialista, por lo que la apodaron la sufragista bolchevique, que más bien parecía un alago. Los ataques de estas feministas no menguaron para nada su convicción y lucha, todo lo contrario, su estancia en la ciudad significó aprendizaje y crecimiento intelectual. Ella continúo trabajando junto a sus hermanos de clase en la Ciudad de México en agrupaciones de obreros, pero siempre sintiendo la necesidad de regresar a las ligas campesinas.
Felipe Carrilo Puerto y el Partido Socialista del Sureste
Se conquista por primera vez el derecho al voto femenino
Elvia, junto con su hijo Marcial, y su hermano Felipe, regresan a Mérida para el congreso de Izamal que se celebró del 15 al 20 de agosto de 1921. En este congreso se postula la candidatura de Felipe a gobernador del estado. Las elecciones se llevaron a cabo el 6 de noviembre de 1921, los candidatos: Felipe Carrillo Puerto por el PSSE gana con 62,801 votos, le sigue Bernardino Mena Brito por el PLY con 2,888 votos, Ricardo Molina Hubbe del Partido Democrático con 431 votos y Miguel Alonzo Romero por el Partido Liberal Constitucionalista con 12 votos. La victoria Socialista fue contundente.
El Gobierno socialista de Felipe comenzó el 1 de febrero de 1922, y vale mucho la pena mencionar su primer discurso, que además lo pronunció en maya (lengua que dominaban a la perfección tanto él como su hermana Elvia) y que reflejó las aspiraciones de su gobierno de liberar a los nativos mayas de la explotación a la que estaban sometidos, dándoles educación y haciéndolos dueños de su trabajo.
“(…) la tierra es de ustedes, ustedes han nacido aquí, han crecido aquí, han gastado su vida encorvados en el campo cortando pencas para el amo que se ha apoderado de las tierras. Pero ustedes las van a recuperar de acuerdo con las nuevas leyes que reconocen ese legítimo derecho. Y siendo de ustedes la tierra lo natural es que las cosechas también les correspondan” (Monique J. Lemaître, Elvia Carrillo Puerto, La monja Roja del Mayab).
Las reformas en cuanto a los derechos de la mujer ya habían empezado durante el gobierno de Alvarado, pero fue en el periodo de Felipe Carrillo Puerto cuando se dieron las más importantes, gracias a la intervención y esfuerzo de Elvia Carrillo, Rosa Torre, Raquel Dzib, Susana Betancourt y gran parte de las profesoras rurales. En torno a las Ligas de Resistencia Femeninas Campesinas y la Liga Rita Cetina G. se trabajó en muchos aspectos necesarios para mejorar la vida de las mujeres y los hombres yucatecos de familias trabajadoras como lo fue con la alfabetización, se luchó contra el alcoholismo, el control de la natalidad, se trabajó con las mujeres prostitutas para darles métodos de higiene, en la nutrición de los niños y niñas, métodos de primeros auxilios, en la creación de cooperativas para comercializar los productos que las mujeres elaboraban.
Una medida importante fue la legalización del divorcio, medida progresista, aunque aún con limitaciones y resquicios machistas puesto que una mujer no podía contraer nuevo matrimonio hasta después de 300 días para asegurar que el nuevo esposo no acarreara hijos de su antigua pareja. Con todo y eso fue un paso adelante.
Junto con el gobierno de su hermano Felipe, siguiendo la experiencia de este en la Comuna zapatista de Morelos, coordinaron el reparto agrario en el cual se vieron beneficiadas 34,796 familias, es decir, se repartieron 664,835 hectáreas de tierra. Los indígenas que habían sido arrebatados de sus tierras y esclavizados, ahora poseían tierra y libertad.
En medio de una lucha revolucionaria general de los trabajadores, las mujeres, que estaban organizadas junto con el conjunto de los explotados, consiguieron conquistas nunca vistas en la historia del país: las mujeres pudieron votar y ser votadas, aunque fuera solo a nivel municipal y estatal. Los socialistas luchamos por la mayor democracia, incluso bajo este sistema, pero aspiramos a una democracia a un nivel superior, donde no solo podamos decidir nuestros gobernantes sino también administrar las fuerzas productivas con democracia y nuestros destinos. En la lucha por construir el Estado de los trabajadores, cosa que a nivel local comenzaba a ocurrir en Yucatán, los avances democráticos son muy importantes. Dar el voto a la clase obrera, así como a la mujer. Sin hacer un fetiche del voto, podemos decir que esta es una importante conquista ya que ayuda a despertar a la vida política, ayuda a romper, aunque no siempre de manera inmediata ni mecánica, con las ataduras del pasado. Esta medida fue mil veces más efectiva que los congresos de mujeres del gobierno de Alvarado.
La falsa moral burguesa
Estos cambios del gobierno de Felipe Carrillo Puerto, quien aspiraba a ir al socialismo, como había ocurrido con el gobierno de los soviets en Rusia, no pasaron desapercibidos y generaron una reacción de parte de la burguesía conservadora del país. Escandalizaron a “la gente decente”, sobre todo en lo relacionado al control de la natalidad. En febrero de 1922 se publicó y distribuyó el folleto de Margaret Sanger “La regulación de la natalidad, o la brújula del hogar” en el que se proporcionaban métodos para evitar la concepción (un año después se comprobó que los métodos de la Sra. Sanger eran ineficientes y la forma más efectiva era el empleo de una jalea espermicida en combinación con un diagrama, que proponía la Dra. Dorothy Bocker) si bien los materiales necesarios mencionados en el folleto, jeringas, bolsas para duchas vaginales, soluciones, supositorios, no estaban al alcance de las mujeres yucatecas. Lo que la Liga Rita Cetina logró fue avanzar en el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos y cuantos hijos tener. Esta campaña de control natal fue, a su vez, una batalla ideológica contra el conservadurismo y la moral medieval.
Como parte del programa, en agosto de 1923 se hicieron planes para establecer en Mérida dos clínicas para el control de la natalidad, una en el hospital para mujeres y niños y la otra se establecería en la zona de prostitutas, con esta medida se buscaba reducir el alto índice de enfermedades venéreas en Yucatán, pero poca fue la gente que veía con imparcialidad científica esta medida, en realidad las personas se sentían ofendidas.
Tan fuerte resultó el impacto en la sociedad de aquellos años, que el periódico capitalino Excélsior hizo toda una campaña, en aquel año 1923, hablando del gran papel de la familia y la maternidad. Tenía un claro tinte reaccionario para, con el argumento de la buena moral, condenar las medidas progresistas del gobierno de Carrillo Puerto y el movimiento de mujeres en Yucatán. A esta campaña se sumaron la Secretaría de Educación Pública, el Arzobispado mexicano, la Cruz Roja y las Cámaras de Comercio. Así se consagró el 10 de mayo como día de las madres, según las páginas del Excélsior, con el fin de: “rendir un homenaje de afecto y respeto a la madre a consecuencia de una campaña sucia y criminal en contra de la maternidad en Yucatán”. Mientras que los hacendados golpearon a las mujeres, las vendían y arrebataban a sus hijos, los oligarcas y su prensa no dijeron una palabra, pero ahora que se vivía un real movimiento de los explotados por su liberación, gritaban histéricas condenas.
El congreso Panamericano de Mujeres
Elvia se encontró con oposición incluso de parte de mujeres que se decían feministas y decían luchar por conquistar derechos para las mujeres. En realidad, durante toda su vida chocaría con las feministas pequeñoburguesas y burguesas. Del 20 al 30 de mayo de 1923 se celebró el Congreso Panamericano de Mujeres, al que asistieron representantes de por lo menos 20 Estados de la república mexicana, de EEUU, Cuba y diferentes organizaciones femeninas. Las tres delegadas de Yucatán, Elvia Carrillo Puerto, Gloria Mireya Rosado y Susana Betancourt, generaron debate en el tema del control de la natalidad, pero sus propuestas fueron rechazadas a favor de una resolución que planteaba que el Consejo Superior de Salubridad debería establecer en México clínicas prenatales y postnatales para combatir los altos índices de mortalidad infantil. Las delegadas mexicanas plantearon que el control de la natalidad no era el remedio en un país que había sufrido una grave reducción de la población durante la revolución. Cosa que refleja claramente la posición de ver a la maternidad como una obligación moral y política, como si la mujer fuera una productora de futuros ciudadanos para la patria, discurso que se volvió constante en los tiempos postrevolucionarios.
Las congresistas igualmente rechazaron e incluso se escandalizaron con las propuestas de las delegadas yucatecas en cuanto al tema del amor libre (que vela por la protección de la mujer dentro y fuera del matrimonio y asegura los derechos de los hijos ilegítimos) planteando que esto solo alentaba al libertinaje. En cambio, se resolvió que las organizaciones femeninas deberían influir en que las ceremonias de matrimonio se transformen, para que dejaran de ser exhibiciones ostentosas y en su lugar se transformaran en actos sencillos que exaltaran la nobleza de la ceremonia.
La delegación yucateca sobresalió durante el congreso. A pesar de salir derrotadas en las demandas relacionadas con la natalidad y el amor libre, sí lograron el consenso, al que llegó la mayoría de las delegadas, de otorgar el voto a la mujer y que se pudieran ocupar puestos gubernamentales.
En 1922 Rosa Torres es la primera mujer en ocupar un cargo de elección popular siendo presidenta del consejo municipal de Mérida. En 1923 Elvia Carrillo y Raquel Dzib consiguen una victoria contundente al ser elegidas para diputadas, la primera con 5,115 votos en el quinto distrito. Estando Elvia defendió los derechos de los indígenas y trabajadores, así como de las mujeres sin dejar la organización de las ligas.
El derrocamiento de Felipe Carrillo Puerto
A nivel nacional se dio una pugna por el poder entre distintos caudillos, Adolfo de la Huerta hace un levantamiento contra Álvaro Obregón y su candidato Plutarco Elías Calles. Esa es la oportunidad que la oligarquía yucateca estaba esperando para asestar un golpe contra el gobernador Felipe Carrillo Puerto. El gobernador socialista tenía un batallón rojo dispuesto a defenderlo, pero necesitaba armas. El apoyo del centro nunca llegó. Es muy probable que Obregón y Calles vieran también la oportunidad de desembarazarse de este radicalizado movimiento y por eso lo dejaron a su suerte condenándolo a la muerte. Felipe Carrillo Puerto tiene que abandonar el gobierno, en su huida es capturado y fusilado, el 3 de enero de 1924, junto con tres de sus hermanos y 9 colaboradores más. Este experimento socialista mexicano, claramente inspirado en la toma del poder de los trabajadores rusos, llegó a su fin.
Se abrió un ambiente de terror contra los militantes del Partido Socialista del Sureste y la familia Carrillo Puerto. El trabajo revolucionario de las ligas campesinas continuó, pero en la clandestinidad. El ejército obregonista restableció el orden temporalmente y llevo a que un antiguo colaborador de Felipe Carrillo, Miguel Cantón, se proclamara gobernador aunque estuvo efímeramente al frente del Estado. Obregón se apoyó en José María Iturralde. Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles públicamente lamentaron la muerte de Felipe pero combatieron a todo quien mantuviera su legado, iniciando con su familia y la propia Elvia. Su vida estaba en real peligro y Elvia tuvo que abandonar su Estado natal.
La revolución llegó con retraso a Yucatán pero lo hizo con enorme fuerza. Esa lucha de los campesinos indígenas, de los obreros, del gobernador socialista despertó a las masas a la lucha y permitió avances para las mujeres no conseguidos en el resto del país. Esa fuerza de la revolución, el poder organizado de las mujeres junto al resto de los trabajadores, la memoria de figuras tan grandes como Felipe Carrillo Puerto, queda marcada en el alma de las verdaderas revolucionarias como Elvia quien continuaría en otras trincheras su lucha.
Periódico de la época informado del fusilamiento de Felipe Carrillo Puerto
El exilio de Elvia
Elvia vivió en la Ciudad de México, tiene que trabajar en la Secretaría de Agricultura y Fomento. En su lucha por conseguir derechos políticos para las mujeres, logra candidatearse para diputada por un distrito en San Luis Potosí. En medio de la campaña sufre un atentado al serle disparados 8 balazos que afortunadamente no dieron en su objetivo. Pese a remar contra la marea, Elvia consiguió un triunfo contundente con 4,576 votos a su favor y sólo 56 en su contra, pero sus oponentes se apoyan en la injusta legalidad para impedir que se siente en su curul, pues no estaba permitido que las mujeres ocuparan puestos legislativos.
En 1925 funda la Liga de Orientación de Acción Femenil con la que participa en junio de ese año, junto con Cuca García, como delegadas en el Congreso de Mujeres de La Raza, organizado por la Liga de Mujeres Ibéricas. Según la biógrafa de Elvia, Monique J. Lemaître:
“las dirigentes de la izquierda socialista, insisten en que los problemas fundamentales de la obrera y de la campesina mexicanas son de orden económico y no, como propugnan las delegadas derechistas y moderadas, el producto de las condiciones sociales y morales de la época, ya que éstas a su vez no son sino el producto de la extrema pobreza en que viven las trabajadoras mexicanas”.
Y continúa:
“Durante el corto Congreso es, además, evidente la lucha de clases entre las asistentes moderadas y burguesas, en su mayoría católicas tradicionales, a la cabeza de quienes se encuentra la organizadora del Congreso, Sofía Villa de Buentello, y el grupo dirigido por Elvia Carrillo y Cuca García. El 10 de julio Sofía Villa, desesperada ante la partida de las delegadas extranjeras, se dirige furiosa al grupo radical, gritando a voz en cuello que se trata de un Congreso Internacional y no de un Congreso de Trabajadoras ni de un Congreso Socialista. La respuesta de Elvia Carrillo Puerto no se hace esperar. Si la intención de las organizadoras era que, para tener un Congreso Internacional, había que limitar su participación a las delegadas burguesas ¿por qué entonces invitar a las trabajadoras? Por boca de Elvia protestan las obreras y campesinas que son la fibra misma del corazón del país, en contra de los parásitos que succionan su savia vital” (Monique J. Lemaître, La monja Roja del Mayab).
La unión de mujeres de los distintos estratos en realidad se convierte en una reunión pluriclasista que o bien termina en un enfrentamiento abierto entre clases o en la subordinación política de las explotadas ante la política burguesa o pequeñoburguesa. Feministas, como las que organizaron ese encuentro, suelen abogar por la no politización, por dejar de lado otros temas como la lucha de clase en pro de los problemas femeniles, cuando la experiencia nos dice, y un caso claro se tuvo en Yucatán, que los problemas más crudos los viven las mujeres campesinas y trabajadoras y su solución está en la lucha conjunta de los explotados. De tal forma que esos feminismos solo ayudan a la reacción y no a la causa de las mujeres explotadas.
Fotografía de Elvia Carrillo Puerto
Divisiones de clase en el movimiento femenino
Elvia mantiene una táctica de frente único, participa en reuniones generales y organizaciones amplias de mujeres, pugna por la unidad del movimiento de mujeres en defensa de sus derechos, pero construye su propia organización con carácter de clase y socialista. En 1927 conforma la Liga Orientadora Socialista Femenina que es acosada por elementos reaccionarios y católicos, que en momentos hacen desaparecer su organización. Posteriormente conformaría la Liga de Acción Femenina.
En 1929 desde el oficialista partido en el gobierno, el PNR, antecesor del PRI, se forman el partido Feminista Revolucionario y el Bloque Nacional de Mujeres Revolucionarias, pero Elvia se mantiene al margen de ellos.
Elvia mantiene infatigablemente su lucha. En 1931 participa en el primer Congreso Nacional de Obreras y Campesinas en que se pugna por la organización de las mujeres y se hacen discursos a favor del derecho del voto. Esta reunión tuvo actos conciliadores con el gobierno, llega a resolver que “No son culpables nuestros legisladores del criterio unilateral de sus disposiciones. No nos atrevemos a censurar a nuestro gobierno democrático por olvidar el papel que representamos las mujeres en sociedad; todo es consecuencia de la lenta evolución de nuestra patria” (Tuñon, Julia, Voces a las Mujeres). Esa conciliación llevó a la presencia del mismo presidente e incluso de sacerdotes polarizándose la reunión al punto del rompimiento.
Elvia buscaba cualquier espacio para defender los derechos de la mujer y pugnar por la legalización del voto. Apoyándose en su Liga de Acción Femenina, presiona y logra hablar en la cámara de diputados para defender el derecho del voto femenino el 27 de julio de 1932. A eso se suman acciones de protesta de sus seguidoras quienes hacen mítines en el parlamento.
Ya confraternizaba con militantes comunistas como Concepción Michel y la profesora María del Refugio García. Ellas participan en una serie reuniones feministas, iniciada en junio de 1934 en el anfiteatro Simón Bolívar, para hablar sobre el problema de la prostitución. Las feministas en un momento impidieron la entrada a las comunistas a las sesiones lo que llevaría a la escisión de la reunión. El ala izquierda convocaría a sus propias reuniones en el auditorio de la Universidad Nacional donde se demanda al congreso eliminar las licencias de las casas de prostitución y el cierre de los cabarets. Se piensa que hubo 41 mil personas en aquel tiempo que tuvieron que ir al médico por enfermedades venéreas. Mientras que el ala derecha de dicha reunión resolvió la igualdad moral entre hombres y mujeres; las comunistas no ven el asunto de manera moral, saben que hay que acabar con el hambre y el sistema de explotación capitalista y enarbolan otras demandas:
“un salario igual para ambos sexos por el mismo trabajo, la implementación de una ley de salario mínimo, casas de cuna para los bebés de mujeres trabajadoras, una disminución del costo de la alimentación y alquiler para obreros y campesinos, libros de texto gratuitos para los hijos de los trabajadores, así como una comida gratuita para los escolares pobres. Los fondos para la implementación de las reformas propuestas deberían provenir del dinero generado por una disminución de los gastos militares, ahora que la fase armada de la Revolución había terminado” (Monique J. Lemaître, La monja Roja del Mayab).
Elvia también impulsa el tercer encuentro de Obreras y Campesinas en Guadalajara en septiembre de 1934, que no contó con la cobertura del primero, ya para entonces el movimiento de mujeres estaba polarizado. En dicha reunión se aprueba impulsar una liga de masas de mujeres.
Mujeres en una marcha convocada por los sindicatos
Durante el cardenismo
Elvia apoya la campaña de Lázaro Cárdenas y organiza actos de mujeres en su natal Yucatán. En este gobierno se da un auge de las organizaciones de masas sindicales, campesinas y estudiantiles, en el sector femenil se crea el Frente Único Pro Derechos de la Mujer (FUPDM), que llegó a agrupar a 800 organizaciones de mujeres y a unas 50 mil afiliadas quienes pugnan por el derecho al voto. Elvia participa en esta agrupación. La presión lleva a que Cárdenas emita un decreto, el 18 de noviembre de 1937, que da derecho a la ciudadanía a la mujer, aunque esto se quedaría en el papel pues no se concreta el derecho al voto. En 1938 el FUPDM se fusiona al oficialista PNR, al igual que durante el cardenismo se fusionan las organizaciones obreras, campesinas y estudiantiles, perdiendo la independencia de clase frente al Estado.
El derecho al voto en Yucatán fue truncado, pero en otros lugares se van ganando posiciones como el caso de Chiapas que desde 1925 se consigue dicho derecho. Todo indicaba que con Lázaro Cárdenas se legalizaría nacionalmente el derecho al voto, sin embargo, no se consigue y se genera una enorme desilusión. Había elementos de derecha en la oposición como Juan Andrew Almazán que tenía como uno de sus apoyos un movimiento reaccionario de mujeres católicas. Es posible que para no favorecer a esos elementos Cárdenas haya reculado en dar el derecho al voto a la mujer. Claro error.
Elvia había sido determinada defensora de los derechos de la mujer, el voto femenino y el socialismo. Su pensamiento queda plasmado en abril de 1938, cuando forma la sección femenina del Frente Revolucionario Mexicano, siendo la redactora de sus documentos básicos. En este podemos ver algunas limitantes en su programa, que se queda en el programa mínimo, aunque plantea ideas correctas como luchar por la organización de la mujer, contra la desfanatización, combatir la trata de mujeres, proteger a los niños nacidos fuera del matrimonio, pugnar por la emancipación de la mujer en particular la proletaria, establecer seguro de vida, aumentar los salarios de las trabajadoras, crear clínicas de control natal, etc. Pero se queda en el terreno de demandas inmediatas, económicamente plantea la creación de cooperativas, que puede ser una salida parcial pero no el fin, cuando Elvia, como socialista, debería haber establecido demandas transicionales que nos liguen con el programa máximo, algunas demandas podían ser: Empleo de mujeres en la industria petrolera recién nacionalizada y puesta a funcionar bajo control obrero; capacitación técnica por igual para hombres y mujeres; extensión de las expropiaciones al resto de las industrias claves; establecimiento de una economía planificada; distribución del trabajo existente entre las manos de hombres y mujeres existentes; creación de guarderías gratuitas y comedores públicos de buena calidad a bajo precio a cargo del Estado; establecimiento de un Estado de los trabajadores, sin privilegios de ningún funcionario, que administre democráticamente la economía y la sociedad.
La lucha por el socialismo y la emancipación de la mujer continua
Elvia, en estos documentos básicos del sector femenino del frente revolucionario mexicano, dice:
“nos responsabilizamos de todos nuestros actos, en el momento histórico de transformación económico social que se viene operando en el país y que hace indispensable la colaboración constante, consciente, enérgica, tenaz y abnegada de la mujer, dentro de la más estricta lucha de clases, pues ella es indiscutiblemente, factor más creciente a la vez que interesante en la producción y demás actividades de trabajo, ya que de esta suerte, amplía sus horizontes económicos y sociales, base de sus derechos políticos”.
“Como constituyentes del sector femenino del “Frente Revolucionario Mexicano”, consideramos que la mujer en general y muy especialmente la obrera y campesina, significa uno de los factores más importantes de la población mexicana y que su participación en la lucha social, reviste un carácter trascendental en la obra de emancipación, por lo que se estima como un imperativo de orden ideológico y moral de la misma organización clasista, el pugnar por la elevación del nivel social y moral de la mujer del campo, para alcanzar la más completa unificación de la masa rural del país”.
Y más adelante señala:
“Nuestra tendencia (sic) serán necesariamente socialistas, luchando por tanto, porque el gobierno está en manos de las clases trabajadoras convenientemente preparadas y consecuentemente con esto, contribuiremos resuelta y permanentemente para lograr la emancipación de la mujer en todos los órdenes de la vida social contemporánea”.
“El sector femenino del F.M.R. empleará como táctica de lucha el sindicalismo revolucionario en particular, para la completa conquista de sus derechos, y en tal concepto, empleará como medios de acción, las manifestaciones públicas, mítines, boicots, huelgas etc., etc., señalando por todos los medios posibles las injusticias que se cometan, hasta conseguir el respeto que se merece y reclama la mujer, para su completa emancipación” (Tuñon, Julia, compiladora, Voces a las Mujeres).
La lucha de la mujer debe darse con los métodos de la clase obrera y no está desligado de la lucha general de los trabajadores. Las demandas inmediatas no deben perdernos del objetivo de la lucha general por la emancipación completa de la humanidad, la lucha por el socialismo.
El 5 de octubre de 1939, Elvia fue condecorada por segunda vez con el título de Veterana de la revolución por el gobierno de Cárdenas. Pero al mantenerse firme en la defensa de sus ideas revolucionarias y su consecuente batalla de organización de las trabajadoras, pagó como consecuencia tener una vida de dificultades, muchas veces sin contar con un empleo e ingreso estable.
En 1941, cuando tenía 61 años, sufrió un accidente que casi la lleva a la muerte al ser atropellada por un automóvil. Perdería su vista tras ese suceso. De sus últimos años de vida se sabe muy poco, viviría en su apartamento de Ciudad de México en Rivera de San Cosme N° 8. A Elvia le tocó vivir la legalización del voto de la mujer que se consiguió en 1946 a nivel municipal, derecho que se extendió a nivel del congreso en 1954 y a nivel presidencial en 1958. Ese triunfo democrático, que ayuda a la mujer salir de su postración y aislamiento, acercándola a la política, algo necesario en la lucha por su emancipación, no se puede entender sin la participación de grandes mujeres como Elvia Carrillo Puerto.
Una sobrina, Nelly Durán, que le visitó, ya estando Elvia ciega, descubrió que tenía un perro trilingüe que obedecía a la orden de sentarse en lengua maya, inglés y español. Ella observó:
“En la belleza de sus ojos enfermos no vi en ningún momento los funerales de una esperanza, la debilidad de una luz que se apaga. Admiré en ellos la misma luz de aquellos días en los que su presencia dejaba en mi hogar una estela de aromas y de admiraciones” (Monique J. Lemaître, Elvia Carrillo Puerto, La monja Roja del Mayab).
El corazón de Elvia Carrillo Puerto, la sufragista bolchevique del Mayab, dejaría de latir el 15 de abril de 1968, a los 89 años de edad. Parecería que su muerte abonaría una nueva lucha, donde miles de jóvenes, hombres y mujeres, desafiarían a la tiranía de su tiempo en aquél movimiento estudiantil mítico de 1968. Seguramente la mayoría de ellos no habían oído su nombre, pero si sintieron los efectos de su lucha que ellos mismos continuaron. Esa generación de mujeres, luchando hombro a hombro con sus compañeros, avanzó en la lucha por la igualdad. La lucha de Elvia dejó frutos pero no estará terminada hasta conseguir la plena emancipación de la mujer, de los indígenas, de la clase campesina, de los obreros y obreras, y eso solo será posible, como ella lo entendía, con el socialismo.
“En verdad, no es posible despreciar a la dialéctica con impunidad. Por grande que sea el desprecio hacia todo el pensamiento teórico, sin éste no se puede relacionar entre sí dos hechos naturales, ni entender el vínculo que existe entre ellos” (Engels)
El Origen de la Vida del químico soviético Alexander Ivanovich Oparin –publicado en 1938- es, desde hace mucho, un clásico indiscutible de la bioquímica y de la teoría de la evolución de los seres vivos, pero también lo es de la filosofía marxista que explícitamente se reivindica en ese maravilloso libro. Esto puede parecer chocante para el “marxismo” académico que opina –muy a la ligera- que el pensamiento dialéctico sólo opera –si acaso- en el estudio del capitalismo o, a lo sumo, puede ser útil en el estudio de la sociedad. Pero su aplicación a la naturaleza sería un exceso sólo atribuible a Engels. Esta opinión es totalmente infundada y no resiste la mínima crítica. Incluso en El Capital, Marx solía ejemplificar la dinámica dialéctica del sistema capitalista con casos tomados de la biología, la química y la naturaleza –ejemplos que Engels va a desarrollar y profundizar en Dialéctica de la naturaleza-; escribió, además, un texto matemático sobre la dialéctica del cálculo, demostrando que para él las leyes generales de la dialéctica operaban en amplios planos de la realidad y la ciencia. El punto era mostrarlo a partir de la ciencia misma, a partir del fenómeno que se considera. Baste un solo ejemplo tomado de El Capital: “Aquí–hablando de las transformación del maestro medieval en capitalista-, como en las ciencias naturales se confirma la exactitud de aquella ley descubierta por Hegel en su Lógica, según la cual, al llegar a cierto punto, los cambios puramente cuantitativos se truecan en diferencias cualitativas”.1 Es un hecho que Marx escribió parte del Antidühring, que conoció y aprobó el proyecto de Engels de “Dialéctica de la naturaleza” y no existía ninguna diferencia entre ellos en esta materia. El mito de un Engels febrilmente hegeliano en contra de un Marx “más centrado” sólo puede sostenerse frente a quienes sean completamente analfabetas en la lectura directa de Marx. Ni siquiera vale la pena detenerse más en esto.
Pero más allá de la posición de Marx ¿es posible abandonar campos fundamentales de la realidad a la filosofía burguesa, a los prejuicios de nuestro tiempo–como plantean, implícitamente, esos “marxistas” académicos-? Y a la inversa: ¿Es que la ciencia moderna no puede alimentar nuestra concepción del mundo? Quien entienda, aunque sea un poco el significado del método dialéctico no puede sino reírse de los intentos de mutilar la realidad y negarle al pensamiento la interpretación general de su entorno y de los nexos e interacciones que vinculan el mundo. El pensamiento dialéctico no es otra cosa que una visión dinámica en todos los niveles de la realidad: la naturaleza, el pensamiento y la sociedad. Pocas personas objetarían la utilidad lógica de la mayoría de las famosas categorías aristotélicas (cantidad, cualidad, lugar, tiempo, relación, acción, etc.) pues es evidente que cualquier objeto puede ser estudiado desde esos diferentes ángulos, que todo objeto tiene propiedades cuantitativas (las matemáticas y la física estudia esto todo el tiempo), cualitativas (¿qué sería de la química sin el estudio de las propiedades de los elementos y compuestos?); ciertas relaciones, se encuentra en cierto tiempo y lugar (qué sería de la física moderna sin las nociones de tiempo y espacio), etc. Y por más que el viejo Aristóteles estuviera equivocado en muchas cosas, si algunas de sus categorías son indispensables es sólo porque reflejan propiedades generales de la realidad. En este sentido esas categorías son la abstracción más general del contenido de lo que llamaríamos actualmente “materia” (Aristóteles la llamaba “sustancia”). El pensamiento dialéctico no hace sino poner esas categorías generales y abstractas en movimiento, establecer sus relaciones más generales, sus mutuas transformaciones; pues la realidad misma está en movimiento, transformación y en un mar de interacciones eternas. En este sentido el pensamiento dialéctico es la abstracción más general de los patrones de movimiento que se observan en la realidad, es una interpretación del movimiento y del cambio. Si las categorías lógicas son posibles y el movimiento y evolución de la realidad es incuestionable ¿Por qué resulta tan difícil concebir que también es posible entender esas categorías en su movimiento y mantener una concepción general del mundo de acuerdo a ello? Claro que para Marx esas leyes son una abstracción de la realidad material y no expresión del espíritu absoluto como sostenía Hegel. Marx era materialista y puso a Hegel sobre sus pies. Evidente de por sí es que esas abstracciones lógicas son apenas el comienzo –aunque ellas mismas sean un resultado histórico- pues de lo abstracto debemos ir a lo concreto. La aplicación del método dialéctico debe ser siempre concreto –primera ley de la dialéctica: la verdad es siempre concreta-, no basta repetir las leyes generales de la dialéctica, sino se trata de descubrirlas, extraerlas de la ciencia misma, del objeto de estudio, del movimiento real y determinado. Dialécticamente, el método es resultado histórico del conocimiento y también punto de partida para el estudio de la realidad, pues lo particular y lo universal son aspectos indisolubles. Marx aplicó conscientemente este método en el estudio de la sociedad capitalista, no había otra manera pues se trata de un fenómeno complejo, lleno de contradicciones, procesos y saltos cualitativos, imposible de entender con la vulgar lógica formal. El sentido común puede ser suficiente en la vida cotidiana, para amarrase las agujetas, subirse al camión y llegar al trabajo. Pero resulta peor que inútil en fenómenos de mayor complejidad y cuando se trata de descubrir leyes y patrones que subyacen debajo de los fenómenos inmediatos. Creemos que en el estudio de la vida y su origen –proceso complejo cual más- es igualmente necesario para entender el fenómeno en su conjunto y en su desarrollo histórico. Evidentemente no pretendemos, ni podemos, superar a un clásico y el libro de Oparin sigue siendo una fuente fundamental para los interesados en el tema. Nuestro texto tiene sólo la virtud, si acaso, de invitar a su lectura, subrayar más explícitamente la naturaleza dialéctica del origen de la vida, plantear algunas fases decisivas e incorporar alguna información adicional con la que Oparin no contaba, por ejemplo, la importancia de los ácidos nucleicos que desconocía y el debate sobre su posible origen.
Vida y materia
“Aunque no existe hombre alguno que pueda trazar una línea divisoria entre los confines del día y de la noche, aun así, la luz y la oscuridad son, en términos generales, tolerablemente distinguibles” (Edmund Burke)
El 95% de la materia viva está compuesta de hidrógeno, carbón, nitrógeno y oxígeno, y aunque de éstos elementos el carbón representa el 9.5% (63% de hidrógeno, 25.5% de oxígeno y 1.4 % de nitrógeno) juega un papel fundamental en el surgimiento de la vida al permitir la formación de cadenas largas y pesadas de moléculas orgánicas indispensables para la vida: las proteínas, ácidos nucleicos, lípidos, azucares y carbohidratos. El humano más pretencioso y la bacteria intestinal están hechos de la misma sustancia, pues la vida tiene un origen común, ambos hechos de materia que se remonta al núcleo mismo de las estrellas. Esta es una de las confirmaciones más asombrosas del materialismo dialéctico. La idea de que todos los fenómenos del universo son producto de la evolución y transformación cualitativa de la materia, se confirma en el núcleo de las estrellas y en los átomos que nos componen.
En el siglo XIX el famoso químico sueco Jakob Berzelius contribuyó en la delimitación teórica de la materia orgánica y la inorgánica, esta separación era necesaria para el surgimiento de la bioquímica y el estudio de la especificidad de los ciclos presentes en los seres vivos. Propuso que la materia orgánica fuera aquélla que estuviera presente en los organismos vivos, e inorgánica la que existiera en la naturaleza independientemente de la vida. Pero su delimitación era rígida y contenía un grave error. Creía que entre la materia orgánica e inorgánica existía una frontera infranqueable, una muralla china impenetrable. La vida era producto de una misteriosa y mística fuerza vital, así el pensamiento mecánico en la ciencia se daba la mano con el oscurantismo religioso. Pero en 1827 un alumno de Berzelius, el químico alemán Federico Wöhler, calentó suavemente cianato de amonio -sustancia inorgánica- y obtuvo urea, una sustancia orgánica presente en la orina. Berzelius tuvo que reconocer lo equivocado de su idea anterior. Se demostró así que la materia orgánica podía surgir de la materia inorgánica, el comienzo del camino para comprender que las mismas leyes químicas generales de la naturaleza inorgánica funcionan para la materia orgánica, que la vida no era producto de una misteriosa “fuerza vital”, sino de los saltos dialécticos del movimiento de la materia. Engels escribió al respecto: “La preparación, por medios inorgánicos, de compuestos que hasta entonces sólo se producían en el organismo vivo, demostró que las leyes de la química tienen la misma validez para los cuerpos orgánicos que para los inorgánicos, y en gran medida franqueó el abismo que se abría entre la naturaleza inorgánica y la orgánica, un abismo que hasta el propio Kant consideraba insuperable para siempre”.2 ¡Quién iba a pensar que la vulgar orina nos pondría en camino correcto para descubrir el origen de la vida! Por cierto, la urea fue relevante en aquella sopa primitiva en la que se formó la vida -que algunos científicos opinan que debió haber sido parecido a un charco de orines- pues va a proporcionar el fosfato necesario para unir a los nucleótidos que, en conjunto con otros materiales orgánicos, van a originar el ADN y ARN. De hecho, ahora sabemos que la materia orgánica no sólo surge por los organismos vivos, sino tan pronto como es posible la formación de cadenas de carbono. Actualmente se consideran orgánicas a todas las moléculas basadas en estas cadenas y no sólo aquéllas producidas por seres vivos.
El carbono permite la formación de cadenas largas en infinidad de combinaciones, existen unos 10 millones de compuestos orgánicos cuyo esqueleto básico son las cadenas de carbono. Marx y Engels ya habían subrayado las propiedades dialécticas de las series homólogas químicas. “La teoría molecular, aplicada a la química moderna” –escribió Marx en una nota de El Capital- no descansa en otra ley que la transformación de la cantidad en cualidad”3. Efectivamente, las diferencias cualitativas entre las series de carbono no son otra cosa que la diferencia cuantitativa en el número de sus cadenas de hidratos de carbono, así, por ejemplo, los ácidos grasos y los alcoholes –con propiedades muy diferentes- difieren sólo por la cantidad.
La vida es una de las formas más complejas del movimiento de la materia, un fenómeno precioso, frágil, evanescente pero inevitable una vez que se dan las condiciones que permiten la complejidad creciente de la materia orgánica. El 93% de los átomos del universo son de hidrógeno, por la sencilla razón de que es el átomo más ligero y simple en el universo (sólo un protón en su núcleo). Pero después de convertir el hidrógeno en helio, la muerte de estrellas como nuestro sol genera la energía suficiente para fusionar átomos de carbón. En estrellas más masivas y en la explosión de supernovas se generan el resto de elementos de la tabla periódica -desde el fierro hasta el uranio-, incluidos aquéllos sin los cuales la formación de moléculas orgánicas y la vida misma serían imposibles. Las estrellas son los verdaderos alquimistas del universo, con el poder suficiente para convertir el hidrógeno en todos los elementos de la tabla periódica. “El nitrógeno de nuestro ADN, el calcio de nuestros dientes, el hierro de nuestra sangre, los carbonos de nuestras tartas de manzana se hicieron en los interiores de las estrellas en proceso de colapso. Estamos hechos, pues, de sustancia estelar”4.
Complejidad creciente hacia la vida, su significado
“Lo de arriba y lo de abajo no son compartimentos estancos. De hecho, cada átomo de aquí abajo estuvo alguna vez allí afuera” (Carl Sagan)
Esos átomos y polvo lanzados al espacio pueden acumularse -y de hecho se acumulan- en nubes interestelares, pequeños oasis en medio de la nada. Si estas nubes alcanzan un punto crítico en su densidad se forman moléculas más complejas, sobre todo alrededor del polvo estelar que absorbe la radiación permitiendo las reacciones químicas. Increíblemente la mayor parte de las moléculas formadas en esas nubes son orgánicas, contienen al menos un átomo de carbono en su estructura: etanol, ácido fórmico, monóxido de carbono y muchas otras moléculas orgánicas son abundantes en las nubes estelares. “Debido a que el formaldehído y el ácido cianhídrico, que son muy abundantes en el medio interestelar, reaccionan fácilmente entre sí para formar aminoácidos, es posible que en la nubes más densas del material interestelar existan moléculas más complejas como la glicina y la alanina, dos aminoácidos sencillos, y otras tales como las purinas y la urea”.5 Es claro que estas sustancias orgánicas son de origen abiótico, pero su existencia abundante evidencia que la vida no es más que una etapa en la evolución de la materia, que el material para su surgimiento abunda en todo el universo. La semilla está allí, esperando encontrar suelo fértil. El famoso divulgador de la ciencia, Carl Sagan, decía que somos polvo de estrellas que piensa acerca de las estrellas. En verdad es así.
Pero la vida es mucho más compleja que la sola existencia de compuestos orgánicos, la vida implica que esas sustancias interactúen de una forma regular, cíclica y precisa, en una especie de sinfonía de asimilación y excreción de sustancias químicas-que llamamos metabolismo- y que la estructura en la que este metabolismo se desarrolla -comenzando por la célula- tenga la capacidad de mantenerse, reproducirse y de replicarse a sí misma, perpetuando su estructura. Engels escribió al respecto: “La vida, el modo de existencia de un cuerpo albuminoideo [es decir, de las proteínas y de los ácidos nucleicos, estos últimos que Engels no conocía], consiste, pues, ante todo en que cada instante es él mismo y otro; y esto no a consecuencia de un proceso al que esté sometido desde fuera, como puede ser el caso también en cuerpos inertes. La vida, por el contrario, el intercambio químico que tiene lugar por la alimentación y la eliminación, es un proceso que se autorrealiza y es inherente, innato, […]”.6
La vida, en su esencia más básica, consiste en metabolismo y reproducción genética de una estructura delicada. O sea, digámoslo más simple: vida es una estructura (organismo) capaz de comer, cagar y reproducirse. ¿Cómo surgió la vida? ¿Cómo es posible el nacimiento de una increíble sinfonía química partiendo del mundo inorgánico?
Además de materia orgánica se requerían cuerpos de agua líquida dónde las proteínas -o sus ancestros proteinoides- pudieran recombinarse, energía que acelerara los procesos de complejidad progresiva (en forma de rayos ultravioleta, radiactividad, actividad volcánica y bombardeo de asteroides). Una vez que surgieron aminoácidos y proteinoides disueltos en agua -en una especie de “sopa primitiva”- el potencial estaba allí, era cuestión de tiempo para que la vida se abriera camino. Si la formación espontánea de moléculas orgánicas, incluso en el polvo estelar, abre la posibilidad del surgimiento de la vida, el surgimiento de esos mismos compuestos en condiciones favorables como en la tierra primitiva- agua líquida y la cantidad suficiente de energía- hace a la vida inevitable. Existe un punto crítico donde la posibilidad deja su sitio a la inevitabilidad.
La presencia de material orgánico en nubes estelares y meteoritos ha dado pie a la resurrección de la llamada teoría de la “panspermia” -del latín pan (todo) y sperma (semilla), literalmente “esperma por todas partes”- que supone que la vida en la tierra proviene del espacio exterior. Pero esta “explicación” sólo envía la necesidad de explicar al espacio sideral, no es tan diferente a quiénes encuentran todas las explicaciones en el cielo donde vive dios. Pero, en primer lugar, es necesario reiterar que la materia orgánica de las nubes estelares, e incluso meteoritos, es de origen abiótico, y aunque no es posible descartar alguna contribución de materia orgánica proveniente de los abundantes meteoritos que bombardearon la tierra primitiva, todos los ingredientes para el surgimiento de moléculas orgánicas -y por tanto la vida- estaban presentes en la tierra primitiva. No es posible el surgimiento de la vida y su evolución fuera del medio y las condiciones que la hacen posible, sin una causa “endógena” que la haga prosperar. En el estudio de todo proceso es necesario separar las contradicciones centrales, internas, que lo impulsan, de factores o contradicciones externas que juegan un papel subordinado. Sin duda la tierra primitiva era ese medio idóneo independientemente de la contribución externa a la tierra que fue secundario. Por tanto, es necesario mirar las condiciones de la tierra primitiva que orientaron al surgimiento de la vida.
Existe otro punto crítico en la densidad de las nubes interestelares donde la gravedad comienza a fusionar las nubes en estrellas y planetas. El tamaño y distancia relativos entre éstos también es decisivo para la vida. La tierra -formada hace unos 4600 millones de años- tuvo la peculiaridad de ser un planeta con el tamaño y la distancia idónea de su estrella- características relativas al tamaño del sol- para permitir los procesos químicos que darán origen a la vida. De una parte, el tamaño de la tierra permitió una composición atmosférica inicialmente reductora que va a acelerar los procesos químicos. Si el planeta fuera más grande su composición atmosférica sería diferente, más pequeño y la gravedad no hubiera retenido ninguna atmósfera esterilizando su superficie. Por otra parte, la distancia de la estrella permitió que la temperatura no excediera ciertos límites. Marte, al parecer, estuvo casi dentro de estos márgenes, pero algo en su tamaño o distancia del sol hizo que el proceso -inicialmente prometedor, con agua líquida en su superficie- abortara. Con todo no es descartable que aún en los casquetes polares marcianos o en posibles cuerpos de agua subterráneos algunas formas primitivas de vida hayan sobrevivido.[https://marxismo.mx/el-descubrimiento-de-agua-liquida-en-marte-y-la-vision-materialista-del-universo/]. “De este modo, -escribió Oparin- en el origen mismo de nuestro planeta entraron en su composición, procedentes de la materia gaseo-pulverulenta , los hidrocarburos más sencillos, el agua y el amoniaco, es decir, todo los necesario para formar las substancias orgánicas primitivas”.7
Un medio para la vida
“La ciencia se presenta como un círculo enroscado en sí mismo” (Hegel)
De la actividad volcánica de la tierra primitiva surgió una atmósfera rica en vapor de agua, nitrógeno y dióxido de carbono; por la radiación solar y el calor intenso se formaron posteriormente compuestos como el metano, amoniaco y ácido cianhídrico, que dieron a la atmósfera primitiva un carácter reductor, en donde el oxígeno era inexistente. Los procesos de enfriamiento gradual de la tierra permitieron la precipitación del agua atmosférica en forma de lluvias torrenciales, lluvias que duraron cientos de miles de años y que formaron los primeros océanos, arrastrando gran cantidad de minerales y “un pH de aproximadamente 8 y temperaturas cercanas a la de la ebullición del agua”.8 Los procesos químicos que llevarían al surgimiento de la vida aparecieron tan pronto se formaron los océanos primitivos, hace unos 400 millones de años o más. “La vida –escribió Stephen Jay Gould-, a pesar de toda su complejidad, probablemente surgiera en el primer momento en que pudo hacerlo”.9
El carburo de hierro, que abunda en las profundidades de la tierra, salía “vomitado” por la actividad volcánica, entrando en reacción con el agua y formando algunos de los primeros compuestos orgánicos de los océanos primitivos, algunos hidrocarburos. Entre tanto, la falta de oxígeno en la atmósfera permitía el ingreso de gran cantidad de radiación solar y rayos cósmicos “junto con la actividad eléctrica de la atmósfera, la radiactividad y el calor desprendido de los volcanes y otros procesos geológicos, constituían fuentes de energía químicamente aprovechables”.10 Esta atmósfera primitiva sería absolutamente letal para la vida como la conocemos actualmente, mientras que el oxigeno de nuestra atmósfera -que no sólo es necesario para nuestra respiración sino para la filtración de los letales rayos ultravioleta- hubiera matado a las primeras formas de vida en la tierra. Es así la dialéctica de este proceso: todo se convierte en su contrario. En un medio adecuado como el descrito, las sustancias orgánicas tienden a la complejidad progresiva; la oxidación de los hidrocarburos por el oxígeno del agua formó alcoholes, aldehídos, cetonas y otras sustancias orgánicas; en presencia de amoniaco las sustancias orgánicas sencillas generaban amidas, aminas y sales amónicas.
Este proceso, descrito por Oparin y Haldane, fue puesto a la prueba del experimento dando resultados asombrosos. En 1953 Miller y Urey sometieron a descargas eléctricas una mezcla de hidrógeno, metano y amoniaco, sintetizando cuatro aminoácidos -ladrillos de las proteínas-: glicina, alanina, ácido aspártico y ácido glutámico; también ácidos grasos, ácidos fórmicos, acético y propiónico, además de urea y muchos otros compuestos orgánicos de alto peso molecular. En 1956 el químico estadounidense Sidney Walter Fox obtuvo, a partir de aminoácidos, proteinoides: cadenas de aminoácidos que se asemejan a las proteínas, aunque son más simples, en experimentos de apenas una hora de duración. Si esto se logra al “cocer” aminoácidos por una hora es fácil imaginar lo obtenido en el océano primitivo en “experimentos” que duraron muchos millones de años. Aunque, como veremos, la vida surgió tan pronto como le fue posible hacerlo -en un parpadeo evolutivo-, un “parpadeo” en términos geológicos se mide en millones de años. Experimentos posteriores han sintetizado los 20 aminoácidos contenidos en las proteínas, lípidos (fundamentales, entre otras cosas, en la formación de las paredes celulares), carbohidratos, purinas (componentes del ADN), moléculas energéticas como el ATP; es decir, los componentes básicos de las moléculas esenciales de la vida. El propio Stanley Miller, en 1995, logró sintetizar ácido pantotéico, un precursor de la coenzima A que permite los enlaces químicos que mantienen a las proteínas unidas. El surgimiento de las proteínas primitivas a partir de los aminoácidos fue otro punto crítico en la historia de la evolución.
Durante casi 2 mil años la creencia aristotélica en la generación espontánea –que la vida podía surgir espontáneamente de los cuerpos en descomposición- dominó las mentes de los hombres. Esta idea fue aceptada por la iglesia pues armonizaba con el místico “soplo vital” divino, único capaz de animar a la materia inerte. En el siglo XIX Luis Pasteur demostró que la vida sólo podía provenir de la vida y que la misteriosa generación espontánea no era sino el producto de la reproducción de la vida microscópica, invisible a la percepción directa. Sin embargo, la tesis de que la vida proviene de la vida, correcta para la vida como la conocemos, resulta una huera tautología que dejaba sin explicar su origen y lo dejaba como un misterio en manos de la religión. La teoría de Oparin/Haldane es una especie de retorno a la generación espontanea a un nivel muy superior, mejor dicho, es la “negación de la negación”, pues se sustenta en los conocimientos modernos sobre la química de los procesos orgánicos, un conocimiento cuya precisión era inalcanzable con los instrumentos de la antigüedad. En verdad la vida surgió espontáneamente en condiciones ambientales muy diferentes a las actuales.
La cantidad y la cualidad en las proteínas
“La proteína se descompone en cuanto pierde la capacidad de realizar las funciones que le son peculiares, que denominamos vida” (Engels)
De las moléculas orgánicas las proteínas juegan, junto a los ácidos nucleicos, un papel fundamental pues son los “mensajeros” fundamentales en los procesos vitales. En parte su especificidad radica en su gran peso molecular -un aspecto cuantitativo- pero también en su estructura cualitativa. Se trata de la combinación de cantidad y calidad. La dialéctica de la cantidad y la cualidad tiene en la vida uno de sus ejemplos más asombrosos. Engels sostenía, con los conocimientos accesibles de su tiempo, que la vida era la forma de existencia de los cuerpos proteínicos o albuminoideos, ahora sabemos que las proteínas no necesariamente son producidas por vías bióticas, pero es verdad que sin las proteínas la vida sería imposible. Hoy en día, además de las proteínas, se les atribuye a los ácidos nucleicos ser las moléculas de la vida: no sólo dirigen a las proteínas en los procesos metabólicos sino también dirigen su formación, al tiempo que los ácidos nucleicos serían como operarios sin herramientas en ausencia de aquéllas. La vida es el resultado de la dialéctica entre los ácidos nucleicos y las proteínas. Engels no estaba esencialmente equivocado: sostuvo que la primer célula viva –mucho más primitiva que las células más simples existentes hoy día- no podía haber surgido directamente de la materia muerta, sino a partir de la química de las proteínas.11 Esta ruta será profundizada por Oparin y los experimentos de Miller/Urey con resultados asombrosos. Incluso los coacervados y gotas proteicas generadas en laboratorio –de los que hablaremos más adelante)- se van a formar a partir de las bases constitutivas de las proteínas –además de otros compuestos orgánicos-.
Mientras una molécula de agua tiene un peso molecular de 18, la proteína media tiene un peso molecular de 60 mil. Las proteínas son tan pesadas que se retuercen sobre sí mismas como agujetas olvidadas en un cajón. El enorme peso de las proteínas las hace enormemente frágiles, evanescentes; muy susceptibles a las condiciones ambientales: “factores ambientales tan ligeros como el calor de una mano humana o un ligero movimiento del aire-nos dice Isaac Asimov- bastarían en muchos casos para alterar las propiedades de una solución proteínica hasta el punto de hacerla biológicamente inservible” pero esta fragilidad, esta susceptibilidad hace a la proteína idónea para los procesos vitales: “[…] si nos paramos a pensarlo, parece inevitable. La vida implica cambio- adaptaciones rápidas a las condiciones que cambian-. Por eso en un organismo vivo debe haber algo que pueda variar con la absorción de unos cuantos de luz, con cambios insignificantes de la presión del aire, de la concentración de oxígeno, de la temperatura o de cualquiera de los centenares de variables que nos afectan en todo momento”.12 Sobre la dialéctica de la vida Oparin escribió: “[…] la substancia del organismo vivo nunca permanece inmóvil, sino que se desintegra y vuelve a formarse constantemente a consecuencia de las numerosas reacciones de desintegración y síntesis, que se producen en estrecho entrelazamiento . Heráclito, dialéctico de la antigua Grecia, ya decía: nuestros cuerpos fluyen como una arroyo, e igual que el agua de éste, la materia se renueva en ellos”.13
Además de lo anterior, el enorme peso molecular de la proteínas permite, en las condiciones adecuadas, su agregado en “soluciones coloidales” o “polimerización de de aminoácidos” que -de acuerdo con el famoso científico soviético, Alexander Oparin o a la alternativa planteada por el químico estadounidense Sidney W. Fox- condicionaron la formación, en la sopa primitiva donde surgió la vida, de unas asombrosas estructuras llamadas coacervados -especie de gotitas aceitosas- (Oparin) o “microesferas de Fox” (Sidney W. Fox) donde las reacciones químicas de las proteínas se aceleraron precediendo, en millones de años, al metabolismo celular. El fenómeno coloidal o la polimerización de proteínas surge como una “fenómeno emergente”, un salto sobre leyes químicas más sencillas, debido al peso molecular y a la concentración de proteínas: la cantidad se transforma en cualidad.
Pero si se tratara sólo de cantidad, de la suma simple de las mismas cadenas, las proteínas no podrían realizar funcione tan diversas -la celulosa, por ejemplo, es una azúcar de cadena muy larga (sólo de azúcar), pero solamente sirve para formar paredes de algunas células y el tejido fibroso de algunas plantas-. También es un asunto de cualidad, las proteínas no son solamente enormes, sino muy variadas en los aminoácidos que las forman (son unos 20 aminoácidos que sirven de “ladrillos” a las diferentes proteínas). Las combinaciones posibles con 20 aminoácidos llegan a la asombrosa cifra de 2.500.000.000.000.000.000, pero si consideramos que la proteína media consta de unos 500 aminoácidos la cifra de combinaciones llega al astronómico número de un uno seguido de 600 ceros. Debido a esta increíble complejidad cualitativa las proteínas pueden encargarse de la infinidad de funciones que mantienen a los organismos vivos, pueden funcionar como enzimas, reserva, como hormonas, reguladoras genéticas, de defensa, de transporte, etcétera; cada una de estas funciones por multitud de proteínas diferentes. La selección natural tuvo que experimentar con esas cantidades astronómicas para “elegir” las proteínas que eran adecuadas para mantener a los organismos vivos y desechar aquellas combinaciones que resultaban letales o nocivas. Así, el genoma de las levaduras, por ejemplo, es capaz de producir 6 mil proteínas diferentes y cada célula tiene un promedio de 42 millones de proteínas en total.14
Una membrana para la vida: coacervados y esferas proteicas
“[…] es más fácil estudiar el organismo desarrollado que la simple célula”. (Marx)
Como ya hemos señalado, una vez que en existió una concentración suficiente de proteínas, estás se concentraron o coagularon en forma de gotas coloidales que Oparin llamó coacervados -del latín “cervus” que significa “montón”-. La importancia de estas gotas es que conformaron un medio nuevo, relativamente separado de su entorno, donde los procesos químicos se aceleraron, apareciendo nuevos fenómenos y relaciones más complejas, y en donde comenzó a actuar una forma primitiva de selección natural: evidentemente las gotas cuyos procesos químicos internos favorecieran su estabilidad eran las que tendían a sobrevivir. “Hasta ese momento -escribió Oparin- la sustancia orgánica había estado indisolublemente fundida con el medio circundante, distribuida de un modo uniforme por toda la masa del disolvente. […] Cada coacervado adquirió cierta individualidad, oponiéndose, podríamos decir, al mundo exterior circundante. Únicamente esta separación de los coacervados pudo crear la unidad dialéctica entre el organismo y el medio, factor decisivo en el proceso de origen y desarrollo de la vida en la tierra”.15
No hablamos de vida aún, pues los procesos químicos dentro de los coacervados eran más o menos aleatorios, sin estructura definida. Aunque los experimentos muestran que esas gotas tienden a dividirse al alcanzar un tamaño crítico, no existen mecanismos de replicación genética, la división de los coacervados es un asunto más mecánico que orgánico. Sin embargo, los coacervados -o estructuras similares como gotas proteicas- debieron ser una etapa necesaria que precedió en muchos millones de años a la formación de ciclos regulares y ordenados de intercambio de sustancias que llamamos metabolismo. A pesar de su sencillez, había aparecido ya una nueva realidad en donde -como dijo Oparin- los conceptos de útil y prejudicial comenzaron a operar y con ello un proceso que tiende a la selección natural de todo aquello que permitía la supervivencia de esas gotas. Los procesos químicos se orientaban y regulaban, a través de contradicciones y retrocesos, en dirección progresiva; tendencia fundamental para entender el surgimiento de estructuras tan complejas como el ADN y la célula misma.
Una alternativa a los coacervados de Oparin, que debe ser considerada pues parece acercarse más a las funciones de una célula, son las microesferas de Fox que a diferencia de los coacervados no contienen lípidos. Independientemente de la forma, las microesferas juegan un papel análogo a los coacervados al individualizar o aislar los procesos químicos de las proteínas transformando y complicando su naturaleza en una ruta que parece llevar al nacimiento de la célula. En los experimentos del químico estadounidense Sidney Walter Fox (llevados en 1958, años después de generar proteinoides en laboratorio) las microesferas producidas por polimerización tienen un tamaño similar al de una bacteria, doble membrana con propiedades similares al de las células: intercambio osmótico, selectividad para el paso de moléculas y excitabilidad ante estímulos eléctricos; dentro de estas esferas la química de algunos compuestos orgánicos –como ATP- genera cadenas de nucleótidos; a partir de aminoácidos, genera proteinoides y estos, a su vez, se aglomeran en otras microesferas que tienen propiedades asombrosas: son sensibles a los estímulos lumínicos y catalizan reacciones de oxidación-reducción. En experimentos realizados en 2008 se descubrió que estas microesferas pueden utilizar la luz solar para sintetizar ATP a partir de ADP y fosfato inorgánico –etapas importantes de la fotosíntesis-, además pueden generar señales eléctricas similares a las de las células musculares y nerviosas. De forma similar a los coacervados, las mircroesferas se dividen en “células” hijas ya sea gemación, esporulación, fisión binaria o partición. Las microesferas se mueven de forma browniana en su medio, pero si se les agrega zinc cambian los patrones de movimiento a uno direccional, estas esferas vibran mientras se producen procesos químicos asombrosos en su interior. Las esferas se pueden atraer o repeler mutuamente dependiendo de su carga eléctrica, si se unen lo suficiente forman una especie de collar –que puede durar meses- en el que se intercambia una especie de vesículas de proteinoides, intercambio que sugiere un “proto-comportamiento sexual”. Sidney W. Fox consideraba a estas esferas producidas en laboratorio “proto-células” y es muy posible que tuviera razón.16
Hay que notar que Engels, cuando escribió los borradores de Dialéctica de la naturaleza no creía que se pudieran producir células en laboratorio, dada su complejidad y el tiempo en que tuvieron que evolucionar en la naturaleza, ni en 100 años. Los coacervados y esferas proteicas se crearon menos de cien años después. Bien es cierto que ni coacervados ni cápsulas proteicas son, en verdad, células vivas, pero sí que nos informan mucho acerca de su posible origen y sus formas precedentes más arcaicas. Desde la década de los sesenta del siglo pasado se han creado membranas celulares artificiales con contenido orgánico –enzimas, proteínas y hormonas- que desde la siguiente década (los setenta) se usan con fines terapéuticos. La primera década de nuestro siglo ha presenciado la creación de bacterias sintéticas con paredes celulares y ADN creado en laboratorio o células a las cuales se les extrae su contenido genético y se les inyecta uno nuevo – a partir de secuencias almacenas en computadora-, “cobrando vida”. Aun no se crea una célula 100% sintética pero estos experimentos increíbles demuestran que la esencia de la vida está en la interacción entre los ácidos nucleicos – así sean armados artificialmente- y las proteínas dentro de un contexto celular. La frontera que queda por cruzar para crear realmente vida en laboratorio es saber escribir genomas desde cero, con las funciones metabólicas que interesa reproducir, pero según el científico Craig Venter – de la empresa Synthetic genomics que ha creado el ADN artificial a partir del genoma de una bacteria- es sólo una cuestión técnica para lograrlo. Actualmente esta empresa trabaja para EXXON en un proyecto para crear microorganismos artificiales capaces de crear combustible. El capitalismo se ha convertido en un obstáculo monstruoso para el desarrollo de esta tecnología al margen del interés de lucro de las grandes trasnacionales.
Según el astrónomo británico Fred Hoyle es estadísticamente imposible que la vida celular evolucionara a partir de la materia orgánica primitiva. “La probabilidad de que formas de vida superior pudieran haber emergido de esta manera es comparable a la probabilidad de que un tornado pasando sobre un montón de chatarra arme un Boeing 747 sobre la base de los materiales encontrados allí”. Pero esta forma mecánica de pensar no contempla la dialéctica entre azar y necesidad: los procesos químicos al interior de los ancestros de la célula dependían de factores accidentales como la presencia o no de tales o cuales sustancias, pero la sobrevivencia de esas entidades dependía de que esos procesos favorecieran su permanencia, por lo que –a largo plazo- millones y millones de interacciones químicas eran seleccionadas y rechazadas por ese tamiz. Había una tendencia hacia la organización que surge de la interacción de los factores accidentales y necesarios, esta tendencia se reforzaba con cada progreso en la complejidad de esas estructuras. Todo partiendo de las leyes básicas de la química orgánica.
El código de la vida
“Es una línea en espiral, una curva que se amplía, no un simple círculo” (Marx sobre el capital, Grundrisse)
En el proceso de creciente complejidad de la materia orgánica entró en juego, en un punto determinado, algunas moléculas –los ancestros de los nucleótidos- que tenían la peculiaridad de orientar la química de las proteínas o de los ancestros de éstas. Este fenómeno se daba en el tamiz donde tendían a sobrevivir las protocélulas –estructuras que Oparin llamó “protobiontes”- cuya química interna se orientaba hacia un orden más eficiente. Así, de la cantidad astronómica de proteínas posibles –dados los 20 aminoácidos que las forman- fueron seleccionadas unos pocos miles de proteínas -tal vez a partir de estructuras más simples como proteinoides-. Es de suponer que en los protobiontes primitivos las proteínas eran muy diferentes a las actuales. Pero las moléculas ancestrales del material genético que ordenaba la química molecular también eran afectadas por esa química que codificaban, de tal forma que esas moléculas genéticas también se ordenaban en complejidad progresiva: el organizador era, a su vez, organizado en el proceso, los nucleótidos se ordenaban en forma del ancestro del código genético.
Incluso en experimentos en laboratorio se ha mostrado que, en condiciones favorables, los nucleótidos crecen en complejidad: “Se ha logrado demostrar experimentalmente que algunas de las reacciones que lleva a cabo la síntesis de la molécula de ADN se pueden producir en tubos de ensayo, fuera de las células. Mezclando ciertas enzimas extraídas de las células, con un polinucleótido pequeño y en presencia de moléculas energéticas como algunos trifosfatos, el polinucleótido crece, aumentando de tamaño y complejidad estructural”.17 Esta interacción dialéctica –entre las proteínas y los nucleótidos- debió existir pues sólo así es posible explicar –aunque sea a groso modo- el surgimiento de los ácidos nucleicos, es decir, del material genético (ADN y ARN) que hace posible la vida y su replicación. “La interacción entre ambos tipos de moléculas debe haber tenido lugar muy rápidamente, durante los procesos de evolución química, dando así origen a códigos genéticos muy simples, compuestos por ejemplo de sólo dos bases, y cuya complejidad fue aumentando con el tiempo”.18
Este material genético primitivo, que ordenaba la química de las proteínas, llegó a un punto en que no sólo podía generar proteínas específicas sino cobró la capacidad de autorreplicación, entonces surgió la vida, es decir, un organismo celular capaz de reproducirse. A la forma de vida más primitiva y sencilla Oparin le llamó eubionte. Esto ocurrió alrededor de unos 4,000 millones de años o más. Por supuesto quedan aun muchas interrogantes en el surgimiento del código genético y su relación con las proteínas, pero es claro que no hay nada místico ni sobrenatural en esa interacción asombrosa, que es parte de una tendencia a la autoorganización de la materia orgánica dadas condiciones favorables. El origen de la relación entre proteínas y ácidos nucleicos es la historia de una disputa entre dos corrientes de la biología: aquéllos que opinan que los ácidos nucleicos surgieron antes –“hipótesis del gen desnudo”- y los que opinan que la química de las proteínas fue primero –“hipótesis protobionte”-. La relación no es sencilla de dilucidar pues implica una paradoja similar a la del huevo y la gallina: en los seres vivos las proteínas son generadas a través del código genético, pero el código genético es inoperante sin las proteínas, no se puede reproducir sin ellas. Sin embargo ya hemos visto que los materiales químicos básicos tanto de las proteínas como de los ácidos nucleicos pueden surgir a partir de materia orgánica mucho más simple, por lo que la cuestión radica no tanto en qué fue primero sino en cómo estos componentes interactuaron entre sí para transformarse mutuamente y recrearse en conjunto: las proteínas fueron codificadas –tal como las conocemos en los organismos vivos actuales- por los ácidos nucleicos pero éstos surgieron a partir de su interacción con las proteínas que codificaban.
Los ácidos nucleicos (el ADN y ARN) son estructuras extraordinariamente complejas y asombrosas. Son cadenas de 4 nucleótidos o 4 bases nitrogenadas (en el caso del ADN: adenina, citosina timina y guanina -llamada así por haber sido identificada, antes de que se supiera su importancia, en el guano-, y en el ARN en vez de timina tenemos uracilo), unidas por enlaces de fosfato y una azúcar llamada ribosa. El ADN es una espiral doble unida por tabiques de nucleótidos que se complementan (la adenina se enlaza con la timina, y la citosina con la guanina), mientras el ARN -a excepción del presente en algunos virus- es una sola espiral de nucleótidos. Cada ser vivo tiene en su ADN un orden específico de nucleótidos que, ordenados por tripletes (la vida es una palabra compuesta de sólo tres letras, como dijo Sagan), contienen codificada la información para generar proteínas específicas, dirigirlas e incluso replicar al ADN con ayuda de esas proteínas; en suma, la información suficiente para reproducir a un ser vivo específico.
Cada una de las diez billones de células que componen el cuerpo humano -excepto los glóbulos rojos- contiene ADN, en cada una de esas células hay tantos nucleótidos como personas hay en la tierra.19 Si se desenrollara el ADN de una sola célula tendríamos una cinta de 2 metros de longitud y con la distancia acumulada de todo el ADN de todas las células del cuerpo humano se cubriría la distancia de la tierra a la luna unas 7 mil veces. El ADN tiene la capacidad de replicarse a sí mismo con ayuda de una proteína llamada polimerasa que funciona como enzima, la espiral de ADN se separa de su par y renueva su complemento perdido –uniendo, por ejemplo, la adenina con una timina faltante- creando una cadena igual a la anterior, formando dos cadenas de ADN donde antes había una. El ARN le sirve al ADN como especie de mensajero químico para todas las funciones celulares codificadas en éste. Son los ácidos nucleicos unas de las estructuras más complejas del universo. El ADN, debido a su complejidad, se organiza en una espiral doble que parece la imagen viva de la dialéctica: espiral del desarrollo y unidad de contrarios (los nucleótidos sólo se unen con su complemento) que contiene en sí, transformadas y suprimidas, la historia de toda la evolución de la vida.
Pero el código genético actúa por niveles donde no es posible reducir la manifestación más compleja a la más elemental. La dirección molecular se codifica por tripletes (que ordenan la formación de aminoácidos), pero sólo un conjunto más o menos grande de tripletes se convierte en un gen que codifica la existencia –por ejemplo- de las alas en las moscas; sin embargo, la selección natural no opera directamente sobre los genes, sino sobre el genotipo, es decir, sobre las características físicas del individuo, y muchas veces sobre poblaciones en su conjunto más que sobre los individuos. Así, no es posible entender una característica o comportamiento –mucho menos en el ser humano- reduciéndolo a sus genes, o entender a los seres vivos como simples autómatas de genes malvados y egoístas. Es necesario considerar las influencias y niveles que van subsumiendo el comportamiento genético dentro de otros fenómenos más influyentes como, por ejemplo, la cultura en el hombre. Entender la “negación de la negación” es más que útil si no queremos caer en el reduccionismo racista más imbécil.
Es imposible entender el surgimiento del ADN y ARN sin entender que el proceso evolutivo -no sólo en biología- tiende a la complejidad; va -como plantea la ley dialéctica de la “negación de la negación”- de los simple a lo complejo, en etapas o saltos sucesivos que se apoyan en periodos y etapas anteriores, etapas que son superadas (negadas) pero conservadas de cierta forma; de hecho parte de esa historia, del origen de la vida está inscrita en nuestros propios genes, así como conservamos en nosotros la información de nuestros padres y abuelos. Está de moda negar el progreso en tanto el capitalismo ha dejado de progresar y constituye un freno opresivo evidente para cualquier persona capaz de pensar, pero que el capitalismo esté en decadencia no significa que el progreso sea imposible una vez superado el capitalismo -lo que sucede es que los posmodernos no creen que el capitalismo pueda ser superado y no entienden que el progreso lineal no es la única noción posible de éste-. En cualquier caso, negar el carácter progresivo de la evolución biológica es tan absurdo como ignorar el salto que separa a los organismos eucariontes de los procariontes, a los pluricelulares de los unicelulares, o al ADN de sus ancestros más simples y remotos compuestos de pocas secuencias de bases nitrogenadas.
Una de las teorías más extendidas sobre el origen de los ácidos nucleicos sostiene que fue un ancestro del ARN el primero en ser capaz de reproducirse, esto se debe a que el ARN contiene una enzima – la ribozima- que además de acelerar los procesos químicos, tiene la capacidad de reproducirse a sí misma. Esta enzima que se replicaba fue creciendo en complejidad dando como resultado algo parecido al ARN. Los biólogos evolutivos hablan de un mundo de ARN que se remonta a los albores de la vida misma. De acuerdo con esto el ADN sería una mutación del ARN en donde la información genética no sólo se conservaba y replicaba mejor, sino que significó la especialización del ARN en la dirección de las proteínas, en una especie de unión dialéctica entre el ADN y el ARN. Sea como fuere, el surgimiento del material genético significó un enorme salto en tanto permitió no sólo la reproducción de la vida, sino también la operación plena de la selección natural que había actuado de forma rudimentaria y precaria en los protobiontes.
La duplicación del ADN, dada su complejidad y condiciones ambientales tales como temperatura o radiación, podía producir errores de copiado; la mayoría de ellos eran inocuos o incluso nocivos, pero algunos -los menos- eran favorables para la adaptación y por tanto se conservaban, los nocivos se desechaban con la muerte, la desaparición inmisericorde de las especies. Carl Sagan escribió: “las mutaciones no tienen plan, no hay nada detrás suyo que las dirija; su carácter casual parece escalofriante […] El proceso de la vida es todo lo contrario a la teleología. La vida es derrochadora, ciega, indiferente en este nivel a las nociones de justicia. Puede permitirse despilfarrar multitudes”.20 Pero la selección natural implica tensión entre azar y necesidad pues sólo el azar favorable a la supervivencia es seleccionado necesariamente mediante la transmisión genética de los seres que permanecen. En ese código genético, en esa secuencia de nucleótidos que codifican la química de la vida, se encuentra los rastros de todas las formas de vida que hemos evolucionado a partir de un ancestro común, debido a ello, por ejemplo, los genes de la vista tanto en la mosca de la fruta como en el ser humano son exactamente los mismos e incluso pueden ser intercambiados sin que a la mosca de la fruta tenga los ojos de un ser humano -pues el código genético actúa como una unidad, no es una suma de partes separadas-. “En ámbitos recónditos de los ácidos nucleicos se apretujan multitud de sobras ancestrales […] Parece claro que esa unidad existe porque cada cosa viva en la tierra desciende del mismo antepasado de hace cuatro mil millones de años; porque todos somos parientes”.21
Hablamos de un salto cualitativo, quizá el más importante en la evolución del cosmos. La evolución biológica no es lineal o simplemente gradual como creía Darwin, la lenta acumulación de pequeños cambios abre episodios repentinos, puntuales, de cambio acelerado. El origen repentino y rápido de la vida –en un parpadeo en términos geológicos y evolutivos- es un ejemplo extraordinario. El gradualismo, tanto en política como en biología, es la expresión del liberalismo burgués temeroso de la revolución, pero creyente en el progreso (capitalista); en parte es también una reacción a la “teoría catastrofista” anterior a Darwin que “explicaba” el cambio geológico por la intervención divina que enviaba diluvios y pestes como castigo a los pecadores. La naturaleza no da saltos decía Linneo. Pero el “equilibrio puntuado” plantea en términos explícitamente dialécticos el ritmo de la evolución, combinando dialécticamente el cambio gradual y el “catastrófico” –claro que sin la intervención de divinidad alguna-; el famoso biólogo Stephen Jay Gould lo explica: “Si el gradualismo es más un producto del pensamiento occidental que un hecho de la naturaleza, entonces deberíamos tomar en consideración filosofías alternativas del cambio para ampliar nuestro espacio de prejuicios limitativos. En la Unión soviética, por ejemplo, los científicos se forman en una filosofía del cambio muy diferente- las llamadas leyes de la dialéctica, reformadas por Engels a partir de la filosofía de Hegel, Las leyes dialécticas son explícitamente puntuacionales. Hablan por ejemplo de la transformación de la cantidad en cualidad. Esto puede sonar a bobadas esotéricas, pero sugiere que el cambio se produce a grandes saltos tras una lenta acumulación de tensiones que un sistema resiste hasta llegar a un punto de fractura. Calentemos el agua y finalmente hervirá. Opriman a los trabajadores cada vez más y se producirá una revolución. Eldredge y yo nos sentíamos fascinados al enterarnos que muchos paleontólogos rusos apoyan un modelo similar a nuestro equilibrio puntuado”.22 Gould utiliza una metáfora que explica magníficamente su postura: “La historia de cualquier parte aislada de la tierra, como la vida de un soldado, consiste en largos periodos de aburrimiento y breves periodos de terror”.23
Los virus son una estructura que se encuentran en la borrosa frontera entre lo vivo y lo no vivo. Son capsulas de proteínas que envuelven ácido nucleico, es decir, material genético (a veces ARN o ADN, o ambos) pero carecen por sí solos de la química metabólica para reproducirse por sí solos y considerarse vivos. Estas pequeñas capsulas de material genético pueden permanecer inertes, cristalizadas, por años. Pero en un medio acuoso pueden invadir células utilizando a éstas para reproducirse e infestar otras células, entonces cobran “vida”. Categorías rígidas y fijas acerca de la vida no operan en el caso de los virus ya que tienen parte de los ingredientes fundamentales de la vida –proteínas y ácidos nucleicos- pero carecen de metabolismo propio, requieren infestar para reproducirse y afectar los procesos metabólicos (ajenos). Lo más probable es que los virus evolucionaron a partir de antiguas células que se especializaron en vivir de otras, en ser parásitas. Como resultado su estructura celular se fue atrofiando para perderla por completo, convirtiéndose en esas estructuras “semivivas”. Desde el punto de vista de la evolución biológica son de gran interés pues muestran un comportamiento que muy probablemente está relacionado con las primeras formas de vida: en éstas el material genético flotaba libremente al interior de la célula -como sucede en los organismos procariontes- y cuando la capsula celular desaparecía el material genético era liberado en el medio. “Estos agregados de ácidos nucleicos, fuera de las células, no podían realizar ninguna actividad biológica. Pero al ser absorbidos por otros eubiontes, se reactivaban nuevamente, comportándose quizás como los virus contemporáneos […] la adquisición de material genético proveniente de otras células seguramente podría influir, al menos en ciertos casos, en su evolución posterior”.24
La vida se abre camino, rumbo a la explosión
“La dialéctica es el álgebra de la revolución” (Herzen)
Las primeras formas de vida fueron procariontes o los ancestros de éstos, seres que se caracterizan por carecer de núcleo o estructuras especializadas, simplemente el material genético flota en el citoplasma gelatinoso. Algunos de los registros fósiles de vida más antiguos se remontan a unos 3,000 millones de años y son estructuras muy parecidas a organismos unicelulares actuales como las algas verdeazuladas o cianobacterias que liberan oxígeno por fotosíntesis. Ya son una forma de vida bastante evolucionada capaz de transformar la materia inorgánica en orgánica, pero si son de los primeros del registro fósil es sólo porque ya había rocas capaces de conservarlos. Las primeras formas de vida debieron ser unos 500 millones de años más antiguas o más, casi al mismo tiempo en que la tierra se formó. De hecho el fósil más antiguo encontrado hasta el momento pertenece a una bacteria que, al parecer, se alimentaba de hierro en las fumarolas hidrotermales del fondo del mar, tiene una antigüedad asombrosa de 3,800 millones de años y parece fortalecer la tesis de que la vida surgió en este medio submarino.25 En ausencia de oxigeno -que en realidad era letal para las primeras formas de vida- las primeras células debieron ser parecidas a los metanógenos que sobreviven alimentándose de dióxido de carbono -muy abundante en la tierra primitiva- y produciendo metano como desecho. Estas formas primitivas de vida pueden encontrarse en el fondo sulfuroso de los océanos donde no existe el oxígeno libre, otras especies sobreviven fermentando el alimento en los intestinos de seres como caballos y humanos. Debido al hábitat de estos organismos primitivos algunos científicos sostienen que la vida se origino en los fondos hidrotermales del océano donde las diferencias bruscas de temperatura, gradiente de protones y alcalinidad generaban desequilibrios que se compensaban acelerando los procesos orgánicos. “La vida se aprovecha de los estados de desequilibrio en el planeta, como puede haber sido el caso hace miles de millones de años en los respiraderos hidrotermales alcalinos”, dijo el científico Michael Russell en una interesante reflexión dialéctica, “La vida es el proceso que resuelve estos desequilibrios”.26
Pero la materia orgánica fue un bien limitado que se hizo escaso tan pronto como la tierra primitiva dejó de generarlo espontáneamente y conforme el océano primitivo era invadido por la vida unicelular que lo consumió todo. Entonces, hace unos 3,000 millones de años de años, surgieron los primeros organismos capaces de fotosintetizar, es decir, transformar la luz en alimento en forma de ATP. Pero los organismos que no fueron capaces de fotosintetizar o desaparecieron o se especializaron en devorar a los fotosintetizadores: iba surgiendo el esbozo de la separación de lo que será el reino vegetal y animal. La fotosíntesis produce como desecho oxígeno, un producto que va cambiar la atmósfera de la tierra para siempre, un elemento que hubiera sido letal para los primeros seres vivos -ya que rompía sus enlaces moleculares, los oxidaba- será fundamental para nuevos saltos cualitativos, como la respiración aeróbica y la vida multicelular. La situación se transformó en su contrario, los metanógenos fueron relegados a pequeños resquicios, arrinconados al borde de la extinción, y aquéllos que viven gracias al oxigeno van a dominar el mundo. La explicación es simple: la alimentación anaerobia es poco eficiente, el oxigeno permite mayores reservas de energía aprovechables para la vida. No es cierto que la vida provino del cielo divino, literalmente el cielo, el hermoso color azul de nuestro planeta, proviene de la vida, el 99% de la atmósfera actual es su resultado; lo que había sido parte de la causa de la vida -una atmósfera de dióxido de carbono y metano- se convirtió en su efecto.
Pero la separación más importante en el reino de los vivos -que no es entre animales y vegetales (pues existen más filos)- no se dará sino hace unos 2000 millones de años, cuando el contenido celular se especializa, formando el núcleo celular -donde el material genético se va a apiñar en forma de cromatina- y aparecen en el citoplasma organelos (del latín, pequeño órgano) que, como la mitocondria o los cloroplastos, probablemente surgieron de la incorporación en la célula de otras formas de vida que se unieron -quizá, al principio simplemente fueron engullidas con fines alimenticios-, especializándose y transformándose en beneficio mutuo. El surgimiento del núcleo, por su parte, permitió regular de mejor manera el material genético. Tal vez el núcleo surgió cuando la membrana celular se subdividió y luego la capa interna atrapó el material genético, o dos células procariontes se unieron por endosimbiosis –como generalmente se explica la presencia de los organelos-. Aparece el mundo eucarionte que, desde entonces, divide fundamentalmente el mundo de los vivos entre éstos y los procariontes carentes de núcleo. Engels escribió: “en la vida orgánica la formación del núcleo celular debe considerarse asimismo como una polarización del material proteínico vivo, y desde la simple célula en adelante la teoría de la evolución demuestra que cada avance hasta la planta más complicada por un lado, y hasta el hombre por el otro, se realiza en continuo conflicto entre la herencia y la adaptación”27.
Las primeras formas de vida se reproducían dividiéndose en seres vivos idénticos genéticamente a los progenitores. Aquí la evolución avanza muy lentamente pues las mutaciones sólo operan sobre el ADN de un individuo. En algún momento, haces unos 1,200 millones de años hubo una “falla” en la replicación, gracias a la cual la vida no será tan aburrida: surgió el sexo. Un privilegio del que no gozan las pobres bacterias y los miserables ángeles. Tal vez parte del material genético de una célula que había sido alimento de otra se combinó con la primera, quizá células aglomeradas por simple electromagnetismo compartieron sus genes en el momento mismo en que estaban en proceso de replicación, o algún virus introdujo el material genético ajeno en una forma primitiva de inseminación. Posiblemente no sea casual que los virus y las células espermáticas sean tan inquietantemente parecidas –proteínas envolviendo material genético-, si la reproducción sexual evolucionó a partir del contagio viral, éste sería una forma primitiva de sexo- sexo tóxico y nocivo-. Sea como fuere el intercambio genético permitió a la selección natural tener más elementos qué seleccionar -ya que las mutaciones son más frecuentes cuando se combinan dos códigos diferentes – y aceleró de forma espectacular la evolución. A diferencia de lo que sostiene la biblia con el pecado original, la evolución impulsó y favoreció a aquellos seres vivos que se reprodujeron mediante el sexo. La reproducción asexual favorece la cantidad -una bacteria se puede reproducirse en sólo 15 minutos-, le preproducción sexual exige más energía y da menos descendientes, pero favorece la cualidad, al aumentar la variabilidad genética. A largo plazo la cualidad domina sobre la cantidad.
Hace unos 750 millones de años surgió una comuna, algo más compleja que la comuna de una célula con sus organelos. La comuna es la pluricelularidad. No sólo va a beneficiar a la colonia celular al compartir energía, ante todo va a favorecer la diferenciación celular y la división del trabajo, hasta el punto en que esas células especializadas ya no podían sobrevivir aisladamente; se convirtieron en un solo organismo donde las partes son ya inconcebibles sin el todo. Esta especialización se va a manifestar en forma de los tejidos, órganos y sistemas propios de los organismos complejos, y en las diversas estructuras que van a explotar en el periodo cámbrico (hace 500 millones de años), los diseños fundamentales de la vida macroscópica que están presentes hasta la actualidad: sistema óseo, ojos, sistema nervioso, sistema circulatorio, etcétera. Somos parte de una colección de “plantillas universales” que varían ligeramente –esencialmente nuestro esqueleto no difiere estructuralmente del de una trucha- y que fueron posibles gracias a la pluricelularidad y al metabolismo aeróbico.
Al principio las colonias celulares no estaban especializadas, simplemente era una unión entre iguales para sobrevivir, era una cooperación simple; luego las células se especializaron en tareas separadas y finalmente se dividieron en estructuras diferenciadas cualitativamente. La unión inicial pudo darse por fallas en la división -de tal forma que las dos células permanecieron unidas-, por aglomeración, o por una variación en la fagocitosis donde el alimento se convirtió en aliado del depredador. Algo similar sucede con las etapas sucesivas que Marx describe en El Capital: cooperación simple, manufactura y gran industria. Negación de la negación, innegable tendencia a la complejidad. Sagan escribió que “Cada célula de nuestro cuerpo es una comuna, con partes que antes vivían libremente y que se han reunido para el bien común. Y nosotros estamos compuestos por cien billones de células. Cada uno de nosotros es una multitud”.28
Conclusión
“La vida es hermosa, ¡Que las generaciones futuras la limpien de todo mal, opresión y violencia y la disfruten al máximo” (Trotsky)
La vida es rara pero inevitable, evanescente y frágil, pero se abre camino. El material para su surgimiento está en todo el cosmos, pero sólo en condiciones muy particulares esa materia cobra vida. El cosmos en perpetuo movimiento genera, de tiempo en tiempo, oasis para la creciente complejidad de la materia orgánica, donde ésta puede alzarse hasta la vida e incluso hasta la conciencia: materia capaz de pensarse a sí misma. Una serie de saltos cualitativos separa a la materia inerte de la materia viva, donde la posibilidad abre paso a la inevitabilidad, es como un topo que cava su camino debajo de la superficie, para surgir de vez en cuando. En el cosmos las nubes estelares de materia orgánica –entre otras formas de materia inorgánica- son solo una semilla que muy rara vez revela su potencial, lo posible es una rama entre millones de ramificaciones, una posibilidad entre millones, al límite de la imposibilidad. La cantidad de materia cumulada en esas nubes da el salto cualitativo cuando se condensan en estrellas y planetas, pero aun aquí lo posible es aun improbable. Otro punto cualitativo está en el tamaño, distancia y composición de los planetas respecto a su estrella. Sólo en determinado punto cuantitativo puede existir la cualidad: atmósfera, la energía y el agua líquida donde la materia orgánica puede entrar en una espiral de complejidad, retroalimentación e interacción crecientes. Aquí, lo que antes era una posibilidad entre millones se torna en inminencia, cuestión de tiempo.
En un parpadeo cósmico surgen las formas más primitivas de seres con un delicado intercambio químico con su entorno, de un movimiento de incorporación y excreción de sustancias, con ciclos químicos internos entrelazados, capaces de reproducirse. Los procesos químicos que antes se daban sueltos y aleatorios en ese mar orgánico, ahora se superan en una síntesis armónica, cíclica y entrelazada. La materia se individualiza en un medio interno y externo que posibilita el metabolismo a través de una barrera delicada, una membrana de lípidos que marca el surgimiento de lo vivo. Dialéctica de vida y muerte, incorporación y excreción, desplazamiento entre lo viejo y lo nuevo. Dentro de ese medio celular una espiral genética se autocodifica, se complica; conteniendo viejos episodios evolutivos superados, a veces ya inútiles o reciclando viejos códigos en nuevas funciones. Nace la vida como manifestación más compleja del movimiento.
Esas estructuras celulares aparentemente insignificantes y delicadas transformarán el medio que las creó, la causa y el efecto intercambian lugares, todo se convierte en su contrario. La vida cambia la composición química de su atmósfera posibilitando nuevos saltos en complejidad. Lo que entes era un medio favorable se convierte en venenoso, y lo que antes hubiera matado, ahora es requisito indispensable para formas más sofisticadas. Las células evolucionan incorporando nuevas funciones, nuevos organelos, nuevas formas más complejas de reproducirse. Se agrupan, crean fenómenos de dependencia mutua en formas pluricelulares, en que las células se especializan en órganos, en seres formados por millones y millones de células. La forma celular se convierte en contenido, en nuevos contenidos y nuevas formas. La vida explota en variación, formas en hábitats asombrosos. Las viejas formas permanecen subordinadas en especies mucho más complejas. Pero la vida se abre camino a través de grandes periodos de extinción masiva, donde los eventos más dramáticos de muerte en masa son requisito indispensable para nuevos ascensos y donde los brotes crecen y se desarrollan. Los periodos largos de calma y el desarrollo vertiginoso, repentino se intercalan e impulsan mutuamente.
¿Qué manifestación más increíble de movimiento, de espiral de desarrollo, de polaridad entre vida y muerte, lo nuevo y lo viejo, que la propia y vida? Y eventualmente esos seres vivos, en interacción con su medio, tendrán un sistema nervioso, formas primitivas e instintivas de conciencia y, en un punto determinado, conciencia social, capaz de reproducir la larga historia cósmica de la que todos provenimos. Hegel creía que la evolución de la realidad –incluida la realidad material- era, en el fondo, el desarrollo del espíritu absoluto, que cobraba conciencia de sí mismo. Pero es exactamente el revés, el espíritu es el producto –en última instancia- del desarrollo dialéctico de la materia. Esto es materialismo, materialismo dialéctico.
Notas
1 Marx, El Capital, Tomo I, México, FCE, 2001, p. 247.
2 Engels, Dialéctica de la naturaleza, México, Grijalbo, 1983, p. 33.
3 Marx, El Capital, Tomo I, México, FCE, 2001, p. 247.
4 Carl Sagan, Cosmos, Madrid, Planeta, 1985, p. 233.
5 Lazcano, Antonio; El origen de la vida, evolución química y evolución biológica, México, Trillas, 2004, p. 30.
6 Engels, Antidühring, México, Grijalbo, 1962, p. 71.
7 Oparin, Alexander; El origen de la vida, México, Colofón, 2007, p. 44.
8 Lazcano, Antonio; El origen de la vida, evolución química y evolución biológica, México, Trillas, 2004, p. 41
9 Jay Gould, Stephen, El pulgar del panda, Barcelona, Orbis, 1986, p 230.
10 Lazcano, Antonio; El origen de la vida, evolución química y evolución biológica, México, Trillas, 2004, p. 40.
11 Engels, Dialéctica de la naturaleza, México, Grijalbo, 1983, p. 236.
12 Asimov, Opus 100, Madrid, Alianza editorial, 1985, p. 164.
13 Oparin, Alexander; El origen de la vida, México, Colofón, 2007, p. 80.
En el mundo, especialmente Latinoamérica, hay una gran efervescencia, millones de personas salen a las calles decididamente empeñados en no dejar pasar más políticas de ajuste económico conocidas vulgarmente con el nombre de neoliberalismo. En ese contexto se está vendiendo también una falsa ilusión según la cual el problema se resuelve eliminando la palabra neoliberalismo de los programas de gobierno pero sin cuestionar las bases capitalistas en las cuales se funda. Durante los últimos veinte años, de hecho, hemos visto cómo surgen gobiernos que se dicen anti neoliberales pero que al final de cuentas no aciertan a implementar una política radicalmente distinta.
En México, el presidente Andrés Manuel López Obrador se ha declarado enemigo número uno del neoliberalismo, lo ha denunciado hasta la saciedad, pero, nos preguntamos ¿qué fundamentos se requieren para afirmar que el neoliberalismo, entendido como política económica, ya no domina en México?
¿Cómo surge el neoliberalismo?
En términos económicos, el capitalismo en su versión más tradicional llevó a profundas catástrofes humanas durante el siglo XX. Las guerras mundiales, la competencia abierta en el terreno internacional, las batallas entre trasnacionales, en suma, el imperialismo llevó sus conflictos económicos al terreno de guerras entre naciones, las cuales llevaron a la humanidad a una situación límite.
Terminada la segunda guerra, el capitalismo ensayó intentos por ponerle ciertos controles al sistema que evitaran que la competencia los volviera a llevar al borde del colapso. Surgen entonces los acuerdos comerciales, la creación del Fondo Monetario Internacional y una política de crecimiento basada en la intervención del estado en la economía como capitalista principal. Esto sucede no solo en México sino incluso en Estados Unidos y en Europa. El nivel de destrucción de la segunda guerra permitió que, en las décadas inmediatas posteriores, se creara un marco para una fuerte expansión del mercado interno de cada uno de los países centrales y con ello hubiera el espacio de un crecimiento económico más o menos estable hasta mediados de los sesentas. Se llegó a hablar de pleno empleo en los países de Europa occidental.
En los piases dependientes, especialmente en América Latina, se vivieron procesos similares pero inducidos por otras causas. El principal móvil de crecimiento fue la demanda de materias primas que requería el crecimiento de los países ricos y que permitían precios relativamente ventajosos. La industrialización de la región se vio apoyada, en un primer momento, por esta situación internacional ventajosa, al mismo tiempo el capital internacional intervenía en dichos procesos exportando a los países dependientes tecnología y estableciéndose como socios del estado en casi todas las fases del proceso económico. Ruy Mauro Marini incluso estudio el proceso titulándolo “Teoría de la dependencia”.
Conforme se fortalecen las economías de los países más poderosos y se establece un control de la producción de las materias primas que requieren, los precios de las mismas comienzan a caer en picada. Esto llevó a la mayoría de los países latinoamericanos a endeudarse para mantener el ritmo de crecimiento. Los países capitalistas dominantes, por supuesto, ganaban de todas, todas, dado que prestaban a altas tasas de interés dinero que se emplearía para cubrir los costos de las importaciones de bienes de capital y de consumo de los propios países ricos. América Latina, y también México, vivió un proceso paradójico, la industrialización llevaba a un proceso de descapitalización constante que obligaba a endeudarse más y más. El cambio no llegó producto del círculo vicioso que acabamos de describir, sino de la crisis internacional de principios de los setentas. En el capitalismo las crisis son inevitables y la ocurrida en los setentas, que tuvo como causa aparente el incremento de los precios del petróleo, apareció teniendo al estado como el propietario de una buena parte de empresas capitalistas, así que la crisis los llevó a casi un colapso de las finanzas estatales.
Los Estados Unidos, particularmente, decidieron abandonar el patrón oro para basar el tipo de cambio con respecto a otras monedas. De ahí en adelante el dólar mismo seria la moneda de referencia internacional, por obra y gracia de su regalada gana y además porque en esos momentos la mitad de la producción industrial mundial era controlada por ellos.
En cualquier país emitir moneda de forma arbitraria generaría una devaluación inmediata pero en Estados Unidos no, dado que dicha emisión sería respaldada como válida para comprar bienes y servicios en todo el mundo, además ese papel moneda podría ser mandado a los países dependientes en calidad de préstamo y retribuido con bienes, servicios o dinero con respaldo real, es decir, vimos un lavadero de dinero mundial A la larga esta situación generaría distorsiones que pondrían en riesgo al capitalismo mismo, pero de momento la situación se salvó, especialmente para los Estados Unidos.
A los norteamericanos les bastaba con imprimir billetes para adquirir lo que quisieran en donde quisieran. Consideraron que era urgente deshacerse de todas las empresas estatales posibles dado que podían ser un lastre para las finanzas del estado en tiempo de crisis económica. Ello particularmente fue más dramático en el caso de Inglaterra donde durante la década de los ochentas se implementó un ajuste a rajatabla en función de la nueva política que llevó a la destrucción de sectores enteros de la industria.
¿Cuáles son las características del “neoliberalismo”?
El discurso del “neoliberalismo” es diametralmente contrario a su práctica real. Empleando el poder del dólar exigieron la apertura indiscriminada de todas las barreras arancelarias de los países dependientes mientras creaban todo tipo de barreras para los productos que consideraban desventajosos para sus economías. El billete verde requería circular con fluidez, la disposición de millones y millones de dólares que ofrecer a los países dependientes se acompañaríacon políticas de reestructuración capitalista acorde a las necesidades del flujo de capitales de los países pobres a los países ricos. No obstante, a nivel mundial, ante cada dificultad económica privada el Estado no dudaba en efectuar rescates a costa de incrementar la deuda pública una y otra vez.
Los otros países industrializados, especialmente Europa y Japón, podrían tomar una parte del pastel de manera subordinada a los Estados Unidos en sus zonas de influencia y basándose siempre en el imperio del dólar. Hablamos de la década de los ochentas, en dicho periodo el reajuste llevó a América Latina a un colapso económico impresionante, todas las dictaduras latinoamericanas cayeron en este periodo y en el caso mexicano la hegemonía del PRI también se derrumbó.
Los flujos de capital internacional requerían nuevos espacios de inversión, de tal modo que se construyeron dentro de los países dependientes regiones de nuevo desarrollo industrial subordinado, regiones y sectores enteros de las economías locales totalmente dedicadas a satisfacer las necesidades del mercado mundial y con poco o ninguna relación con las economías locales, cuya importancia se basada en el sostenimiento de una mano de obra barata. Ello implicaba bajos salarios, pocas o ninguna prestación y por supuesto suprimir las pensiones o, mejor aún. convertir los sistemas de pensiones en otro espacio para hacer negocios.
Particularmente en Chile se impusieron de manera salvaje estas políticas a través de la dictadura militar, el plan se implementó de una manera prácticamente dogmática. Todos los servicios sociales se convirtieron en negocios privados y prácticamente sin generar contrapesos o subsidios que palearan un poco la situación precaria.
En este proceso se fue generando un nuevo tipo de clase media, multitud de profesionistas puestos al servicio del “neoliberalismo”, funcionarios dedicados a sacar los máximos beneficios para las trasnacionales con el consiguiente desarrollo de un mercado de bienes de consumo para ellos, una franja de elementos reaccionarios que, siempre dispuestos a recoger las migajas de sus señores están dispuestos a promover la “ruptura de dogmas de nacionalismo, izquierdismo, etc.” Así pues, eliminación de barreras arancelarias para los países ricos, privatización de empresas del estado, una nueva industria dedicada exclusivamente al comercio exterior, convertir los servicios sociales en negocios privados, flexibilización del mercado laboral (despido libre y destrucción de las pensiones), son algunos de sus elementos.
En el terreno político la idea es que el estado funja como un facilitador de los negocios y no como un organismo con capacidad de decisión sobre asuntos económicos, por ello se construyen organismos directamente controlados por la burguesía… perdón, de la llamada sociedad civil. El sistema bancario está regido por un banco autónomo que no tiene la necesidad de consultar con el gobierno.
La creación de organismos autónomos para todo los que no estén sometidos a la voluntad popular sino a los designios de los “especialistas” todos elementos de la elite y de sus intelectuales orgánicos y, por supuesto, con periodos de funcionamiento ajenos a los cambios políticos generan esencialmente un régimen cada vez más independiente de la voluntad de la población, que un mal día podría volar por un “izquierdista descontrolado”.
¿Y la corrupción? Claro que también es un problema grave, pero esta no es causa, es efecto; la burguesía convive en el neoliberalismo con un estado que esta confesionalmente a su servicio, no tiene que temer de él, los funcionarios pasan del servicio público a los consejos de administración de las empresas privadas, así que todo queda entre amigos, por lo tanto se respira un ambiente de impunidad. Si las grandes empresas tienen empleados en el gobierno y en los organismos reguladores, entre los legisladores y porque no, entre los jueces, no hay de qué preocuparse.
El escenario que hemos dibujado no es privativo de México, se vive en todo el mundo incluyendo países como Estados Unidos y los europeos, aún más en los latinoamericanos.
¿Cómo puede enfrentarse al “neoliberalismo”?
En todo el mundo solo hay una fuerza capaz de enfrentar dicho contubernio y ponerlo en tela de juicio, esta fuerza es el poder del pueblo trabajador, expresado en sus jóvenes, mujeres, campesinos, obreros, empleados y en conjunto aquellos que Marx conoce con el nombre de proletarios.
En julio de 2018 el hartazgo ante dicho sistema generó el avasallador triunfo de AMLO en México, la derrota de Macri en Argentina y, por supuesto, los estallidos sociales en Ecuador y Chile, tan solo por hablar de América Latina, no obstante en todo el mundo se han desatado rebeliones de los trabajadores.
El descrédito de estas políticas es notorio, no obstante la persistencia en aplicarlas también lo es. En el caso mexicano, AMLO insiste una y otra vez en que el neoliberalismo ha tenido consecuencias funestas en el país y que es necesario cambiar de rumbo, pero nos preguntamos
¿Qué medidas se han tomado en el terreno de política económica que distingan al gobierno e AMLO del neoliberalismo?
¿Existe una alternativa capitalista distinta al neoliberalismo que funcione?
¿Qué medidas se deberían tomar para evitar la catástrofe a la que el capitalismo está llevando este país y a la humanidad?
Las políticas neoliberales en México
En poco más de treinta años México ha reconfigurado su economía en función de los dogmas capitalistas en boga, de manera resumida tenemos
1.- Composición de la inversión del país. En 1982 aproximadamente se dedicaba el 30% del PIB a la inversión, aproximadamente un 15% por parte del estado y un 15 % por parte de la iniciativa privada, pero en el 2018 la parte del estado correspondía al 2% y la parte de los capitalistas privados al 14%. En suma, el Estado abatió su parte y la burguesía la disminuyo.
2.- En 1980 había en el país más de 500 empresas estatales y para 2019 solo quedan 2: Pemex y CFE
3.- Los sistemas de pensiones privados. En 1980 el sistema de pensiones dependía totalmente del estado y todos de carácter solidario, es decir cumplido cierto tiempo de cotización se tenía derecho a una pensión de por vida. Para el año 2018 el total de monto que acumulan los sistemas privados de pensiones llega 4 billones 600 mil pesos, es decir prácticamente el 20% del PIB. Lo paradójico de este sistema es que la mayoría de los cotizantes no tiene garantizada una pensión más que del 30% de sus ingresos de la vida laborable y por un periodo definido de tiempo, es decir que si vives más de la cuenta ya no se te pagara nada.
4.- El peso del comercio exterior. En 1990 el comercio exterior representaba el 15% del PIB, en el año 2018 el peso del comercio exterior respecto del PIB era del 75%, casi todo orientado hacia los Estados Unidos.
5.- El rescate bancario que no existía en la década de los ochentas. En los noventas se destinaron 700 mil millones de pesos, pero ahora su monto ha crecido a 2 billones de pesos.
Estos rasgos determinan la profunda transformación que México vivió en torno a 30 años en el terreno económico y obviamente suponen una modificación de su estructura legal que se ha venido sucediendo desde el sexenio mismo de Miguel de la Madrid. Todas ellas acordes con cobijar los cambios que ya hemos señalado pero que se expresan de manera nítida en lo que respecta a las relaciones laborales. En 1980, efectivamente, el peso del aparato sindical corporativo era tremendo, en este sentido dado que era necesario para contener las luchas de los trabajadores, no obstante a la larga resultaba costoso para los capitalistas y al final ni siquiera eran útiles como mecanismo de contención política.
El objetivo de las reformas en materia laboral suponía la “flexibilización” es decir reducir los costos por despido y prestaciones de distinta índole, para ello se empleó la destrucción de los contratos colectivos de trabajos, la atomización de los sindicatos entre otras cosas, derivado de ello el nivel de sindicalización cayo en todo este periodo de un 20% a un 13% y la cantidad de trabajadores sin contrato colectivo supera la mitad del total para este año.
Otro tema que está vinculado con cada uno de los anteriormente citados es del de los recortes al gasto social, no obstante, este se ha quedado más en intenciones que en efectivos resultados, si bien se han eliminados subsidios a la producción estos se han trasladado al consumo, no por voluntad del gobierno, sino por las implicaciones políticas de un estallido social, siempre latente en México, al menos desde 1985.
Ahora bien, revisando estos parámetros ¿Cuál es el panorama económico de México y cuáles han sido las medidas que lo diferencia, de los anteriores gobiernos neoliberales?
El estado de la economía
En esencia, no se ha implementado en el terreno económico ninguna medida que lo diferencie de los anteriores regímenes. Es cierto que el actual gobierno, sin lugar a duda ha puesto freno a la continuación de las políticas de entrega del sector energético que aún quedaban y al reinado de los organismos reguladores “autónomos”. No obstante, en general, solo ha gestionado la política económica que se ha aplicado en México desde hace treinta años con resultados dispares. Por ejemplo, si bien se han suspendido los perdones fiscales la disminución del ritmo de crecimiento económico ha llevado a una disminución de la recaudación, esto ha forzado a que el gobierno tenga que recurrir a 150 mil millones de pesos del fondo de estabilización. Hubiera sido muy sano que dicho monto se empleara para algún desarrollo productivo y no para cubrir los faltantes del gasto.
El estímulo al sector privado sigue boyante, recientemente se dio a conocer un acuerdo por medio del cual se impulsarán inversiones privadas por 180 mil millones de pesos, En dirección opuesta está la inversión del estado cuyo gasto en infraestructura cayó un 5.45% respecto del año anterior, un subejercicio casi de 150 mil millones de pesos. Los macroproyectos si bien representan promesas de desarrollo estos aún siguen en el plano de proyectos y de forma paralela el Estado anuncia inversiones privadas en proyectos de infraestructura por 160 mil millones de pesos, repitiendo el esquema de sustituir inversión pública por privada.
La banca a lo largo del año ha tenido un beneficio de 121 mil millones de pesos, en suma, sus ganancias crecieron un 9.2%, ésto contrasta con un crecimiento cero de la economía a lo largo del año. En un contexto en donde no hay creación de riqueza nueva, el aumento de los beneficios de la banca representa una transferencia de recursos.
La estrategia fundamental de crecimiento económico sigue siendo el comercio exterior, el cual en sí mismo representa prácticamente el 40% de toda la América Latina, Brasil le sigue muy de lejos con apenas la mitad de lo que exporta México, ello a pesar de la severa contracción de sectores como el del automóvil.
El tamaño del comercio exterior explica la razón por la cual el tipo de cambio se ha mantenido estable, una severa caída del peso frente al dólar significaría una ventaja competitiva respecto a los Estados Unidos.
¿Se puede reactivar el crecimiento?
En el marco de la estrategia que ha implementado el gobierno definitivamente no, ya que sigue sumido en la misma lógica de los gobiernos anteriores; es decir, políticas de contracción sacrificando el crecimiento en aras de “equilibrios macroeconómicos”.
No obstante, una política de inversión pública intensiva que recupere la participación del estado a un nivel que incremente en un 2% el PIB anualmente permitiría un poderoso estímulo.
La nacionalización de la banca es clave para este propósito, dado que como vimos, estamos hablando de 120 mil millones de pesos en beneficios que van a para a manos de los oligarcas nacionales y a las matrices de Estados Unidos y Nueva York. Lo mismo sucede con el negocio de las telecomunicaciones en el cual el Estado tiene una injerencia raquítica.
En suma, es necesario convertir al sector social de la economía en el principal impulso del crecimiento sobre la base de eliminar el poder de la oligarquía y sustituirlo por el de los trabajadores.
Estas iniciativas deberían ser acompañadas con una política enérgica de apoyo a la revolución latinoamericana. Los trabajadores mexicanos no tenemos el camino, sin duda una transformación económica como la que señalamos implica sacrificios, pero la meta sería una autentica transformación económica, sin la cual los cambios a los que espiramos como trabajadores se quedarían en simples utopías.
Mantener la política neoliberal común hasta ahora implica sacrificios, luego de los cuales el deterioro tanto familiar como colectivo se hace más patente. Urge un viraje, un auténtico cambio de rumbo, que rompa con lo que conocemos como neoliberalismo que no es otra cosa que el rostro actual del capitalismo.
El 24 de noviembre de 1919 se reúnen en la Ciudad de México un puñado de activistas y miembros del recién formado Partido Socialista Mexicano –se había integrado apenas 3 meses atrás, el 25 de noviembre– y en esta reunión deciden cambiar el nombre a Partido Comunista Mexicano y escoger tres delegados para asistir al Segundo Congreso de la Internacional Comunista. Los tres delegados a esta reunión representando al proletariado mexicano son: Manavendra Roy, Evelin Roy y Charles Phillips. Los tres son inmigrantes que vienen de Norteamérica, en el caso de los hombres, uno huyendo del servicio militar obligatorio y el otro tratando de escabullirse del Servicio Secreto Inglés el cual le seguía los pasos por ser un nacionalista radical indio (Manavendra Roy). Es en esta accidentada asamblea donde son citados los miembros de la capital, el Partido Socialista deja de existir y nace el primer PCM.
El contexto nacional
Como bien lo comenta la escritora Elvira Concheiro, los comunistas mexicanos son hijos de dos revoluciones, una de ellas es la mexicana que estaba a punto de entrar, en 1919, a una nueva fase después de que la guerra revolucionaria campesina había terminado (1914-1915) y el constitucionalismo había derrotado a los ejércitos de Villa y Zapata. La huelga general de 1916 también había sido derrotada y la base para pacificar el país estaba comprometida con un nuevo “pacto social” -la constitución de 1917-, en la cual se plasmaban derechos de los trabajadores y campesinos, a pesar de la oposición de Carranza. Estas leyes progresistas eran fruto de las fuerzas radicales nacionalistas y obreras que aún se mantenían dentro del constitucionalismo.
El gobierno de Venustiano Carranza se apoyó en las diferentes fuerzas sociales, como la Casa del Obrero Mundial, organizaciones campesinas; en los dirigentes militares de varias regiones y la débil burguesía nacional para agrupar una fuerza, lo suficientemente fuerte, para derrotar a los poderosos ejércitos campesinos. Además, esto coincide con un repliegue de las masas campesinas y el comienzo del reflujo de la lucha revolucionaria.
Una vez que Carranza y Obregón aplastan a la insurgencia campesina, se deshacen de sus antiguos aliados y se mantienen en el poder gracias al apoyo de los caudillos y militares, el Estado es demasiado débil para impulsar lq democracia burguesa, la forma en que se estructura el Estado es de forma bonapartista -se recarga el poder en un solo hombre y el apoyo que tiene es burocrático-militar-policíaco, que se apoya en las diferentes clases en pugna y que aparece como neutral pero que al final refuerza el dominio capitalista-.
Hay un periodo de relativa calma que dura dos años (1917-1919) y ésta se rompe por la irrupción violenta de la clase obrera en la escena. El periodo de 1919 a 1922 son años de una rebelión obrera que lucha por salarios dignos, contratos colectivos, la sindicalización, etc. Todos estos derechos formalmente ya existían en la constitución, sin embargo, no se respetaban. Por el contrario, la patronal junto al gobierno hacían todo lo posible porque las luchas se perdieran y reprimían violentamente los intentos de organización.En algunos estados hay excepciones, por ejemplo, en Yucatán o Veracruz, donde los gobernadores radicales progresistas apoyaban las demandas de los obreros y presionaban para que los empresarios las cumplieran.
En este periodo se forman las dos organizaciones obreras más importantes del momento. La Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), fundada en 1918, era una organización encabezada por Morones, que es precursor de los dirigentes sindicales charros o vendidos. Planteando la idea de que las luchas obreras no solo tenían que ser por mejoras económicas, sino políticas, buscó alianzas con el gobierno de Carranza y después se consolidó bajo el gobierno de Obregón. Después de que asistieron a la asamblea del partido Socialista en agosto de 1919 y que no pudieron obtener nada para su beneficio, formaron el Partido Laborista de México, este era un partido a sueldo del gobierno que le servía como tapadera.
La otra gran central que se forma es la Confederación General de los Trabajadores (CGT), se funda en febrero de 1921. En ella se agrupan los diferentes grupos anarquistas y comunistas para hacer un contrapeso a la CROM. Su política es anarquista, rechazan cualquier trabajo político y su método es la acción directa. La CGT es la que encabeza las luchas más duras y donde el Partido Comunista juega un papel destacado hasta que es echado por intrigas de los grupos anarquistas, esta confederación formó parte de la Internacional Sindical Roja.
En términos políticos, el levantamiento de Obregón contra Carranza también marca un punto de inflexión de la vida y conformación del PCM. Muchos de los dirigentes del nacionalismo revolucionario o declarados socialistas que se estaban orientando al joven Partido Comunista, se unen al levantamiento de Obregón y rompen con el PC, el caso más emblemático de esto es el del dirigente del Partido Socialista de Yucatán, Felipe Carrillo Puerto el cual fue miembro, por unos meses, del PCM pero que rompe en el momento del levantamiento obregonista.
La influencia de la revolución rusa
La otra fuente que inspiró el nacimiento del PCM es, claro está, la Revolución Rusa de 1917. Este acontecimiento tuvo un gran impacto a nivel internacional, era la respuesta de un pueblo pobre y hambriento, cansado de la guerra que se rebelaba contra su gobierno y asumían el poder. La primera vez que la clase obrera derrotaba a la burguesía, asumía el poder y derrumbaba el capitalismo. Esto fue un aliento fresco en medio de la brutal guerra imperialista. Hubo levantamientos revolucionarios en varios países influenciados por los acontecimientos en Rusia: En Hungría se instauró por un breve periodo de tiempo la república socialista; hubo toma de fábricas por parte de los obreros en todo el norte de Italia en 1919; una insurrección obrera en Babaría; una huelga general en España en 1918; la revolución alemana en 1919, 1921 y 1923; una huelga general en Gran Bretaña en 1926, la revolución China de 1926-1927; etc.
Los obreros más radicalizados, en todas las partes del mundo veían como ejemplo a seguir lo que sucedía en Rusia. El continente americano no fue la excepción.
Las noticias que llegaron sobre la revolución bolchevique a México son muy confusas y llegaron con meses de retraso (tenemos que imaginarnos un mundo sin internet y redes sociales). Los primeros medios que dieron a conocer las noticias fue la prensa burguesa la cual expone los acontecimientos como locuras y delirios anarquistas. Estos periódicos publicaron artículos de Lenin, Trotsky, Bujarin y demás dirigentes del partido bolchevique.
El otro sector que dio a conocer las noticias de la revolución bolchevique fueron los anarquistas, los cuales estaban organizados en decenas de agrupaciones políticas y gozaban de gran influencia en el movimiento sindical. También hubo ciertas distorsiones en sus artículos y comunicados que pintaban a los soviets como el sueño anarquista, hablaban sobre la realización de los planteamientos anarquistas en la tierra.
Por medio de estos informes, diferentes personalidades de la revolución mexicana se enteraron de los acontecimientos en Rusia. Emiliano Zapata escribió una carta al general Genaro Amezcua que se encuentra en La Habana, Cuba, hablando sobre la importancia de entender la trascendencia de la revolución: “Mucho ganaríamos, mucho ganaría la humana justicia, si todos los pueblos de nuestra América y todas las naciones de la vieja Europa comprendiesen que la causa del México revolucionario y la causa de la Rusia irredenta, son y representan la causa de la humanidad, el interés supremo de todos los pueblos oprimidos”.
El ala del nacionalismo radical que se mantuvo militando dentro del Constitucionalismo también se manifiesta de forma favorable a la revolución rusa.
Dos de las figuras más relevantes son Felipe Carrillo Puerto y Francisco Mújica. Ambos serán, en el siguiente periodo, gobernadores, uno del estado de Yucatán y el otro de Michoacán.
Por otros medios, pero también manifestándose a favor, en un primer momento, están los hermanos Flores Magón, particularmente Ricardo es entusiasta en el primer periodo sobre la revolución rusa, escribe sobre ella, llama a replicar su ejemplo y mantenerla como el punto donde los trabajadores mexicanos tienen que llegar. Este entusiasmo se termina cuando comienzan los conflictos entre los anarquistas rusos agrupados en el Ejército Negro de Magno y el Ejército Rojo bolchevique.
La Tercera Internacional y la formación del PCM
La idea de los bolcheviques en Rusia no era, de ninguna forma, la construcción del socialismo en un solo país, esta idea reaccionaria es fruto del proceso de degeneración burocrática que se desata después de la muerte de Lenin, en 1924 -esta idea contraviene las ideas más generales del internacionalismo proletario que plantea el marxismo-. A pesar de la guerra civil y del bloqueo económico y militar del imperialismo, en enero de 1919 se reúne el primer Congreso de la Internacional Comunista (IC), esto significó un gran paso adelante en la organización del movimiento comunista a nivel internacional. Donde mayor influencia tiene el llamado de la IC es en Europa, ahí se viven grandes escisiones de masas de los partidos reformistas para sumarse a las filas comunistas.
En ese primer congreso de la IC sólo pudo estar presente del continente americano el famoso periodista John Reed. Lo importante de este congreso es la conformación del Comité Ejecutivo Internacional el cual tiene la tarea de producir las resoluciones más importantes de la Internacional, así como organizar el trabajo de lo que serán los futuros partidos comunistas. Para dar seguimiento a todo el mundo se forman Burós de apoyo al trabajo, El Buró de Ámsterdam fue el encargado de dar seguimiento al trabajo en América para formar los PC.
En México no existía un partido socialdemócrata de masas, como en los países europeos, en el cual hubiera cuadros marxistas. Sí existían algunos Partidos Socialistas que eran muy pequeños y muchos eran utilizados como cotos de poder personal para negociar con el gobierno. El único Partido Socialista de masas que había en el país era el de Yucatán (PSY) –más tarde del Sureste- con Felipe Carrillo Puerto al frente. En la capital había un grupo de socialistas que se había formado desde 1912 gracias a un militante del Partido Socialdemócrata Alemán que había sido exiliado en México, llamado Paul Zierold, quien forma, junto a un abogado socialista, Santibáñez, el Partido Obrero Socialista (POS).
En 1917, el año de la revolución rusa, el grupo del POS era muy pequeño y tenía poca participación en la lucha de clases.
Fue con la llegada de algunos migrantes que venían huyendo de los EE.UU., por diferentes razones, que el grupo vuelve a retomar su publicación y comienza un proceso de discusión sobre o que sucede al otro lado del mundo. Especialmente son dos, los que influyen de forma importante en el grupo de socialistas mexicanos, por un lado, está Manavendra Roy y su esposa Evelyn, ellos entran en contacto con el grupo de Socialistas en la capital y rápidamente se vuelven en los promotores de su periódico, también lo financian. El otro emigrante es un americano llamado Charles Phillips (utilizará otros sobre nombres en su estancia en México), él es militante del Partido Socialista Estadounidense y también se involucra en la lucha política nacional. Hay muchos otros migrantes que van a jugar un papel importante en la lucha de clases, por ejemplo, Robert Haberman, quien influirá decisivamente en Carrillo Puerto y el PSY. Estos migrantes vienen mejor preparados, con más conocimiento de lo que sucede en Rusia, y comienzan a agitar sobre una reunión de socialistas.
Para mediados de 1919 aparece en las calles de la Ciudad de México la convocatoria para una Conferencia Socialista. La convocatoria es muy confusa políticamente, sus objetivos eran la discusión sobre lo que sucedía en Rusia y escoger un delegado para mandarlo al Congreso Internacional de Berna, de la segunda internacional. El 25 de agosto comienza la reunión con una fuerte discusión. Están representados tres fuerzas antagónicas; por un lado, los socialistas encabezados por Manavendra; los anarquistas del periódico Luz y un grupo de dirigentes oportunistas, encabezados por Luis N. Morones.
Cuando termina la reunión los anarquistas se han retirado, pues una de las decisiones de la reunión ha sido la formación de un partido, el Partido Socialista de México. El otro grupo que se ha ido son los oportunistas de Morones. Otra de las resoluciones trascendentes de la reunión es que se decide, no mandar un delegado al congreso de la segunda internacional, sino vincularse con la Internacional Comunista, es decir con el sector más radical de la lucha internacional.
Poco tiempo después de terminar la reunión, llega al país el primer bolchevique que pisa suelo mexicano, Borodin (este hombre fue uno de los agentes del estalinismo que llevo adelante la desastrosa política del frente popular en China la cual causó la muerte de miles de obreros y comunistas). Miembro del partido bolchevique y exiliado en EEUU fue el encargado a venir a México, para aprovechar los antagonismos que existían entre el gobierno de Venustiano Carranza con el imperialismo americano, y que México estableciera negocios con la Rusia soviética. Otra de las tareas era encontrar un vínculo con los sectores más a la izquierda para formar el Partido Comunista. Borodin se reunió con Manavendra y parte de la dirección del nuevo Partido Socialista, seguramente acordaron el convocar una asamblea extraordinaria, la cual se desarrolló el 24 de noviembre, y en esta reunión, con un puñado de presentes, se decide cambiar el nombre a Partido Comunista de México y escogen a tres delegados (Manavendra Roy, Evelyn Roy y Charles Phillips) para participar en el Segundo Congreso de la Internacional Comunista. Además de esto, se escoge como primer secretario general del partido a un informante de la embajada americana Jesé Allen. La reunión vota un comunicado público que se llama “El Partido Socialista Mexicano trata de unificar sus acciones con los partidos comunistas de otras regiones”, en ella anuncian el cambio de nombre del partido.
Los primeros pasos en la consolidación
Se puede decir que el primer congreso del naciente Partido Comunista de México es una maniobra impulsada por Borodin y el grupo del recién Partido Socialista de México en la capital del país. No se sabe bien la cantidad de los asistentes, pero lo que sí se sabe es que los demás grupos de los diferentes estados no fueron avisados de esta reunión. De los 3 delegados al congreso mundial solo uno de ellos regresaría, la familia Roy se quedará en Rusia y después jugarán algún papel en la formación del Partido Comunista en la India. Borodin se queda 3 meses en México y antes de su partida conforma el Buró Latinoamericano de la Internacional Comunista. Una de las grandes tareas de este Buró era convocar a un Congreso latinoamericano a celebrarse en México lo antes posible.
Este órgano hay gente muy cercana a Carrillo Puerto y Francisco Mújica. La partida de los tres delegados y de Borodin dejan al PC en una situación complicada. A lo interno se comienza una lucha fraccional que va a terminar con una pequeña escisión y la declaración de un nuevo partido comunista, esta escisión la encabeza un esotérico americano de apellido Gale. A lo externo, hay una lucha importante entre los anarquistas y el nuevo partido por la influencia en el movimiento obrero, se le suma a esto el levantamiento obregonista. Se acerca al partido un grupo de jóvenes llamados Juventud Igualitaria, el más destacado de ellos y que jugará un papel muy importante en el próximo periodo es José C. Valadez.
Tenemos que decir que la mayoría de la gente que se acerca al PC y que milita en él tiene una formación ideológica y reproduce los prejuicios del anarquismo, esto no se remediará hasta después de una dura batalla de formación política que dará el enviado de la IC, el japonés Sen Katayama.
A finales de diciembre de 1919 el partido publica el periódico llamado El Comunista, que sustituye a El Soviet. El Comunista es una publicación que se mantiene con grandes esfuerzos, juega un papel muy destacado Elena Torres, cercana al grupo de Carrillo Puerto. El ambiente de lucha entre los trabajadores ayudó para que las ideas del partido tuvieran un eco. En Veracruz, por ejemplo, se forma un grupo llamado Revolución Social el cual es encabezado por Manuel Díaz Ramírez, quien también se integrará al PCM y él será el único mexicano que se reúne con Lenin en el tercer congreso de la IC. Otro de los sectores donde el PC tiene una influencia importante y recluta los primeros núcleos es del movimiento radical feminista, este trabajo fue realizado, entre otras, por Evelin Roy, quien formó en la Ciudad de México el Consejo Nacional de Mujeres.
El partido no se pudo mantener sino a partir de grandes esfuerzos y espíritu de sacrificio. Es cierto que la lucha de clases creció fuertemente, principalmente después de que Obregón llega al gobierno.
Entre los grupos anarquistas y comunistas forman un frente único que dura todo el año de 1920 y el resultado de esto es la formación de la CGT a principios del año siguiente. A finales de la década del 20 el PC tenía filiales en Ciudad de México, Orizaba, el puerto de Veracruz y Tampico. Editaban tres publicaciones: Boletín Comunista, Vida Nueva y Juventud Mundial. Hay un desplazamiento del secretario general y quedan al frente del partido José C. Valadez y Díaz Ramírez.
Los delegados de la Internacional
El regreso de Phillips fue muy importante para el partido porque, además de su participación, trajo noticias y textos de lo que se discutió en el congreso de la internacional, por ejemplo, las 21 condiciones de adhesión a la tercera internacional y otras resoluciones sobre el trabajo sindical fueron publicadas en el Boletín Comunista. Otros textos no se difundieron mucho porque contenían ideas que a las ideas anarquistas reinantes dentro del partido no les hacían gracia.
Hasta antes de la degeneración burocrática estalinista, la Internacional se basaba en el convencimiento y la formación política para fortalecer los Partidos Comunistas, en los tiempos de Lenin y Trotsky hubo muchos debates con diferentes partidos y nunca se impusieron ni tomaron alguna medida organizativa para hacer prevalecer sus ideas, su método fue el debate democrático y fraterno, en muchas ocasiones eran debates duros, pero siempre se pudo hablar y tener un punto de vista propio. La forma en que la Internacional funcionaba era como un partido único mundial, no era una suma de partidos. Había una dirección internacional escogida en sus congresos y está dirección tenía la tarea de dar seguimiento al trabajo de las diferentes secciones.
En el Segundo Congreso de la Internacional Comunista se decidió desaparecer el Buró de Ámsterdam y mandar a tres cuadros a América para formar la Oficina Panamericana de la Internacional Comunista. La tarea de esta Oficina era fortalecer el PCM, del de los EEUU y Canadá, y la formación de los partidos comunistas de Centroamérica. Los enviados fueron Louis Friana, un letón-americano, dirigente del partido comunista de los EEUU; el dirigente sindicalista japonés y fundador del Partido Comunista Japonés, Sen Katallama, y Carl Johnson, dirigente del partido comunista canadiense, el cual nunca se paró en México e intrigó contra los otros dos delegados.
De estos, quien jugó el papel más destacado para consolidar al partido fue el japonés Sen Katallama. A pesar de que no hablaba español y que tenía que actuar en la clandestinidad, se reunía de forma regular con la dirección del partido, daba orientación al trabajo dentro de la CGT y ayudaba -fue determinante, diría yo- para ganar una parte de un grupo llamada Federación de Jóvenes Comunistas, los cuales fueron la base para el desarrollo del partido a partir de 1923. Junto con Phillips, Fraina, Valadez y Díaz Ramírez, lograron sentar las bases para los primeros cuadros del partido y comenzar a escribir documentos sobre la historia del movimiento obrero mexicano, análisis sobre la revolución mexicana, etc.
A pesar de los giros bruscos en la política mexicana y la lucha contra los prejuicios anarquistas, el partido logró sobrevivir gracias al seguimiento de la Internacional Comunista.
Aunque la Oficina Panamericana fue disuelta, ya se había dado pasos para la creación de una dirección nacional que pudiera asumir los siguientes retos.
Desgraciadamente con el proceso de degeneración en la URSS, la IC llevó el mismo camino y rápidamente se convirtió en una agencia de burócratas que tenían que defender la política de la burocracia soviética a ultranza, los debates fueron desplazados por la obediencia y de una política revolucionaria se pasó a una colaboración de clases con la burguesía.
Todo esto lo vivió años después el PCM anulándolo como una herramienta de lucha para la transformación socialista de la sociedad. No se pone en entredicho la abnegación y espíritu de sacrificio de sus militantes, pero la política de su dirección siempre jugó un papel de freno en los momentos decisivos. Reivindicar estos primeros años de la formación del PCM y extraer sus experiencias es tarea fundamental para las nuevas generaciones que tenemos como meta de vida la transformación socialista de la sociedad.
La publicación en inglés de El hombre que amaba a los perros por el autor cubano Leonardo Padura es un acontecimiento literario y político importante. Leí esta excepcional novela cuando salió en lengua española y me produjo una profunda impresión. Tenía la intención de escribir una reseña entonces, pero no me fue posible hacerlo por una combinación de circunstancias. Con el mayor de los placeres ahora voy a rectificar esta omisión.
Nacido en La Habana, Cuba, en 1955, Leonardo Padura es un gran novelista, así como periodista y crítico. Es autor de varias novelas, libros de cuentos y varias colecciones de no ficción. Sus novelas protagonizadas por el detective Mario Conde se han traducido a muchos idiomas y han ganado premios literarios en todo el mundo.
Padura es más conocido por sus novelas policíacas, pero El hombre que amaba a los perros pertenece a un ámbito completamente diferente. En mi opinión, con razón, puede ser considerado como un clásico moderno, una combinación de la investigación minuciosa histórica y de la creatividad de un novelista de primer orden.
El título intrigante es el producto de un recurso literario a través del cual el autor intenta vincular los destinos separados de los tres personajes principales: el escritor cubano Iván, el gran revolucionario ruso León Trotsky y su asesino, Ramón Mercader. El hombre que amaba a los perros es este último mencionado. Que hubiera existido o no un vínculo estrecho con la especie canina es, naturalmente, algo bastante irrelevante para el tema central del libro. En la mejor tradición de la novela histórica, Padura combina hechos históricos con la invención creativa artística.
Crimen y castigo
La historia gira en torno a un personaje de ficción, Iván Cárdenas Maturell, que en su juventud fue un escritor prometedor cubano hasta que un día cayó en desgracia con los censores estalinistas, los cuales declararon que una de sus historias era contrarrevolucionaria. Su carrera está bloqueada por una capa de burócratas, arribistas y oportunistas, y se ve obligado a ganarse una existencia miserable como corrector de textos en una revista de veterinaria. Al comienzo de la novela nos encontramos con él en el funeral de su esposa, un hombre desilusionado y roto que vive en una casucha destartalada con goteras y cuyo único consuelo está en su perro mascota.
Mientras que contempla la muerte de su mujer, comienza a mirar a su vida pasada, y recuerda el momento de una extraordinaria coincidencia. Una tarde, en 1977, dando una vuelta en una playa, se encuentra con un misterioso extranjero que pasea a sus dos perros borzoi rusos –una raza prácticamente desconocida en la isla–. El interés común en los perros es el punto de partida de una conversación en la que el hombre que amaba a los perros se presenta como Jaime López, un español de edad avanzada que vive en La Habana.
El hombre finalmente resulta ser Ramón Mercader, el estalinista catalán y agente de la GPU que, por órdenes personales de Stalin, asesinó a León Trotsky, el hombre que, junto con Lenin, dirigió la revolución bolchevique en Rusia. Después de completar una condena de veinte años en una prisión mexicana, Mercader fue finalmente liberado en 1960, y viajó por primera vez a La Habana. Un año más tarde, en 1961, se trasladó a Moscú, donde sus jefes en el Kremlin le condecoraron como un “Héroe de la Unión Soviética”.
Sin embargo, Mercader no estaba destinado a disfrutar de los frutos de su crimen. Incluso la condecoración tuvo que hacerse en secreto, ya que sólo unos pocos años antes Jruschov había denunciado a Stalin como criminal y asesino de masas. Comprometido al silencio hasta el final de sus días, Mercader vivió una existencia sombría en Moscú, incapaz de emigrar al extranjero y bajo la atenta mirada de la KGB, hasta que finalmente se le permitió ir a La Habana, cuando sufría de un cáncer terminal, y donde murió en 1978, en la más completa oscuridad.
Estos son los hechos conocidos. Pero en torno a estos pocos hechos, Padura teje una compleja, pero convincente, trama que mezcla la realidad con la ficción, pasando sin problemas de la primera a la segunda de tal manera que el lector pronto se olvida de que está utilizando su imaginación para llenar los huecos vacíos. Al principio, el dueño de los perros borzoi afirma haber sido amigo del hombre que asesinó a León Trotsky. ¿Podría él ser el infame Mercader? Hasta el final, Iván (y el lector), es mantenido en la duda.
En ningún momento el misterioso Jaime López admite en tantas palabras que él y Ramón Mercader son una y la misma persona, pero en el proceso de revelación gradual emerge una historia extraordinaria. Las dudas se resuelven finalmente cuando, después de la muerte del hombre que se llama Jaime López, Iván recibe un paquete que contiene la biografía de Mercader. Impulsado por algún deseo interno, el asesino siente la necesidad de hablar desde el más allá de su pasado a un completo desconocido, cuyo único punto en común es que éste ama a los perros.
A primera vista, parece muy poco probable este escenario. Pero el funcionamiento de la psique humana es complejo y Padura muestra un considerable conocimiento de estas complejidades. Se sabe que una conciencia culpable puede llevar a un criminal a relatar sus crímenes a un investigador policial, y que este hecho puede ser utilizado por un interrogador hábil para obtener la confesión deseada. El hecho de que Mercader sabía que estaba muriendo añade peso a esta suposición psicológica.
Tal vez ha sido la experiencia del autor como escritor de novela negra lo que le haya ayudado a lograr esta percepción psicológica. El gran escritor ruso Dostoievski mostró el mismo tipo de conocimiento cuando trató de la psicología del asesino Raskolnikov en su novela más famosa, Crimen y castigo. De hecho, hay ciertos paralelismos entre estas dos obras. En las obras estándar de la novela policíaca, la identidad del asesino sólo se revela al final. El interés radica, precisamente, en el descubrimiento gradual de la identidad del asesino. Pero en la novela de Dostoievski, la identidad del asesino es conocida desde el principio. El interés aquí es de una clase diferente: se encuentra en la revelación gradual de la psicología del crimen y del castigo.
Hace mucho tiempo, el famoso poeta inglés Coleridge hablaba de esa “suspensión voluntaria de la incredulidad” como condición previa para el disfrute de la poesía, y Padura asegura precisamente eso. Fue, sin duda, la necesidad de expiar su culpa lo que obliga a Mercader a describir su vil crimen a un completo desconocido. Consigue convencer al lector de que un encuentro tan improbable como este, de hecho, tiene lugar; que el escritor Iván, de hecho, existe y que los acontecimientos extraordinarios en la novela son hechos y no ficción.
Una obra de muchos niveles
Desde el punto de vista de la técnica literaria, Padura muestra gran habilidad vinculando entre sí los acontecimientos de la vida de Iván en Cuba, los primeros años de Mercader en España y Francia, y el exilio de Trotsky. Padura traza muy a conciencia la vida de Trotsky desde la Revolución de Octubre, a través de la Guerra Civil, cuando lideró el Ejército Rojo a la victoria contra 21 ejércitos de intervención extranjera, la lucha de la Oposición de Izquierda contra la burocracia estalinista, y los largos años de exilio en Turquía, Francia, Noruega y, finalmente, México. La vida de Trotsky está bien documentada y la versión de Padura sigue los hechos muy de cerca.
Padura cuenta toda la historia de la batalla de Trotsky con Stalin y el estalinismo, su exilio de la URSS y, finalmente, su asesinato. Pero es una obra de muchos niveles, que entreteje una serie de hilos relacionados pero distintos. El primero es la historia de Iván Cárdenas Maturell. En segundo lugar está la vida de Trotsky y la de Mercader, la Guerra Civil española, el siniestro funcionamiento de la GPU de Stalin y, por último, pero no menos importante, el problema de la burocracia y la reverberación del estalinismo en la propia Cuba.
Tampoco es difícil de creer que el personaje de ficción, Iván, se basa en las experiencias reales que Padura ha tenido él mismo o ha observado en otros. Él es realmente la personificación de toda una generación de jóvenes intelectuales cubanos que se entregaron en cuerpo y alma a la Revolución, que lucharon, trabajaron e hicieron sacrificios para asegurar su éxito, pero que terminaron decepcionados e indignados por el estalinismo, que convirtió los ideales de la Revolución en una caricatura burocrática.
Aquí, como en toda la verdadera gran literatura, lo particular está firmemente ligado a lo general: la vida de los individuos se interconecta con los destinos de la Revolución y de la contrarrevolución. Estos no son los personajes de cartón que normalmente nos encontramos en la ficción popular, sino hombres y mujeres de carne y hueso. Sin embargo, sus vidas individuales están inseparablemente unidas a los procesos históricos generales y no pueden entenderse fuera de estos.
El problema de Mercader
Poco a poco, paso a paso, en la mejor tradición de una historia de detectives, Iván logra reconstruir toda la historia del asesinato de Lev Davídovich Trotsky, una reconstrucción basada en una gran cantidad de investigación histórica cuidadosa y muy cercana a los hechos históricos. El “hombre que amaba a los perros” aparece inicialmente reacio a revelar nada acerca de su pasado, pero poco a poco, pieza por pieza, el rompecabezas encaja. La habilidad con la que Padura construye gradualmente una imagen de Mercader es uno de los elementos más impresionantes de la novela.
A través de las personalidades de Trotsky y su asesino, Ramón Mercader, Padura traza la historia de algunos de los acontecimientos más importantes del siglo XX. Sin embargo, debemos recordar que no estamos tratando aquí de una obra de historia, sino una novela. Como hemos visto, es una novela con muchos hilos y niveles diferentes. Padura hace todo lo posible para reconstruir la vida de Ramón Mercader. Pero aquí hay un problema.
En una entrevista en el periódico argentino Clarín (7 de mayo 2013) Padura dijo: “Me llevó cinco años escribirlo, con una búsqueda documental intensa y extensa. De Trotsky había abundante información, de Mercader casi nada”. Sin embargo, combinando los hechos que eran conocidos, y haciendo uso de sus habilidades “detectivescas” e imaginación, Padura logra elaborar con brillantez un retrato muy convincente del hombre que asesinó a Trotsky.
Es de conocimiento común que un autor desarrolla inevitablemente una cierta simpatía por el personaje que describe. La razón de tal empatía no es difícil de entender. Con el fin de retratar a los hombres y a las mujeres como seres humanos reales, y no simples abstracciones vacías, es necesario tener un profundo conocimiento de sus corazones y sus mentes, para entender sus motivaciones, sus pasiones, sus creencias más queridas, y para descubrir los impulsos primarios de sus acciones.
Trotsky cita a menudo las palabras del filósofo Spinoza: “Ni llorar ni reír, sino comprender”. Por supuesto que entender las acciones de una persona no significa necesariamente condonarlas. Sin embargo, al abordar las acciones de los hombres y las mujeres científicamente, con la misma objetividad que un anatomista separa los diferentes tejidos de un organismo, por lo menos es posible evitar caer en juicios apresurados basados en rencor, malicia u odio mezquinos.
Con un desapego clínico, Padura reconstruye la vida de Mercader desde su infancia trastornada en una familia burguesa en Cataluña. Describe la influencia de su inestable madre, Caridad, que oscila desde el anarquismo al estalinismo y se vuelve fanáticamente devota al Partido. Ramón entra en el Partido Comunista, lucha en la Guerra Civil española, y aquí es reclutado por la GPU –la policía secreta y la máquina de asesinato de Stalin–, con el apoyo activo de su madre.
En un momento dado, Caridad hace indirectas de que el famoso revolucionario anarquista Durruti fue asesinado por los estalinistas, un acto que considera plenamente justificado:
“–¿Te creíste el cuento de que a Buenaventura Durruti lo mató una bala perdida?
Ramón miró a su madre y sintió que no podía pronunciar palabra.
–¿Tú crees que podemos ganar la Guerra con un comandante anarquista que tiene más prestigio que todos los jefes comunistas?
–Durruti luchaba por la Republica –trató de razonar Ramón.
–Durruti era un anarquista, lo habría sido toda su vida”.
Dentro de la máquina asesina
Más tarde Ramón es testigo de los crímenes de la GPU en España: la persecución de los anarquistas y de los simpatizantes del POUM, el secuestro, la tortura y el asesinato del líder del POUM, Andrés Nin. Finalmente, es enviado a Moscú para su formación como asesino para la GPU. Los métodos monstruosos de la GPU se describen en horrible detalle, la forma en que gente como Mercader fueron sistemáticamente brutalizados y convertidos en máquinas obedientes, dispuestos a llevar a cabo los actos más crueles e inhumanos.
Mientras que se encontraba en Moscú fue invitado a asistir a una sesión de las infames purgas, “las más grotescas farsas judiciales del siglo”, en las que Stalin asesinó a todos los dirigentes del partido de Lenin, después de obligarles a confesar los crímenes más grotescos contra el Revolución. También vio que Stalin estaba liquidando físicamente comunistas extranjeros:
“Por ejemplo, en febrero de 1937, Stalin había dicho a su peón Georgui Dimitrov, secretario general del Komintern, que los comunistas extranjeros acogidos en Moscú ‘estaban haciéndole el juego al enemigo’ y de inmediato encargo a Yézhov que resolviese el problema. Un año después, de los trescientos noventa y cuatro miembros del Comité Ejecutivo de la Internacional que vivían en la URSS, solo quedaban vivos ciento setenta: los demás habían sido fusilados o enviados a los campos de la muerte. Hubo entre ellos alemanes, austriacos, yugoslavos, italianos, búlgaros, finlandeses, bálticos, ingleses, franceses y polacos, mientras la proporción de judíos condenados volvió a ser notable. En esa cacería, Stalin había liquidado a más dirigentes del PC alemán de antes de 1933 que el mismo Hitler”.
A pesar de todo, Ramón sigue siendo ciegamente leal a Stalin y su régimen, que él identifica con la necesidad de defender a la Unión Soviética. Al igual que muchos otros, cerró los ojos a todos los crímenes y barbaridades, buscando mil razones, excusas y explicaciones. Superando todos sus instintos humanos, se convierte en un asesino a sueldo y acepta sin cuestionar la misión que le había confiado el jefe del Kremlin: la liquidación del “contrarrevolucionario” Trotsky.
El asesinato
El centro neurálgico del libro consiste de un relato histórico veraz del asesinato de León Trotsky. En 1937, Stalin decidió que su principal oponente tenía que ser liquidado. Los Juicios de Moscú tenían como objetivo establecer una base política y jurídica para este crimen. El jardín de la casa en Coyoacán estaba rodeado por muros de más de dos metros de alto y torres de vigilancia con hendiduras para las ametralladoras. Pero todo esto no fue una defensa contra la máquina de la muerte de Stalin.
El nieto de León Trotsky, mi viejo amigo Esteban Volkov, todavía vive en Coyoacán. Estuvimos juntos no hace mucho tiempo en la Ciudad de México, en la casa donde su abuelo fue asesinado y le pregunté qué pensaba de la novela de Padura. “Por supuesto, los hechos descritos en su libro son muy conocidos para mí”, respondió. “He leído el libro, pero con bastante rapidez, y mi impresión es favorable. Pero tengo que volver a leerlo otra vez con más detenimiento”.
El primer ataque ocurrió el 24 de mayo de 1940, cuando un grupo de 20 estalinistas armados, dirigidos por el artista David Siqueiros, irrumpieron en la casa por la noche; la puerta había sido dejada abierta por el joven estadounidense Bob Sheldon, un agente que se había infiltrado entre los guardianes. Lanzaron granadas y salpicaron los dormitorios con balas de ametralladora. De puro milagro, Trotsky y su esposa Natalia sobrevivieron acurrucándose debajo de su cama. Su nieto de 14 años, Esteban, resultó levemente herido en el pie por una bala perdida.
La única víctima de este ataque fue Bob Sheldon, que desapareció junto con los asaltantes. Su cuerpo fue encontrado más tarde. Trotsky creía que había sido secuestrado, pero en realidad él había sido parte del plan y fue probablemente asesinado como chivo expiatorio del fracaso. Después del ataque, los guardianes comenzaron a reforzar los muros perimetrales. Pero Trotsky era escéptico. “La próxima vez será diferente”, predijo. Pronto iba a tener razón.
La GPU tenía otro equipo trabajando en México, completamente separado del que organizó el asalto fallido en mayo. Justo como Trotsky había advertido, estaban trabajando con métodos completamente diferentes. Su hombre clave era Ramón Mercader, que muy hábilmente infiltró el grupo de amistades mexicanas de Trotsky, haciéndose pasar por un hombre de negocios no-político llamado Jacson.
Jacson-Mercader trabajó lenta y pacientemente para cultivar relaciones de amistad con los guardianes y amigos más cercanos a Trotsky. Esteban recuerda que siempre estaba haciendo pequeños favores y ofreciéndose a llevar a la gente en su ostentoso coche. “Incluso llevó a los Rosmer a Veracruz en una ocasión”. Por estos medios fue ganándose poco a poco la confianza de los que rodeaban a Trotsky, al tiempo que se abstuvo cuidadosamente de tratar de acercarse a su víctima personalmente.
El libro nos presenta una reconstrucción muy convincente de las relaciones de Mercader con Sylvia Ageloff, la mujer que sedujo y que le presentó a la casa de Trotsky. Padura parece penetrar en la mente del asesino y poner al desnudo su estado psicológico en los días y semanas que precedieron al asesinato, su intensa agitación interior y violentos cambios de humor. Pero poco a poco, de manera imperceptible, como un tigre acechando a su presa en silencio, se acercaba cada vez más a su objetivo.
Aparentando desarrollar un interés en las ideas de Trotsky, mostró inesperadamente un artículo sobre la Guerra, y le pidió a Trotsky que lo leyera y corrigiera. Ya a este punto, se habían levantado las sospechas de Trotsky hacia este hombre. Sin embargo, sorprendentemente, aquellos que se supone que tenían que defenderle, mostraron una falta total de conciencia del peligro. Tan descuidados estaban de sus deberes que cuando Jacson apareció vistiendo un impermeable en un día de verano mexicano caliente, ni siquiera se molestaron en cachearle. Si hubieran tomado esta precaución elemental habrían descubierto un cuchillo, una pistola y un piolet y la trama se habría frustrado.
Así que, el 20 de agosto, el agente de Stalin se quedó solo en compañía de su víctima. Colocándose cuidadosamente detrás de Trotsky, cuando se inclinó sobre el texto del artículo, golpeó la cabeza del revolucionario con todas sus fuerzas. El golpe estaba pensado para resultar en la muerte instantánea, pero, profiriendo un grito que dio la alarma, Trotsky luchó, en un último esfuerzo supremo de voluntad, para desprenderse de su agresor antes de derrumbarse.
Sus guardaespaldas acudieron rápidamente, pero era demasiado tarde. El líder de la Revolución de Octubre y fundador del Ejército Rojo yacía mortalmente herido, desangrándose por la cabeza. Demasiado tarde los guardias se dieron cuenta de su error, su estúpido descuido y negligencia increíble. Demasiado tarde trataron de obtener algo de alivio golpeando al asesino. Incluso en este momento, el Viejo mostró una notable presencia de ánimo cuando instó a los guardias: “No le matéis. ¡Tiene que hablar!”
Al regresar de la escuela esa tarde, Esteban fue testigo de una escena impactante. “Vi a un hombre, con el rostro cubierto de sangre, llorando como un bebé, incoherente y fuera de sí. No reconocí a Jacson al principio. Era más como un animal que un ser humano”, me dijo. Cuando el Viejo vio a su nieto, ordenó a los guardianes que se lo llevaran fuera: “No tiene que ver esto”, dijo. Trotsky fue trasladado de urgencia al hospital, donde los médicos mexicanos lucharon para salvarle la vida. Murió al día siguiente.
La venganza de la historia
Más de veinte años después, Mercader se reúne con uno de sus compañeros agentes de la GPU, Leonid Eitingon, quien, bajo el nombre en clave de Kotov, era su superior inmediato en el complot para asesinar a Trotsky. Pero la rueda de la historia ha dado un giro completo. La camarilla del Kremlin se ha visto obligada, por su propio instinto de conservación, a deshacerse de Stalin y desvincularse de sus crímenes.
Los hombres que hicieron el trabajo sucio para Stalin se encuentran ahora como parias despreciados. El artífice principal del asesinato de Trotsky, Pavel Sudoplatov, pasa quince años en un campo de trabajos forzados (aunque no por matar a Trotsky). Eitingon también fue enviado a un campo. Viejo y amargado, se consuela a sí mismo sumergiéndose en vodka mientras se compadece de Mercader en un bar de Moscú.
Eso fue en 1968, el año en que Brezhnev envió tanques rusos para aplastar la disidencia del Partido Checo bajo Dubcek. La descripción gráfica de Padura de Moscú de ese tiempo corresponde muy de cerca con mis propios recuerdos. Después de haber dedicado sus vidas a un régimen que traicionó a todos los principios del socialismo –una traición infinitamente peor y más perjudicial que la perpetrada por los dirigentes de la socialdemocracia en el verano de 1914–, ahora sólo tienen recuerdos amargos.
Eitingon informa a Mercader que nunca esperaban que sobreviviera el asesinato de Trotsky:
“–Tienes que creer lo que te digo, fuimos más cínicos de lo que te imaginas. Tú no fuiste el ‘único que fue a morir por un ideal que no existía. Stalin lo pervirtió todo y obligo a la gente a luchar y a morir por él, por sus necesidades, su odio, su megalomanía. Olvídate de que luchábamos por el socialismo. ¿Qué socialismo, qué igualdad? Me contaron que Brézhnev tiene una colección de autos antiguos…”.
Estas líneas sugieren que la degeneración de la Revolución Rusa era la obra de un hombre malvado. Por supuesto que tal explicación no explica nada. Padura ha leído La revolución traicionada de Trotsky y es muy consciente de que Stalin era sólo el representante de una casta privilegiada de funcionarios, la burocracia que llegó al poder como resultado del aislamiento de la revolución en condiciones de extremo atraso.
La muerte de Stalin no significó el fin del dominio de la burocracia, sólo la sustitución de una capa de la burocracia por otra. Eitingon (o más bien Padura) saca esta conclusión: “Estaba convencido de que, sin Stalin y su odio, el Partido haría justicia y la lucha recobraría su sentido… Nada, me equivoqué otra vez. Ya todo estaba podrido. ¿Desde cuándo estaba podrido?” Y Mercader le pregunta: “–¿Y qué hace un hombre como tú cuando ya no cree en nada?”
Esta pregunta va directa al meollo del asunto y tiene una relación directa con lo que es, sin duda, la parte más débil del libro. En las últimas páginas, bajo el título de Réquiem, el autor reflexiona brevemente sobre qué lecciones se pueden extraer de todo esto. Al ser una novela y no una obra de análisis político científico, sería pedir demasiado exigir una perspectiva marxista. Tampoco está claro quién está hablando aquí: Padura o uno de sus personajes.
Sin embargo, al final, la implicación es que todo era una utopía, un sueño imposible, a los que Trotsky, “con su fanatismo de obcecado”, se dedicó hasta el final. Tal ambigua y, uno podría decir, cobarde conclusión es indigna de un gran libro. Si el socialismo es una utopía, la perspectiva para la humanidad sería ciertamente sombría. Sólo se puede responder con la misma pregunta: “Así, pues, ¿qué hace un hombre cuando ya no cree en nada?”
La Revolución Rusa de 1917 no fue una utopía, sino el acontecimiento más grande en la historia humana y, junto con Lenin, Trotsky fue el más importante líder de la Revolución de Octubre. Él solo mantuvo la bandera impecable de la democracia proletaria y el internacionalismo socialista tras la muerte de Lenin. Desde el exilio lejano en México, llevó a cabo una lucha implacable contra el régimen estalinista burocrático y totalitario. Finalmente, inevitablemente, fue víctima de uno de los asesinos de Stalin.
El 20 de agosto de 1940, Stalin se imagina que había silenciado la voz de Trotsky para siempre. Es tan fácil destruir a un hombre o a una mujer. Somos criaturas frágiles y nuestras vidas se pueden terminar con una bala, un cuchillo o un piolet con la misma facilidad que se apaga una vela. Pero no se puede extinguir una idea a la que le ha llegado su hora. Hoy, 74 años después de aquella fatídica fecha, las ideas del marxismo son tan relevantes como el primer día, y la voz de León Trotsky resuena en todo el mundo, mientras que la memoria de Stalin y sus secuaces está salpicada de sangre e infamia.
La revolución traicionada
Poco a poco, una nueva generación está tomando forma, la cual lucha por encontrar la verdad. En ningún sitio es más cierto que en Cuba, donde se hicieron tan grandes sacrificios por la causa de la revolución socialista, y donde tanto daño se hizo por la influencia del estalinismo. El libro de Padura ayudará, sin duda, a muchas personas a entender el pasado y, por tanto, a prepararlos para enfrentarse al futuro. Es como un viaje de descubrimiento donde un intelecto audaz ha logrado levantar el velo espeso que durante tanto tiempo ocultó la opinión de mucha gente, y comenzó a entender la verdad.
En la entrevista de Clarín a Padura se le preguntó por qué eligió contar esta historia. Respondió que, mientras que puede haber un elemento de nostalgia, él también estaba tratando de descubrir las verdaderas causas de la degeneración de la Revolución Rusa. Al estudiar el asesinato de Trotsky, empezó a comprender la naturaleza del estalinismo y su papel contrarrevolucionario: “De pronto entendí algunas de las razones por las que se pervirtió la utopía. El papel del estalinismo, la herencia de su figura, fue algo terrible”, nos dice.
La novela trata en líneas generales con la lucha que terminó en el ascenso al poder de Stalin en Rusia. Pero, más que eso, el autor utiliza estos eventos como una forma de analizar la relación entre Cuba y el estalinismo. La implicación clara es que en Cuba había muchos pequeños Stalins –burócratas oportunistas, carreristas egoístas y funcionarios corruptos–. Al analizar en detalle la experiencia personal de un puñado de personajes, Padura despliega poco a poco ante el lector una serie de acontecimientos que hacen época: la Revolución Rusa y la Guerra Civil, durante la cual Trotsky estuvo a la cabeza del Ejército Rojo que él creó; la Guerra Civil española; y, por último pero no menos importante, el destino de la propia Revolución Cubana.
La década de 1970 es ese período negro en que reinó el estalinismo y las ardientes convicciones revolucionarias de toda una generación de jóvenes cubanos fueron manipuladas por la burocracia estalinista para sus propios fines. Esto se expresa gráficamente en el libro y en el destino de su personaje central. La caída de la Unión Soviética hundió a Cuba en una profunda crisis, no sólo en el plano económico, sino en un sentido político y psicológico.
Durante los años duros y hambrientos que los cubanos llaman “el Período Especial”, “los años de los apagones sin fin y los desayunos a base de tisanas de hojas de naranja”, mucha gente comenzó a mirar más críticamente a la vida en la isla. Ese fue claramente el caso de Leonardo Padura. Aunque Iván es un personaje de ficción, a través de él Padura está expresando claramente su propia experiencia personal y la de muchos otros cubanos. Esto queda patente en el libro:
“Pero era evidente que estábamos hundidos en el fondo de una atrofiada escala social donde inteligencia, decencia, conocimiento y capacidad de trabajo cedían el paso ante la habilidad, la cercanía al dólar, la ubicación política, el ser hijo, sobrino o primo de Alguien, el arte de resolver, inventar, medrar, escapar, fingir, robar todo lo que fuse robable. Y del cinismo, el cabrón cinismo”.
Obligado a abandonar su carrera como escritor prometedor por los censores estalinistas, Iván ha sido obligado a ganarse la vida como editor de una revista de veterinaria. Él es, pues, una víctima de un sistema totalitario burocrático que es la negación del arte y la literatura. Al final, Iván se suicida poco después de terminar una novela titulada El hombre que amaba a los perros.
En una entrevista que dio Padura a nuestros camaradas daneses, dice: “Iván no es un hombre; Iván es la síntesis de toda una generación, en la que he puesto muchas de las ilusiones, desilusiones, fracasos y temores de mi generación. Es un hombre que representa a todos los problemas que hemos vivido en Cuba en mi generación, esa generación que se crió en la revolución, estudió en la revolución, fue a la guerra en la revolución y que en los años 90 descubrió que no tenía nada en sus manos”.
El hecho de que Iván finalmente se suicida parece dar a entender que toda una generación ha perdido toda esperanza. Sin embargo, esta conclusión pesimista se contradice con el contenido de toda la novela, y también con las palabras del propio Padura en la entrevista antes mencionada:
“Creo que la nueva utopía necesita redescubrir la base del sistema con los componentes reales que este tipo de sociedad necesita: la democracia verdadera, el poder real para la gente que trabaja y no para la burocracia, como fue el caso en la Unión Soviética y en muchos países socialistas. Por esta razón, creo que este libro sin duda es relevante para el momento que estamos viviendo”.
Aunque hoy en día Cuba ya no sufre del dominio sofocante de la censura, todavía hay algunas personas en Cuba que anhelan un retorno al pasado: a una época en que los burócratas podían dictar a la conciencia de los escritores y decirles qué pensar, decir y escribir. De hecho, El hombre que amaba a los perros inicialmente tuvo que ser publicado en México y España, y fue finalmente publicado en Cuba en una pequeña edición de unos pocos miles debido a la oposición de aquellos que quieren hacer retroceder el reloj.
En la entrevista danesa Padura explica cómo el libro ganó un premio a pesar de estar sometido a una conspiración de silencio:
“Curiosamente, el mismo día del lanzamiento en la feria del libro no apareció ninguna noticia en los medios de comunicación sobre la presentación. También después, los periódicos se mantuvieron en silencio, aunque el lanzamiento del libro fue el mitin más interesante en la feria del libro, la sala estaba completamente llena y con gente fuera intentando entrar. Hace una semana, el libro recibió uno de los Premios de la Crítica Literaria en Cuba, que pone de manifiesto las contradicciones de Cuba: hace veinte años, tal vez ni siquiera hubiera sido capaz de pensar en escribir este libro; hace diez años lo podía escribir, pero no hubiera sido publicado en Cuba; ahora puede ser publicado y, aunque está silenciado en los medios de comunicación, puede ganar premios”.
La publicación de la novela de Padura es un golpe contra el estalinismo. Es una victoria no sólo para la libertad artística, sino para el derecho de los trabajadores y artistas a expresarse libremente, lo cual es la primera condición para el verdadero socialismo. Sin embargo, hoy la revolución cubana se enfrenta a un enemigo mucho más peligroso que el que suponen los estalinistas nostálgicos. La existencia de la propia revolución se ve amenazada por aquellos que desean empujar a Cuba por el mismo camino capitalista que ya ha sido recorrido por Rusia y China. Las presiones sobre la isla son insoportables y están creciendo todo el tiempo.
Pero también hay peligros internos que son incluso mayores que las amenazas externas. Los problemas que surgen de la burocracia, la desigualdad y la corrupción pueden socavar la idea misma del socialismo en las mentes de los jóvenes, engendrando estados de ánimo corrosivos de escepticismo y cinismo. Con el fin de regenerar la revolución, para reavivar la fe del pueblo en el socialismo, la primera necesidad es reexaminar el pasado, para redescubrir las verdaderas ideas y programa de Lenin y la Revolución de Octubre. Eso no se puede hacer en tanto en cuanto las ideas y el papel de Trotsky no sean tenidos en cuenta.
En su libro Padura tiene a Mercader leyendo La revolución traicionada en la cárcel. Esto, sin duda, es otro ejemplo de la imaginación creativa del autor. Pero, igualmente, no puede haber ninguna duda de que él mismo ha leído los escritos de Trotsky y está animando a los cubanos a hacer lo mismo. El hombre que amaba a los perros ha desempeñado un papel muy importante en dar a conocer las ideas de Trotsky a muchas personas en Cuba. Mi experiencia en los últimos años me ha demostrado que hay un creciente interés en estas ideas en la isla. Esto se demostró cuando lanzamos la edición en español de La revolución traicionada en la Feria Internacional del Libro de La Habana.
La publicación de esta obra ha elevado el perfil y el prestigio de Padura como un escritor de talla, no sólo en Cuba sino a nivel internacional. Está bien merecido. Es a la vez una novela brillantemente realizada y una impresionante obra de investigación histórica. Debería ser lectura obligatoria para todos aquellos que estén interesados en el socialismo y la verdad histórica. Debería añadir que la traducción al inglés es excepcional.
Se cumplen 30 años de la caída del Muro de Berlín y del inicio de los acontecimientos que condujeron a la desaparición, en los meses y años subsiguientes, de los regímenes estalinistas en la Europa del Este y la ex-Unión Soviética. La burguesía está utilizando esta efemérides para tratar de desacreditar una vez más el socialismo y el marxismo, y oculta que lo que cayó en realidad fue una caricatura burocrática y totalitaria que nada tuvo que ver con el socialismo y el comunismo genuinos. Lo que es inocultable, treinta años después, es la podredumbre del capitalismo a escala planetaria y cómo las masas trabajadoras en todo el mundo vuelven a buscar en el socialismo y el marxismo la manera de transformar la realidad que les rodea. Para conmemorar este evento, reproducimos un artículo de Alan Woods escrito hace 10 años, al cumplirse 20 años de la caída del Muro de Berlín, que mantiene toda su actualidad.
La caída del Muro de Berlín: 20 años después
Por Alan Woods
Hace veinte años, cuando el Muro de Berlín se venía abajo, la burguesía en el occidente estaba eufórica, regocijándose de la “caída del comunismo”. Veinte años después las cosas parecen muy diferentes al haber entrado el capitalismo en su crisis más grave desde 1929. Ahora, una mayoría en la antigua Alemania Oriental vota por la izquierda y mira hacia atrás a lo que fue positivo de la economía planificada. Después de rechazar el estalinismo, ahora han podido probar el capitalismo, y han sacado la conclusión de que el socialismo es mejor que el capitalismo.
El año 2009 es un año de muchos aniversarios, incluido el asesinato de Luxemburgo y Liebknecht, la fundación de la Internacional Comunista y la Comuna Asturiana. Ninguno de estos aniversarios ha encontrado eco en la prensa capitalista. Pero hay un aniversario que no olvidarán: el 9 de noviembre de 1989, cuando se abrió la frontera que separaba Alemania Occidental de Alemania Oriental.
La caída del Muro de Berlín ha pasado a la historia como un sinónimo del colapso del “comunismo”. En los veinte años que han pasado desde aquellos acontecimientos trascendentales, hemos presenciado a escala mundial una ofensiva ideológica sin precedentes contra las ideas del marxismo. No hace mucho incluso se presentaba como el fin de la historia. Pero desde entonces la rueda de la historia se ha movido varias veces.
El argumento utilizado desde ese momento, que el sistema capitalista era la única alternativa para la humanidad, ha demostrado estar vacío de contenido. La realidad es muy diferente. En el veinte aniversario del colapso del estalinismo, el capitalismo se encuentra en su crisis más profunda desde la Gran Depresión. Millones se enfrentan a un futuro de desempleo, pobreza, recortes y austeridad.
Esta violenta campaña anticomunista se intensificó durante este período. La razón no es difícil de comprender. La crisis mundial del capitalismo está provocando un cuestionamiento general de la “economía de mercado”. Se ha reavivado el interés por las ideas marxistas, algo que alarma a la burguesía. La nueva campaña de calumnias es un reflejo de ese miedo.
Caricatura de socialismo
Lo que fracasó en Rusia y Europa del Este no fue el comunismo ni el socialismo, de ninguna manera tenía nada que ver con lo defendido por Marx o Lenin, sino que se trataba de una caricatura burocrática y totalitaria. Lenin explicó que el movimiento hacia el socialismo requiere el control democrático de la industria, la sociedad y el Estado por el proletariado. El genuino socialismo es incompatible con el dominio de una elite burocrática privilegiada, que inevitablemente irá acompañado de una corrupción colosal, nepotismo, despilfarro, mala gestión y caos.
Las economías nacionalizadas planificadas de la URSS y Europa del Este consiguieron resultados asombrosos en los terrenos de la industria, la ciencia, la salud y la educación. Pero como Trotsky pronosticó ya en 1936, el régimen burocrático finalmente socavó la economía nacionalizada planificada y preparó el terreno para su colapso y el regreso del capitalismo.
En los años ochenta la URSS tenía más científicos que EEUU, Japón, Gran Bretaña y Alemania juntos, y aun así fue incapaz de conseguir los mismos resultados que Occidente. En terrenos vitales de la productividad y niveles de vida la Unión Soviética estaba rezagada con el Oeste. La razón principal era la carga colosal que la burocracia imponía a la economía soviética, los millones de funcionarios codiciosos y corruptos que dirigían la Unión Soviética sin el control de la clase obrera.
El dominio sofocante de la burocracia finalmente llevó a una abrupta caída de la tasa de crecimiento de la URSS. Como resultado, la Unión Soviética se quedó rezagada de Occidente. Los costos de mantener niveles superiores de gasto militar y el mantenimiento de su control de Europa del Este representaban muchas tensiones para la economía soviética. El surgimiento de un nuevo líder soviético, Mijail Gorbachov, en 1985, marcó un cambio importante en la situación.
Gorbachov representaba al ala de la burocracia soviética que entendía la reforma desde arriba para preservar el régimen en su conjunto. Sin embargo, la situación se deterioró aún más con Gorbachov. Esto inevitablemente llevó a una crisis que tuvo un efecto inmediato en Europa del Este, donde la crisis del estalinismo se exacerbó con la cuestión nacional.
Fermento en Europa del Este
En 1989 se extendió una oleada de rebelión de una capital a otra, derrocando uno por uno a los regímenes estalinistas. En Rumania, Ceaucescu fue derrocado por una revolución y enviado ante el pelotón de ejecución. Un factor clave del éxito de las insurrecciones populares fue la crisis en Rusia. En el pasado Moscú envió al Ejército Rojo para aplastar la insurrección en Alemania Oriental (1953), en Hungría (1956) y en Checoslovaquia (1968). Pero Gorbachov entendía que esta opción ya no era posible.
Las huelgas de masas en Polonia al inicio de la década de los años ochenta fue una expresión prematura del callejón sin salida del régimen. Si este magnífico movimiento hubiera estado dirigido por auténticos marxistas, podría haber preparado el terreno para una revolución política, no sólo en Polonia, sino en toda Europa del Este. Pero en ausencia de esta dirección, el movimiento fue desviado por elementos contrarrevolucionarios como Lech Walesa.
Al principio, los estalinistas polacos intentaron controlar el movimiento mediante la represión, pero al final Solidaridad tuvo que ser legalizado y se le permitió participar en las elecciones parlamentarias del 4 de junio de 1989. Lo que siguió fue un terremoto político. Los candidatos de Solidaridad ganaron todas las bancas que les permitieron disputar. Esto tuvo un efecto profundo en los países vecinos.
En Hungría, Janos Kadar, en una anticipación de lo que estaba por llegar, ya había sido destituido un año antes, en 1988, como secretario general del Partido Comunista y el régimen había adoptado un “paquete democrático” que incluía elecciones. Checoslovaquia pronto se vio afectada y el 20 de noviembre de 1989 el número de manifestantes reunidos en Praga pasó de los 200.000 del día anterior, al medio millón. El 27 de noviembre hubo una huelga general de dos horas.
Estos dramáticos acontecimientos representaron un importante punto de inflexión en la historia. Durante casi medio siglo, después de la Segunda Guerra Mundial, los estalinistas habían gobernado Europa con puño de hierro. Eran monstruosos Estados de partido único, apoyados por un poderoso aparato de represión, con ejército, policía y policía secreta, con informadores en cada bloque de edificios, escuela, instituto, fábrica o lugar de trabajo. Parecía casi imposible que pudieran triunfar insurrecciones populares frente al poder de un Estado totalitario y su policía secreta. Pero en el momento de la verdad estos regímenes aparentemente invencibles demostraron ser gigantes con pies de barro.
Alemania Oriental
De todos los regímenes de Europa del Este, la República Democrática Alemana (RDA) era el más industrializado y avanzado tecnológicamente. El nivel de vida, aunque no tan alto como en Alemania Occidental, era bueno. Había pleno empleo y todos tenían acceso a vivienda barata, medicina y educación gratuitas y de gran calidad.
Sin embargo, el gobierno de un Estado totalitario de partido único, con su omnipresente policía secreta (la infame Stasi), con su ejército de informadores, la corrupción de los funcionarios y los privilegios de una elite, eran una fuente de descontento. Antes del levantamiento del Muro de Berlín en 1961, unos 2,5 millones de alemanes orientales habían emigrado a Alemania Occidental, muchos a través de la frontera entre el este y el oeste de Berlín. Para detener esta hemorragia de personas el régimen construyó el Muro de Berlín.
El muro y las demás fortificaciones a lo largo de los 1.380 kilómetros de frontera compartida por Alemania Oriental y Occidental consiguieron parar el éxodo. Esta medida probablemente ayudó a impulsar el crecimiento económico en la RDA. Pero provocó sufrimientos y penalidades para las familias que fueron divididas y fue un regalo propagandístico para occidente, que lo presentó como otro ejemplo de la “tiranía comunista”.
A finales de los años ochenta la situación en la RDA era explosiva. El viejo estalinista Erich Honecker se oponía de manera implacable a la reforma. Su régimen incluso prohibió la circulación de publicaciones “subversivas” procedentes de la Unión Soviética. El 6 y 7 de octubre, Gorbachov visitó Alemania Oriental para celebrar el cuarenta aniversario de la República Democrática Alemana, y presionó a la dirección alemana oriental para que aceptara la reforma. Es citado con las siguientes palabras: “Wer zu spät kommt, den bestraft das Leben” (El que llega demasiado tarde es castigado para toda la vida).
Pero el pueblo alemán oriental ya estaba en una rebelión abierta. Comenzaron a extenderse como setas los movimientos de oposición. Entre ellos estaba Neues Forum (Nuevo Foro), Demokratischer Aufbruch (Despertar Democrático) y Demokratie Jetzt (Democracia Ahora). El mayor movimiento de oposición se creó a través del servicio eclesiástico protestante de Leipzig, Nikolaikirche, la Iglesia de San Nicolás, donde cada lunes después del servicio se reunían fuera ciudadanos exigiendo un cambio en Alemania Oriental. Pero estos movimientos eran confusos y políticamente ingenuos.
Una oleada de manifestaciones de masas recorrió todas las ciudades de Alemania Oriental, el movimiento adquirió particularmente fuerza en Leipzig. Cientos de miles de personas participaban en estas manifestaciones. El régimen entró en crisis y llevó a la destitución del líder estalinista de la línea dura Erich Honecker, y a la dimisión de todo el gabinete. Bajo la presión del movimiento de masas, el nuevo líder del partido, Egon Krenz, convocó elecciones democráticas. Pero las reformas propuestas por el régimen llegaban demasiado tarde y eran muy pocas.
Los líderes “comunistas” consideraron el uso de la fuerza pero cambiaron de opinión (con la pequeña presión de Gorbachov). Los acontecimientos estaban descontrolados. En los días siguientes se podría hablar casi de anarquía: las tiendas estaban abiertas a todas horas, el pasaporte de la RDA servía como boleto gratuito para el transporte público. En palabras de un observador: “en general en aquellos días había más excepciones que reglas”. El poder estaba en la calle, pero nadie lo recogió.
Frente a una revuelta de masas, el aparentemente todopoderoso Estado alemán colapsó como un castillo de naipes. El 9 de noviembre de 1989, después de varias semanas de malestar, el gobierno alemán oriental anunció que todos los ciudadanos de la RDA podían visitar Alemania Occidental y Berlín Oeste. Esta fue la señal para un nuevo estallido de las masas. Espontáneamente, multitudes de alemanes orientales saltaron y cruzaron el muro, uniéndose a los alemanes occidentales del otro lado.
Contrarrevolución
El Muro de Berlín se convirtió en un símbolo y un punto focal de todo lo que era odiado en el régimen de Alemania Oriental. La demolición del muro comenzó espontáneamente. En las siguientes semanas se derribaron pequeñas partes del muro. Más tarde se utilizó equipamiento industrial para derribar casi todo lo que quedaba. Existía una atmósfera de celebración, un ambiente de euforia, se parecía más a un carnaval que a una revolución. Pero eso es lo que sucede en las primeras etapas de cada gran revolución, empezando con 1789.
En noviembre de 1989 la población de la RDA estaba dominada por sentimientos emotivos, un sentimiento de liberación, acompañado de un sentir general de exaltación. Era como si toda la nación estuviera experimentando una borrachera general y por tanto estuviera abierta a sugestiones e impulsos repentinos. El derrocamiento del viejo régimen demostró ser más fácil de lo que todos habían imaginado. Pero una vez derrocado ¿qué pondrían en su lugar? Las masas que habían conseguido el derrocamiento del régimen, sabían muy bien lo que no querían, pero no tenían una idea clara de lo que querían y nadie les ofreció una alternativa.
Todas las condiciones objetivas para la revolución política estaban presentes. La gran mayoría de la población no quería la restauración del capitalismo. Querían socialismo, pero con derechos democráticos, sin la Stasi, sin burócratas corruptos y sin un Estado dictatorial de partido único. Si hubiera existido una verdadera dirección marxista, eso podría haber llevado a la revolución política y el establecimiento de una democracia obrera.
Sin embargo, la caída del Muro de Berlín no llevó a la revolución política sino a la contrarrevolución en forma de unificación con Alemania Occidental. Esta demanda no era una característica dominante al principio de las manifestaciones. Pero dada la ausencia de un programa claro por parte de la dirección, se fue introduciendo poco a poco hasta ocupar un papel central.
La mayoría de los líderes de la oposición no tenían un programa claro, ni política o perspectiva, más allá de un deseo vago de democracia y derechos civiles. Como sucede en la naturaleza, la política también aborrece el vacío. La presencia de un estado capitalista poderoso y próspero al otro lado de la frontera jugó un papel determinante en la ocupación de ese vacío existente.
El canciller de Alemania Occidental, Helmut Kohl, era un representante agresivo del imperialismo. Utilizó el soborno más vergonzoso para convencer al pueblo de Alemania Oriental para que aceptara la unificación inmediata, ofreciendo el intercambio de marcos orientales por marcos occidentales sobre la base de la paridad. Pero lo que Kohl no le dijo a la población de Alemania Oriental fue que la unificación significaría no tener los niveles de vida de Alemania Occidental.
En julio de 1990 se eliminó el obstáculo final para la unificación alemana cuando Gorbachov aceptó renunciar a las objeciones soviéticas a una Alemania unificada dentro de la OTAN, a cambio de una ayuda económica alemana sustancial para la Unión Soviética. La unificación concluyó formalmente el 3 de octubre de 1990.
Las masas engañadas
La población de la RDA fue engañada. No le dijeron que la introducción de la economía de mercado significaría desempleo de masas, cierres de fábricas y la destrucción virtual de partes importantes de la base industrial de la RDA, ni el aumento generalizado de los precios, y la desmoralización de un sector de la juventud o que ellos serían considerados ciudadanos de segunda clase en su propio país. No le dijeron estas cosas y se encontraron con ellas a través de una experiencia amarga.
La reunificación precipitó el desastroso colapso del PIB de Alemania Oriental, con caídas del 15,6 por ciento en 1990 y un 22,7 por ciento en 1991, culminando con un declive de un tercio. Se perdieron millones de empleos. Muchas fábricas orientales fueron compradas por sus competidores occidentales y después cerradas. Desde 1992, Alemania Oriental experimentó cuatro años de recuperación, después siguió el estancamiento.
Antes de la Segunda Guerra Mundial, el PIB per cápita de la RDA era ligeramente superior a la media alemana, Alemania Oriental era más rica que otros países de Europa occidental. Pero veinte años después de la unificación los niveles de vida en Alemania Oriental están por detrás de occidente. El desempleo duplica los niveles de occidente y los salarios son significativamente inferiores.
El desempleo en la RDA prácticamente era desconocido. Pero la población activa descendió en 3,3 millones de personas desde 1989 a 1992. El PIB real de Alemania Oriental apenas ha aumentado de su nivel de 1989 y el empleo languidece al 60 por ciento de su nivel de 1989. Actualmente, el desempleo en Alemania en su conjunto es de aproximadamente un 8 por ciento, pero la cifra en Alemania Oriental es un 12,3 por ciento. No obstante, algunos cálculos oficiales sitúan el desempleo en un 20 por ciento y entre los jóvenes incluso un 50 por ciento.
Las mujeres, que consiguieron un alto grado de igualdad en la RDA, como en otros países de Europa del Este, han sufrido mucho. Los datos del German Socio-Economic Panel de mediados de los años noventa indican que el 15 por ciento de la población femenina oriental y el 10 por ciento de la masculina estaban desempleados.
En julio de 1990 el “canciller de la unidad”, Helmut Kohl, prometió: “En un esfuerzo conjunto pronto transformaremos [las regiones alemanas orientales] Mecklenburg-Vorpommern y Sajonia-Anhalt, Brandemburgo, Sajonia y Turingia, en territorios florecientes”. Quince años más tarde, un informe de la BBC admitía que las “estadísticas son desoladoras”. A pesar de una inyección de capital estimada en 1,25 billones de euros, la tasa de desempleo en el Este aún era del 18,6 por ciento en 2005 (antes de la recesión actual) y en muchas regiones supera el 25 por ciento.
Halle, en Sajonia-Anhalt, que fue un importante centro de la industria química con más de 315.000 personas, ha perdido casi una quinta parte de sus ciudadanos. Antes de que cayera el Muro de Berlín en 1989, el “triángulo químico”, Leuna-Halle-Bitterfeld, daba empleo a 100.000 personas, ahora sólo quedan 10.000. Gera tenía grandes empresas textiles y de defensa, y algunas minas de uranio. Han desaparecido y lo mismo ha sucedido con la mayoría de empresas estatales desde 1989.
El PIB oriental per cápita pasó del 49 por ciento del nivel occidental en 1991, al 60 por ciento en 1995, desde ese momento la convergencia ha dejado de avanzar. La economía crecía aproximadamente un 5,5 por ciento al año, pero no estaban creando muchos nuevos empleos. Como resultado el Este se está vaciando. Desde la unificación aproximadamente 1,4 millones de personas se han trasladado al oeste, la mayoría de ellos jóvenes y personas con estudios. La emigración y la escarpada caída de la fertilidad han provocado un declive anual de la población oriental desde la unificación.
Es una suprema ironía de la historia que veinte años después de la unificación la gente abandone Alemania Oriental, no para huir de la Stasi, sino para escapar del desempleo. Por supuesto, a algunos les ha ido bien. El informe de la BBC dice: “Grandes casas burguesas, muchas llenas de agujeros de bala de la Segunda Guerra Mundial hasta 1989, las han restaurado devolviéndolas a sus días de gloria”.
El marxismo revive
Como muchos otros alemanes orientales, Ralf Wulff decía que estaba encantado con la caída del Muro de Berlín y ver cómo el capitalismo sustituía al comunismo. Pero la euforia no duró mucho. “Bastaron un par de semanas para darse cuenta de que lo que significaba la economía de libre mercado”, decía Wulff. “Es el materialismo y la explotación rampantes. Se pierde el ser humano. No teníamos comodidades materiales pero el comunismo aún tenía mucho a su favor”. (Reuters).
Hans-Juergen Schneider, un veterano ingeniero de 49 años de edad está desempleado desde enero de 2004. Ha enviado desde entonces 286 solicitudes de trabajo, sin éxito. “La economía de mercado no puede resolver nuestros problemas”, dice, “las grandes empresas están arrebatándonos los beneficios sin aceptar ninguna responsabilidad”. No es el único. Una encuesta publicada por Der Spiegel decía que el 73 por ciento de los alemanes orientales creen que la crítica del capitalismo hecha por Carlos Marx es aún válida.
Otra encuesta publicada en octubre de 2008 en la revista Super Illus decía que el 52 por ciento de la población del Este piensa que la economía de mercado es “inepta” y “destartalada”. El 43 por ciento preferiría un sistema económico socialista, porque “protege a las pequeñas personas de las crisis financieras y otras injusticias”. El 55 por ciento rechazaba los rescates por parte del Estado a la banca.
Entre los jóvenes (18 a 29 años), que nunca vivieron en la RDA o lo hicieron brevemente, el 51 por ciento quería el socialismo. La cifra para los adultos entre 30 y 49 años de edad era del 35 por ciento. Pero para los que tenían más de 50 años era el 46 por ciento. Estos datos se confirman con las docenas de entrevistas a ciudadanos corrientes del Este. “Leíamos sobre los ‘horrores del capitalismo’ en la escuela, realmente tenían razón. “Carlos Marx estaba en lo cierto”, dice Thomas Pivitt, un trabajador de tecnología de la información de 46 años de edad en Berlín Oriental. El Capital se convirtió en un best-seller para el editor Karl-Dietz-Verlag, en 2008 vendió 1.500 ejemplares, el triple de 2007 y desde 1990 ha aumentado en cien veces.
“Todo el mundo pensaba que nunca más se demandaría ‘El Capital’“, dice el director general Joern Schuetrumpf a Reuters. Incluso banqueros y directores ahora leen El Capital para intentar comprender lo que nos están haciendo a nosotros. “Marx definitivamente tiene razón”, dijo.
La crisis del capitalismo ha convencido a muchos alemanes, tanto en el Este como en Occidente, de que el sistema ha fracasado. “Yo pensaba que el comunismo era una mierda pero el capitalismo es aún peor”, decía Hermann Haibell, un herrero de 76 años jubilado. Las pequeñas personas como yo tenemos que pagar por este caos financiero con impuestos más altos debido a la codicia de los banqueros”.
Incluso más significativo que las encuestas de opinión fueron los resultados de las recientes elecciones alemanas. El Partido de la Izquierda registró un avance significativo, consiguiendo casi el 30 por ciento del voto en el Este. Ahora en el Este los partidos burgueses no tienen la mayoría. Eso demuestra claramente que la población de Alemania Oriental no quiera el capitalismo sino el socialismo, no la caricatura burocrática totalitaria de socialismo que tenían antes, sino el genuino socialismo democrático, el socialismo de Marx, Engels, Liebcknecht y Luxemburgo.
Se dice que hace 500 años, el 31 de octubre de 1517, Martin Lutero clavo en la puerta de la Iglesia del Palacio de Wittenberg, Alemania, un documento con 95 tesis. Aún cuando hay cuestionamientos sobre la forma en que estas tesis se pusieron a disposición, lo cierto es que este fue un punto de inflexión histórico que desataría poderosas fuerzas subterráneas levantando auténticos movimientos revolucionarios.
En medio del medievo, Alemania había conseguido, en los siglos XIV y XV, desarrollo económico que dio paso a la formación de suburbios urbanos. Inventos como la imprenta y la pólvora ayudaron a ello. El feudalismo se imponía como un freno impidiendo la entrada triunfal de la nueva sociedad capitalista. Alemania estaba conformada por 350 principados con gran autonomía del imperio. La sociedad estaba dividida, hasta cierto punto atomizada, en diversas clases y subclases sociales, que en su mayoría chupaban la sangre del campesinado que era el que producía la riqueza.
Existía un reaccionario estado. El emperador cobraba impuestos imperiales y el papa diezmos. Además de la explotación, la iglesia imponía su terror en sus confesionarios y templos. Las reglas establecidas por el estado permitían el vaciamiento de ojos, el desorejamiento, la cortadura de dedos y manos, la decapitación, el descuartizamiento, etc.
La sociedad era gobernada por lo señores feudales tanto imperiales como clérigos. Las ciudades eran dominadas por los patricios, los más ricos; había una oposición burguesa, precursora del liberalismo, que incluía a una parte de la pequeña burguesía, también una oposición plebeya compuesta de burgueses venidos a menos, oficiales de oficios varios, jornaleros, incluso predicadores de la iglesia y elementos lumpenes, vagabundos. El campesinado por su extremada explotación y atomización no había logrado en el pasado más que revueltas aisladas y locales.
Las tesis de Wittemberg atrajeron inicialmente a toda la oposición sin importar su clase, llevarían a un enfrentamiento abierto con el alto clero de la iglesia y una enorme escisión de la misma, pero el propio protestantismo se dividiría en distintos campos. Estas 95 tesis criticaban la virtud de las indulgencias, en 1520 Roma le prohíbe a Lutero predicar y este responde quemando la bula (documento pontificio). Este desafío tiene ecos y el movimiento reformador se extiende a Zurich (1521) con Zwingli y Estramburgo (1524) con Martín Bucero. Lutero forma el culto en Prusia (1925) defendiendo el matrimonio sacerdotal al casarse con Catalina de Bora. En 1526 la Dieta de Spira (especie de parlamento) aprueba la libertad de elección religiosa en cada principado. En 1529 se da otra dieta dominada por el ala católica conservadora que intentó revertir el acuerdo anterior por lo que se da una protesta de los seguidores de Lutero, pasando a la historia este movimiento reformador como protestante.
Aunque se enarbolaron banderas religiosas no fueron causas del “otro mundo” las que provocaron la intensa lucha de clases en Alemania, Austria y Suiza, sino las distintas contradicciones de clase. Era hasta cierto punto normal que se expresara como oposición religiosa pues el catolicismo se impuso en el medievo como la ideología dominante donde la jurisprudencia, la ciencia y demás aspectos se expresaban teológicamente. En este conflicto se fueron conformando tres distintos grupos: el católico reaccionario, el luteranismo burgués reformista y el revolucionario apoyado en un ala de los plebeyos y campesinos.
El protestantismo fue en realidad un conflicto de la naciente burguesía contra el feudalismo, en el mejor de lo casos lo que existía eran sectores, dentro de los plebeyos, que antecedían al futuro proletariado. Al traducir la Biblia se popularizaron ideas revolucionarias contenidas en ella. Los anhelos de igualdad se encontraban presentes y podían remontarse al rescate de los ideales comunistas de los primeros cristianos. Aunque de forma minoritaria, una fracción de la sociedad luchó por este brote de ideales comunista. Al frente de ellos se encontraba Thomas Müntzer.
El movimiento protestante removió a la sociedad, en los sectores mayoritariamente católicos empezaron a producirse levantamientos armados, la actitud conciliadora de Lutero no impidió que estas se extendieran a las regiones protestantes. En la misma zona de Lutero, Turingia, se posicionaron los más decididos insurgentes, encabezados por Müntzer que colaboró inicialmente con el creador de las tesis de Wittenberg.
Frente al surgimiento de una lucha revolucionaria auténtica hicieron frente común contra ella las clases poseedoras, la burguesía y la nobleza, así como Lutero y el Papa. Lutero llamó a luchar contra esos campesinos vándalos y a asesinarlos. Él, representante de los elementos burgueses, es una muestra clara de cómo esta clase no es capaz de llevar adelante un auténtico movimiento revolucionario, pues terminó claudicando frente al viejo régimen. De ser un monje rebelde terminaría convirtiéndose siervo principesco.
Thomás Müntzer fue un teólogo que en sus cultos suprimió el latín y puso a disposición la lectura completa de la biblia creándose en torno a él un movimiento anticlerical popular. Citando pasajes de la biblia llamaba a la toma de las armas y a combatir al clero y sus altares. Terminó oponiéndose no solo al catolicismo sino a creencias cristianas en su conjunto. Decía que el Espíritu Santo no existe fuera de nosotros, el Espíritu Santo es la razón. El cielo no es de ultratumba hay que buscarlo en esta vida.
Federico Engels dice que si la filosofía de Müntzer se acercaba al ateísmo, su doctrina política lo hacía al comunismo. Planteaba el establecimiento inmediato del reino de Dios que “no significaba otra cosa que una sociedad sin diferencias de clase, sin propiedad privada y sin poder estatal independiente y ajeno frente a los miembros de la sociedad. Todos los poderes existentes que no se conformen sumándose a la revolución serán destruidos, los trabajos y los bienes serán comunes y se establecerá la igualdad completa (Federico Engels, Las Guerras Campesinas en Alemania)”.
Müntzer encabezó una lucha violenta y revolucionaria contra el viejo orden. ¿La biblia no condena a los que roban? Había que luchar contra los explotadores y clérigos. Distribuía proclamas y pronunciaba discursos revolucionarios haciendo llamados al levantamiento del pueblo. Müntzer, a la par de agitar, construyó una organización revolucionaria entre Alemania, Suiza y Austria. Es uno delos organizadores del levantamiento campesino. Engels lo describió así:
“Müntzer es profeta de la revolución con todo su ser; enciende incesantemente el odio contra las clases dominantes, despierta las pasiones más violentas, y cuando habla lo hace empleando las frases encendidas que el delirio religioso y nacional atribuía a los profetas del antiguo testamento. El nuevo estilo al que tuvo que acostumbrarse indica el nivel cultural del público sobre el que tenía que influir (Federico Engels, Las Guerras Campesinas en Alemania)”.
El levantamiento revolucionario fue valeroso pero sería aplastado. Müntzer fue herido y capturado en Sajonia, 5 mil de los 8 mil campesinos que iban con él fueron asesinados. En el levantamiento serían asesinados en total unos 100 mil campesinos.
“En presencia de los príncipes Müntzer fue sometido a tormento y luego decapitado. Subió al cadalso con el mismo valor que había mostrado durante toda su vida. Tenía a lo sumo cuarenta y ocho años cuando murió. También Pfeiffer [discípulo de Müntzer] fue decapitado, y con estos dos murieron muchísimos más (Federico Engels, Las Guerras Campesinas en Alemania)”.
El ala revolucionaria fue minoritaria y sin un proletariado sólido y una industria desarrollada era imposible en ese tiempo construir la anhelada sociedad comunista. Müntzer es, sin embargo, un hombre adelantado a su tiempo y digno precursor del actual movimiento obrero y de todos aquellos que luchamos por una sociedad igualitaria y justa, es decir comunista.