Escrito por: Flavia Dezzutto, Universidad Nacional de Córdoba – Argentina
Hombres de una república libre, acabamos de romper la última cadena que en pleno siglo XX nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica. Hemos resuelto llamar a todas las cosas por el nombre que tienen. Córdoba se redime. Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan. Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana.
La juventud argentina de Córdoba a los hombres libres de Sud América
Manifiesto de la Federación Universitaria de Córdoba – 1918
Estas últimas semanas han mostrado la profundidad y extensión que posee el conflicto salarial y presupuestario de la universidad pública argentina. Se trata incluso de algo más que un conflicto. Hablamos de la existencia de la universidad pública como tal, y de la profundización de sus supuestos y alcances.
La paritaria docente está en stand by desde marzo, durante todo este tiempo el gobierno de Cambiemos ha insistido en una oferta salarial que rondó siempre en torno a un 15% dispuesto en cuotas de variable distribución e insuficiencia sustantiva respecto de garantizar condiciones mínimas de vida digna para los y las trabajadores/as universitarios/as. En el curso de esta semana se ha efectuado una propuesta que incluye magras sumas remunerativas no bonificables, tan inaceptable como la anterior. Esta última propuesta fue arrancada a fuerza de movilizaciones, asambleas, tomas de diversas Facultades y Rectorados, y todo tipo de acciones multitudinarias protagonizadas por la comunidad universitaria, acompañada por organizaciones sindicales y sociales entre muchas otras, luego de tres meses de absoluto silencio e indiferencia ante los reclamos gremiales.
Durante el gobierno macrista las universidades nacionales han sufrido reducciones presupuestarias en un contexto inflacionario y devaluatorio, recortes en diversos programas, asignaciones y convenios específicos, especialmente en aquellos dirigidos a concretar políticas de inclusión.
Es conocido también el ahogo presupuestario dirigido a los organismos de ciencia y técnica, a sus investigadores/as, proyectos, instituciones y programas de las más diversas temáticas, con especial ensañamiento en el área de las ciencias sociales y las humanidades.
Pero los planes exterminadores del gobierno de la alianza UCR-PRO hacia las UUNN ha ido más lejos aún, pues, montados en las múltiples brechas abiertas por la Ley de Educación Superior vigente desde el gobierno de Menem, y no derogada durante los doce años del gobierno kirchnerista, han procurado horadar el modelo de universidad pública, gratuita, laica y autónoma. Las políticas tendientes a privilegiar un modelo virtual de educación superior, que borra la ciudadanía universitaria y su potencial político, para convertir a los/as estudiantes en clientes, aspirantes a títulos basura, propiciando las carreras cortas dirigidas a cubrir las demandas del mercado laboral, manifiestan a las claras un modelo de universidad en el que el inmenso negocio de la educación parasita las estructuras estatales para ponerlas de rodillas ante los intereses de las empresas y de los mercachifles del rubro educativo.
Este rápido resumen muestra que la universidad pública argentina está en peligro en lo real, y que las líneas de fondo de la concepción de universidad que propicia el macrismo apuntan a su ahogo, desfinanciación, y vaciamiento, para transformarla en su fibra más íntima y convertirla en coto de caza de los poderes fácticos, sometida a una lógica mercantil y oscurantista.
Ante este panorama, a lo largo y ancho del país se está produciendo una contundente insurrección universitaria, que, a partir de la lucha docente, tiene como protagonistas clave a los/as estudiantes, pero también a los demás claustros universitarios, los/as trabajadores de la universidad, llamados administrativos o no docentes, y a multitudes de egresados/as, comprometidos con la universidad pública. Esta lucha supone la discusión paritaria y presupuestaria, pero se extiende a una discusión política ideológica, que recoge la agenda planteada por los feminismos, y da cuenta de muchas de las asignaturas pendientes de la universidad en su diseño actual. Me refiero a la democratización del gobierno universitario respecto de la representación de los claustros en el cogobierno, al significado del sentido social del conocimiento, pero también a otros temas de agenda que sustantivizan la idea de inclusión. En tal sentido podemos mencionar a la ampliación y profundización de sistemas de becas, a la existencia de guarderías infantiles para hijos/as de estudiantes y trabajadores/as universitarios, así como el mejoramiento de la estructura edilicia y el equipamiento de las casas de estudio, reclamos que ponen en perspectiva los logros que las luchas universitarias han conseguido hasta el presente y diseñan un programa que ha de preguntarse por sus supuestos, condiciones, y sistemas de alianzas más estructurales.
El marco actual de esta situación es el aniversario de la Reforma Universitaria de 1918, un amplio y fecundo proceso político y cultural que tuvo en el centro la democratización de la universidad, el combate contra el oscurantismo “monástico” del jesuitismo reinante en los comienzos del siglo XX, así como el combate a la reacción social y política del período. La Reforma se pensó como un camino compartido por los pueblos de Latinoamérica, y desde sus comienzos unió sus destinos al de las masas trabajadoras que clamaban por justicia y libertad en épocas de explotación, privación de derechos, racismo. Los problemas de los reformistas fueron tempranamente caracterizados como un asunto revolucionario, pues rápidamente advirtieron que la concreción de sus aspiraciones suponía un cambio de raíz de las formas políticas, sociales y económicas de su tiempo.
Hoy, como ayer, la cuestión universitaria señala sus tareas y sus aliados irrenunciables: dar vuelta un mundo, en palabras de Rosa Luxemburgo, implica desafiar al capitalismo en la etapa pretérita y presente, que dispone y garantiza las diversas configuraciones de la dominación que hacen imposible el programa de una universidad nueva y de una sociedad nueva, es decir, libre e igualitaria.
Que nuestras vergüenzas sean menos y nuestras libertades más, como proclama el Manifiesto Liminar, depende de la comprensión de esta tarea, y de la necesaria vinculación política e ideológica con los y las explotadas por un sistema que niega la posibilidad de la vida y la libertad para las mayorías de nuestro país, de nuestra América, de la humanidad entera.