La guerra de los empresarios contra el gobierno de López Obrador ha escalado. Esta vez el fuego proviene de un sector que la 4T consideraba su propio aliado: Ricardo Salinas Pliego, dueño de TV Azteca.
De acuerdo con la Revista Forbes, el dueño de la televisora, es el segundo hombre más rico del país, poseé una fortuna de 11,700 millones de dólares.
Su fortuna se ha incrementado en el último año. Ha sido beneficiado por los gobiernos de la Cuarta Transformación, debido a su posición como parte integrante del Consejo Asesor Empresarial del gabinete de Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Incluso, una de sus personas de mayor confianza, Esteban Moctezuma Barragán, ocupa el cargo de Secretario de Educación Pública.
Total Play, una sus empresas, obtuvo un contrato de adquisición de sistemas de videovigilancia para el C5 (centro integral de monitoreo) por parte de la administración de Claudia Sheinbaum en la Ciudad de México. El costo de esta licitación se cotizó en 954 millones de pesos.
Además, el gobierno de la capital otorgó a Seguros Azteca, otra de las empresas de Salinas Pliego, un contrato en el cual se entregan pólizas que cubren los accidentes de policías y funcionarios públicos.
Durante el 2019 la rama financiera de su consorcio empresarial, Banco Azteca, consiguió los contratos para que por medio de sus sucursales repartiera el dinero de los programas sociales destinado a estudiantes, jóvenes, adultos mayores y personas con discapacidad. Y Estudios Azteca concretó contratos públicos en 2019 por cerca de 58.3 millones de pesos.
Sin embargo, el compromiso del empresario llega hasta donde se le permite hacer negocios y se le garantice ingresos millonarios a sus arcas, no existe ningún compromiso ideológico con una transformación del país en beneficio de los más pobres y desprotegidos, no es parte de ningún «sector progresista de los grandes empresarios» que apoyan a la 4T, por que simplemente este sector de la burguesía mexicana es inexistente.
Los dueños del capital, nacional e internacional, incuyendo a Salinas Pliego, han manifestado sus prioridades en la actual emergencia sanitaria: sus ganancias por encima de la vida de los trabajadores y millones de personas.
Las diferencias entre la cúpula empresarial y el gobierno se profundizaron tras la presentación del plan económico donde no se garantiza el rescate de las grandes empresas y las grandes fortunas a costa de la deuda pública.
Salinas Pliego no es la excepción, ha mostrado su desacuerdo en la estrategia empleada por el gobierno federal (del cual es asesor), incluso ha mantenido abiertas sus empresas a pesar de que no son consideradas como sectores estratégicos para combatir la pandemia del COVID-19. Hizo un llamado a «seguir trabajando».
A partir de la exigencia de los grandes empresarios para que se les otorgue dinero por parte del gobierno, ha salido a relucir la deuda que 15 grandes empresarios tienen con el Sistema de Administración Tributaria (SAT) por el concepto de impuestos, que asciende a 50,000 millones de pesos. Para darnos una idea del monto de la deuda, el presupuesto asignado a la Universidad Nacional Autónoma de México durante 2020 fue de 46 mil 629 millones 744 mil 427 pesos. El dueño de TV Azteca debe al SAT 14,000 millones de pesos.
La contradicción entre mantener sus ganancias y apoyar las medidas de un gobierno, al que la cúpula empresarial lo ve como un ente ajeno a ellos, se ha resuelto con una inclinación natural hacia la defensa de sus privilegios.
Acostumbrados a tener un gobierno sumiso, que sea solamente un comité de administración de sus negocios, la cúpula empresarial en este país no está dispuesta a pagar impuestos ni a apoyar un proyecto de pequeñas reformas a favor de los sectores mas vulnerables en el país. De ahí su actitud de desafío ante las medidas de la administración de AMLO, incluso sectores del Consejo Coordinador Empresarial han llamado a desconocerla.
La actitud de Salinas Pliego, que de palabra se consideraba un aliado de la 4T, es la misma. Su lealtad dura hasta donde llegan sus negocios.
En un anuncio de claro desafío, en un acto criminal y de terrorismo mediático. El 17 de abril el periodista Javier Alatorre en su noticiero estelar de la mencionó:
«Como todas las noches, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell encabezó la conferencia sobre el Covid-19 en México. Pero sus cifras y sus conferencias ya se volvieron irrelevantes. Es más, se lo decimos con todas sus palabras, ya no le haga caso a Hugo López-Gatell».
El mensaje ha sido posteado y resaltado en las redes sociales de la televisora.
Ante esta situación, ¿cómo se debe proceder? Ante la clara decisión de Salinas Pliego de llamar a desobedecer las recomendaciones del gobierno federal y poner en riesgo la vida de millones de personas, no deben existir las contemplaciones, ni las medias tintas, ni intentos conciliatorios, por que el único acuerdo que la cúpula empresarial aceptará es el de una sumisión total bajo sus proyecto e intereses mezquinos, su objetivo es recargar la crisis sanitaria y económica sobre las espaldas de la clase trabajadora y el pueblo de México.
Por lo tanto, se debe exigir la clausura de la señal de TV Azteca, lo bienes de la televisora deben ser expropiados y reabierta bajo el control de sus trabajadores, técnicos y profesionistas que estén dispuestos a que esta funcione en beneficio de la mayoría de la población y no bajo los intereses mezquinos de un puñado de capitalistas.
A su vez se debe redefinir la táctica para profundizar la estrategia de transformación que vaya acorde a los intereses de la clase trabajadora y los pobres de este país, son momentos de grandes definiciones políticas.
Dirigentes de la 4T y un sector de intelectuales hace algunos meses afirmaban que era necesaria la alianza con algunos sectores de la cúpula empresarial para consolidar un proceso de transformación, «necesitamos de todos», argumentaban.
Incluso algunos se inventaron que existían sectores de la burguesía «progresista», dispuestos a colaborar por el «bien del país». Otros fueron más allá y se arriesgaron a poner de ejemplo el caso de Ricardo Salinas Pliego, dueño de TV Azteca.
Hoy la realidad golpea muy fuerte, tales sectores de la burguesía progresista sólo existen en las cabezas de algunos. Los grandes empresarios de este país se han puesto furiosos y han perdido la cabeza por el simple hecho de exhortarlos a pagar impuestos.
Urge detener sus intentonas golpistas, pero no mediante llamados a la «unidad nacional», o la «unidad de todos». Sino mediante la unidad de los de abajo, de los trabajadores y los sectores populares.