Por la conmemoración de los 500 años de la caída de Tenochtitlan y el inicio de la colonia (junto con la conmemoración por los 200 años de la lucha de independencia), el gobierno mexicano se ha dado a la tarea de reivindicar la historia nacional, así como pedir perdón por la opresión y explotación que vivieron los diferentes pueblos o sectores de la población, en esas fechas históricas.
En este mismo sentido, ha pedido que diferentes gobiernos e instituciones, como el gobierno español y los representantes de la iglesia pidan perdón a los pueblos indígenas, por la brutal explotación a la que fueron sometidos, por más de 300 años (desde la guerra de colonización hasta la independencia).
La respuesta que dio el ex presidente del gobierno español, José María Aznar, fue burlándose de Andrés Manuel López Obrador y diciendo que: “En esta época en la que se pide perdón por todo yo no voy a engrosar las filas de los que piden perdón, no lo voy a hacer”. Además, dijo, “el nuevo comunismo de allí (Latinoamérica) se llama indigenismo”. Dando a entender que el planteamiento hecho por el gobierno mexicano es comunismo.
Como es lógico, también defendió la historia de España: “Por defender la importancia histórica de la nación española, la historia de España -con sus claros y con sus oscuros, con sus aciertos y con sus errores- estoy dispuesto a sentirme muy orgulloso, pero no voy a pedir perdón”.
No es extraña la réplica de Aznar a AMLO, siendo un tipo de la derecha más rancia del Estado español. Lo mismo defiende la participación de España en AL como la represión contra las minorías del Estado español, como los catalanes, el País Vasco y más. Cuando estuvo al frente del Partido Popular, de derecha reaccionaria, lanzó ataques brutales contra la clase obrera y la juventud. En todo caso su posición política con respecto a la defensa de la intervención de los españoles en la colonia no es extraña, pues fue su clase la que se enriqueció sobre el dolor y desgracia indígena.
No se trata de una nación sobre otra, sino de una clase contra otra. Algunos días antes de la declaración de Aznar, AMLO había dicho que el gobierno español era soberbio al no atender este llamado para pedir perdón a los indígenas. Es muy representativo este hecho, pedir que una potencia colonial, como lo fue España, en un momento determinado, pida perdón a los que consideraba seres inferiores, ignorantes, etc. No es fácil que se vea. La burguesía de aquel entonces y la de hoy están acostumbradas a ver a los trabajadores como sus esclavos, que no merecen más que su desprecio. En las palabras de Aznar escuchamos las de toda la burguesía colonialista que mira como subordinados a los trabajadores, campesinos pobres y mujeres de cualquier país.
No podemos meter en un solo costal a los millones de españoles, el pueblo que también era sometido por los mismos que vinieron y sometieron a los indígenas.
No sólo se trata de perdón, sino de una vida digna y libre de explotación y miseria
Lo que está haciendo AMLO, pidiendo perdón a los diferentes pueblos indígenas o la colonia china, que fue duramente maltratada por los gobiernos anteriores, no se había visto antes. Podríamos decir que es un gesto progresista pero insuficiente. Del total de la población indígena, el 69.5% vive en situación de pobreza (datos de Coneval del 2018). Los municipios donde vive la mayoría de ellos tienen muy poca infraestructura y en muy malas condiciones.
Una buena parte del territorio que han habitado, por decenios o cientos de años, está siendo amenazado por el crimen organizado (son rutas de trasiego de la droga) y arrasadas por los proyectos mineros. No es casualidad que decenas de defensores del ambiente asesinados sean en su mayoría indígenas.
No sólo hace falta pedir perdón, hace falta una política integral de infraestructura, trabajos bien pagados, escuelas bilingües bien equipadas, etc. Además, se debería de potenciar la organización comunitaria y el armamento del pueblo, como las policías comunitarias bajo control de asambleas populares, para combatir el narcotráfico y los secuestros.
De parte del gobierno se debería de cancelar todos los proyectos mineros que destruyen los territorios indígenas y en su caso, poner a funcionar esos proyectos para beneficio de la comunidad y de todos los explotados del país, no de un puñado de millonarios. El territorio y la vida de los indígenas está por encima de los intereses de las trasnacionales.
Respecto al proyecto de Tren Maya, se deberían dar facilidades crediticias a las comunidades indígenas para que éstas invierten colectivamente en proyectos turísticos. Nada de esto se hace. Por el contrario, las grandes fortunas están comprando sus tierras para montar grandes hoteles donde los indígenas simplemente tenderán camas o darán espectáculos recordando su grandeza cultural, pero seguirán siendo explotados con salarios miserables.
No se trata sólo de rescatar la historia, sino de transformar nuestra realidad. Si queremos honrar la historia de los pueblos indígenas, no vasta con pedir perdón, o pedir a otros gobiernos que hagan lo mismo. Necesitamos terminar con el capitalismo para terminar con el hambre, la miseria y la violencia que azota todo el país.