«Los capitalistas van deslizándose por un tobogán hacia el desastre con los ojos cerrados» León Trotsky
La situación internacional
El mundo está siendo sacudido duramente por grandes acontecimientos, sin precedentes en la historia. La infección del COVID-19, que comenzó en China, ha sido el catalizador de la crisis económica mundial, al mismo tiempo, la pandemia está siendo un factor para empujar aún más la economía al abismo. De esta forma vemos como un accidente se convierte en causa, y poco tiempo después en un efecto más que implica una profundización de las contradicciones.
La característica general del periodo es la velocidad con la cual están sucediendo los acontecimientos. Día tras día se dan a conocer noticias cada vez más alarmantes sobre la situación económica internacional, sobre miles de muertes en todo el planeta, sobre las medidas tan brutales que algunos gobiernos están incurriendo para defender los negocios del gran capital, etc. Hay la sensación de ir descendiendo en una espiral, muy resbaladiza y la cual no tiene fin. Como bien lo había dicho Engels, hay períodos donde en 20 años no pasaba nada y otros en donde en 2 semanas pasa lo que en 20 años.
El segundo aspecto más importante en la ecuación es el efecto que está trayendo esta situación de crisis económica y de sanidad en la conciencia de miles, millones de personas en el mundo. Todas las contradicciones que habían estado ocultas, o que los medios de comunicación habían ocultado por muchos años, ahora salen a la luz con claridad. Lenin decía que la escuela de la vida es la gran escuela para las masas. Ahora mismo cada choque violento está sacudiendo la conciencia de la gente. Se puede ver perfectamente como los empresarios solo les interesa el dinero y no les preocupa en lo más mínimo que los trabajadores pueda morir por el COVID-19. Está claro, para millones, que el modelo económico donde la propiedad privada era lo máximo, es una completa basura, y que las privatizaciones, particularmente en el sector salud, son las causantes que en ningún país del mundo los sistemas de salud están listos para hacer frente a una enfermedad respiratoria que ni siquiera es de alta letalidad. Otra gran mentira que ha caído es la supuesta inexistencia de la clase obrera; en las universidades, medios de comunicación masivo hablaban de que ya no existía la clase obrera, decían que los que creaban la riqueza eran los empresarios, y lo que vemos hoy es justo lo contrario, la centralidad de la clase obrera, no solo en la producción sino salvando vidas en los hospitales, en los medios de transporte, en el campo, etc.
Todas las grandes diferencias entre los ricos y los pobres han salido a la luz. Los millonarios están pasando la cuarentena en sus residencias privadas, alejados de todo, sin tener que preocuparse por nada, se la pasan nadando en sus albercas privadas, montando a caballo y demás. Mientras los pobres no pueden dejar de trabajar porque los patrones los amenazan con el despido, o si le respetan la cuarentena son mandado a casa con el salario mínimo o pagándoles una parte del salario; esto mete presión para la supervivencia, además las condiciones de las casas de los pobres son insalubres, muchas no tienen todos los servicios, hay hacinamiento, etc.
Y esto no ha terminado, ahora hemos visto decenas de miles de muertos en países de capitalismo avanzado, donde los niveles de vida no son los peores y donde los sistemas de salud pública son mínimamente asequibles.
Estamos comenzando a ver el contagio en los países de Latinoamérica y las imágenes son brutales en países como Ecuador donde, los muertos están siendo dejados en las calles por el colapso de la salubridad publica; en otros países vemos como los gobernantes han planteado medidas para salvar a los ricos y dejando que los más pobres asuman su suerte como puedan -Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, etc.-. Seguramente que en el momento de mayor contagio las muertes se contaran por miles en toda la región. Pero lo peor será cuando la pandemia llegue a los países de África, ahí los sistemas de salud son totalmente precarios, donde se convive con otras infecciones como el ébola y donde, desgraciadamente, las muertes podrían llegar a millones. Como decía Lenin, el capitalismo es horror sin fin.
Aunado a esto, somos testigos de cómo la economía mundial colapsa. En las últimas cuatro semanas el desempleo en los Estados Unidos ha llegado a más de 26 millones de personas; las ventas de petróleo han caído estrepitosamente y esto ha repercutido en el desplome de los precios del barril; Algunos analistas hablad de que la economía de China caerá este año en un 6.8%; se espera un descenso económico de la región latinoamericana de un 6.9%, etc. Podríamos dar muchísimos más datos, pero no tiene mucho sentido porque todos ellos son proyecciones que son inciertas, nadie sabe lo que va a pasar a fin de año si es que hay un nuevo contagio, o el grado hasta donde veremos llegar a la crisis. En todo caso, los datos ilustran que nos acercamos rápidamente a una situación en donde más del 90% de los países del mundo entrarán en una crisis muy grave.
Las medidas que están tomando los diferentes gobiernos e instituciones bancarias a nivel mundial es abrir el grifo de los dólares y ponerlos a disposición de las empresas y los bancos. En EEUU el gobierno ha planteado que pondrá a disposición 2 billones de dólares para resarcir los efectos de la crisis, este mismo camino está siguiendo Europa. Aunque no es seguro que estas grandes cantidades de dinero puedan detener la crisis, lo que sí es seguro que los prestamos desmedidos se tendrán que pagar en el próximo periodo. Lógicamente que la burguesía querrá que las deudas sean asumidas “por todos”, es decir, que la paguemos los trabajadores, con brutales recortes al gasto social, más impuestos, privatizaciones, etc. Por otra parte, los trabajadores tenemos muy fresco lo que significo la crisis del 2008 y sabemos que todos los miles de millones que se les dieron a los banqueros no tuvieron una repercusión en la vida diaria de la clase obrera y sus familias, por el contrario, se nos pidió sacrificios para pagar esas deudas que están concentradas en montañas de dinero de los grandes magnates. La clase obrera de los diferentes países no estarán dispuestos a asumir el peso de la crisis con los brazos cruzados. Esto es una receta acabada para una lucha de clases a nivel mundial y esto es lo que veremos, una situación revolucionaria en un país tras otro en el próximo periodo.
La crisis sanitaria en México
Las cifras dadas hasta el día de hoy por el Doctor Gatell nos arrojan más de 1700 muertos por el COVID-19 en el país. Si comparamos a nivel mundial pareciera que no son muchas, pero él mismo ha dicho que nos encaminamos a la parte critica de la enfermedad y se esperan entre 6 y 8 mil muertes. Nadie en su sano juicio podría decir que el gobierno de AMLO no ha tomado medidas para evitar el contagio masivo y para tratar de resarcir el desastre que hay en el sector salud, heredado por los gobiernos anteriores. Sin embargo, estas medidas no han sido suficientes. Revisando las encuestas de contagio que se han presentado cada noche por parte del gobierno podemos ver que la cantidad mayor de contagios se da entre los 25 y 50 años, es decir la edad de mayor productividad laboral, una buena parte de los trabajadores no se han quedado en casa por necesidad y por presiones.
Al igual que en todos los países del mundo, la crisis sanitaria se vive a dos niveles. La gran burguesía está preocupada por sus negocios y obliga a sus trabajadores a seguir laborando, aun cuando sus actividades no son esenciales -el mejor representante de esta clase parasitaria y rapaz lo encontramos en Salinas Pliego y su Grupo Salinas-. Los trabajadores, por otra parte, son los que llevan la peor parte, potencializada por una epidemia de obesidad, presión arterial alta y demás problemas derivados de una mala alimentación o estrés de la vida cotidiana. Las características del desarrollo capitalista mexicano: dependiente del imperialismo americano y la incapacidad de la burguesía nacional por desarrollar las fuerzas productivas, hacen que el 57.6 % de la población se mantenga de la economía informal, siendo este sector el más afectado por la disminución de la movilidad, imposibilitando el mantener la cuarentena a riego de morir de hambre.
Aunque no hemos pasado la peor parte de la crisis sanitaria, podemos augurar desde ahora que la situación no será tan dramática como en los EEUU. Los decesos que hemos tenido y los que seguirán en las siguientes semanas llevan al marca distintiva de un sistema enfermo y decadente que no puede y no quiere ver por la mayoría de la población, que pone por encima la riqueza y la acumulación antes que la vida de la personas, de un país subdesarrollado y dependiente que tiene que mantener las maquilas abiertas en el norte del país, porque los dueños de estas son burgueses norteamericanos , fabricantes de armas, que les importa más vender mercancías de destrucción que la salud de los trabajadores mexicanos. En pocas palabras, los muertos del COVID-19 en México son también los de un sistema que no puede ofrecernos absolutamente nada a los pobres del país y del mundo.
Aquellos que han tenido las condiciones para mantener la cuarentena están siendo presas de ataques de ansiedad, perdida de sueño u otros trastornos que están afectando su salud, las llamadas para pedir ayuda por crisis emocionales se han multiplicado por tres. La peor parte la están llevando, nuevamente, miles o millones de mujeres las cuales tiene que aguatar la brutal violencia domestica -los feminicidios durante la cuarentena no se han detenido, al menos 210 mujeres han sido asesinadas en este periodo-; la explotación doméstica en la cual la mujer tiene que asumir los trabajos de la casa, asumir las responsabilidades de los enfermos, etc. A esto sumémosle la desesperante situación de estar encerrados en casas de 45- 50 metros cuadrados, con agua intermitente y la presión de los gastos que no paran, entre ellos el aumento de algunos productos de primera necesidad.
Aunque no hay una cantidad de muertes masivas, hay enfermedades que están fermentando en las casas más pobres y van a salir a flote en el próximo periodo.
La situación económica
Como ya lo dijimos anteriormente, todas las cifras y perspectivas económicas que han dado a conocer los bancos u organismos internacionales son estimaciones las cuales seguramente van a modificarse, queremos dar algunas para ir viendo la magnitud de la afectación que tendrá el país en el siguiente periodo. Se espera que la situación sea grave por dos consideraciones. La primera es la dependencia que se mantiene con respecto a la economía de los EEUU. La segunda es porque todos los resortes en los que se basa la economía nacional no tienen ninguna perspectiva de crecimiento.
La política de hacer de México una colonia de los EEUU ha sido impulsada a lo largo de la historia por la burguesía americana y por algunos políticos mexicanos. Pero sobre eso, hay una dinámica internacional que el capitalismo a establecido dividiendo el mundo en potencias imperialistas y países dependientes y subdesarrollados. Los unos no se pueden entender sin los otros. Los vínculos económicos y políticos que mantiene el imperialismo americano en México implican una pérdida de independencia sobre los aspectos claves de la economía y la política nacional. Esto lo hemos visto muchas veces, pero el caso más cercano y claro es lo que se vivió con respecto a la política migratoria de AMLO en el periodo pasado la cual no gustaba a los EEUU y fue obligado a cambiarla de forma radical, bajo amenazas de impuestos. El país depende de las remesas que mandas los migrantes a sus familiares, las cuales son utilizadas para ir pasando el día, según un estudio de Bancomer se espera que las remesas caigan en este año en un 17%; las exportaciones también caerán un 11.7% -dentro de los sectores de la industria que sufrirán mayores consecuencias será el sector automotriz el cual disminuirá un 20%-; se espera que la inversión extranjera directa se reduzca en el mundo un 16 %, para América Latina la afectación será de un -10%.
Estos tres factores, que son fundamentales para la economía nacional, se suman a una situación interna muy complicada donde se espera que el turismo -una de las ramas fuertes de la economía- caiga en un 12% anual; con respecto a la exportación de petróleo la situación es aún peor, se habla que ha disminuido la demanda mundial de petróleo en un 20%, algunos dicen que hasta en un 35 % afectando duramente el precio del barril y la cantidad que se exporta. México tiene un seguro que garantiza, si el precio del barril cae por debajo de los 49 dólares, el seguro pagará la diferencia. El problema es que no se sabe la cantidad de barril que están asegurado y además no cubre la disminución de barriles no exportados, hay quienes dicen que del total de lo que se esperaba recaudar en este año, solo se recaudará el 26%.
¿Qué le queda al gobierno para hacer frente a la crisis? AMLO dijo que no va a contraer más deuda, que no subirá los impuestos y que su planteamiento es el mantener los programas de gobierno e incrementarlos a dos millones(pasar de 20 a 22 millones de personas que reciben apoyo económico del gobierno), mantener su plan de infraestructura y endurecer la austeridad republicana bajando sueldos y cancelando aguinaldos a los altos funcionarios; se cerrará 10 subsecretarias, se darán créditos a 3 millones de pequeños empresarios y negocios de la informalidad. Esto va a ser insuficiente, desde el punto de vista de donde se mire. La burguesía lo sabe y presiona, para que se aplique su plan, para que el poco dinero que hay les llegue a ellos y que el gobierno se endeude para que ellos reciban el dinero. Los trabajadores tenemos que presionar para que la burguesía no sea rescatada, para que el Banco de México no les de nuestro dinero y para que el gobierno de AMLO tome medidas más radicales contra la crisis. Al final la lucha de clases jugará un factor para definir hacia donde se va a mover el gobierno en el terreno económico.
La burguesía quiere endeudar al país para que ellas no pierdan
La gran burguesía nacional es un grupo muy muy reducido, no pasan de 500 personas, con familias incluidas. Sin embargo, este grupo tiene instrumentos que hacen que se reproduzca su poder económico y político de tal forma que son ellos, junto con el imperialismo americano, los que diseñan las políticas económicas y sociales del país, por lo menos así lo habían hecho en los últimos 40 años. El primer instrumento del que gozan es de su poder económico, el cual están invertido en los sectores más rentables del país -energía, minas, sector especulativo, bancos, pensiones, sector inmobiliario y de la construcción, hoteles y telecomunicaciones-, Con este poder presionan, corrompen y someten a personajes políticos y gobiernos. Además, tienen los medios de comunicación que están bajo su control y por este medio hacen que su ideología llegue a la mayoría de las casas; controlan cierta parte de la educación; cambia, hacen y deshacen leyes con sus bufets de abogados, porque financian campañas de los partidos políticos y luego los diputados y senadores votan al antojo de sus intereses. Este un poder cuantitativamente hablando minúsculo, insignificante, pero que ejerce un poder brutal ante la sociedad.
Marx decía que la clase que tiene el control económico de la sociedad tiende a dominar políticamente. La forma en que lo logra, independientemente de partidos y personeros, es con el control del Estado (entiéndase por Estado, una herramienta de opresión que está al servicio de una clase, en este caso la capitalista, para ejercer su férreo dominio. Para lograr este objetivo, el Estado se ha ido desdoblando en una serie de instituciones que defienden la base del sistema capitalista, la propiedad privada. Estas instituciones, a groso modo las podemos enumerar: Leyes y el sistema judicial junto a la constitución; cámaras de diputados y senadores; cuerpos armados represivos como marina, ejército y policía; las iglesias y escuelas las cuales transmiten su ideología; la familia sus tradiciones patriarcales; los medios de comunicación; etc.).
No es casualidad o un hecho del destino que siempre las leyes, las resoluciones en los tribunales, las votaciones en las cámaras se pongan a favor de los más ricos, que se defienda el egoísmo como filosofía de vida, que en las escuelas la competencia sea la base de la enseñanza, etc. Al final el Estado capitalista es el brazo político de la burguesía, con el que hace valer su poder económico.
Es por esta razón que ahora están presionando a AMLO para que aplique su programa. Sienten que el presidente les está traicionando en el momento que no asume su programa para rescatarlos de la crisis. Este pequeño grupo se ha reunido con las diferentes cámaras empresariales -pequeñas empresas, que no tienen ninguna fuerza en la vida económica y política- y han asumido su vocería. Piden, en nombre de las Pymes, que el gobierno se endeude con 1 billon de pesos (4% del PIB) para el rescate. Piden también, que el gobierno asuma la mitad de los salarios que actualmente pagan los empresarios, para que, de esta forma, las empresas se ahorren ese dinero en salarios y no pierdan sus ganancias. Piden que se exente del pago de las empresas al seguro social, que se les devuelva impuestos y demás cosas. En otras palabras, quieren socializar sus pérdidas para que después pasen a ser deudas del Estado, y transferirlas a las espaldas de todos nosotros a forma de más impuestos, recortes al gasto social, etc.
López Obrador les ha dicho que no. Esto los ha puesto en pie de guerra contra el gobierno, se han unido a la derecha partidista, a gobernadores nefastos, han agrupado a las cámaras empresariales y están dispuestos a hacer todo lo posible para que AMLO se someta a su poder, si el presidente no sede, entonces van a intensificar su guerra sucia, la cual comenzó desde que Andrés Manuel asumió la presidencia; van a aumentar su huelga de capitales, que también ya ha comenzado desde el año pasado; van a sacar sus capitales de los bancos mexicanos para debilitar a la moneda, esto también ya lo están haciendo; han dicho que no van a pagar impuestos y que algunos gobernadores no van a respetar el acuerdo fiscal, para provocar inestabilidad; tratarán de capitalizar cualquier movilización que se dé contra el gobierno, siendo causas justas o inventadas. En general, podemos decir que están dispuestos a recuperar su brazo político, su Estado, para que siga velando por sus intereses.
Ni neoliberalismo, ni keynesianismo
AMLO defiende el capitalismo y la iniciativa privada, lo mismo que la gran burguesía y las cámaras empresariales. La discusión entre ellos no es capitalismo sí o capitalismo no, lo que hay de fondo es el proceso de acumulación de capital. Es decir, el modelo que se debe de aplicar para sacar al capitalismo de la crisis. Mientras que el neoliberalismo plantea que el Estado no debe de intervenir en la economía, el modelo keynesiano de AMLO plantea que el Estado sí debe intervenir creando empleo y sacando dinero a la circulación para que el consumo no se detenga.
La burguesía nacional opta por el mercado externo, es decir la producción para la exportación, por eso necesitan salarios bajos y un peso débil, para que sus exportaciones sean baratas y puedan competir con los otros países. AMLO opta por el desarrollo del mercado interno, por eso plantea que el salario mínimo tiene que aumentar, plantea apoyar a la pequeña economía local. Esto no quiere decir que rompa con el modelo agro- industrial-exportador, al contrario, lo acentúa, pero busca que haya más dinamismo en el mercado interno.
Esta forma de acumulación de capital que plantea AMLO, donde el Estado juega un papel fundamental en la creación de empleos, está siendo recomendada por algunos organismos internacionales de la burguesía. En Europa, por ejemplo, se habla de un proceso de renacionalizaciones de empresas y que el Estado debe impulsar la economía. Esto se entiende porque ahora que hay una bancarrota del capitalismo, estos necesitan ser rescatados por el Estado. No se equivoca AMLO cuando dijo que su modelo iba a ser seguido por más países.
El capitalismo bajo el modelo neoliberal ha demostrado su bancarrota para las masas de explotados, pero para la gran burguesía ha sido un éxito, pues el proceso de acumulación de capital ha llegado a un grado grotesco. Esto no quiere decir que el modelo Keynesiano sea la salida para los trabajadores. Al final lo que plantea este modelo es dar ciertas concesiones a los trabajadores para fomentar el capitalismo y mantener la explotación capitalista con el aliciente del Estado.
A este debate se suma un aspecto más: la crisis internacional, que está planteando que todos los recursos deben estar encaminados a rescatar a la burguesía, cualquier concesión o ayuda a las masas es para callar la boca a los críticos y decir que el dinero se está repartiendo a todo el mundo. Lo que está haciendo AMLO es diferente a esto, él plantea un programa reformista, dar algunas concesiones a las masas y que el dinero que antes iba para la burguesía, sea repartido en programas, ayudas, compra de productos agrícolas a precio de preferencia, dar apoyos para impulsar las pequeñas empresas y la economía informal, dar fertilizantes y semillas a los campesinos, impulsar los créditos para conseguir casa, mejorar los salarios etc. Lógicamente que la burguesía no está de acuerdo con eso.
¿Qué proponemos los marxistas para salir de la crisis?
Nosotros los marxistas no nos oponemos a las reformas, estamos a favor de mejores salarios, que haya apoyo para los estudiantes y adultos mayores, estamos a favor de que se creen 100 escuelas y que existan apoyos para los campesinos pobres, etc. La diferencia fundamental sobre este tema, entre los reformistas y los marxistas, es que el reformista mira las reformas como un fin en sí mismo, es decir, con las reformas esperan que se frenen las luchas y demandas, piensan que es lo mejor que puede haber y los trabajadores se tienen que conformar. Los marxistas luchamos por las reformas porque son una escuela en la que se van preparando las masas para la lucha por el socialismo, además porque las mejores condiciones de vida dan más posibilidades para la lucha, el estudio y otros aspectos.
Además, los reformistas nunca son consecuentes para luchar por sus ideas hasta el final. Esto no es porque sean malas personas o tengan malos sentimientos, sino que el capitalismo puede conceder algunas reformas en momentos donde el capital va desarrollándose, donde hay prosperidad. El caso es que nos encontramos en una de las peores crisis de la historia del capital, en este momento los reformistas no dan reformas sino contrarreformas. Por eso es que tienden a traicionar, porque para aplicar su programa se necesita tomar medidas que rompen con el capital, pero como no se imaginan un mundo fuera del capitalismo, prefieren detener la lucha, frenar a las masas, incluso aceptar las contrarreformas.
Los marxistas pensamos que el problema fundamental es el capitalismo, y para resolver los problemas más sensibles se debería de terminar con la propiedad privada de los medios de producción y ponerlos bajo control de los trabajadores, y que su producción sea armónica, coordinada sobre una planificación económica a nivel nacional. La producción debe estar encaminada a cubrir las necesidades del pueblo.
Por eso planteamos que deberían de expropiarse las palancas fundamentales de la economía y utilizar esos recursos para superar la crisis. No planteamos que se nacionalicen los millones de pequeñas empresas o pequeños negocios que hay. Nuestro planteamiento es la nacionalización de los medios de comunicación, las empresas mineras, todo lo que se ha privatizado del sector energético, que se recuperen las carreteras, recuperar el territorio que está en manos de empresas que destrozan el medio ambiente, nacionalización de la banca y las cadenas de grandes tiendas comerciales, recuperación de los fondos de pensiones.
Todas estas expropiaciones deberían de ser sin indemnización. Además, dejar de pagar la deuda externa.
Toda esta masa de recursos se podría utilizar para incentivar la producción, por ejemplo, la creación de empresas que puedan agregar alto valor y al mismo tiempo pueda generar buenos empleos y bien remunerados. Lanzar un plan muy ambicioso de infraestructura, pero no que implique fomentar el turismo, sino crear casas habitación para los millones que ahora no tienen acceso, crear escuelas, polideportivos, hospitales, etc. Un banco nacional podría garantizar créditos baratos y accesibles para campesinos y pequeñas empresas, garantizar los fondos necesarios para una pensión universal y bien remunerada, crear un programa de apoyo a los desempleados del país y que este se cubra hasta que el gobierno garantice un buen trabajo de acuerdo con su profesión, desarrollar industria poco contaminante y un plan para la soberanía alimenticia, etc.
El control democrático de las empresas por parte de los trabajadores es fundamental, pues por este medio se puede asegurar el cuidado de los trabajadores, garantizar los suministros, evitar los sabotajes, etc. Los trabajadores deberían de controlar las empresas y a partir de ahí jugar un papel determinante en la producción.
Un golpe de estado en proceso
Hay algunos compañeros dentro de la izquierda que dicen que no podemos ser tan radicales porque provocaríamos a la derecha. La derecha y el imperialismo no necesita un revulsivo para incentivar su odio al gobierno de AMLO. Andrés Manuel, por su parte, piensa que se pueden sobrellevar los conflictos con la derecha dando algunas concesiones o negociando con una parte de ellos. En el peor de los casos poder movilizar a las masas para que la derecha le mida el agua a los camotes.
La burguesía y sus partidos han entrado al gobierno de AMLO, y no necesariamente por la puerta trasera. Vemos a muchos empresarios y políticos de derecha en el gobierno, bastante cercanos al presidente. Por este medio han intentado que Obrador asuma su programa. No les ha ido del todo mal, empresas de Salinas Pliego están firmando sendos contratos con la SEP, empresas de Carlos Slim están llevándose una buena tajada de la construcción del Tren Maya, Romo está haciendo sendos negocios en el sureste explotando los recursos naturales a sus anchas y así sucesivamente.
Entonces, si el gobierno da algunas concesiones a las empresas grandes y quiere desarrollar el capitalismo ¿por qué hay una guerra de la burguesía y la derecha contra el gobierno democráticamente electo? La respuesta es muy concreta, la burguesía no quiere migajas, quiere que su Estado, que se herramienta política de control sea 100 por ciento obediente. Para la derecha el presidente es un intruso que ha irrumpido en su espacio. No están dispuestos a dejar el control del Estado en manos de alguien que no les corresponde a todo lo que ellos piden. Además, da dinero a los pobres.
La campaña se ha intensificado, los medios de comunicación día y noche dan noticias falsas, quieren confundir, desprestigiar al gobierno, la huelga de capitales ya lleva un año, sacan el dinero del país para desestabilizar la moneda, se están organizando para dejar de pagar impuestos, los gobernadores de la derecha están amenazando el pacto fiscal, etc. Todas estas acciones se incrementarán conforme la crisis se recrudezca. No solo tienen herramientas económicas, aunque sus partidos están muy debilitados, están utilizando cualquier movimiento social para colgarse de él y utilizarlo como ariete contra el gobierno, convocan a manifestaciones para pedir la salida de AMLO, organizan sus grupos por redes sociales con tintes claramente golpistas. No dudemos por un segundo que utilizarán al narco y la violencia, así como ahora están tratando de utilizar los muertos del COVID-19, para desgastar la imagen del gobierno.
Las medidas contra estos intentos golpistas deberían de ser contundentes, pero no vemos eso por parte del gobierno. No se ha entendido como ha funcionado en América Latina esta táctica de la derecha. Tenemos ejemplos como el de Bolivia, Ecuador, Brasil, Honduras, Venezuela, etc. donde la derecha ha utilizado métodos muy parecidos para que, tarde o temprano logrado su objetivo, puedan deshacerse del gobierno incómodo. No podemos cerrar los ojos ante esto, ni extenderles la mano, porque ellos responden con una patada. Debería de expropiárseles sus bienes, quitarles los medios de comunicación, desarmarlos y si es necesario encarcelarlos.
Al imperialismo americano no le es grato el gobierno de México, pero hasta ahora el conflicto no ha crecido porque AMLO ha aceptado todo lo que el imperialismo ha pedido -política migratoria, plan antidrogas, medidas para reafirmar el TECMEC-. Pero las peticiones al gobierno subirán de tono conforme la crisis en los EEUU se agrave y exigirán más al gobierno, si este se opone comenzará una guerra económica para doblar a Andrés Manuel y traicione a toda la gente que le ha dado su confianza. Si hasta el momento ha podido sortear los embates es gracias a su popularidad y el respaldo que la gente le da, y también porque la derecha es demasiado débil, pero una vez que el imperialismo comience a empujar la cosa no será tan sencilla. El conflicto, sin duda alguna, se agravará y nosotros los trabajadores tendremos que movilizarnos, lo quiera o no Andrés Manuel, porque lo que va a estar en juego es nuestro trabajo y nuestras vidas.
El carácter bonapartista del gobierno
Como ya lo mencionamos, en lo económico, AMLO aspira a una política Keynesiana, en el ámbito de la lucha política sus dos pilares son el respaldo de masas que tiene, su apoyo ronda el 60% de la gente; el segundo, el Estado, el aparato de burócratas y de militares o Guardia Nacional que, por lealtad institucional o lealtad a su política, le va a seguir. El actual gobierno no es común, rompe los esquemas de la normalidad y se coloca dentro de lo que, en diferentes periodos de la historia, se colocan por encima de la sociedad para tratar de salvar al régimen. Este tipo de gobiernos han existido a lo largo de la historia, en los momentos de mayor crisis de las diferentes sociedades. En el periodo de la esclavitud se le llamo “cesarismo”, durante el feudalismo adquirió el nombre de “monarquía absoluta”, en la sociedad capitalista asume el nombre de “bonapartismo”.
Este tipo de gobiernos tienen algunas características que los hace homogéneos, pero por las circunstancias en las cuales se desarrollan también los dota de características especiales que les da singularidades.
Las características generales son las siguientes: son gobiernos que surgen en periodos de crisis, cuando el sistema ha llegado a un punto de ruptura económico, político y social, lo cual implica que no se puede seguir gobernando por los métodos “normales”. Esta situación de crisis hace que se cree una división en el seno de la clase dominante, en este caso la burguesía, y que la división se manifieste en el ala política y económica de esta clase. Es importante mencionar que la ruptura no representa una ruptura con el sistema capitalista, sino que la ruptura se da por la forma en que se tiene que mantener el capital, es una ruptura de forma y no de fondo. La parte o el sector político de la burguesía se apoya en la estructura del Estado, burócratas, ejército, policía -en el pasado el campesino era la base fundamental de apoyo de este caudillo que enarbolaba sus demandas-, y tiende a elevarse entre las clases en pugna. Asume un papel de independencia entre las clases, pareciera que el Estado se vuelve autónomo y que ninguna clase lo controla.
Su objetivo es restablecer el control de la situación política y económica, encarrilar a buen puerto al capitalismo. Para lograr esto tiene que negar, nulificar la actividad política de las diferentes clases en la sociedad, particularmente de la burguesía y del proletariado. Este objetivo lo logra de diferentes maneras, a los trabajadores les puede dar apoyos, concesiones económicas, algunos espacios de representación, mejoras salariales o algunas demandas que la clase demande, puede también cooptar a parte de sus dirigentes. Estas medidas están encaminadas a que la clase obrera no actúe de forma independiente para defender sus intereses. La burguesía será nulificada por medio de concesiones de impuestos, contratos económicos de parte del Estado, incorporación de una parte del empresariado al gobierno, etc. Si estas fórmulas fallan, siempre está presente la represión. El bonapartismo burgués es un gobierno que se suele balancear entre las clases, apoyándose en una para golpear a otra sin que su meta de gobierno sea trascender el capital. Puede haber conflictos del gobierno con la burguesía, puede haber concesiones a los trabajadores, pero su objetivo es que el capitalismo encuentre una salida a la crisis.
Las particularidades de cada proceso, de cada país, hace que este tipo de gobiernos puedan ser más o menos violento, que puedan tener un perfil más de derecha o de izquierda, que sea más o menos democrático. En el caso nuestro y de los países ex coloniales o subdesarrollados, este tipo de Estados bonapartistas no solo tienen que lidiar con la burguesía y la clase obrera, sino que existe un tercer factor en la ecuación, el imperialismo, el cual tiene el control de fuertes sectores de la economía, principalmente el financiero. Estos gobiernos se pueden apoyar en las masas para golpear el poder del imperialismo y así lograr cierta independencia del capitalismo nacional. El gobierno del General Lázaro Cárdenas es el ejemplo más claro de esto que estamos diciendo.
Este tipo de Estado es el que AMLO está impulsando. Es un gobierno capitalista que se enfrenta a una parte de la burguesía nacional porque no se ponen de acuerdo en cómo lidiar con la crisis, el gobierno se apoya en las masas de mujeres, trabajadores y campesinos, para enfrentar a la burguesía -seguramente más adelante vamos a ver como el gobierno utilizará a las masas para enfrentarse al imperialismo americano, si es que AMLO decide dar la lucha por su programa- y con esto lograr que su gobierno actúe de forma independiente, sin el control directo de la burguesía, para buscar cierto desarrollo del capitalismo. Al final, los trabajadores y demás sectores explotados, aunque puedan lograr algunas mejoras, pero estás son concesiones que hace el gobierno, para impulsar el desarrollo del capital. Estas tendencias que en un primer momento eran débiles, se han ido fortaleciendo y conforme avance la crisis y la lucha de clases, los ataques de la burguesía y del imperialismo, se irán haciendo más fuertes.
Tenemos que organizarnos bajo una bandera revolucionaria y socialista
Para los marxistas la lucha de clases es el motor de la historia. Los sectores explotados, dentro de ellos la juventud, las mujeres y los trabajadores, serán llamados a las calles. Estamos ante un panorama nunca antes visto, hemos descrito, groso modo el panorama. En los siguientes años la burguesía y el imperialismo intentarán, una y otra vez poner el peso de la crisis en la espalda de la clase obrera. Si no estamos organizados y dispuestos a luchar, pagaremos con sangre y sudor esta crisis. Ya mismo vemos brutalidad y barbarie. El asesinato de mujeres de forma sistemática no lo puede frenar el gobierno, la violencia a todos los niveles, la pobreza, la ignorancia. Todo se revuelve a nuestro alrededor. No podemos confiarnos en lo que hagan los demás sectores de la sociedad por nosotros, tenemos que confiar en nuestra propia fuerza, saber que el problema fundamental es el capitalismo y hasta que no terminemos con él, no vamos a tener paz.
Los próximos meses y años vamos a ver una gran lucha de clases. Las mujeres pobres, hijas de la clase obrera seguirán luchando para frenar la violencia, los obreros en las fábricas lucharán por sus derechos laborales y para no ser despedidos, los pueblos originarios levantarán sus puños contra los proyectos de muerte. Todo esto se incrementará. Al mismo tiempo veremos un duro debate dentro de las organizaciones políticas, dentro de Morena, porque mucha gente de base luchará contra las intentonas golpistas de la derecha, se abrirán debates muy importantes donde se podrán clarificar posturas, el análisis del marxismo dará oportunidad de ganar camaradas para la lucha por el socialismo.
No podemos ser sectarios y alejarnos de las bases y de las organizaciones de izquierda que tienen confianza en AMLO, muchas y muchos de ellos son camaradas revolucionarios y tenemos que hablar con ellos, debatir sobre lo que sucede y convencerles de que luchen en sus espacios por las ideas del socialismo. De manera independiente, en las escuelas y los sindicatos debemos de entablar un puente con los sectores más avanzados del movimiento de mujeres, los estudiantes, organizaciones barriales y campesinas, para darles a conocer nuestros puntos de vista. La corriente empieza a circular a nuestro favor y las ideas socialistas serán escuchadas, podremos discutir con cientos o miles. Debemos construir una alternativa revolucionaria de forma rápida para estar listos para las siguientes batallas.