El lunes 30 de marzo fue un día negro para miles de personas que llegaron a los Centros Nacionales de Atención y Administración de Subsidios, CENADE, a reclamar por el hecho de no aparecer entre los que recibirán los $300 para solventar las necesidades de alimentación durante la cuarentena obligatoria por la emergencia del Covid-19. Los primeros en las filas eran personas que habían llegado desde la madrugada, algunos incluso estuvieron desde la tarde del domingo. Poco a poco, las personas que buscaban interponer su reclamo fueron aumentando, las cosas comenzaron a salirse de control ante la falta de respuestas claras. A las 8:38 de la mañana, la respuesta del presidente Nayib Bukele a través de redes sociales fue que los CENADE se cerrarían y que los reclamos debían hacerse en línea o a través de un teléfono que habilitarían a partir del mediodía. Pero esto no bastó para contener los reclamos de la gente, a tal punto que intervino la Unidad de Mantenimiento del Orden (UMO); en Soyapango incluso llegaron a rocearle gas a los que se pedían ingresar a realizar sus reclamos.
Mientras el presidente se enorgullece de las medidas rápidas e improvisadas, nosotros hemos denunciado el peligro de la falta de planificación con la que el gobierno maneja las crisis -sucedió lo mismo con la crisis del agua-. Y a pesar que muchos afirmen, incluyendo el presidente, que la gente salió ayer por que “no tienen cultura”. La verdad de todo es que toda esa gente salió siguiendo las indicaciones del mismo Bukele. Repasemos los acontecimientos para ver más claro esto.
Cuarentena obligatoria y $300 para las familias pobres
Comencemos por hacer una pequeña remembranza de los hechos. Todo comenzó la noche del 21 de marzo, cuando el presidente anunció nuevas medidas para seguir combatiendo el Covid-19. Las medidas más sobresalientes fueron dos: la primera, que desde ese día la cuarentena domiciliar sería obligatoria y, la segunda, que para que las familias más pobres pudieran quedarse en casa se les daría $300 dólares para gastos de alimentación, en total 1.5 millones de hogares recibirían esta ayuda. Este dinero saldría de un préstamo de $2,000 millones. Es decir, no estamos hablando de un regalo del gobierno a las familias pobres, sino de hacer llegar un poco del dinero del préstamo que nos tocará pagar a todos los salvadoreños por las próximas décadas.
Se indicó que solo podría salir una persona por familia para abastecerse de alimentos y medicina. El sector informal junto a la mayoría de micros y pequeñas empresas pararon labores; siguiendo las ordenes del Ejecutivo la mayoría de salvadoreños guardaron cuarentena hasta esperar nuevas indicaciones del gobierno. Sí, esos mismos a los que ahora se acusa de ser gente sin cultura, atendieron la cuarentena por una semana teniendo además la esperanza de que se anunciaría en cualquier momento los mecanismos para entregarles la subvención de $300.
¿Quiénes recibirían esos $300?
En la conferencia esa misma noche, Bukele dijo que quienes recibirían los $300 serían los hogares que consuman menos 250 kwh al mes. Esto se reconfirmaba en el comunicado oficial del 22 de marzo:
“Para hacer frente al impacto económico de las familias más vulnerables a causa de la pandemia, se ha determinado que a todos los hogares que consumen abajo de 250 kilovatios hora de energía al mes, van a recibir una transferencia de US$300 mensuales para la compra de alimentos e insumos de primera necesidad, para poder sobrevivir a la cuarentena. Este beneficio es para las personas que no tengan un vínculo laboral, ningún ingreso permanente y que se vean afectados económicamente por la pandemia, siempre y cuando dichas personas no incumplan la Cuarentena Domiciliar Obligatoria, durante 30 días. En las próximas horas se dará a conocer el proceso para que esto sea efectivo”.
Esto fue cierto hasta que, en cadena nacional el viernes 27 de marzo, habló del mecanismo a seguir para entregar la subvención, y el criterio para salir beneficiado ya no sería a través del recibo de la energía eléctrica, por que hay muchas familias que alquilan o simplemente no tienen energía eléctrica; en su lugar, dijo que el gobierno había hecho una “labor titánica” a través de los diferentes ministerios para seleccionar al millón y medio de hogares, pero nunca aclaró que nuevo criterio habían tenido como base para hacerlo.
Dijo que iban a tener muchos errores en la selección, al menos en esto fue sincero. Y brindó dos opciones para todos aquellos que no salieran beneficiados y que consideraban que necesitaban el dinero: hacer sus reclamos a través de la plataforma en línea o acudir a los CENADE.
Una vez terminó la cadena nacional comenzó toda una serie de errores que confundió muchísimo a la gente. La primera es que la plataforma habilitada para consultar por medio del DUI no funcionó desde el inicio. El sábado alrededor de las 2:00pm, Bukele anunció que la plataforma había colapsado y que habían decidido trasladar la plataforma a servidores nuevos.
Además, comenzaron a salir a la luz ciertas irregularidades, como el hecho de que personas que no necesitaban la subvención estaban saliendo beneficiadas. Tal es el caso del Harold Botto, quien no solo es un empresario sino además miembro de Nuevas Ideas, y que el domingo en la tarde tuiteó que había sido seleccionado. A pesar que publicó esto en su cuenta para decir que la ayuda ya se estaba entregando, el cuestionamiento de fondo era ¿por qué si no lo necesitaba había salido favorecido? Y surgía de nuevo la duda: ¿Qué criterios utilizó el gobierno para seleccionar al millón y medio de familias? Se denunciaron muchísimos más casos, de personas que habían estado por más de una década en el exterior y aún así aparecían en la lista de beneficiados, o de hogares en los que más de una persona había salido seleccionada.
Estas irregularidades comenzaron a indignar más a las personas que no habían podido ni siquiera ingresar al sitio para consultar y, mucho más, a aquellas que habían podido consultar pero no salían favorecidas. Y que comenzaron a entrar en desesperación porque esos $300 para alimentación representan el único dinero al que tendrán acceso durante esta cuarentena. Para ellos es una cuestión de vida o muerte. «Tenemos hambre”, reclamaban mientras hacían las largas colas afuera de los CENADES.
“Si no apareces podrás dirigirte al CENADE más cercano”
En esta incertidumbre transcurrieron los días sábado y domingo, hasta que por fin, el presidente se pronunció través de sus redes sociales. Pidió disculpas y denunció que el sitio aparentemente había sido blanco de ataques para que colapsara, pero que ya estaba disponible. Además brindó orientaciones para la gente que no aparecía como beneficiada.
Si nuestro lector no tiene cuenta en Twitter pero sí en Facebook, encontrará que en la publicación realizada en Facebook no aparece esta indicación de ir a los CENADE, pero esto se debe a que la publicación ha sido editada, cualquiera lo puede comprobar dando clip en la opción “ver historial de cambios”.
¿La culpa fue de la gente o del gobierno?
En la mañana del lunes 30 de marzo, se expresaron las consecuencias de toda una serie de errores que cometió el gobierno en la entrega de esta subvención. Era casi inevitable. Al seguir el orden de los acontecimientos nos damos cuenta que la gente nunca tuvo la culpa. Al contrario habían estado guardado cuarentena; quienes no acataron las ordenes fue un número ínfimo de personas comparado con los que sí lo hicieron. Cualquiera que haya salido a la calle para abastecerse de alimentos o medicina, o por controles médicos, o porque le toca seguir trabajando, puede dar fe de esto. En la calle no se miraban vendedores ambulantes y era raro ver personas que anduvieran paseando solo porque sí.
La culpa fue la falta de planificación para la selección y entrega de los $300 por parte del gobierno. No es falta de cultura de la población, solo siguieron las indicaciones de acercarse a los CENADES que el mismo presidente les dio.
Muchos han insistido en que las personas son las culpables, llegando a insultar y a decir comentarios en su contra totalmente desproporcionados. Se argumenta que esas personas deberían priorizar su salud antes que el dinero, pero ¿no se dan cuenta que para esas familias el dinero para alimentación ahora mismo significa todo? No es dinero para ir a comprar artículos de lujo, o para malgastarlo, es dinero para comer. En última instancia, no podemos hablar de priorizar la salud sino tenemos alimentos para sobrevivir. El hambre no entiende de razones y mucha de la gente que se acercó a estos lugares llevan más de una semana sin obtener ingresos.
Otros han salido a defender a Bukele, presentándolo como el buen hombre que por querer hacer un bien hizo un mal. Lo que muchos no comprenden aún es que el dinero que se les entregará a las familias no es un regalo, una buena obra de caridad del gobierno. Al contrario, es lo mínimo que ahora mismo deben hacer. Como ya se mencionaba es un préstamo que pagaremos todos por las siguientes décadas.
Es difícil gobernar… a los pobres
En la tarde del mismo día, el presidente publicó un emotivo y largo mensaje, digno de sacarle las lágrimas a cualquiera… que se lo crea. De nuevo aceptaba sus errores y luego comenzaba a quejarse por la deplorable situación del país que “heredó”, por la “falta de cultura” de las personas y demás. Un mensaje muy bien elaborado para víctimizarse nuevamente, como lo hizo con la crisis del agua contaminada por algas.
Hay que desmitificar de una vez por todas, esas excusas olímpicas, de siempre estar echándole la culpa a los demás gobiernos por los fracasos del presente. Si bien es cierto, la condición actual del país es producto de décadas anteriores de corrupción y saqueos, se supone que quienes se postulan para presidente conocen de antemano estas dificultades y se postulan precisamente para gobernar y solucionar esos problemas. Culpar a los antecesores es lo más mediocre que se puede hacer.
Aún recuerdan el voluminoso Plan Cuscatlán, ¿qué tanto se ha avanzado en el tema de salud hasta la fecha? No estamos pidiendo como afirma el presidente que solucione todo en una semana, como si llevará solo una semana de gobernar, pedimos que en lugar de excusas tenga propuestas concretas para superar estos errores.
Las excusas de Bukele son más inadmisibles cuando han sucedido dos cosas puntuales en salud en lo que va de este gobierno: la primera de ellas es que el famoso Plan Nacional de Salud que Bukele anunció que ya estaba listo en su discurso de los primeros 100 días de gobierno, en realidad no existe. Y lo segundo, es que en los últimos meses del año pasado, cuando se presentó el Presupuesto General de la Nación 2020, se conoció del cierre de alguno Equipos Comunitarios de Salud Familiar y Especializados, conocidos como ECOS, y la falta de presupuesto para abastecerlos. Los ECOS, que fueron un logró de la reforma de Salud en 2010, son sumamente necesarios para la atención de salud en los niveles primarios, y tiene un enfoque preventivo.
La improvisación es la marca registrada del gobierno
Tanto el Plan de Salud como el fortalecimiento de los ECOS deberían estar jugando un papel importante en esta crisis. Pero parece que la improvisación es la marca registrada de Bukele y compañía y se han empeñado desde el inicio de su gestión que esto sea así. ¿A qué nos referimos concretamente? A la eliminación de secretarías y organismos que estaban diseñadas precisamente para planificar acciones gubernamentales.
El gobierno eliminó los Gabinetes de Gestión Departamental, por medio de los cuales se coordinaban las Comisiones Departamentales de Protección Civil, que jugaban un papel de enlace entre el gobierno y las alcaldías. Los CENADE estaban representados en estos Gabinetes, y desde allí se obtenía la información necesaria de los grupos familiares que resultaban beneficiados con los subsidios, coordinaban además la logística de entrega y el monitoreo de los resultados.
El gobierno también eliminó la Secretaría Técnica y de Planificación de la Presidencia, que era encargada entre otras cosas, de manejar los indicadores socioeconómicos de las familias pobres de todo el país, y otros instrumentos que le permitieron a los gobiernos anteriores focalizar y operativizar los programas sociales que brindaron.
No siendo suficiente lo anterior, el gobierno también eliminó la Secretaría de Participación Ciudadana y Transparencia. Dicha Secretaría construyó el Sistema de Atención Ciudadana que era una plataforma digital y telefónica gratuita que canalizaba hacia las diferentes instituciones del gobierno todas las denuncias ciudadanas en tiempo real.
Es cierto que ningún país del mundo estaba preparado para afrontar la crisis, menos un país como El Salvador, pero todo lo que se vivió ayer pudo haberse evitado o minimizado si aún se contaran con los mecanismos de planificación necesarios. No es que la gente no tenga educación, ni cultura, son las incorrectas decisiones políticas de este gobierno las que agravan estas situaciones.
Ayer mismo después del mensaje donde se victimizaba y culpaba a la falta de cultura de la gente que se aglomeró, publicó otro mensaje donde minimizó lo ocurrido. Este parece ser el guión que le gusta seguir al presidente en las crisis: se victimiza, tergiversa algunas cosas -incluso ha llegado a contradecir lo que él mismo ha dicho- y luego minimiza el impacto de los acontecimientos. Fue el guión para la crisis del agua, para la militarización de la Asamblea Legislativa el 9 de febrero y es el mismo que ocupa en la crisis actual.
En esta ocasión, tanto Bukele como el nuevo ministro de Salud, Francis Alabi, trataron de minimizar las cosas diciendo que las aglomeraciones ayer en el CENADE no eran tan alarmantes porque solo representaban una pequeñísima parte de la población. Alabi calificó las aglomeraciones como «hechos aislados«. Pero esto entra en contradicción con el discurso que han manejado las últimas semanas, donde se ha recomendado no salir de casa y no aglomerarse, incluso por eso han detenido a más de 700 personas y las han enviado a los albergues.
Un problema más profundo
Lo que sucedió ayer y sigue sucediendo este día martes 31 de marzo, es solo la antesala de la crisis que se avecina, no solo en El Salvador sino en el mundo entero. La crisis del Covid-19 ha desnudado la verdadera naturaleza del capitalismo que es un sistema inhumano que amenaza con matarnos a todos. No solo destruye la naturaleza desmedidamente sino destruye a los propios seres humanos día con día.
El drama que se vivió también expone algo de lo que muy pocos quieren hablar con seriedad: El Salvador esta sumido en la pobreza y la precarización del trabajo. Según la Encuesta de Hogares y Propósitos Múltiples, EHPM, del 2018 -la última que se ha publicado-, en el país existe una tasa de desempleo entre la población económicamente activa de 6.3%, y 33.2% de subempleo, es decir, personas que no poseen contrato. Entre los empleados el salario promedio es de $352.64 dólares mensuales, dicho salario se queda muy por debajo de lo necesario para cubrir las necesidades de una familia. La encuesta también revela que en el área urbana de cada 100 trabajadores 58 trabajan en condiciones de formalidad y 42 en condiciones de informalidad. En el área urbana la informalidad se eleva.
Conociendo estos datos no es nada sorprende que miles de personas necesiten a ahora mismo de la subvención de $300 dólares para poder comer, si la situación de emergencia por la pandemia no les permite salir a obtener el pan de cada día.
Pero hay que ser claro en algo: todo lo anterior no es problema del gobierno en turno, es problema del sistema capitalista. Aún si le tomamos la palabra a Bukele, puede ser que las intenciones de su gobierno sean buenas y que hace lo que puede con las ruinas que le “heredaron” sus predecesores, también podemos estar de acuerdo en que los gobiernos anteriores no hubieran hecho las cosas de mejor manera, todo esto puede ser cierto; pero la precariedad y la informalidad en la que casi la mitad de trabajadores y trabajadoras se encuentran les obliga salir día a día de sus hogares a rebuscarse por llevar el alimento a sus hogares. Mientras tenemos a 160 personas con ganancias obscenas, dueños de las grandes empresas del país que están dispuestos a despedir a sus empleados con tal de no poner en riesgo sus cuantiosas ganancias.
Llegados a este punto ya no es una cuestión de buenas intenciones o buena voluntad, hoy por hoy, no existen condiciones materiales que detengan el virus, esos $300 dólares se acabarán tarde o temprano y el virus seguirá latente en la sociedad. Y no se podrá contener mientras los capitalistas sigan lucrando con nuestra salud. El capitalismo no es capaz de garantizar el bien de las personas.
Debemos organizar para hacerle frente por nuestros propios medios, atendiendo la solidaridad entre trabajadoras y trabajadores y organizándonos por derribar este sistema de raíz. Toda esta crisis solo es un síntoma de una enfermedad más grande llamada: capitalismo.
La autora es integrante del Bloque Popular Juvenil, sección salvadoreña de la Corriente Marxista Internacional