Todos los reaccionarios están cacareando. Donald Trump expresó especial satisfacción por el resultado. «¡Felicitaciones a Boris Johnson por su gran VICTORIA!», escribió el presidente de Estados Unidos en Twitter. «Johnson logra una aplastante victoria electoral en el Reino Unido», exudaba el Financial Times, mientras la libra subía en los mercados de divisas.
Los conservadores de Johnson, junto con la prensa multimillonaria, han salido victoriosos. Si bien es un revés para los laboristas en términos de escaños, el voto de los conservadores aumentó en solo 300.000 en comparación con 2017, difícilmente se lo puede llamar «aplastante».
Los comentaristas han tratado repetidamente de exagerar la imagen diciendo que este es el peor resultado laborista desde la década de 1930, lo cual no es cierto. Aunque el partido tiene menos escaños ahora, los laboristas consiguieron un mayor porcentaje de voto que en 1982; y Corbyn consiguió más votos que Blair en 2005.
Sin embargo, los medios conservadores y los blairistas están tratando de usar este revés para descarrilar la revolución de Corbyn. Utilizando el lenguaje más virulento, exigen que el líder laborista se haga a un lado inmediatamente. Debemos evitar esta trampa.
Dejando a un lado Escocia, los conservadores lograron secuestrar las elecciones generales y transformarlas en una elección sobre el Brexit, con Johnson prometiendo «hacer que se cumpla el Brexit”. Esto sirvió para colorear todo y determinó en gran medida el resultado de las elecciones.
Por lo tanto, no es una completa sorpresa que los laboristas hayan perdido una serie de escaños en el norte, los Midlands y Gales. Esto incluía escaños como el de Blyth Valley, en poder de los laboristas desde 1935; y Wakefield, en poder de los laboristas desde 1932. En estos lugares, muchos votantes de la clase trabajadora estaban desesperados por terminar con el Brexit y abordar otros asuntos urgentes.
Lecciones
Claramente, millones de personas, especialmente los jóvenes, están profundamente decepcionadas, devastadas, con el resultado de las elecciones. El viernes 13 de diciembre será recordado como el «Viernes Negro»: el día en que Johnson logró regresar al número 10 de Downing Street.
Hubo un sabio filósofo, Spinoza, quien dijo: «ni reir ni llorar, sino comprender». Necesitamos aprender las lecciones de esta derrota.
Los laboristas tuvieron todas las oportunidades para ganar estas elecciones, pero el Brexit demostró ser extremadamente divisivo. Dijimos de antemano que cuanto más se ocultaran los problemas de clase en el programa, más probable era que Johnson ganara las elecciones. Era una gran montaña para escalar.
Al entrar en las elecciones de 2017, los laboristas aceptaron el resultado del Brexit y hablaron sobre la defensa de los derechos de los trabajadores. Esa posición les ganó muchos votantes laboristas partidarios del Brexit. Los laboristas pelearon las elecciones con un programa radical, con Corbyn como líder laborista. Esta campaña logró el mayor aumento en el voto laborista desde 1945. Claramente, Corbyn, el Brexit y las políticas de izquierda no eran un problema para los votantes en ese momento.
Entonces, ¿qué cambió? El cambio principal fue presentar al Partido Laborista como un Partido partidario de permanecer en la UE, prometiendo un segundo referéndum. Esto permitió que los conservadores pintaran a los laboristas como bloqueadores del Brexit que desafiaban el mandato democrático del referéndum de 2016. Los parlamentarios fueron vistos como gente que ignoraba la democracia, lo que resultó en una creciente frustración y rabia.
Esto a su vez permitió a los conservadores posicionarse como el verdadero Partido del Brexit, dispuesto a cumplir la voluntad de la gente. Desafortunadamente, esto colocó a los laboristas en el campo de un establishment que quería detener el Brexit. Los conservadores también fueron hábilmente asistidos por Nigel Farage, cuyo partido (el Partido del Brexit, que ganó las elecciones europeas de mayo) se limitó a presentar candidatos en el «Muro Rojo» (las zonas del norte de Inglaterra donde se concentra el voto laborista partidario del Brexit) lo que restó votos a los laboristas.
Este desastroso cambio fue impuesto sobre todo al Partido Laborista por los parlamentarios blairistas, quienes emprendieron una ruidosa campaña para comprometer al partido con un segundo referéndum. Luego se unieron con los Liberal-Demócratas y otros para retrasar el Brexit, lo que lograron hacer.
Por lo tanto, la responsabilidad de esta derrota recae en los laboristas derechistas, comenzando por Sir Keir Starmer. Esto causó la máxima confusión, parte del plan era desacreditar a Corbyn, quien se mostró débil y poco claro.
Desafortunadamente, fueron ayudados por la izquierda suave: figuras como Clive Lewis, Emily Thornberry, Paul Mason, Owen Jones y otros, que participaron en manifestaciones a favor del llamado «Voto del Pueblo» (por un nuevo referéndum sobre el Brexit). Esto también fue cierto en el caso de John McDonnell, quien permitió que el partido adquiriera un perfil más favorable a permanecer en la UE.
Todo esto ayudó a preparar el terreno para la derrota actual. Aquellos que pidieron un segundo referéndum ignoraron el hecho de que la votación del Brexit de 2016 fue en parte un grito de ayuda por parte de la gente que más ha sufrido. Lo vieron como una solución desesperada a sus problemas. Querían que sus vidas se arreglaran.
Los laboristas deberían haberse adherido a la posición de 2017 y explicar que, sobre una base capitalista, estar dentro o fuera de la UE no supondría una diferencia fundamental. La clase trabajadora continuará siendo explotada y oprimida a menos y hasta que rompamos con el capitalismo y cambiemos fundamentalmente la sociedad en términos socialistas.
El Brexit por lo tanto decidió esta elección, con muchos exvotantes laboristas que se taparon la nariz y «prestaron» sus votos a los conservadores para «terminar el Brexit».
No hace falta decir que la idea de que Johnson y los conservadores puedan resolver los problemas a los que se enfrentan las comunidades obreras es una ilusión. Johnson es un payaso fanfarrón. Los conservadores no resolverán sus problemas; de hecho, los empeorarán mucho más. Los conservadores han estado en el poder durante la última década, una década de austeridad y caída en los niveles de vida. Ahora se estarán preparando para un ataque completamente nuevo contra la clase trabajadora.
Esta elección fue probablemente la más sucia en generaciones. Corbyn fue sometido a una avalancha de calumnias, junto con los más viles asesinatos morales por parte del establihment y sus voceros en los medios.
La BBC será conocida para siempre como la British Bullshit Corporation [Corporación Británica de Mentiras, en su traducción del inglés, NdT], una voz confiable de la clase multimillonaria. Los comentaristas, como Laura Kuenssberg, han jugado un papel repugnante en sus ataques al laborismo y a Corbyn, al mismo tiempo que se mostraban dóciles con los conservadores.
Como siempre, se les unió el sabotaje diario de los blairistas del grupo parlamentario laborista. Estos profesionales actúan como una quinta columna en el partido. Su único papel es mantener al Partido Laborista seguro para el capitalismo.
La derecha laborista ha atacado a Corbyn desde que fue elegido, siempre con la cobertura total de los medios capitalistas. Lanzaron un golpe de estado en 2016 para deshacerse de él, donde el 80% de los 172 parlamentarios laboristas votaron para eliminarlo. El golpe fracasó miserablemente, pero esto no impidió que continuaran desacreditándolo.
Cada vez que encendías el televisor, había un diputado laborista atacando a Corbyn. Si arrojaban suficiente barro, esperaban que algo se le pegara. Fue llamado simpatizante terrorista; títere de Moscú; espía checo; y (por supuesto) un antisemita.
La calumnia del antisemitismo contra Corbyn y los laboristas involucró no solo a los blairistas, sino también al Gran Rabino (quien dijo que el manejo de Corbyn de las acusaciones de antisemitismo lo hacía «no apto para el alto cargo»), al arzobispo de Canterbury, y a los líderes religiosos hindúes y musulmanes ¡Incluso el Centro Simon Wiesenthal advirtió que Corbyn representa la mayor amenaza global para los judíos!
El Movimiento Laborista Judío (JLM) también fue utilizado para atacar al líder laborista, filtrando declaraciones artificiales sobre antisemitismo a la Comisión de Igualdad y Derechos Humanos, que está investigando escandalosamente al Partido Laborista por su supuesto antisemitismo. El JLM, un supuesto afiliado laborista, incluso emitió una declaración pública en la que se negaba a hacer campaña por un gobierno de Corbyn. En efecto, ¡estaban respaldando abiertamente a un gobierno conservador!
Todo esto solo puede ser considerado como traición y sabotaje de los blairistas y sus amigos. En esto, contaron con el respaldo total de los medios y la prensa capitalistas, quienes constantemente proporcionaron al Partido Tory municiones para atacar a Corbyn.
Para agregar el insulto a la injuria, prominentes blairistas anunciaron que no podían votar a los laboristas bajo Corbyn. Blair dijo que aunque todavía votaría por los laboristas, otros podrían querer cambiar por los Liberal-Demócratas o los conservadores. Lord Mandelson, uno de los arquitectos clave del proyecto del Nuevo Laborismo de Blair, pidió que Corbyn fuera reemplazado.
Antes de separarse del partido, el renegado John Woodcock, diputado, dijo que «no toleraría votar nunca para convertir a Jeremy Corbyn en primer ministro de Gran Bretaña». Tanto él como el ex diputado laborista Ian Austin instaron a la gente a respaldar a Boris Johnson, advirtiendo que Corbyn sería un riesgo para la seguridad nacional.
Este punto de vista fue reforzado por Jon Ashworth, secretario de salud en la sombra del laborismo, quien mostró completo desdén por Corbyn en las grabaciones filtradas recientemente. En realidad, simplemente estaba afirmando lo que otros parlamentarios laboristas de derecha también creen.
Sin lugar a dudas, esta es una conspiración de la derecha, que abarca al establishment multimillonario y a sus amigos blairistas. Su objetivo es destruir a Corbyn y socavar el Partido Laborista.
Traiciones
Ahora atacan cínicamente el manifiesto izquierdista del laborismo en estas elecciones como la «nota de suicidio más larga de la historia», cuando en realidad esto (y la campaña popular de base del partido) fue lo único que impidió una derrota mayor.
Otra razón para la derrota del laborismo, a pesar de la maravillosa campaña de activistas, que se movilizo en las áreas de los escaños marginales en disputa, es el legado podrido del Nuevo Laborismo. Esto es profundo en muchas comunidades de clase trabajadora.
Las traiciones del blairismo han llevado a una profunda desconfianza hacia los laboristas. Sigue habiendo un gran escepticismo entre muchos trabajadores, que se han vuelto comprensiblemente desconfiados de todos los políticos y sus promesas. «No puedes confiar en ellos. Son todos iguales. Están todos solo para sí mismos”, este fue el estribillo común que se escuchó en tantas puertas en esta elección.
Este es el resultado de la dominación derechista del partido, especialmente en los ayuntamientos, donde los laboristas locales han ayudado a llevar a cabo los recortes. Este es especialmente el caso en Escocia, donde los blairistas llevaron al partido a la ruina.
Revocación
Los militantes laboristas deberían levantarse contra la última campaña para derribar a Corbyn. El líder laborista no debe retirarse bajo esta presión. Debemos decir: ¡detened la caza de brujas contra Corbyn!
Ciertamente debería haber una discusión exhaustiva en todo el movimiento sobre lo sucedido, y una investigación dirigida por los militantes. Sin embargo, toda la evidencia apunta al papel nauseabundo de los blairistas.
La revolución de Corbyn no está completa. La derecha laborista espera destruir el movimiento de Corbyn y recuperar el control. La dirección laborista ha intentado incansablemente aplacar a los blairistas y ofrecer ramas de olivo. Temen una ruptura con estos traidores. Pero esto ha sido un gran error. El partido necesita la limpieza de todos los profesionales y conservadores infiltrados.
En la conferencia laborista de 2018, el 90% de los delegados de las agrupaciones locales quería proceder a introducir la reselección obligatoria (el derecho de revocación) de los parlamentarios. Pero esto fue bloqueado por los líderes sindicales. Incluso Jon Lansman, el autodenominado líder de Momentum (la plataforma principal de apoyo a Corbyn en el laborismo), estuvo de acuerdo con esto.
Pero este recurso democrático genuino habría hecho toda la diferencia al separar el trigo laborista de la paja tory. Hubiera unido al grupo parlamentario laborista detrás de Corbyn y el movimiento de masas a su alrededor. Habría unido al partido contra Johnson y los conservadores.
Este trabajo aún debe hacerse. Esta derrota electoral, y la histeria de los blairistas, significan que esta es una tarea urgente. Debe incluirse en la agenda de todas las reuniones del Partido Laborista en el Año Nuevo. Los sindicatos también deben ser incorporados. Unite, uno de los principales sindicatos del país, oficialmente tiene una posición a favor de la reselección obligatoria, pero esto debe llevarse a la práctica.
Organizarse
El marxismo mira a largo plazo. Analiza los procesos en su conjunto. La historia no procede en línea recta. Todo el período es enormemente volátil. El suelo del centro político está desapareciendo. Esto refleja la profunda crisis del sistema capitalista.
Habrá giros a la derecha en el camino. Pero estos prepararán el camino para oscilaciones aún más grandes hacia la izquierda. Esto continuará hasta que la clase trabajadora encuentre una salida, rompiendo con el capitalismo.
Hoy, todos los reaccionarios están celebrando. Pero esto será de corta duración. En palabras de Sir Robert Walpole, los conservadores pueden estar tocando las campanas ahora, pero mañana se estarán retorciéndose las manos. Ahora tienen una gran mayoría parlamentaria, no tienen excusas. Cosecharán un torbellino.
Este gobierno tory de Johnson será un gobierno de crisis. No terminará su legislatura completa. Una nueva crisis mundial se avecina. Esto va a transformar la situación.
La clase trabajadora, bloqueada en el frente político, tenderá a mirar hacia el frente industrial. Esto puede verse ya en las luchas de los trabajadores postales y ferroviarios. Los trabajadores y los jóvenes tomarán medidas en los centros de trabajo y en las calles.
Acontecimientos, acontecimientos y más acontecimientos transformarán la conciencia. No hay posibilidad de estabilidad, como vemos internacionalmente con las revoluciones que estallan desde Chile a Sudán y Líbano.
Necesitamos urgentemente construir las fuerzas del marxismo para proporcionar una columna vertebral al movimiento; para proporcionar determinación y una perspectiva para cambiar la sociedad. Necesitamos claridad
Necesitamos un análisis de clase para guiarnos. Necesitamos una voz marxista para el laborismo y la juventud. Os pedimos que os unaís a nosotros y nos ayudéis a construirla.
El éxito de los conservadores se evaporará como una gota de lluvia en una estufa caliente. Preparará el camino para un giro masivo hacia la izquierda en la sociedad y, en última instancia, para la transformación socialista de la sociedad. Necesitamos construir, organizar y preparar las fuerzas necesarias para lograr esto.
*El autor es miembro de Socialist Appeal, sección británica de la Corriente Marxista Internacional.