Las protestas surgieron el 15 de noviembre por el racionamiento de combustible y el aumento de los precios en numerosas ciudades de todo el país, que afectaron al menos a 100 ciudades y pueblos antes del 18 de noviembre. Desde entonces, se ha vuelto cada vez más difícil seguir los desarrollos, debido a un cierre de Internet casi total en el país. Amnistía Internacional ha confirmado que al menos 106 personas han sido asesinadas en 21 ciudades diferentes de todo el país, pero estas son sólo víctimas completamente identificadas y confirmadas.
Un funcionario de la policía de seguridad fue citado el lunes, alegando que el número de muertes es alrededor de 200, con 3.000 heridos. Desde entonces, los números han aumentado dramáticamente. Una enfermera en un hospital muy pequeño de Teherán nos dijo recientemente que al menos 30 heridos eran llevados al hospital todos los días. Mientras tanto, hay un número creciente de detenciones, estimadas en miles. Está claro que las fuerzas de seguridad se han fijado los hospitales como objetivo y arrestan a todos los heridos. Se ha notificado, hasta el momento, la muerte de tres miembros de las fuerzas policiales de seguridad.
Los informes de protestas y víctimas indican que, aunque ha sido un fenómeno nacional en muchos pueblos y ciudades obreras, la situación ha sido particularmente intensa en las provincias de Juzestán, ricas en petróleo, pero económicamente empobrecidas, y también en aquellas con una población kurda considerable. Las consignas y las acciones de los manifestantes se han vuelto cada vez más audaces y combativas. Informes y vídeos en las redes sociales han atestiguado muchas consignas contra el régimen, y muchas atacan directamente a los líderes, cantando «Abajo el dictador». Los carteles del líder supremo, Jamenei, han sido incendiados, además de una serie de fundaciones religiosas, la sede de la milicia Basij y los bancos. Funcionarios de la policía de seguridad han confirmado informes de manifestantes atacando la oficina del representante del líder supremo en la ciudad de Yazd, que el régimen ha ejemplificado anteriormente como un bastión del conservadurismo piadoso. Del mismo modo, los manifestantes irrumpieron en la oficina del representante del líder supremo en Islamshahr el lunes, una población obrera cerca de Teherán. Ha habido informes no confirmados de cuatro personas asesinadas a tiros en este suceso, con al menos 40 heridos graves. En total, al menos nueve de esas principales instituciones religiosas han sido atacadas.
Solidaridad obrero-estudiantil
En muchos centros urbanos, el transporte público y las escuelas han estado cerrados desde el domingo. Los estudiantes universitarios realizaron protestas solidarias el domingo y el lunes en medio de la fuerte presencia de la policía de seguridad, especialmente en Tabriz y la capital Teherán. Según los informes, la Universidad Tecnológica de Isfahan ha estado cerrada desde el domingo. Hubo relatos de testigos presenciales con más de 200 policías de seguridad que rodeaban el campus de la Universidad de Teherán el lunes por la noche, y añadieron que muchos estudiantes habían sido arrestados la noche anterior por agentes de la policía secreta vestidos de civil. Según los informes, Sepideh Gholian, una periodista estudiantil que cubría la huelga de los trabajadores de la refinería de azúcar «Haft Tappeh» en Juzestán, fue arrestado. Ella ha sido una parte notable de la ola más reciente de estudiantes y activistas sindicales, que han experimentado una severa represión, recibiendo penas de prisión de 10-15 años. Ella estaba entre los pocos recientemente liberados bajo fianza. Si bien parece abrumador, o incluso imposible de reflexionar sobre el alcance, el carácter o el futuro de la protesta actual, pocos pueden explicarlo tan vívidamente como este texto solemne de los suburbios industriales de Shahriar, a 50 kilómetros de la capital:
“Hola, Hamidollah Gholi fue asesinado hace 2 días. Su cuerpo fue entregado a su familia esta mañana. Su padre pasó 100 meses combatiendo en primera línea [en la guerra de Irán-Irak, en los años 1980s, NdT], regresando a casa con el 70% de su cuerpo amputado. Ha sido enterrado hoy en el pueblo de Bard Abad, cerca de Shahriar, en perfecto silencio y no asisten más de 10 personas”.
Los informes en las redes sociales y la cobertura de los medios se han vuelto cada vez más escasos desde el martes por la noche, lo que hace imposible una evaluación clara de la situación. Este miércoles se notificaron violentos enfrentamientos entre manifestantes y policías de seguridad en la zona de Pakdasht de la provincia de Teherán, sin especificar el número de participantes o víctimas. En Malek Abad de la provincia de Isfahan, se informa que las oficinas locales del ministerio de comunicación han sido incendiadas. Se informó de violentos enfrentamientos y repetidos disparos en la ciudad de Isfahan durante la noche del martes. Un breve vídeo de Teherán a las 11:30am del miércoles muestra una imagen más tranquila, con tres coches de la policía de seguridad esperando. El periodista comenta que, a pesar de una situación más tranquila, las fuerzas de seguridad muestran signos visibles de fatiga. Por otro lado, varias fuentes de noticias cercanas al régimen emitieron declaraciones el martes por la noche, llamando a la gente a manifestarse en apoyo al gobierno. Los periódicos cercanos a muchas facciones de la clase dominante publicaron informes titulares de esas manifestaciones en algunas ciudades el miércoles. El líder supremo y el presidente Rouhani emitieron declaraciones triunfales, anunciando el regreso de la paz y el orden. Esta fue la última medida de las fuerzas de reacción. No está claro en qué estado se encuentra el movimiento en este momento. En algunos lugares ha retrocedido, mientras continúa en otros. Lo que está claro es que este movimiento representa una ira profundamente arraigada debajo de la superficie de la sociedad. Esa ira no desaparecerá.
En un discurso el domingo 17 de noviembre, el líder supremo, el ayatolá Jamenei, apoyó las medidas del gobierno y vilipendió a los manifestantes como «matones» y como una amenaza a la seguridad nacional. Después del discurso, otros políticos en el parlamento, el poder judicial y las fuerzas de seguridad cerraron filas, incluso aquellos de las facciones rivales que habían criticado al presidente Rouhani anteriormente con la esperanza de obtener ganancias políticas antes de las próximas elecciones parlamentarias. Las declaraciones de los guardias revolucionarios, IRGC y otras fuerzas de seguridad, amenazaron a los manifestantes con medidas más severas, prometiendo restablecer el orden a cualquier precio. Continuaron insinuando que los «matones rebeldes» eran agentes pagados por potencias extranjeras y fuerzas contrarrevolucionarias, una acusación de la que se han hecho eco los medios oficiales, muchos periódicos y agencias de noticias oficiales cercanas al régimen.
Todos estas acusaciones fantasiosas son intentos claros del régimen de pintar a los manifestantes como delincuentes y justificar represalias brutales contra ellos en nombre de la seguridad nacional y del bienestar del público en general. Sin embargo, no se puede esperar que las personas que han visto a su clase dominante acumular fortunas obscenas, mientras les ofrecen sermones sobre hacer sacrificios por su país durante las últimas cuatro décadas, soporten tanta hipocresía para siempre. El racionamiento de combustible y el aumento de los precios no fueron más que una chispa que encendió una expresión de descontento popular mucho más profundo. Sufriendo un desempleo desenfrenado y siendo aplastado por el costo de la vida cada vez mayor en una economía estancada crónicamente, la pretensión del gobierno, que intentó presentar su medida como el medio de financiar subsidios directos en efectivo, simplemente sonó vacía. La gente ha aprendido a reconocer la verdadera naturaleza de tales medidas de austeridad al soportar todo el peso de numerosas oleadas de inflación causadas por políticas similares aplicadas por diferentes gobiernos de cada facción de la clase dominante en las últimas décadas. No sorprende que hayan salido a las calles, así como las masas en el Líbano, Irák, Chile y otros países se han alzado para luchar contra la austeridad.
Ninguna ilusión en las mentiras imperialistas
El secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, ha estado condenando la represión contra los manifestantes. Pero esto suena vacío ante la agresión de los Estados Unidos contra Irán. Ya plagada por el estancamiento y el desempleo generalizado, la economía iraní sufrió un golpe fatal en la forma de nuevas y severas sanciones impuestas unilateralmente por la Administración del presidente Trump. Fueron un factor que contribuyó en una disminución estimada del 10 por ciento en el PIB y agravaron la miseria económica de las masas trabajadoras iraníes, que ya están sufriendo la creciente desigualdad económica y la corrupción desenfrenada de la clase dominante iraní. Además, la política exterior de línea dura de la Administración de Trump, con amenazas abiertas de acción militar, básicamente suministró un oxígeno muy necesario al régimen iraní. Ante los ataques, el régimen podía congregar a las masas detrás suya contra los ataques del imperialismo estadounidense. Resultó ser una forma efectiva de intensificar su represión de activistas sindicales y a trabajadores en huelga, justificándolo como medidas necesarias en defensa del bienestar público y la seguridad nacional, como lo han hecho una y otra vez en las últimas cuatro décadas. Intentaron criminalizar el movimiento de la clase trabajadora y desmoralizar a las masas, que ya se habían expresado durante las protestas masivas a principios de 2018. Las declaraciones emitidas por los funcionarios estadounidenses, en apoyo de las protestas, como las del secretario de Estado Mike Pompeo, no pueden juzgarse como nada más que la muestra más cruda de oportunismo cínico e hipocresía, y deben condenarse firmemente. Quienes viven activa y abiertamente de la ayuda del gobierno de los Estados Unidos, como los restos de la depuesta dinastía Pahlevi o el MEK (oposición burguesa proimperialista) solo exponen su bancarrota política. Otros, como el Partido Demócrata, basado en el Kurdistán iraní, que ha pedido apoyo occidental contra la actual represión, simplemente es un juguete en las manos del régimen, que utilizará esto para aislar aún más al movimiento.
Para disipar cualquier ilusión de apoyo político de los EE.UU., o de reactivación económica desde los EE.UU. o de cualquier otro tipo de inversión extranjera, solo es necesario observar la reciente ola internacional de movimientos de masas en los últimos meses. Su tema común es un descontento popular causado durante años, si no décadas de austeridad, en detrimento de las condiciones económicas de las masas trabajadoras. En la mayoría de los casos, estas medidas de austeridad fueron impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) a instancias del gobierno de los EE.UU., y en interés del capital financiero, como una condición previa para la inversión extranjera y para convertirse en una parte integrada del mercado global de capitales. La reciente ola de revueltas populares es el testimonio más claro del fracaso de tales medidas para proporcionar una salida a la crisis del capitalismo, excepto a través de una explotación aún más dura de las masas trabajadoras. Por lo tanto, las clases dominantes en todas partes se encuentran cada vez más incapaces de encontrar soluciones que puedan frenar esta ola de descontento. La crisis actual en Irán puede complicarse por ciertos factores, incluidas las rivalidades interimperialistas y geopolíticas, pero es solo un caso particular del mismo problema fundamental.
La crisis actual sólo resalta la tarea histórica a que se enfrenta la clase trabajadora iraní, como la única fuerza capaz de encontrar una salida al actual callejón sin salida mientras satisface las necesidades de las masas populares. Lo mejor que puede hacer para esta tarea es fortalecer la creciente solidaridad entre el movimiento estudiantil radicalizado y los activistas obreros combativos. La creciente solidaridad de los estudiantes con la creciente ola de huelgas, como en la huelga inspiradora de los trabajadores de la fábrica de azúcar de «Haft Tappeh» en Juzestán, y su valiente participación en la manifestación del 1º de mayo de este año, ya han sido grandes avances en esta dirección. En el último desarrollo del miércoles, los patrones anunciaron un cierre indefinido de la refinería de azúcar en un intento de romper la huelga, destaca el potencial inspirador de tales ejemplos de solidaridad. Ciertamente, pueden proporcionar una base sólida para avanzar hacia un movimiento de la clase trabajadora más fuerte y para organizar una huelga general.
Como la historia de la lucha de la clase trabajadora ha demostrado una y otra vez, una huelga general será la mejor manera de ganarse a las masas y desacreditar cualquier intento de criminalizar a los manifestantes como «matones» para aislar el movimiento a través de la calumnia o la violencia. Organizar comités de trabajadores y jóvenes elegidos localmente será esencial para resistir la represión violenta del régimen. Presentar reivindicaciones claras y positivas también será una tarea crucial del movimiento para atraer a las masas trabajadoras, consolidar su apoyo popular, y frustrar cualquier intento de las fuerzas de reacción para sembrar división y confusión. Dichas demandas deben incluir el pago inmediato de salarios atrasados, salarios dignos para todos los trabajadores ajustados con la inflación, proporcionados por la nacionalización de las principales industrias y las palancas fundamentales de la economía bajo el control democrático de los trabajadores; auditoría pública transparente de todos los fondos públicos, fondos de pensiones de los bancos y otras instituciones; y la disolución de las despreciadas milicias IRGC y Basij y poner sus inmensos recursos económicos bajo control democrático de las masas trabajadoras; y también convocar a una asamblea constituyente por delegados elegidos para decidir democráticamente el futuro político de Irán. Lograr estas demandas solo sería posible mediante una lucha de masas victoriosa, con la clase trabajadora liderando el camino. Solo una victoria así puede cumplir finalmente el verdadero destino y la promesa de la revolución de 1979, y vigorizar la heroica lucha de las masas trabajadoras oprimidas de todo Oriente Medio y más allá.