En el próximo mes de noviembre la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) tendrá un nuevo rector. Éste es un hecho importante por dos cuestiones, en primera es la universidad más grande del país y todo lo que ocurre en su interior tiene una repercusión nacional, en el terreno de la lucha de clases; lo segundo es porque el puesto de rectoría es muy disputado por grupos políticos afines al PRI, se puede decir que es uno de los pocos bastiones que no ha perdido después de la derrota electoral del año pasado. Por tanto, la designación de este cargo tiene una importancia política a nivel nacional, en las fuerzas políticas del país y, por supuesto, en la vida interna de la universidad (sus más de 400 mil estudiantes, profesores y trabajadores).
La selección del nuevo rector se da en medio de profundos cambios políticos en la vida nacional, el que más, la llegada al gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Este nuevo gobierno está cambiando la configuración política nacional, los partidos tradicionales están en bancarrota, se ha abierto un periodo donde los trabajadores se están comenzando a expresar en luchas sindicales importantes, tanto por aumento salarial como por democracia sindical. Toda la vida política está moviéndose de forma acelerada, la UNAM no es la excepción, por el contrario, las estructuras antidemocráticas y arcaicas, los grupos de poder a lo interno y sus métodos violentos, como la utilización de grupos porriles, la provocación, etc., están siendo presionadas por el ambiente externo.
Podemos decir que el año pasado la UNAM no solo tuvo su julio –la elección nacional a presidente y todos los cambios que necesariamente tiene su implicación en la vida universitaria–, sino que fue complementado con su septiembre. El maravilloso movimiento estudiantil que movilizó a decenas de miles por la provocación que montaron en rectoría una vez que grupos de porros golpearan a la comunidad universitaria. Este movimiento estudiantil, como suele pasar con las grandes movilizaciones de masas, recompone la vida interna en el ámbito de la organización estudiantil, sindical y académica. Hemos visto la formación de un nuevo sindicato de profesores, la lucha por la democracia a lo interno del STUNAM y, por supuesto, el crecimiento de una nueva capa de activistas estudiantiles que se agrupan en nuevos colectivos con diversas orientaciones políticas (feministas, anarquistas, estudiantililstas, socialistas, etc.).
El régimen antidemocrático de la UNAM
Este nuevo ambiente que hay, tanto en la sociedad, como en la vida universitaria choca con la anquilosada burocracia universitaria y sus leyes establecidas a más de 70 años de distancia. La Ley Organiza de la UNAM se estableció en 1945, en los tiempos donde el presidencialismo priista centralizaba todas las decisiones políticas del país y las organizaciones sociales, sindicales, estudiantiles y campesinas, eran sometidas al partido en el poder y al presidente. Había un régimen burocrático y represor en la sociedad, y la estructura interna de la UNAM era una copia y calca de lo que se vivía en el país.
Basta ver el artículo 11 de esta Ley Orgánica, donde nos habla de la elección de los órganos de dirección de la universidad y sus diferentes escuelas, para ver lo antidemocrático y vertical del asunto. Por ejemplo, los directores de las escuelas, facultades o institutos los elije la Junta de Gobierno a partir de una terna que escoge el Rector. Lógicamente que el rector no propone arbitrariamente, sino que impulsa a sus allegados políticos, incondicionales que le apoyan a él mismo.
Así, esos directores se integran al Consejo Universitario (Artículos 7 de la Ley Orgánica) y todos los directores conforman un tercio de los votos de esta instancia. Es decir, el Rector tiene a su disposición una tercera parte del Consejo Universitario como votos cautivos, porque es la gente que él mismo impulsó. Por si esto no fuera poco, el rector tiene un voto de confianza y la posibilidad de veto con respecto a lo que se decida dentro del Consejo Universitario. Además de los directores de escuela, facultad e institutos, tenemos una representatividad de académicos, investigadores de instituto, investigadores de centros, alumnos, académicos de departamentos administrativos, académicos de los centros de extensión, profesores, técnicos académicos y empleados administrativos. La gran mayoría de estos integrantes son parte de la burocracia que dependen de los directivos y del rector de forma directa para asignación de recursos, horas, becas, etc. Es decir, es un aparato burocrático corporativo al servicio de una casta burocrática. Los estudiantes, que somos una gran mayoría de la comunidad universitaria, somos una ínfima minoría en los espacios de decisión como el Consejo Universitario.
El Consejo Universitario está sometido de forma concreta al rector es quien designa a la Junta de Gobierno, como ya lo mencionamos, es la junta de gobierno quien escoge a los directores de escuela y facultad. Esta Junta de Gobierno, de 15 iluminados, es quien toma las decisiones más importantes de la universidad, dentro de ellas escoger al nuevo rector. Hasta el año 2003 la Junta de Gobierno tomaba en cuenta la opinión del presidente para la designación del Rector, después de ese año esto ya no aplica.
El proceso, como podemos ver, es totalmente antidemocrático, diseñado en una época donde el PRI dominaba todo. Ya se ha terminado el dominio del PRI, por el momento, la pregunta es ¿hasta cuándo vamos a terminar con este régimen antidemocrático en la UNAM?
Los cuatro contendientes
De 12 interesados en la contienda por la rectoría, ahora solo quedan 4 que están disputando el puesto, se trata de Angélica Cuéllar, directora de la facultad de Ciencias Políticas y Sociales; el actual Rector, Enrique Graue; Pedro Salazar, presidente de la Comisión de Legislación Universitaria del Consejo Universitario y Daniel Velázquez, catedrático de la Universidad.
Aunque los 4 coinciden en lo general sobre los problemas candentes de la Universidad: se comprometen, por ejemplo, a sostener una autonomía “responsable” –no se sabe exactamente a lo que se refiere, si a mantener los intereses de la universidad alejados de las mafias universitarias, del gobierno y de los estudiantes–; quieren resolver los problemas de la inseguridad que se vive en los campus universitarios, la mayoría pugna por medidas punitivas para dar solución a esto; seguir avanzando en la modificación a los planes y programas de estudio, quitando materias críticas y cambiándolas por aquellas que les sirvan a la iniciativa privada manteniendo el corte neoliberal; mejorar la transparencia en la rendición de cuentas, erradicar la violencia de género, etc.
Son tan generales sus planteamientos de trabajo que prácticamente no hay una diferencia entre uno y otro. Si las hay son en aspectos secundarios. Ninguno plantea un giro para democratizar la universidad, luchar por más presupuesto -por el contrario, hay quien dice que de cara a la austeridad se debería de reforzar la participación de capital privado en la universidad-, crear más centros de estudio para dar cabida a los rechazados, terminar con los exámenes de selección –que es una propuesta de AMLO y que todos los que se han pronunciado sobre ésta la rechazan–, terminar con la violencia llamando a asambleas regulares donde la comunidad discuta estos problemas y hacer intervenir a la comunidad en tareas de seguridad y participación colectiva, abrir debates colectivos sobre la violencia hacia la mujer y como combatirla, etc.
En términos generales podemos decir que quien quede al frente de la rectoría va a asumir el mismo papel que actualmente asume Graue, una política diseñada por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, donde la educación superior y media superior se ve como una mercancía y una herramienta para el capital privado y no para apoyar a la sociedad.
La perspectiva que se reelija Enrique Graue
A pesar de que pudiera parecer complicada la reelección por los resultados que prometió al llegar a rectoría, como la recuperación del auditorio Justo Sierra (Che Guevara). Durante su gestión ha habido riñas entre narcomenudistas por la plaza de la UNAM, feminicidios y asesinatos no aclarados, inseguridad generalizada y la efervescencia de movimientos estudiantiles a raíz del ataque porril.
Pudiera pensarse que puede ser una contienda cerrada; aún más por haber una candidata mujer y porque el gobierno federal pareciera que no está impulsando ninguna candidatura; pero la realidad es que no hay alguien que le haga sombra al rector en turno y es que tras bambalinas las fuerzas de poder apuestan y se ponen de acuerdo.
La continuidad viene orquestada por el pasado rector José Narro y es que, al renunciar al PRI por haberlo sacado de la jugada por la dirigencia del revolucionario institucional, el único bastión político para él es la UNAM. Tiene como miras a volverse a posicionar formalmente y hacerle frente a posibles embates futuros de la 4T.
Narro, quien tiene mucho peso en la junta de gobierno, cerrará filas con Graue y apostará a la continuidad, confiando en que éste le respete toda la burocracia universitaria que dejó a su paso en los dos periodos que estuvo en el cargo. El ex rector tiene muchos puntos de apoyo ya que el secretario general es Leonardo Lomelí pero en la práctica quien tiene el poder es Enrique de Val, operador de Narro. Casi toda la burocracia universitaria y más de la mitad de los directores se alinean con De Val.
Por otro lado, el operador por debajo es Jaime Vázquez, coordinador de la secretaría de atención a la comunidad universitaria quien tiene una red de personas que le pasan información sobre los grupos subversivos de cada institución y facultad, también maneja grupos de porros que crean y apagan conflictos de acuerdo a sus necesidades.
Lo que proponemos
La máxima casa de estudios necesita una transformación profunda a todos los niveles para poder jugar un papel determinante en el desarrollo de la sociedad. La educación es pagada por los impuestos de nuestro pueblo y todo lo que se aprende en ella tiene que ser regresado a través de nuestro conocimiento para transformar el país. Esta debería de ser la lógica que prime en sus planes y programas de estudio, en la forma de organización y toma de decisiones interna.
Sabemos que no puede transformarse la educación si no se transforma el país. Tenemos que aprovechar esta coyuntura a nivel nacional para luchar por una verdadera democracia universitaria:
* Donde el rector tenga que ser escogido por la mayoría de la comunidad universitaria a partir de votación directa y secreta.
*Debemos de luchar por desaparecer la Junta de Gobierno y democratizar de pies a cabeza el Consejo Universitario donde aseguremos que los estudiantes, que son la mayoría de la comunidad, tengan una mayoría de, por lo menos 55%, el resto repartirlo entre académicos y trabajadores. La autoridad no debería de tener espacios especiales puesto que entran dentro del rango de académicos.
*Todo el consejo se debería ser votado de forma democrática con votación directa y secreta.
*La mayor instancia de decisión debe ser la asamblea general, que debe reconocerse como una instancia superior al propio consejo.
*Los salarios de directivos deberán de ser los mismos que profesores de asignatura, con un sueldo decente (30 mil pesos mensuales), sin distinción.
*Las becas académicas y promociones deberán estar sometidas a un concurso abierto donde todos los interesados puedan opinar y votar.
*Los maestros tienen que ser basificados con derechos plenos y democráticos.
*Debemos de luchar por un sindicalismo democrático y combativo, afuera el charrismo sindical.
*Los estudiantes debemos de tener derechos democráticos dentro de las escuelas como el derecho a asambleas incluso en horarios de clase.
*No a la criminalización de la organización política de los estudiantes.
*Por espacios independientes de la autoridad y de la burocracia universitaria para la organización estudiantil en todos los ámbitos.
*Apertura en radio y televisión UNAM, así como la gaceta universitaria para que los estudiantes puedan escribir críticas y participen activamente.
*Desaparición del Tribunal Universitario, etc.
*Por una universidad libre de violencia hacia los estudiantes y sobre todo con políticas concretas que combatan la violencia hacías las mujeres en nivel medio superior y superior.
*No a los cuerpos de vigilancia coludidos con la corrupción en la universidad, por un órgano de autodefensa de trabajadores y estudiantes
Sabemos que esto no lo podemos esperar de la burocracia que actualmente gobierna la universidad. Tendrá que ser fruto de la organización y la lucha de los estudiantes, trabajadores y profesores democráticos. A través de los años ha habido varios movimientos estudiantiles que han demandado la democracia universitaria (por lo menos el del 86-87 y el 99-2000) los cuales demandaron un congreso universitario. En ambos casos las autoridades maniobraron para mantener firme su régimen. Tenemos que organizarnos y luchar para hacer realidad esta tarea. Te invitamos a que te organices con nosotros y asistas a algún círculo de estudios donde hablamos de estas y muchas otras cosas.
¡Unidos y organizados, venceremos!
*Estudiante de la Facultad de Química