Escrito por David García Colín, sindicalista SUTIEMS
El histórico triunfo electoral de AMLO, como hemos reiterado, está marcando una nueva etapa en la lucha de clases. No se trata tanto de un limitado programa reformista que se ha ido moderando conforme AMLO ha intentado mostrarse “aceptable” y “responsable” frente a la clase dominante, sino de las esperanzas creadas entre millones de trabajadores que ya se están movilizando para ver cumplidas sus esperanzas. Lo relevante del gobierno de AMLO, desde nuestro punto de vista, es que está abriendo las compuertas para que se desate una andanada de luchas donde entrará en escena el movimiento obrero. Un ejemplo de esto está en la aprobación del Convenio 98 de la OIT.
La ratificación, el pasado 20 de septiembre, por parte de un senado dominado por Morena, del Convenio 98 de la Organización Internacional de Trabajo sobre sindicalización y negociación colectiva -en rango legal al mismo nivel que la Constitución e incluso por encima de la Ley Federal del Trabajo- favorece la organización colectiva y limita la intromisión patronal en los sindicatos. De acuerdo con Carlos de Buen los puntos medulares del acuerdo son: 1.- se prohíbe condicionar el trabajo a la afiliación o desafiliación a un sindicato, 2.- prohíbe despedir o perjudicar de cualquier forma a un trabajador por ser miembro de un sindicato o participar en actividades sindicales, 3.- protege jurídicamente los sindicatos de cualquier injerencia de los patrones que busque el control de sus sindicatos, lo que es un golpe a los “contratos de protección” que imperan en México, 4.- Se establece el compromiso de fomentar la negociación colectiva. Seguramente una de las razones a dicha ratificación fue la de liberar recursos para financiar algunos de los programas sociales que AMLO prometió en campaña y que actualmente se desvían -de uno o de otro modo- hacia dirigentes charros, por ejemplo, al sindicato petrolero; quizá debido a esto también el nuevo gobierno obligará a los sindicatos a abrir sus cuentas sindicales.
El colapso del PRI amenaza la supervivencia de sindicatos charros que históricamente se han mantenido con el patrocinio del gobierno. En el pasado -a mediados del siglo XX- los dirigentes charros podían mantenerse no sólo fusionándose con el Estado y apoyados con la represión sindical y estatal, sino por medio de una seria de prebendas con las cuales podían hacerse fuertes frente a bases desmovilizadas. Es por ello que en los años 50 el Primero de Mayo era un vergonzoso desfile para dar gracias al presidente. El primer golpe al charrismo sindical oficial fue el recorte neoliberal a los programas sociales muchos de los cuales los charros administraban, así el Primero de Mayo, como desfile priísta frente al Presidente, se fue desinflando hasta desaparecer. El charrismo salió debilitado junto al poder corporativo del Estado. Pero el arribo de Morena puede marcar otra etapa al romper el vínculo histórico entre el Estado y los sindicatos.
Aunque esta ratificación tiene un carácter más simbólico que real -pues todos los engorrosos requisitos contemplados en la Ley Federal del Trabajo para registrar sindicatos siguen vigentes-, lo relevante no es tanto lo que dice, sino cómo esto impulsará la batalla de los trabajadores contra el charrismo sindical. Este debilitamiento por arriba marcará efervescencia por abajo. De hecho esto ya está ocurriendo. El encarcelamiento de Elba Esther Gordillo y la imposición de Juan Díaz de la Torre marcó un repunte en la efervescencia al interno del SNTE y en la movilización de sectores del CNTE por recuperar al sindicato de manos de gansters como la propia Gordillo o de la Torre. Pero no sólo hablamos de los sectores democráticos que, como la CNTE, están exigiendo la caída de la Reforma Educativa. Sectores democráticos del SME ya están pidiendo que se desclasifiquen los acuerdos que llevaron a la extinción de Luz y Fuerza y, más recientemente, la pérdida del “pasivo laboral” acordado por una dirigencia convertida en millonarios empresarios trasnacionales. Habrán batallas importantes entre los cuatro millones de trabajadores que presuntamente agrupa la CTM, como por ejemplo las bases del Sindicato Ferrocarrilero encabezado por Víctor Flores (quien lleva más de 30 años imponiéndose en el sindicato). Hay efervescencia en las bases del Sindicato Petrolero (STPRM) y la caída del millonario Romero Deschamps se ve más cerca que nunca. Esta ruptura del apoyo a los charros abrirá las puertas a nuevos “San Quintines” en todos aquéllos lugares de trabajo muy precarizados que son bombas de tiempo -como en el ramo de la construcción- donde imperan sindicatos de protección patronal afiliados a la CTM o al Congreso del Trabajo. .
Si bien se están abriendo las puertas, los trabajadores deben atravesarlas de forma independiente y con sus propias demandas. El gobierno no hará lo que los trabajadores deben hacer por sí mismos. Somos los trabajadores los que debemos recuperar nuestros sindicatos, imponer la democracia y autonomía sindicales y movilizarnos por nuestros intereses de clase. En esta lucha fundamental se abrirán oportunidades para la conformación de una organización política para la clase obrera que no sólo se planteé impulsar algunas reformas, sino la transformación radical de la sociedad. Entramos a un nuevo periodo de la lucha obrera en nuestro país. Millones de personas votaron por un cambio y no se van a aquedar con los brazos cruzados para esperarlo.
¡Fuera charros de los sindicatos!