Escrito por Laura Aldana /
La industrialización trajo consigo los últimos avances tecnológicos para ser usados en la producción, muchos pequeños productores fueron absorbidos por las grandes industrias pero ahora como empleados. La abolición del feudalismo y el paso al capitalismo produjo que muchos campesinos siervos buscaran en la gran industria la posibilidad de vivir del trabajo asalariado. Al paso de los años la gran industria ha saturado de productos al mercado, esa sobreproducción lleva a una recesión en la producción y una baja demanda de la mano de obra, así se genera el desempleo. Las plazas de trabajo que se logran mantener son con salarios bajos.
En nuestro país se mantiene una tendencia de creación de empleos de cerca de un millón anual, pero con la peculiaridad de ser plazas pagadas con un salario mínimo, aproximadamente 2 mil 300 pesos al mes. En 2016 las personas con este ingreso asciende a 7.8 millones; por el contrario los empleos con percepciones mayores a 5 salarios mínimos decreció hasta 2.9 millones, claro reflejo de los duros ataques a la “clase media”.
Como marxistas sabemos que la clase media es una invención de la burguesía en su afán de negar la lucha de clases, sin embargo, el mismo capitalismo se ha encargado de simplificar las relaciones sociales y la división de clases es cada vez más notoria, por un lado existen los burgueses, dueños de los medios de producción y por otro lado los trabajadores quienes sólo poseen su fuerza de trabajo y deben venderla para poder subsistir.
Por tanto, el proletariado está integrado por todo aquel que no es dueño de un hospital, una escuela, una fábrica, una radiodifusora o televisora, una autopista o un aeropuerto, etcétera, por tanto se convierten en trabajadores que deben vender, al dueño de esos medios de producción, su fuerza de trabajo a cambio de un salario, de ésta forma, los maestros, los doctores, los locutores, el personal administrativo y de ventas de una empresa, son también trabajadores asalariados, proletarios, con la particularidad de tener mayores ingresos salariales, pero que no están exentos de perder su empleo y con ello todos sus privilegios de “clase medieros”.
El trabajo de la mujer es necesario en la actual sociedad capitalista y la burguesía lo utiliza, por un lado para mantener alta la demanda laboral y con ello un bajo nivel salarial. Al haber salarios bajos, no alcanza con el salario del “jefe de familia” para cubrir las necesidades básicas, según datos del CAM1, el costo de la CAR2 se estima en 213 pesos y el salario mínimo es de 73 pesos, por lo que un trabajador debe trabajar 2.9 jornadas diarias: 23 hrs al día, para poder comprar los alimentos básicos, razón por la cual además de la madre, más miembros de la familia deben sumarse a la fuerza de trabajo.
Las mujeres deben dejar el cuidado de sus hijos y de su hogar para sumarse al campo laboral. En nuestro país son una gran fuerza productiva. Según datos de la ENOE3 el número total de plazas de ocupación es de 50.7 millones, de las cuales 19.3 están ocupadas por mujeres, a su vez 79.4% se encuentran en el sector de los servicios referente a empresas destinadas al comercio, turismo, transportes, comunicaciones, correo y almacenamiento, servicios profesionales, financieros y corporativos, etc.
De lo que se trata aquí no es de ilustrar la situación de las trabajadoras en nuestro país, sino de analizar la situación que se vive actualmente entre las mujeres trabajadoras que no laboran en la industria y que venden su fuerza de trabajo a las empresas que las colocan en el sector de los servicios, propiamente esta actividad no es productiva, su actividad se desarrolla en el ámbito de la distribución y consumo de los bienes materiales. Sin embargo las circunstancias salariales, de actividad y de enajenación son similares a las que viven las obreras.
Mientras que una obrera es despojada del producto de su trabajo, una mujer profesionista u empleada en el sector servicio vende su conocimiento y habilidad, actividades como la de curar, enseñar, administrar, vender, etc. Con el fin de poder completar los gastos de la casa.
A pesar de la diferencia salarial entre una profesionista o empleada de servicios y una obrera, esto no es factor de división de clase pues ambas pertenecen a un mismo conjunto social que vive día a día el encarecimiento de los productos básicos, la falta de oportunidades, los bajos salarios, el acoso laboral, el exceso de trabajo en detrimento de pasar tiempo de disfrute con la familia o de desarrollar otras actividades recreativas de ocio o disfrute, viven día a día una serie de amenazas de perder su empleo si no cumplen las cuotas de productividad o por no subordinarse por completo al jefe inmediato.
La erradicación de las actuales relaciones sociales, pasa por eliminar todo tipo de explotación y eso a su vez se logra con la abolición de la propiedad privada sobre los medios de producción. La lucha por el socialismo en primera instancia, debe llevar a sustituir la actual situación por una de relaciones camaraderiles y de producción colectiva, eliminando así cualquier diferencia social.
1 Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAM
2 Canasta Básica Recomendada
3 Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, mide la ocupación de una persona y la determina por la actividad que desempeñó en la semana de referencia de la encuesta, si se ocupó por al menos una hora en esa semana aun que no hubiera recibido salario, se le considera que cuenta con una “ocupación”