Escrito por: Carlos Márquez
La Revolución de Octubre, en Rusia, adquiere gran relevancia no sólo por su indudable importancia histórica, sino por sus lecciones para la lucha hoy en día. Aunque existen diferencias, hay también muchos paralelismos entre las condiciones que favorecieron el estallido revolucionario en la Rusia de 1917 y el mundo de hoy. Vivimos en un sistema inhumano y decadente, lo que se expresa en un creciente malestar social; se generaliza un sentimiento de que las cosas no están bien y es necesario un cambio profundo y radical. Marx dijo en alguna ocasión que lo sólido se desvanece en el aire. El imperio ruso, con siglos de existencia, parecía sólido e inamovible, pero bastaron unos cuantos días para que colapsara por la acción revolucionaria de la clase obrera, en la que las mujeres jugaron el papel protagónico. Sin embargo, no son los obreros los que toman el poder inicialmente y se establece un gobierno burgués que tiene que convivir con organismos nacientes de poder obrero, los soviets, que finalmente se impondrían triunfantes.
Los reformistas, representados por los partidos menchevique y social-revolucionario, fueron un freno temporal. Los reformistas, con sus políticas conciliadoras, quieren aparecer como los más grandes realistas, pero son ineptos y utópicos. No podían sacar a Rusia de la ruina y la llevaban a un abismo. Todo se resolvería con la convocatoria de una Asamblea Constituyente, pero ésta no se podía realizar hasta que hubiera paz (no olvidemos que era el tiempo de la Primera Guerra Mundial). Para los reformistas nunca están dadas las condiciones; para ellos la burguesía es muy fuerte y los obreros débiles, y por eso les decían a éstos que no debían tomar el poder. Una revolución es una gran escuela donde las masas aprenden rápidamente, pero no se pueden sacar todas las lecciones históricas de la noche a la mañana, por eso el partido revolucionario, que es la experiencia acumulada de la clase obrera, es indispensable.
El bolchevismo asimiló el método y las ideas del socialismo científico y formó los cuadros educados en muy diversas experiencias de lucha que pasaron por la clandestinidad, la lucha legal, la participación en el parlamento reaccionario que en Rusia se llamó Duma, el boicot a las elecciones, la lucha sindical, periodos revolucionarios como el de 1905, reaccionarios como el que siguió a la derrota de esa revolución o la Primera Guerra Mundial. Décadas de lucha, que iniciaron con pequeños círculos cimentados en la poderosa teoría del marxismo revolucionario, permitieron construir un partido de hierro. La existencia del Partido Bolchevique es la diferencia fundamental que hizo que esta revolución concluyera con una victoria gloriosa que sacudiría al mundo y que hoy mismo siga siendo el ejemplo a seguir.
La toma del poder se realiza prácticamente sin derramamiento de sangre, porque las masas pasaron antes por la experiencia de los demagogos partidos reformistas, mencheviques y social-revolucionarios, aliados a una supuesta burguesía democrática. Si los bolcheviques no hubieran actuado, no sería la democracia lo que se hubiera impuesto, sino una dictadura. De hecho hubo un intento de golpe de Estado con Kornilov que fue frenado por la acción de los bolcheviques al frente de la clase obrera.
Los auténticos marxistas rusos defendieron un programa basado en tres ideas claramente identificables por el pueblo: pan, paz y tierra, que no podían solucionarse sin la toma del poder por los trabajadores y la abolición del capitalismo. Explicando pacientemente, ganaron a la mayoría de la clase obrera a sus ideas. Como Sujanov, un menchevique enemigo del bolchevismo reconoció:
«Los bolcheviques estaban trabajando obstinadamente sin descanso. Estaban entre las masas, en las fábricas, todos los días, sin pausa. Decenas de oradores, grandes y pequeños, estaban hablando en Petersburgo, en las fábricas y en los cuarteles, todos y cada uno de los días. Para las masas se habían convertido en su propia gente porque siempre estaban allí, tomando la iniciativa en los pequeños detalles al igual que en los asuntos más importantes de la fábrica o el cuartel. Se habían convertido en la única esperanza… Las masas vivían y respiraban al unísono con los bolcheviques».
La toma del poder coincidió con el Congreso de los Soviets, que eran los representantes de los trabajadores. Si el traspaso del poder se dio de forma pacífica y la ejecución práctica la hizo un pequeño grupo fue porque los bolcheviques tenían el apoyo de la mayoría de la población. Nada que ver con la idea de un golpe de Estado.
El nuevo Estado se basó en la democracia de los soviets, comités formados en las fábricas, pueblos y cuarteles. No es exageración el decir que fue el más democrático de la historia, pues los representantes surgían del pueblo, podían ser revocados en cualquier momento y estaban ligados a aquél sin contar con privilegio alguno por encima de la población.
La clase obrera realizó una revolución pacífica, pero los imperialistas impusieron una sangrienta guerra civil, interviniendo 21 ejércitos extranjeros. Pese a las condiciones de guerra civil impuestas, el Partido Bolchevique realizaba un congreso anual con enormes debates. No había un régimen opresor, había un vivo debate en las fábricas, las calles y en cada espacio de la sociedad.
El arte vivió una gran expansión; además de ser innovadores, muchos artistas se ponían al servicio de la construcción de la nueva sociedad. El Estado obrero heredó una sociedad atrasada y en ruinas con una población analfabeta; se crearon escuelas y se le dio educación a la población. Se dieron los derechos para las mujeres más avanzados en su tiempo. Las tierras se repartieron a los campesinos y las fábricas se volvieron propiedad colectiva de la sociedad, puestas a funcionar bajo control democrático de la clase obrera. Gracias a la economía planificada, en pocas décadas, Rusia pasó de ser un país similar al atrasado Pakistán de hoy a ser la segunda potencia económica mundial. Del analfabetismo, la URSS pasaba a convertirse en el país con más científicos del mundo. Estos son éxitos innegables. Como dijo Trotsky, la revolución rusa mostró la viabilidad de la economía planificada no en el lenguaje abstracto de El Capital, sino en el lenguaje del acero y la electrificación.
La clase obrera de un país atrasado tomó el poder, pero los bolcheviques, bajo la dirección de Lenin y Trotsky, comprendían que éste sólo debía ser el prólogo de la revolución mundial. El ejemplo de la clase obrera soviética sacudió al mundo y fue un imán. La historia de las revoluciones que surgieron posteriormente al triunfo del proletariado ruso mostraron la importancia de construir un partido de hierro con cimientos sólidos de teoría revolucionaria; la ausencia de éste las llevo a la derrota.
El aislamiento y atraso de la Revolución se pagó caro con el ascenso de un régimen burocrático que era opuesto al régimen encabezado por Lenin y Trotsky. Para imponerse, Stalin –el principal representante de la burocracia– liquidó físicamente al Partido Bolchevique, declarándose irónicamente como el heredero de Lenin, quien, muerto en 1924, fue convertido en un icono idolatrado (algo que hubiera detestado este gran revolucionario).
La historia no es un proceso lineal y en ella podemos ver derrotas y retrocesos. La revolución rusa, pese a todo, nos muestra que es posible un mundo diferente, dirigido por los trabajadores en su propio beneficio. Las revoluciones no son acontecimientos comunes y menos lo son las que terminan en triunfo. Pero no hay otra salida bajo este sistema. México es un solo ejemplo de esto. Este sistema nos somete a una brutal explotación: tenemos salarios de miseria, desempleo crónico, no hay oportunidades de educación para todos, la falta de perspectivas y la decadencia se traducen en crecimiento de la delincuencia y en miles de asesinatos y desapariciones cada año; el Estado está podrido en la corrupción, claramente subordinado a los burgueses legales, y también a los ilegales como lo son los narcotraficantes. Las perspectivas del futuro consisten en más ataques dirigidos a arrebatar las conquistas obtenidas por las luchas del pasado; un futuro gris de pobreza, violencia y explotación.
La idea de que es necesaria una nueva revolución en México se introduce y arraiga lentamente en la mente de los trabajadores y los jóvenes, quienes hemos tenido en los últimos años ricas experiencias de lucha. No tenemos dudas de que se avecinan acontecimientos turbulentos y abiertamente revolucionarios. Tenemos –como lo hicieron Lenin y los bolcheviques– que prepararnos para la historia y construir un partido bolchevique en México y el mundo. Es necesario trabajar en esta dura tarea que no cuenta con atajos. El marxismo es la experiencia acumulada de la historia de lucha del movimiento obrero. Te invitamos a sumarte a la Corriente Marxista Internacional para estudiar las lecciones de lucha de nuestra clase y trabajar en la construcción de esa imprescindible herramienta de lucha que permitió a la clase obrera tomar, hace 100 años, el cielo por asalto.