Escrito por: Rubén Rivera
El día 18 de mayo se dio a conocer el nombramiento de María de Jesús Patricio Martínez, como vocera del Consejo Nacional Indígena de cara al proceso electoral de 2018, la elección, en la que participaron representantes de 58 pueblos indígenas incluyó el nombramiento de 68 concejales más para el cumplimiento de diversas tareas.
La idea de la participación de Marichuy no es luchar por el poder sino “Denunciar todas las maldades del sistema capitalista que nos domina, invitar a organizarnos para defendernos contra los poderosos y para construir nuestros espacios de autonomía en el campo y en la ciudad. Sin el control del Estado, fuera de los partidos políticos, fuera de la pudrición de este sistema.”
Así pues no se tratará de tomar el poder, sino más bien de un trabajo de organización para hacer autonomía sin el control del estado y del sistema capitalista.
Cuatro meses han pasado desde el nombramiento y pese a que no ha tenido impacto en los medios de comunicación nacionales, la maquinaria de los grupos de apoyo al Ejército Zapatista de Liberación Nacional y del Consejo Nacional Indígena (EZLN – CNI) han comenzado funcionar, desde comunidades, colectivos urbanos y estudiantiles se han desatado todo tipo de actividades de difusión de la importancia de la candidatura, de hecho en los momentos en que se escriben estas líneas se inicia una gira por el estado Chiapas.
Si el objetivo del EZLN-CNI era acuerpar los grupos de simpatizantes en torno a una campaña común que los sacara de la rutina de actividades de apoyo que desarrollan desde 2006, sin duda el objetivo se está cumpliendo.
Si el objetivo era generar un impacto a nivel nacional y generar una crisis en el sistema de partidos aún es un reto para la candidatura EZLN-CNI y debe trascender del ámbito puramente interno. Los partidos que integran el sistema político mexicano viven sus conflictos, crisis y reagrupamientos como si la candidatura no fuese factor.
El Poder Político ¿para qué?
No obstante no pude descartarse que ante la crisis profunda que viven dichos partidos, la candidatura adquiera una fuerza que aún no es evidente.
El problema fundamental de la lucha por el poder político en México es que pese a los distintos orígenes de los distintos grupos: PRI, PAN y PRD no buscan tomar el poder sino erigirse en titulares de ese poder. Desde hace 30 años todos y cada uno de los gobiernos al frente del Estado mexicano aplican una política de privatizaciones, ataques al nivel de vida de los trabajadores, restricción de derechos sociales y políticos, combinados con una serie de políticas de liberalismo social cosmético, de ese que no cuestan mucho dinero.
El verdadero poder político sigue en manos de la burguesía, aquél que define la orientación del gobierno lo definen las grandes empresas nacionales y extranjeras que controlan la economía del país, ellos dictan modas, señalan lo que es censurable y lo que es políticamente correcto, condenan a muerte a miles de personas y someten por medio lo que sea, incluyendo a la presión directa a aquellos que ponen en riesgo su poder. No necesitan el derecho formal para someternos, ejercen su poder simplemente.
Los distintos partidos del sistema PRI, PAN y PRD luchan por servir a ese poder, por convertirse en el mayordomo más eficiente para su amo.
El poder político real detesta la posibilidad de que una figura política distinta a sus lacayos llegue al poder político formal, por ello ya en dos ocasiones 2006 y 2012, ha movido cielo y tierra para impedir que Andrés Manuel López Obrador puede acceder a él. De hecho no hubo acontecimiento más detestable para la burguesía dominante, en los tiempos recientes, que la formación de Morena, en la medida de que ello le daba consistencia a una oposición que de hecho se había creado ante el sometimiento absoluto del PRD.
No obstante, hasta el momento todo indica que la estrategia que buscará AMLO de cara al próximo proceso electoral será mostrarse ante los poderosos como alguien que sí puede poner en orden al país. Un aspecto clave es la propuesta económica, en el fondo no hay propuestas que se distinga de la actual política económica. La propuesta clave de Morena, combatir la corrupción, la puede decir cualquiera.
De ahí la importancia de la candidatura del EZLN-CNI para lanzar una serie de propuestas que cuestionen el poder, que se enfrenten a él y señalen claramente la necesidad de derrocarlo para, sobre otras bases, construir relaciones sociales distintas.
A nosotros nos parece la autonomía muy bien. El hecho de poder decidir los destinos de cada comunidad en función de los intereses colectivos, la densa de la tierra, vista como un todo, no como una propiedad, la protección de los más débiles y la potencialización de las distintas capacidades humanas, etc. Está muy bien, es excelente, pero preguntémonos ¿cuantos años han pasado desde el levantamiento zapatista? Unos 23 años ¿Cuántos desde la formación de los caracoles? Uno 13. En todo este tiempo los pueblos de México, de norte a sur, de este a oeste, ¿han estado mejor o peor? ¿la educación, la salud, el bienestar y el nivel de vida florecen en las zonas zapatistas y en los distintos pueblos con autonomía?
Muchos dirán, no es culpa de las autonomías, es del sistema capitalista. Bueno, el sistema capitalista tiene un puntal, una espada de Damócles, que cuando te asomas o la pones en riesgo te corta, es el poder político y negarse a luchar por derribarlo y construir uno nuevo es permitir que siga gobernando a sus anchas. Unos ejemplos; ¿por ser autónomos pagan la gasolina más barata? ¿Slim les hace descuentos de los recibos de teléfono o celular? ¿la semilla para sembrar, los materiales de construcción son mejores y cuestan menos? La autonomía con respecto al capitalismo puede ser un primer paso pero limitarse a ésta significa aceptar que el capitalismo seguirá existiendo -se aspira a ser «autónomo» a un poder existente-.
Si lo pueblos explotados no luchan también por el poder político al final este poder los seguirá sometiendo, robándose sus tierras, sus recursos, sus vidas.
Nuevamente se abre al EZLN – CNI una gran oportunidad para promover un programa anticapitalista y revolucionario que puede hacer mucha presión en las bases de Morena para también asumirlo, hay cientos de miles esperando una iniciativa audaz. Esperemos que no queden, una vez más, esperando, como pasó en 94, 97, 2001, 2006, etc.
La construcción de autonomías no es una alternativa a la lucha poder político, más bien luchar por el poder político es la mejor forma de construir verdaderas autonomías.