El peligro del reformismo
Jorge Alejandro Valencia López
En el grupo de base de Prepa 6 discutimos Reformismo o Revolución, de Alan Woods, una respuesta a las ideas de Heinz Dieterich, un maestro alemán involucrado en la discusión política durante la revolución bolivariana en Venezuela. Él sostiene haber ideado el “Socialismo del siglo XXI”. Sin embargo, tras analizar su obra, entre tanto lenguaje confuso, no resulta ser más que reformismo.
Dieterich piensa —o quiere que pensemos— que el problema de fondo es que la clase capitalista y los trabajadores pelean por malentendidos, y que basta con llegar a las ideas correctas. Que lo único que necesitamos es un “capitalismo más humano”.
Los comunistas entendemos que los intereses de ambas clases son opuestos: el proletariado busca una vida digna, mientras que el capitalista pretende que se trabaje lo más posible, durante más tiempo y por el menor salario. Esto se ve claramente en luchas como la de las 40 horas, que chocan directamente con los intereses del capital.
Esta discusión es fundamental en nuestro contexto latinoamericano. La derecha tradicional está muy debilitada y desacreditada, y por eso, es del reformismo del que tenemos que cuidarnos y deslindarnos como clase trabajadora.
El problema del reformismo no es solo que confunde a la clase trabajadora que aún no llega a conclusiones revolucionarias. En mi caso, me defino como comunista desde hace un par de años, pero hasta hace poco apoyaba al gobierno reformista de Morena. Ponía mil excusas cada vez que alguien me señalaba sus fallas.
Esto, en realidad, era porque no conocía un movimiento organizado de la clase trabajadora —no conocía a la OCR—, un movimiento que ocupara ese vacío a la izquierda de Morena. Cuando alguien atacaba a la 4T, los veía como de derecha o anarquistas. Sentía que no había una propuesta, un llamado a la acción, un espacio claro para organizarse. Parecía que solo querían que me rindiera y pensara que nada servía o así lo sentía yo.
Ese es el papel que la OCR y el futuro PCR deben asumir: no solo explicar las contradicciones y límites de un gobierno reformista como el actual, sino también ser esa alternativa. Una alternativa organizada por y para la clase trabajadora, abiertamente comunista, que llene ese vacío entre quienes entienden que el capitalismo nos está matando y que tenemos que organizarnos y luchar para liberarnos, como humanidad, de él.