Escrito por Fred Weston
En las últimas semanas ha escalado el conflicto diplomático-militar entre Corea del Norte y el imperialismo norteamericano. En próximos días esperamos proporcionar un análisis al respecto. Mientras tanto, ponemos a disposición de nuestros lectores un análisis sobre Corea del Norte escrito por la Corriente Marxista Internacional en 2006, que consideramos muy útil para comprender las características del régimen norcoreano y sus perspectivas a largo plazo.
Corea del Norte ha llevado a cabo una prueba nuclear subterránea, atrayendo la atención de los medios de comunicación mundiales y enfureciendo a los imperialistas, en particular a George W Bush. ¿Qué hay detrás de este movimiento? Pero lo más importante, ¿qué le está pasando al régimen de Corea del Norte y a su economía? Este artículo intenta dar algunas respuestas.
Las tensiones en la península de Corea están aumentando rápidamente. Buscando capacidad de negociación en sus relaciones con Occidente y Japón, Corea del Norte anunció planes este año para probar armas nucleares. Luego, el 7 de octubre, un puñado de tropas de Corea del Norte cruzó la frontera de Corea del Sur, lo que terminó con disparos de advertencia de los surcoreanos. La zona desmilitarizada (ZDM), que divide las dos Coreas, es una de las fronteras más militarizadas del planeta. Técnicamente, las dos partes están todavía en guerra, ya que sólo hay un alto el fuego, y no un tratado de paz, acordado en 1953 después de la Guerra de Corea. A pesar de su población de apenas 23 millones, Corea del Norte tiene actualmente el 5º ejército más grande del mundo, con cerca de 1,2 millones de soldados. El ejército de Corea del Sur no es tan grande, pero está sin duda mejor equipado, y tiene el apoyo de miles de tropas estadounidenses.
Ahora Corea del Norte ha subido las apuestas aún más mediante la realización de pruebas nucleares en un búnker subterráneo, causando un temblor de 4,2 en la escala de Richter. El Centro de Investigación de Sismología de Australia estimó la explosión en alrededor de un kilotón, el equivalente a 1.000 toneladas de TNT. El ministro de Defensa ruso Sergei Ivanov dijo que oscilaba entre los 5 y los 15 kilotones. La bomba lanzada por los EE.UU. sobre Hiroshima en 1945 fue de 12,5 kilotones.
Los mercados mundiales de valores han sido sacudidos y el precio del petróleo ha revertido su caída gradual reciente. China recibió aviso anticipado de la prueba, y procedió a informar a los EE.UU., Japón y Corea del Sur. Los Estados Unidos inmediatamente amenazaron con sanciones y paralizar aún más la ya frágil economía de Corea del Norte, aunque la eficacia de las amenazas serían difíciles de alcanzar sin la cooperación china. Corea del Norte depende principalmente de China para el comercio.
En su informe del Estado de la Unión de 2002 George Bush, señaló a Irak, Irán y Corea del Norte como parte de un «eje del mal». Desde entonces, Irak ha sido invadido y ocupado, e Irán es amenazada casi a diario, aunque la posibilidad de una invasión terrestre de Estados Unidos es muy poco probable por el momento, dado el desorden que existe en Irak. Pero la administración Bush pisa con mucha más cautela cuando se trata de Corea del Norte, y es fácil ver por qué.
La principal razón dada para agrupar estos regímenes juntos fue sus presuntos esfuerzos para poseer y adquirir armas nucleares. Irak fue invadido con este pretexto endeble, y no se encontraron dichas armas. Irán aún no tiene armas nucleares, pero está jugando al gato y el ratón con los EE.UU. y la UE, presumiblemente en un esfuerzo para adquirirlos. La razón de esto es clara: Irak fue invadido precisamente porque los EE.UU. sabían que no tenía estas armas, y por lo tanto era un objetivo fácil. El régimen iraní siente naturalmente, que la mejor manera de prevenir una invasión es el desarrollo de armas nucleares como elemento de disuasión.
Pero en el caso de Corea del Norte, muchos en el gobierno de Bush habían creído desde hace tiempo que ya tenía capacidad nuclear, así como misiles de largo alcance que pueden llegar a Japón y, posiblemente, incluso a la costa oeste de los Estados Unidos. Ahora se han confirmado las sospechas de su capacidad nuclear. Esto explica la actitud mucho más cautelosa de Washington cuando se trata del régimen de Kim Jong-Il.
La hipocresía del imperialismo estadounidense no tiene límites. Es el único país que ha usado armas nucleares durante una guerra, destruyendo dos ciudades japonesas y matado a más de 200.000 civiles. Cuenta con suficientes armas nucleares para aniquilar a todo el planeta muchas veces. Y sin embargo, se considera a sí mismo como el que puede velar por el mundo, ante el riesgo de quién puede y no puede poseer estas armas terribles.
Aceptar la idea de que Estados Unidos tiene el derecho de decidir quién puede o no tener armas nucleares significaría aceptar que el mundo está a salvo en manos de los capitalistas estadounidenses, lo que está muy lejos de la verdad. La oposición de Estados Unidos a que Corea del Norte desarrolle una capacidad nuclear no se basa en ninguna preocupación «humanitaria» sobre el destino de los trabajadores del mundo. Israel ha desarrollado capacidad nuclear – ¡y algunos de sus generales, incluso han contemplado usarla! – pero no hubo ninguna amenaza de sanciones o invasión. India y Pakistán tienen ambos misiles nucleares y todo lo que obtuvieron fue una bofetada diplomática. Irak no tenía armas nucleares y se quedó invadida, con al menos 100.000 personas muertas en el último periodo, tantas personas como mataría un misil nuclear de tamaño medio.
Desde un punto de vista histórico general, el desarrollo de armas nucleares es una absoluta pérdida de recursos humanos y materiales. Pero mientras la sociedad esté dominada por las clases dominantes nacionales privilegiados – en el caso de Corea del Norte, una burocracia estalinista privilegiada, las mismas se armarán hasta los dientes para defender sus privilegios, tanto frente a sus competidores como contra la clase trabajadora.
Por lo tanto, la única manera de garantizar un mundo libre de armas nucleares es luchar por el derrocamiento de estas clases dominantes. Sólo cuando el mundo esté bajo el control de los trabajadores de todos los países podremos redirigir esos enormes recursos, que actualmente se desperdician en armas, para gastarlos en nuestras necesidades reales, tales como salud, educación, vivienda, etc.
Antecedentes históricos
A pesar del renovado interés en Corea del Norte, hay poca información en cuanto a lo que realmente está pasando en el interior del país. ¿Qué está sucediendo con la economía? ¿Qué está pasando dentro del régimen? ¿A qué dirección se dirige?
Para empezar, hay que indicar claramente que Corea del Norte nunca ha sido una auténtica sociedad socialista como la concebimos los marxistas. Desde que nació a finales de 1940 ha sido un régimen estalinista, lo que podríamos describir como un estado obrero deformado, en este caso uno deformado terriblemente, los medios de producción están bajo control del estado, pero el control de éste está en manos de una burocracia privilegiada.
La península de Corea tiene una larga historia de invasiones y resistencia contra la ocupación extranjera. A través de los siglos, Corea fue ocupada o atacada por un invasor tras otro: los mongoles, los chinos, los japoneses, y en el siglo XIX, los europeos, con la esperanza de forzar la apertura del «Reino Ermitaño», como lo habían hecho con China y Japón. Después de la guerra ruso-japonesa de 1905, Corea fue ocupada por Japón, a la que se anexionó formalmente en 1910. Los japoneses comenzaron a industrializar el país, especialmente con la construcción de ferrocarriles, pero también saquearon sus recursos naturales y explotaron brutalmente a su pueblo, gobernando con mano de hierro.
El movimiento de independencia se opuso activamente a la ocupación japonesa, alcanzando un punto álgido el 1 de marzo de 1919, cuando miles de manifestantes murieron y decenas de miles fueron mutilados y encarcelados. En los años que siguieron, decenas de miles de comunistas coreanos se unieron al Ejército de Liberación Popular de China para luchar contra los japoneses en China y Corea, con Kim Il-Sung emergiendo como uno de los líderes más prominentes. A medida que su imperio se derrumbaba, los japoneses fueron finalmente expulsados, y las fuerzas de Kim entraron triunfalmente en la importante ciudad portuaria coreana de Wonsan, respaldado por un ejército soviético.
Como consecuencia de la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial, la península de Corea se dividió en dos en el paralelo 38, con laUnión Soviética controlando el Norte, y los Estados Unidos controlando el Sur. Esta división fue rechazada casi unánimemente por el pueblo coreano, pero en el período posterior a la guerra, las grandes potencias eran indiferentes a los deseos de los pequeños países del mundo, cínicamente utilizados como peones en su juego de ajedrez mundial. Como era de esperar, las dos partes no pudieron ponerse de acuerdo sobre un plan para la tutela conjunta de una Corea unida, y dos países separados se formaron finalmente a medida que comenzaba la Guerra Fría.
En agosto de 1945, el ejército soviético había establecido la «Autoridad Civil Soviética» para gobernar el Norte hasta que se pudiera instalar un régimen local agradable a la URSS. En 1946, Kim Il-Sung se convirtió en el líder del Comité Popular Provisional de Corea del Norte, el precursor de la creación oficial de la República Popular Democrática de Corea (RPDC – Corea del Norte), que fue fundada en 1948.
Kim Il-Sung centró sus esfuerzos en la reunificación de la península sobre la base de un movimiento revolucionario en el Sur. Este plan llegó a su fin con el fracaso de una insurrección en octubre de 1948. A raíz de esta levantamiento fallido, el gobierno de Corea del Sur apoyado por Estados Unidos de Syngman Rhi pudo estabilizar la situación, y para el año 1949, los EE.UU. habían retirado la mayor parte de sus fuerzas. Con el Sur relativamente sin protección, Kim trató de reunificar la península por la fuerza. Bien armado con armas soviéticas y políticamente respaldado por la Unión Soviética, el ejército de veteranos de Kim en su lucha contra los japoneses invadió el Sur en junio de 1950, derrotando fácilmente a sus rivales sin experiencia y capturando la capital del sur, Seúl. Los Estados Unidos, bajo la hoja de parra de las Naciones Unidas, enviaron miles de soldados y contraatacaron a las fuerzas de Kim; replegándolas y capturando la capital del Norte, Pyongyang.
Incapaces de tolerar la presencia de las fuerzas estadounidenses a la derecha de su frontera, y maniobrando para conseguir influencia regional frente a sus rivales de Moscú, los chinos de Mao Zedong intervinieron masivamente, vertiendo cientos de miles de tropas en la frontera en octubre de 1950, volviendo a capturar Pyongyang y Seúl en enero de 1951. Esta fue quizás la derrota más ignominiosa delas fuerzas militares de Estados Unidos en la historia, con la aniquilación virtual de una unidad de 3.000 hombres de la División del 7º de infantería de EEUU en la batalla del pantano de Chosin.
Dos meses más tarde, las fuerzas de la ONU lideradas por Estados Unidos recuperaron el control de Seúl, y después de un período de estancamiento, fue declarado un alto el fuego el 27 de julio de 1953. La «Línea de Armisticio», cerca de la línea divisoria original del paralelo 38, fue separada por una zona desmilitarizada, una «tierra de nadie» a través de la cual cientos de miles de soldados de ambos lados han mirado fijamente el uno al otro durante décadas, como el de dos países que siguen estando oficialmente en guerra.
Después de la guerra, el poder de Kim Il-Sung en el Norte era prácticamente absoluto, reforzado por el apoyo masivo e influyente de los militares. Gobernó hasta su muerte en 1994, momento en el cual su hijo Kim Jong-Il le sucedió como secretario general del partido oficial, KWP, y Presidente de la Comisión de Defensa Nacional, convirtiéndose en el jefe de facto del estado.
Estado obrero deformado
Desde su fundación, el modelo político de Corea del Norte fue la URSS estalinista. El poder estaba centralizado en el llamado Partido de los Trabajadores de Corea (KWP), con Kim Il-Sung como Secretario General. Una economía planificada, tomada también del modelo de la URSS fue introducida. Antes y durante la Segunda Guerra Mundial, la mayor parte de los activos del país habían sido propiedad de los japoneses o de sus colaboradores coreanos. Cuando éstos fueron nacionalizados por el régimen de Kim en 1946, el 70 por ciento de la industria cayó en manos del Estado. En 1949, el 90 por ciento de la industria había sido nacionalizada. El poder de los terratenientes fue quebrado a través de la distribución en masa de la tierra a los campesinos en 1946, y prácticamente toda la producción agrícola había sido colectivizada y se fusionó cada vez más en grandes unidades productivas, durante la década de 1950.
Debido a la inversión masiva en la industria pesada, incluyendo la maquinaria agrícola, la economía se expandió rápidamente en la década de 1950. A pesar de la devastación de la Guerra de Corea, y a pesar de la ineficiencia y el despilfarro de la burocracia, los niveles de vida aumentaron claramente en el Norte en la década de 1960. Pero los bienes de consumoeran siempre escasos, y la población fue sometida a la más extrema «disciplina» y a la presión desde arriba para aumentar la productividad. En la década de 1970, el dominio de la burocracia, la falta de participación democrática en la planificación de la economía y la imposibilidad de construir el «socialismo en un solo país» dio lugar a un largo y constante declive del sistema, que continúa hasta nuestros días. En su esfuerzo por mantener el poder, los giros y vueltas cada vez más erráticos del régimen han arrastrado a Corea del Norte al total aislamiento del resto del mundo lo que ha significado un terrible sufrimiento para su pueblo. La mala administración y una serie de desastres naturales llevaron a una hambruna en la década de 1990, con muertes estimadas de hasta 3,5 millones.
La expropiación del capitalismo en Corea del Norte fue sin duda un paso históricamente progresista. Pero desde el principio, la economía nacionalizada y planificada fue controlada desde arriba por una burocracia totalitaria. Aunque hubo alguna participación de las masas coreanas en la revolución social que anuló la propiedad privada en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, nunca hubo control y gestión obrera y democrática a través de los consejos de trabajadores(soviets), que existían al principio en la URSS bajo Lenin y Trotsky. Al igual que en la mayor parte de Europa del Este después de la guerra, esta expropiación se llevó a cabo burocráticamente desde arriba, sobre la base del poder militar, y el poder y los intereses económicos y políticos de la Unión Soviética. No fue el resultado de la participación activa y democrática de las masas coreanas en una revolución proletaria desde abajo. Como resultado, aunque el control de la URSS no fue tan directo como en países como Bulgaria o Checoslovaquia, fue desde el principio un Estado obrero deformado.
La doctrina Juche
Estos comienzos totalitarios y burocráticos establecieron el rumbo para todo el desarrollo posterior y cada vez más estrafalario del régimen. Lejos del internacionalismo proletario intransigente de los bolcheviques, los dirigentes estalinistas norcoreanos se han basado en el nacionalismo y el aislacionismo más estrecho y reaccionario. Ellos han llevado hasta el extremo la desacreditada teoría del «socialismo en un solo país», que se resume en su conceptodelJuche(autosuficiencia), que de acuerdo con Kim Jong-Il, forma parte de «Kimilsungismo». De acuerdo con el sitio web del estado: «Los líderes [Kim Il-Sung y Kim Jong-il] son el sol de la nación y de la humanidad». El país cuenta con su propio calendario Juche en el cual el «Año Uno» es el año en el que nació Kim Il-Sung en 1912. Este es un ejemplo extremo del llamado «culto a la personalidad». Ni siquiera Stalin fue tan lejos.
Pero el particularismo nacionalista del régimen de Corea del Norte va incluso más allá de esto. Incluso la palabra «marxismo-leninismo» (que utilizaban la mayoría de los regímenes estalinistas en el pasado, al menos formalmente) fue sustituida por Juche en todas las publicaciones del Partido Comunista, e incluso en la Constitución de Corea del Norte en la década de 1970. El acceso a los escritos clásicos de Marx, Engels y Lenin está severamente restringido. De lo anterior, está claro hasta qué punto este régimen tiene tan poco que ver con el verdadero «marxismo-leninismo», que es internacionalista hasta la médula.
Compérese esto también con el comportamiento de los bolcheviques después de su llegada al poder en 1917. Los bolcheviques hicieron exactamente lo contrario que los estalinistas de Corea del Norte: cambiaron el calendario ruso para adaptarlo a la versión occidental más generalmente aceptada, con el fin de conectar mejor con las luchas del proletariado mundial.
Una contrarrevolución creciente
Las masas de Corea del Norte están sufriendo condiciones terribles. Sufren bajo un régimen totalitario sin precedentes y una dirección burocrática despótica, además de todas las miserias infligidas sobre ellos por el imperialismo hipócrita. La economía de Corea del Norte se golpea contra un muro desde hace mucho tiempo, debido a que su burocracia es totalmente incapaz de desarrollar las fuerzas productivas dentro de los estrechos límites de sus fronteras y del sistema totalitario. Pero justo al lado tenemos el auge de China, donde la apertura del país al capitalismo ha dado lugar a niveles sin precedentes de desarrollo y crecimiento económico. El destino de la pequeña Corea del Norte siempre ha estado ligado en gran parte al de su vecino gigante. Como hemos dicho, Corea del Norte depende en gran medida de China para el suministro de material, alimentos y demás. China tiene la palanca para ejercer presión sobre elrégimen de Corea del Norte y empujarlo en la dirección que desee. Esta influencia económica es mucho más poderosa que cualquier bomba atómica.
En estas circunstancias, a pesar de la retórica superficial, la apertura a una economía de mercado más «libre» parece atractiva para muchos burócratas en Corea del Norte. ¿Pero es la respuesta al sufrimiento del pueblo de Corea del Norte un retorno al capitalismo? ¡Definitivamente no! No hay que olvidar que junto con el desarrollo económico en China tenemos allí una clase obrera en condiciones de miseria similares a las del siglo XIX en Gran Bretaña. Hay una gran polarización, con riqueza extrema en un lado del espectro y terrible pobreza en el otro.
Los marxistas no pueden de ninguna manera apoyar un retorno al capitalismo. Defendemos la conquista fundamental de la revolución de Corea del Norte, la economía planificada propiedad del estado, a pesar de las deformaciones burocráticas. Nos oponemos a las invasiones militares y diplomáticas del imperialismo. Al imperialismo norteamericano, a través de su títere local, el régimen de Corea del Sur, le encantaría poner sus manos sobre Corea del Norte, obteniendo así otro punto de apoyo desde el cual poder presionar a China en la región. No haría esto para mejorar las condiciones de vida de las masas de Corea del Norte.
Pero el problema a que nos enfrentamos en Corea del Norte es que es la propia burocracia del régimen de Kim Jong-Il está poniendo en peligro lo que queda de la economía planificada, sería absurdo creer que los logros de la revolución están a salvo en las manos de estos burócratas. No olvidemos que el estalinistas chinos y rusos (aunque siguiendo diferentes caminos) estuvieron dispuestos a abandonar décadas de retórica «socialista» y lanzarse a la carrera hacia el capitalismo. La burocracia de Corea del Norte es fundamentalmente la misma.
La razón de esto era, en el caso de Rusia, que su propio régimen burocrático había llegado a un completo callejón sin salida. Ya no podían desarrollar las fuerzas productivas. Querían mantener sus privilegios materiales, que veían como una alternativa al capitalismo. Este fue especialmente el caso a finales de 1980 cuando el capitalismo en Occidente estaba pasando por un auge importante. En China, la burocracia podíaver su propia desaparición futura en la crisis a la que se enfrentaban la Unión Soviética y Europa del Este. Por lo tanto, decidió guiar activamente el proceso hacia el capitalismo en lugar de enfrentarse a un colapso repentino como en la Unión Soviética. La burocracia de Corea del Norte parece que ya ha decidido seguir el camino tomado por sus homólogos chinos. No se puede contar con estos burócratas para defender los logros de la economía planificada de una manera seria.
¿Un nuevo «tigre asiático»?
Está claro que una capa significativa del régimen de Corea del Norte espera emular el ejemplo de China. Un cambio definitivo en la actitud de la burocracia parece haber tenido lugar a mediados de 2002, y desde entonces, se han hecho muchas concesiones al capitalismo.
Por ejemplo, en septiembre de ese año, el gobierno de Corea del Norte anunció el establecimiento de una «zona financiera internacional» en Sinuiju, una zona que limita con China. Esta zona de libre mercado, conocida como el «Hong Kong coreano», iba a funcionar de forma autónoma con su propio sistema jurídico y económico. Incluso fue programada para emitir sus propios pasaportes y elegir su propio jefe de policía. Como dijo The Economist (10/12/2002) en ese momento: «La idea de una zona capitalista en Sinuiju parecía ser aún más audaz que la decisión de China en 1980 de establecer lo que se llaman ‘zonas económicas especiales’, en las que se introdujeron las políticas de tipo capitalista».
Este proyecto ha llegado hasta ahora a la nada después de que el gobierno chino detuviera a Yang Bing, un capitalista de Hong Kong y antiguamente el segundo hombre más rico de China, que iba a ser el primer gobernador de la nueva zona de libre mercado. Detenido por corrupción y violaciones de impuestos, la verdadera razón más probable es que los capitalistas chinos rivales estén preocupados de que Yang y los norcoreanos compitan con ellos, incluso con trabajo esclavo virtualmente más barato. El estancamiento de este proyecto también puede ser un reflejo de las contradicciones inevitables dentro de la burocracia de Corea del Norte, dividida entre sí, y sobre la manera de abrir el país al capitalismo. A pesar de la desaceleración en este frente, hay una amplia evidencia de que Corea del Norte ya se ha dirigido por el camino de China.
La vieja estructura económica del Estado se está desmantelando poco a poco, eliminando las únicas conquistas reales de la revolución social, la economía planificada. En julio de 2002, se terminó el sistema de distribución de racionamiento que proporcionaba electricidad y comida gratis para los trabajadores. Al mismo tiempo, los precios controlados por el gobierno se liberalizaron, se le dio más independencia a la empresa privada, y se alentó a los agricultores a perseguir beneficios. La razón dada por un funcionario del gobierno fue que esto estaba destinado a hacer que los trabajadores «mostraran entusiasmo por el trabajo».
Esto es claramente un intento de apartar a los trabajadores de Corea del Norte del Estado y llevarlos a la economía de mercado. Hemos visto esto antes. Ahora los trabajadores deben incrementar su productividad si quieren un salario decente. Se trata de medidas con las cuales los trabajadores en Occidente están acostumbrados. Los acuerdos de productividad no les son extraños. Pero también implica apretarle las clavijas a la clase obrera.
El estado de Corea del Norte también ha centrado parte de su inversión en empresas capitalistas fuera de sus fronteras, con la asociación a empresas de China, Rusia, Tailandia y Japón (aunque la presión de los EE.UU. ha restringido severamente los lazos económicos con Japón). Desde las cadenas de restaurantes a hoteles de lujo, los programas informáticos y los proveedores de Internet a los medicamentos genéricos, el estado de Corea del Norte ha establecido una tienda en varios países, en un esfuerzo por generar ingresos para su economía privada de fondos. Pero este dinero enviado desde el extranjero, aunque controlado por el Estado, puede desempeñar un papel importante en la aceleración del desarrollo de los capitalistas nacientes de Corea del Norte.
Dentro de la propia Corea del Norte, elementos de capitalismo están brotando lentamente pero sin pausa. No en las zonas económicas especiales, sino dentro de la propia economía de Corea del Norte. Las crisis de hambruna de la década de 1990 condujo a la aparición de huertos personales, como una forma de evitar la inanición. Sin embargo, en los últimos años, miles de micro granjas han surgido, pequeños bastiones del capitalismo, tanto para la producción para el mercado privado como para su consumo personal, no colectivo. A finales de 2002 se abrió el mercado autorizado por el gobierno por primera vez en el país. Los precios no se regateaban ni se determinaban por el mercado, ni por el Estado, pero sí por un floreciente mercado negro surgido en este terreno fértil. De acuerdo con los proveedores, la competencia es cada vez mayor, y el mercado se ha ampliado en gran medida desde que se abrió por primera vez.
No es sorprendente que miles de empresarios chinos hayan formado fila para conseguir un pedazo del «último territorio virgen para el capitalismo». A partir de un vasto mercado negro (que se encuentra debajo de la plaza de Kim Il-Sung), hasta la enorme tienda del edificio Pyongyang 100, la inversión se está acelerando. Obras de construcción están apareciendo por todas partes, y hay muchos más coches en las calles y tractores en los campos que en cualquier momento de los últimos tiempos.
Asia Times (8 de agosto de 2006) informa sobre el aumento en la inversión extranjera de los capitalistas chinos:
«La inversión directa no financiera de China en Corea del Norte fue de aproximadamente US $14,9 millones en 2005 y de $14.1 millones en el 2004, pasando de $1,1 millones en 2003, según las estadísticas del Ministerio de Comercio de China. El comercio bilateral alcanzó casi $1,4 mil millones en 2004, y saltó adicionalmente a aproximadamente $1,6 mil millones en 2005, mientras que los primeros cinco meses de 2006 alcanzó los $610 millones.»
“‘Creo que los productos de China ocupan alrededor del 70% del mercado de Pyongyang, los productos locales toman otro 20%, y el otro 10% está compartido con otros, como Japón y Rusia,’ dijo Xu Wenji, un profesor del Instituto de Investigaciones del Noreste de Asia de la Universidad de Jilin, quien realizó una visita de 20 días a Pyongyang en marzo».
El razonamiento enrevesado de la burocracia de Corea del Norte le recuerda a uno el lenguaje utilizado por sus homólogos chinos. De acuerdo con So Chol, un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Corea del Norte: «Todavía estamos construyendo nuestro sistema socialista, pero hemos tomado medidas para ampliarlo al mercado abierto. Estos son sólo los primeros pasos y no hay que esperar mucho todavía, pero ya están mostrando resultados positivos.»
Pero al igual que en China, el desmantelamiento gradual de la economía estatal y el movimiento hacia el capitalismo han dado lugar a enormes contradicciones sociales. Los riesgos de una explosión social son claros. Como se informó en The Guardian (3 de diciembre de 2003), Hazel Smith, de la Universidad de las Naciones Unidas en Tokio explica: «Los extremos de pobreza y riqueza están creciendo a medida que las relaciones del mercado definen rápidamente la economía. Ahora no hay economía socialista, pero tampoco hay estado de derecho para el mercado. Esa es la base de la corrupción».
The Guardian sigue:
«Pero todavía hay límites a la actividad capitalista. Los agricultores dijeron que tenían más dinero, pero no hay libertad para gastarlo. Académicos de la Universidad de Tecnología de Kimchek dijeron que habían recibido órdenes de vincular su investigación en los teléfonos móviles, con el software de cifrado y la informática, con las empresas privadas, pero hasta ahora no habían podido encontrar oportunidades de negocio».
La escala en la que el sector público ha sido desmantelado y las relaciones de mercado han sido introducidas en Corea del Norte no está del todo clara, pero es evidente que el ritmo se está acelerando. No se puede establecer claramente hasta qué punto del proceso se ha ido. Parece ir a la zaga del proceso de China, pero la dirección parece bastante clara. Será el vecino gigante quien va a determinar la dirección del proceso en Corea del Norte.
Sin embargo, la burocracia de Corea del Norte seguramente entiende los riesgos involucrados en esta marcha hacia el capitalismo, que en China se llevó a cabo en las últimas décadas, y no sin convulsiones importantes, tales como las protestas de masas de 1989 en la plaza de Tiananmen. Pero la quiebra de su estrecho totalitarismo burocrático nacionalista les ha dejado pocas opciones.
Queda por ver si tienen o pueden controlar el ritmo del desarrollo del capitalismo en el país. Si se va demasiado lejos y demasiado rápido, podría ir acompañado de una tremenda agitación social y un colapso repentino de la economía y del Estado, según la experiencia de la Unión Soviética y de Europa del Este. Debido al aislamiento extremo y al severo adoctrinamiento de su población, los riesgos de una explosión social violenta conforme la burocracia se quite la máscara «comunista» es quizá mayor que en cualquier estado estalinista de la historia. Kim Jong-Il no quiere terminar como Nikolai Ceaucescu en Rumania – ignominiosamente juzgado y ejecutado por sus propios oficiales.
El comportamiento de China en esta cuestión es importante. Ha sido el principal aliado de Corea del Norte desde hace muchos años, sirviendo como intermediario entre Occidente y el régimen de Kim Jong-Il. Las recientes pruebas nucleares de Corea del Norte la ponen en una posición incómoda, ya que ahora será presionada por «la opinión pública mundial» (es decir, los EE.UU.) para imponer sanciones, que podrían dañar sus intereses comerciales y políticos en la región. La Administración Bush está de hecho demandando sanciones, pero éstas sólo serían eficaces si China las impusiese.
Y China no va a provocar el colapso del régimen de Corea del Norte. Esto tendría un efecto desestabilizador en toda la región y las secuelas también tendría un efecto en la propia China. Los dirigentes chinos tienen otra estrategia en mente. Utilizarán su músculo económico para empujar suavemente al régimen de Corea del Norte por el mismo camino que ha tomado China. Después de todo, la experiencia de la vieja burocracia china ha sido moverse con cuidado, poco a poco, hacia el capitalismo, tratando todo el tiempo de evitar la dislocación social. Estará aconsejando a sus amigos de Corea del Norte que hagan lo mismo.
Obviamente, a estos burócratas no les preocupa el bienestar de las masas. Sólo miran por sus propias ventajas y privilegios. La burocracia de Corea del Norte está en una fase muy avanzada de degeneración. Durante décadas vivieron totalmente separadas de las masas trabajadoras que decían representar. Pero al menos defendían la economía planificada. Ahora ellos están abandonando claramente esto. El capitalismo es muy tentador, y hay más que suficientes capitalistas chinos dispuestos a echarles una mano. Corea del Norte es un país pequeño y no puede permanecer solo durante mucho más tiempo.
Con su destino tan estrechamente ligado a China, la burocracia de Corea del Norte puede ya haber decidido ir totalmente hacia el capitalismo en un intento de preservar sus propios privilegios. Esto sería un inmenso paso atrás para los trabajadores de Corea del Norte. El principal problema al que se enfrenta la burocracia de Corea del Norte es que no puede esperar jugar el mismo papel que la china. China es un Estado poderoso, con enormes recursos económicos y se ha convertido en una gran potencia a escala mundial. El futuro de una Corea del Norte capitalista sería determinado en primer lugar por China, pero también por Japón y los EE.UU..
Sobre esta base, sería lógico que un conflicto interno estallara dentro de la burocracia. De hecho, algunos de los aspectos más estrafalarios del régimen, y su deseo de tener uno de los ejércitos más poderosos del mundo, y ahora capacidad nuclear, indicaría que laburocracia está, ante todo, interesada en su propia supervivencia como una capa privilegiada. Ya que no puede garantizar esto simplemente a través de medios económicos, está decidido a hacerlo por medios militares. Pero a la larga, esto no es una solución. Los factores económicos dominarán en última instancia.
Con el fin de encontrar una solución real a los problemas de las masas de Corea del Norte, otro camino es necesario. El único camino verdadero para defender los logros de la economía nacionalizada y planificada es introducir una democracia basada en los trabajadores con un control y gestión obrero genuino, y la adopción de una política obrera internacionalista en todas las cuestiones.
Un régimen comunista genuino se basaría en los siguientes cuatro puntos descritos por Lenin como base de la democracia obrera: La elección directa de todos los funcionarios y el derecho a revocarlos en cualquier momento; ningún funcionario debe recibir un salario superior al de un trabajador cualificado; ningún ejército permanente, sino el pueblo en armas; las tareas de administración del estado deben ser realizadas por toda la población, por turnos. Está claro que ninguna de estas condiciones existe en Corea del Norte en la actualidad. Y estas fueron las condiciones planteadas por Lenin, no para el socialismo ni el comunismo, sino para el período inmediatamente posterior a la derrota del capitalismo, la «dictadura del proletariado» (es decir, la democracia obrera).
¿Unificación?
La reunificación de Corea sería apoyada por millones de coreanos, muchos de los cuales fueron separados de sus familiares y hogares por una división arbitraria del país. Sin embargo, para los marxistas, no es una cuestión indiferente sobre qué bases económicas se llevaría a cabo la reunificación.
Corea del Norte puede enfrentarse en algún momento en el futuro a una situación similar a la de Alemania en 1989, cuando la más poderosa Alemania Occidental capitalista absorbió a Alemania Oriental. Corea del Sur, con el apoyo del imperialismo de Estados Unidos podría ser utilizado de esta manera. Si el Norte fuera absorbido de esta manera en una Corea unificada dominada por las fuerzas amigas de los Estados Unidos, las ambiciones de China para controlar una Corea del Norte capitalista estarían muy difícultadas. China está por lo tanto en gran medida ejerciendo sus propiaspresiones económicas ydiplomáticas. Debemos ser claros: en cualquier caso, esto significaría la victoria de la contrarrevolución capitalista.
Por lo tanto, en las condiciones actuales, la península de Corea se puede reunificar sólo de una de dos maneras: 1) La victoria de la contrarrevolución capitalista y la anexión del Norte con el Sur según el modelo alemán; 2) Una revolución proletaria desarrollada más o menos simultáneamente en ambos países.
Sin embargo, aquí tenemos que introducir una palabra de precaución. La situación, aunque tiene algunos paralelismos con Alemania en 1989, también tiene algunas diferencias importantes. El poder detrás del antiguo régimen de Alemania Oriental era la Unión Soviética. La economía soviética estaba en crisis severa y no estaba en condiciones de reforzar a sus satélites en Europa del Este. La Unión Soviética estaba a punto de colapsar también, con la ruptura que tuvo lugar en 1991.
Corea del Norte tiene un vecino poderoso en China, cuya economía todavía se está desarrollando a un ritmo muy rápido. Lejos de estar debilitada, China se está reforzando. Corea del Sur es una esfera de influencia de EEUU, y China no quisiera que Corea del Norte sea absorbida por el Sur. Por lo tanto, incluso sobre una base capitalista, no hay garantía de asegurarse de que el capitalismo en ambos lados de la frontera significaría necesariamente la unificación inmediata.
En cualquier caso, para que se lleve a cabo la unificación sobre una base socialista, el Norte tendría que pasar por una revolución política, dejando a la economía planificada intacta (mientras reafirma el control del Estado sobre aquellos elementos de las relaciones de propiedad capitalistas que el régimen actual ha permitido desarrollar), y a su vez eliminando la burocracia totalitaria y la sustitución de su gobierno por el control democrático de los trabajadores en las líneas de lossovietsde Rusia en 1917.
En el Sur, se requeriría una revolución social, expropiar a los explotadores de Hyundai y Samsung y poner la economía bajo el control y la gestión democrática de los trabajadores. La clase obrera de Corea del Sur ha mostrado en repetidas ocasiones su voluntad de lucha en los últimos años. En los últimos 20 años, incluso hemos visto movimientos de un carácter casi insurreccional por parte de la clase obrera de Corea del Sur. El régimen de Corea del Sur siempre harespondido brutalmente, con un claro ejemplo hacia los trabajadores de ambas Coreas de que, en realidad, el capitalismo no tiene nada que ver con la «libertad y la democracia».
Liberado de las cadenas de la explotación capitalista en el Sur, y de la ineptitud burocrática totalitaria en el Norte, los recursos tecnológicos y naturales de la península de Corea florecerían en manos de la clase obrera coreana. Sobre la base de una economía unificada, democráticamente planificada, las privaciones sufridas por el pueblo de Corea del Norte se invertirían rápidamente, y el nivel de vida de todos los coreanos de manera general.
La lucha revolucionaria por un régimen socialista genuino en las dos Coreas también tendría un gran impacto internacional, en particular en los trabajadores de China. De hecho, sin la ayuda de los trabajadores chinos, cualquier revolución en Corea se enfrentaría a enormes dificultades. Estaría bajo una enorme presión de los capitalistas chinos, de la burguesía japonesa, y del imperialismo estadounidense en particular, cada uno tratando de obtener el máximo aprovechamiento.
Lo que ha fracasado en Corea del Norte, una vez más, es la teoría estalinista totalmente falsa del «socialismo en un solo país», y en particular el intento de establecer un régimen autocrático, aislado del resto del mundo, auto marginado de la división mundial del trabajo. Si ni siquera China ha podido mantener un régimen de ese tipo, ¿cómo puede esperar hacerlo un pequeño país como Corea del Norte?
Como marxistas revolucionarios tenemos que apuntar a otra perspectiva. La elección no tiene por qué ser entre un régimen de opresión estalinista, por un lado, y el capitalismo rampante en el otro. El único camino hacia adelante es el del internacionalismo proletario revolucionario, de una genuina democracia obrera al norte y al sur de la frontera.
10 de octubre de 2006