El 20 de enero del presente año en el periódico La Jornada se publicó un reportaje en el que algunos militantes del partido Morena emitieron una declaración en la que externaron su preocupación por la falta de certeza en las encuestas de selección de candidaturas en todos los niveles. Además, enfatizan en “extremar transparencia”, “respetar los resultados de las encuestas y difundirlos sin mayores dilaciones, así como aplicar criterios razonables para admitir a candidatos externos. Quienes firmaron son personajes con “cierto pedigrí político y reconocimiento” como Héctor Vasconcelos, Armando Bartra, Sabina Berman, Javier González Garza, Paco Ignacio Taibo II, Adrián Arroyo, Héctor Díaz Polanco, Francisco Pérez Arce, Consuelo Sánchez, Paloma Sainz y Argel Gómez.
Aunque también dejaron muy en claro que las encuestas son el “procedimiento acordado para las candidaturas”, pero que hay “serias preocupaciones porque ex miembros del PRI y PAN, que antes combatieron a Morena, ahora entran por la puerta ancha a nuestra organización”, provocando “desconcierto y desilusión en porciones amplias de nuestras filas”. “La declaración precisó que Morena debe abrirse a los ciudadanos que se adhieren al proyecto de la 4T, pero tiene que valorar las trayectorias de tales aspirantes”.
“Y en todo caso —señaló el comunicado— la admisión no implica necesariamente beneficios inmediatos, como candidaturas o cargos”.
“Entendemos que estas decisiones pragmáticas se basan en alegados propósitos de hacer crecer el movimiento y su potencial electoral. Pero abundan las evidencias de que, en vez de sumar, a menudo tales maniobras restan”.
Claramente esto es una muestra de que al interior de Morena hay militantes que sí se preocupan por llenar de contenido el planteamiento formulado por Andrés Manuel López Obrador del “Plan C”, o al menos en apariencia. A los pocos días salió el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, expresando que “respetamos a la militancia de Morena, pero queremos ganar elecciones”. Esto lo señaló con motivo de las candidaturas en Yucatán y Mérida de Rommel Pacheco y Jorge Carlos, respectivamente. También, añado, que fue Claudia Sheinbaum quién les abrió la puerta, así Mario Delgado dice: “Para ganar, hay que quitarles a los de enfrente”. Dichas palabras muestran su actuar cínico y oportunista. Ya los militantes de Yucatán se han manifestado por votar a favor de Claudia Sheinbaum y no por los candidatos que resulten por dedazo.
Esto nos dice mucho de la situación que se vive en Morena a nivel nacional pero también de manera particular en algunos estados. Ejemplo de ello es Puebla. En estos momentos hay mucha inconformidad, enojo, molestia y, para volver a citar las palabras dichas arriba, “desilusión en porciones amplias” de las filas de Morena.
Estamos ante los resultados de una política errónea, es decir, oportunista, reformista, no revolucionaria o deliberadamente traidora hacia todos los militantes de un partido que en un principio significó la esperanza de un cambio, de una transformación. Los dirigentes no se apartaron nunca de una visión conciliadora entre las clases sociales, visión que para nosotros los marxistas es equivocada, pero en la que muchos militantes de Morena honestos creen verdaderamente; aún más si el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, ha insistido en repetidas ocasiones sobre esta idea. Sin embargo, es algo que inevitablemente conducirá a errores que costarán muy caro.
En estos momentos, para muchos militantes y seguidores de Morena honestos, se está decidiendo no solamente el futuro de Puebla en los siguientes años, sino que también se está decidiendo el futuro de un partido que con una política no oportunista y una posición a favor de los explotados podría ser el vehículo para un cambio verdadero.
En todo el estado poblano se postulan para cargos de elección popular en Morena tanto los afiliados honestos de este partido como también personas externas que llegan del PAN, del PRI y de los partidos satélites (de los que históricamente se ha servido la derecha). Éstos últimos, curiosamente, son los referentes para ser electos como candidatos a la dirigencia estatal o nacional, según de quién se trate.
En la capital poblana vemos esto de una manera muy clara al invitar, postular y sostener en una contienda de precampaña y ahora ya de la candidatura por la presidencia municipal, a un personaje oscuro como es el caso de José Chedraui, priista de antaño que estuvo implicado tanto en los perversos gobiernos del Morenovallismo como del peñismo. Ambos gobiernos cuentan en sus historiales con un gran número de represión hacia muchos movimientos sociales dentro de los que se encuentra el mismo Morena.
También está la participación de Tony Gali López, quién ha sido confirmado en la candidatura a la diputación federal por el Partido Verde, quién es hijo de Tony Gali Fayad, expresidente municipal y exgobernador del estado de Puebla (quién, por cierto, fue invitado por Armenta para unirse a su equipo de campaña), mano derecha del exgobernador y represor fallecido, Rafael Moreno Valle. Cabe también resaltar el hecho de que José Chedraui últimamente está integrando a más gente del morenovallismo como a Eukid Castañón, que hasta hace unas semanas estaba preso y que durante el periodo morenovallista se encargó del espionaje a través del Programa Pegasus hacia sus oponentes políticos y hacia movimientos sociales en todo el estado poblano.
Sin embargo, Chedraui parece ser la gota que derramó el vaso, al menos en la capital poblana. Al interior de Morena parece haber una rebelión que no acepta para nada a este personaje. Algunos son más directos y abiertos en su rotunda inconformidad y otros, manteniendo las formas, rechazan al ahora expriista (tal es el caso de Claudia Rivera Vivanco y Alejandro Carvajal que así lo mostraron en una entrevista con Julio Astillero) o al menos eso se creía, pues, ahora han aceptado la candidatura de Chedraui. Otros más, dentro de la militancia, han hecho ruedas de prensa, escrito artículos oponiéndose y, siempre con una constante en todos ellos, exigiendo que ni la dirigencia estatal ni la nacional metan las manos en una clara imposición de panistas o priistas como a los antes referidos. Hablamos del reingreso del morenovallismo a través del priismo de Alejandro Armenta, excoordinador de campaña de Enrique Peña Nieto en Puebla y proveniente de las filas del marinismo (del Gober precioso). El Moreno-vallismo es una mafia que propició el florecimiento del huachicol y la entrada de grupos criminales al robo de hidrocarburos, así como la escalada de violencia en el estado.
Recientemente se ha publicado una encuesta de IPM Estratégica en la que se muestra que José Chedraui es ampliamente rechazado, no solamente por la militancia del partido guinda sino también por un amplio sector de la población capitalina. Muestra que 97% de los simpatizantes del partido rechazan que sea elegido como candidato, mientras que la población en general no está de acuerdo en un 81%, rechazando así el chapulineo.
La pregunta medular al respecto es: ¿Qué hará la militancia de Morena ahora que se ha realizado la imposición y despreciado a la militancia? Y no hablo únicamente de las imposiciones y el desprecio en el estado de Puebla sino a nivel nacional. ¿Habrá una rebelión a lo interno o caerán en las mentiras o bajo la presión de los dirigentes? La cúpula, sin escrúpulos y sin el menor rastro de vergüenza, siguen justificando las imposiciones como lo ha señalado Mario Delgado con su frase: “pero queremos ganar elecciones”. Vemos la proclama de “UNIDAD” a toda costa.
Creemos que ya es el momento de que los militantes honestos de Morena volteen a ver un programa genuinamente revolucionario y que pongan su confianza en la clase trabajadora, para poder organizarse y tomar una postura de clase. No sabemos si eso lo lleguen a hacer, pero lo que está claro es que poco a poco Morena se transforma en un partido electorero más.
Al principio, algunos miembros de Morena vieron como una consigna válida el “Plan C”, hoy se muestra como una manzana envenenada. No solamente los dirigentes nacionales y las dirigencias estatales en todo el país lo usan como subterfugio, un mero pretexto, para así menospreciar a la militancia de base que realmente piensa en transformar al país. Hasta periodistas como Fabricio Mejía, el dúo de Álvaro Delgado y Alejandro Páez, Pedro Miguel, Rafael Barajas “el Fisgón” o políticos como Gerardo Fernández Noroña, entre otros más, justifican miserablemente el “Plan C”. Hacen eco diciendo “que se necesitan a estos personajes” para poder realizar el “Plan C”, para tener así una mayoría calificada. Es decir que, según ellos, se necesita de chapulines para después referirse a los chapulines como “buenos periodistas” o “buenos políticos”. Como si pudieran purificar, domar, a aquellos que solamente ven por sus intereses tal y como Germán Martínez y Lily Téllez lo hicieron en su momento.
En los días pasados han salido las listas de candidaturas para las diputaciones federales de todos los Estados de la República en el que vemos a muchos panistas y priístas que usurpan el lugar de luchadores sociales, militantes que hicieron sacrificios para construir a Morena y que en estas designaciones en las candidaturas vemos las huellas inequívocas de la imposición, el pragmatismo y nepotismo por decir lo menos. Vemos desde Rosario Orozco, viuda del fallecido Miguel Barbosa por Tehuacán, Ignacio Mier Bañuelos hijo de Ignacio Mier Velasco actual diputado federal hasta Tony Gali López hijo de Tony Gali Fayad exgobernador de Puebla por la coalición que integró al PAN y al PRD, también el sábado 17 de febrero en la mañana se dio a conocer que el priista y empresario José Chedraui resulto ganador para la candidatura además de ser integrante del grupo del Moreno-vallismo siendo esto tan solo una muestra en el estado de Puebla.
Poniendo en seria duda si las candidaturas como senadurías o diputaciones locales por Morena serán igualmente entregadas a los chapulines o a los militantes de Morena aunque parece más probable lo primero.
Nosotros como comunistas creemos que esto no debe ser así, creemos que un partido “no es solo una forma organizativa, un nombre, una bandera, un conjunto de individuos o un aparato. Un partido revolucionario, para un marxista, es en primer lugar programa, métodos, ideas y tradiciones, y tan solo en segundo lugar una organización y un aparato (aunque estos últimos son indudablemente importantes) para llevar estas ideas a las capas más amplias de la clase trabajadora” (Woods, Alan, Bolchevismo: el camino a la revolución).
Lo que necesitamos no es únicamente combatir al Neoliberalismo, de lo que se trata es de combatir al Sistema Capitalista. Lo que necesitamos no es una política reformista de conciliación de clases que traicione a la clase trabajadora sino una política revolucionaria que levante la bandera de la lucha de clases con el proletariado a la cabeza y luche por el Comunismo. Es decir, necesitamos construir un Partido Comunista Revolucionario que luche por un sistema sin explotación y un Estado proletario que defienda los intereses de las mayorías.