En esta segunda parte se aborda la lucha contra el porfirismo librada ya desde el exilio en Canadá y, sobre todo, en EEUU donde se establece la Junta Organizadora del PLM. Éste periodo abarca la creación del famoso programa de 1905, las heroicas luchas obreras de Cananea y Rio Blanco, así como los frustrados levantamientos armados de los liberales (lee la primera parte aquí).
Capítulo III. Giro a la izquierda y la elaboración del programa
El exilio y las primeras divisiones
Todo este proceso había marcado una evolución política. Antonio Díaz Soto y Gama le diría a Ricardo a finales de 1903. “Haz de saber que soy un socialista convencido (diría mejor, un comunista de cuerpo entero)”. En la mente de un sector del movimiento aparecían ideas de luchar contra el explotador y por la igualdad social. También germinaba la idea que no era posible otra salida que una revolución violenta contra Díaz.
Todo un grupo de liberales llegaría a los Estados Unidos. Ahí se produjo un choque y un rompimiento entre Camilo Arriaga y Ricardo Flores, creándose dos grupos separados. Las diferencias no estaban maduras y no fue un rompimiento definitivo pues en el futuro próximo se rencontrarían y colaborarían.
Hubo dos perdidas sensibles en ese tiempo. Díaz Soto y Gama regresarían a México y se perdería de la actividad política varios años. Francisco de la Hoz, un joven de mucho potencial de tan solo 19 años, moriría ahogado accidentalmente mientras se bañaban en el Rio Bravo.
Camilo apoyó mucho al grupo, vendiendo algunas propiedades. También contactó con un amigo de Coahuila que simpatizaba con la causa. Era otro burgués liberal de nombre Francisco I. Madero que también apoyó económicamente a la causa.
La primera tarea era relanzar un periódico desde el exilio y mandarlo a México. Quienes fueron aptos para trabajar lo hicieron y otros mantenían los preparativos organizativos. Los mexicanos eran discriminados y recibían los peores empleos y más mal pagados. El poco dinero que se juntaba se guardaba en su mayoría para poder tener los recursos para lanzar el nuevo periódico. Eran revolucionarios en cuerpo y alma. Apenas comían para guardar el mayor recurso posible, no podían darse el lujo de comprar muebles y todos dormían en el piso en la casa que colectivamente rentaban.
Pero estas condiciones, cercanas a la lumpenización, pueden quemar a compañeros o llevarlos a distorsiones. Eso combinado con un mal control interno, falta de firmeza y principios de un compañero, derivó en que un compañero hurtara los fondos y se pierde una cantidad grandes de recursos, pero finalmente se logra establecer una imprenta y reactivar el periódico.
Regeneración, segunda época
Regeneración en su segunda época aparece el 4 de noviembre de 1904, sus primeras líneas dicen:
“Volvemos al combate como siempre hemos vuelto después de cada golpe: con nuestra fe agigantada, con nuestras esperanzas no marchitas y con nuestro espíritu templado por la adversidad y caldeado por el entusiasmo” (Regeneración N° 1, 2ª época, 5 de noviembre de 1904).
El hombre más destacado del PLM hasta entonces era Camilo Arriaga. Ricardo se convertiría en el director de Regeneración desde el exilio que era el medio de contactar y reorganizar las fuerzas en el interior. Eso le hizo convertirse en el nuevo dirigente.
El periódico inició con un tiraje de 11 mil ejemplares y al final pasó a 22 mil. Se daban casos que en las fábricas era leído por obreros no analfabetos a sus compañeros, y estos trabajaban unos minutos más de su jornal para cubrir el tiempo de trabajo del lector. O bien se quedaban al terminar su jornal a escuchar lo que ahí se escribía.
Se mantenía correspondencia desde la redacción con los suscriptores, buscando en ellos que fueran un puente para llegar a más personas. Ricardo comenta en otra carta: “Deseo seguir extendiendo la propaganda de nuestras ideas y le suplico me proporcione los nombres que conozca de personas liberales que puedan suscribirse a este seminario” (Flores, 2001).
La suscripción anual costaba en EE. UU. dos monedas de oro y la de 6 meses 1.10. En México el costo era 4.5 monedas de plata y 2.50 si era semestral. Había precios especiales para los agentes que vendieran el periódico. Si algún periódico no llegaba se condonaban pagos, se aclaraban deudas. Pero también se aprovechaba para buscar recursos para mantener el trabajo. “La ayuda de usted es precisa, pues por medio de ella conseguiremos que nuestro periódico pueda vivir. Es difícil que un periódico mexicano pueda vivir en esta región, porque los gastos es preciso hacerlos en oro, siendo que las entradas son en moneda mexicana” (Flores, 2001, p. 89).
También se explicaba a suscriptores en correspondencia de otras problemáticas como, por ejemplo, las defensas legales, para que dieran aportaciones económicas. Dichas campañas también podían aparecer públicamente en las páginas del periódico.
Dada la situación económica delicada, en esta segunda época también había anuncios pagados. Ya fuera de una peluquería, de una tienda que vendía comida para animales, libros de agricultura o anuncios comerciales del propio Camilo Arriaga. Eso se eliminaría con el radicalismo del periódico.
En EEUU les negaron la posibilidad de enviar el periódico como segunda clase lo cual duplicaba los costos de envío. También recibieron ataques, un provocador ingresó con un cuchillo a la imprenta donde estaban Manuel Sarabia y Enrique Flores Magón. Ellos se defendieron del ataque y cuando fueron a denunciar serían encarcelados.
La junta organizadora del Partido Liberal Mexicano
Se constituyó la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano en el exilio con Ricardo Flores Magón como presidente, Juan Sarabia siendo vicepresidente, Antonio I. Villarreal secretario, Enrique Flores Magón como tesorero, siendo primer vocal Librado Rivera, Segundo vocal Manuel Sarabia y tercer vocal Rosalío Bustamante. El objetivo era tener un centro dirigente en el exilio que permitiera reorganizar al disperso Partido Liberal Mexicano.
El 28 de septiembre de 1905, en el N° 48 de Regeneración, aparece un extenso manifiesto de la recién creada Junta, que muestra la evolución política del grupo. Se sigue reivindicando la tradición revolucionaria liberal con Lerdo y Juárez, la crítica a la dictadura, marcándola como el problema esencial. Señala que: “De las Leyes de Reforma, como de la Constitución, no quedan sino el nombre y el recuerdo”. Se critican y recuerdan los crímenes de la dictadura y el caso reciente de la represión a la oposición liberal en Coahuila (donde participó Francisco I. Madero).
En este manifiesto se anuncia la junta organizadora del partido y a Regeneración como su órgano oficial. Se llama, a quienes estuvieran de acuerdo con las ideas planteadas, a formar agrupaciones secretas que deben reunirse de vez en vez para tratar asuntos políticos del país y mantener comunicación con la Junta. Se debían hacer listas de los militantes pero con la prudencia para no filtrar información al régimen. También se pide establecer una cuota mensual para cada militante y auxiliar con las finanzas a compañeros que por su actividad política perdieran sus empleos o entraran en la cárcel. Era tan continua la represión que se vio esto como una prioridad financiera.
También se hicieron llamados a los migrantes a colaborar con la Junta en Estados Unidos. Aunque ya hay elementos de clase marcados en las ideas de la junta, se apela a un sentimiento nacionalista, aunque resaltando elementos revolucionarios. “Sois Mexicanos; lleváis en la memoria mil tradiciones heroicas de nuestra raza, tan abnegadas, tan valerosa, tan altiva, y es necesario no traicionar la tradición”
Y añade:
“De vosotros habéis abandonado la Tierra Natal huyendo de persecuciones injustas; muchos de vosotros habéis franqueado la frontera para escapar de la leva, la ronda del maltrato brutal de los señores feudales; muchos de vosotros, hombres dignos y laboriosos, os conquistáis por vuestra altivez plausible la inquina de los caciques y tuvisteis que refugiaros en esta nación para no ser víctimas de un atentado. ¡Ah; lo sabemos muy bien: la tiranía forma la miseria, el caciquismo, la desventura del pueblo mexicano hasta obligarlo a emigrar en busca del pan que se le niega y en busca también de menos injusticia!” (Manifiestos, pp. 71-72).
Poco antes de lanzar el manifiesto Regeneración logró doblar su tiraje de 11 mil a 22 mil ejemplares. Los Estados mexicanos y estadounidenses tenían que poner un freno a la organización liberal. El gobierno de Díaz actuaba a través de sus aliadas, las autoridades norteamericanas. Pero políticos locales como Manuel Esperón tenían razones también para actuar contra la Junta. El 12 de octubre son detenidos Juan Sarabia, Ricardo y Enrique Flores Magón por difamación. Eso obliga a suspender la publicación del periódico. El 7 de octubre de 1905 apareció el número 49, último periódico de Regeneración de esa segunda época.
Proceso de radicalización
Los jóvenes que impulsaron el PLM estaban hechos de otra madera. Se agarraron a la tradición revolucionaria liberal, la represión y las cárceles hicieron que los más débiles cayeran y se alejaran, eso fue la constante de los burgueses liberales. Se amalgamará una nueva generación de militantes revolucionarios. La bota de la dictadura militar los radicalizó. No fue lo único. Estos compañeros se vieron impactados por los problemas de explotación, por la esclavitud vivida en Yucatán, en valle nacional Oaxaca y en la guerra contra los yaquis para quitarles sus tierras. El exilio permitió entrar en contacto con compañeros que provenían de muy diversas comunidades de México, quienes explicaron los problemas vividos y las luchas desarrolladas, permitiendo en algunos casos vínculo con el partido y estas zonas.
Desde 1901 Ricardo pudo haber tenido contacto con textos marxistas y anarquistas que había en la biblioteca de Camilo Arriaga. En el tiempo que él se trasladó a la Ciudad de México lo hizo con todo y biblioteca. En 1903 el contacto con estos libros fue más accesible para Ricardo, fue en ese tiempo que recomienda a Vésper publicar La conquista del pan de Kropotkin.
Los liberales idealizaban a los EEUU como el país de la libertad. Ricardo tenía ilusiones en ese sentido cuando llegó a los EEUU. Parte de su conversión fue por darse cuenta en carne propia del carácter reaccionario del naciente imperialismo.
El capitalismo vivió una expansión en el porfirismo, sin que el país dejara de ser mayoritariamente agrícola, pero se vio nacer en masa a la clase obrera que también pondría su huella en la conciencia del PLM. Estados Unidos estaba en un acelerado proceso de expansión capitalista creando una poderosa clase obrera. En 1905 se estableció una asociación llamada Trabajadores Industriales del Mundo (IWW), que buscaban una gran unión obrera. Fue fundada por pioneros marxistas y anarquistas en los EEUU.
“En el congreso fundacional de la IWW, Bill Haywood, el entonces Secretario General de la Federación de Mineros del Oeste, dijo: ‘Este es el Congreso Continental de la clase obrera. Estamos aquí para confederar a los trabajadores de este país en un movimiento de la clase obrera que tendrá por objetivo la emancipación de la clase obrera de la esclavitud capitalista’ (Woods, 2014, p. 23).
En EEUU los miembros de la JOPLM establecieron contacto con el movimiento obrero pero también con elementos de la IWW, del partido socialista y destacados anarquistas internacionales como Emma Goldman o Alexander Berkman.
Los problemas de la clase obrera aparecieron en Regeneración. Un sector de la Junta estaba rompiendo con el liberalismo pero venía y estaba en un partido liberal de ideas y tradición liberal. Es muy posible que Ricardo en esos primeros años de exilio adquiriera una clara conciencia anarquista y emprendiera una lucha por incrustar esos ideales en el PLM pero de forma secreta. En una carta privada decía a correligionarios que hay que “organizar un movimiento libertario que no sea destruido por la tiranía” (Flores, 2001, pp. 132). Nótese que no habla de liberal sino de libertario, término acuñado por el anarquismo, palabra que él mismo subraya en su carta.
Regeneración 3ª época llama a debatir el programa
Regeneración atravesó cuatro meses de inactividad. Reapareció en su tercera época el 1° de febrero de 1906, también en un formato grande. Se dirigía nuevamente por Ricardo Flores Magón, Juan Sarabia, Antonio I. Villareal y Enrique Flores Magón, era la inmediata continuidad de la segunda época.
En su tercer número, el 1° de marzo de 1906, se llama a todos los miembros del partido a debatir el programa. Se plantea una defensa de la constitución y plantear agregados como puntos constitucionales. Mantiene su posición anticlerical, pero hay un salto cualitativo con el pasado, señala: “El Programa del Partido Liberal debe expresar las leyes o medidas que habrán de adoptarse en beneficio de las clases trabajadoras”.
Añade:
“Los despojos y las indebidas apropiaciones de terrenos cometidas por unos cuantos favoritos de la Dictadura, han concentrado la propiedad territorial en muy pocas manos. Son indecibles los perjuicios que sufre el país con este monopolio de la tierra. Es preciso corregir el mal. En el Programa del Partido deben expresarse las leyes o medidas que se habrán de adoptar para conseguir una división territorial más justa y provechosa” (Regeneración 3ª época, N° 3, 1 de marzo de 1906).
Además, plantea discutir artículos sobre los extranjeros que se adueñan del país y sobre el problema de los impuestos.
Las propuestas debían enviarse a la JOPLM antes del 5 de abril para su análisis. Como dijo la convocatoria, en el N° 6 de Regeneración apareció un proyecto de programa que se envió a su debate. Se hicieron algunas erratas desde la dirección y se pidieron enmiendas al proyecto preliminar. Estas fueron entregadas y en base a eso se publicaron añadidos al programa que también se mandaron para su lectura y debate.
La JOPLM, que seguía bajo persecución y no se encontraba actuando en un sólo punto.
“Ciertas partes del programa del PLM estaban ya escritas, y la versión final, aun cuando aparece fechada el 1° de julio de 1906, fue probablemente escrita en puntos tan distantes como St. Louis, Toronto, Montreal y Ciudad Juárez (Villareal se había ido a esta última población fronteriza para vigilar la formación de las unidades revolucionarias armadas, programadas para la revuelta de septiembre de 1906). Villareal fue encargado de las secciones del programa del PLM correspondientes a educación y agrarismo y Juan Sarabia escribió aquellas que se referían a los campesinos y obreros. Los lideres sindicales de Cananea también desempeñaron un papel importante en el proyecto del código laboral. Ricardo Flores Magón bosquejó una sección ‘explosiva’ del programa del PLM. Innumerables mexicanos fueron consultados a través del correo o verbalmente”.
“Juan Sarabia ‘revisó’ el programa completo y, con la asistencia de Arriaga y otros, pudo moderar las inclinaciones anarquistas de los Flores Magón y de [Librado] Rivera. Uno de los biógrafos de Ricardo Flores Magón [Diego Abad de Santillán] ha asegurado que el programa ‘se debe en gran parte a Juan Sarabia’. A pesar del importante papel de Sarabia como redactor, sucede, sin embargo, que, como un biógrafo de Sarabia ha afirmado, el programa del PLM no fue el trabajo de una ‘sola’ mano, sino más bien el producto de años de colaboración entre los precursores y las consultas por correo” (Crockford, 1980, pp. 122-123).
El programa de 1906
Es muy posible que un sector de la JOPLM ya asumiera ideales anarquistas, pero desde la convocatoria a debatir el programa tenía un carácter constitucional, liberal. El movimiento no había cambiado sus fundamentos ideológicos y el ala moderada de la junta lo hizo valer. ¿Cuál fue el resultado? Un programa liberal con profundas demandas sociales.
Mientras que en el congreso constituyente de 1856-57 los reformadores sociales quedaron derrotados, ahora si podían verse plasmados derechos claros para los sectores oprimidos y clases explotadas, al menos como un proyecto por el cual luchar. Fue el programa más avanzado jamás escrito en el país hasta ese momento, influyó al futuro proceso revolucionario.
El programa plantea la vigilancia de los liberales y el pueblo al cumplimiento de la Ley, declara ilegales las reformas hechas a la constitución por Porfirio Díaz. Ese gobierno forzaba a sectores del pueblo a alistarse al ejército, la llamada leva, y señala:
“El Ejército futuro debe ser de ciudadanos, no de forzados y para que la nación encuentre soldados voluntarios que la sirvan, deberá ofrecerles una paga decente y deberá suprimir de la ordenanza militar esa dureza, ese rigor brutal que estruja y ofende la dignidad humana”.
Más tarde Ricardo defendería la caída del Estado (la Autoridad) en su conjunto.
Defiende la libertad de palabra y manifestación. El derecho de educación para el niño, siendo obligatoria hasta los 14 años, prohibiendo las ideas del clero, estableciendo la educación laica. Plantea crear escuelas en todo el país y pagar buenos salarios a los maestros.
“Por mucho tiempo, la noble profesión del magisterio ha sido de las más despreciadas, y esto solamente porque es de las peor pagadas. Nadie desconoce el mérito de esta profesión, nadie deja de designada con los tan honrosos epítetos; pero, al mismo tiempo, nadie respeta la verdad ni guarda atención a los pobres maestros que, por lo mezquino de sus sueldos, tienen que vivir en lamentables condiciones de inferioridad social. El porvenir que se ofrece a la juventud que abraza el magisterio, la compensación”.
Tiene elementos nacionalistas que adquieren un carácter negativo, prohíbe tajantemente la migración china. El problema de clase debe estar por arriba de la unidad nacional.
Establece derechos para los obreros por primera vez en la historia del país:
“Una labor máxima de ocho horas y un salario mínimo de un peso es lo menos que puede pretenderse para que el trabajo esté siquiera a salvo de la miseria, para que la fatiga no le agote, y para que le quede tiempo y humor de procurarse instrucción y distracción después de su trabajo. Seguramente que el ideal de un hombre no debe ser ganar un peso por día, eso se comprende; y la legislación que señale tal salario mínimo no pretenderá haber conducido al obrero a la meta de la felicidad. Pero no es eso de lo que se trata. A esa meta debe llegar el obrero por su propio esfuerzo y su exclusiva aspiración, luchando contra el capital en el campo libre de la democracia. Lo que ahora se pretende es cortar de raíz los abusos de que ha venido siendo víctima el trabajador y ponerlo en condiciones de luchar”.
Abre pues, la puerta a luchar por mayores conquistas. Plantea higiene en el trabajo, indemnización del patrón por accidentes de trabajo, descanso obligatorio dominical, eliminación de la tienda de raya y las multas que reduzcan el salario, entre otras cosas.
También, por primera vez en la historia, se plantean derechos para la mujer, en particular para la mujer trabajadora, en concreto para las trabajadoras domésticas. Las editoras de Vésper, Ana Belém Gutiérrez de Mendoza y Elisa Acuña Rosete habían trabajado en zonas mineras y habían sido trabajadoras domésticas en casa de los acaudalados. Si bien su firma no aparece en el programa es claro que contribuyeron en su redacción.
“La reglamentación del servicio doméstico y del trabajo a domicilio se hace necesaria, pues a labores tan especiales como éstas es difícil aplicarles el término general del máximum de trabajo y el mínimum de salario que resulta sencillo para las demás labores. Indudablemente, deberá procurarse que los afectados por esta reglamentación obtengan garantías equivalentes a las de los demás trabajadores”.
También el programa plantea la prohibición del trabajo infantil. En el porfiriato no solo existía, los niños tenían que cubrir las mismas largas jornadas que el resto de los obreros y con menores salarios.
El programa no se pronuncia en contra de la gran propiedad, pero si a favor de disminuir la pobreza, de ahí también se observa su carácter liberal:
“Unos cuantos millonarios, acaparando todas las riquezas y siendo los únicos satisfechos entre millones de hambrientos, no hacen el bienestar general sino la miseria pública, como lo vemos en México. En cambio el país donde todos o los más pueden satisfacer cómodamente sus necesidades será próspero con millonarios o sin ellos”.
Se pronuncia por la confiscación de bienes de los funcionados enriquecidos en tiempo de la tiranía (incluyendo a Porfirio Díaz), las riquezas obtenidas se plantea sirva para dar tierra a quienes la necesiten. Era una medida progresista pero limitada. Más tarde el movimiento zapatista resolvería esto expropiando las tierras y distribuyéndolas a los campesinos, la forma más efectiva de hacerlo.
Sobre el problema de la tierra se plantea que el Estado tome las que sean ociosas, creación de un banco agrícola estatal que de créditos baratos.
Plantean toda una serie de cuestiones como más derechos para los municipios, protección de los indígenas, sustitución de las cárceles por colonias penitenciaras de regeneración, buscar lazos de unión con los países latinoamericanos, etc. Se plantea que con la caída de la dictadura se cree un Congreso Nacional que apruebe este programa y lo lleve a la práctica.
Pese a su carácter liberal, este programa fue un enorme paso adelante, abría la puerta a la lucha de clases, pues puede ser tomado por obreros y campesinos para la lucha de sus derechos, contra el régimen de Díaz y evolucionar en una lucha contra el sistema.
Camilo Arriaga diría años después sobre Ricardo y ese periodo:
“Yo nunca dejé de admirar y de querer a Ricardo. ¡Pero era un bárbaro! Además de pedir mucho a los hombres, nunca estaba conforme. Todavía no quedaba formulado el programa que se expidió el 1° de julio de 1906 y ya lo objetaba de muy poca cosa como un programa para una revolución. Ya leí el manifiesto [del 23 de septiembre de 1911] con el que remachó todos sus programas” (Turner, 1960, p. 35).
Capítulo IV. La clase obrera mexicana entra en acción
Capital imperialista
El auge del imperialismo coincide con el nacimiento de la clase obrera mexicana bajo el porfirismo, a nivel internacional el proletariado tenía los efectos de esa derrota. México entró al capitalismo en lo que podríamos llamar la segunda revolución industrial, que fue un periodo de boom económico capitalista. Los ferrocarriles conectarían zonas alejadas y se pondrían al servicio de los intereses del emergente imperialismo norteamericano. México que tenía una industria minera de mucha tradición con la exportación de la plata, ahora explotaría nuevos metales no tradicionales que servirían para el desarrollo de la industria.
En Cananea, a 40 kilómetros de la Ciudad de Arizona, Estados Unidos, se estableció The Cananea Consolidated Copper Company, S.A con capital fundamentalmente norteamericano. Su principal accionista, William Greence, era dueño de medio millón de hectáreas en la región y dentro de sus propiedades se encontraban las minas. El gobierno municipal estaba bajo su control (con todo el respaldo del gobierno estatal y nacional). Era dirigido por Ignacio MacManus, que tenía nacionalidad norteamericana y era tesorero de la compañía. El Estado no es más que el administrador de los negocios del capital.
El PLM establecería círculos en ambos lados de la frontera. Lázaro Gutiérrez de Lara había formado el Club Liberal de Cananea, además se había construido un club de mineros, también influenciado por los llamados de la JOPLM, llamado Unión Liberal Humanidad presidido por Manuel M. Diéguez y Esteban Baca Calderón. La organización funcionaba en ambos lados de la frontera y se traficaban los periódicos al pueblo minero. El tener compañeros participando activamente en el terreno permitió que la prensa publicara toda una serie de artículos sobre el tema. Los obreros podían leer u oír artículos no sólo de los problemas generales del país sino de sus problemas locales y concretos. Eso sin duda que jugó un efecto catalizador. Aunque se cometieron errores al escribir un artículo que ponía muy en evidencia a los compañeros que hacían trabajo de organización dentro de la mina.
Los obreros mexicanos eran discriminados y ganaban menores salarios que los estadounidenses. Para justificar esto se incrustaban fuertes prejuicios raciales contra los mexicanos. El gobierno daba concesiones a los imperialistas, mientras ellos aumentaban sus ganancias y los obreros seguían en las mismas condiciones miserables de explotación. 3 mil obreros estadounidenses recibían salarios mínimos de 7 pesos y más de 5 mil obreros mexicanos tres pesos. Las jornadas laborales eran de entre 10 y 12 horas.
El 1° de junio de 1906 estalla la huelga, los obreros llevaban una pancarta que decía: Cinco pesos y 8 Horas de trabajo. Es el primer movimiento en México que demanda la reducción de la jornada laboral a 8 horas, un salario mínimo y la igualdad de condiciones laborales entre mexicanos y extranjeros.
El PLM adquiría una posición clasista pero todavía tenía residuos nacionalistas. La clase obrera sin importar las fronteras es explotada, los obreros estadounidenses ganaban un poco mejor, pero había más identidad con ellos que con los patrones mexicanos que explotaban al obrero y jornalero igual o peor que los estadounidenses. Para luchar contra la explotación no es el ideal nacionalista sino la lucha de clases la que nos ayuda. Pero como bien decía Lenin, la lucha contra la opresión nacional encierra en el fondo el problema del pan. En contra de la discriminación y el racismo antimexicano se escondían los intereses de los imperialistas.
El Programa del PLM aún no se promulgaba, pero el debate estaba en marcha y se habían publicado los proyectos preliminares donde ya aparecían demandas como la reducción de la jornada laboral de 8 horas. Sumado a que había militantes activos del PLM en la lucha. Esas demandas eran producto de las condiciones concretas, la experiencia y del impacto del naciente programa.
Además de los 5 pesos de salario mínimo y las 8 horas de jornada máxima, se planteaba la destitución de un capataz; igualdad de condiciones y posibilidades de ascenso de los obreros mexicanos, así como pasaba con los estadounidenses.
Los mineros en huelga realizaron una marcha pacífica con 3 mil trabajadores, buscando sumar a la huelga a los trabajadores de la maderería. Fueron recibidos con chorros de agua que desde un balcón tiraron empleados de la compañía, los hermanos Metcalf. Los obreros respondieron con piedras y fueron recibidos por un balazo que mató al primer obrero. Se desató una trifulca donde murieron 10 obreros y los hermanos Metcalf.
Cananea estaba muy lejos, las tropas porfiristas tardarían mucho en llegar. El empresario William Greence pidió ayuda en EE. UU. y fueron enviados rangers norteamericanos para atemorizar a los obreros hasta que llegaran los rurales a reprimir. Este un buen ejemplo de cómo la nacionalidad pasa a segundo término al poner sobre la mesa los intereses de clase, lo mismo debería haber ocurrido entre hermanos obreros.
Esta huelga obedecía a una fuerte presión de la base obrera. Fue tan repentina que la Junta del PLM en el exilio no pudo jugar ningún papel, pero sí los miembros de los círculos liberales del PLM. La incursión de las tropas norteamericanas desprestigió a Porfirio Díaz quien respondió con más ataques y calumnias contra el PLM. La autoridad del partido aumentó.
Los líderes tuvieron que huir. El compañero Gabriel A. Rubio, apenas pudo, se contactó con la dirección. Evidentemente había quedado sin empleo y su libertad corría peligro, pero lo primero que hizo fue mandar sus cuotas al partido para que este no dejara de funcionar. Baca Calderón, Diéguez y otros compañeros serian encarcelados. Los enviarían a San Juan de Ulúa, serían liberados hasta la caída del dictador en 1911.
Lo que había ocurrido en Cananea no era una simple huelga, era un movimiento avanzado de las masas obreras que presagiaban la revolución. La lucha textil y en particular la huelga a lo largo del Rio Blanco lo confirmarían.
Aumento de la lucha obrera
Si bien desde 1810 se asentaron las primeras industrias textiles en el valle de Orizaba, Veracruz, fue en el porfirismo que éstas se convierten en grandes industrias. Grandes fábricas de hilados, tejidos y grabados se extendieron a lo largo del Rio Blanco. La textilera La Rosita contaba con dos mil obreros. En el porfiriato se dieron quizás unas 250 huelgas. Los textileros protagonizaron varias de ellas, podríamos mencionar la de los trabajadores de Hércules y la Purísima en Querétaro, la huelga de La Colmena en Tlalnepantla, Estado de México y muchas más. En Puebla, en 1900, ya se había protagonizado una huelga iniciada en El Mayorazgo pero que se extendió a casi todas las fábricas poblanas sumando a unos 3 mil obreros.
Las luchas eran comúnmente contra rebajas salariales, empeoramiento de las condiciones laborales o suspensiones en el trabajo. También porque no se pagaba a los obreros o se pagaba con vales.
Se podrían contar con los dedos de una mano la cantidad de huelgas registradas en un año, pero a partir de 1905 se vivió un claro incremento de la actividad de la clase obrera, que tuvo un importante clímax en 1907. Aun en 1908 se vivió una gran huelga de los trabajadores del ferrocarril. Según el historiador Bernardo García Díaz, en el porfiriato antes de 1905 había unas 5 huelgas anuales en promedio, pero desde 1905 hasta 1911 (año en que cayó Porfirio Díaz) las huelgas eran 24 o 25 en promedio.
No solo se vio un incremento del número de huelgas, hablamos de que entorno a ellas se dieron levantamientos locales, pequeñas revoluciones llenas de radicalismo. Ya hablamos del caso de Cananea (1906), pero podemos mencionar las huelgas de las fábricas asentadas a lo largo del Rio Blanco, Veracruz, en el valle de Orizaba, que fue la expresión más radical de toda una oleada de huelgas textiles que abarcaron a una veintena de estados en los años 1906-07.
El gran Círculo de Obreros Libres
Las ideas de Regeneración, que fue expresando en sus páginas problemas de la clase obrera, dieron impulso a la creación del Gran Círculo de Obreros Libres. Ya no eran los clásicos clubs liberales, ahora hablábamos que estos eran instrumentos claros de organización de la clase obrera. Las fábricas eran imanes de atracción para la migración. Había una gran explotación, pero las condiciones de vida podían mejorar frente a la mísera de un campesino sin tierra. Además, el trabajo era más constante y no estaba sujeta a los vaivenes. Eso atrajo a migrantes de muy diversos estados.
La organización pasó por muchas dificultades, su principal dirigente, Manuel Ávila, murió. Quienes asumieron la dirección dieron un giro a la izquierda en el proyecto, publicaron un periódico llamado Revolución Social (lo cual reflejaba que la lucha iba más lejos que las reivindicaciones inmediatas), el periódico era un medio muy importante de organización, de educación de los obreros dirigentes y de base y un ataque directo a la dictadura. Mientras Ávila mantenía un discurso liberal, José Neyra escribiría en el periódico:
“Unámonos para que podamos hacer frente al burgués que nos explota y al tirano que nos vende… Guerra a muerte a la tiranía; sí hermanos para ello hemos saltado a la arena…” (cdigital.uv.mx).
Se desató una persecución contra Neyra y otros dirigentes que huyeron a Veracruz. Eso imposibilitó tener una vinculación más clara entre la lucha obrera y la JOPLM con quien mantenía contacto.
Una organización con dirección colectiva, vinculada a la lucha y que pone atención en la formación política, puede ser capaz de generar cuadros que continúen la lucha. La organización obrera debe ser más fuerte que los individuos. La nueva directiva hizo importante trabajo, logrando extender la organización obrera a otras fábricas como La Rosita. Se restableció una publicación que ahora llevaría el nombre Unidad Obrera. La prensa obrera es capaz de llevar las ideas a más lugares, este periódico fue leído por obreros de Tlaxcala y Puebla que se sumaron a la organización y posteriormente se extendería a más estados del país. Los obreros se prepararán para batallas históricas de la clase obrera.
El gran círculo de obreros libres extendió su organización a varias fábricas. El tránsito de un lugar a otro, el flujo y reflujo de la migración ayudó a extender la organización obrera.
Pero además del PLM influyeron otras tendencias en el movimiento obrero, como la iglesia Metodista. Se desarrollaron dos alas en el movimiento, los simpatizantes de Regeneración que radicalizados planteaban la caída de Díaz y un sector reformista que pensaba se podía conciliar con la patronal y el gobierno.
La huelga de Río Blanco
En 1906 se dieron varias huelgas textiles aisladas. Como respuesta los empresarios hicieron un paro patronal el 24 de diciembre. Después trataron de imponer un reglamento con el objetivo de aplastar la organización obrera. La patronal intentó imponer un reglamento al sector textil con el objetivo de parar de una vez con la organización obrera que se desarrollaba. El resultado fue que la indignación se expandió estallando una huelga general textil que abracó a obreros de unos 15 estados del país, revindicando una serie de reivindicaciones de mejoras obreras.
Porfirio Díaz intercedió y planteó un laudo. Bajo la presión se daban concesiones económicas a favor de los obreros. Eso llevó a desactivar la lucha en varias fábricas. Sin embargo, también se prohibían las huelgas, se establecían libretas para cada trabajador supervisado por los administradores que controlaban su actividad diaria, incluso personal. Además, se establecían medidas de censuras contra los periódicos revolucionarios y quienes los impulsaban.
Los obreros de la fábrica de Río Blanco se reunieron en el teatro Goroztisa de Orizaba el 6 de enero para oír y analizar el laudo de Díaz. Las tendencias del movimiento chocaban entre sí en una caldeada asamblea. Pero cuando se escucharon las medidas restrictivas contra la organización obrera se escuchó una voz que gritó profético: “que no se acepte el reglamento, que mejor mártires que esclavos”. Los dirigentes del ala reformista no pudieron apaciguar la reunión y no hubo conformidad.
Fueron las mujeres un importante motor de la lucha. Se apostaron en la mañana del 7 de enero a arengar e incluso insultar a los obreros que dudaban e intentaban entrar a laborar. Los obreros recibían salarios insuficientes y se veían obligados a pedir vales de préstamo que podían intercambiar en una sola tienda, donde recibían malos tratos, precios caros y menos producto. Una huelga detiene la producción y muestra que sin el obrero nada se produce, pero también permite tener el tiempo para luchar. Los obreros no se quedaron de brazos cruzados, fueron contra la tienda de raya. Ahí se dio una trifulca y un obrero fue atacado con un arma de fuego cayendo muerto. Eso enardeció a las masas, le prendieron fuego y se fueron a extender la huelga a las otras fábricas. Las mujeres seguían jugando un papel impulsando la extensión de la lucha. Quedó marcada en la conciencia colectiva el papel de Lucrecia Toriz, pero no fue la única.
Los obreros actuaron con violencia, pero liberadora. Hicieron saqueos, abrieron la cárcel municipal y liberaron a los presos. Llevaban en las manos un cuadro de Juárez, recordando a los héroes revolucionarios del pasado.
Pero la verdadera violencia vino del Estado, llegaron las tropas porfiristas y arremetieron contra los obreros perpetuando una masacre contra la clase obrera. “De los 7,083 obreros que laboraban en las fábricas textiles hasta antes del paro, el día 9 sólo regresaron al trabajo 5,512. Los otros 1,571 huyeron de la región, fueron consignados, estaban heridos o muertos” (cdigital.uv.mx).
El movimiento fue derrotado en un primer momento, pero una lucha revolucionaria de esa índole dejaría una marca que iba más allá de los participantes. Por eso las huelgas de Río Blanco y de Cananea quedaron marcadas como las luchas que precedieron a la revolución.
El movimiento no actuó unido, el laudo dividió la lucha y eso en gran parte fue culpa de los dirigentes reformistas. Por otro lado, el PLM sufría los estragos de la represión. A nivel local el lanzarse a luchas frontales hizo que se debilitaran al precipitar la represión dejando fuera a cuadros dirigentes. A nivel internacional se encontraban en la cárcel varios dirigentes. La JOPLM buscaba mantenerse al tanto de los acontecimientos de la huelga textil pero no pudieron influir en esta lucha. Pero el movimiento obrero se dividió facilitando la represión, el otro factor era que el campesinado aun no entraba en acción lo cual era determinante para hacer una auténtica revolución nacional que no dejara en el aislamiento al movimiento obrero.
Capítulo V. Levantamientos armados frustrados
Preparando la insurrección
El movimiento obrero había salido a la escena. La tarea era orientarse a él, crear círculos, formar cuadros obreros revolucionarios. Acumular fuerza para una lucha frontal futura, pero que inevitablemente significaba que cada batalla no debía ser la última batalla. Luchar por las demandas inmediatas mientras se convencía y explicaba que había que derrocar a Díaz y luchar por una sociedad distinta. Pero las conclusiones fueron diferentes. Tras Cananea, Ricardo dijo:
“Ojalá que los compatriotas de Cananea no olviden el ultraje que han recibido y que estén dispuestos a conquistar con la fuerza lo que con la fuerza se les niega; pero es bueno también que no obren aislados. Es bueno que nos pongamos de acuerdo y que obremos en un sólo día y una misma hora en muchas partes de la república. Así podemos triunfar sobre el despotismo”.
El partido se lanzó a la preparación de una lucha armada. Tenía 40 grupos dispuestos a las armas en San Luis Potosí, Zacatecas, Nuevo León, Chihuahua, Coahuila, Tamaulipas, Michoacán, Tabasco, Oaxaca, Estado de México, DF y Sonora. El acoso policiaco llevó a precipitar los planes de lo que buscaba sería un levantamiento nacional. A inicios de septiembre, miembros de la JOPLM se trasladaron a El Paso, Texas, para organizar el levantamiento en esa zona.
La organización realmente había hecho maravillas, reconstruyendo al partido en medio de la represión y el exilio. Había elementos de impaciencia en las filas del PLM. En correspondencia con correligionarios, Crescencio y Francisco Villareal Márquez donde ellos querían actuar ya en un levantamiento armado. Ricardo les llamaba a no ser impacientes, señalando que era importante tener dinero para la lucha, porque sin ella no se podía hacer nada, y también organización. Pero es claro que el PLM actuó de forma impaciente, más allá de sus límites y eso les costaría caro. La JOPLM comenzó los preparativos de un levantamiento armado. En una circular, señala:
“No depondremos las armas que hemos empuñado con toda justificación hasta que, en unión de todo el Partidlo Liberal Mexicano, hayamos hecho triunfar el Programa promulgado el día 1 de julio del corriente año, por la Junta Organizadora del Partido Liberal.”
El llamamiento no tiene un tinte anarquista, sino liberal. Engendrando la colaboración de clases:
“Luchamos por la Patria, por todos los oprimidos en general. Por el mejoramiento de todas las condiciones políticas y sociales en nuestro país, para el beneficio de todos” (Flores, 2017, pp. 159, 160).
El ejército era (y es) una organización reaccionaria de represión. Pero el PLM comprendía bien que estaba formado por gente del pueblo que debía voltear sus armas contra el opresor. Se hacía un llamado a las bases de las fuerzas armadas a sumarse a la revolución.
Con Cananea se pensaba que podría desatarse un levantamiento armado ahí miso o en otro lado. Esa sería la señal para hacer el levantamiento nacional. Pero de no ocurrir sería la junta quien pondría la fecha.
Acayucan, Jiménez y la derrota de la insurrección
El grupo estaba infiltrado, los gobiernos de EEUU y México actuaron coordinadamente para sofocar la rebelión. Pero el punto central era atacar a la JOPLM, machacar a la cabeza del movimiento.
En Douglas fue atacado el local del PLM el 4 de septiembre, quienes tenían pensado atacar Agua Prieta. El movimiento es sofocado antes de iniciar y caen los primeros presos. El 12 de septiembre fue clausurado Regeneración, él ultimo periódico que alcanzó a salir fue el N° 13 el 1° de agosto de 1906. Ahí terminó la tercera época del periódico.
En Acayucan, muy cerca de Cananea, se habían encontrado yacimientos petroleros lo que llevó al despojo de tierra de los indígenas. Miembros del PLM comenzaron a organizar a los campesinos contra el despojo de tierras y para recuperar las que les habían sido arrebatadas. Los rurales y federales respondieron. “Asaltaron los poblados, saquearon los escasos bienes de los habitantes, violaron a las mujeres y a las niñas; asesinaron por doquiera y procedieron, finalmente, a incendiar pueblos enteros. Se trataba de hacer un ‘escarmiento’ en toda regla” (Flores, 2019, 262).
El levantamiento de Acayucan mostraba la importancia del trabajo de base con las clases explotadas. No fue un movimiento artificial que viniera desde fuera sino una necesidad del campesino de organizarse y luchar por su tierra. Tenía un claro contenido agrario.
En Villa de Jiménez, Coahuila, el 26 de septiembre hubo también un alzamiento liberal pero fue rápidamente emboscado. Las fuerzas federales amarraron a los rebeldes y los fusilaron a sangre fría. Algunos pocos se reagruparon pero no tenían fuerza para continuar la batalla y se dispersaron. Su dirigente, Juan José Arredondo, sería encarcelado por breve tiempo. Al salir intentó cruzar la frontera para unirse con sus compañeros, fue nuevamente encarcelado y llevado a la cárcel de Belén, en Ciudad de México, donde moriría.
En el caso de Ciudad Juárez, donde la junta estaría implicada directamente, el gobierno movilizó a sus fuerzas represivas para resguardar la ciudad, los rebeldes no tenían armamento suficiente. Fueron detenidos compañeros en el Paso y en Ciudad Juárez. Los apresados en México llevaron la peor parte, en particular Juan Sarabia, quien estaría encarcelado en San Juan de Ulúa y sólo sería liberado hasta mayo de 1911, después de que la revolución, ahora sí, derrocara al dictador.
La policía ingresó a la casa de la JOPLM. Requisó papeles. En ellos se encontraban la lista de los correligionarios. Tras esto se hizo una persecución contra los militantes del partido.
El martirio de Juan Sarabia
El proceso jurídico contra Juan Sarabia se volvió una tribuna de combate. Agrupó una multitud en la sala de audiencia. Éstos liberales eran vistos por el pueblo como verdaderos héroes aunque sus enemigos los querían hacer pasar como criminales. Sarabia defendió el derecho a la revolución, deslegitimó al gobierno de Díaz:
“Es condición indispensable de toda rebelión, iniciarse con la proclamación de un plan político que justifique el movimiento, no sólo definiendo los benéficos fines que lo inspiren, sino demostrando que el gobierno que se trata de derrocar es fatal para el país, y que los funcionarios que lo componen son indignos de la confianza pública. En las rebeliones contra Juárez y Lerdo, ¿no fueron parte de las mismas los varios documentos de ataque, las mal zurcidas proclamas que expedía el poco ilustrado caudillo de La Noria y Tuxtepec? ¿Pretenderá el promotor fiscal que nuestra revolución hubiera comenzado consagrando al general Díaz una de esas hiperbólicas apologías en que a diario lo ensalzan sus turiferarios?” (Martínez, 1965, p. 178-179).
Sarabia sería enviado a la temida cárcel de San juan de Ulúa en Veracruz. Pasaron meses para que su madre, que vivía con las familias de los exiliados de la JOPLM, fuera comunicada del paradero de su hijo, dejando a juan incomunicado. Doña Felicitas no sabía si su hijo aún seguía vivo. La fortaleza construida por los primeros conquistadores que venían con Hernán Cortés, se usó de cárcel en la colonia, pero tuvo su periodo más obscuro en el porfiriato.
“… ¿Es un Infierno o una tumba? Es una ‘tumba infernal’. Desde que se da el primer paso, se nota un piso húmedo, que hasta chasquea, como si fuese un chiquero de puercos. Una atmósfera caliginosa y malsana invade los pulmones; la peste se hace insoportable; la humedad es tanta y está el ambiente tan impuro, que tengo escoriadas la laringe y la nariz; la obscuridad es completa y eterna; no hay ventilación de ninguna clase, pues todo el calabozo, en forma de nicho, abovedado, está rodeado por paredes de dos y tres metros de espesor, las cuales chorrean agua. Jamás ha entrado aquí un rayo de luz, desde que se construyó este mísero calabozo, allá hace siglos, para deshonra de la humanidad. Las paredes se tocan y están frías, como hielo, pero es un frío húmedo y terrible que penetra hasta los huesos, que cala, por decirlo así. A la vez el calor es insoportable, hay un bochorno asfixiante; jamás entra una ráfaga de aire, aunque haya Norte afuera. Las ratas y otros bichos pasan por mi cuerpo, sin respeto, habiéndose dado el caso de que me roan los dedos por la noche. Ahora procuro dejarles en el suelo migas de pan para que se entretengan. Hay noches que despierto asfixiándome; un minuto más y tal vez moría; me siento, me enjuago el sudor, me quito la ropa encharcada y me visto otra vez para volver a empezar. Cuando esto sucede, rechino los dientes y digo con amargura: ioh, pueblo!, ioh, patria mía! (Martínez, 1965, p. 201).
Sarabia fue un hombre valiente pero políticamente no rompió nunca con el liberalismo. Mientras él estaba en la cárcel el ala izquierda de la JOPLM seguía evolucionando en una línea radical.
Nace Revolución
Había cientos de militantes del PLM encarcelados. El periódico había dejado de publicarse bajo la bota de la represión y la JOPLM quedó desarticulada. Sus miembros estaban encarcelados o escondidos. No es sino a finales de marzo que pueden reunirse Ricardo Flores Magón y Antonio I. Villareal.
Los intentos de desmantelar a la Junta Organizadora no cesaban. En el verano de 1907, Manuel Sarabia fue levantado por los Rangers en Estados Unidos y entregado a los rurales del gobierno de Porfirio Díaz. Ellos lo ataron a una mula, así lo llevaron caminando por 5 días para detenerlo en Hermosillo. Si salvó la vida fue porque pudo gritar su nombre cuando era levantado. Regeneración exigió la aparición de su compañero.
Hay espías con la misión clara de seguir las huellas del movimiento, las casas de los miembros de la Junta eran vigiladas y se tuvo que cambiar de residencia más de una vez. El gobierno de Díaz ofreció 25 mil dólares por la cabeza de Ricardo Flores Magón. El 23 de agosto de 1907 agentes van a capturar a los líderes liberales en su domicilio en Los Ángeles. Ellos resisten peleando por una hora pero finalmente serían detenidos. Se dio un largo proceso acusándolos de violar el principio de neutralidad pero donde les inventaron toda una serie de cargos que llegaron a la acusación de asesinato.
Una nueva prueba se ponía al PLM y su Junta en el exilio, nuevas capas tenían que dar un paso al frente. Toda una serie de compañeros se congregan en Los Ángeles, California, para reorganizar el trabajo. Lázaro Gutiérrez de Lara, Manuel Sarabia, Modesto Díaz, Ulibarri, Arizméndez, Práxedis Guerrero y Enrique Flores Magón.
Los liberales reagrupados en Los Ángeles decidieron publicar un periódico llamado Revolución. Ricardo colaboraría con artículos escritos desde la cárcel. Era un semanal de un sólo pliego doblado en dos que daban 4 páginas de pequeño formato. Primero Lázaro Gutiérrez de Lara se convierte en la cabeza del periódico, pero debido a las detenciones al final sería Práxedis quien se pondría a su cabeza. Su trabajo se ganó el elogio de Ricardo. En una carta a Manuel Saravia dice:
“Revolución está hermosísimo. Los felicito a todos y especialmente a Práxedis. ¡Qué brillante pluma!” (Martínez, 1960, p. 116).
Práxedis sólo era conocido por Manuel y Enrique, fue hasta el 9 de noviembre de 1906 que logra entrevistarse con los dirigentes de la junta presos. Deciden cooptarlo como miembro de la dirección cooptándolo a la JOPLM. En medio de la represión el partido hacia nuevos preparativos para un levantamiento armado. Teniendo casi toda la vieja dirección encarcelada él jugaría un papel protagónico en su organización.
El movimiento obrero estadounidense entra en acción
En las cárceles los presos políticos son separados obligándolos a tener comunicación escrita y así darle oportunidad al Estado de conocer sus planes. Ricardo sacaría al exterior escritos hechos en su ropa que salía para ser lavada, esa información también era registrada por la policía.
Desde la cárcel se planeó un Manifiesto dirigido al pueblo norteamericano, Antonio I. Villareal le comunica a Manuel Saravia el plan que era darle la mayor difusión al escrito. Publicándolo como hojas sueltas, buscar que periódicos como el The Herald también lo publicara; enviándolo por correo a parlamentarios, gobernadores y diplomáticos; plantearon que se organizaran grupos de mujeres para distribuirlo por toda la ciudad; publicar una versión en español en Revolución; hablar con las organizaciones obreras como el partido socialista, el IWW y AF of L, para que ellos lo distribuyeran en sus secciones; entre otras medidas. “La idea de organizar una parada pública de protesta, de que nos hablaron en la última visita, es soberbia y esperamos que Uds. ayudarán con todas sus fuerzas para lograr que tenga verificativo. Se necesita hacer gran escándalo para conseguir que nos suelten”, decía Villareal.
El manifiesto se firmó el 27 de diciembre de 1907 por los presos Ricardo Flores Magón, Antonio I. Villareal, Librado Rivera y Lázaro Gutiérrez de Lara. Explicaba la historia del PLM y las causas de la lucha, también la represión que habían sufrido de parte del gobierno mexicano y estadounidense. Apelaba a la solidaridad del pueblo estadunidense señalando que sus vidas corrían peligro. Lejos del tono nacionalista que caracterizó por mucho tiempo al PLM ahora se asumían pociones clasistas e internacionalistas. Se dice:
“¡Trabajadores del mundo! Nuestra causa es suya. La causa del proletariado no conoce fronteras. Los intereses de los trabajadores son los mismos en todas las tierras y en todos los climas, en todas las latitudes del planeta. ¡Ayúdenos! Desplieguen su irresistible fortaleza para ahogar la monstruosa conspiración figurada por el tirano y los capitalistas de ambos países, una conspiración planteada y tramada y concebida para detener la evolución de todos los que anhelan romper sus cadenas. Recuerden que sólo la unidad en la acción y un esfuerzo solidario pueden lograr que los trabajadores se emancipen a sí mismos. No permitan que una raza entera sea sacrificada en nombre de los intereses de todos los que chupan la sangre de los trabajadores de las naciones” (Flores, 2017, p. 196).
En medio de la campaña por la liberación de los presos políticos se creó una red organizativa que incluyó a compañeros extranjeros pero con ideales de clase comunes. Entre ellos estaría John Tener Turner, Ethel Duffy Turner, John Murray y Francisco Noel. Más tarde se incorporaría al grupo Elizabeth Darling Trowbridge, una joven millonaria que entraría al partido socialista y ayudaría a financiar publicaciones como Libertad y trabajo o la revista Border. Este grupo ayudaría a difundir la causa mexicana entre la población estadounidense y organizar campañas de solidaridad por su liberación. Ayudaron a sacar información importante de la cárcel de los lideres del PLM, como los planes de insurrección para 1908 escritos por Ricardo Flores Magón. Murray y más tarde y con mayor éxito Turner, realizarían viajes a México de la que sacarían artículos denunciando la explotación del gobierno de días. Turner, quien fue acompañado en México por Lázaro Gutiérrez de Lara después que fuera liberado, posteriormente publicaría estos artículos como libro, con el nombre de México Bárbaro.
La respuesta del gobierno estadounidense tras la publicación del Manifiesto, que se distribuyó por miles, fue arreciar la represión. El N° 28 de Revolución, del 18 de enero, fue el último en aparecer y sería clausurado. Manuel Saravia sería encarcelado, junto a Modesto y Arizméndez, en la cárcel enfermaría gravemente de tuberculosis.
La insurrección fallida de 1908
Libertad y trabajo, que había sido un periódico fundado por un club de los Ángeles, serviría como órgano de prensa del grupo. Prácticamente desde la derrota del levantamiento de 1906 comenzaron los preparativos para una nueva lucha armada. Revolución había agitado en esa línea. Práxedis se convertiría en el principal dirigente en ese momento, aunque estaba en comunicación con los dirigentes encarcelados. Práxedis fijó la fecha de la insurrección para el 25 de agosto. Se trasladó a El Paso, Texas, junto a su camarada de lucha y amigo de la infancia Francisco Manrique para, de manera directa, organizar el levantamiento en esa zona. Enrique Flores Magón se uniría al grupo y así organizarían el nuevo levantamiento.
Práxedis hizo un intenso trabajo de agitación en pueblos y rancherías del otro lado de la frontera. Eso generó preocupación en el grupo dirigente púes se temía que pudiera tener el mismo fin que Juan Sarabia. Eugenio Anzalde, José Inés Salazar y Manrique, a quienes se les dieron 10 dólares y la misión titánica de visitar varios estados del país, se ocuparon de visitar a los grupos para organizar el alzamiento.
Se piensa que el partido tenía 67 grupos dispuestos al alzamiento, algunos hasta de 200 miembros. Ricardo era escéptico de que todos participarían pero se daba por bien servido de que al menos una tercera parte participara en el alzamiento.
El partido estaba infiltrado y su correspondencia era interceptada. Nuevamente fueron golpeados antes del alzamiento, esta vez en Casas Grandes, Coahuila, donde los liberales fueron detenidos desactivando el levantamiento.
Viesca, Las Vacas y Palomas
Seria en Coahuila donde se desarrollarían levantamientos en que incursionaron los liberales de la frontera. En Viesca, Coahuila, 100 hombres se levantaron bajo la dirección de Benito Ibarra en la noche del 25 de julio. Práxedis comentaría:
“A la media noche se reunieron los compañeros; señalóse a cada quien su sitio y se puso manos a la obra. La policía pretendió resistir; se cruzaron algunos disparos que causaron un herido de cada lado y un muerto de los gendarmes. La cárcel fue abierta cuan grande era la puerta; no quedó allí nadie. Proclamóse el Programa Liberal y se declaró nulo el poder de la Dictadura. Se efectuó una requisa de caballos y se tomaron los escasos fondos que había en las oficinas públicas. La Revolución se apoderó del pueblo por completo, sin que se diera un solo caso de violencias o atropellos, contra las familias o las personas neutrales” (Flores, 2019, p. 238).
Los rebeldes tomaron la casa del cacique Zertuche y el Palacio Municipal. Toman caballos y avanzan rumbo a Tamaulipas pero por falta de municiones no pueden atacar Villa de Matamoros. Regresan a Viesca, buscando reagrupar fuerzas pero no logran mantener la plaza y el grupo se dispersa.
El grupo de Jesús María Rangel y Encarnación Díaz Guerra, que operaban en Del Río, Texas, atacan el cuartel de Las Vacas, Coahuila. Los guerrilleros no llegaban a 40. Se dividen en tres columnas. Práxedis narraría:
“¡Compañeros!, dijo una voz, la hora tan largamente ansiada ha llegado por fin. ¡Vamos a morir o a conquistar la libertad! ¡Vamos a combatir por la Justicia de nuestra causa!” (…)
“Las calles de Las Vacas fueron recorridas en pocos minutos, trabándose combates a quemarropa con el resto de la guarnición, que dividida en varias secciones y protegida por los edificios, pretendió detener a los libertarios. Canales, al frente de la guerrilla del centro, llegó el primero a pocos pasos del cuartel; las balas rodeaban su altiva figura; sus grandes y bellos ojos, normalmente plácidos como los de un niño, brillaban intensamente; su clásico perfil se destacaba puro, viril, magnífico, en medio de la lluvia de acero; más su lucha fue breve: disparando su carabina y dando vivas a la libertad, se acercaba a la puerta del cuartel, cuando recibió una infame bala en medio de su frente, de aquella frente suya tan hermosa, donde hicieron su hogar tantas aspiraciones justicieras, tantos sueños de libertad, donde tomaron alas tantos pensamientos nobles. Benjamín quedó muerto, con el cráneo deshecho y los brazos extendidos. No pudo ver lo que tanto deseaba: la libertad de México” (Flores, 2019, pp. 242 y 243).
El combate se prolonga por 5 horas. Se dan unas 100 bajas a las fuerzas porfiristas pero hay unos 30 muertos de los liberales y unos 10 más están heridos. “Rangel hizo un esfuerzo más; con cuatro tiros en el revólver y algunos compañeros con él, intentó un ataque decisivo; avanzó algo y recibió un balazo en un muslo: la última sangre de libertarios de aquella jornada tremenda” (Flores, p. 247). Emprendieron la retirada.
Los sobrevivientes de Las Vacas se trasladan a El Paso, ahí se organiza un nuevo ataque, que iba dirigido a Palomas. Dado el escaso armamento se elige un grupo de 10 compañeros, al que se le suma uno más. Práxedis combatiría en esa batalla. Serian descubiertos antes de atacar lo que permitió al Estado enviar más efectivos. Llegaron al cuartel:
“Adentro había el doble o más de hombres que afuera. La lucha se trabó desigual para los que llegaban. Las paredes de adobe eran una magnífica defensa contra las balas del Winchester, y las bombas que hubieran resuelto en pocos segundos la situación, resultaron demasiado pequeñas”.
“Francisco Manrique, el primero en todos los peligros, se adelantó hasta la puerta del cuartel; batiéndose a pecho descubierto y a dos pasos de las traidoras aspilleras, que escupían plomo y acero, cayó mortalmente herido”.
El compañero de mil batallas, el amigo desde la infancia de Práxedis fue dado por muerto y sus compañeros que fueron forzados a huir tuvieron que dejar ahí su cuerpo. Herido mortalmente fue interrogado poco antes de morir pero no dio pistas que delataran a sus compañeros.
El grupo guerrillero huyó, se separó, teniendo que hacer una larga travesía con hambre, cansancio y sed por el desierto.