Mientras que el resto del mundo es sacudido por la quiebra de los bancos en Estados Unidos y Suiza, en México parece —solo en apariencia- que la situación económica está en un segundo término, el escenario principal lo ocupa la batalla entre los partidos de la derecha y el gobierno de López Obrador. El punto de conflicto es el régimen “democrático” que dicen defender los dos bandos, por un lado la derecha rechaza el Plan B de AMLO acusándolo de ser autoritario y querer “someter a la democracia” al antojo del presidente. El otro bando acusa a la derecha de utilizar al INE para someter a la democracia en favor de unos cuantos potentados.
Para los contrincantes de esta batalla, la democracia se convierte en algo abstracto y casi sagrado, un remedio místico, como si, quien tenga la verdad sobre “la democracia” va a tener la verdad sobre lo correcto e incorrecto en la política mexicana. El marxismo tiene una posición sobre la batalla que se está librando, pero también sobre la mentada democracia que se dice defender, y que se toma como panacea para la vida política y moral del país.
¿Qué es la democracia?
Lenin en 1919 decía que, en la batalla por justificar el régimen capitalista, la burguesía y sus aliados en el movimiento obrero, forcejeaban entre argumentos ideológico-políticos en torno a la democracia y la dictadura, lógicamente se condenaba la dictadura y se defendía a la democracia. El dirigente revolucionario decía que esta discusión era una falacia e hipocresía, porque se hablaba de “democracia” y “dictadura” en forma general sin considerar que clase estaba detrás de ellas. Dice textualmente: “Porque en ningún país capitalista civilizado existe la «democracia en general», pues lo que existe en ellos es únicamente la democracia burguesa, y de lo que se trata no es de la «democracia en general». (Lenin, Tesis e informe sobre la democracia burguesa y la dictadura del proletariado)
Estas palabras son clave para entender la posición que tienen los marxistas con respecto a lo que sucede en el país, esta batalla por el control del INE y los paladines de la democracia. Los marxistas no concebimos a la democracia como algo abstracto, sino como un régimen que la burguesía puede utilizar para esconder la dictadura del capital, por ello no hablamos de defensa de la democracia en abstracto, porque estaríamos defendiendo solo una de las caretas que utiliza la burguesía para mantener su régimen.
La derecha se opone al Plan B del gobierno porque no quiere perder sus privilegios económicos y mantener al INE como un instrumento de golpeteo político, defiende una forma de democracia burguesa, más corrupta y allegada al gran capital, podríamos decir una democracia más clásica, a la mexicana, como siempre ha sido. El planteamiento del gobierno de ahorrar dinero recortando altos mandos del INE, acotándole su poder político y planteando más transparencia, un INE sin corrupción; no está defendiendo una forma de democracia diferente en su contenido sustancial, es decir de clase. Lo que está haciendo es mejorar la democracia burguesa para que sea menos corrupta y más transparente.
Como decía Lenin, es una batalla política, un forcejeo entre dos concepciones de como ver a la democracia burguesa. En el caso de los planteamientos para mejorar al INE por parte del gobierno, en ningún momento pone en entredicho si esa “democracia” que defiende es para mantener el régimen del capital, al cual respalda y fortalece.
Nosotros oponemos a la democracia burguesa el régimen de democracia obrera o proletaria, un régimen, no solo más democrático porque todos los representantes están escogidos de forma directa por las fábricas o territorios determinados con derecho a revocabilidad inmediata, sin altos salarios -lo cual es un acto de corrupción institucionalizado en el régimen de democracia burguesa y aceptado por todo mundo-, con una rotatividad efectiva de todos los trabajadores y pobladores en general, etc. En otras palabras, el sistema por el que luchan los marxistas, no solo es más democrático y representativo que la democracia burguesa, es mucho menos corrupto y transparente, ligado de forma directa a las bases del pueblo.
Pero lo más importante de un nuevo sistema de democracia obrera o proletaria, es que se tiene que elegir sobre bases totalmente diferente, porque no va a defender la dictadura del capital, sino los intereses de los trabajadores. Para lograrlo tendrá que abolir la propiedad privada de los medios de producción y nacionalizar bajo control obrero las grandes fábricas, empresas y centros bancarios, para poner todos los recursos a disposición de las necesidades de la población.
El régimen de la burguesía solo promete elecciones más limpias cada cierto tiempo, donde las cupulas corporativas de los partidos y la clase económicamente dominante son las que dominan y deciden todo. Este sistema de democracia burguesa tiene como fin defender los intereses de la clase burguesa, de los más ricos. Para lograrlo se asegura que los diputados y senadores piensen como ricos, porque los vuelven millonarios con los salarios, los compromete con las leyes preestablecidas, que fueron promulgadas para defender el régimen de opresión capitalista. Como dice Lenin en el texto antes citado:
“Todos los socialistas, al explicar el carácter de clase de la civilización burguesa, de la democracia burguesa, del parlamentarismo burgués, han expresado el pensamiento que con la máxima precisión científica formularon Marx y Engels al decir que la república burguesa, aun la más democrática, no es más que una máquina para la presión de la clase obrera por la burguesía, de la masa de los trabajadores por un puñado de capitalistas.”
No tenemos ninguna ilusión de que el Plan B del gobierno va a traer una democracia plena, ni a favor de los explotados.
¿Y que postura tenemos frente al conflicto actual?
Una vez dicho lo anterior, no somos ajenos a los conflictos que hay entre las diferentes alas o facciones de la política burguesa, no podemos ser omisos a las movilizaciones que organiza la derecha donde las consignas piden la restricción a medidas democráticas básicas como las elecciones. Una de las pancartas que se exponía en la última marcha de la derecha decía más o menos así: por culpa de un voto inconsciente y desinformado pagamos todos, esto es un llamado a suprimir las elecciones.
La derecha agita en pro de la democracia para golpetear a sus enemigos y animar a su base, los sectores más reaccionarios, para salir a las calles. Les inyecta confianza al tiempo que las movilizaciones son más grandes y pueden llenar el zócalo por primera vez después de que perdieron las elecciones de 2018. Está claro que este sector de la burguesía es el más podrido y reaccionario y que su defensa de la democracia es más demagogia para recuperar fuerza y no perder lo poco que les queda en el aparato estatal, por ejemplo el control del INE.
Por su parte, el presidente también ha llamado a la movilización del 18 de marzo como una respuesta a las movilizaciones de derecha. Las masas volvieron a responder y llenaron el centro de la ciudad con 500 mil personas, según fuentes de las autoridades de la Ciudad. Las mañaneras también son utilizadas para responder las calumnias y ataques de la derecha. El gobierno busca responder y dejar claro que la correlación de fuerzas está a su favor, pero sin hacer nada fuera de la legalidad burguesa para hacer valer sus propuestas. Al final, aunque se tiene mucha más fuerza que la derecha, estos tienen el control de ciertas herramientas que permite un sabotaje a iniciativas del gobierno, como el control del Poder Judicial, el INE, etc.
Los marxistas defendemos los derechos democráticos elementales dentro del capitalismo, no porque creamos que es lo máximo o porque tengamos confianza en que por medio de ellos vamos a encontrar nuestra liberación, sino porque, la forma en que los trabajadores pueden entender que sus problemas no se van a resolver teniendo más o menos democracia burguesa, es conquistar una democracia plena. En otras palabras, luchamos por los derechos democráticos dentro del capitalismo para demostrar que el problema no es la falta de democracia burguesa sino el sistema capitalista en su totalidad.
Es por esto que no somos neutrales en este conflicto y que nos posicionamos del lado de los que marcharon el sábado 18, de los trabajadores y pobres del campo y la ciudad, apoyamos críticamente al gobierno de AMLO se su lucha contra la derecha corrupta y violenta, al mismo tiempo decimos que el planteamiento de AMLO, en su defensa de la democracia burguesa, no va a solucionar nada para los trabajadores, porque el problema no es la democracia en sí, sino el régimen de opresión capitalista.
La lucha por una democracia plena necesariamente pasa por luchar contra el capitalismo
Una de las grandes diferencias que mantenemos con el gobierno de AMLO es que él, como reformista que es, no concibe un cambio fuera del capitalismo, por tanto, toda su política es para mejorarlo, hacerlo más funcional, menos corrupto, más habitable. De ahí su batalla fundamental con la derecha partidaria, que estaba acostumbrada a utilizar al Estado como un negocio personal con el cual hacerse millonarios en unos pocos años.
Las movilizaciones que convoca AMLO, todo el respaldo político que tiene ante la población que le apoya, lo utiliza para restablecer la credibilidad del estado burgués, de sus instituciones y su moral. Esto causa una gran confusión entre los activistas del movimiento obradorista y, en general, de la izquierda mexicana. Vivimos movilizaciones masivas, hay una corriente de opinión mayoritaria en el país que apoya sin cuestionar las medidas que toma AMLO, sus seguidores las replican y utilizan como si fueran las verdaderas causas por las que hay que luchar. Lo que están haciendo en realidad, es lavarle la cara a esas instituciones que durante toda la historia moderna del país han actuado para salvaguardar los intereses del gran capital y de los políticos corruptos.
Veamos el ejemplo del ejército, por ser el más explícito. Esta institución fue organizada como salvaguarda de los intereses de la burguesía. Son los garantes de hacer cumplir la constitución y la constitución defiende los intereses de la burguesía. Es un instrumento de opresión violenta contra cualquier adversario que se atreva a cuestionar el régimen establecido, así lo ha demostrado su actuar en los últimos 100 años. AMLO dice que son leas les, que es pueblo y les entrega un poder económico y político que no habían tenido desde la época de la revolución.
Esta misma política la réplica en todos los espacios del estado y a todos los niveles de la democracia burguesa. Promueve cambios morales y administrativos como solución para purificarlos de su maldad, sin entender que estas instituciones son parte de un entramado de dominación de una clase sobre otra.
Para los marxistas, luchar por una verdadera democracia implica, en primera instancia, arrebatar el gran capital un puñado de parásitos que se hace millonarios a cosa de la explotación de los trabajadores. Con ese dinero se podría crear buenas escuelas, buenos trabajos, mejor infraestructura, elevaríamos el nivel cultural de la población en poco tiempo, recortaríamos los horarios laborales para que la gente tenga tiempo para dedicarse al deporte, el arte o la política. Los funcionarios estatales se reducirían al mínimo adecuando la nueva tecnología para que todo fuera digital. El ejército y la policía fueran sustituidos por el pueblo armado, comités organizados de los barrios y las empresas. Los altos salarios de los diputados y senadores y demás burocracia del poder judicial serían sustituidos por tribunales populares, los representantes de los trabajadores tendrían un salario de un obrero cualificado, etc.
Pero, como ya lo dijimos, esto pasa por terminar con el capitalismo y con su aparato estatal e instituciones, su constitución. A este objetivo debería de ser orientada la energía y fuerza del movimiento de masas que hoy apoya a AMLO, para crear una nueva sociedad, no tratar de justificar y lavar la cara a la vieja.
Estas ideas las defendemos abiertamente, vamos al movimiento de masas que convoca AMLO a explicarlas y tratar de convencer a la gente de ello. Somos una minoría, pero no por eso renunciamos a luchar por nuestros objetivos dentro de la juventud y el movimiento de masas. Pensamos que sólo el marxismo puede dar claridad en esta lucha actual. Te invitamos a que te organices y luches con nosotros por el socialismo.