Como la mayoría de las encuestas habían predicho durante los últimos cinco meses, Gustavo Petro ha logrado ganar la mayoría de los votos de la primera vuelta de las elecciones presidenciales colombianas. Tristemente, en contra de lo que Petro ha predicho, no ha logrado ganar las elecciones en primera vuelta. Y en contra de las predicciones de muchos antes de la última semana, Rodolfo Hernandez, el candidato populista y demagogo que ha hecho de las redes sociales su máximo medio de expresión, ha logrado superar a Federico “Fico” Gutierrez, el candidato de la derecha colombiana y los empresarios.
Los resultados de Petro y Francia en la primera vuelta son históricos. A pesar del hecho de que Petro ha tratado de moderar su programa e incorporar a todo tipo de elementos burgueses a su alianza, lo cierto es que para millones de obreros, campesinos y jóvenes, el voto para Petro representa un deseo profundo de cambio radical y un rechazo abierto a la oligarquía capitalista colombiana y sus dueños en Washington. El profundo descrédito del uribismo que estos resultados expresan se consolidó durante el heróico paro nacional del año pasado.
Se avecinan tres largas semanas para aquellos que luchan por el cambio en este país. La “remontada” de Hernández ha cambiado la ecuación con nuevas variables. Para empezar, Hernandez es el único candidato que empata con Petro en segunda vuelta. Y a pesar de los lazos turbios de Hernandez con la derecha y el círculo íntimo de Alvaro Uribe Velez (el ex-presidente colombiano entre 2002-2010, con estrechos lazos con el paramilitarismo y los carteles y actualmente, el máximo dirigente del Centro Democratico), ha logrado posicionarse como una opción de cambio al igual que Petro. Todo esto causa incertidumbre a una campaña que antes, los dirigentes del Pacto Histórico presentaban como una procesión inevitable a la victoria.
La caída de Fico y el ascenso de Hernandez
La explosión de apoyo por el “ingeniero” Hernandez tiene su precedente. Después de todo, Hernandez se postuló para la presidencia y manejó una campaña a través de redes sociales (predominantemente TikTok) que lo llevó a ser el candidato más seguido al principio del año. Sin embargo, su surgimiento tuvo un declive durante Marzo debido a su desinterés en participar en las consultas presidenciales y a su inhabilidad de proponer una lista al senado. Para los analistas, esto significaba el fin de su relevancia.
Pero la revelación de la encuesta en donde Hernandez empata con Petro en segunda vuelta le dió un nuevo ímpetu a su campaña. Esta encuesta efectivamente significó el fin de Gutierrez, quién nunca había logrado demostrar una capacidad de vencer a Petro y dependía ante todo del increíble apoyo de los medios de comunicación y el empresariado (fue el candidato con más tiempo en TV, y se excedió en el uso legal de vallas publicitarias sin ningún problema).
La falla de Gutierrez, en conjunto a las pérdidas del Centro Democratico en las legislativas, efectivamente son otro síntoma de la muerte del Uribismo. Es bastante diciente que Gutierrez nunca recibió el apoyo directo de Uribe y que ha hecho todo lo que ha podido para evitar presentarse como el candidato del continuismo. Sin embargo, el hecho es que su posición de “no ser el candidato del continuismo, pero que continuare lo que sirve” fue suficiente para enemistar a toda una población que tiene sed de cambio y que ha marchado repetidamente a través de los últimos cuatro años para obtenerlo.
Sin embargo, es importante entender de dónde viene la popularidad de Hernandez. Hernandez se ha posicionado como el candidato anti-corrupción. Sin importar cual sea la coyuntura, su respuesta es vincularlo a la lucha contra la corrupción. Ha propuesto incluso iniciar una tradición de ruedas de prensa donde nombrará a políticos corruptos para quitarles los beneficios del estado como castigo. Esto, en un periodo en el cual las instituciones colombianas han perdido su credibilidad, es una receta perfecta para el éxito político. No hay que ver más allá de Donald Trump en los Estados Unidos. El ascenso de Trump a la Casa Blanca fue propulsado por su comportamiento pugnaz contra la élite, a pesar de su carácter asqueroso y virulentamente discriminante. En ambos casos, también es claro cuales son los intereses que definen su política.
A pesar de todo su discurso en contra de las elites, Hernandez solo puede representar el interés de las elites. Su campaña se ha posicionado como una campaña que no moviliza a la gente pero que depende de su presencia en redes sociales. Es notable que Hernandez nunca se pronunció con respecto al caso de Karen Abudinen (en donde la ministra de tecnología y comunicaciones efectivamente se robó 70.000 millones de pesos, equivalente a 18 millones de dólares estadounidenses), por ejemplo. Su posición al respecto del paro nacional fue su mismo discurso anti-corrupción.
Detrás de estos discursos anti-corrupción, sin embargo, hay un antiguo alcalde de Bucaramanga que tiene lazos estrechos con Tomás Uribe, hijo de Alvaro. Por no decir que es el único candidato que tiene un juicio en curso en su contra por corrupción. A pesar de sus propuestas y su manera de presentarse como un candidato anti-corrupción, es claro que Hernandez está profundamente atado a la misma clase dominante a la que denuncia. No hay que ver más allá del apoyo de figuras como María Fernanda Cabal, del Centro Democratico, para ver de qué lado está Rodolfo realmente.
Todo esto refleja el hecho de que la corrupción no es una simple cuestión del carácter de aquellos a cargo del estado. La corrupción es el producto del sistema capitalista en general. Los Pandora Papers efectivamente revelaron que tan profundo es el nivel de corrupción a través del capitalismo internacional. Hay una razón por la que Inglaterra, Estados Unidos y Canadá han visto escándalos de corrupción que llegan hasta lo más alto de sus gobiernos en los últimos años. La única solución para esto es una ruptura completa con el sistema que produce las condiciones para la corrupción.
Una segunda vuelta reñida:
Todo pinta a que la segunda vuelta será un verdadero desafío para el Pacto Histórico, pero no todo está dicho. Petro terminó la primera vuelta con un 40%, por encima de todos sus rivales. La gran tarea de la dirección del Pacto Histórico será prevenir que el ascenso de Hernandez logre cerrar esa brecha de 10%. Esto podría ser complicado en la medida en la que Hernandez logre presentarse también como una opción de cambio.
Muchos dirán que la tarea en estas tres semanas es mitigar el programa de Petro para ganarse a los votantes del centro, como ya hizo en la segunda vuelta en 2018, pero esto sería efectivamente una capitulación. Por un lado, el candidato de centro, Sergio Fajardo, no logró obtener más del 5% de los votos. Con menos de un millón de votos, Fajardo no añade nada. Pero por el otro, una movida de Petro hacia la derecha solo empezaría la erosión de su base de apoyo, ya que le ofrecería una apertura perfecta a Rodolfo Hernandez para atacarle como parte del status quo y la institucionalidad. De hecho, la dirección del Pacto Histórico está inclinada en esa dirección. No ayuda el hecho de que Petro ha hecho alianzas con figuras claves de los partidos de Uribe y Juan Manuel Santos (el sucesor de Uribe, a pesar de sus diferencias políticas a través de su mandato).
No es imposible para el Pacto Histórico ganar en esta segunda vuelta, y la desacreditación del Uribismo podría ser una ayuda enorme para la gobernabilidad de este partido en sus primeros meses. Pero solo podrá ganar en la medida en la que reconozca que su gran fuerza no está en la adhesión de las figuras del status quo a su dirección, sino en la movilización de los millones de colombianos que están dispuestos a luchar por el cambio, incluyendo a muchos que se abstuvieron en la primera vuelta. En este periodo es esencial retomar la lección principal del paro nacional: la clase obrera colombiana sólo puede contar con nuestra propia fuerza.
Votar por Petro y luchar por el socialismo
Durante estas tres semanas, la tarea de los marxistas es clarificar que nuestro apoyo a Petro no es un apoyo al caudillo en sí. Pero un apoyo a las masas que se han aglutinado en el Pacto Histórico, con la meta de ponerle fin al atraso colombiano y luchar por la dignidad. A estas masas es imperativo inculcarles una perspectiva larga de la historia y entender que sin importar el resultado de las elecciones el 19 de Junio, la lucha continúa. Los mejores elementos están buscando precisamente esto: una organización que pueda hacer realidad el programa de Petro, y reconoce que no se puede hacer el cambio a través de la vía electoral.
Aún con una presidencia de Petro y a pesar de que su partido tiene el mayor número de senadores y es el segundo partido con más representantes a la cámara, esto no significa que el Pacto Histórico podrá pasar las leyes que quiera cuando quiera: solo será sobre la base de la movilización masiva con tácticas militantes (paros, huelgas, sindicalización) que se podrá luchar por la implementación de su programa.
Las causas de las explosiones sociales que han definido la historia de Colombia en los últimos 5 años no se han resuelto. No se puede predecir cuándo será la siguiente, pero es claro que Rodolfo Hernandez no tiene una verdadera solución a estas. Si somos honestos, por sí mismo, Petro tampoco la tiene. Pero la victoría de Petro sería combustible para la organización de toda una capa de juventud y la clase obrera que ha sido confrontada con represalias en un país donde más de 79 líderes sociales han sido asesinados a través del año.
No podemos presentar a Petro y su programa como la solución de nuestros problemas. Dentro de los límites de un capitalismo en crisis, incluso las moderadas propuestas de Petro chocan con los intereses de la clase dominante. En esta lucha por las reformas, el campesinado, la juventud y la clase obrera aprenderán exactamente donde están sus fuerzas y que no pueden confiar en una organización que esté dirigida por aquellos que quieran defender este sistema. El máximo reconocimiento de esto será la muy necesitada formación de un partido que sea operado únicamente por los trabajadores, en abierta confrontación con los partidos de la clase dominante y luchando abiertamente por el poder.
Este es el vínculo de estas dos consignas, efectivamente: solo será en la medida en que capturemos a los mejores elementos del Pacto Histórico que podremos crear la corriente revolucionaria de semejante organización y podremos vincular la lucha por una vida sabrosa y digna con la lucha para ponerle fin al sistema que impone atraso y violencia en nuestras vidas.