El 10 de abril se llevará acabo la consulta para la revocación de mandato; a pesar de todos los pesares, el simple hecho de que se realice ha sido un logro del gobierno mexicano, que se tuvo que enfrentar a una férrea oposición de las cupulas empresariales, los diferentes partidos de la derecha y los supuestos órganos encargados de regir la vida “democrática del país”, como el INE. Esta banda de mafiosos, como no pudo frenar el proceso, lo está saboteando desde todos sus frentes.
¿Qué significa la consulta de revocación de mandato?
La consulta de revocación de mandato es una herramienta de la democracia burguesa para hacer más valedera sus instancias representativas, en este caso la figura presidencial. Por medio de ella, a mitad de cada sexenio, el presidente en turno se tiene que someter a una votación para saber si el pueblo lo respalda o tiene que renunciar. Para que esta consulta sea vinculante, es decir, que sea avalada por las leyes y que verdaderamente un presidente deba renunciar, sería necesario que más del 40% del padrón electoral salga a votar, es decir, que se necesitan de 37.1 millones de votos, para que sea válida la consulta. Y de esos 37.1 millones de votos, más del 50% deben pedir que salga el presidente en turno.
Si somos honestos, lograr que voten 37 millones de personas, es casi imposible. Así, lo que podría ser una buena herramienta de la democracia burguesa, queda reducida a una pantomima. Nos podríamos preguntar ¿para qué votar si simplemente no se van a llegar a esos votos y no va a ser vinculante? La respuesta es, no sirve de mucho.
El problema no es la intención de la consulta, sino las reglas complementarias que plantean que sea esa cantidad de votos para que sea vinculante. Desde nuestra perspectiva, antes de plantear esta consulta se deberían de modificar sus lineamientos, para que, en vez de ser una demostración de fuerza, pueda ser una verdadera herramienta de lucha.
En las elecciones federales del 2018 para presidente de la República, que fueron las más votadas en la historia, Andrés Manuel logro un poco más de 30 millones de votos, la oposición en su conjunto más de 24 millones de votos. Si quisiéramos tener un ejercicio democrático que valga, se necesitaría toda la votación que tuvo AMLO y 7 millones más de la oposición. La derecha ha dicho que no va a participar, las maniobras del INE ocultando la dirección de las casillas o simplemente no poniendo la cantidad suficiente de ellas —argumentando la falta de recursos—, van a obstaculizar la votación y será muy complicado para que sea vinculante.
Desde el punto de vista del marxismo, creemos importante empujar este ejercicio de democracia formal por dos cuestiones. Estamos a favor de los derechos democráticos de los trabajadores, como el hecho de decidir si un presidente sigue o no en el cargo; también la apoyamos porque creemos que en ciertos momentos de polarización y lucha de clases esta consulta profundizaría una herida en el régimen capitalista.
Sería, además, una derrota más para la derecha. Ellos (los Córdova, los Murayama, los del PAN y demás partidos de la derecha) se han dedicado a sabotear en cada oportunidad al gobierno de AMLO pero, desde las elecciones del 18, no han tenido la fuerza suficiente para tener una victoria de sus objetivos mínimamente. La consulta será una ratificación de la popularidad de AMLO y un clavo más en el ataúd de estos reaccionarios decadentes.
Que siga la democracia… burguesa
El gobierno de AMLO y Morena han lanzado una campaña fuerte, vinculando la revocación de mandato con la democracia, con el slogan “que siga la democracia”. Es cierto que el fin de la campaña es invitar a que todo el mundo pueda participar en la consulta, sin embargo, nos gustaría aclarar algunos aspectos de la “democracia”.
Lenin decía que la democracia es una palabra vacía que se puede llenar con cualquier cosa. Por eso, cuando se habla de ella, se tenía y se tiene que poner un apellido: democracia burguesa o democracia obrera. No es lo mismo y conviene dejarlo claro.
Para mantener el régimen de explotación actual, el cual prevalece en el mundo y en México, se han organizado diferentes formas de gobierno, constituciones, leyes, etc. Todas ellas destinadas a mantener la dictadura del gran capital sobre la inmensa mayoría de la población. Esto se manifiesta de forma clara saqueando y explotando los recursos naturales, acabando de forma indiscriminada contra la naturaleza, explotando hasta el agotamiento a los trabajadores y pagando salarios miserables (extracción de plusvalía), destinando a la miseria a millones de seres humanos, mientras un puñado de personas se siguen enriqueciendo a costa de nuestro sufrimiento.
El gobierno ideal, para mantener la dictadura del gran capital, son los gobiernos democráticos —la democracia burguesa—, aquellos que llegan al poder bajo el consenso de una mayoría que se expresa en las elecciones. Visto desde este punto, es lógico que todos estén conformes, si la mayoría ha ganado las elecciones, entonces es un gobierno democrático. Y más democrático si hay una consulta a mitad de su mandato, para ratificarlo o quitarlo del cargo.
Pero aquí hay un engaño, porque la democracia no parte del hecho de poder votar, sino de lo que la mayoría quiera. Por qué no se pregunta en una encuesta nacional ¿si es que a los pobres les gusta ser pobres o si estamos de acuerdo en que unos sean inmensamente ricos y la gran mayoría vivamos en la miseria?; ¿si se deberían tomar medidas para que esa riqueza acumulada en pocas manos se pueda utilizar para generar empleos con buenos salarios, casas habitación decentes y a precios accesibles?; ¿si queremos mejores escuelas, casas de cultura y polideportivos? La respuesta es sencilla, pero esto no se puede preguntar, mucho menos hacer ni siquiera una encuesta, porque obviamente va en contra de los intereses del gran capital.
Entonces, la democracia burguesa permite sólo votar (en el mejor de los casos, porque algunas veces el fraude se impone) para que alguien llegue a la presidencia, cámaras de representantes o gubernatura y al final la cosa siga igual, es decir, permitiendo que los ricos sean más ricos y los pobres más pobres. Esto pasa incluso en el gobierno de AMLO.
Los marxistas tenemos la obligación de decir la verdad por amarga que sea, en este caso, la democracia burguesa solo sirve para mantener el régimen de explotación del gran capital.
Vota sí, pero…
Pareciera contradictoria nuestra posición. ¿Por qué, si no creemos en la democracia burguesa, si no creemos que esto termine con la explotación y solo es un juego para engañar a la gran mayoría de la gente, nuestra posición es de participar en la consulta y votar porque AMLO continúe? Nosotros creemos, igual que lo planteaban los clásicos del marxismo, que no puede haber un triunfo del socialismo o lograr una sociedad mejor y libre de explotación, sino es bajo la escuela de la lucha de las conquistas democráticas y reivindicativas.
Si los trabajadores no son educados en la lucha cotidiana por mejorar sus condiciones de vida y por conquistar elementos democráticos, no será capaz de dar la lucha por el socialismo, en contra del capital. Además, como también lo menciona Lenin, una vez conquistadas esas demandas democráticas, los explotados se darán cuenta que el problema no es más o menos democracia burguesa, sino el sistema capitalista en general.
El hecho de que la clase obrera y la juventud salga a votar será una toma de postura contra la derecha y el INE (supuesto órgano que hacer valer la “democracia”); se hará un poco más consciente de sus propias fuerzas. De alguna forma se movilizará en una coyuntura política para manifestar su sentir. Estos son aspectos que ayudan en su toma de conciencia, por eso nosotros decimos, sí, hay que votar, pero al mismo tiempo decimos: este gobierno tiene que romper con el gran capital, debe de cumplir con las promesas de “primero los pobres”, debe de garantizar la seguridad, la educación, buenos empleos, tiene que poner un freno al saqueo de los recursos naturales, tiene que marcar un alto a los feminicidios, a los asesinatos de los ambientalistas, al narcotráfico, etc.
Nuestra consigna es: vota por el sí, pero también lucha por un aumento salarial de emergencia y precios fijos de la canasta básica; vota sí, pero queremos un plan de vivienda a bajo costo para los jóvenes; vota sí, pero recupera el 100% de la industria eléctrica y petrolera; vota sí, pero que se cancelen los contratos de todas las mineras y que todo lo extraído del subsuelo sean recursos para la nación y puedan ser utilizados para la construcción de hospitales, guarderías, escuelas y centros deportivos; vota sí, pero no queremos más violencia para la mujer; etc.
No solo no queremos que la derecha regrese al gobierno, queremos que se tomen medias radicales para aliviar las necesidades más urgentes de nuestro pueblo. Eso sí que sería un verdadero acto democrático.
Por una verdadera democracia revolucionaria y socialista
Los marxistas aspiramos a un mundo mejor, sin violencia y preocupaciones. Para lograrlo debemos de derribar todas las estructuras económicas, políticas, sociales y culturales que nos atan al capitalismo. Cuando esta idea sea entendida y adoptada por la mayoría de la población, no habrá poder que pueda detener el cambio.
Ahora este no es el caso, una mayoría de la gente apoya al gobierno de AMLO y cree en lo que él propone.
Nuestra tarea es explicar pacientemente los límites de su política de reformas. Advertir que su gobierno está reforzando las estructuras de un Estado que no es amigo de los trabajadores, de la juventud, ni de las mujeres; a los militares, a los cuales se nos presenta como paladines de la patria, han desaparecido y llevado, en momentos determinados, una guerra de exterminio contra fuerzas de izquierda y los movimientos sociales. El aparato estatal y sus leyes no son árbitros en la sociedad, sino una herramienta del capital para mantener su poder, incluida la tan mencionada “democracia”.
Se habla mucho de la democracia participativa, pero estas medidas no dan un verdadero poder al pueblo. Una verdadera democracia, que se base en la participación de la población, es donde los jóvenes, las mujeres, los trabajadores y los sectores pobres de la sociedad puedan tomar la tarea de gobernarse con sus propias manos, solo ellos, que somos la mayoría y que sabemos cuáles son los verdaderos problemas fundamentales, podemos tomar medidas adecuadas, discutiendo y haciéndolo por nosotros mismos.
¿Cuál es la precondición para que esto se pueda realizar? Gozar de tiempo para pensar en la política, tener salarios dignos que no te ahoguen en penas y amarguras. Si un gobierno quisiera una verdadera democracia participativa tendría que solucionar esto, disminuir la jornada laboral para tener el tiempo de dedicarse a la política y tener un buen nivel de vida, salarios dignos, para que no se tengan que preocupar por las necesidades del día a día, y a partir de ello se pueda pensar en cómo hacer avanzar la sociedad.
Para nosotros, luchar por estas condiciones es más importantes que proclamar “viva la democracia”, porque sólo son palabras vacías.