Recientemente AMLO dijo que tenía preparado un testamento político en caso de que ocurriera una desgracia. Es claro que él no será eterno y una transformación no puede depender de una sola persona. Hay muchas tareas pendientes y problemas por resolver. También es claro que existen elementos de derecha infiltrados que claramente quieren dar un giro de timón a la derecha. Como bien dice el periodista Ricardo Raphael:
“Estos documentos no son vinculantes. Vladímir Lenin dejó escrito en su testamento político que José Stalin debía ser removido como secretario general del partido comunista soviético. Stalin hizo que se juzgara como traidor a quien creyera en la veracidad de dicho texto. Lenin se fue a la tumba con todo y su testamento”.
La transformación de la revolución rusa fue radicalmente más profunda y muchas conquistas se mantuvieron por décadas pese a la contrarrevolución burocrática estalinista. Lo que tenemos ahora en México es una transformación, aun sumamente endeble, pero con un peligro de retroceder y burocratizarse.
Hay fuerzas de clase en disputa. Morena y la 4T se han llenado de buitres al asecho, dispuestos a colocarse en cargos, sin importar la opinión de la base ni la población. Una burocracia ha emergido y, sobre todo en su ala más derecha, tiene una clara presión de la clase capitalista a la que están dispuestos a hacerle concesiones. AMLO seguramente terminará su sexenio, pero ¿qué pasará después? Hay sectores claramente dispuestos a dar un giro a la derecha. Ya lo vimos en Ecuador, donde el sucesor de Rafael Correa (Lenin Moreno), que venía de su mismo partido, terminó sucumbiendo vergonzosamente a los dictados del FMI. Eso habla de la importancia de la organización de la base para revertir los peligros.
En un proceso de transformación impulsado por las masas, los espacios de participación y debate son necesarios. La burocracia de Morena, la dirección espuria de Mario Delgado, han preferido buscar alianzas con empresarios y políticos del PRI, PAN o PRD en vez de seleccionar a militantes con trayectoria de lucha. Lamentablemente vemos una oposición muy floja desde la dirección de las estructuras, al final aceptando los hechos consumados. La burocracia ha disuelto las estructuras de base y las elecciones desde abajo, para sustituirlas por las decisiones y acuerdos cupulares, se han impuesto las obscuras encuestas como método de elección. La burocracia está secuestrando este proceso, negando a los militantes de base y al pueblo trabajador poder ser partícipes directos de la toma de decisión del rumbo de la lucha que se emprende.
En este contexto se ha llamado a la Convención Nacional Morenista. Una iniciativa no oficial. John M. Akerman, uno de sus principales impulsores, ha criticado duramente el actuar de la dirección de Morena, pero señala también que no se plantea dividir al partido sino tener ante todo un espacio para reunirnos y discutir, así como defender la legalidad. Por supuesto, hay cuestiones criticables pues en algunas zonas hay compañeros que prefirieron acomodarse en cargos y tras esto acallar su crítica en el pasado. Pero es positivo ahora abrir estos espacios de debate que deben traducirse en acciones a seguir.
Se debe buscar espacios que permitan debatir el rumbo de la transformación, la lucha por la reactivación de las estructuras de base y porque Morena se vincule y no abandone las demandas de los sindicatos, organizaciones sociales, de mujeres y demás sectores del pueblo en lucha.
Hay un elemento aún más preocupante. Si bien AMLO ha demostrado ser un presidente no corrupto con una forma de gobernar distinto, ha dado apoyos sociales a sectores desprotegidos, se realizan importantes obras de infraestructura de gran importancia, etc.; los cambios que ha implementado no están en un punto de no retorno. No se ha roto con la lógica del capital y el país está sumamente expuesto a los vaivenes de la economía mundial. Es verdad que ha tocado un periodo difícil con la crisis económica mundial y la pandemia. La economía de México se ha recuperado, pero sin posibilidad de alcanzar el crecimiento vivido antes de la pandemia. Después de una caída tan grande es inevitable un crecimiento, pero este fue de poco más de 6% en 2021 cuando la caída de 2020 fue de 8.2% del PIB. El panorama internacional sigue siendo incierto y turbulento.
Pero más allá de la difícil coyuntura, hay un dato que es muy ilustrativo. Los ricos se siguen haciendo más ricos y los pobres más pobres. Carlos Slim tiene una fortuna equivalente a la “riqueza” de la mitad de la población más pobre de México. Durante la pandemia, donde la mayoría de nosotros vimos reducir nuestros ingresos, la riqueza de los multimillonarios más ricos del país incrementó en un 29.7%. La 4T se plantea un combate al neoliberalismo pero: “Carlos Slim Helú, Germán Larrea Mota Velasco, Ricardo Salinas Pliego, Alberto Bailleres González y Juan Francisco Beckmann Vidal acumulan un capital de 124 mil millones de dólares, la mayoría de ellos como herencia de las privatizaciones realizadas por el gobierno de Carlos Salinas de Gortari.” Ellos equivalen al 0.00001% de la población mexicana (La jornada 20/01/2022).
Lo mínimo que se debería hacer, siendo consecuente con el combate al neoliberalismo, es la recuperación de las empresas que fueron privatizadas en el pasado. Pero somos conscientes que el problema no es un modelo económico en específico, sino el sistema capitalista en crisis orgánica. Reflejo de ello es que siguen sin solucionarse problemas profundos como la violencia (que cobra la vida de jóvenes, mujeres, niños, periodistas, etc.) y la desigualdad social. Más allá de buenas intenciones, se requiere una estrategia y un plan adecuado. Este debe ser radical, pero eso significa combatir el problema de raíz que es el capitalismo y la propiedad privada de los grandes medios de producción, de la que emana la desigualdad y consecuente violencia.
Esto lo que nos dice es que los cambios no han ido suficientemente lejos. La economía de mercado sigue actuando a favor de los intereses de los multimillonarios y no de los pobres. Necesitamos poner orden, las palancas fundamentales de la economía deben estar bajo propiedad y administración democrática de los trabajadores. Lo mismo debe pasar con el Estado, que hoy sigue actuando como un elefante reumático y oponiéndose a medidas que van en contra de su naturaleza (pues fue creado históricamente para defender los intereses de los capitalistas). Casos muy ilustrativos de esto es el actuar del poder judicial, del INE y de la propia fiscalía que no ha condenado con plenitud a ningún corrupto del pasado ni del presente.
Este año el gobierno entregará dos de sus proyectos centrales, la refinería de Dos Bocas y el aeropuerto Felipe Ángeles. Un tema importante será la reforma energética, que desde nuestro punto de vista debería llevar a que todo el sector energético este bajo propiedad estatal y control obrero. Una coyuntura central será la consulta por la revocación de mandato, que el INE está boicoteando. Con esto se pretende ratificar el mandato de AMLO. Esto debería servir para dar un fuerte bofetón a la derecha, que no ha dejado de boicotear a este gobierno, pero, sobre todo, el avanzar en la organización de los trabajadores, elevando la exigencia de que esta transformación se radicalice, pues está en peligro.
Como trabajadores, que sufrimos la crisis y las nefastas consecuencias del sistema en los huesos, pese a que el gobierno pueda tener buenas intenciones, debemos enarbolar con claridad un programa que defienda nuestros derechos laborales y aspire a que la transformación lleve a una verdadera igualdad social.
Saludamos la lucha contra la burocracia, contra las alianzas con la derecha, por la vinculación de Morena al movimiento social, por la democracia real en la 4T y el fortalecimiento general de las luchas sociales y el movimiento obrero independiente. Hay que cerrar el paso a los oportunistas a favor de la organización del pueblo. Pero esto es la mitad de la lucha. El tiempo se agota, debemos luchar por que el proceso se radicalice y aspire a un Estado y una economía bajo control y al servicio de los trabajadores, es decir, que acabe con el capitalismo para centrar las bases de una sociedad donde exista verdadera justicia social. La emancipación de los trabajadores debe ser obra de los trabajadores mismos.