Lombardo Toledano fue una figura política de gran influencia en el movimiento obrero al menos durante las décadas de los treinta, cuarenta e incluso posteriormente; hasta que su figura se desgastó por su colaboracionismo con los gobiernos priístas. Muchos todavía recordamos las pintas desgastadas del Partido Popular Socialista (PPS) que podían observarse como fantasmas hasta los años ochenta y que ya eran sinónimo de un satélite estéril del PRI. Pero hubo una época en que Lombardo fue visto como un verdadero marxista y el personaje que podía unificar al movimiento obrero y dar una alternativa al naufragado Partido Comunista. Incluso figuras como José Revueltas cayeron presa de su embrujo. Pero en realidad Lombardo, como el propio Revueltas lo reconocería, fue un caudillo de remolque entre el proletariado y la burguesía, una figura clave en la corporativización del movimiento obrero y el surgimiento de charros como Fidel Velázquez y la todopoderosa CTM. También fue una figura importante en el entorno siniestro del asesinato de León Trotsky. Fue una figura aparentemente paradójica que al tiempo que hablaba de marxismo y socialismo realizó una práctica consciente en contra de esas ideas y esos objetivos revolucionarios. Es necesario retomar estas lecciones porque son parte de la historia del movimiento obrero en México.
Un místico se sube al movimiento
Vicente Lombardo Toledano nació en 1894, en Teziutlán, Puebla. Integrante de una familia rica de comerciantes y mineros que cayeron en desgracia cuando Toledano tenía entre 16 y 20 años de edad. Fue integrante de la llamada “generación de los 15” y de los apodados “7 sabios”, un grupo de intelectuales que frente al movimiento revolucionario desatado en 1910 se refugiaron en el misticismo. Gómez Morín expresó la orientación de este grupo como “el salto místico de la afirmación categórica, de la fe en una revelación milagrosa, de la confianza en nuestra vitalidad apenas descubierta”.1 Que, entre este grupo, se considere tanto a Lombardo como a Gómez Morín nos muestra la pobreza y mediocridad de la intelectualidad burguesa en formación en aquellos años. Mientras algunos de los “7 sabios” se van a dedicar a la poesía o el mundo académico, Lombardo, quizá como producto de la experiencia de la ruina familiar, decidió integrarse al movimiento sindical, viéndose a sí mismo como un “educador” de los trabajadores.
Alumno favorito de Antonio Caso (con el que se va a enfrentar posteriormente), en 1919 se consideraba enemigo implacable de la teoría marxista y encontró en la lectura de los evangelios la promesa del advenimiento de un nuevo mundo, justo, moral y culto. Escribe por ejemplo un libelo titulado: “El reparto de tierras a los pobres que no se opone a las enseñanzas de N.S. Jesucristo”. Con estas ideas -siguiendo el ejemplo de Vasconcelos- se orienta al movimiento sindical con el fin de “educar a los trabajadores”. Se trata de la típica aproximación pedante del arribista pequeñoburgués que se ve como “maestro” que “generosamente” va a educar a los “trabajadores ignorantes”. Pero veremos que Lombardo era un “maestro” que no tenía nada que enseñar a la clase obrera.
Marxista, no comunista
Es muy significativo que su integración al movimiento sindical en 1919 se dio en un intento de ser asesor de Morones, dirigente corrupto de la organización sindical charra la CROM. La CROM no sólo era el instrumento del naciente régimen burgués para controlar a los trabajadores, era también una agencia de colocación para burócratas corruptos. El propio Morones se hizo Secretario de Industria, Comercio y Trabajo, mientras que Lombardo, como parte del comité central de la CROM, logra ser gobernador interino de Puebla (1924-1925) durante la rebelión delahuertista y posteriormente diputado por el Partido Laborista de Morones y Obregón. “Fuera de su labor como secretario de educación de la CROM, los cargos de Lombardo como gobernador y como diputado se vieron afectados por la batalla política de Obregón y los agraristas contra Calles y los laboristas”.2
Cuando Morones y su organización cayeron en desgracia, tras el asesinato de Obregón, perdiendo el apoyo de Portes Gil, Lombardo Toledano y otros compañeros suyos como Fidel Velázquez decidieron romper con la decadente organización y crear la llamada “CROM depurada” que va a ser apoyada por Portes Gil.
“Lombardo, Fidel Velázquez, Jesús Yuruén denunciaron la traición bochornosa de la CROM a la clase obrera que por años compartieron inmutables”.3 En torno a 1926 se declara “marxista insatisfecho”, expresó algunas conclusiones basadas en el determinismo geográfico; expresó su respeto por la (oportunista) Federación Panamericana del Trabajo dominada por la American Federation of Labor (AFL) de Gompers, y esbozó una curiosa posición nacionalista que le llevó a escribir: “pertenecemos al proletariado porque somos mexicanos; somos mexicanos porque somos miembros del proletariado”.4
En esos años el recién creado Partido Comunista encabezaba al sector más radical del movimiento obrero, involucrándose en luchas sindicales muy combativas. Durante los años heroicos del PCM Lombardo se declaró “marxista, no comunista” —como se considerará toda su vida— como respuesta a un movimiento más allá de su control burocrático. Mientras, durante los años veinte, los militantes del Partido Comunista eran perseguidos, encarcelados o asesinados por el gobierno, Lombardo se unía a la campaña de linchamiento contra el PCM: “El gobierno de México sabe perfectamente que esta campaña contra las instituciones y la revolución nacional ha sido preparada y dirigida desde Rusia. Sabe también que los grupos comunistas rusos no obran ni pueden obrar independientemente, porque cualquier organización de aquel país está sujeta al gobierno soviet”.5
Frente a los comunistas que denunciaron como “fascista” la ley reglamentaria a la Ley Federal de Trabajo (artículo 123) por imponer la reglamentación de las huelgas y la intervención de la Juntas de Conciliación y Arbitraje, Lombardo va a defender la injerencia del gobierno afirmando que “los obreros tienen confianza en el gobierno, porque éste representa los intereses de la Revolución. El arbitraje obligatorio es necesario. No es un simple juez quien falla en él, es un intérprete de la equidad en cuestiones de trabajo”.6 Estas declaraciones resultarán irónicas en la boca del futuro agente del estalinismo.
En 1933 se crea la Confederación General de Obreros y Campesinos de México (CGOCM) en una etapa de huelgas y radicalización del movimiento obrero. Sus máximos dirigentes fueron, además de Lombardo, Fidel Velázquez, Fernando Amilpa y Jesús Yuruén. Desde esta organización Lombardo procuró contener las demandas sindicales en el plano puramente económico. Es verdad que trabajadores afiliados a su organización participan en huelgas combativas y Lombardo radicaliza su discurso. En el programa de la CGOCM se incluían demandas democráticas como la jornada de trabajo de 5 horas, la contratación colectiva obligatoria, alimentación, vivienda y vestido gratuito para campesinos y trabajadores, expropiación de la tierra, etcétera. Quien se monta en un tigre para domarlo no tiene más remedio que moverse a su ritmo. Pero “la política general que seguirá esta nueva central sería la de presionar al régimen con amenazas de huelga, con el fin de conseguir posiciones políticas personales en el gobierno. Esta fue una de las razones que indujo a la CGT a separarse de la CGOCM. Su radicalismo era más que producto de una superación ideológica de sus líderes, una táctica oportunista para renovar los favores oficiales de que hasta entonces venía gozando la central oficial —Cámara Nacional de Trabajo— objetivo oportunista que vino a demostrarse con la fundación de la CTM en el año de 1936”7. Así, por ejemplo, Lombardo logra meter a un agente suyo, Alfredo Navarrete, en la dirección de la Cámara Nacional de Trabajo.
Realizando el “socialismo” desde la currícula escolar
Mientras en la práctica Lombardo va a renunciar a la posibilidad de realizar la revolución socialista en México, su paso por el “marxismo” va a pasar por intentar “realizar” el marxismo en los límites del programa de estudios en las escuelas… con la venia del gobierno. Durante el Maximato el reparto agrario se redujo al mínimo y las leyes progresistas plasmadas en la Constitución quedaron en letra muerta. Pero el gobierno seguía hablando en nombre de la revolución. La claudicación en los hechos trató de encubrirse con una retórica jacobina y radical en la que se encuadran la enloquecida política anticlerical —que sólo sirvió para arrojar a parte de las masas campesinas al movimiento cristero— y la llamada “educación socialista”.
Con motivo del “Primer Congreso de Universitarios Mexicanos”, realizado en 1933, donde se discutió el plan de estudios de las universidades en México, Lombardo Toledano fue agente de esa campaña demagógica en la educación media y superior. Mientras Lombardo argumentó que el programa de estudios de las universidades debía fundamentarse en el “materialismo histórico” el intelectual Antonio Caso, que actuaba en el marco del liberalismo, respondía que la educación debía ser plural y respetando la libertad de cátedra. El Congreso aprobó la postura “marxista” de Lombardo pero la decisión desencadenó un movimiento estudiantil reaccionario de los hijos de la burguesía en contra de la “educación socialista”. Los estudiantes de derecho se van a paro en un movimiento donde participa el futuro fundador del PAN: Gómez Morín. Ésta lucha apuntaló la ruptura entre la UNAM y el gobierno. El movimiento estudiantil, tolerado desde la rectoría, logra la expulsión de Lombardo.
Pocos años después fue el mismo Trotsky el que desde la revista “Clave” explicó que no podía haber educación socialista, entendida como programa de gobierno en la educación, en un país capitalista. Explicó que “después de cinco años de ‘educación socialista’, está claro para todos la imposibilidad de que exista tal educación mientras las bases económica, social y política de las sociedad sean las del régimen burgués. En México se dio el caso de una educación ‘socialista’ consagrada jurídicamente. Toda la realidad social la hizo imposible: propiedad capitalista, estado burgués, proletario miserable y hambriento; millones y millones de campesinos sin pan sumidos en el atraso feudal más completo; gran penetración e influencia imperialista; y como única base la ilusión de la pequeña burguesía radical, que para compensar, aunque fuera subjetivamente esta situación y su incapacidad para tomar caminos revolucionarios, creyó descubrir una nueva ruta hacia el socialismo, que debía ser realizado gradualmente por medio de la escuela”8.
Trotsky sostuvo que a la par que la vanguardia del movimiento obrero debía defender el artículo tercero de la constitución frente a la reacción de derecha que se desgañitaba contra la “educación socialista”, debía tener claridad sobre la imposibilidad de realizar la educación socialista en un mar de atraso y explotación capitalista. En lugar de desviar la atención por imponer una falsa “educación socialista” los trabajadores debían luchar por realizar la revolución socialista derrocando el capitalismo. Hablar de educación socialista en un contexto de atraso y crisis sólo serviría para desprestigiar al socialismo a ojos de las masas. Un régimen socialista ya se ocuparía de impulsar la educación pública con nuevos criterios de beneficio colectivo, pero sólo un sectario doctrinario podría pensar que en las universidades del futuro socialista sólo se impartiría el “materialismo histórico” y no el conjunto de conquistas culturales de la humanidad.
Paladín del Frente Popular estalinista
A principios de 1935, visita la URSS adoptando todo el “bagaje teórico” estalinista especialmente el frentepopulismo y la colaboración de clases para “evitar el fascismo”. Es uno de los principales impulsores de la “Unidad a toda costa” y el “fin de la lucha de clases”. Califica a Dimitrov, agente de Stalin, como “líder verdadero, escrutador del futuro”, que habla “desde aquellas alturas que sólo los auténticos reformadores pueden alcanzar”9. Su “marxismo” no es más que una careta para capitalizar el prestigio de la revolución rusa en favor de una política de reformismo nacionalista vulgar. Es conocido que desde entonces se convierte en un agente a sueldo del gobierno stalinista y aunque se mantendrá hostil al Partido Comunista, su competencia dentro del movimiento obrero- será junto con éste la segunda cabeza del estalinismo en México. “Hoy es de dominio público que Lombardo Toledano recibía dinero de Moscú, a través de la comunista neoyorkina: Katy Harris”.10
La “teoría” del Frente Popular estalinista no era más que un refrito del menchevismo que Lenin combatió durante gran parte de su vida política. Los bolcheviques surgieron como grupo en oposición al menchevismo. Mientras la revolución de octubre triunfa bajo la dirección del proletariado y a pesar de la resistencia de los mencheviques que sostenían que, ante las reformas burguesas pendientes (como independencia nacional, democracia formal, etcétera) la dirección política correspondía a la burguesía. Stalin va a justificar sus pactos con las “democracias” occidentales con la necesidad de formar un frente con la inexistente burguesía “progresista” para frenar al fascismo. Lo que en realidad intenta frenar Stalin no es al fascismo sino a la revolución que teme como buen burócrata. En este frente los obreros forman una masa dirigida por la burguesía, dejando la revolución socialista en un futuro indeterminado y facilitando en los hechos el triunfo de Franco y Hitler, así como el estallamiento de la Segunda Guerra Mundial.
Va a ser esta caricatura monstruosa de “marxismo” todo el bagaje “teórico” de Lombardo Toledano. La aplicación de esta nefasta “teoría” en México hecha por Lombardo significaba que quien debía encabezar el Frente Popular era el PRI y el presidente en turno, la revolución socialista es imposible bajo la dirección del proletariado por la cercanía y poderío de los Estados Unidos, la lucha de clases no aplica en países coloniales como México por la necesidad de la alianza con una supuesta burguesía progresista, ante “la amenaza del fascismo” es necesario un “frente amplio” de “todas las fuerzas progresistas” incluidos los empresarios nacionales. Y la única vía para el socialismo pasaba por apoyar y presionar desde la izquierda a los gobiernos emanados del PRI. Este programa de traición al proletariado lo sostendrá Lombardo hasta el absurdo y a pesar de gobiernos nefastos como los de Miguel Alemán y Díaz Ordaz.
Cumpliendo el miserable papel de agente pagado de Stalin, juega un rol clave en el linchamiento público de la figura de Trotsky en México, preparando el terreno moral, desde su periódico “Futuro”, para el asesinato de Trotsky. Frente a la virulencia de los ataques y calumnias groseras de la prensa estalinista, Futuro, El Popular y La Voz de México, Trotsky afirmó a principios de 1940: “Por los visto los periodistas están a punto de cambiar la pluma por la ametralladora”.11 Trotsky tuvo la oportunidad de definir políticamente a Lombardo como un infiltrado de la clase media dentro del movimiento obrero y explicar la base social de sus diferencias con el PCM, a pesar de compartir la misma base “teórica”: “La base material de la política conservadora estalinsta se encuentra en Rusia. Lombardo se encuentra en los estratos sociales mexicanos intercalados entre la burguesía y el proletariado”.12
En otra parte Trotsky escribió: “Yo nunca pensé en polemizar con lacayos, cuando tenía que enfrentarme a sus amos. El secretario de la confederación sindical, Lombardo Toledano, adoptó una posición absolutamente indigna. Abogado, aficionado en política, alejado del proletariado y la revolución, este señor había ido a Moscú en 1935, de donde volvió como “amigo” de la URSS, desinteresado, según pretende. El informe de Dimitrov en su VII Congreso de la Internacional Comunista sobre la política de los “frentes populares”, un documento revelador de una especie de torpeza en teoría y en política, fue igualado por Toledano al… Manifiesto Comunista. Desde mi llegada a México, este señor me calumnia con una desfachatez tanto más grande cuanto que cuenta con la impunidad, en razón de compromiso que adopté de no mezclarme en lo absoluto en los asuntos del país. Los mencheviques rusos fueron verdaderos caballeros en comparación con estos arribistas, en cierto modo enamorados de sí mismos”.13
Lombardo se opone a la candidatura de Francisco J. Múgica —luchador social quien era el candidato natural para quienes querían profundizar los aspectos radicales del gobierno cardenista— acusándolo de ser “el candidato de Trotsky”. El papel de Lombardo fue funesto pues, junto a la derecha, el rechazo de la CTM a la candidatura de Múgica resulta uno de los factores clave para entender quién sucedió a Cárdenas en el gobierno. En su lugar Lombardo apoya al moderado Ávila Camacho, los desastrosos resultados de esto no necesitan mayores comentarios.
La cooptación de la CTM
La fundación de la CTM, el 26 de febrero de 1936, se dio en un contexto de huelgas importantes, hasta de siete meses de duración: los tranviarios en la Ciudad de México, los electricistas en Tampico, huelga general en Puebla, la fábrica “Atlas” en San Luis Potosí, la de los mineros de Cananea y Guanajuato, la de la fábrica de papel “San Rafael” y otras. Inicialmente la conformación de la CTM responde a un genuino intento de unidad de la clase obrera, donde los comunistas obtienen un papel importante. Un integrante del PCM, Miguel Ángel Velazco, gana la Secretaria de Organización frente al oficialista Fidel Velázquez. En un operativo para acabar con la influencia de el Partido Comunista en la CTM los agentes de Stalin —especialmente enviados para tal fin y para organizar el asesinato de Trotsky— impulsan la renuncia de los comunistas a los puestos dirigentes de la CTM, dejando a esta organización en manos de Lombardo y los llamados 7 lobitos quienes había disuelto la oficialista CGOCM en la CTM. Lombardo juega un papel clave en la expulsión de comunistas de la CTM durante 1937, a pesar de las protestas de sindicatos como el SME. La corporativización de la CTM, su integración al estado burgués, va a ser de gran trascendencia histórica: explica en gran medida la estabilización del régimen priísta durante muchos años. El papel de dirigentes corruptos como Lombardo y la claudicación del PCM fueron factores clave en este proceso.
Utilizando la plataforma de la CTM y su influencia entre el movimiento sindical en México Lombardo se hace Secretario General a perpetuidad de la Confederación de trabajadores de América Latina (desde 1938 a 1963), integrante del consejo de administración de la Organización Mundial del Trabajo (OIT) y vicepresidente de la Confederación Sindical Mundial (1945-1968).
Debajo de la costra de su radicalismo verbal se encuentra un conservadurismo cobarde. De hecho, mientras el pueblo mexicano va a recibir el anuncio de la expropiación petrolera con júbilo y manifestaciones masivas, Lombardo la recibe con aprehensión y temor de una posible invasión estadounidense.
El 18 de marzo de 1938 el presidente Cárdenas solicitó la presencia de la dirigencia de la CTM y del Sindicato de Trabajadores Petroleros, Lombardo y Juan Gray, allí se les pidió su parecer ante la decisión presidencial de expropiar la industria petrolera. Lombardo afirmó a uno de los funcionarios del gobierno, Raúl Castellano, que “la solución era sumamente peligrosa y que creía que no era conveniente llegar a ese extremo. Bastaría con una ocupación temporal de sus bienes”14. Lombardo regresó tan nervioso a las oficinas de la CTM que incluso motivó las burlas entre los sindicatos afiliados. Si fuera por Lombardo la expropiación petrolera de Cárdenas jamás hubiera existido. Pero una vez que la expropiación petrolera fue un hecho consumado, la CTM y Lombardo se sumaron a las manifestaciones de apoyo.
Lombardo sostenía la idea de que era necesario apoyar los pasos progresistas del gobierno, presionarlos desde la izquierda y desde el interior del Frente Popular. El propio Trotsky salió en defensa, desde la revista Clave, de la expropiación petrolera. Pero había una diferencia fundamental: el apoyo de Lombardo era el de un aliado incondicional que acepta la hegemonía de la burguesía, poniendo al proletariado a remolque de ésta. Trotsky apoyó la medida progresista de Cárdenas desde un punto de vista de independencia de clase con el objetivo de contribuir a la organización autónoma del proletariado, utilizando la coyuntura de la expropiación como un escalón en ese camino. Son dos políticas, tácticas y estrategias totalmente diferentes que sólo superficialmente se parecen.
El camino al “socialismo” es el PRI
En 1938 Lombardo —aprovechando el impulso educativo del gobierno de Cárdenas y la creación del IPN— funda la Universidad Obrera. También en este año participa en la fundación del Partido de la Revolución Mexicana (PRM) -antecesor del PRI- donde desde la tribuna defiende la integración de los sectores obrero y campesino al aparto oficial: “Dos son las ideas fundamentales que la clase trabajadora desea ver presidiendo el estatuto del nuevo Partido de la Revolución: primero la alianza de los sectores revolucionarios de México de una manera permanente, alta y digna, primer postulado. No quiere el proletariado que el nuevo Partido de la Revolución sea un Partido sectario, un Partido exclusivamente para beneficio de los obreros. Quiere el proletariado que el nuevo Partido sea un Partido para todo el pueblo de nuestro país, para los obreros, para los campesinos, para los trabajadores manuales, para los trabajadores intelectuales, para los miembros del Ejército, para las mujeres, para los jóvenes, para todo el pueblo de México”15.
Cuando la tarea de corromper totalmente a la dirección de la CTM fue lograda, el discurso “radical” de Lombardo se vuelve incómodo para el gobierno de Ávila Camacho. Lombardo el purgador de comunistas es expulsado por “radical”, presa de sus propios métodos burocráticos. Como una estrategia para hacer presión y mantener su presencia dentro de la CTM convoca en 1947 a una “mesa de marxistas mexicanos” que genera gran interés entre muchos activistas de izquierda que buscan una alternativa radical frente a la deriva derechista del gobierno y frente a la oleada de expulsiones en el PCM que habían reducido al partido casi a la extinción.
En esta mesa Lombardo está a la derecha. Todos los participantes son estalinistas de hueso colorado -pues los únicos que no pueden participar ni son invitados son los “trotskofascistas”. Personajes como Hernán Laborde o Valentín Campa hacen una lectura a la izquierda del propio estalinismo, sosteniendo que es necesaria la movilización del proletariado e incluso que el proletariado debía encabezar las etapas finales de la revolución. Lombardo, por su parte, interpreta el estalinismo desde la derecha. Es cierto, Campa y Laborde son tan estalinistas como Lombardo pero al menos los primeros tenían vínculos verdaderos con el movimiento obrero combativo y a pesar de sus muchos errores fueron militantes honestos, expulsados del PCM.
Lombardo sostiene “el fin de la lucha de clases” pues “los productores nacionales son aliados de la clase obrera”16 y como el gobierno priísta es el que encabeza esa alianza interclasista hay que evitar atacar al gobierno en su conjunto. Sería un chiste si no fuera un asunto serio, pero el frentepopulismo de Lombardo incluía la increíble idea de que la vía al socialismo en México pasaba por el apoyo a los gobiernos del PRI. Sólo cabía criticar a las fuerzas reaccionarias internas del gobierno y del partido que contrariaban las intenciones presidenciales.
Lombardo utiliza esta mesa y su influencia entre el aparato de la CTM para crear su propio partido, el Partido Popular que reivindica la “teoría” del Frente Popular estalinista, el “nacionalismo revolucionario” y una serie de reformas democráticas. Refundado como el Partido Popular Socialista (PPS) en 1960, será uno de los primeros “partidos satélite” del PRI que a cambio de su apoyo negociará puestos públicos y curules. El programa del PPS no menciona el marxismo ni al socialismo en absoluto -en 1960 adopta la teoría del “marxismo-leninismo”, pero aboga por crear un capitalismo de estado con reformas para las masas, es decir, otro PRI fuera del PRI.
Pero “a pesar de las expansiones patrióticas de Lombardo y su cautelosa manera de criticar al PRI, éste y sus afiliados sectoriales, especialmente la CTM, no veían con buenos ojos al nuevo Partido (…) lo veía como una amenaza a sus redes de patrocinio y las de sus organizaciones de masas y como un vehículo personal de poder para Lombardo”.17 Aunque la dirección del PPS es totalmente burocrática y reformista -una versión estalinista del PRI- entre sus bases existen trabajadores, campesinos y sobre todo jóvenes estudiantes que aspiraban a una transformación revolucionaria y se tomaban en serio la retórica radical y nacionalista de Lombardo. Al ser defraudados de la dirección algunos de estos jóvenes y maestros impulsarán, en 1965, el asalto al Cuartel Madera en Chihuahua, evento casi fundacional del movimiento guerrillero contemporáneo. Como Lenin afirmó: los pecados del reformismo se pagan con el ultraizquierdismo.
En 1950 encabeza una importante huelga minera en Nueva Rosita, intentando siempre mantenerla en los límites reivindicativos y evitando la unificación de un movimiento más amplio. Ante el apoyo masivo de la comunidad ante la huelga, impulsa una marcha a la Ciudad de México para sacar al movimiento de su epicentro y limitarlo a una mesa con el “gobierno amigo”18. El “gobierno amigo” disuelve la marcha a culatazos.
No satisfecho con haber apoyado a Ávila Camacho, también apoya la candidatura de Miguel Alemán al que el propio Lombardo apodó “el cachorro de la revolución”… y no lo decía en broma. “En el frente electoral, el PPS volvió la espalda a su experimento tentativo de 1954 de apoyar a un candidato presidencial no priísta. En cambio, el PPS apoyó a Gustavo Díaz Ordaz, el candidato del PRI en las elecciones de 1964; acrecentó su retórica anticomunista y atacó al Frente Electoral del Pueblo y a la Central Campesina Independiente como frentes dependientes del PCM. En la elección de 1964 fue recompensado por su lealtad con una representación parlamentaria mayor (y avanzó de uno a diez diputados) según el nuevo esquema de representación proporcional introducido por el gobierno de López Mateos”19. Es diputado del PPS en 1964 y 1967.
Por su enfermizo apoyo a los gobiernos priístas el prestigio de Lombardo se va diluyendo. Del PPS se decía que era el partido “ni, ni, ni” porque no era ni partido, ni popular, ni mucho menos socialista. El Partido siempre fue manejado de manera burocrática y vertical por el propio Lombardo: “entre septiembre de 1947 y junio de 1948, por ejemplo, el Comité Coordinador Nacional del partido no se reunió ni una sola vez, y su aparato de toma de decisiones apenas funcionó durante toda la década de los cincuenta”20.
Inicialmente el partido logró atraer a algunas figuras de izquierda de peso como Revueltas, Diego Rivera, Narciso Bassols y Víctor Manuel Villaseñor. Pero incluso estos terminaron renunciando al partido “por la negativa de Lombardo a criticarla contrarrevolución de Alemán en la reforma agraria y ante la débil respuesta del partido tras el fraude electoral cometido en las elecciones de diputados y senadores de 1949”21.
Revueltas sostendrá al final de su vida que “en términos históricos y globales Lombardo nunca ha sido otra cosa que un enlace entre la burguesía para mediatizar a la clase obrera e impedir su independencia de un modo perfectamente consciente. Nos dejamos engañar por su lenguaje marxista (…) fue un error de apreciación muy serio”22. Su aura de revolucionario termina por diluirse tras su actitud frente a movimientos como el ferrocarrilero y el estudiantil de 1968, movimiento que es ferozmente condenado por Lombardo. Apodos como Lombardo “Atoledando” se hacen populares y conocidos dentro del movimiento e incluso en la población en general. Lombardo muere el 16 de noviembre de 1968, poco después de la masacre de estudiantes en Tlatelolco.
Conclusión
Lombardo se decía “marxista, no comunista” aunque de ambas partes de esa definición contradictoria sólo era cierta la segunda: nunca fue comunista es cierto, pero fue falso que haya sido marxista verdaderamente. Como figura política Lombardo es ya una figura semiolvidada y que pocos reivindican. Pero como fenómeno social, su práctica oportunista entre las burocracias sindicales y partidarias en la izquierda sigue viva y por ello creemos importante haber hecho un recuento de su vida política. Desde un punto de vista teórico Lombardo fue una nulidad repleta de absurdos, pero fue un personaje que pudo encumbrarse como principal dirigente obrero durante todo un periodo no sólo gracias al apoyo oficial sino al enorme vacío de dirección que dejó al proletariado “sin cabeza”, descabezado por la estalinización del PCM, las terribles consecuencias del frentepopulismo y el poder sin control de las burocracias charras de las que el mismo Lombardo fue parte desde el comienzo de su integración al movimiento sindical. El “lombardismo” está tan muerto como movimiento político, como el propio PPS de vergonzosa memoria; pero sigue vigente la influencia en el movimiento de izquierda del “nacionalismo revolucionario” que promueve la alianza interclasista con un inexistente empresariado “progresista” y “socialmente responsable”. Es verdad que esta corriente en la actualidad ya no reivindica ni al marxismo ni al socialismo, pero es que en el fondo Lombardo tampoco lo hizo nunca. La diferencia es más aparente que real.
No podemos negar que en esta corriente han existido luchadores honestos con vínculos con las masas como lo fue el propio Lázaro Cárdenas, Francisco J. Múgica o, dentro del movimiento obrero, personajes como Rafael Galván, e incluso podríamos agregar al presidente AMLO. No creemos que Lombardo haya sido un personaje honesto como aquéllos, pero independientemente de la honestidad personal es el “nacionalismo revolucionario” en sí mismo el que es incapaz de superar los límites del modo de producción capitalista y cumplir con sus propias promesas democráticas.
Si los trabajadores queremos retomar el camino de la revolución socialista —el único camino que creemos posible— debemos empezar por trazar una clara línea de demarcación con esa corriente que fue funcional a los gobiernos priístas durante muchos años y que no es una herramienta teórica útil al movimiento proletario. Las demandas democráticas implícitas en el nacionalismo revolucionario —independencia nacional, soberanía energética, por ejemplo— son, para los marxistas auténticos, demandas de transición que sólo pueden cumplirse como parte de un programa socialista y bajo la hegemonía política del proletariado revolucionario al frente de todos los sectores explotados de la población.
1 Citado en: Olivia Gall, Trotsky en México, México, Era, 1991, p. 134.
2 Ibid. p. 135.
3 Márquez Fuentes, Manuel; Rodríguez Araujo, Octavio; El partido comunista mexicano, México, El Caballito, 1973, p. 133.
4 Olivia Gall, Trotsky en México, México, Era, 1991, p. 136.
5 Márquez Fuentes, Manuel; Rodríguez Araujo, Octavio; El partido comunista mexicano, México, El Caballito, 1973, p. 141.
6 Ibid. p. 152.
7 Ibid. pp. 161-162.
8 Trotsky, “La reglamentación del artículo tercero constitucional”, artículo sin firma aparecido en Clave número 5: Trotsky, Escritos Latinoamericanos, Argentina, CEIP, 1999, pp. 251-252.
9 Citado en: Olivia Gall, Trotsky en México, México, Era, 1991, p. 141.
10 Esteban Volkov, en presentación del libro: Los gangsters de Stalin, México, Museo Casa León Trotsky, 2007, p. 8.
11 Ibidem.
12 Citado en: Olivia Gall, Trotsky en México, México, Era, 1991, p. 239.
13 Ibid. p. 170.
14 Gilly, Adolfo, El cardenismo, una utopía mexicana, México, Era, 2001, p. 57.
15 Citado en: https://www.memoriapoliticademexico.org/Biografias/LTV94.html
16 Carr, Barry; La izquierda mexicana a través del siglo XX, México, Era, 1996, p. 165.
17 Ibid. p. 203.
18 Rivera, Rubén; José Revueltas y la izquierda en México, México, Centro de Estudios Socialistas Karl Marx, 2014, p. 113.
19 Carr, Barry; La izquierda mexicana a través del siglo XX, México, Era, 1996, p. 257.
20 Ibid. p. 204.
21 Ibidem. p. 204.
22 Rivera, Rubén; José Revueltas y la izquierda en México, México, Centro de Estudios Socialistas Karl Marx, 2014, p. 86.