Al día de hoy se ha hablado mucho del movimiento en la UNAM. Movimiento que, como sabemos, tiene un origen nada cercano, pues lo que vemos ahora no es más que la continuidad de los grandes problemas que aquejan a la comunidad universitaria desde hace ya varios años. Desde el año 2019, la UNAM no ha dejado de tener movilizaciones activas por parte del alumnado. Recordando un poco, fue precisamente en ese año donde los movimientos feministas tomaron una fuerza relevante que ha crecido importantemente. Las condiciones de explotación y opresión presentes en el mundo y particularmente en Latinoamérica, han desencadenado una larga lista de movimientos de la clase obrera y sociales que igualmente tuvieron impacto dentro de la universidad y en todo nuestro país, como ondas expansivas. El movimiento por los derechos hacia la mujer que recorrió toda Latinoamérica, llegó a nuestro país con mayor fuerza el año pasado, casi junto con la pandemia del COVID-19. De esta manera la universidad se vio envuelta en este movimiento por las condiciones materiales que estaban presentes, de una u otra forma, en todo el mundo. Así, desde los últimos meses del año 2019 y con un mayor auge en los primeros del 2020, la comunidad estudiantil organizó varias tomas de planteles, paros indefinidos, marchas y una serie de procesos diversos en cada plantel, pero todos con el mismo lema: “alto al acoso en la UNAM”. También vale recordar el movimiento de profesores en algunos planteles del CCH en el año 2019, así como la constante problemática porril que aun daña a la comunidad. El movimiento ha tenido en varios momentos y el potencial para avanzar mucho más.
Hay causas que ameritan una lucha sin duda, como las fugas que hay en el presupuesto de parte de las autoridades y el aparato burocrático universitario, hay sueldos excesivamente altos y gastos no reportados, en síntesis, la gigantesca corrupción universitaria siempre existente. De igual manera, en algunos casos se mencionó cómo el aparato universitario es una máquina anti-democrática por excelencia, una organización vertical donde un pequeño grupo de “oligarcas” académicos conforman la cúpula universitaria que deciden todo sobre la UNAM, y que pasan por encima de los alumnos, profesores, trabajadores, empleados, auxiliares, es decir, por encima de quienes hacen funcionar a la UNAM. Cuestiones de esta índole, así como las precarias condiciones que se sufren en muchos planteles, los trabajadores y los estudiantes, fueron apenas mencionados en los recientes movimientos.
El que era no solo la “joya de la corona” sino que parecía ser la reina misma, era el movimiento feminista, el cual, por su principio de luchar “solo mujeres” terminó ahorcando al movimiento estudiantil, limitándolo únicamente a unos cuantos colectivos y excluyendo de la lucha a miles de estudiantes, así como a toda la comunidad de profesores y trabajadores. Después de todo el esfuerzo invertido, rectoría empujó la consigna de: “todo vuelve a la normalidad” y la tendencia sectaria del separatismo feminista les facilitó el camino.
Al día de hoy la UNAM no solo mantiene todos los problemas del acoso, sino, que ahora los demás problemas de la universidad y su aparato burocrático son más visibles que nunca. Un aparato que decidió dar inicio a un ciclo escolar en línea provocando hasta ahora miles de bajas de estudiantes, y miles más en camino. Hasta noviembre del año pasado, eran más de 7,000 los estudiantes que por las circunstancias y las negligencias universitarias, se dieron de baja. Actualmente la misma universidad prevé que este número aumentará a más de 72,000 estudiantes.
Hoy no solo se lamentan los casos de acoso, la violencia de género, las denuncias se han estancado, los miles de estudiantes afectados por las clases en línea, etc., Las autoridades en rectoría no han dado respuesta alguna al movimiento estudiantil, ignorándolo, difamándolo y con constantes intentos de engañar con comunicados poco creíbles, decidiendo iniciar como si nada el semestre en línea. También un problema antiguo sale a la luz en la UNAM. El profesorado, al que se le violan sus derechos laborales a niveles intolerables, levanta el puño. El profesorado es naturalmente un grupo poco movilizado, es normal que inicialmente sus demandas adquieran un carácter economicista y hasta individual, pero en el proceso de lucha el movimiento puede adquirir gran conciencia. Una medida inicial en este camino es la correcta búsqueda de la unidad que este movimiento está desarrollando. Las condiciones materiales del actual movimiento de profesores ya se han hablado anteriormente, no queda más que remarcar los constantes comunicados de la burocracia universitaria que buscan desinformar con las falsas aseveraciones de pago a casi la totalidad de la planta docente.
La máquina burocrática de la UNAM se da la libertad de lanzar estos comunicados, que obviamente están muy alejados de la realidad, al desconocer paros votados por asambleas estudiantiles, a seguir enarbolando el eslogan de “la UNAM no se detiene”, a seguir pagando salarios millonarios a los funcionarios, a tomar decisiones de manera antidemocrática que afectan a los estudiantes, maestros y trabajadores. Todo esto debido a que los movimientos no logran derribar a esta misma maquinaria. El actual movimiento de estudiantes y académicos, si bien sigue en pie, se ve día tras día debilitado por la pandemia y las clases en línea. La organización estudiantil está presente, no solo en la UNAM, sino en muchas escuelas del país, con grandes intentos de solidaridad, como son las asambleas interuniversitarias, sin embargo, hace falta el elemento aglutinador, el elemento natural donde los estudiantes se reúnen y organizan, los planteles, que debido a la pandemia se encuentran cerrados.
Por otra parte, se corre el riesgo que una vez que se les haya pagado a los profesores, éstos dejen automáticamente de luchar por sus derechos laborales, dificultando también el desarrollo del movimiento estudiantil. Pero esta lucha, incluso si temporalmente se desvanece, quedará marcada en la conciencia, pero lo correcto es que los sectores más conscientes del profesorado se mantengan organizados políticamente, preparándose para las futuras batallas. Las condiciones dadas por el capitalismo en crisis y las nulas respuestas por parte de las autoridades son más que idóneas para una movilización que haga retumbar hasta los cimientos a la universidad, pero, como lo planteo Lenin: “La revolución no se hace, sino que se organiza”.
El ¿Qué hacer? debe de ir enfocado una lucha conjunta, una lucha que deje de lado el sectarismo y punitivismo hoy presentes en la universidad. Toda la comunidad estudiantil debe de luchar con los métodos clásicos del movimiento estudiantil, como son las asambleas democráticas y libres, sin permitir que un pequeño grupo tome las decisiones, divida el movimiento, limite la participación o imponga los procesos para la toma de acciones. Estas deben de ser las bases para los futuros movimientos en la universidad, donde sea la gran mayoría la que decida sin restricción alguna para participar. Hoy los profesores de asignatura están luchando por sus sueldos, pero el deber es ir más allá, exigir basificación total, nivelación de horas, respeto a todos sus derechos laborales, etc.
Por consiguiente, las propuestas que se lanzan son:
- Luchar con los métodos tradicionales del movimiento estudiantil y de trabajadores, tal como son las asambleas amplias, unidad de trabajadores y estudiantes, la difusión en toda la universidad a través de volantes, la formación de brigadas con toda la comunidad, etc.
- La organización política de profesores, alumnos y trabajadores debe de ser de carácter permanente, a través de asambleas y comités que funjan como las mayores herramientas para la unificación en el movimiento.
- No limitar el movimiento a la UNAM, sino, establecer la vinculación con los profesores de otras universidades, como es el caso del IPN, la UAM, etc., que actualmente comienzan a movilizarse. Vincularse con estos profesores fortalecerá la lucha por los derechos docentes, que es la lucha por los derechos estudiantiles.
- Las demandas de los profesores de todas las universidades deben de ser uno de los pilares más importantes en el movimiento. Los profesores de asignatura actualmente están siendo atacados en sus derechos laborales, que se traducen en ataques a nuestros derechos como estudiantes. Pago total y completo a todos los profesores, basificación de toda la planta docente, nivelación de horas, respeto a contratos colectivos, etc., deberán ser nuestras consignas.
- No basta con señalar las exigencias de los profesores, trabajadores y alumnos, debemos emplazar directamente a las autoridades de la universidad para que dichas exigencias sean escuchadas y respondidas. Obligar a rectoría a cumplir con las demandas, impidiéndole dar respuestas huecas o proyectos a medias.
- Para lograr este emplazamiento es de suma importancia darle un carácter político y de clase a las asambleas interuniversitarias. Tenemos que llegar a acuerdos, resolutivos y una toma de decisiones claras por parte de toda la comunidad universitaria. Que las asambleas se sustenten en la movilización y sólida organización de la comunidad para que tomen el peso político que obligará a las autoridades a respetar los resultados de estas.
- Los órganos de lucha naturales de los trabajadores, los sindicatos, deben de encaminarse a su democratización completa para con ello marcar la lucha y exigencias de todos los trabajadores.
- Llamado a la unificación, no solo de las tres partes de la comunidad, estudiantes, maestros y trabajadores, sino, también con las comunidades de las demás universidades y el pueblo trabajador en su conjunto. Organizar un frente único para el movimiento estudiantil. No más movimientos separados ni divididos. El todo es mayor que la suma de sus partes. Todos los alumnos de cada facultad y escuela deben de impulsar el llamado a la unificación, que responda a las decisiones antidemocráticas de las autoridades que atentan contra los derechos de los estudiantes, trabajadores y la educación pública. Debemos exigir la recalendarización del semestre, dotar a la comunidad (sobre todo a los sectores más vulnerables económicamente) de las herramientas técnicas que necesitan, tener medidas de seguridad sanitaria para todos los estudiantes y profesores, exigir el cumplimiento de los derechos laborales de toda su planta docente, la basificación, la nivelación de horas, etc.
Estamos a unas semanas que el semestre termine y con ello inicien las vacaciones intersemestrales, en las cuales la maquinaria burocrática busca apagar todo el movimiento hoy persistente. No solo debemos impedir que rectoría apague el movimiento con el dedo pulgar, sino, debemos de tener ya previsto lo que se aproxima. El 2020 fue un año extraordinario, de eso no cabe duda, pero la crisis del capitalismo no se irá junto con la pandemia. Debemos sacar conclusiones, nos debemos preparar para el porvenir.
Como ya lo hemos dicho, la nueva reforma a la educación superior deja la puerta abierta a la privatización de ésta a esto debemos sumar los constantes ataques a la comunidad estudiantil, la violación de los derechos laborales, la agudización de la crisis económica que recae sobre la espalda de los trabajadores, los miles de desempleados, el crimen que sigue a la orden del día, etc. Todas estas condiciones adversas, creadas por el capitalismo, son las mayores señales que debemos de organizarnos en un frente único de trabajadores y estudiantes. No tenemos que limitar el movimiento a la UNAM, el frente que creemos debe contemplar, conforme a las condiciones materiales, un frente por igual en el IPN, en la UAM, etc., el movimiento estudiantil unido a los trabajadores tiene las condiciones para luchar en cada universidad. Es cuestión de organizarse políticamente.