Morena surgió de la necesidad de transformar el país en lo económico, político y social; en lo
económico buscaba reactivar la economía del campo y recuperar los sectores principales de
producción a manos del estado. En lo político, se buscaba limpiar la actividad política de la
corrupción, dejar de lucrar con la pobreza aplicando programas sociales con fines electorales, que
los altos funcionarios dejaran de vivir del presupuesto público con altos salarios y gastos de
representación extravagantes, en general acabar con la práctica política de agandalle y lucro
político. En el ámbito social, buscaba una revolución de las conciencias a través de una toma de
conciencia sobre la situación que se vivía y de la necesidad de salir a votar por Morena, dejar de
votar por el PRI, PAN, y sus aliados, es decir, por los mismos políticos de siempre, ya que,
representaban lo mismos fueran del partido que fueran.
De esta forma, Morena trabajó para formar un partido político diferente a los que existían,
queríamos construir un partido movimiento, concepto totalmente enterrado en la memoria, lo
cual significaba que se iba a dar cabida a todos los sectores sociales que estaban en lucha. Según
los estatutos de nuestro partido la dirección y candidaturas, se decidiría de manera democrática
mediante asambleas en las cuales elegiríamos a nuestros representantes ante el consejo y
congreso nacional y a los abanderados de nuestro partido. Además, novedosamente, cabía la
posibilidad de que las candidaturas podrían ser ocupadas por verdaderos luchadores sociales y
representantes de los trabajadores, campesinos, amas de casa, jóvenes, etc. Los cargos públicos
emanados de morena iban a ser cargos de verdadera representación del pueblo y no serviles
lacayos de la oligarquía.
Es así como, el rápido ascenso de Morena en la preferencia electoral, así como su capacidad de
ganar elecciones a pocos años de estar conformado como partido, se debió principalmente a que
hubo una gran aceptación de lo que Morena ofrecía, es decir, la mayoría aceptaba que era
necesario un cambio, que la política ya había llegado a un punto de saqueo y enriquecimiento de
varios presidentes, diputados, gobernadores, senadores, presidentes municipales, sin contar los
negocios y el desvío de recursos amparados en el poder.
Por otra parte, existía un hartazgo general provocado por la violencia y por la complicidad del
estado, el ejército y los medios de comunicación, con el crimen organizado y que nos sumían cada
vez más y más en un ambiente de inseguridad. El alza en los combustibles, gas, energía eléctrica,
los insumos básicos, frente a la precarización del trabajo y con ello de los salarios.
La falta de oportunidades para los jóvenes, el abandono de los adultos mayores, los esfuerzos de
las madres de familia y un montón de precariedades que los trabajadores mexicanos padecemos,
fueron un factor determinante para que en pocos años Morena ascendiera al poder con la
esperanza puesta en que las cosas iban a cambiar de raíz.
Sin embargo, ante la promesa de cambio, la burguesía nacional no permitiría que un gobierno le
quitara sus privilegios construidos a partir de la explotación y miseria del pueblo. Por lo mismo su
abierta oposición a que AMLO llegara al poder en 2006 y 2012, pero ante su inminente llegada en
2018, prefirió someter su gobierno antes que, el gran respaldo popular hacia él, representara una
auténtica amenaza. De esta manera, la burguesía nacional, permitió su arribo a la presidencia a cambio de dejarle espacios estratégicos en el gobierno que garantizaran que no se tocarían sus
intereses. ¡De ninguna manera le iban a dejar todo el poder!
De esta manera, se sacrificó al partido, permitiendo a los infiltrados de la burguesía, entrar a
Morena, incluso con el consentimiento de la mayoría de los militantes que hoy se quejan, todo a
cambio de la presidencia. Lo que no alcanzaron a ver en ese momento, era que con la propia
fuerza del pueblo AMLO podría llegar al poder sin la necesidad de pactar con la burguesía, y aún
hoy, se sigue sin confiar en la movilización de las masas.
A la dirigencia, la cúpula del partido, les queda el cascarón del partido que les va a servir para
seguir negociando candidaturas y ofertando cargos.
Para nadie es desconocido que atrás quedaron los ideales de un partido democrático, el partido
que busca democratizar al país, toma sus decisiones internas con base en una tómbola, encuesta,
o en las mesas de negociación de las cuales forma parte la Comisión Nacional de Elecciones. Esta
comisión, está integrada por Mario Delgado, Presidente; Citlalli Hernández, Secretaria General;
Esther Gómez, Secretaria de la Diversidad Sexual; Carlos Evangelista, Secretario de Combate a la
Corrupción, todos miembros del Comité Ejecutivo Nacional; y Alejandro Peña, Senador.
La principal tarea durante este periodo de la Comisión, es definir los criterios y perfiles que van a
encabezar las candidaturas para el proceso electoral 2021, que de acuerdo con el Instituto
Nacional Electoral (INE), se renovará la Cámara de Diputados; 15 gubernaturas; 30 congresos
locales; mil 900 ayuntamientos y juntas municipales.
En este proceso va a participar Morena, como partido en el poder, y de esta elección depende que
el gobierno de López Obrador continúe con su propósito, ya que, necesita garantizar la mayoría en
la cámara de diputados y en 2022 ganar la consulta sobre revocación de mandato. Es por eso que
una vez más es necesario garantizar estas posiciones y sacrificar otras. Nos encontramos en un
panorama muy desalentador para las bases, pues el proceso no ha sido para nada democrático, se
ha excluido a las bases de las decisiones y se ha aceptado como precandidatos (y ahora
candidatos) a muchos personajes muy cuestionables.
Para el caso de diputados por el principio de mayoría, se ha dejado de lado la posibilidad de ser
ratificados por asamblea distrital o consejo estatal para ser incluidos en la encuesta. Por el
contrario, se abrió una convocatoria en la que cualquier militante o simpatizante podía registrarse
como aspirante a una diputación federal, posteriormente los perfiles serían analizados y
seleccionados por la Comisión para incluirlos en una terna de 4 propuestas, mismas que pasarían a
una encuesta representativa para conocer el perfil más conocido y este convertirse en el
candidato.
En el caso de las listas de plurinominales, las asambleas distritales no se pudieron reunir para
seleccionar 5 propuestas hombres y 5 propuestas mujeres, para integrar la tómbola mediante la
cual, según el estatuto, se seleccionaría la lista de plurinominales. En su lugar se convocó a
registrarse a todos los militantes y simpatizantes para participar en una tómbola para seleccionar
al azar a quienes integrarían las listas plurinominales. Pero nada más engañoso, pues al final los
primeros lugares de dichas listas han sido reservados para los fines más convenientes de la
Comisión.
En el caso de las gubernaturas y municipios, se aceptó los registros de simpatizantes y militantes,
sin consultar a los consejos estatales, sin fomentar el consenso y apostándole a una mera
popularidad del personaje. Si es conocido o no, no es factor determinante para un buen gobierno.
Sin duda el caso de Félix Salgado, fue una demostración de que prevalecen los acuerdos por
encima de la voluntad de las bases, pues a pesar del amplio rechazo para que ocupara la
candidatura, se demostró que el acuerdo que lo impulsa es más conveniente de cumplir.
A los militantes de Morena que participamos activamente en su formación y la construcción nos
queda la experiencia de haber formado un partido político con las características de Morena, un
partido del pueblo, con demandas de cambio y transformación, y formado desde las bases sin un
interés más que construir el cambio. Mismo que hoy ha sido traicionado.
Ante esta situación, a los militantes nos queda aprender de nuestra experiencia para formar un
partido de clase y revolucionario, es decir, formado por los trabajadores y con un programa claro
de transformación y de lucha por la cuarta república, que para llevar la plena justicia al pueblo
debe ser una república socialista, que represente nuestros intereses y que esté dirigido por
auténticos cuadros políticos que defiendan los intereses de las clases explotadas.