El capitalismo es horror sin fin
La situación es extremadamente grave, los medios de comunicación -dejando de lado el amarillismo- lo están diciendo, López Gatell, Claudia Sheinbaum y todos los que están al frente de la política de la Ciudad de México saben que estamos en una situación muy complicada. Basta ver las redes sociales para darnos cuenta de que diario están muriendo personas cercanas, conocidos, camaradas, amigos. La Ciudad de México es el epicentro del contagio, aunque por lo menos 15 estados más están en una situación crítica.
Las perspectivas del gobierno sobre las muertes por el Covid-19, han ido rebasándose de forma paulatina. El primer pronóstico fue planteado por el Subsecretario de Salud, al inicio de la pandemia, declarando que se esperaban 35 mil muertes. A mediados del mes de julio ya se tenían más de 36 mil. Luego el Instituto de Métrica y Evaluación de Salud, ubicado en la Universidad de Washington, planteo que se podría llegar a en noviembre a los 97 mil muertos, sin embargo, ya para esas fechas la cifra de letalidad pasaba los 103 mil. Sin embargo, dos meses después la cifra se ha elevado a 137 mil muertos y contando.
“La vacuna está llegando tarde”, dice Ricardo Raphael, en su artículo del lunes en El Universal. Está claro que todo celebramos que se comience la vacunación masiva a los médicos y adultos mayores. Pero si nos ceñimos a los planes del gobierno, para terminar de vacunar a los ancianos, tendremos que esperar hasta finales de marzo, dos meses más. Si no se frena el ritmo de contagio y muertes, seguramente para esa fecha vamos a rondar los 200 mil muertos.
No pretendemos replicar las críticas de la derecha, que están utilizando esta desgracia para atacar al gobierno, en un claro intento de desgastarlo para recuperar su posición política en las siguientes elecciones. Tenemos que recordar que mucho de lo que hoy estamos sufriendo se los debemos a ellos, privatizando y socavando el sistema de seguridad social pública, hicieron caer los niveles de vida hasta su mínimo, embrutecieron a la sociedad en medio de la pobreza y la ignorancia, etc.
Pero lo que sí tenemos que decir, y ahora es muy claro, es que las medidas de pequeñas reformas que está implementando el gobierno, son totalmente insuficientes para hacerle frente a este periodo. Es cierto que hay un incremento histórico al gasto en salud. Lejos de lo que venían haciendo los diferentes gobiernos del PRI y el PAN, AMLO ha invertido y comprado ventiladores y camas, ahora se está garantizando la vacuna universal y gratuita, esto sería impensable en un gobierno de la derecha. Pero esto no ha sido suficiente.
Más de un millón de personas se han contagiado de Covid-19, somos el país con más muertes por contagio en el mundo, la situación ahora mismo es dramática, las muertes se cuentan por decenas de miles y van a seguir. Se han dado informes donde se dice que el grupo de los muertos han sido en el rango de edad de 40 a 60. Las personas de esta edad van a terminar de ser vacunadas hasta mediados de año.
Tenemos que preguntarnos ¿por qué las personas de este rango de edad están siendo tan castigadas por la enfermedad? La respuesta es sencilla; es gente mal alimentada, con enfermedades crónicas como la diabetes o la hipertensión y porque son las de edad productiva. Seguramente que los rangos de menos edad se han contagiado más, pero como sus cuerpos no están tan dañados, pueden resistir mejor.
Los llamados que ha hecho el gobierno “a quedarse en casa” no están siendo atendidos. Es cierto que una buena parte de los adolescentes andan en la calle sin cuidarse mucho. Pero no están ahí por gusto. No prestan mucha atención porque la enfermedad no les da muy duro, si acaso los efectos de una gripa, pero han salido a las calles a buscarse la vida. Creo que todo mundo sabe que estamos en medio de una de las crisis más duras del capitalismo, la situación económica en las casas no es buena, a pesar de los apoyos del gobierno, no hay forma de solucionar las necesidades. La juventud está siendo la carne de explotación preferida por cadenas comerciales, por trabajos precarios, por la economía informal, etc.
¿Se le puede reprochar a los jóvenes trabajadores que salgan a laborar para aliviar las penas de la familia? No.
La misma situación es para el resto de los trabajadores que tienen que andar en el metro abarrotado, en el transporte público donde no existe la sana distancia. Parecen absurdos los llamados que hace Claudia Sheinbaum para no hacer fiestas, “porque ahí se da la mayoría de los contagios”, cuando vemos imágenes de cómo van los camiones o el metro.
Las familias obreras tienen que escoger, o se resguardan para no contagiarse y contagiar a los demás o comer. Se tiene que pagar una de las tarifas más caras de internet para que los hijos puedan cursar la escuela, se tiene que pagar impuestos, renta, agua, luz, etc. Por eso es que el gobierno solo hace llamados a la voluntad y apela a la conciencia. No es que la clase obrera no sea consciente, es que la conciencia no da de comer a la familia.
El gobierno Federal y local deberían de tomar medidas audaces frente a la emergencia. Estas medidas implican romper la dinámica del capital, es decir, contraponer la vida o el dinero.
Esto es lo que está sobre la mesa. La burguesía nacional sabe perfectamente que sus empresas y negocios no se pueden parar, porque sus ganancias disminuyen. Por eso es que, Carlos Slim, Los Salinas Pliego y demás multimillonarios presionan para que sus trabajadores no falten, para ellos la mano de obra es desechable, si alguien se contagia y muere, no hay mayor problema, hay 100 más para remplazarle.
El gobierno tiene que romper esa dinámica. Sí ya se tenía proyecciones de una segunda ola ¿por qué no se cerró desde antes todos los negocios del centro histórico, se prohibió que los hoteles funcionaran o para que se dejó las tiendas abiertas en el “buen fin”? La respuesta es clara, el gobierno también ha puesto por encima el interés económico que la salud de la gente.
Nos podrían preguntar ¿pero entonces que se puede hacer? Nosotros respondemos. Si el contagio se da en las multitudes y en espacios cerrados, y la única forma de frenarlo es que todo mundo se quede en casa. El gobierno debería de resolver los aspectos que empuja a la gente a salir a la calle. Se deberían de cancelar el pago de alquileres, el pago de impuestos, los pagos de luz, agua, internet y gas doméstico. Todas aquellas empresas privadas que prestan servicio en estos rublos y se nieguen a dar la ayuda, deberían de ser expropiadas y puestas a funcionar bajo control democrático de voluntarios.
El gobierno debería de negarse a pagar la deuda externa. Con esa cantidad ingente de dinero -que es más que el presupuesto que se asigna este año a defensa, educación, salud y gasto social- se podría comprar alimento y medicamento para garantizar que la canasta básica llegue a las casas. Las grandes tiendas podrían pagar un impuesto de pandemia en especie donde se comprometan a poner el 40% de la canasta básica. Si las grandes cadenas comerciales como Walmart se niegan, también deberían de ser expropiadas.
Se deberían cobrar impuestos especiales a las grandes fortunas, del 30% de su riqueza, en este año de necesidades. Este dinero, junto con el ahorro del pago de la deuda, se podría incrementar las camas de hospitales y la creación de medicamentos y vacunas.
Las empresas privadas deberían de garantizar el 100% de salarios a sus trabajadores sin ir a laborar. De igual forma, se deberían abrir albergues para los sintecho. Los trabajadores de la salud deberían de ser basificados de forma inmediata y sus salarios incrementarse, eso es lo mínimo que se merecen.
El problema, para el gobierno, de llevar adelante esta política, es que violaría la sacrosanta propiedad privada, base del sistema capitalista. Pero estos son momentos definitorios. No sirven medias tintas. Si no se actúa de forma inmediata las muertes van a seguir. No podemos permitir más caídos de nuestra clase. Al final somos los trabajadores los que estamos poniendo el sufrimiento, la vida y la miseria para que unos parásitos sigan incrementando sus fortunas. Si el gobierno no actúa, quedará claro de qué lado está en momentos definitorios.
Por nuestra parte, los marxistas, tenemos que seguir organizados, incrementar nuestra fuerza, porque al final sabemos que esta crisis está sentando las bases para explosiones mayúsculas en el próximo periodo. Ya ahora vemos a sindicatos luchando contra los despidos, por el aumento salarial, por el respeto a los contratos colectivos. Únete a nosotros para incrementar nuestra fuerza e intervenir en la lucha de clases, únete a la lucha por el socialismo.