Mucho se ha dicho sobre la visita de AMLO a Trump en estos días. Los analistas de la burguesía dicen en los medios de comunicación que esta visita es un apoyo del gobierno mexicano a la reelección de Trump. Este análisis es compartido por una parte de la ultraizquierda, la cual agrega que toda la política racista de Trump es tolerada por el gobierno mexicano y que su servilismo no puede ser peor. Ambos análisis dejan de lado la verdadera razón por la cual se hace la visita: la dependencia de la economía mexicana con respecto a la americana; la necesidad que tiene el gobierno mexicano de afianzar, como una tabla de salvación, el nuevo tratado comercial y tratar de limar asperezas con el capital nacional e internacional para que se siga invirtiendo en el país.
El contexto
Todas las estimaciones que se vienen realizando por parte de instituciones bancarias nacionales y extranjeras van moviendo sus cifras a la baja de acuerdo con el crecimiento anual de la economía. La última estimación del Fondo Monetario Internacional es que la economía caerá este año en un 10%. Todos los resortes sobre los que se recarga la economía nacional están paralizados: el turismo, la exportación petrolera, la inversión extranjera, las exportaciones, etc. A pesar de esto, el gobierno mexicano ha dicho, una y otra vez, que se está superando la crisis, que lo peor ya pasó, que con los apoyos que da el gobierno la economía se va a recuperar. Todos estos sólo son buenos deseos, nada tiene que ver con la realidad.
Es cierto que la crisis económica se ha desatado por cuestiones que poco tiene que ver con la situación nacional. Es resultado de una crisis no resuelta en el 2018, de una sobreproducción sin precedente a escala mundial, de la avaricia por los grandes monopolios internacionales y las burguesías nacionales que han llevado hasta el límite el mercado. La globalización significa que ninguna economía del mundo puede sobrevivir sin las demás; es decir, están íntimamente unidas, y cualquier desajuste en ellas tiene repercusiones generales. La económica nacional depende en muchos sentidos de lo que sucede en Estados Unidos, y lo que sucede en el país del norte, a su vez impactará de forma directa a la economía nacional.
AMLO está intentando salvar la situación con una inversión masiva de parte del Estado en programas sociales. Su pensamiento y acción corresponde a lo que podríamos llamar una política keynesiana (la cual ubica el problema fundamental de la economía en la falta de consumo) y no en la sobreproducción. Las más de 20 millones de personas que reciben alguno de los programas sociales, que apoyan a más del 70% de las familias mexicanas, tiene el propósito de que haya liquidez para que las empresas sigan produciendo y el consumo no pare. Esto tiene una contra parte; el asunto de la producción (el invertir en tecnología y producir mercancías, explotando la mano de obra y los recursos naturales) está destinado a quedar en las manos del capital privado, es decir, el Estado está renunciando a la producción de la plusvalía, el excedente no pagado a los trabajadores que crea riqueza, para que la gran burguesía se beneficie. No sólo eso, el gobierno de AMLO se está esforzando por abrirle paso a sendos negocios para que estos capitales inviertan, el ejemplo más claro es el del tren Maya y el Tren Transístmico.
El proyecto de AMLO es pues, asegurar la reproducción capitalista y que el Estado sostenga esta producción sobre dos premisas: dar dinero a la gente pobre para que siga gastando y garantizar a la empresa privada que va a obtener jugosos beneficios si invierte. Aun así, éste esfuerzo es insuficiente para poder hacerle frente a la crisis capitalista, la más profunda en la historia reciente. Como dicen algunos analistas, la inversión del Estado en gasto social apenas es del 3 al 5% del PIB, esto no puede hacer frente a los boquetes que se están abriendo por la falta de inversión en el turismo o exportaciones.
¿Romper con la dependencia imperialista o acentuarla?
Como el proyecto de AMLO es el de rescatar al capitalismo y convertirlo, si se quiere, en un capitalismo moderno, independiente y democrático, omite cualquier idea que implique romper con este sistema de explotación y miseria. Entonces, tiene que agarrarse de cualquier tabla de salvación que pueda ayudar a salir del atolladero. Desde el comienzo de su gobierno se ha dicho que el problema de todos nuestros males está en la corrupción, el despilfarro y el neoliberalismo. El tema de la corrupción y despilfarro lo hemos tocado en otros artículos, pero valdría la pena tocar brevemente lo que significa la lucha contra el neoliberalismo y lo que omite.
Ciertamente el periodo neoliberal llevó hasta las últimas consecuencias las contradicciones del capitalismo, dentro de ellas el proceso de acumulación de capital. En estos momentos son 300 familias a nivel internacional quienes verdaderamente deciden qué debe o no hacerse en los diferentes países. En México son 30 familias de grandes burgueses los que acumulan casi el 65% de la riqueza nacional. Cuando hay un proceso de acumulación en un polo, necesariamente vemos una desacumulación o un crecimiento de la pobreza en el otro. Esto se puede ver, pues en el país hay más de 80 millones de pobres. Para intensificar este proceso se privatizaron las empresas estatales. El Estado actuó para cuidar los intereses del gran capital, pues se legislaron leyes para asegurar esto: se terminó con las prestaciones y los niveles de vida ganados por los trabajadores en otros periodos; se remataron los recursos naturales para que las grandes corporaciones, nacionales o extranjeras, se beneficiaran, etc.
La lucha contra el neoliberalismo que AMLO encabeza significa que el Estado no debe favorecer a la empresa privada, sino ver por los pobres.
Esto significa frenar la política de privatizaciones, desarrollar el mercado interno por medio de los apoyos del gobierno y mejorar el salario, y poner un freno al saqueo tan brutal de los recursos naturales. En suma, podemos decir que su planteamiento tiene algo de progresista, en el sentido que intenta que lo grotesco desaparezca y la explotación sea moderada. Pero en su lucha contra estos males ha olvidado algunos aspectos históricos que nos han postrado en el momento donde ahora nos encontramos. Se ha olvidado de los hechos históricos que han hecho del país, en primera, dependiente, y segunda, obediente de los designios del imperialismo.
México, al igual que todos los países atrasados, sufren ese rezago en términos económicos y políticos. No por una suerte de dios sino por el papel que juega en la economía mundial, un papel ex colonial, atrasado y dependiente. Las políticas económicas y sociales se han dictado, desde hace más de 100 años, por el imperialismo americano y los grandes monopolios internacionales. Estas dos fuerzas son las poseedoras de los grandes capitales bancarios, fondos de inversiones, fondos de retiros, producción y distribución de mercancías básicas. Controlan una buena parte del territorio y los recursos naturales. Este sector imperialista oligárquico es el que tiene el control económico del país. Aunque AMLO formalmente está en el gobierno, los que verdaderamente deciden son estos poderes fácticos.
Si AMLO quisiera luchar por un gobierno democrático e independiente, tendría que romper los vínculos de dependencia. Eso significaría retomar el control económico del país, que pasa por golpear los intereses económicos oligárquicos e imperialistas; sin embargo, esto no se plantea. Lo que sí se plantea, fue todo lo que dijo hoy en su discurso junto a Trump sobre el respeto al país, el trato justo y demás, que no son más que ideas que no se ajustan a la realidad. Como muestra podemos ver lo que ha sucedido con la política migratoria, con el combate a las drogas, incluso lo que se refiere al T-MEC, donde en cada ocasión vemos como el imperialismo fuerza una política a favor de sus intereses.
Por el contrario, una de las ideas fundamentales del gobierno de AMLO y de la visita a EEUU, es que él ve el seguir atado al imperialismo americano como un signo de desarrollo. Nosotros ya hemos tenido más de 30 años del TLC, y hemos visto como se a utilizado este tratado comercial. El imperialismo dicta las políticas económicas y el territorio nacional es utilizado para expandir maquilas, con bajos costos salariales, con recursos naturales bastos, con incentivos fiscales, etc. Esto es hoy lo que fue a ofrecer a EEUU. En esto no hay grandeza ni destreza, hay una idea de mantener el sometimiento y la dependencia.
El TLC trajo la destrucción del campo mexicano; migración en masa; el mercado en México recibió todo lo que les sobraba a los imperialistas americanos (que con eso exportaba su crisis de sobreproducción sobre las espaldas de los trabajadores nativos); se crearon cientos de maquiladoras que pagan un salario ridículo, etc. Este es el modelo que AMLO ahora quiere perpetrar con el nuevo T-MEC y los proyectos como el Tren Maya y el Tren Transístmico. Promete una circulación de mercancías más baratas, nuevas zonas de inversión para el asentamiento de maquilas, mano de obra barata, entre otras. Hoy dijo AMLO, parafraseando: para qué ir a gastar a otros países si lo puede hacer en México. Esto, lo único que va a acarrear es acentuar la dependencia al imperialismo, no hay otra forma de interpretarlo. Puede ser que, a mediano plazo, (a corto está descartado, no hay necesidad de inversión cuando hay sobreproducción), tenga algún impacto, pero no rompe la ancestral dependencia.
Limando asperezas
AMLO no fue solo al encuentro con Trump, se fue acompañado por la oligarquía mexicana. La misma que a sus espaldas financia campañas en su contra, la que lo desafía abiertamente con respecto a la pandemia (Salinas Pliego), la misma que no tiene ni un ápice de confianza en su gobierno, pero aprovechan cualquier oportunidad para fortalecer sus negocios. Parece un mal chiste, pero todo en la política tiene una lógica. Esa oligarquía que ha sufrido algunos reveces por el gobierno tiene que estar contenta, porque es parte de la estrategia de desarrollo. Entonces para reconciliar, qué mejor detalle que incluirlos en la cena de gala que ofrece el gobierno americano a la comitiva mexicana y a empresarios americanos. No hay mejor momento para una reconciliación. Buscar abrir negocios para estos burgueses mexicanos en EEUU, que estrechen colaboración con la burguesía americana, y que salgan en la foto con el presidente americano.
Esto es resultado de lo que ya hemos explicado más arriba. AMLO quiere un capitalismo próspero y democrático, lo cual implica que la oligarquía nacional intervenga: hay que mantenerla feliz. Aunque con una mano se le den algunos golpes, con la otra mano se le abren puertas para que siga ganando en sus negocios. Podríamos preguntarnos, ¿qué es lo que gana la juventud, los trabajadores, las mujeres, con esta política? La respuesta es NADA. El gobierno trata de maniobrar entre las clases para quedar bien con todos, pero esto es imposible, menos en medio de la crisis económica.
A pesar de este circo, la burguesía no va a dejar de intrigar contra el gobierno. Ellos son claros políticamente. Pueden mostrarse amistosos y aceptar lo que el gobierno de AMLO les ofrece, pero no lo quieren, no es de los suyos y no lo toleran, lo quieren echar. Esta “estrategia del gobierno” no va a servir para “ganar” a los empresarios. Va a tener unos días felices, pero esta “magia” va a terminar pronto y la realidad va a ser cruda.
¿Puede un país dependiente tener un trato justo y de iguales con el imperialismo?
Muchos compañeros de Morena, u otros más sin partido pero que apoyan a AMLO, están eufóricos por el discurso de hoy de AMLO frente a Trump. Ciertamente AMLO se mostró valiente. Sin embargo, hay una cosa que debería de pesar más que las palabras: los hechos. Como dice el dicho: “amor no son palabras sino acciones”. No podemos perder de vista lo que ha sucedido en estos dos últimos años con respecto a la participación del imperialismo americano en el país y lo que hoy dijo el presidente mexicano.
En campaña AMLO dijo, con respecto a la política migratoria, que él no usaría la fuerza para detener a los migrantes, que daría trabajo y paso libre para ellos en el territorio nacional. Unos días después Trump amenazó con poner aranceles de hasta el 25% a las mercancías mexicanas que entraran a los EEUU y la política del gobierno cambio drásticamente. Se movió al ejército y Guardia Nacional a la frontera sur del país y no se dejó pasar ni a dios. Si esto no es forzar al país a seguir la política imperialista, no sé qué es.
Lo mismo sucedió con respecto a la política del gobierno contra las drogas. Las primeras declaraciones de AMLO fueron: “no queremos balazos, sino abrazos”. Bajo esta idea se quería enfrentar al narco con una política de asistencia social y ataque a sus finanzas, para ir mermando su poder económico y su capacidad de reclutamiento. Después, el imperialismo se reunió con el gobierno mexicano y amenazaron con declarar a los cárteles grupos terroristas. La respuesta del gobierno fue la Conformación de la Guardia Nacional, legislar para que el ejército permaneciera en las calles, sacar más recursos para comprar armas y hacer frente a los cárteles con las armas en las manos.
Otro tanto tenemos con la firma del T-MEC. En este nuevo acuerdo se plantean cosas reaccionarias y que van en contra de la soberanía nacional, como el hecho de que, si hay un conflicto con una empresa trasnacional y el gobierno, no se resolverá el problema en tribunales nacionales, sino internacionales. Le roba la posibilidad de decidir sobre su propia soberanía al país. Esto fue aceptado. Lo mismo podemos decir con respecto a aceptar más componentes americanos para las armadoras mexicanas, etc. Este tratado implica un sometimiento claro y abierto, pero el gobierno nos lo vende como un triunfo y un avance.
México nunca ha sido tratado como un país independiente y soberano. El imperialismo siempre ha decidido sobre las políticas más trascendentales de la vida económica y social. No porque AMLO esté en el gobierno esto va a cambiar. Para romper esto, tenemos que conquistar nuestra independencia nacional, pero eso no se puede lograr en los márgenes del capitalismo. Este es uno de los puntos más flacos del gobierno de AMLO, donde no puede ocultar sus deficiencias. La alianza del gobierno mexicano, para lograr una independencia, tendría que ser con los trabajadores, campesinos, mujeres norteamericanas, que ahora están luchando contra el racismo y contra Trump, que luchan contra la política asesina.
La diplomacia es el arte de las mentiras, hoy hubo mucho de eso. Los dos presidentes fueron muy diplomáticos y ambos quieren engañar; uno diciendo que respetaba a México y otro diciendo que México es independiente y respetado. No necesitamos diplomacia sino política revolucionaria para buscar nuestra emancipación. Sólo una política revolucionaria y socialista dará a México y a los demás países la posibilidad de sacudirse del yugo imperialista, que reside en terminar con el capitalismo, no en un sólo país sino a nivel mundial.