Escrito por: Gustavo dos Passos
“El obrero es más pobre cuanta más riqueza produce, cuanto más crece su producción en potencia y en volumen. El trabajador se convierte en una mercancía tanto más barata cuantas más mercancías produce. La desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas…”
-Manuscritos económico-filosóficos de 1844/Karl Marx-
Una juventud cautiva
Una de las preocupaciones e inquietudes de la juventud mexicana (e internacional) es conocer la naturaleza del mundo al que se enfrentan, observando al mundo ya no desde los ojos de la inocencia de la niñez, si no, a partir del “cristal” de la madurez de la edad adulta. Claro está que este “cristal” viene determinado por las oportunidades que tienen los jóvenes para desarrollarse en la sociedad, que en muchos casos son escazas o simplemente no existen. Así, miles de jóvenes se ven envueltos en un sistema que no garantiza una oportunidad para acceder o concluir sus estudios a nivel bachillerato y superior, ni oportunidades de empleo que permitan su sana intervención en este: el Capitalismo arroja a millones de jóvenes a las fauces de la desesperanza, aniquilando sus más ondas aspiraciones, enfrentándolos a una realidad en la que la única forma de sobrevivir es resistir al desempleo, la precariedad laboral, salarios bajos y subcontratación. Aunado a eso, el clima de violencia de Estado en el que se encuentra sumergido el país desde hace décadas, que encuentra el más reciente escenario mediáticamente conocido en los asesinatos perpetrados por policías federales a pobladores de la comunidad de Nochixtlan en el estado de Oaxaca, las cuales han conmocionado al país entero y generado diversas movilizaciones en el país, en el marco de la lucha de los maestros de la CNTE contra la reforma educativa; en condiciones como estás donde no surge posibilidad alguna para la juventud, los datos estadísticos del gobierno tampoco muestran un panorama alentador:
En los resultados arrojados por el INEGI en su << Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo. Precisiones estadísticas. Primer trimestre de 2016. >> un total de 2,140,020 de la Población Económicamente Activa (PEA) se encuentran cesantes; 923,150 con escolaridad de educación Media Superior y Superior; 758,822 son jóvenes de 15 a 24 años de edad. Estás cifras revelan lo que muchos compañeros vivimos día a día: desempleo y nulas oportunidades educativas que nos permitan ser parte activa en esta sociedad. En una encuesta similar el gobierno federal informó que en los últimos 15 años “… los estudiantes egresados de las universidades públicas tardan de 4 a 6 años en encontrar un empleo estable, y muchos de ellos terminan en actividades económicas informales al no encontrar oportunidades de empleo que permitan su desarrollo profesional.” Debo recalcar que estas actividades económicas informales no garantizan la seguridad social que los trabajadores necesitan para salir adelante en un país como México, y lo que es más preocupante es que a partir de la reforma laboral promulgada en 2013 los empleos “formales” tampoco lo garantizan. También es necesario comentar que estas cifras del INEGI son confusas e ineficientes, ya que no mencionan el total de la población encuestada ni las regiones del país donde se aplicó está encuesta, en algunos casos los criterios para evaluar si un poblador es desempleado es que haya estado en esta condición por un tiempo mínimo un año (¡!). Es claro que el Estado sesga los datos reales para poder maquillar la realidad.
Sobre el desempleo: la demanda de hombres es lo que necesariamente regula la producción de hombres, como ocurre con cualquier otra mercancía…
No hace falta seguir revisando cifras estadísticas del gobierno para darse cuenta de la realidad nacional, en este sentido el desempleo es de los problemas fundamentales.
Miles de trabajadores salen todos los días, a los distintos centros de trabajo, a vender su tiempo, su vida. En muchos casos el pago recibido por el tiempo gastado en la fábrica o la oficina no alcanza para cubrir más allá de las necesidades más básicas: algo de comida para que la familia no se muera de hambre y hay que guardar un poco del salario para pagar el transporte y poder regresar al trabajo durante la siguiente semana, un poco para los gastos diarios (si alcanza, y sí no hay que buscarle…). El salario recibido por una jornada laboral mínima de 48 horas semanales está sujeto a la relación antagónica entre el dueño de la empresa y el trabajador, en la que necesariamente él que sale ganando es el dueño. Si a esto sumamos los distintos ataques a las conquistas logradas por los trabajadores como el derecho a servicios de salud (IMSS, ISSSTE, etc.) y el derecho a la educación pública y gratuita, el panorama se recrudece. Empleos precarizados; sin estabilidad o seguridad, sin prestaciones “de ley” como vacaciones y aguinaldo.
Sobre estas bases se construye el mercado laboral al que miles de trabajadores entran como un producto puesto a la venta, algunos tendrán la suerte de ser adquiridos, y cuando la oferta de esta mercancía es mayor a la demanda miles de trabajadores se ven condenados a la ruina “momentánea”: el desempleo. Mientras más desempleo haya los salarios serán más bajos, esta es la razón por la cual es imposible resolver el problema de empleo para todos dentro del capitalismo, para mantener salarios de hambre y brazos siempre dispuestos a venderse por migajas con tal de sobrevivir.
Y en este sentido la lucha del trabajador no solo es por conseguir medios para sobrevivir, sino también por conseguir un empleo que pueda cubrir el costo de la vida.
La juventud trabajadora se encuentra con esta realidad aberrante, de la cual muchas empresas se benefician. Tal es el caso de la empresa NEW DYNACAST S.A. de C.V.; ubicada en San Martín Obispo en el municipio mexiquense de Cuautitlán Izcalli, empresa del giro metal-mecánico la cual recibe mes con mes a unos 25 nuevos empleados los cuales oscilan entre los 18 y 23 años, ya que un criterio que utilizan es el de contratar a profesionistas recién egresados de escuelas técnicas y tecnológicas como CONALEP, CBTis y CECyTEM. Con un sueldo mensual de 3,200$ brutos los recién llegados están obligados a trabajar jornadas de 9 horas y rolar los 4 turnos estipulados por la empresa, con contratos de 1 a 3 meses sin prestaciones como seguridad social (IMSS) y criterios de renovación de los mismos que se asemejan a la explotación laboral del siglo XIX.
Como este hay muchos ejemplos más, donde se abusa abiertamente de la condición de necesidad de la clase trabajadora.
Uno de los factores que contribuyen a la precarización del trabajo y de los salarios es el alto número de desempleados: ¡No hay empleos, y los que hay no garantizan la reproducción de la vida!
Los caminos se cierran, el socialismo es nuestra única alternativa.
Debemos ser claros, bajo este sistema de explotación e injusticia, que condena a millones de personas en el mundo a la miseria y la muerte, la única alternativa es la lucha consiente y de manera organizada contra quienes nos despojan de los frutos de nuestro trabajo y nos roban la vida. Luchar para cambiar estas condiciones de oprobio, cambiarlas de raíz.
Destruir el viejo mundo y construir una sociedad económicamente justa, donde nuestro trabajo dignifique, no como lo es hoy donde la explotación laboral es la base de la miseria. Pero para esto es necesario organizarse desde las estructuras donde se agrupa la clase trabajadora (Sindicatos, Centrales obreras y campesinas, grupos mutualistas, etc.), democratizar estos espacios, y pasar de las reivindicaciones económicas y la lucha por mejores condiciones de trabajo a la lucha política por el poder gubernamental y el control de los medios de producción (fabricas, máquinas, materia prima, etc.), pasar por la abolición de la propiedad privada al establecimiento de un gobierno y un Estado de los trabajadores.
El capitalismo está ardiendo en llamas, de nosotras y nosotros depende rematarlo: esa es la tarea fundamental de la juventud.