A mi familia y familiares de Tierra Caliente, Guerrero.
Son muchos los personajes que participaron en el proceso de la Guerra de Independencia en nuestro país, la mayoría que conocemos o de los que se habla en las ceremonias fueron los que iniciaron la lucha armada, que cabe mencionar, murieron al poco tiempo de haber comenzado, por ejemplo, Miguel Hidalgo, fue capturado y asesinado a los 10 meses de iniciada la guerra por la independencia, Allende corrió con la misma suerte que Hidalgo, sin embargo, la lucha se postergó poco más de diez años. Después de iniciada, muchos fueron los personajes que participaron en ese proceso, casi todos capturados y fusilados de inmediato, pocos fueron los que vieron culminada la lucha. Por otra parte, se han tenido ideas falsas sobre del verdadero papel de jugaron algunos personajes como Josefa Ortiz y Leona Vicario, pues se creía que fueron más que apéndices de la lucha, algo que se encuentra muy alejado de su verdadero roll en la guerra de independencia.
Uno de los pocos personajes que vivió gran parte de la Guerra de Independencia fue Vicente Guerrero, que no solo fue quién consumó el triunfo de los insurgentes, sino que llegó a ser presidente de la nueva nación.
La Guerra por la Independencia
Para todos es bien sabido que en la madrugada del 16 de septiembre de 1810 se inició la lucha por la independencia de la Nueva España. Después de aproximadamente 300 años de vivir bajo el yugo de la monarquía española se desató la lucha independentista. Eso es algo que se nos enseña desde preescolar, conforme vamos avanzando, la información que obtenemos no especifica el proceso, tampoco las causas, se nos hace creer que los personajes que “nos dieron libertad y una nación” actuaron bajo el único interés de romper las cadenas que nos unían a España.
Se idealiza a los “hombres y mujeres que nos dieron patria”, en algunos casos se les mitifica o se les atribuyen acciones en las que exaltan su valor y gallardía, nos hablan de sus frases, pero fuera de contexto.
Las fechas son más importantes que los acontecimientos, porque al memorizar fechas y héroes se deja de lado el contenido de los hechos. El proceso por la independencia en nuestro país está plagado de ellos, muchos en los que los mismos insurgentes se enfrentaban y esos enfrentamientos demuestran los intereses que defendían, es más, al principio la guerra por la independencia no es para librarse de la monarquía, como algo abstracto, sino de la monarquía española, que por esa época alentaba una serie de reformas, conocidas como Borbónicas, que buscaban reducir el despilfarro de los recursos, principalmente los que llegaban del Nuevo Mundo y que eran abundantes.
Más allá de cualquier idealización es importante saber que dentro de la Nueva España, había sectores descontentos con la aplicación de esas reformas, que, aunque superficiales, trastocaban sus intereses económicos y políticos.
Por un lado, tenemos a los criollos, hijos de padres españoles, pero nacidos en la Nueva España, que no tenían acceso a altos cargos en el gobierno o el ejército, justamente por no haber nacido en España, pero que también se beneficiaban de la explotación del trabajo indígena. Un sector de ellos fue fuertemente influenciado por las ideas liberales por el impacto de los acontecimientos revolucionarios en Estados Unidos y Europa. Los más radicales buscaban la independencia como una forma de poder acceder a mejores puestos y por ende a un mayor enriquecimiento. Por otro lado, tenemos a un sector más moderado, que reflejaba sus intereses económicos en juego. Este sector pugnaba por la independencia de España para formar una nueva monarquía o incluso por el mantenerse dentro del protectorado español pero rompiendo las restricciones que tenían los criollos para ascender en la estructura social, buscaban que sus intereses económicos no se vieran comprometidos y manteniendo y aumentando sus privilegios.
Otro elemento que hay que tomar en cuenta en el inicio de la Independencia fue la invasión de Napoleón a España, alrededor de 1808, que hizo necesaria la creación de juntas de gobierno para enfrentar las imposiciones de Francia; mismas que se trataron de reproducir en la Nueva España, sin embargo, en América las juntas sentarían las bases para la lucha por la independencia.
Fue Francisco Primo de Verdad y Ramos, síndico de la Ciudad de México, quién propuso, junto con el regidor Juan Francisco Azcárate, que el virrey José de Iturrigaray convocara a todos los ayuntamientos a crear juntas encaminadas a formar un gobierno provisional apoyado en el pueblo, pero como una estrategia defensiva ante cualquier intento de invasión. Incluso proponía al virrey y a la junta jurar a Fernando VII como rey de España y de las Indias, y trató de convencerlos para que se comprometieran a no reconocer monarca alguno que no fuese de la estirpe real de los Borbones, a defender el reino de Nueva España y no entregarlo a otra potencia, ni a otra persona que no fuera de la familia real legítima.
Sin embargo, la propuesta fue mal vista por los elementos más conservadores que creían que Iturrigaray se sublevaba contra la corona española —algo opuesto a lo que en realidad proponía—, por lo que se orquesta un golpe de estado. Bajo el mando de Gabriel de Yermo, un comerciante adinerado, unos 300 hombres tomaron como prisionero a Iturrigaray enviándolo a la Inquisición con sus dos hijos mayores.
Primo de Verdad, junto a quienes apoyaban su propuesta, fueron recluidos en las cárceles del Arzobispado en la Ciudad de México, en donde perdería la vida pocas horas después de su reclusión.
Un último aspecto que me gustaría mencionar es la incorporación de los sectores más desfavorecidos a la lucha por la independencia, azuzados por elementos medios de la iglesia, su adhesión sentó las bases sociales para el movimiento independentista. Eran ellos los que más padecían, pues las mejores tierras eran entregadas a los terratenientes, además de que el trabajo que realizaban era semiesclavo, fue así que la lucha se fue tornando más antagónica con la entrada en escena de las masas de campesinos que no soportaban las condiciones de vida bajo la corona española.
Al principio la lucha por la Independencia, como hemos visto, está muy alejada de los ideales de “libertad e independencia”, sino que se desarrolló en defensa de los intereses de las clases poseedoras. Incluso cuando los campesinos entran en escena, los conservadores (seguramente muy espantados) se pliegan de nuevo a la corona española en su lucha contra los sublevados.
Uno de estos elementos que se unirían a los insurgentes sería Vicente Guerrero.
Inicio y popularidad de Guerrero
Vicente Ramón Guerrero Saldaña, nació el 10 de agosto de 1782 en el poblado de Tixtla, dependiente entonces de la Intendencia de México, en el actual estado de Guerrero (nombre que lleva en honor a él). Sus padres fueron Juan Pedro Guerrero y María Guadalupe Saldaña. Como no pudo tener acceso a la educación se dedicó a la agricultura y a la arriería, junto a su padre y tío.
Posteriormente Guerrero aprendería sobre armería, a manejar, dar mantenimiento, reparar y forjar armamento como espadas, fusiles y cañones, habilidades que servirían para combatir a los realistas durante la Guerra de Independencia, puesto que Guerrero no solo era hábil con la espada, el sable, la pistola, el fusil y la bayoneta tanto a pie como a caballo, sino también con la lanza, la reata y el machete.
Un aspecto que no queda claro sobre la vida de Vicente Guerrero, es su origen étnico, dado que los retratos y pinturas que se hicieron de él fueron póstumos, algunos de ellos retomaban algunas descripciones de personas que lo conocieron, pero no siempre esas descripciones pueden ser cien por ciento confiables. Se le ha tratado en diversas biografías de mestizo, indígena y mulato, lo cierto es que Tixtla a fines del siglo XVIII era una ciudad mayoritariamente indígena, pero también existía una numerosa población afrodescendiente en esa región. José María Morelos y Pavón lo describe físicamente de la siguiente forma: «un joven de rostro broncíneo, alto y fornido, de nariz aguileña, los ojos vivos y claros y grandes patillas».
Por su parte, Ignacio Manuel Altamirano, también originario de Tixtla, relata de Guerrero:
“Este capitán era joven también y de aspecto gallardo, trigueño, alto, esbelto, no parecía, por su traje y por su manera de hablar, costeño; más bien revelaba desde luego su origen indígena o mestizo, lo que se conocía por su nariz pronunciadamente aguileña, por sus pómulos salientes y por sus cabellos lisos, negros y grandes, formando un crecido tupé sobre la frente”.
Otro aspecto de su vida sobre el que no hay un común acuerdo, es su inicio en las filas de los insurgentes, hay varios estudios e investigaciones sobre sus inicios en la lucha armada, pero no se conoce a ciencia cierta cuáles fueron, por ejemplo, en la investigación de Jesús Guzmán Urióstegui (www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-719X2014000100008), las diversas fuentes que retoma no coinciden en el momento en el que se une a los rebeldes.
La versión más certera desde mi punto de vista es la que menciona que Guerrero se unió a la causa después de la ocupación de Tixtla por Morelos, entre mayo y agosto de 1811, ya que la información sobre él no es muy confiable, es más, se dice que antes de esta fecha no se sabe de él. Sin embargo, la versión más recurrente es que Vicente Guerrero se incorporó a las filas rebeldes a finales de 1810 por invitación de los Galeana, quedando a las órdenes de Hermenegildo Galeana, lo que significa que Guerrero pudo estar ya en las filas insurgentes desde 1810, pero sin destacar mucho. Es en 1811, con la ocupación de su pueblo natal y seguramente al conocer a Morelos que su papel cambia y se vuelve un personaje que va tomando importancia.
Durante 1811 forma parte de varias batallas y enfrentamientos, en algunos ni siquiera es mencionado como participante, aunque algunas investigaciones lo sitúan en esos lugares, bajo las órdenes de Morelos, entre ellas están las batallas de La Sabana, Tres Palos, Los Coyotes, El Aguacatillo, entre otras campañas, siempre acompañando a Morelos, tal vez porque Guerrero al ser arriero conocía mucho mejor el terreno que los realistas e incluso que los insurgentes.
Por ejemplo, en mayo de 1811, y con el objetivo de re direccionar la ofensiva, Morelos decide avanzar a Chilpancingo para romper el cerco impuesto a los Bravo y sumarlos a la causa. Guerrero entra con Morelos a la villa de Chilpancingo y el 26 es el encargado de guiar las tropas hacia Tixtla, terreno que conoce de sobra, con la intención de tomar aquella plaza, lo cual concretizan ese mismo día.
Otro ejemplo de la confianza que Morelos le tiene por su gallardía y valor en los enfrentamientos, lo acompaña a Tlapa, aunque sin hallar resistencia debido a que los realistas huyeron a Oaxaca y Puebla, ante esta situación, Morelos dispone seguir con la campaña y ordena a sus columnas que se alisten para partir a Chiautla, en donde salen triunfantes, justo después avanzan y obtienen la victoria en Izúcar y Morelos parte a Taxco el 12 de diciembre de 1811; dejando a Guerrero al mando de aquel lugar, en el Guerrero una y otra vez rechazó el ataque del realista Ciriaco del Llano, quien el 9 de febrero intentaba recuperar la villa.
A partir de la sobresaliente defensa de Izúcar, el 23 de febrero de 1812, cuando rechazó el ataque del jefe realista del Llano, Morelos le confiere el cargo de Capitán y lo comisiona al sur de Puebla, para expandir las ideas insurgentes, pero las tropas realistas mejor armadas logran desalojarlo de la región, por lo que se retira rumbo a las costas de la Intendencia de México. A su paso por Taxco, el mismo Morelos lo deja al mando de la plaza.
En noviembre de ese año de 1812, ya con el grado de Teniente Coronel, acompaña a Morelos en la campaña de Oaxaca destacándose en la toma de esta plaza, donde recibió la misión de apoderarse de un embarque de tabaco y cacao que salió del puerto de Acapulco a la Ciudad de México, lo cual logra y conduce las mercancías a la ciudad de Oaxaca. Más tarde sale con las tropas de Morelos rumbo a Michoacán para tratar de recuperar dicha zona a favor de la causa independentista, pero en Puruarán del Llano en una encarnizada batalla, derrota a los insurgentes y toma varios prisioneros, entre ellos a Mariano Matamoros, a quien posteriormente fusila.
La afrenta en el sur de Puebla, más la derrota en Michoacán, por el mismo Ciriaco del Llano en la que perdió la vida Mariano Matamoros, fueron grandes lecciones para Guerrero, de las que supo aprender para posteriores batallas.
Cuando Morelos le confía la misión de levantar nuevamente en armas los pueblos de la costa y extender la guerra por la provincia de Oaxaca; Guerrero ya ostentaba el grado de Coronel, se trasladó rumbo a Oaxaca, en el mes de septiembre de 1813, acompañado de un asistente, atravesó la línea enemiga y al llegar a Silacayoapan los hombres se alegraron de su arribo, lo cual no agradó a Ramón Sesma, quien tratando de deshacerse de él, le da cincuenta hombres desarmados y lo manda a Puebla para unirse a Juan Nepomuceno Rossains, a quien previamente envía un mensaje en el que le decía que no le diera tropas a Guerrero y que lo mantuviera bajo su vigilancia. Guerrero, que sospechaba de Rossains, intercepta al enviado en el río Tacachi y confirmó el contenido de la carta, por lo que decide acampar en el cerro de Papalotla.
En este sitio, sin más armamento que dos escopetas y un fusil, permanece ocho días hasta que setecientos hombres del ejército virreinal al mando del Capitán José de la Peña acamparon frente a los insurgentes, pero sin tomar las debidas precauciones. Aprovechando la confianza y descuido de sus enemigos, Guerrero armó a sus hombres con garrotes y por la noche atravesaron a nado el río, y una vez en el campo de los realistas, se arrojó sobre ellos matando cuántos pudo y dispersando al resto. Al amanecer se encontró con gran cantidad de prisioneros, muchos fusiles y parque en abundancia.
Con esta increíble victoria Guerrero se fortificó en un cerro cerca de Tecomatlán, pero en los momentos en que sus soldados habían bajado a proveerse de víveres 300 realistas, al mando de Félix Lamadrid, lo sorprendieron. Guerrero con unos cuantos se arrojó temerariamente sobre el enemigo en el momento que llegaban más hombres para apoyarlo, y rechazó el ataque, apoderándose de una pieza de artillería. Con esta nueva hazaña, ocupó el cerro del Chiquihuite, donde fue atacado otra vez por Lamadrid, a quien volvió a derrotar. Con estos triunfos inesperados, la reputación de Guerrero pronto se extendió por las mixtecas y los realistas empezaron a temerle.
Dueño de fusiles y cañones, Guerrero se dedicó a levantar en armas a la gente de la sinuosa Mixteca, además de recorrer todo el sur. En Xonacatlán tuvo noticias de una sección realista procedente de Tlapa a las órdenes de Joaquín Combé que marchaba a su encuentro. Sin embargo, Guerrero preparó una falsa retirada, en la que cae Combé en Tlalixtaquilla el 12 de marzo de 1815, muriendo en acción la mayoría de los soldados realistas y su comandante fusilado, tras estos acontecimientos Guerrero se traslada Atlamajancingo del Monte, lugar en donde se fortifica y establece una fundición de artillería en donde fabrica pólvora y armas y aumenta sus fuerzas, al agregársele una compañía de realistas al mando de José Germán de Arroyes.
Congreso del Anáhuac y la muerte de Morelos
Hasta ahora hemos visto que la carrera militar de Guerrero pasó de ser un desconocido a ser un hombre temido por los realistas, carrera que se desarrolló indiscutiblemente bajo las órdenes de Morelos, que después del asesinato de Hidalgo, Allende y otras figuras prominentes, quedó al frente de la lucha independentista. Sobre sus hombros cayó la enorme tarea de dar la tan anhelada libertad y lograr la independencia de la Nueva España.
Para lograr tal tarea y en medio de una serie de debates entre él y el resto de los líderes insurgentes, además del poder que tenían al controlar zonas importantes del país con personajes como Vicente Guerrero, Morelos convoca al Congreso del Anáhuac.
El congreso de Anahuac fue la evolución del poder insurgente. Hidalgo fue construyendo un gobierno revolucionario en las ciudades que tomaba donde dictaba decretos. Tras su muerte se formó la Suprema Junta Gubernativa de América, que se estableció como un nuevo gobierno y era dirigida por el ala moderada y pugnó por asumir el poder mientras el derrocado Fernando VII regresaba al trono de la monarquía. A la Junta Gubernativa, creada en agosto de 1811, se le conoce también como Junta de Zitácuaro, siendo Ignacio López Rayón quien establece la Junta pero la guerra y las desavenencias constantes entre sus miembros dificultaron su funcionamiento y enfriaron las relaciones entre ellos. El avance de Morelos lo posicionó como el principal líder insurgente y disolvió la junta por un órgano superior que fue el mencionado Congreso de Anahuac.
López Rayón asiste a este congreso, pero con reservas de perder el poder que mantenía hasta ese momento. El 13 de septiembre de 1813 se instaló el I Congreso de Anáhuac, en Chilpancingo. Después, se proclamó el Decreto Constitucional para la libertad de la América Mexicana, conocido como Constitución de Apatzingán, el 22 de octubre de 1814, y se nombró un Poder Ejecutivo representado por Morelos; mientras tanto, Guerrero recorría el sur con la misión de tomar Tlapa.
El sitio de Tlapa continuó hasta que Morelos, apremiado por la persecución de que era objeto por parte de las tropas virreinales, ordenó a Guerrero que se trasladara a Izúcar para proteger al Congreso. Guerrero se desplaza al lugar señalado por Morelos y trata de reunirse con él, cuando se entera que es apresado en Temalaca, el 5 de noviembre de 1815.
Tal acontecimiento afectó profundamente a Guerrero, pues como ya mencioné, la carrera militar de Vicente Guerrero despuntó bajo las órdenes y guía de Morelos, sin embargo, y a pesar de su estado de ánimo, continúa con el resguardo del Congreso hasta Tehuacán para posteriormente regresar y reiniciar la campaña en el Sur. Por si eso fuera poco, estando en Ahuacatlán se entera de que el Congreso había sido disuelto por lo que, tratando de aprovechar la situación, el General Mier y Terán (quien tenía que apoyar al Congreso) invita a los pocos caudillos que seguían luchando, como era el caso del mismo Vicente Guerrero, Guadalupe Victoria, Nicolás Bravo y José Francisco Osorno, para que juntos reinstalaran el Congreso e integrar un Gobierno Provisional, compuesto de tres integrantes. El Plan de Mier y Terán fue rechazado por los Generales Victoria y Guerrero.
El 5 de diciembre, en Xonacatlán, le alcanza Juan de Otal para decirle que Terán, el día primero, se había amotinado y asumido el poder como presidente y establecido un gobierno provisional, por lo que exigía obediencia y reconocimiento; Guerrero se niega y le dice que “el supuesto gobierno carece de legitimidad”, y que no lo apoyará en ninguna empresa; Terán, sin embargo, decide avanzar hacia Playa Vicente y es derrotado el 27 a las márgenes del río Xiputla. De la Madrid quiere sorprenderlo, pero pierde; Guerrero intercepta el correo del gobernador de Yacastlahuacán y se entera de que De la Madrid se reunirá con las fuerzas realistas de Chilapa, y valiéndose de esto los ataca en Huamuxtitlán, para luego levantar su cuartel en Xonacatlán.
Después de ser aprehendido Morelos fue juzgado, degradado y excomulgado de la iglesia, posteriormente un juzgado civil lo condenó a muerte, finalmente fue fusilado el 22 de diciembre en lo que actualmente es San Cristóbal Ecatepec.
Guerrero y la guerrilla
La muerte de Morelos no solo significó la pérdida de un gran estratega militar, sino de un gran revolucionario. La lucha por la independencia entró en uno de sus momentos más críticos, sin una cabeza que organizara a todos los grupos que operaban a lo ancho y largo del territorio de la Nueva España, por lo que la gran mayoría de los jefes independentistas se habían acogido ya al indulto ofrecido por el virrey Juan Ruiz de Apodaca, sólo quedaban unos cuantos en pie de lucha, entre ellos, obviamente, Vicente Guerrero, que se caracterizó por la resistencia y las pequeñas guerrillas que sobrevivieron para hacerle frente a las tropas realistas.
En enero de 1816 hace asaltos inesperados y se enfrenta nuevamente a De la Madrid y a su segundo, Juan José Codallos, con machete en mano y los hace huir; mientras, Juan del Carmen se posesiona de Oztocingo y fortificado sale para Atlamajalcingo. El realista José Gabriel de Armijo entabla contacto con el cura de Ahuacuotzingo, quien había sido prisionero de Juan del Carmen, y revela información importante sobre el plan de tomar Chilapa, que por órdenes de Morelos y luego de dos meses, había tenido que abandonar; ante esto, el coronel Eugenio Villasaña propone al virrey que las fuerzas de Chiautla coordinen esfuerzos con las de Tlapa para formar una sola línea de ataque e impedirles el paso por Tierra Caliente.
El 20 de marzo, Guerrero es nombrado comandante general del sur, y el 1 de abril Armijo ordena ataques simultáneos a los distintos puntos ocupados por sus tropas; el 13 se enfrenta Samaniego a las fuerzas de Guerrero y les gana; el 19 de abril, Guerrero sufre un accidente con un cañón que le rompe el brazo en su cuartel de Xonacatlán; en junio, Sesma rechaza a Lobera al atacar Silacayoapan, Álvarez a Samaniego y Guerrero a De la Madrid, en una de sus salidas, y Juan del Carmen hace lo mismo a Fuentes, quien pierde la vida en Ostocingo. Guerrero regresa a su cuartel en Xonacatlán y vence a De la Madrid que, reforzado, lo ataca.
Como parte de su estrategia, los hombres de Guerrero y él mismo hacen presencia esporádicamente en varios lugares; Guerrero y Sesma toman en su poder Acatlán, luego de tres días de resistencia en que el realista Manuel de Flon se da por vencido y le suplica que no lo mate; el jefe insurgente lo indulta y le pide que entregue su armamento; éste obedece, pero al enterarse de que De la Madrid está por llegar se retracta y dispara contra Sesma y Guerrero, a éstos no les queda más que darle muerte.
En 1817 Guerrero se hizo fuerte en Piaxtla, plaza en la que resistió por más de dos meses, siendo obligado finalmente a retirarse a Azoyú, donde rechazó los ataques de los realistas Reguera y Zavala. Fue en esta población donde recibió la noticia de la capitulación del General Mier y Terán ante los realistas y ahí también es donde tendrá lugar una singular y significativa escena; a la llegada de su padre, enviado por disposición del Virrey Apodaca, apelando a su amor y respeto para ofrecerle un indulto, además de mantenerle grado y proporcionarle una donación económica. Don Pedro le habló a su hijo sobre las penurias de su esposa en prisión, así como del abandono de su pequeña hija, arrodillándose delante de su hijo, le abrazó por las piernas y llorando le pidió que aceptara la oferta que le ofrecían… Guerrero escuchó serenamente a su señor padre, lloró juntó a él y sin decirle palabra llamó a sus oficiales y dirigiéndose a ellos les dijo:
“Compañeros; ¿Véis a este anciano respetable? Es mi Padre, viene a ofrecerme empleos y recompensas en nombre de los españoles. Yo he respetado siempre a mi Padre, pero MI PATRIA ES PRIMERO”.
En seguida le besó la mano y le suplicó que no volviera a verlo si el objetivo era separarlo de la lucha por la Independencia. Al comprender que estaba aislado, se internó en la Mixteca después que uno de sus mejores jefes, Juan del Carmen ocupara Xonacatlán. En esta plaza el realista Armijo sitió a Guerrero y a su gente: al cabo de algún tiempo y una vez que se agotaron los víveres, agua y municiones, llegando incluso a fabricar cartuchos del cobre y hierro que encontraban.
Hasta septiembre de 1818, los descalabros militares y las decepciones de Guerrero se incrementan; la mayoría de los hombres se acogen al indulto, y después de un sitio de 37 días, en 1817, en el que muere Juan del Carmen y en el que las tropas de los patriotas “llegan al no visto hasta ahora ejemplo de estarse sustentando con las carnes de mula, caballo y perro”, toman y desmantelan su cuartel en Xonacatlán; el general, solitario, creyente de su causa, se convierte en el único frente de resistencia auténtico en toda la Nueva España, junto con un pequeño grupo de amigos de su confianza; su soledad llega a tal punto que busca el auxilio de Guadalupe Victoria y parte a verlo con apenas 30 hombres; en un enfrentamiento inesperado en Oacalco, pierde considerablemente su escolta, siendo obligado a regresar a Ajuchitlán al lado de Nicolás Bravo; para llegar, cruza nadando el río Mezcala; el realista Ignacio Ocampo y los 200 soldados a su mando lo ven y, en lugar de perseguirlo, lo contemplan admirados; uno de sus elementos se ofrece a capturarlo y Ocampo lo detiene: “no, ese es un hombre luchando por sus ideales –lo mira llegar al otro lado–; en su momento nos enfrentaremos en igualdad de circunstancias”; al salir del agua, Guerrero mira hacia el otro lado del río y se da cuenta; a lo lejos se mira con Ocampo y agradece el gesto.
Logra llegar con Nicolás Bravo, con quien se halla el padre José Antonio Talavera, y marchan a Ajuchitlán a sabiendas de que Apodaca enviaba a Pío María Ruiz con la intención de dominar la Tierra Caliente; allí se dividen y don Nicolás parte a Cóporo en donde se le unen Ayala y Benedicto López y se reparten la encomienda, quedando Ayala y López a cargo de tomar Zitácuaro; Guerrero marcha a la Mixteca con Elizalde y se atrincheran en Tlalchapa; en ese sitio le llegan las noticias de que Bravo está sitiado, y manda a Matías Zavala a auxiliarlo; pero éste le notifica por medio de un soldado que sus fuerzas son insuficientes y sale Guerrero apresurado con sus leales seguidores, sin embargo, Bravo ha caído preso.
Guerrero se va con Zavala y Elizalde a la sierra, y logra reunir 30 hombres, mismos que deja con Elizalde y parte a la Costa Grande a reunirse con Juan Álvarez, Pablo Galeana y Montes de Oca; lo acompañan únicamente tres personas: Zavala, Zacarías Vázquez y Bartolo Salgado. Durante el penoso y accidentado trayecto se entera de que Rayón fue hecho prisionero; logra llegar a Tecpan sano y salvo y se reagrupa, pero la adversidad es cada vez mayor y los reveses se repiten como si se tratara de una variable imposible de sortear.
En marzo del mismo año, La Junta Suprema que se había establecido en Jaujilla se dispersa, pero antes nombra a Guerrero jefe supremo del movimiento y jefe de las Tropas del Sur, lo cual le motivó a levantar nuevas fuerzas, organizar las ya existentes y a construir un fuerte en el cerro de Santiago, al que dio el nombre de Barrabás. Sin embargo, otra de las dificultades que tuvo que afrontar el General Guerrero fue la traición de sus oficiales, ya que varios de ellos se pusieron de acuerdo con el realista Armijo para cercar a Guerrero en el campamento de San Gregorio, pero Guerrero se percató de este acto de traición y escapó de la trampa, perdiendo en la huida gran cantidad de oficiales y soldados, que fueron posteriormente fusilados por Armijo. En junio de 1818 Guerrero se interna a Coahuayutla, donde establece una maestranza en la que pudo reunir cerca de 800 hombres mal armados y equipados. Al saber que el realista Armijo se dirigía a atacarlo sale a su encuentro en el pueblo de Tamo, el 15 de septiembre y después de dos horas de sangrienta lucha logra derrotar a los realistas, haciéndoles 200 muertos, más de 100 heridos y gran número de prisioneros; además de armamento y parque con el que armó a 1,800 hombres.
Quince días después se volvieron a enfrentar Guerrero y Armijo, esta vez en Tzíndaro, donde nuevamente las tropas insurgentes derrotaron a los realistas, quitándoles más de 400 fusiles que sirvieron para armar a igual número de combatientes y con ello iniciar la reconquista de Tierra Caliente. Lo primero que dispuso fue la instalación de la Junta de Gobierno en la hacienda de las Balsas y posteriormente realizó una expedición por el Mezcala, apoderándose de Coyuca, Ajuchitlán, Santa Fe, Tetela del Río Huétamo, Cutzamala, Tlalchapa, y la hacienda de Cuahtitlán; con ésta prácticamente se adueña de la Tierra Caliente.
Al aumentar su fuerza considerablemente mandó tropas a tomar Acapulco, Valladolid y Chilapa, pero la campaña no tuvo gran éxito. Ante las nuevas dificultades Guerrero se trasladó a los límites de Michoacán para proteger a las guerrillas que operaban en esta región; sin embargo, no pudo evitar que la Junta Gubernativa fuera sorprendida por el enemigo en la hacienda de las Balsas, con lo que desapareció el único centro directivo de los insurgentes. El General Guerrero se trasladó a la costa, cerrando la pinza con Pedro Ascencio Alquisiras que operaba al Norte de Mezcala.
A mediados de 1819 la División Armijo recibió refuerzos comandados por el Teniente Coronel José Antonio Echávarri, quien cercó el fuerte de Barrabás tomándolo al asalto, lo que obligó a Vicente a refugiarse en Michoacán, donde fue vencido en Agua Zarca el 5 de noviembre. Después de esta derrota en tierras michoacanas, Guerrero volvió a cruzar el río Balsas y se refugió en las montañas surianas que tan bien conocía. En el año de 1819 las tropas de Guerrero, junto con las de Pedro Ascencio, no daban momento de descanso a los realistas, atacándolos con gran rapidez y moviéndose de un punto a otro.
Del abrazo de Acatempan al Imperio de Iturbide
La estrategia de Guerrero de atacar con grupos de pocos hombres, con rapidez y mucha movilidad hizo que el virrey Apodaca destituyera a Armijo, dado que no podía controlar la situación del Sur, y nombró en su lugar al Coronel Agustín de Iturbide.
El nuevo comandante realista Iturbide sale de México el 16 de noviembre, con la soberbia encima y confiado de que sería fácil vencerlos, para lo cual necesitaba reunir un máximo de tropas y destruir rápidamente a Guerrero y a Ascencio Alquisiras, pero se lleva una desagradable sorpresa. Iturbide estableció su cuartel general en Teloloapan, punto del que desplegó sus tropas para acabar con los insurgentes, pero en Tlatlaya el 28 de diciembre de 1820 fue sorprendido por Ascencio Alquisiras quien estuvo a punto de derrotarlo por completo. Al ver lo peligroso de su empresa, Iturbide resuelve volver a Teloloapan en donde se enteró que el 2 de enero de 1821 Guerrero, al frente de 400 hombres hace pedazos la línea defensiva de Acapulco y toma Zapotepec.
Iturbide ordena ocupar la línea de tránsito que va de Chilpancingo a Acapulco y le escribe al virrey jactándose de haber vencido a los insurgentes; nada estaba más lejos de la realidad y para no alarmar al virrey, se muestra optimista; y le informa que todo está controlado y que pronto se rendirán los rebeldes.
En ese momento Guerrero está derrotando a sus tropas en Acapulco y en enero le destroza su compañía de granaderos. Iturbide se siente presionado, sabe que Apodaca podría enterarse y escribe carta a Guerrero el 10 de enero de 1821 bajo la premisa de buscar la Independencia de la Nueva España; este documento llega a manos del general insurgente quien, al contestarle el día 20, le dice: “decídase usted por los intereses de la nación y entonces tendrá la satisfacción de verme militar a sus órdenes”, y envía a Nicolás Catalán con la respuesta.
Pedro Ascencio se entera de la comunicación entre Guerrero e Iturbide y se desplaza a entrevistarse con Guerrero para manifestarle su rechazo a la negociación; sin embargo, Vicente Guerrero cree que las condiciones para generar la Independencia están dadas; cede y, al ceder, la comunicación desemboca en la entrevista entre Iturbide y él en Acatempan, la confección de la Bandera Trigarante y el Plan de Iguala fechado el 21 de febrero y que fusionaba los intereses de la causa independentista y los de la Corona.
Guerrero giró cartas a sus tropas en el sentido de que, con la finalidad de contribuir a la construcción de una patria independiente, los instaba a deponer las armas. Las tropas insurgentes y las realistas deponen las armas y comienzan a movilizarse hacia el centro. Iturbide, antes de arribar a la capital de la nación liberada, invita a Guerrero a suscribir y firmar con él el Acta de Independencia, pero éste se niega debido a que Morelos ya lo había hecho el 6 de noviembre de 1813 en Chilpancingo.
El 27 de septiembre, con la anuencia de Guerrero, quien dejaba en claro su postura de que sería un vigilante de los intereses de la nación, Iturbide entra triunfal a la Ciudad de México y luego, ignorando la opinión del general Vicente Guerrero, declara, como primer firmante, la Independencia de México por segunda ocasión.
Al general Vicente Guerrero le fue confirmado el grado militar; se le confió la Capitanía General del Sur del país y se le concedió la Gran Cruz de la Orden de Guadalupe. Fue miembro de la Regencia y permaneció un tiempo al lado de Iturbide. Sin embargo, cuando Iturbide muestra signos de despotismo al disolver al Congreso y encarcelar a muchos de sus miembros por oponerse a su creciente autoritarismo, varios de los veteranos insurgentes se pronunciaron en su contra y tomaron las armas, entre ellos Guerrero y Nicolás Bravo, quienes se enfrentaron a las fuerzas imperiales en Almolonga el 23 de enero de 1823.
Tras el enfrentamiento contra las fuerzas iturbidistas de Epitacio Sánchez el Imperio cayó, desconociéndose a Iturbide el 31 de marzo, y el Congreso nombró un triunvirato en el cual Guerrero figuró como suplente, cargo que cubrió hasta el 10 de octubre de 1824. Guadalupe Victoria se convirtió en el primer presidente del país; Guerrero ocupó la jefatura del partido yorquino: una logia opuesta a la escocesa, que jefaturó en el mismo tiempo Nicolás Bravo. Bravo se rebeló contra el gobierno de Victoria y salió a combatirlo el general Guerrero, quien lo derrotó en Tulancingo el año de 1828.
De guerrillero a presidente
Después de eliminar a las fuerzas de Iturbide y que éste se exiliara voluntariamente, así como de tener varios cargos y de enfrentar a Nicolás Bravo, tras el gobierno de Guadalupe Victoria se convocan elecciones presidenciales en 1828.
Guerrero participó como candidato a la Presidencia, junto a Manuel Gómez Pedraza, y Anastasio Bustamante y aunque contó con el apoyo de la ciudadanía, el voto indirecto de las legislaturas estatales, de 11 contra 9, se inclinó a favor de Manuel Gómez Pedraza, a quien se designó Presidente electo el 1 de septiembre de 1828. El 12 del mismo mes el general Antonio López de Santa Anna lanzó el Plan de Perote, en Veracruz, pidiendo el desconocimiento de la elección de Gómez Pedraza; el 30 de noviembre se le sumó la guarnición de La Acordada, en la Ciudad de México, y el nuevo Presidente huyó de la capital el 3 de diciembre. El 12 de enero de 1829 el Congreso de la Unión le confirió el cargo de presidente de la República a Guerrero, y de vicepresidente a Anastasio Bustamante, pero fue hasta el 1 de abril cuando toma posesión de su cargo.
Durante la gestión presidencial del General Guerrero tuvieron lugar hechos muy importantes, como la fallida expedición de reconquista del realista español Isidro Barradas, quien desembarca en el mes de julio cerca de Tampico con 3,000 hombres desde el fuerte de San Juan de Ulúa, ocupando esta ciudad y avanzando poco más hacia el interior, antes de ser contenido y luego derrotado por las fuerzas mexicanas que en esta ocasión estaban comandadas por el General Antonio López de Santa Anna, quien a su vez había sido designado directamente por el presidente Guerrero. El 20 de agosto se inicia la campaña y para el 11 de septiembre, después de la acción coordinada de los Generales Manuel Mier y Terán y Santa Anna, los españoles firman la capitulación en Pueblo Viejo.
También por ese mismo mes el gobierno federal comisionó al General José Ignacio Basadre para que se trasladara a Haití y formara un grupo con el objetivo de que a su vez organizara una expedición que viajase a Cuba para montar allí una sublevación que causase la caída de las autoridades españolas en la isla, y evitar de esta forma alguna otra intención por parte de éstos, de proyectar otra agresión contra nuestro país.
Por otra parte, fieles a su doctrina de expansión territorial hacia el sur, el gobierno de los Estados Unidos, a través del embajador en nuestro país, Joel R. Poinsett, propone al gobierno mexicano la compra del territorio de Texas por cinco millones de pesos, lo que el General Guerrero rechazó tajantemente; luego, advirtiendo las dificultades económicas de nuestro país ofreció Poinsett un préstamo por 10 millones de pesos con hipoteca garantizada sobre el citado territorio, misma que tampoco prosperó porque Guerrero puso por encima los intereses de la nación.
La complicada situación por la que el país atravesaba fue escenario propicio para que los intereses mezquinos de algunos tuvieran lugar con funestas consecuencias; el General Anastasio Bustamante se sublevó el 4 de diciembre, aprovechando la dispersión del Ejército Nacional y el estado de salud del Presidente de la República, quien sin embargo convoca al Congreso para pedir licencia de su cargo, organizar un ejército y salir a enfrentar a los sublevados. Sin embargo, el presidente Guerrero sigue resintiendo en su salud complicaciones agravadas por estas contingencias, por lo que decide trasladarse al Sur y desde ahí iniciar las operaciones contra los rebeldes. El 1 de enero de 1830 entra a la ciudad de México el General Bustamante, que enseguida y a través de coerción obliga al Congreso de la República a declarar que el presidente Guerrero “estaba imposibilitado para gobernar “ocupando a su vez la presidencia.
Designó al General Armijo para que saliera a combatir a Guerrero, pero muere en la acción de Texca el 30 de agosto del mismo año en combate contra el prócer sureño. Inmediatamente es remplazado por el General Nicolás Bravo, quien esta vez derrota a los rebeldes en Chilpancingo, el 9 de enero de 1831. Después de esta derrota, el General Guerrero se repliega hacia Acapulco donde intentó reorganizar sus fuerzas, pero ante el constante acoso de las huestes del General Bravo tiene que escapar para salvar su vida. Sabiendo que en territorio sureño Guerrero podría desplegar la terrible lucha de guerrillas que ya había usado con tanto éxito contra los españoles, el presidente Bustamante entra en negociaciones con diversos personajes que le garantizan poner fin a la contienda, hasta que, fruto de estos contactos, el marinero Francisco Picaluga, originario de Cerdeña, le ofrece un plan a cambio de 50,000 pesos para entregarle a Guerrero, con quien a su vez ya había establecido contacto para la venta de armas y pertrechos para sostener su causa.
Con este argumento Picaluga ofrece al General Guerrero una conferencia donde tratarán estos y otros aspectos de su ayuda en una comida en su honor a bordo de su navío anclado en el puerto de Acapulco, el 13 de enero, en pleno banquete el conjurado da una señal y soldados simpatizantes de Bustamante, así como el personal de marinería de la nave, somete al General y a sus acompañantes, embarcándose inmediatamente con destino al Puerto de Huatulco donde lo entrega al Capitán Miguel González, quien a su vez lo conduce a la ciudad de Oaxaca. En esta plaza el General Guerrero es enjuiciado por su antiguo compañero Joaquín Ramírez y Sesma, quien lo dictamina culpable de rebelión y lo condena al fusilamiento. Esta sentencia tiene cumplimiento en un convento dominico en el pequeño pueblo de Cuilapan, a 12 kilómetros de la ciudad de Oaxaca, el 14 de febrero de 1831, con la intención de evitar disturbios en la región.
Conclusiones
Como marxistas no revisamos la historia como un ejercicio académico, no vemos a los personajes como “iluminados”, sino que analizamos ambas cosas bajo un contexto determinado, teniendo en cuenta las condiciones materiales y las contradicciones en las que surgen los personajes, a partir de eso es que podemos explicar sus actos y el impacto que éstos tienen en el devenir de la historia.
Por otra parte, son esas condiciones las que van forjando el camino y los ideales de los personajes, en este caso, Vicente Guerrero, fue un hombre que creció rodeado de las injusticias a su pueblo, lo que a mi parecer lo hizo comprender el papel que tenía que jugar en la Independencia, cuando siente no solo el llamado de los Galeana, sino la presencia de Morelos en su tierra natal, se entrega completamente a la causa.
Eso es lo que nos interesa, sacar lecciones, entender cómo es que un hombre al borde de la muerte no se rinde, sigue adelante sin mirar hacia atrás, esa gallardía de luchar y defender los ideales es la que nos debe de impulsar y tomar parte en los acontecimientos, tal vez nuestro lugar es en las filas de la revolución y aún no lo sabemos.
Sobre la Guerra de Independencia (como de otras revoluciones) pocos fueron los personajes que vieron materializada la idea de libertad e independencia, la mayoría cayó en combate, en detenciones y fusilamientos, lo que hizo que el proceso de prolongará demasiado, primero Hidalgo y después Morelos tuvieron la oportunidad de marchar sobre la Ciudad de México, lo que le dio la oportunidad en reiteradas ocasiones a la Corona de reorganizarse. Pero también es cierto que sin el empeño y sobre todo coraje en la defensa de los ideales de libertad e independencia de quienes quedaron al frente del proceso independentista, las cosas serían distintas.
Vicente Guerrero fue un gran estratega militar, pero además durante su gobierno dio señas de ser internacionalista al enviar una expedición a Cuba para apoyarles contra la corona española, también fue un hombre que no sucumbió ante la avaricia o el poder, humilde y siempre honesto por la causa de la independencia, siempre estuvo dispuesto a dar todo por la causa e incluso despreció a su padre al prestarse como emisario del Virrey.
Su final (como el de muchos) fue indigno, porque a un hombre de su calaña no se le podía vencer en igualdad de condiciones, porque incluso estando en desventaja pudo salir victorioso. La traición de los elementos más conservadores fue la clave para que durante otros tantos años las cosas en nuestro país siguieran igual, al cambio siempre se le oponen fuerzas reaccionarias, que buscan su beneficio personal, eso también hay que aprenderlo, debemos de confiar siempre en nuestras propias fuerzas.
El legado que nos deja Vicente Guerrero es de siempre luchar hasta el final por nuestras convicciones, y aun en la derrota, saber sacar fuerzas y sobreponerse, porque al final, quien decide unir su vida a la lucha contra las injusticias, debe de saber que jamás se van a separar.
Hoy en día nos enfrentamos a un cambio, y vemos que esas fuerzas reaccionarias están presentes y no dejan que vayamos más allá, peor aún, hay sectores que no confían en sus propias fuerzas y buscan alianzas en las que sabemos cabe la traición, por lo que deseo fervientemente que de este trabajo saquemos las lecciones necesarias y nos preparemos para las luchas que el futuro nos aguarda.