Del Comité Central de Lucha de Clases, sección venezolana de la Corriente Marxista Internacional.
Estimados compañeros militantes y dirigentes del PCV y PPT,
En primer lugar, queremos saludar a las militancias y las directivas del PCV y PPT, con las cuales tenemos la oportunidad de compartir en diferentes espacios de articulación y lucha de forma frecuente. Enviamos la presente misiva en ocasión del debate que se ha abierto en torno a las venideras elecciones parlamentarias, constitucionalmente pautadas para el presente año. Hace poco más de dos años, emplazamos al PCV, PPT y otras organizaciones de izquierda en general, a construir una alternativa revolucionaria y presentar una candidatura distinta a la del PSUV en las elecciones presidenciales de mayo del 2018. En nuestra carta: Volver a Chávez y renovar la esperanza, por una alternativa revolucionaria, tras un breve balance de la gestión del gobierno hasta ese momento, planteamos:
“En conclusión, hemos visto como el gobierno de Nicolás Maduro ha venido virando progresivamente a la derecha, y como el conjunto de la dirigencia bolivariana ha profundizado su degeneración, al punto de tornarse absolutamente en el contrario de lo que en cierta medida fue en los inicios de la revolución, y jugando actualmente un papel conciliador y vacilante. El desarrollo histórico de su gobierno, demuestra que no existe posibilidad alguna de que Maduro y el resto de la dirigencia viren hacia la izquierda en el futuro, su deseo de sostenerse en el poder, no obedece, bajo ningún concepto, a la necesidad de “profundizar la revolución”, ni tampoco siquiera, de defender de manera consecuente las conquistas del pueblo trabajador. La dirigencia bolivariana necesita ganar las próximas elecciones para mantener sus privilegios y poder económico y político, y forzar un acuerdo con sectores de la burguesía y el imperialismo, que les permita gobernar “en paz”, mientras continúan amasando riquezas y capitales acumulados desde el aparato de Estado burgués”
Los acontecimientos posteriores demostraron la corrección de la perspectiva planteada para el 2018, en cuanto a la degeneración del gobierno y del desarrollo de su programa en aplicación, es decir, el ajuste económico burgués en marcha y la deriva represiva necesaria para implementar el mismo. Al respecto, en el mismo comunicado exponíamos:
“Podemos decir en consecuencia, que en cierta forma, el gobierno de Maduro está aplicando progresivamente la propia política de la burguesía, pero revestida de un disfraz ideológico y propagandístico “revolucionario” endosando al socialismo lo que en realidad es una demostración de la derrota del reformismo. A ello se suma el deterioro brutal del nivel de vida de las masas trabajadoras, que, mediante su política actual, el gobierno no puede ni busca si quiera paliar realmente, y menos aún revertir”.
Efectivamente, la aplicación de una política de ajuste macroeconómico burgués, combinada con algunas medidas asistencialistas, ha evidenciado la imposibilidad de resolver la crisis estructural del capitalismo venezolano, en favor de los trabajadores y el pueblo. Por un lado, se ha ejecutado el desmontaje total del control de cambios, la eliminación del control de precios, el establecimiento de precios acordados -mediante pactos con Fedecámaras, Consecomercio y Conindustria, la aplicación del nefasto y anti-obrero memorando 2792, la destrucción del Plan de Soberanía Petrolera, el entreguismo en el Arco Minero del Orinoco, el reconocimiento oficial de la dolarización informal de la economía, la privatización de cada vez más sectores económicos -como la reciente apertura a la importación y comercialización de la gasolina por privados, y el apalancamiento estatal a un grupo de empresarios surgidos a base de negocios fraudulentos y desfalcos al erario público nacional.
De este programa económico burgués, también vale destacar la ejecución de una política monetaria zigzagueante, que pasó de la emisión sin control de liquidez monetaria a una sequía radical de dinero, que aunque permitió ralentizar la inflación, propició una mayor caída del consumo entre la población. Todo esto se ha llevado a cabo mientras se mantiene una política salarial regresiva, que ha reducido el salario mínimo venezolano a los más bajos del mundo (equivalente a 2 dólares de sueldo más 2 de adicionales de cestatickets). Asimismo, el Estado ha avalado, por acción u omisión, diversas iniciativas del empresariado para desmejorar contrataciones colectivas, prestaciones sociales, cierres de empresas, despidos masivos, el envío de “vacaciones” obligadas a trabajadores, entre otras irregularidades, acompañadas de acciones de judicialización y persecusión a trabajadores y sindicalistas que defienden sus derechos.
Es justo señalar que todo lo anterior ha estado acompañado de políticas asistencialistas, basadas en la entrega de bonos y cajas de alimentos CLAP a precios subsidiados, que aunque apoyamos, sabemos que las mismas son insuficientes para paliar la grave crisis social que afronta el país. En reiteradas ocasiones hemos señalado que, en el marco de la permanencia de las relaciones de producción burguesas, la combinación entre medidas pro-capitalistas y leves concesiones asistenciales al pueblo, añaden mayor caos a la economía. Esta contradicción es una prolongación a la inviabilidad del pasado modelo de regulaciones al capitalismo rentista criollo, que por un lado, nunca buscaron trascender las relaciones de propiedad burguesas, pero que por otro, limitaron el funcionamiento normal del mercado, lo que se tradujo en caos económico y social. La historia ha demostrado, fuera de toda duda, que no se puede tratar de hacer conciliar dos sistemas sociales antagónicos entre si.
La destrucción de los ingresos de los trabajadores y el deterioro de los servicios públicos, producto de varios años de priorizar el pago de la deuda externa sobre la inversión productiva en plantas y maquinarias de empresas estatales y el mantenimiento de la infraestructura física de hospitales, escuelas, vialidad, entre otros; trajo como consecuencia que millones de trabajadores tuvieran que irse del país para aceptar, en su mayoría, empleos denigrantes, pero que al menos garantizaban un ingreso más alto del que jamás obtendrían en Venezuela. También es innegable que muchas personas han muerto por falta de una medicina, por recibir una atención médica en una infraestructura inadecuada, o que su deterioro de salud por la mala alimentación fue tal, que el desarrollo de enfermedades derivadas fueron insuperables para ellos.
No podemos ignorar el aborrecible papel del imperialismo norteamericano, sus medidas coercitivas y unilaterales, las cuales no hemos dudado en rechazar contundentemente. Sin embargo, la crisis estructural del capitalismo venezolano comenzó antes de las sanciones, crisis que la dirigencia del gobierno se limitó a administrar, negándose a superarla por vías revolucionarias. Responsablemente debemos decir que a cada agresión del imperialismo el gobierno ha respondido con más concesiones a la clase dominante criolla y una mayor profundización de su política de ajuste burgués. ¡La debilidad siempre invita a la agresión!
La completa impunidad con la cual ha operado el peón imperialista Guaidó, sus nexos con el paramilitarismo, su implicación en el intento fallido de golpe de estado del 30 de abril del 2019, y su gestión para concretar incursiones mercenarias en el país, solo puede calificarse como un triste espectáculo. A nuestro juicio, la voluntad conciliadora del gobierno requiere mantener a la marioneta imperial libre para dejar las puertas abiertas a una negociación. Esto contrasta con la celeridad con la que el Poder Judicial condena a trabajadores que deciden protestar por los bajos salarios y la corrupción en el Estado, y se muestra implacable frente a jóvenes revolucionarios como Aryenis Torrealba y Alfredo Chirinos, encarcelados y acusados de “traición a la patria” sin pruebas.
No podemos dejar de mencionar la epidemia de corrupción generalizada, que en cada institución y ámbito de la vida nacional evidencia la putrefacción del Estafo burgués, todo bajo el auspicio de una dirección política totalmente corrompida, que favorece el surgimiento de una nueva clase poseedora a expensas del erario público. Mientras la miseria más humillante aqueja a la gran mayoría de venezolanos, dirigentes vestido de rojo hacen gala de los lujos más obcenos en nombre de la revolución y el socialismo. Para los verdaderos revolucionarios, es necesario mantener limpias nuestras banderas para el futuro.
Para apoyar la candidatura a la reelección del Presidente Maduro en 2018, el PCV y el PPT firmaron sendos acuerdos con el PSUV donde se establecían algunos aspectos programáticos y reivindicativos, que, no sobra decirlo, no fueron cumplidos en ningún momento. Cada organización debe realizar un balance serio y exhaustivo de la gestión del gobierno y el conjunto de intereses que están representados en este.
Tomando en cuenta lo precedente y frente a un nuevo escenario electoral para la Asamblea Nacional, la Corriente Marxista Lucha de Clases, de manera cordial pero cónsona con nuestras posturas, les plantea la necesidad de emprender la construcción de una alternativa revolucionaria, que acompañe e impulse las diversas luchas de la clase trabajadora, la juventud, los campesinos y los sectores populares, de la mano de un programa capaz de proporcionar una salida revolucionaria a la crisis estructural del capitalismo venezolano. Esto pasa, en primer lugar, por marcar distancia del PSUV en las venideras elecciones y presentar al país candidaturas alternativas, prestas a fungir como portavoces del sentir popular -antes y sobretodo después de los comicios- y a combinar la agitación revolucionaria en el Poder Legislativo con la movilización del pueblo fuera de este.
A nuestro entender, la campaña electoral debe estar marcada por una infatigable lucha de masas en defensa de los derechos e intereses de las grandes mayorías, una lucha sin cuartel que no puede admitir moderaciones en lo reivindicativo y programático y purgada del típico oportunismo y el carrerismo decadente. Una campaña codo a codo con los que vivimos las consecuencias de la informalidad laboral, de la precariedad y los despidos; los que aquejamos las fallas en el suministro de agua, gas doméstico, servicio electrónico, y que no estamos dispuestos a seguir tolerando el cinismo, la burla y las mentiras de quienes traicionaron todo ideal revolucionario. Esta alternativa revolucionaria a constituir, debe nacer con la firme intención de proporcionar una respuesta política organizada a todos los problemas derivados de la crisis, para acumular fuerzas y abrir la perspectiva futura de conquista el poder.
La izquierda en su conjunto no puede seguir brindando una cobertura de izquierda a toda una serie de políticas anti-obreras y anti-populares, que han descargado la crisis sobre los hombros del pueblo trabajador. La izquierda en su conjunto no puede avalar, por acción u omisión, la política basada en represión, persecución y judicialización de las luchas obreras y populares, que se aplica para imponer a sangre y fuego el desmontaje sistemático de los niveles de vida de los trabajadores y las conquistas históricas que para las masas tanto costó alcanzar.
Emplazamos entonces al PCV y PPT a asumir el papel que la historia les reclama, a constituir una alianza alternativa revolucionaria que abra caminos hacia la reconstrucción de la esperanza popular. El horizonte supremo para la izquierda es rescatar la revolución y volver a poner en movimiento las tradiciones revolucionarias de los trabajadores y el pueblo venezolano, en pro al socialismo. ¡Vacilar es perdernos!
Caracas, 28 de junio del 2020.
*Lucha de Clases es la sección venezolana de la Corriente Marxista Internacional