Dentro del movimiento amplio de mujeres hay cuestionamientos que se hacen presentes en la lucha. Ideas, hay un mar de ellas: correctas o incorrectas. Cualquiera puede asumirlas. Si miramos bien muchas ideas configuradas en la época de la década del 60 en adelante, como la política de identidad, la interseccionalidad, decolonialidad, posmodernismo, “feminismos radicales”, están siendo retomadas y discutidas nuevamente primero por los sectores académicos en las universidades que parece quieren darles una nueva cara rejuvenecida a estos planteamientos y, que luego, bajan a los sectores organizados y las toman como ideas radicales y alternativas “frescas” para estos supuestos modernos tiempos de crisis.
Así, un sector de feministas hoy día están retomando los planteamientos de la tercera ola del feminismo que se ubica entre la década de los 60 y 80, que tiene como base principal la lucha por los derechos reproductivos. Esta ola se enmarca en el auge de la lucha de clases a nivel internacional como lo fue, la creación del partido de las panteras negras, un partido socialista para combatir la discriminación y el racismo en EEUU; la huelga general de mayo de 1968 en Francia; el movimiento estudiantil popular en México por los derechos democráticos; la Primavera de Praga en Checoslovaquia; el “otoño caliente” de 1969 en Italia y una serie de movilizaciones en otros países. Con esta situación a nivel internacional sin duda muchos grupos feministas y mujeres en lucha se veían influenciados por las ideas socialistas y asumían una perspectiva de clase, claro reflejo de las condiciones en ese entonces. Sin embargo, con las derrotas de algunos procesos y la desmoralización de los elementos más radicales de estas luchas, proyectaron una desmoralización también en la perspectiva de la lucha por el socialismo. Sin el enlace de la lucha de clases muchos grupos organizados de mujeres diluyeron sus trabajos en torno a cuestiones académicas y meramente culturales, esto se fortaleció rumbo a los años 80.
Aquí vemos el desarrollo de algunos elementos intelectuales del feminismo radical como Kate Millett que escribió Política sexual como parte de su tesis doctoral de la universidad de Oxford y que fue una de sus obras más reconocidas en 1970; vemos a Angela Davis como uno de los elementos militantes del partido de las panteras que posteriormente da un giro al feminismo que enmarca dentro de su formación política con perspectiva de clase o Silvia Federici autodenominada como “feminista marxista” por manejarse de manera “autónoma” dentro de la tradición marxista.
Estos elementos tratan de vincular el feminismo y el Marxismo como un combate a las posiciones del feminismo blanco o burgués y, además, puntualizan que no puede haber liberación de las mujeres sin una lucha contra el sistema. Esto se queda en pura intención ya que políticamente la posición asumida por estás activistas es puramente feminista y utilizan algunos aspectos del marxismo para tratar de dar sentido a sus postulados, usan el marxismo de manera marginal más no lo reivindican.
Desde el marxismo la lucha parte de una perspectiva de clase y no de género, esto no significa minimizar o invisibilizar a las mujeres, al contrario. Marx y Engels pusieron mucha atención al análisis de las familias trabajadoras y el rol de las mujeres en esta sociedad y en las pasadas, planteando la lucha política para su liberación por medio de la emancipación de la clase obrera, la lucha dirigida a la eliminación de la sociedad dividida en clases, la propiedad privada y el Estado.
Federici es conocida en el mundo académico por su planteamiento principal del “trabajo reproductivo” de las mujeres como trabajos no pagados e invisibilizados bajo el sistema capitalista, este ha sido pilar para todo su fundamento teórico a lo largo de su vida.
Un sector de mujeres en busca de ideas más radicales, están retomando dos planteamientos fundamentales de Federici: “el trabajo reproductivo” de las mujeres y su “valorización o remuneración”. A continuación explicaremos como es que estos aspectos están fuera del espectro marxista dejando de lado este supuesto vínculo entre el feminismo y el marxismo.
Sobre el trabajo reproductivo y de cuidados que hacen “gratis” las mujeres.
Esta tesis principal de Federici plantea que el trabajo reproductivo (tareas del hogar, cuidados, crianza) es todo aquel trabajo que sirve para la regeneración de la fuerza de trabajo del capitalismo ósea la “revitalización” de los obreros para una nueva jornada. Es un trabajo naturalizado y desvalorizado en tanto que se asume que la tarea principal de las mujeres bajo el capitalismo es ser reproductora de esta fuerza. Con este argumento ella señala que Marx tiene una visión parcial de la explotación. Según Federici, la dinámica capitalista de acumulación de riqueza no sólo es la extracción de la plusvalía de los trabajadores sino, que el capitalismo se sostiene principalmente, y gracias, al trabajo doméstico y reproductivo. Esta idea fundamenta que el trabajo reproductivo es un trabajo que no está pagado por el capitalismo y que hace uso de el para mantener su riqueza, no se paga o no se “valoriza” porque se ve como una tarea “natural” de las mujeres, siendo la configuración de la familia burguesa el núcleo donde se ejecuta esta actividad principalmente.
Plantear con seguridad que el trabajo reproductivo sostiene al sistema capitalista es tener una visión parcial y sobre todo reducida de las relaciones capitalistas. Marx en el capítulo XXIV del primer tomo de El Capital, “La llamada acumulación originaria”, dice:
“Las relaciones capitalistas presuponen el divorcio entre los obreros y la propiedad de las condiciones de realización del trabajo. Cuando ya se mueve por sus propios pies, la producción capitalista no sólo mantiene este divorcio sino que lo reproduce a una escala mayor. Por tanto el proceso que engendra el capitalismo solo puede ser uno el proceso de la disociación entre el obrero y la propiedad de las condiciones de su trabajo, proceso que de una parte, convierte en capital los medios sociales de vida y de producción, mientras que de otra parte convierte a los productores directos en obreros asalariados”.
La acumulación de capital y la extracción de riqueza esta sostenida por la relación enajenante de la explotación del hombre por el hombre. Ni el dinero, ni las mercancías, ni los medios de producción son capital o generan riqueza sino existe una relación social determinada.
Lo que sostiene la relación capitalista es, en primera instancia, la contradicción capital-trabajo como la estructura principal, la configuración de la familia, la cultura, el arte, la moral, etc., son consecuencia de esta contradicción. En torno a esto podemos ver un reflejo de las relaciones capitalistas en la familia, lo doméstico como tareas sólo de las mujeres en el hogar, parte de un origen no capitalista sino de la sociedad dividida en clases. La familia monogámica y el pequeño excedente comienzan a configurar la contradicción de clases bajo una relación patrilineal de herencia. Esto determina roles de trabajo constituidos por el nuevo orden social, pero insisto, son una consecuencia, no la razón fundamental del nuevo orden social.
Por ejemplo, Engels explica a detalle en La situación de la clase obrera en Inglaterra los efectos de la industrialización en Inglaterra y como afectaron a los obreros y sus familias. Los obreros debían trabajar hasta el agotamiento, en condiciones insalubres, vestidos con harapos. Las jornadas laborales no eran exclusivas de los varones, los niños y las mujeres también trabajaban en las fábricas textiles, e incluso, en la industria minera, jornadas de 12 a 14 horas, los niños empezaban a trabajar apenas pudieran coordinar motrizmente su cuerpo, las mujeres en las fábricas sufrían abortos, acoso sexual y múltiples enfermedades. Claro, durante estas jornadas a los niños y mujeres se les pagaba menos que a los hombres. Las familias vivían en chozas o sótanos de casas húmedas, no podían pagar un médico y a menudo morían familias enteras. Lo que sostenía al joven capitalismo en ese entonces, y hoy en día, sigue siendo la explotación hasta los huesos, de obreros, mujeres y niños, ¿había tiempo para las tareas domésticas, de crianza o cuidados? El mínimo. Nosotros no diríamos que el trabajo doméstico sostiene las relaciones capitalistas o son el fundamento de este, más bien las tareas domésticas son consecuencia de las relaciones de explotación capitalista y que son parte importante del ciclo de explotación, eso es diferente. Las tareas de cuidados, crianza y domésticas son tareas que no precisamente deberían realizar las mujeres, estas tareas pueden ser absorbidas por el Estado, eso permitiría que las mujeres jugaran un papel en el desarrollo de esta sociedad más significativo del que ya estamos jugando en la actualidad, a diferencia del segundo planteamiento de Federici.
Sobre la remuneración del trabajo doméstico
Federici en los años 70 formó parte de un colectivo feminista internacional que su principal objetivo era plantear el debate del trabajo reproductivo como un trabajo no “valorizado” e invisibilizado. Esta idea hoy se retoma como un planteamiento de liberación femenina muy radical ya que se ve como un rechazo a lo moralmente correcto que debe hacer una mujer “de casa”, actos de amor, cuidar, planchar y criar. Hay un rechazo justificado a no querer ser ama de casa como destino final de nuestras vidas, pero quien asume esas tareas se ve marginada de las maravillas del mundo, replegada a las cuatro paredes del hogar y además no “valorizada”, esto le provocó a Federici plantear una relación bajo acuerdos o contratos de pago de las tareas domésticas como un supuesto medio de emancipación, cree que la mujer por medio de esta relación y al recibir una remuneración tendrá más posibilidades de independencia.
Su análisis no lleva en absoluto ninguna pizca de marxismo, nosotros profundizamos de lleno en esta cuestión en el siguiente artículo ¿Es el trabajo doméstico un trabajo “no remunerado? (ver: marxismo.mx)
A esto agregaría, la remuneración del trabajo doméstico no generaría independencia económica o política de las mujeres en el hogar, más bien perpetuaría su estancia en él. Cumplir con una jornada obligada por los acuerdos o contratos, la forzaría a mantenerse en una situación de explotación doméstica.
Como marxistas planteamos la socialización de las tareas domésticas, que el Estado asuma brindar guarderías, comedores, lavanderías comunitarias como parte de la seguridad social; que nos permitan a las mujeres trabajar y desempeñarnos en otras tareas de carácter intelectual, artístico, político, etc. Esto sería un paso adelante en torno a la emancipación de las mujeres de la clase trabajadora.
Debemos desarrollar un debate que nos ayude a profundizar en las condiciones que originaron la opresión de las mujeres, analizar las condiciones de crisis del sistema capitalista en la actualidad y cómo nos afecta a las mujeres de la clase trabajadora. Necesitamos un método de análisis serio y radical, acercarnos al marxismo es la alternativa ante ideas que pueden ser incluso reaccionarias para la lucha política de la emancipación de las mujeres.