Tal como sucedió con la huelga por revisión salarial y contractual del 7 de junio de 2021, la Junta Local de Conciliación y Arbitraje impuso nuevamente una prórroga unilateral a la huelga que la Asamblea General del Sindicato de la Unión de trabajadores del Instituto de Educación Media Superior (SUTIEMS) había decidido el pasado 14 de marzo y ratificado en la madrugada de hoy, para estallar el 16 de marzo a las 6:00 am.
En la asamblea general del 14 de marzo se votó la huelga de forma masiva -con más de 400 votos a favor, en una asamblea de alrededor de 500 asistentes- después de que las autoridades del IEMS ingresaran a la junta un Contrato Colectivo de Trabajo (CCT) modificado de forma unilateral -cercenando 7 carteras al comité ejecutivo, pasando de 21 a 13- , lo cual constituye un delito penal. De permitir este atropello y mutilación de los derechos adquiridos en el CCT ya no habría ningún impedimento para la desarticulación total de los derechos de loa trabajadores y la reducción del CCT a un contrato de protección patronal. Las 21 licencias del CE SUTIEMS son resultado de revisiones contractuales anteriores. Además de ello el sindicato demanda la creación de plazas, el cumplimiento de laudos ganados (basificación de trabajadores de semiescolar, intendencia y Lengua y Cultura nahuatl) y el pago de adeudos al sindicato, entre otros temas.
Con toda probabilidad la dirección del IEMS calculaba que el SUTIEMS se encontraba atomizado, desmovilizado y dividido después de una larga cuarentena de casi 2 años, donde su poder de movilización se vio seriamente mermado; que no habría ánimos de huelga y que podrían imponer un golpe a los derechos de los trabajadores y a un sindicato democrático que sin duda resulta incómodo para un gobierno que se asume como de izquierda y democrático, pero que en materia laboral se comporta como cualquier patrón.
Pero el resultado de la asamblea del 14 de marzo les tomó por sorpresa y seguramente se encendieron las señales de alarma en las oficinas del Gobierno de la CDMX. Procedieron a desactivar la huelga aún cuando ésta ya había sido votada y cuando en la audiencia del 15 de marzo lo que procedía era ratificar la decisión de estallar la huelga. Después de que durante meses existió una rotunda negativa a negociar con el sindicato y, por el contrario, las provocaciones de la autoridad se sumaban una a otra, la patronal ofertó en la audiencia, a último momento, el depósito bilateral del CCT y la instalación de mesas.
En vez de hacer valer la decisión de estallar la huelga tal como se había decidido en Asamblea General, la dirección del SUTIEMS -o parte de ella- convocó a otra Asamblea General a unas horas del estallamiento – a las 11 de la noche-, cuando el cierre de planteles y los roles de guardia estaban ya listos y preparados en los diferentes centros de trabajo. Aunque la autoridad estaba presentando una propuesta ésta se hacía de forma irresponsable a último momento, a altas horas de la noche y cuando era por demás problemático considerar la oferta seriamente por parte de la Asamblea general, máxima instancia de decisión sindical. Muchos compañeros ya estaban dormidos. La huelga sindical es un instrumento para generar una correlación de fuerzas favorable para una negociación exitosa y desconvocarla a último momento no parecía lo mejor. Hubiera sido más favorable para el movimiento convocar a Asamblea General al día siguiente, con la huelga estallada. De todas formas la huelga se ratificó por las bases del sindicato a las 2 de la mañana -aunque con estrecho margen, lo que debilitaba a la huelga misma-, generando desgaste innecesario de compañeros que tenían que madrugar para llegar a los cierres.
Ante esto al gobierno y a su brazo que es la Junta Local de Conciliación y Arbitraje no les quedó más remedio que imponer de forma ilegal la prórroga -sin que la Junta tenga atribuciones para ello- para el 24 de marzo, impidiendo el estallamiento este miércoles 16 de marzo. Bien es cierto que aunque el CE hubiera mantenido la postura de estallar, la Junta hubiera impuesto la prórroga, pero la decisión de desmovilizar a pocas horas del estallamiento generó desconcierto, molestia e indignación entre muchos compañeros que llegaron puntualmente al cierre, sólo para ser informados unos minutos antes que no podían cerrar. Hubiera sido mejor dejar la responsabilidad total del no estallamiento a la Junta Local en vez de haber convocado a una Asamblea que sólo provocó división. Aunque parece haber avances en las mesas, si estos avances hubieran sido resultado de una huelga ya votada, podrían verse como triunfos indudables; por ahora parecen maniobras para desmovilizar por parte de la autoridad. Esperemos se abra un sano debate en el SUTIEMS en donde se haga un balance, se puedan sacar conclusiones y se corrijan errores, para salir más fortalecidos y unidos frente a próximas batallas como las revisiones salariales y contractuales.
Nuevamente queda patente que, más allá de programas sociales progresistas que no podemos soslayar, el gobierno de la CDMX no se comporta frente a sus propios trabajadores de forma muy diferente a los gobiernos neoliberales y de derecha: precariedad laboral, despidos de trabajadoras de intendencia, desconocimiento del derecho a huelga, encapsulamiento de marchas del SUTIEMS, austeridad convertida en falta de infraestructura, etc. Todo lo anterior contradice el discurso de la 4T en materia de libertad sindical, democracia laboral, lucha contra el outsourcing y mejoramiento de los contratos colectivos. Aunque hay que reconocer y celebrar la construcción de 3 nuevos planteles del IEMS por la actual administración, parece que la política educativa de la CDMX se basa más en modelos precarizados, sin reconocimiento de derechos laborales y orientados al mercado de trabajo; tales como la Universidad Rosario Castellanos que oferta carreras como “Licenciatura en Datos para Negocios”, “Contaduría y Finanzas”, entre otras; y donde sus trabajadores son considerados como “prestadores de servicios”; o Pilares que ofrece capacitación para el empleo, con trabajadores considerados “talleristas” sin derechos laborales.
Las contradicciones de la 4T son, al fin y al cabo, las contradicciones del reformismo que pretende administrar al sistema capitalista dotándole un “rostro humano”. Como sindicalistas debemos reconocer esas limitaciones, sin caer en sectarismos -apartándonos de forma contundente de la derecha hipócrita opositora del gobierno- e impulsar una política de independencia de clase y unidad de todo el movimiento obrero, para construir una alternativa propia que vaya más allá de los límites reformistas cuyas contradicciones las vemos y vivimos los trabajadores del gobierno de la CDMX mejor que otros sectores populares.