Sobre el asesinato del presidente municipal de Uruapan, Carlos Manzo
Karen Campos-Partido Comunista Revolucionario
El 1 de noviembre por la noche, en un evento público en el palacio municipal de Uruapan, un sicario mató de 7 balazos al alcalde de esa localidad. El ahora finado Carlos Manzo tomó notoriedad en los últimos meses por su postura con respecto a cómo debería enfrentarse al narco. Él se inclinaba por la confrontación directa y de mano dura, incluso algunos le llamaron el Bukele de Uruapan.
Para que nos quede claro a todos, el hecho de compararlo con el presidente de El Salvador no es un elogio. El Salvador es un pequeño país, lleno de gente increíble, buena, y trabajadora, sin embargo, por muchos años fue arrastrado a una espiral de violencia por las pandillas que dominaban los barrios, cobraban derecho de piso, extorsionaban, asesinaban y robaban. Los gobiernos considerados progresistas, que asumieron el poder por más de 12 años, no pudieron frenar la violencia, al contrario, hicieron pactos secretos con las pandillas para tranquilizar al país y por temporadas servía, pero después los pactos se rompían y la espiral de violencia seguía.
Bukele ha sido lo contrario, un tipo que ha movilizado al ejército, militarizado el país y terminado con los derechos democráticos. Declaró la guerra a las pandillas y ahora hay decenas de miles de jóvenes y niños en las cárceles, unos son pandilleros, otros solamente cometieron el crimen de y cruzarse por el represivo camino de la “mano dura” de Bukele. Esta política ha significado acabar con las pocas garantías democráticas con las que contaba el pueblo salvadoreño.
A Carlos Manzo lo compararon con el dictador salvadoreño, porque su planteamiento era terminar de militarizar la región y un enfrentamiento directo y sangriento, donde es claro que quienes más sufrirían las consecuencias serían los habitantes de Uruapan.
Por este tipo de declaraciones ya había recibido amenazas de muerte, por eso el gobierno federal le destinó una escolta de 14 elementos de la Guardia Nacional, además de que se hacía acompañar de gente de su plena confianza. Nada de esto sirvió, fue asesinado por la noche en un acto público ante los ojos de un centenar de personas.
Un mensaje
Lo primero que salta a la vista es el mensaje que da el crimen organizado.
A pesar de la presencia de la Guardia Nacional y sus hombres de confianza, la larga mano del crimen lo alcanzó, y en medio de su pueblo que lo respaldaba. Él ganó las últimas elecciones como candidato independiente con el 66.7% de los votos emitidos en la elección, su apoyo era muy grande entre la población de Uruapan, quienes lo veían como una alternativa ante la incapacidad de Morena de resolver los problemas de seguridad en el estado.
Su asesinato es un aviso del narco para decir fuerte y claro: quien nos desafíe no vivirá para contarlo. Este no solo es un mensaje al gobierno estatal y federal, de que a pesar de sus escoltas y recursos del Estado para protegerse, no son inmunes. También es un mensaje para todos los que nos organizamos por construir un mundo mejor, por derrocar este sistema, donde la violencia y la explotación generada por la burguesía, legal e ilegal, sean cosas del pasado.
El juego de la derecha
La derecha mexicana ha incrementado su campaña contra este gobierno, se siente envalentonada con la victoria de Milei en Argentina y Rodrigo Paz en Bolivia, así como por la política bravucona y desafiante de Trump. Están tratando de aprovechar cualquier cosa para golpear, y el asesinato de Manzo ha sido el ariete que esperaban.
Horas después de la ejecución, un coro de ranas de agua puerca saltó en los medios de comunicación: Lili Téllez, Salinas Pliego, Loret de Mola, etc., todos atacando a la actual administración, acusándola de ser corresponsables del homicidio ante su nula preocupación y acción contra la violencia del crimen organizado.
Al siguiente día del suceso, se convocó a una marcha en la capital del estado, Morelia, donde unas 800 personas avanzaron pacíficamente hacia el palacio Municipal, sin embargo, al llegar, unos 150 manifestantes, la mayoría encapuchados, derribaron la puerta del palacio armados con palos, piedras y bombas molotov, quemando oficinas y destrozando mobiliario, métodos comunes de la acción directa. Pero lo curioso de esta situación es que esta manifestación fue convocada y encabezada por líderes de organizaciones vinculadas al PAN y al PRI. Por eso no nos extraña que ahora quieran vincular este suceso con la marcha contra la corrupción de la supuesta “Generación Z” del 15 de noviembre.
Debemos señalar firmemente que estas protestas y todos los gritos de la derecha son llamados hipócritas, porque nosotros no olvidamos que esos mismos partidos y gente, fueron los que sumieron al país en sangre. Cuando estuvieron en el gobierno, apoyaron rabiosamente la guerra “contra el narco” de Calderón y fueron comparsas de ella.
Si por ellos fuera, llegarían rápidamente a acuerdos con los criminales del narco, como lo han hecho antes, recordemos al secretario de Seguridad Pública de Calderón –Genaro García Luna, sentenciado por narcotráfico y delincuencia organizada– su política era simple, exigían su mochada y hacían una campaña en los medios de comunicación diciendo que eran los más fieles pacificadores.
No les podemos creer nada y tampoco hacerles el juego con sus llamados hipócritas.
La bancarrota del gobierno de la 4T
La derecha le critica al gobierno que no ha hecho nada contra la violencia y el crimen organizado, por supuesto, esto es falso e hipócrita, pero lo que sí es cierto es que ninguna de las dos políticas que han tenido los gobiernos morenista ha dado resultados.
Recordemos que su primera postura con respecto al crimen organizado fue la de “abrazos no balazos”. Esta alternativa pacífica no resolvió nada en concreto. La segunda está siendo resultado de las presiones del imperialismo estadounidense, y fue aceptada por la presidenta, dio un giro y comenzaron las detenciones, las leyes para fortalecer la presencia militar en la vida política y social, más poder a la secretaria de Seguridad Pública, el desmantelamiento de laboratorios, etc., rematando con las extradiciones de dirigentes de los cárteles.
Pasamos de la política de los abrazos a los balazos, pero está estrategia tampoco ha dado resultados, por el contrario, la confrontación lo que ha hecho es patear el avispero y la violencia se ha incrementado. Hay estados y municipios de Sinaloa, Michoacán, Guerrero, Guanajuato, Chiapas, donde los enfrentamientos y las ejecuciones son diarios, y donde la vida regular de los obreros y campesinos de las zonas en conflicto se ve sumamente afectada, con los secuestros del transporte público, el reclutamiento forzoso, el fuego cruzado, etc. Es perfectamente entendible que exista un hartazgo y una clara desilusión hacia la 4T, pues aunque los programas sociales les han ayudado, la realidad es que se vive en un estado de sitio permanente, donde el miedo, la violencia y la ley del crimen organizado somete a las poblaciones.
Una alternativa a la violencia y al crimen organizado
Para la derecha y el imperialismo, las medidas de Morena han sido muy pocas, ellos quieren lo que quería Carlos Manzo: “mano dura y confrontación”, que terminó en su homicidio. Aunque no estamos de acuerdo con este planteamiento, nosotros no nos alegramos por su asesinato; queremos dejar claro que esto es un síntoma de la bancarrota de las políticas reformistas para detener la violencia y reducir el crimen organizado.
La 4T se ha tragado las frases agitativas que utilizó en las precampañas: regresar el ejército a los cuarteles, abrazos no balazos, no habrá ningún asesinato a candidatos o miembros del gobierno por el crimen organizado, no a la militarización, etc., y ha tenido que cambiar su táctica hacia el enfrentamiento, que tampoco va a resolver nada, porque el problema sustancial se encuentra en el seno de las contradicciones del capital.
La realidad es que dentro del capitalismo no puede haber una salida definitiva a la violencia causada por el crimen organizado, porque son parte importante de los intereses económicos que mueven al sistema. Lo vemos cuando a la par que suceden estos asesinatos, salen a la luz noticias de que la corrupción sigue con dirigentes, de todos los partidos, ligados al narco.
Si realmente se quiere terminar con el crimen organizado se tendría que encarcelar a dirigentes de partidos a todos los niveles, diputados y senadores, gobernadores, banqueros y grandes empresarios. Se deberían de incautar todas las cuentas millonarias que lavan miles de millones de dólares al año, se debería de organizar, movilizar y armar al pueblo en las comunidades para que desde ahí se combata el tráfico, la siembra, venta de droga, etc., solo de esta forma se lucharía en serio contra estas lacras de la sociedad. Pues la raíz del crimen organizado no está solamente en los sicarios a sueldo, ellos son los ejecutores, el brazo armado de los verdaderos criminales: los banqueros y empresarios, ellos son los únicos que se benefician y enriquecen con el lavado de dinero y los negocios asociados al tráfico de drogas, mientras que el pueblo obrero y campesino se ahoga en el mar de sangre provocado por sus negocios delictivos. Y contra ellos es la verdadera batalla, donde la fuerza de la clase obrera y todos los oprimidos del mundo, tarde o temprano, se impondrá para erradicar la podredumbre del capital.
