El día 4 de enero, dio inicio a una serie de marchas conjuntas que se llevaron a cabo a raíz de la indignación popular por el golpe de Estado, traición y golpe parlamentario que le hicieron al presidente Castillo el 7 de diciembre del año pasado.
Desde diciembre las manifestaciones han sido constantes en todo el país sobre todo en la región centro y sur donde ha sucedido desde la toma de un aeropuerto hasta la toma de la empresa transnacional de lácteos «Grupo Gloria». Y que, producto de la fuerte represalia policial y militar, el año cerró con un saldo de 28 compatriotas muertos, entre ellos jóvenes menores de edad.
Por las fiestas de fin de año se dio una especie de tregua y así llegamos a este 4 de enero donde se venía voceando la llegada a Lima de un gran grupo de personas de todas las regiones del país. Nosotros, como parte de la CMI, consideramos desde un inicio justas las demandas populares y nos hemos sumado a la lucha para conseguirlas.
En los alrededores de la plaza San Martín se pudo observar una cantidad enorme de manifestantes, no sólo de las regiones sino también de sectores alejados del epicentro limeño.
La marcha siguió su curso llevando sus consignas hacia el congreso, pero la movilización fue reprimida y dispersada muchas cuadras antes, a la altura del ministerio de educación. A pesar de que el cerco policial no fue tan grande como en otras ocasiones logró dividir la marcha al gasear a la población que se manifestaba de manera pacífica.
Hipócritamente los medios masivos de comunicación exigen que las protestas sean pacíficas y se respete la civilidad, mientras guardan silencio ante la extrema violencia que ejerce la policía y el ejército hacia la población desarmada. Esta situación, nuevamente nos deja claro el verdadero carácter del Estado burgués y su monopolio de la violencia en defensa de sus intereses de clase.
El movimiento es fuerte y la rabia acumulada de los sectores en lucha se está expresando, pero sin una dirección clara tiende a dispersarse como en la pasada marcha. No basta con romper el cerco policíaco o burlar la represión para llegar al Congreso, debemos tener claro ¿qué sigue?, ¿hacia dónde orientar el movimiento?, ¿qué queremos y qué necesitamos para conseguir nuestras demandas? Y, a partir de esto, plantear una estrategia de lucha revolucionaria, reivindicando las mejores tradiciones de lucha de nuestra clase. Nuestra fuerza dentro del capitalismo se concentra en el papel que jugamos en la producción, ¡No gira una rueda, no enciende una luz, sin el amable permiso de la clase obrera! Ahí está nuestro poder, no solo para conseguir nuestras demandas sino para derrocar a este sistema de represión y explotación, nuestra lucha debe orientarse a impulsar una gran huelga general, que nos permita mostrar quien tiene el verdadero control económico, empoderar a nuestra clase, cumplir nuestras demandas y encaminarnos a la toma del poder obrero.