Escrito por: Evert Beltrán
El 23 de enero, Marco Antonio Sánchez Flores de 17 años, estudiante de la Preparatoria No. 8 de la UNAM fue detenido y después desaparecido por elementos de la policía de la Ciudad de México, entre un mar de opacidad, ineficiencia y cinismo, apareció cinco días después.
Las preguntas que salta a la vista es ¿qué fue lo que sucedió el día de su desaparición? ¿qué hizo este joven estudiante? ¿por qué fue desaparecido? ¿es un caso aislado? Pero sin duda son preguntas que siguen sin ser respondidas y al parecer seguirán siendo una incógnita, puesto que nadie en el gobierno ni en la policía desean que se sepa la verdad.
Lo cierto es la ineficacia de la policía capitalina, al no seguir protocolos, hacer caso omiso a los derechos humanos, uso de fuerza desmedida, patrullas sin cámaras, cámaras viales descompuestas, corrupción, y un largo etcétera. Eso todos lo sabemos, es a lo que nos enfrentamos cada día los ciudadanos, no solo en la Ciudad de México, sino en todo el país. Si le agregamos la violencia imperante, la delincuencia y el narcotráfico, los bajos salarios, el incremento al precio de la canasta básica y a la gasolina, tenemos una situación insoportable para cualquier ser humano.
Y casos como los de Marco Antonio se vuelven muy volátiles, la rabia contenida se expresa de miles de formas, la sensibilidad se pone de manifiesto y las acciones no se dejan esperar. Más allá de las causas por las que fue desaparecido este joven y la forma en la que regreso, que por supuesto son indignantes, despreciables, y que uno espera no vuelvan a pasar. Lo que paso con él, fue la gota que colmó el vaso, por un lado, por todas las injusticias de las que ha sido víctima la ciudadanía en los recientes meses por el gobierno de Mancera, y por otro, el papel de la policía, que siempre ha dejado mucho que desear.
El caso de Marco Antonio generó mucha expectativa e indignación, se inundaron las redes sociales, ese fue el principal motivo de que “apareciera” con vida, un gobierno desprestigiado no quería meterse en más problemas de cara a las elecciones de este año, en las que seguramente el PRD saldrá del gobierno, y sobre todo porque lo menos que se quería era que se desatará un movimiento en la capital del país, algo que lograron contener muy poco tiempo.
La juventud, decía Salvador Allende, es revolucionaria por naturaleza, y un movimiento era justamente algo que no les agradaría demasiado, sobre todo si éste se desarrolla entre la juventud, y para muestra tenemos el movimiento de los años recientes en el IPN o el histórico movimiento en la UNAM en 1999-2000.
Se ha estado gestando un movimiento que ha tenido impacto, primero en los activistas, en la sociedad en general, después este impacto se ha focalizado en la Preparatoria No. 8, institución en la que estudia Marco Antonio, y en los últimos días se ha extendido a la Preparatoria 2 y 5. Hasta ahora se han realizado paros de 24 horas en dichas instituciones, en solidaridad y exigiendo justicia para su compañero, pero sin duda la justicia tardará en llegar, y el movimiento se extenderá, pues lo que representa este caso no es el ensañamiento contra un joven, sino la política seguida por el gobierno de atacar a la juventud.
Podemos ver la campaña que han desatado en su contra, arguyendo una supuesta adicción a las drogas, en otras palabras, criminalizando no solo a Marco, sino a toda la juventud. Algo que ha venido ocurriendo desde hace unos años, ahora el crimen es ser joven, eso es suficiente, y justamente por eso tiene gran significancia el paro en las Preparatorias de la UNAM, porque si ahora fue Marco Antonio, mañana o pasado puede ser alguien más de la UNAM, o de cualquier institución, un joven trabajador, quién sea, por eso es importante extender el movimiento, no solo al resto de Preparatorias o CCH´s, sino a todas las escuelas de Educación Media Superior, Superior, hacer un llamado serio a los trabajadores (pues son sus hijos los que están en riesgo, ellos mismo lo están), a la sociedad en general, y exigir justicia.
Necesitamos organizarnos para defendernos de este tipo de injusticias, pero sobre todo para erradicar este sistema tan abominable que desaparece a un joven estudiante, mientras que protege a delincuentes y a los parásitos que viven del trabajo de los demás.
Una coordinación de lucha contra la criminalización hacia la juventud, la violencia y la militarización del país es necesaria.