La economía mexicana vive en estos momentos una recuperación económica que ya se prolonga por más de un año y medio. En enero de este 2023 se reportaba un crecimiento anual de 3% y, con datos del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Historia (INEGI), el PIB ha crecido los últimos 12 meses 3.6%[1]. La previsión de la mayoría de los organismos públicos y privados cifraban el crecimiento en torno al 1.6%, esto lo hacían sobre la base de una posible recesión en los Estados Unidos, misma que no se ha producido; de hecho, el crecimiento de dicho país el primer semestre superó el 2% y seguramente se ira ralentizando a lo largo de lo que queda de año. No obstante, ello no representará un peligro fundamental para México en el corto plazo, en la medida en que los procesos de relocalización industrial en México apenas están comenzando, lo que vaticina un proceso de inversión extranjera creciente en los años siguientes.
En el momento de escribir este artículo, el dólar se cambiaba a 17 pesos en promedio; si lo comparamos con los 20.38 pesos al comenzar el sexenio, tenemos una depreciación de casi el 20%, lo cual, para un lapso semejante de tiempo nunca había sucedido en la historia del siglo XX y lo que va del XXI. Obviamente, las causas son simples: los dólares que entran al país son más de los que salen y las perspectivas en el corto plazo mantendrán dicha tendencia. Hay varias pruebas de ello: la inversión extranjera directa, tan solo en el primer semestre, fue de 29 mil millones de dólares (41% más que el año pasado); de cada 6 dólares que se invierten en América latina, uno cae en México. A este ritmo, se superarán sin problemas los 37 mil millones del año anterior. Para el primer semestre, las remesas desde Estados Unidos ya habían llegado a los 30 mil millones de dólares (10% más que el año pasado) y es más que probable que cierre el año arriba de los 60 mil millones. El monto de exportaciones estará cerca de los 600 mil millones de dólares y cierto es que las importaciones están creciendo a un ritmo superior y que probablemente esto lleve a un déficit. Para el primer semestre del año las exportaciones representaban 291 mil millones de dólares y las importaciones 298 mil, es decir, un déficit de aproximadamente 7 mil millones (monto comparativamente pequeño y bastante manejable respecto del tamaño de la economía en su conjunto).
De entre todos los proyectos del sexenio, quizá la joya de la corona sea el ferrocarril transístmico, cuya trascendencia no se reflejará sino hasta los siguientes años, pero resulta tan atractivo que es uno de los pocos proyectos a los cuales la gran burguesía mexicana no sólo no le ve peros, sino que se pelea por participar en el.
Otro de los parámetros importantes es el de la inflación, la cual está en el 5% anual y es probable que termine en el año cerca del 4%.
En suma, la situación dista mucho de las catastrofistas perspectivas de la oposición de derecha y ello se debe, en gran parte, a la favorable coyuntura internacional que, en medio del caos mundial, coloca a México como una alternativa complementaria, especialmente para el bloque lidereado por los Estados Unidos.
Las necesidades
Sin duda, estos datos son importantes, pero no son suficientes. Como ya hemos señalado en anteriores ocasiones, el gobierno se mantiene firme en la conexión salarial de sus trabajadores, con aumentos directos de un 4 o 5% y, si bien, en el sector privado los aumentos han rondado el 10%, esto no necesariamente representa algún alivio para algunos millones de mexicanos. Aproximadamente el 50% de la población económicamente activa está en la informalidad y el 48% de los trabajadores mexicanos no tienen los ingresos necesarios para cubrir sus necesidades [2]
La pobreza extrema se incrementó en casi un 20% en lo que va del sexenio, llegando a los 10.8 millones; de este total, 4.4 millones viven en el campo [3]
La mitad de la población trabajadora no tiene seguridad social y esto obviamente está vinculado al volumen de la informalidad, pero también prueba el inmenso pendiente que representan los servicios de salud en el país.[4]
Por supuesto que los datos que ofrece el gobierno para poner énfasis en los resultados de sus políticas sociales muestran algunos progresos en el último informe del Consejo Nacional de Evaluación (Coneval). Acerca de la política de desarrollo social, se señaló que la pobreza laboral pasó de 38.8 a 37.7%, con un incremento en 2.4 millones de las personas ocupadas; la mitad de ellos en la informalidad. Este es un gran problema, dado que el mismo informe señala que el ingreso mensual promedio en el sector formal es de $9500, mientras que en el informal es de $4700: casi la mitad.
Pese a que México es el país numero 14 en cuanto a tamaño de su economía, su posición respecto al salario que ofrece a su población está en torno al lugar 50 y, en cuanto a su PIB per cápita, está en el lugar 75. Pero si revisamos las cifras de multimillonarios, México posee 36 magnates con más de mil millones de dólares, también colocándose en las primeras posiciones.
La inmensa riqueza de pocos contrasta con la miseria de millones. De hecho, más de 30 millones de mexicanos no tienen acceso a servicios de salud, 12 millones no tienen agua potable y un millón de familias no tiene electricidad.
Se puede seguir creciendo pero, con la estrategia que se ha seguido hasta ahora, la pobreza se preservará como un atractivo para la inversión, dado que los bajos salarios se ofrecen como un atractivo. Además, como hemos dicho en otras ocasiones, el gobierno actual ha estimulado los negocios de los grandes capitalistas mexicanos y, en ese sentido, se ha comportado del mismo modo que todos los gobiernos anteriores desde 1940. Además de ello, ha fortalecido su dependencia de los Estados Unidos por medio del TEMEC.
Por supuesto, el gobierno de AMLO no es tonto y sabe que, de continuar de manera indiscriminada la estrategia del régimen anterior, seguramente una explosión social estaría al orden del día y, por tanto, ha implementado mecanismos de contención por la vía de subsidios dirigidos a los sectores más desprotegidos. Subsidios que, si bien pueden evitar una catástrofe, no modifican sustancialmente ni la miseria de millones ni el cada vez mayor enriquecimiento de la oligarquía.
La alternativa
Para abatir la pobreza en México se requiere duplicar el PIB mexicano, estableciendo al mismo tiempo una estrategia de distribución de la riqueza. Ello necesariamente obliga a una intensa campaña de obras públicas (especialmente en comunicaciones y transportes) e inversiones masivas 10 veces superiores a las que representa el ferrocarril transístmico, con el añadido de las medidas ecológicas necesarias para preservar la ecología del territorio en su conjunto; la idea de que debemos dejar de crecer por el bien del planeta es un recurso ideológico de los países imperialistas para preservar la dependencia de los países sometidos.
Pero el crecimiento que se necesita no se puede hacer sobre bases capitalistas, sino que un plan de desarrollo sustentable para la sociedad y para la naturaleza sólo es posible arrebatando las principales palancas de la economía a los capitalistas; a ese puñado de 36 multimillonarios que son dueños de México.
Mientras eso no suceda, México seguirá creciendo y la pobreza también.
[1] https://www.inegi.org.mx/app/saladeprensa/noticia.html?id=8359#:~:text=Por%20actividad%20econ%C3%B3mica%2C%20las%20variaciones,aument%C3%B3%203.6%20%25%20a%20tasa%20anual.
[2] (https://mexicocomovamos.mx/publicaciones/2023/05/pobreza-laboral-a-la-baja-en-el-1t2023-pese-a-mayor-informalidad/)
[3] (https://www.contrareplica.mx/nota-Radiografia-de-la-pobreza-en-Mexico-2023-202320248)
[4] (https://imco.org.mx/evolucion-de-la-pobreza/).