Estimados compañeros de base y dirigentes que participan en el Congreso Nacional, reciban un fraternal saludo de sus compañeros militantes desde las selvas y costas de Quintana Roo.
Este 19 y 20 de noviembre es una fecha importante para la nación por su trascendencia social y política. Así como hace 116 años estalló la primera revolución campesina y obrera del continente, que transformaría la vida de millones de mexicanos e inspiraría a otros pueblos oprimidos de Nuestra América y del mundo a rebelarse contra la tiranía, hoy también estamos llamados a hacer historia, a contribuir —junto a otros movimientos populares— al proceso de emancipación y transformación social que comenzamos desde antes de 1910.
Como sabemos, la revolución mexicana fue traicionada y sus reivindicaciones congeladas. A pesar de los grandes avances que se lograron en aquella época, la desigualdad social, la explotación a los trabajadores y campesinos, el abandono al campo, el saqueo de los recursos naturales, el atraso industrial y científico, así como el caciquismo y el corporativismo de las organizaciones e instituciones, continúa, y en muchos casos ha empeorado, pues el origen de todos los malestares sociales no fue erradicado por la revolución. El capitalismo “a la mexicana” nunca fue derrocado y como un cáncer que no es detectado y extirpado a tiempo, ha envenenado durante décadas a nuestra sociedad, a nuestras organizaciones, a nuestra naturaleza y ahora amenaza con matarnos si no lo detenemos.
Tomemos consciencia de este hecho y seamos responsables con la enorme tarea histórica que se nos ha legado. Pese a la enorme valentía del pueblo y de sus dirigentes que lucharon a principios del siglo pasado, la revolución mexicana carecía de un proyecto integral, más allá de la repartición de tierras y las elecciones “libres”, que transformará de fondo la estructura social capitalista que encabezaba Porfirio Díaz; y de una organización con ideas claras, democrática y disciplinada, que llevará adelante y ejecutará dicho proyecto. Como sí lo hicieron los mayas rebeldes de Yucatán con Felipe Carrillo Puerto a través del Partido Socialista del Sureste; o los obreros y campesinos rusos en 1917 con su partido Bolchevique.
De este modesto análisis podemos resaltar dos cuestiones: la necesidad de un programa anticapitalista y la necesidad de una organización consciente y democrática que incluya los intereses de las clases mayoritarias y de los pueblos originarios. Respecto al primer punto no entraremos en detalles por la falta de espacio ante la magnitud del tema, además sabemos que en el congreso habrá muchos compañeros capaces de hacerlo mejor y les suplicamos que así sea, pues sobran argumentos para demostrar que al capitalismo es imposible reformarlo y como al tumor maligno hay que erradicarlo. En lo que sí queremos ahondar un poco más, es en lo que hemos vivido desde nuestras experiencias en el sureste: La urgencia de la democracia de bases y de la vinculación con las luchas sociales
En Quintana Roo, como en muchos otros estados, hemos presenciado desde hace varios años un crecimiento del descontento social contra los gobiernos del PRI, así como una participación ciudadana nunca antes vista. Estos valientes ciudadanos provenientes del activismo, de la clase obrera, del campesinado o del magisterio, ingresaron al principio de nuestro movimiento y colaboraron de manera creativa y desinteresada en la campaña del 2012, logrando que AMLO se posicionara como primera opción para los quintanarroenses.
Estos compañeros continuaron con nosotros varios meses después del fraude electoral y hasta poco después de las primeras asambleas del morena para conformarse como partido político. Sin embargo, la mayoría ya no nos acompañan, pues desde las primeras asambleas fueron ahuyentados por el uso descarado del corporativismo en todas sus formas, como el acarreo, la compra de votos, la repartición de volantes con planillas, la coacción del voto, el influyentismo y un largo etcétera. Aunque todo lo anterior está prohibido en los mismos estatutos, no hubo un mecanismo real para detener los abusos en su momento, ni para sancionarlos después de cometidos. La mayoría de los delitos y sus ejecutores quedaron impunes.
Así empezamos el truculento camino como partido político, con una baja enorme de compañeros honestos, y con un incremento de los elementos oportunistas que se volvieron cada vez más poderosos e intocables —gracias al corporativismo y a la impunidad reinante— ocupando los principales cargos de dirección candidaturas, y últimamente “estructuras alternas”.
Para ser más precisos, en el último periodo hemos sufrido la imposición de candidatos externos provenientes del PRI, del Partido Verde y hasta de Televisa (por solo ilustrar algunos ejemplos), como el caso de José Luis Pech Várguez para la candidatura al gobierno del estado, Mari Hernández para la diputación por el municipio maya de Felipe Carrillo Puerto, y Manuel Xiu “el Chivero” para la presidencia de Tulum. Estos elementos que nunca participaron en morena hasta un par de meses antes de la campaña, levantaron enorme desconfianza entre los compañeros de base y el pueblo (el cual fue ignorado por la burocracia), contribuyendo a la perdida de las preferencias electorales conquistadas en el 2012 y ocasionando que morena no ganará ningún cargo de elección popular en todo el estado. Por si esto fuera poco, el doblemente ex funcionario del PRI, el sr. Pech, es ahora el presidente y secretario del partido, sin haber sido votado en ninguna asamblea popular, pero eso sí, con un decreto oficial firmado por la Secretaría General del CEN. Desde enero del presente no tenemos comités ejecutivos y su lugar lo ocupan “enlaces o delegados” designados verticalmente. Quienes pensamos diferente seguimos siendo calumniados y marginados, se nos imposibilita afiliar o hacer comités de base. ¿Es esta la democracia que morena garantiza en sus estatutos? ¿Son estas prácticas dignas de un partido de izquierda que aspira a transformar la vida pública del país? ¿Estamos siendo congruentes el legado de la revolución?
A pesar de las adversidades, una capa de compañeros de casi todos los rincones del estado nos aferramos al movimiento que ayudamos a nacer, que vimos crecer y luego perder el rumbo, pues la esperanza todavía no ha muerto. Aunque nos llamen tercos, infiltrados, espías, o comunistas, no nos resignaremos a que morena sea el botín de unos cuantos —mientras simulan ser de izquierda moderna— y seguiremos luchando por democracia de base, pues estamos convencidos que desde sus primeros días como movimiento legítimo, nuestra organización nació para defender al pueblo y para combatir todas las injusticias hasta que conquistemos la libertad social.
Nuestro valiente pueblo no ha parado de luchar contra la dictadura, antes porfirista, ahora neoliberal, pero nos ha faltado una ideología clara, buena dirección y unidad en la acción. Creemos que en ese sentido, morena podría ayudar a unir todas las luchas sociales más allá de lo electoral, pero para eso es indispensable que primero fortalezcamos la democracia de base y la formación política integral, para que los elementos más capaces y con mayor calidad moral de nuestro pueblo sean quienes nos representen. Además, necesitamos que las decisiones que se ejecutan en los parlamentos y en los cabildos sean consultadas y autorizadas por las bases del partido, para que la decisión que se tome sea la que mayor beneficio aporta al pueblo, y no como ahora, la que mandan unilateralmente como “línea” desde la estructura nacional y que en muchos casos perjudica a la sociedad.
Quizá esta sea la última oportunidad que tenemos para corregir el rumbo, escuchemos a las bases, al pueblo, tomemos la voz y el voto por medio de una democracia más participativa y protagónica. En este sentido queremos aportar algunas propuestas para fortalecer la democracia interna que podrían ser mejoradas por los compañeros de todo el país:
Rechazar la participación de carreristas políticos de otros partidos: Nuestro movimiento cuenta con compañeros honestos y capaces que deben de ser tomados en cuenta antes que elementos externos. Si en algunas regiones no se han ubicado, entonces enfoquémonos en la educación política y en la formación de cuadros. Publicar el perfil de cada candidato a cargos de dirección o de elección popular: Dos minutos de discurso en asambleas no bastan para conocer a una persona, es necesario que esta sea escrudiñada por las bases de su localidad. La publicación de su currículum en internet y en el lugar de la asamblea un par de semanas antes podría ayudar. Prohibir estrictamente el uso del corporativismo: Implementemos mecanismos de vigilancia y denuncia efectivos que actúen en el momento en que los delitos son cometidos y castiguen a los delincuentes políticos para evitar su propagación. Rendición de cuentas y revocación de mandato: Un dirigente o representante popular debería rendir cuentas periódicamente y estar sujeto a la revocación del mandato si las bases del partido consideramos que su labor sea contraria a los principios e intereses sociales.
Esperamos que estas ideas de sus compañeros de Quintana Roo sean tomadas en cuenta y puedan contribuir al giro de timón que morena y el país necesita.
“Sigamos haciendo todo lo bueno, todo lo grande y lo más hermoso”. Felipe Carrillo Puerto
Comisión redactora de las Bases Democráticas en Quintana Roo. 18 de noviembre de 2016.