El incremento de la violencia, los feminicidios, la trata, las desapariciones forzadas, violaciones y demás atrocidades perpetradas hacia mujeres se fueron extendiendo por todo el territorio nacional, ya no sólo se trataba de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez o de la violencia normalizada en el Estado de México, en cada rincón de cada estado, de cada ciudad se reportaban casos de violencia feminicida, incluso hubo casos dentro de las instalaciones de la Universidad más importante del país, la UNAM. Esta situación era insostenible por lo que finalmente en marzo de 2018 detonaron las grandes movilizaciones de mujeres luchando contra la violencia, lo que inició la llamada marea violeta.
Miles de mujeres tomaron las calles en todo el país demandando un alto a la violencia y justicia para las víctimas, dado que el 95% de los casos quedan impunes. Pero esto no quedó ahí, el movimiento amplio de mujeres tocó fibras sensibles de la sociedad capitalista. Nos hizo replantearnos conductas violentas normalizadas y nos dio la fuerza de alzar la voz para denunciar todo tipo de violencia que durante años soportamos en silencio, así es como el movimiento se extendió y fue tomando más fuerza, a partir de las condiciones materiales de opresión que genera la sociedad dividida en clases es como se expresan las contradicciones del sistema capitalista.
Lenin dijo: “…en el fondo, el ’elemento espontáneo’ no es sino la forma embrionaria de lo consciente. Ahora bien, los motines primitivos reflejaban ya un cierto despertar de la conciencia: los obreros perdían la fe tradicional en la inmutabilidad del orden de cosas que los oprimía; empezaban… no diré que, a comprender, pero sí a sentir la necesidad de oponer resistencia colectiva y rompían resueltamente con la sumisión servil a las autoridades”. (Lenin, 1902).
De esta forma se ha expresado el movimiento amplio de mujeres, teniendo clara la necesidad de luchar contra la violencia y la opresión, mostrando coraje y ánimo de lucha, pero sin una dirección política revolucionaria que pueda impulsar al movimiento hasta sus últimas consecuencias para resolver de raíz este problema.
El movimiento de mujeres es muy heterogéneo, en él participan diferentes corrientes políticas, intervenimos los y las comunistas, las reformistas, las anarquistas, las liberales, (entre otras corrientes) y por supuesto las feministas y sus diferentes tipos (radical, abolicionista, separatista, biologicista, trans-excluyente, por mencionar algunos).
Todas estas corrientes políticas han intervenido para intentar darle una dirección al movimiento y no podemos negar que la corriente con mayor influencia es la feminista, pero ¿realmente han sido los métodos, base teórica y filosófica del feminismo los que han conseguido avances en nuestras demandas? ¿O han sido los métodos tradicionales de lucha de nuestra clase?
Hagamos un comparativo entre la base teórica y lo que ha sucedido en el movimiento.
Christine Dupont, feminista radical, defiende que existen 2 modos de producción, el de las mercancías que se producen en la industria que genera la explotación capitalista y el de los servicios domésticos del modo de producción familiar que genera la explotación patriarcal. En este sentido plantea que existe la clase explotada por el capitalismo y la clase de las mujeres explotadas por el patriarcado.
Maria Mies en su libro Patriarcado y acumulación a escala mundial dice: “…el movimiento de mujeres no dirige la mayor parte de sus exigencias hacia algún agente externo, como el Estado o los capitalistas, como hacen muchos otros movimientos, sino que en sí mismo se dirige en esencia al ser humano, apuntando a lo más íntimo de sus relaciones personales, la relación entre mujeres y hombres, con la mirada puesta en cambiar estas relaciones. Por ello, la lucha no se desarrolla entre grupos específicos que comparten intereses o tienen objetivos políticos comunes contra algún enemigo externo a dicho grupo, sino que tiene lugar dentro de los hombres y mujeres y entre hombres y mujeres”. (Mies, 2019).
En general la premisa principal de todos los tipos de feminismo es que el origen de la opresión de la mujer se encuentra en el patriarcado, pero su planteamiento de lucha contra el patriarcado se enfoca en cambiar las relaciones estructuradas entre hombres y mujeres, como si estas estuvieran separadas y no fueran consecuencia de las condiciones de explotación que genera la sociedad dividida en clases. Aunque a los marxistas se nos critica de acusar al feminismo de divisionista su propia base teórica sostiene que lo son, al plantear una división de género dentro de las filas de la clase obrera.
Cuando el movimiento grita en las calles ¡Alto a la violencia!, ¡Ni una menos!, ¡Justicia!, lo hace exigiendo al Estado que las condiciones de marginación, desempleo, falta de oportunidades, impunidad, etc., (que son las que generan y facilitan la violencia), se solucionen. Por eso se piden caminos seguros, iluminación en las calles, transporte público de calidad, ministerios públicos que atiendan las denuncias oportuna y eficientemente sin revictimizar a las mujeres, nuevas leyes que castiguen la violencia que no estaba tipificada, etc.
Estas demandas, en primer lugar, tienen una connotación de clase, porque son las mujeres de los barrios marginales las que se encuentran en mayor riesgo de ser víctimas de violencia en su trayecto de la casa al centro de trabajo y de regreso. En segundo lugar, se enfocan a las contradicciones sistémicas de un Estado burgués incapaz de garantizar el cumplimiento de la ley y las condiciones mínimas de vida; claramente la lucha por estas demandas genera un debate y diversos cuestionamientos sobre las relaciones sociales entre hombres y mujeres, pero en el movimiento, de ninguna manera ha sido al revés.
Las relaciones sociales son resultado de las condiciones materiales de la forma de producción, por lo que la única forma de transformar o concientizar sobre la desigualdad de las relaciones sociales entre hombres y mujeres se da a partir de la lucha por transformar las condiciones materiales de opresión, esas son las tradiciones de lucha de nuestra clase, y así es como se han conseguido los triunfos del movimiento de mujeres, contradiciendo la base teórica del feminismo pues en la vía de los hechos y de manera inconsciente, la lucha se enfoca directamente contra la estructura del sistema capitalista con todo lo que conlleva y no contra el abstracto patriarcado, cada reforma arrebatada, cada derecho ganado es una victoria contra el capital, y por ende contra su base ideológica y conformación política que está fuertemente influida por un pensamiento reaccionario y patriarcal.
La ley del salto de los cambios cuantitativos en cualitativos también se expresa en el movimiento de mujeres, pues sus integrantes van tomando consciencia de su fuerza y de los métodos que son efectivos para la lucha.
Las y los comunistas no somos ajenos ni simples espectadores del movimiento de mujeres, al contrario, somos firmes combatientes de las demandas de las mujeres de nuestra clase. Nuestra tarea es intervenir en el movimiento con nuestro programa revolucionario, participar en los debates, en las luchas que se emprendan en nuestro alrededor, y en la vía de la práctica podemos mostrar que el marxismo nos da las herramientas que necesitamos para transformar nuestra realidad.
Desde el marxismo no negamos la existencia de un régimen patriarcal, pero estamos seguros de que éste subsiste por la sociedad dividida en clases y aunque reivindicamos que la lucha por el socialismo será la vía para la plena emancipación de las mujeres, no renunciamos a la lucha por mejorar nuestras condiciones bajo este sistema.
La lucha por reformas es una escuela de lecciones, el movimiento se fortalece y llega a conclusiones de los aciertos y de los errores. Marca el camino de lo que necesitamos conseguir y desenmascara al verdadero enemigo, que defiende con uñas y dientes sus propios intereses de clase, ayudando a la vanguardia del movimiento a entender que las reformas no son suficientes para resolver todos nuestros problemas. Que para poder mantener lo que hemos ganado y arrebatar lo que por derecho es nuestro para ponerlo al servicio de las necesidades de la mayoría es necesario ir más allá, se vuelve evidente la necesidad de la lucha por el comunismo. Este es nuestro objetivo, cambiar las bases del sistema de producción basado en la explotación para generar una nueva sociedad donde no exista ninguna forma de opresión. “El proletariado no puede lograr la libertad completa sin conquistar la plena libertad para la mujer”. (Lenin, 1920).
El movimiento de mujeres sigue teniendo una fuerza potencial muy grande, pero las limitantes teóricas y tácticas de la principal corriente ya se están haciendo notar. Ya tenemos protocolos con perspectiva de género y cubículos feministas en las escuelas, se ha conseguido que las autoridades de las universidades financien ponencias de grandes personalidades de la academia feminista, espacios separatistas, pero la violencia y el acoso no se ha erradicado. Tenemos el 50% de mujeres en el congreso, una mujer en la secretaría de gobernación y próximamente una mujer en la presidencia, ya hemos logrado que las mujeres tengan presencia en las grandes esferas de poder, pero son mujeres ajenas a nuestra clase, que se reivindican feministas pero su programa no atenta contra los intereses del gran capital nacional y extranjero que son los que generan la desigualdad, la marginación y la violencia hacia las mujeres, por lo que a pesar de su género, no podrán dar solución a los problemas que nos aquejan.
Es por eso por lo que ahora más que nunca debemos levantar en alto la bandera del comunismo dentro del movimiento de mujeres, luchar codo a codo con los mejores métodos de nuestra clase, valernos de las herramientas del marxismo para trazar perspectivas de lucha, ganar a la vanguardia del movimiento y avanzar con paso firme hacia nuestra emancipación del capital.
Bibliografía:
Lenin, Vladimir Ilich, ¿Qué hacer?, 1902.
Lenin, Vladimir Ilich, “A las obreras”, 1920.
Mies, Maria, Patriarcado y acumulación a escala mundial, 2019.3