Un millón doscientas mil personas inundaron las calles de la ciudad de México, según las cifras del gobierno de esta entidad. No parece un número exagerado. Gente de todo México, e incluso migrantes mexicanos residentes en Norteamérica, se concentraron en la capital del país ante la convocatoria de Andrés Manuel López Obrador de realizar una marcha al cumplirse 4 años de haber asumido la presidencia. Ha sido una demostración de fuerzas contundente del pueblo mexicano. La manifestación tenía un claro carácter popular. En las calles se veía a trabajadores, a gente proveniente de pueblos humildes, a indígenas, también a sectores de la pequeña burguesía.
La reforma electoral y el actuar de la derecha
En estos días el gobierno de López Obrador está impulsando una reforma electoral que incluye, entre otras cosas, que los consejeros del Instituto Nacional Electoral y los magistrados del Tribunal Electoral sean electos por voto universal y reducir el millonario presupuesto que reciben los partidos políticos. Si bien, los partidos aliados al gobierno de la llamada Cuarta Transformación (4T) tienen mayoría en las cámaras parlamentarias, tras las elecciones de 2021, perdieron la mayoría calificada (dos terceras partes) que es necesaria para hacer cambios constitucionales. Eso le ha dado cierto poder a la débil oposición para bloquear algunas iniciativas como ahora lo hacen con la reforma electoral.
La derecha ha desatado una campaña rabiosa señalando que AMLO quiere desaparecer al INE para supuestamente instaurar una dictadura. Con esos argumentos falsos finalmente han logrado capitalizar el descontento de un sector minoritario de la población que se opone a este gobierno. Convocaron a una movilización el 13 de noviembre que en la ciudad de México logró congregar a unas 50 o 60 mil personas y algunos miles más en marchas locales en distintas ciudades del país.
La marcha del 13N es la primera movilización unificada de la derecha que sale con cierta contundencia en este sexenio. La realidad es que los partidos tradicionales están en crisis, éstos han visto erosionar a su base y han tenido que establecer una alianza sin principios entre ellos: PAN, PRD y PRI. Parecen una bola de borrachos que tienen que abrazarse uno al otro para no caer, pero con el peligro de irse todos juntos al carajo. Además, durante este sexenio, hemos visto nacer débiles grupos de la derecha como el Frente Nacional AntiAMLO (FRENA) y algunos otros que critican “el progresismo” del actual gobierno, pero tampoco se sienten identificados con los viejos partidos burgueses ya bastante desacreditados. La derecha finalmente logró atraer el 13N a un sector de la población, principalmente sectores de la pequeña burguesía desilusionadas. Tras el relativo éxito de su marcha estaban envalentonándose, tratando de ir a la ofensiva. Pero la marcha del pasado 27 de noviembre convocada por AMLO fue la respuesta fulminante de las masas contra ellos.
La respuesta contundente de las masas
AMLO originalmente había llamado a un mitin el jueves 1° de diciembre, que es la fecha exacta del aniversario de su toma de posesión como presidente. Pero prefirió, primero, cambiar el día para que en domingo asegurara una mayor asistencia y, segundo, que en vez de un mitin fuera una marcha. Ese llamado animó a las masas quienes vieron la oportunidad de dar una respuesta a la derecha.
Los medios de comunicación clásicos de la burguesía, los intelectuales del viejo régimen al servicio de la burguesía, los periodistas críticos al actual gobierno, etc. comenzaron una campaña para decir que quienes asistirían serian acarreados, gente movilizada de forma corporativa sin convicción. Una constante en la marcha del 27N fue ver pancartas y expresiones de la gente burlándose de esa afirmación, dejando claro que iban por su propia voluntad.
Hoy, ante la contundencia de la acción de las masas, se dice que fue una marcha de Estado, que si esta tuvo más éxito que la “marcha ciudadana” del 13 de noviembre fue porque los medios Estatales y el aparato de los gobiernos de Morena se puso al servicio de ésta. Funcionarios de Morena y de la 4T sin duda que actúan de forma burocrática, la marcha fue una demostración de fuerza de los distintos burócratas y grupos locales. Sin duda que hubo expresiones de movilización corporativa pero la marca fundamental fue a la gente asistiendo por propia voluntad y convicción.
En los pasados sexenios un presidente no podía aparecer abiertamente frente a la población sin recibir insultos. Es claro que para millones de trabajadores de este país ven a este gobierno como suyo. Otra cosa que fue muy notoria en la marcha del 27N es que la gente defendía medidas como las becas a estudiantes o las pensiones a adultos mayores que se han conseguido bajo este gobierno.
La marcha estaba convocada desde las 9:00 de la mañana, pero desde la madrugada ya comenzaban a llegar autobuses con contingentes de todos los estados del país. Aunque la marcha partía desde el Ángel de la Independencia, al menos desde el auditorio nacional (cuatro kilómetros atrás) la avenida Reforma y otras más se fueron abarrotando a través de todo el camino hasta llegar al Zócalo. Cinco horas continuas fueron pasando contingentes, tiempo similar al que AMLO tardó en llegar desde el Ángel de la independencia al Zócalo. El presidente pensaba ir al frente con una decena de dirigentes, pero la gente se abarrotaba alrededor de él. AMLO dijo que la descubierta de la marcha fue en realidad el mismo pueblo. La población se agrupaba, tratando de tocarlo, de tomarse una selfi, de saludarlo o simplemente verlo pasar.
Acompañaron a AMLO tres aspirantes a sucederlo: Claudia Sheinbaum (jefa de gobierno de la CDMX), Marcelo Ebrad (canciller) y Adán Augusto López (secretario de gobernación). Quien estuvo ausente fue Ricardo Monreal, dirigente de la fracción parlamentaria de Morena en el senado que también tiene aspiraciones presidenciales pero una larga tradición de conciliación con la derecha y al no ver el apoyo interno para una candidatura presidencial futura ha profundizado su conciliación con los partidos de la derecha. En la marcha del 27N fue muy notorio muchas manifestaciones de rechazo hacia Monreal.
Lo que vimos este 27N fue la respuesta de las masas contra la derecha y una muestra de simpatía y apoyo al actual gobierno. Esto habla de cuál es la real correlación de fuerzas, muy favorable a los trabajadores. Sin embargo, el elemento coyuntural de debate que es la reforma electoral será rechazada, porque el parlamento no refleja la fuerza de las calles y sigue siendo un instrumento construido por la clase dominante que tiene mil mecanismos para impedir avanzar hacia cambios profundos. Ni siquiera esta reforma electoral, que no es radical sino muy moderada, la aceptan. Al final se harán algunos cambios más moderados al régimen electoral, ya no modificando la constitución sino aprobando ciertas leyes, como pasó hace unos meses con la reforma energética. Esto es un reflejo claro de los límites de tratar de transformar la sociedad desde los marcos del propio estado y sistema capitalista aunque se tiene todo el potencial de apoyar la transformación con la movilización de los trabajadores.
Polos de derecha y de izquierda
La marcha convocada por la derecha el 13 de noviembre, si bien no fue masiva, es una expresión de una desilusión de un sector de la pequeña burguesía reflejo de que los cambios no ha sido capaces de resolver problemas fundamentales. Hemos visto en otros países emerger fenómenos de masas de la extrema derecha, en México en realidad han mostrado hasta ahora mucha debilidad. En la marcha del 13N vimos expresiones clasistas y racistas. Se hizo viral un video de una señora histérica que decía que AMLO tenía unas patas rajadas que ni los mejores zapatos le quitaban lo naco. Aunque histéricos no dejan de ser hoy un grupo diminuto.
A la izquierda también vemos expresiones de crítica. Un ejemplo de ello es que días antes los trabajadores del magisterio democrático hicieron una marcha maratónica. Durante días un grupo de maestros marcharon desde Chilpancingo, Guerrero, a ciudad de México, a una distancia de 275 kilómetros. Los trabajadores de la educación exigen una mesa de diálogo para tratar distintos problemas, uno de ellos es buscar una modificación al régimen de pensiones más favorable para los trabajadores de la educación. En ese mismo Estado continúa la resistencia de los padres de los 43 estudiantes normalistas desaparecidos el 26 de septiembre de 2014, que han criticado la lentitud con que avanza la justicia que sigue sin dar respuestas claras sobre el paradero de sus hijos. Vemos a la izquierda una expresión de crítica que no es reaccionaria, sino que ve los límites del actual gobierno y mantiene levantando la bandera de defender los intereses del pueblo trabajador.
En la medida que la política de la 4T plantea en esencia reformar a un sistema, las leyes del capitalismo siguen actuando. Las medidas del actual gobierno logran aliviar algunos problemas (como por ejemplo dando algún apoyo económico a las familias pobres) pero sin resolver las contradicciones del sistema que se siguen expresando. El capitalismo mundial está en crisis y México no está exento de ella. El sistema capitalista ha tendido una tendencia de deterior de las condiciones de vida de las masas mientras el gran capital sigue obteniendo enormes beneficios. El gobierno de AMLO no ha roto con este ciclo y vemos a los grandes banqueros y capitalistas que mantienen beneficios millonarios.
AMLO goza de enorme autoridad y su presencia como presidente mantiene una tendencia de contención del choque de clases, pero los polos irán desarrollándose y cuando él ya no esté al frente del gobierno, evolucionarán cada vez más y el conflicto de clases con intereses que no se pueden conciliar será inevitable.
El cambio de raíz debe venir de la organización de los trabajadores
López Obrador al llegar al zócalo, después de una demandante marcha, dio todavía un discurso de hora y media en que dio un informe enfatizando lo que él considera los logros de su gobierno. En un momento, la gente lanzó gritos diciendo que se reeligiera. Que AMLO se mantenga en el gobierno ha sido un temor para la burguesía nacional e internacional. La revolución mexicana iniciada en 1910 comenzó como una lucha encabezada por Francisco I. Madero contra la reelección presidencial, esa tradición sigue presente. AMLO respondió a las arengas que era maderista y no se reelegiría ni que su compañera Beatriz Gutiérrez Müller aspiraría a puesto alguno. La forma en que actuó la masa es una expresión de que no tiene suficiente confianza en los futuros sucesores del presidente.
La fuerza de movilización del domingo muestra un enorme potencial de transformación, siempre y cuando ésta se base estratégicamente en la organización y lucha de los trabajadores. AMLO, sin embargo, ha actuado sin querer confrontar a la clase capitalista. Definió a la filosofía de su gobierno como humanismo mexicano que busca fomentar el progreso con justicia social. El capitalismo no puede existir sin explotación del hombre por el hombre, muchos antes de AMLO han buscado crear un capitalismo más humano, pero han fracasado. Un ejemplo de ello fue Hugo Chávez, quien llevó adelante medidas más profundas que el actual gobierno mexicano pero que al final concluyó que no había un camino intermedio, una tercera vía, y que la lucha debía trascender al socialismo.
Vemos una correlación de fuerzas favorable a los trabajadores y una burguesía que tiene el poder económico, pero no cuenta con una base social sólida y sí con partidos políticos débiles y en crisis. AMLO da concesiones a los trabajadores, después de esta marcha se anunció un incremento de 20% del salario mínimo. Pero también da concesiones a los empresarios. Por un lado, moviliza a las masas, pero por el otro no llama a ir más lejos, a tomar acciones y avanzar en la organización de los trabajadores. Así como en su discurso en el Zócalo habló de la ola progresista y saludó el triunfo de Lula da Silva en Brasil por un lado y por otro habló de la buena vecindad con los EEUU y definió a Biden un estadista ((221) Discurso de Andrés Manuel López Obrador en el Zócalo – YouTube).
Contra la burocracia, la organización de la base
El 27N evidenció que el actual gobierno se sustenta en un gran apoyo popular, que un sector importante de la población organizada está dispuesta a defender las conquistas obtenidas hasta ahora, a hacer frente a la derecha y a luchar por profundizar el proceso. Pero en el 27N no hubo ningún llamado a fortalecer la organización ni a tomar acciones para avanzar en la profundización de la transformación.
A su vez, en el último periodo hemos visto un fenómeno de burocratización del partido Morena que ha sido tomada bajo el control casi absoluto de la burocracia y funcionarios. Muchos activistas obradoristas han entrado a trabajar a las estructuras partidarias o gubernamentales, aunque tengan críticas sobre cómo está degenerando el partido, muchos callan la voz ante el miedo de perder sus empleos. La burocracia es la quinta columna, es un freno para contener la organización de las masas, ponerles un freno y un sector que tiende a la conciliación con quienes se han opuesto a un cambio profundo en el país.
Otro elemento negativo que no podemos dejar de lado, es el enorme poder que va a adquiriendo la Secretaria de Seguridad Nacional, que no solo ve aumentar sus efectivos armados sino su poder político y hasta económico (al convertirse en dueño de algunas de las obras principales del actual gobierno).
Estratégicamente este gobierno se apoya en las estructuras estatales, a las que trata de reformar, para buscar un desarrollo económico (en los márgenes del capitalismo) buscando a su vez dar algunas dadivas a las masas como es el caso de los programas sociales y algunas concesiones como el aumento al salario mínimo (que en esencia ayudará a contrarrestar al menos los efectos de la inflación).
Millones tienen enorme confianza en AMLO, un presidente no corrupto que no tiene la política de ataque contra los trabajadores como lo hicieron los gobiernos anteriores. Pero los sectores más avanzados ven que el tiempo se agota, que los cambios no están yendo tan lejos como se requería y que quien suceda a AMLO va a verse más limitado que él.
El trabajo de organizarnos desde la base, de crear cuadros a partir de la formación política vinculada a la lucha de clases, el no abandonar la defensa de los intereses de los trabajadores y de las masas oprimidas; sigue siendo la tarea fundamental.
AMLO ha declarado este año como el de Ricardo Flores Magón. Este personaje comenzó defendiendo un ideal liberal, luchando contra la corrupción y el respeto a las leyes, tratando de reformar el régimen y sistema imperante. Pero al final concluyó que se debía luchar contra el sistema capitalista. Si a 100 años de su muerte Ricardo sigue vigente es, por un lado, porque murió defendiendo intransigentemente sus ideas sin traicionarlas y, en segundo término, porque las injusticias y el sistema contra el que luchó siguen presentes. La necesidad de luchar contra el capitalismo es lo que mantiene la verdadera vigencia de este revolucionario internacionalista nacido en Oaxaca. AMLO en su discurso dijo una frase que tomó de Ricardo Flores Magón: “Solo el pueblo puede salvar al pueblo”. Es necesario fortalecer la organización y la formación política desde la base, luchando por profundizar el proceso hacia una alternativa anticapitalista.