El pasado 17 de marzo, ya cuando los gobiernos federal y de la Ciudad de México habían decretado el cierre de las escuelas de todo el país por la emergencia sanitaria del COVID-19, las autoridades de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) sacaron un comunicado dirigido a la comunidad universitaria (estudiantes, académicos, trabajadores administrativos y de confianza) firmado a nombre del Consejo, avisando sobre las medidas que la universidad tomaría con respecto al llamado del gobierno.
El comunicado hacía hincapié en que todos los estudiantes y académicos no fueran a la escuela más. Aquellos académicos que quisieran entrar tendrían que solicitar un permiso especial. Sin embargo, esta no era la misma situación con los trabajadores de confianza y el personal administrativo. Entendemos que el personal de confianza, como no está sindicalizado, tiene que estar a las órdenes de la dirección de cada plantel. Aún en este caso era errónea la postura de rectoría porque ponían en riesgo a los trabajadores de confianza aunque sabemos que son sus incondicionales porque de ellos depende su estado laboral. Pero el caso con los trabajadores administrativos, los argumentos eran otros y que tiene que ver con aspectos políticos.
La dirección de la UAM argumentó, en la sesión de Consejo, que los trabajadores administrativos no podíamos irnos a nuestra casa en la contingencia porque ya habíamos tenido suficiente descanso con la huelga del año pasado. Es decir, que no les importaba que nosotros como trabajadores nos pudiéramos contagiar, sino que su explicación era básicamente una venganza contra la lucha que hemos dado por mantener nuestros derechos.
Tenemos que decir al respecto, para nosotros una huelga nunca es un periodo de descanso. Vamos a la lucha porque las autoridades, de forma reiterada, violan nuestro contrato colectivo de trabajo, sufrimos amenazas y siempre pretenden que seamos nosotros los que mantengamos un salario miserable. Estas siempre han sido nuestras causas por las que nos orillan a luchar. Un periodo de huelga no son días fáciles para nosotros ya que no percibimos un salario y nuestras familias pasan apuros, sin embargo, sabemos que si no luchamos, nos arrebatan todos nuestros derechos. La rectoría y las autoridades de las unidades de la UAM querían tomar venganza por la pasada huelga. Por eso querían obligarnos a venir a trabajar, sin importar que las autoridades gubernamentales estaban pidiendo que nos quedáramos en casa para evitar contagios.
Al día siguiente del comunicado, el Grupo Interno Coordinador (GIC) Azcapotzalco, la dirección sindical de la unidad, convocó una asamblea para exigir a las autoridades de la unidad que tomara una postura con respecto a los trabajadores administrativos. A la reunión llegaron aproximadamente 500 compañeros. Decidimos ir a la dirección del plantel, al llegar ahí nos informaron que el Rector y la Secretaria General no se encontraban. Después nos enteramos de que estaban escondidos porque no nos querían dar la cara. Nosotros exigimos una cosa muy simple: o las autoridades cerraban la escuela y mandaban a resguardo a los trabajadores, para evitar contagio, o los trabajadores tomaríamos la escuela y nos encargaríamos de la administración de ésta para asegurar que no hubiera contagios.
Decidimos hacer presión para que se presentaran frente a nosotros las autoridades. La mitad de la asamblea se mantuvo en la dirección de la escuela y la otra mitad fue a cerrar la avenida de Montevideo. El cierre duró más de 4 horas. Debido a la presión del bloqueo, el Rector y la Secretaria General salieron de su escondite, aunque el cobarde rector corrió y logró escabullirse. La asamblea arrinconó a la secretaria y le exigió respuestas. Después de 2 horas de hacer nuestras exigencias a la Secretaria General ésta cedió ante nuestra presión y se establecieron criterios para que aproximadamente el 90% de los trabajadores de la unidad no vinieran a laborar. Se decidió que solo compañeros de seguridad y algunos de limpieza tuvieran que ir a laborar. La presión cundió efectos pero no todos los que queríamos pues nuestra pelea era porque nadie viniera y se cerrara la unidad por completo, algo que al final terminó ocurriendo cuando se decretó la segunda etapa del plan de contingencia.
Este es un logro del movimiento de los trabajadores organizados. Demostramos que, ante la negativa de las autoridades por cuidar nuestra salud, somos nosotros mismos los que tenemos que cuidarnos. Los trabajadores no podemos ceder a ser utilizados como carne de cañón y exponernos al contagio del Coronavirus. Tenemos que organizarnos y hacer respetar nuestros derechos, nuestro Contrato Colectivo de Trabajo (CCT) nuestra salud y dignidad. La clase obrera no es desechable. Sólo unidos y organizados, venceremos.
¡Fuera el Rector Peñaloza por irresponsable y pretender que los trabajadores nos contagiáramos!
¡Fuera el Consejo Académico antidemocrático y al servicio del Rector!
¡Transparencia y equidad en la distribución de los recursos!
¡¡Vivan los trabajadores porque unidos y organizados… venceremos!!
El autor es miembro de Alternativa Democrática del Sindicato Independiente de los Trabajadores de la UAM