Publicado originalmente en marxist.com
Se ha acusado a las protestas y manifestaciones en solidaridad con el pueblo palestino, masacrado por el ejercito israelí, de incitar la violencia en contra de los judíos. Esta es una campaña consciente para la criminalización y para silenciar el derecho democrático de demostrar apoyo hacia un pueblo oprimido . En particular, el “establishment” occidental ha condenado el uso del término “Intifada”, incluyendo cuando lo hemos usado los comunistas de la CMI. Pero, ¿Cuál es la actitud de los comunistas ante el antisemitismo, y cual es la verdadera naturaleza de la Primera Intifada?
Apoyar el derecho del pueblo palestino a levantarse en defensa de su tierra natal, donde puedan vivir en paz; en oposición a la clase dominante sionista de Israel, no puede ser interpretado como anti-judío. Para comenzar, muchos judíos son anti-sionistas. Los comunistas revolucionarios nos oponemos al antisemitismo así como nos oponemos a todas las formas de racismo y discriminación. ¿A qué nos referimos por antisemitismo? Es el odio hacia los judíos por el simple hecho de ser judíos, como la islamofobia es el odio a todos los musulmanes por el simple hecho de ser musulmanes.
El antisemitismo, junto con todas las formas de intolerancia, es propagado por las clases dominantes para dividir a la clase trabajadora, impidiendo la unidad de la lucha de clases. Estos prejuicios también se utilizan para obtener el apoyo de las capas más atrasadas de la sociedad y desviar la atención de la gente sobre la verdadera fuente de sus problemas (la pobreza y la desigualdad resultantes del capitalismo) hacia chivos expiatorios.
En tiempos de crisis aguda, estas ideas pueden ser utilizadas como un punto focal para organizar a las fuerzas de la reacción, con el propósito de destruir físicamente los derechos y las organizaciones que los trabajadores han ganado durante varias generaciones a través de la lucha de clases. Los nazis culparon de la crisis económica que golpeó a Alemania en los años 20s y 30s en los judíos. La clase dominante alemana apoyó esta política, que tuvo terribles consecuencias para los judíos en Alemania, y todos los territorios ocupados por los Nazis en Europa, ya que era una forma conveniente de desviar la atención de los verdaderos culpables de la crisis: la clase capitalista.
Comunistas contra del antisemitismo
La Internacional Comunista y los comunistas alemanes se opusieron en su momento al antisemitismo. Esto es lo que Lenin dijo sobre esta cuestión en 1919
«No es verdad que los judíos sean los enemigos de la clase obrera. Los enemigos de los trabajadores son los capitalistas de todos los países. Entre los judíos es lógico, muchos son trabajadores, y forman la mayoría. Ellos son nuestros hermanos, que, como nosotros, los oprimidos por el capital, y por lo tanto son nuestros compañeros en la lucha por el socialismo. Entre los judíos hay los que son kulaks, los explotadores y capitalistas, así como hay entre los rusos, y entre las personas de todas las etnias.. [Énfasis añadido]
«Los capitalistas se esfuerzan por sembrar y fomentar el odio entre los trabajadores de diferentes creencias, diferentes países y etnias diferentes. Aquellos que no trabajan se mantienen en el poder por el poder y la fuerza del capital. judíos ricos, como los rusos ricos y los ricos en todos los países, están en alianza para oprimir, aplastar, robar y dividir a los trabajadores..
«¡Qué vergüenza zarista maldita que torturaron y persiguieron a los judíos! ¡Qué vergüenza los que fomentar el odio hacia los judíos, que fomentan el odio hacia otros países!. ¡Viva la confianza fraterna y la alianza de lucha de los trabajadores de todos los países en la lucha para derrocar al capital.” (De un disco de gramófono grabado durante la Guerra Civil, en 1919. Disponible con subtítulos en inglés aquí).
Siguiendo la tradición de Lenin en 1919, los comunistas de hoy nos oponemos firmemente al antisemitismo. También nos oponemos a nuestras propias clases dominantes imperialistas en los países capitalistas avanzados, que hoy apoyan firmemente al Estado de Israel como representante fiable del imperialismo occidental en Oriente Medio.
Es por esta razón, y no por solidaridad con los judíos, que los imperialistas y sus portavoces en los medios de comunicación llevan a cabo una campaña sistemática para presentar cualquier crítica al Estado de Israel como antisemita. Eso es como afirmar que oponerse al “establishment” político británico, al imperialismo británico, a los Tories y a todos los adornos reaccionarios del Estado británico sea lo mismo que discriminar a los británicos en general.
Los dirigentes reformistas de derechas, como el líder del Partido Laborista, Keir Starmer, se han convertido en algunos de los más acérrimos defensores de esta campaña de desprestigio. Por un lado, están ansiosos por demostrarle a la clase dominante que se puede confiar en ellos para defender los intereses capitalistas dentro y fuera del país, y dar la cara por los «aliados» occidentales. Por otro lado, las falsas acusaciones de antisemitismo fueron un arma importante en la guerra de los blairistas contra la izquierda Laborista bajo el liderazgo de Jeremy Corbyn, él mismo es un defensor de mucho tiempo de los derechos palestinos. En manos de los social-chovinistas, las acusaciones de antisemitismo siguen siendo un valioso palo con el cual golpear a la izquierda.
Es un hecho lamentable que muchos de los llamados líderes de la izquierda hayan sucumbido a la presión del “establishment» y se nieguen a combatir esta campaña de mentiras y calumnias. Por el contrario, los comunistas rechazamos firmemente este flagrante intento de silenciar la solidaridad legítima con el pueblo palestino. Y no nos limitamos a un análisis superficial de la situación actual, sino que tenemos el propósito de situarlo en su contexto histórico.
No es necesario repetir lo que hemos explicado ampliamente en otros artículos. Basta decir que el Estado de Israel se creó desplazando a cientos de miles de palestinos de su tierra natal en 1947-48. Utilizaron ataques terroristas contra aldeas palestinas y la matanza de cientos de ellos para lograr la limpieza étnica a gran escala.
Desde entonces, la situación del pueblo palestino no ha dejado de empeorar, especialmente tras la guerra de 1967, en la que Israel ocupó permanentemente Gaza, Cisjordania y los Altos del Golán. Desde finales de la década de 1970, Cisjordania ha sido sistemáticamente colonizada y miles de palestinos han muerto, muchos más han sido detenidos y se han producido nuevos desplazamientos.
Este es el contexto en el que debemos considerar la Primera Intifada, que estalló a finales de 1987. Sólo posicionando la cuestión de esta manera podremos llegar a comprender realmente lo que significa el llamamiento a la Intifada.
La Primera Intifada se produjo tras una década de colonización sistemática de los Territorios Palestinos por colonos israelíes, que comenzó con la llegada del Partido Likud de Menachem Begin al poder. La economía de los Territorios Ocupados también se hizo totalmente dependiente de Israel. Este proceso se encontraba en una fase muy avanzada cuando estalló la Primera Intifada.
Además de la catástrofe histórica para el pueblo palestino, la Nakba de 1948, hubo una serie de reveses para los palestinos; desde la ocupación de 1967, que vio cómo más refugiados huían del territorio; pasando por la derrota militar a manos del ejército jordano en 1970; hasta las masacres sufridas en el sur de Líbano a principios de la década de 1980.
Antes del estallido de la Intifada, los dirigentes de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP, la principal organización política de los palestinos) se habían visto obligados a exiliarse en Túnez, y estaban completamente desconectados del ambiente de frustración y rabia que se estaba desarrollando entre las masas palestinas. Eso explica su asombro cuando finalmente estalló la Intifada.
Una explosión a punto de producirse
Para cualquiera que conozca las condiciones sobre el terreno, no resulta demasiado difícil ver lo que provocó semejante movimiento de masas. Entre 1982 y 1986, la población de colonos se había triplicado en Cisjordania, el 50% de la tierra había pasado a estar bajo control directo israelí y más del 80% del suministro de agua se había desviado a Israel y a sus asentamientos.
Todo ello se combinó con el aumento de grupos de vigilantes judíos armados, respaldados por las FDI, que aterrorizaban a la población palestina. Gaza, en particular, fue descrita como una «olla a presión a punto de explotar». (Emile Nakleh, «The West Bank and Gaza», en el Middle East Journal, primavera de 1988).
En el mismo período, desde 1985 hasta el estallido de la Primera Intifada en diciembre de 1987, se había producido un creciente movimiento de protesta en los Territorios Ocupados, que provocó el aumento de las detenciones y encarcelamientos de jóvenes palestinos.
Lo que finalmente desencadenó la explosión fue el famoso incidente de Gaza del 7 de diciembre de 1987, en el que un camión de las FDI chocó contra un coche y mató a cuatro trabajadores palestinos. Fue la chispa que prendió fuego a los Territorios Palestinos, y la conflagración se extendió desde Gaza a toda Cisjordania.
La característica más significativa de la Primera Intifada fue el carácter masivo del movimiento y el hecho de que, en un principio, estuviera dirigido por los trabajadores y los jóvenes palestinos de los barrios. Desde entonces, se ha intentado enterrar el verdadero carácter de ese movimiento, para presentarlo simplemente como un estallido violento que pretendía destruir Israel y a los judíos que vivían allí. Pero esto es completamente falso.
Los métodos utilizados no eran en absoluto los de la guerra de guerrillas o el terrorismo, sino que incluían huelgas generales y desobediencia civil, como huelgas de impuestos y cierres de comercios. En todos los barrios se habían elegido Comités Populares que, además de organizar la huelga general, gestionaban la distribución de los suministros básicos. A mediados del año siguiente (1988) se calculaba que se habían creado más de 40.000 comités de este tipo. Para un relato más detallado de las funciones de estos organismos, léase «La historia de Israel-Palestina hasta 1993«.
Cuando los comunistas revolucionarios plantean la consigna de la Intifada, es una referencia directa al movimiento de masas de 1987-88 del pueblo palestino, utilizando los métodos de la lucha de clases. Fue precisamente la naturaleza de masas de la Intifada lo que reveló a las masas palestinas su propio poder y elevó su conciencia de clase. También tuvo un impacto dentro del propio Israel, como explicaremos más adelante.
Algunos pueden responder diciendo que ésta es una interpretación prejuiciosa y comunista de esos acontecimientos. El problema es que la verdad es concreta y tiene la tendencia a emerger finalmente, a pesar de todos los intentos de falsificarla.
Consideremos un interesante artículo, publicado recientemente en la revista Foreign Policy (14 de diciembre de 2023), titulado «Definiendo el derecho de los palestinos a resistir», con el subtítulo: «¿Qué significa decir que levantarse contra la injusticia es inadmisible?». El autor es Howard W. French, actualmente columnista de Foreign Policy y profesor de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia. Anteriormente había sido corresponsal extranjero y redactor jefe de The New York Times, y redactor del International Herald Tribune.
Foreign Policy, The New York Times y el International Herald Tribune no pueden considerarse en modo alguno anti israelíes o pro Hamás, ni se les puede acusar de tener simpatías por las ideas comunistas. Todos ellos son periódicos burgueses, podríamos decir de tipo liberal, lo que significa que son portavoces de la clase capitalista y del “establishment” político de Estados Unidos.
Howard French, de hecho, empieza dejando clara su postura: «Hamás merece plenamente cualquier consecuencia que le llegue». Una vez establecidas sus credenciales, añade a continuación que «el pueblo palestino no merece esta ira…». A continuación desarrolla la idea de que los palestinos sí tienen derecho a luchar por algún tipo de tierra propia.
Esto no contradice fundamentalmente la última posición del imperialismo estadounidense, que ahora pide a Israel que sea más cuidadoso en sus ataques contra Gaza. Por supuesto, estos señores no explican es cómo un ejército que se propone destruir las bases y los combatientes de Hamás, que están incrustados por toda Gaza, lo hará sin causar víctimas civiles masivas.
En realidad, los imperialistas están llevando a cabo una operación de relaciones públicas mediante la cual siguen apoyando a Israel, proporcionándole las armas y la financiación que necesita para continuar con su carnicería, mientras que al mismo tiempo fingen que se preocupan por la población civil de Gaza. Se trata de una burda estratagema para apaciguar a la opinión pública nacional; un intento de aparentar que tienen preocupaciones humanitarias, mientras que en realidad respaldan la matanza.
Lo que realmente les preocupa no es la difícil situación del pueblo palestino, sino el efecto desestabilizador que la situación actual está teniendo en todo Oriente Próximo, con el riesgo de una ampliación del conflicto. Esto podría tener un gran impacto en los suministros de petróleo y gas, y en la importante ruta comercial que atraviesa el Mar Rojo y el Canal de Suez, que ya está siendo asfixiada por los combatientes Houthi del oeste de Yemen.
La Primera Intifada fue un movimiento popular de masas
La explicación de Howard French sobre qué fue realmente la Primera Intifada fue muy interesante, sobre todo por ser publicada en un periódico que defiende los intereses del imperialismo estadounidense:
«Deriva del verbo árabe nafada, que significa ‘sacudirse’, en el sentido de sacudirse el polvo de la ropa, por ejemplo, o sacudirse el cansancio. La palabra intifada, por tanto, se traduce literalmente como un ‘estremecimiento’ o ‘escalofrío’, o cuando se utiliza en un contexto político, un ‘levantamiento popular’. No significa genocidio» [énfasis añadido].
Y continúa:
«La palabra intifada se hizo familiar a los lectores de noticias de todo el mundo en 1987, cuando el término se utilizó para describir un levantamiento popular organizado por los palestinos ese año contra Israel. Ese levantamiento, que duró hasta principios de la década de 1990 y llegó a ser conocido como la Primera Intifada, comenzó como un movimiento de protesta en gran medida pacífico que incluía actos de desobediencia civil, como huelgas y boicots, pero se volvió más violento más tarde, en parte como reacción a la dura respuesta de seguridad israelí» [énfasis añadido].
Bayliss Thomas, en su libro How Israel was Won: A Concise History of the Arab-Israeli Conflict [Cómo se ganó Israel: Historia concisa del conflicto árabe-israelí], publicado en 1999, afirma lo siguiente:
«La Intifada fue sin duda un movimiento popular que sorprendió tanto al gobierno israelí como a la OLP, que ni la alentó ni la financió. [El entonces Primer Ministro Yitzhak] Shamir y [el posterior Primer Ministro Ariel] Sharon parecían creer, dada la debilidad de la OLP, que la docilidad palestina bajo la ocupación continuaría indefinidamente. De hecho, la debilidad de la OLP sólo aumentó la desesperación popular, fomentando un nuevo activismo y autosuficiencia a nivel local». [Énfasis añadido]
A continuación, explica cómo se organizaron los comités locales:
«Al principio, las comunidades locales actuaban por separado. Más tarde, surgió un amplio liderazgo compuesto por muchas facciones, llamado Dirección Nacional Unificada del Levantamiento (DNUL) La élite tradicional del nacionalismo palestino (profesionales, periodistas y académicos) no participó inicialmente. Operando en la clandestinidad, la DNUL [Dirección Nacional Unificada del Levantamiento] se comunicaba a través de panfletos impresos en secreto y distribuidos por la noche. La resistencia espontánea y fragmentada a la ocupación empezó a adquirir una voz unificada a través de los anuncios de la DNUL de huelgas comerciales y de transportes, manifestaciones masivas, protestas y campañas de solidaridad como izados de bandera, oraciones, ayunos, proyectos de trabajo, marchas y actividades de donación. Se condenó rotundamente a Israel y a Estados Unidos, aunque sin centrarse en el pueblo judío. La DNUL no fomentaba la violencia, pero los lanzamientos de piedras y los cócteles molotov eran inevitables [énfasis añadido].
«La Intifada se centró principalmente en la protesta por las condiciones de la ocupación. Poco a poco, la DNUL consultó a la OLP sobre cómo remediar los abusos locales de la ocupación israelí: cómo conseguir la liberación de los presos políticos, detener la actividad de los asentamientos y la confiscación de tierras, evitar diversos impuestos israelíes y eliminar las restricciones a los productos industriales y agrícolas exportados desde los territorios.»
Lo que es interesante señalar es el hecho de que, en un principio, la Intifada no estaba controlada por la OLP, y de hecho existía una desconexión entre los activistas que dirigían el movimiento en los barrios y la OLP en el exilio. Charles D. Smith ofrece un relato revelador en su texto de 2004, Palestine and the Arab-Israeli Conflict – a History with Documents [Palestina y el conflicto árabe-israelí: una historia con documentos]:
«Levantamiento espontáneo no dirigido por ningún comité u organización superior, la Intifada se extendió rápidamente de Gaza a Cisjordania. Se sostuvo gracias a una extensa red de comités locales formados durante la década anterior y de barrios que se organizaron para ayudarse mutuamente. En el fondo, la intifada fue una rebelión de los pobres y los jóvenes, los sectores menos favorecidos de la población, que organizaron comités populares que luego los representantes de la OLP trataron de cooptar bajo su propia dirección» [énfasis añadido].
Smith señala que: «Se tomaron varias decisiones sobre el terreno. Una restringió las protestas a manifestaciones y lanzamiento de piedras; se prohibieron los cuchillos y las armas de fuego» [énfasis añadido].
Sin embargo, como la OLP siempre se había considerado la expresión política tradicional del pueblo palestino, finalmente los dirigentes exiliados consiguieron situarse a la cabeza de la Intifada, aunque no habían desempeñado ningún papel en su promoción. Sin embargo, a falta de alternativa, la DNUL se fijó en la OLP como único punto de referencia política.
Smith destaca el hecho de que «La OLP siempre había intentado reprimir a los líderes locales independientes de su control, incluso si dichos individuos se identificaban con los objetivos de la OLP. Ahora, la necesidad exigía no sólo cooperación sino dependencia de la información y el asesoramiento de los territorios… rápidamente apareció una agenda política. En enero de 1988, los dirigentes de los territorios pidieron un Estado palestino independiente, gobernado por la OLP, que coexistiera con Israel» [énfasis añadido].
Este fue el comienzo de un movimiento de los líderes de la OLP hacia una solución de dos Estados, abandonando su posición anterior de un Estado único y unificado en toda la Palestina histórica.
Como explica Smith, estas ideas «…fueron anunciadas inicialmente por individuos no relacionados con la intifada, hombres más conocidos en el mundo exterior como ‘moderados’, como Sari Nuseibeh y Faysal al-Husayni, que tenían sus propios vínculos con la OLP en Túnez. Como miembros de una élite social, eran vistos con recelo tanto por los dirigentes populares como por los jefes de los comités de la OLP cuando se declararon estos puntos por primera vez» [énfasis añadido].
Posteriormente, el plan de la OLP para un acuerdo con Israel basado en una solución de dos Estados «se convirtió en el programa oficial de la Intifada».
Así es como la Intifada, que había sido dirigida por activistas sobre el terreno en los Territorios Ocupados, fue finalmente controlada por la dirección de la OLP y guiada hacia lo que se convertiría en un callejón sin salida.
El llamamiento a una huelga general en enero 1988
Pero volvamos a los inicios de la Intifada por parte de quienes la dirigían sobre el terreno. Era un movimiento basado en métodos de lucha de clases, siendo la huelga general un elemento poderoso. Aquí reproducimos íntegramente el «Comunicado nº 1 de la Intifada», publicado como folleto el 8 de enero de 1988 por la DNUL, en el que se llamaba a la huelga general y al cierre de empresas:
«En el nombre de Dios, misericordioso y compasivo. El glorioso levantamiento de nuestro pueblo continúa. Afirmamos la necesidad de expresar solidaridad con nuestro pueblo dondequiera que se encuentre. Seguimos siendo leales a la sangre pura de nuestros mártires y a nuestros hermanos detenidos. También reiteramos nuestro rechazo a la ocupación y a su política de represión, representada en la política de deportaciones, detenciones masivas, toques de queda y demolición de casas. Reafirmamos la necesidad de lograr una mayor cohesión con nuestra revolución y nuestras heroicas masas. También subrayamos nuestro acatamiento al llamamiento de la OLP, legítima y única representante del pueblo palestino, y la necesidad de proseguir con las abundantes ofrendas y el heroico levantamiento. Por todo ello, dirigimos el siguiente llamamiento:
«Todos los sectores de nuestro heroico pueblo en todos los lugares deben acatar el llamamiento a una huelga general y completa hasta la tarde del miércoles 13 de enero de 1988. La huelga abarca todos los servicios públicos y privados del comercio, los trabajadores palestinos y el transporte público. El acatamiento de la huelga general debe ser total. El lema de la huelga será: Abajo la ocupación; viva Palestina como país libre y árabe.
«Hermanos trabajadores, vuestro acatamiento de la huelga no yendo al trabajo y a [las] fábricas es un apoyo real al glorioso levantamiento, una sanción a la sangre pura de nuestros mártires, un apoyo al llamamiento a liberar a nuestros prisioneros y un acto que ayudará a mantener a nuestros hermanos deportados en su patria. Hermanos empresarios y tenderos, debéis acatar plenamente el llamamiento a la huelga general durante el período de la huelga. Vuestro acatamiento de las huelgas anteriores es una de las imágenes más espléndidas de solidaridad y sacrificio en aras de hacer triunfar la posición de nuestro heroico pueblo.
«Haremos todo lo posible para proteger los intereses de nuestros honrados hombres de negocios contra las medidas a las que la fuerza de ocupación sionista pueda recurrir contra vosotros. Os advertimos contra las consecuencias de involucraros con algunos de los secuaces de las autoridades de ocupación que tratarán de haceros abrir vuestros negocios. Os prometemos que castigaremos a tales empresarios traidores en un futuro no muy lejano. Procedamos unidos para forjar la victoria.
«Hermanos propietarios de empresas de taxis, no olvidaremos vuestra honorable y espléndida postura de apoyar y llevar a cabo la huelga general en el día de la firmeza palestina. Ponemos nuestras esperanzas en vosotros para que apoyéis y hagáis de la huelga general un éxito. Advertimos a algunas compañías de autobuses contra las consecuencias de no acatar la convocatoria de huelga, ya que esto les hará pasibles de un castigo revolucionario.
«Hermanos médicos y farmacéuticos, debéis estar en estado de emergencia para ofrecer asistencia a aquellos de nuestros parientes que estén enfermos. Los hermanos farmacéuticos deben desempeñar sus funciones con normalidad. Los hermanos médicos deben colocar la insignia de médico de manera que pueda ser claramente identificada. Advertencia general: Advertimos que la circulación por las calles no será segura debido a las medidas que se tomarán para que la huelga general sea un éxito. Advertimos que se verterá material viscoso en las calles principales y secundarias y en todas partes, además de los cortes de carretera y los grupos de huelga que se desplegarán por toda la patria ocupada. Circular: Los luchadores y hermanos miembros de los comités populares y los hombres del levantamiento que están desplegados en todos los lugares de trabajo deben trabajar para apoyar y ayudar a nuestro pueblo dentro de los medios disponibles, particularmente a las familias necesitadas de nuestro pueblo. Los grupos de huelga y los grupos de sublevación popular deben acatar completamente el programa de trabajo, que está en su poder. Procedamos unidos y coreemos en voz alta: Abajo la ocupación; viva Palestina como país libre y árabe». [Fuente: Palestina y el conflicto árabe-israelí – una historia con documentos, Charles D. Smith, 2004, página 430)
Nadie puede dudar de lo que se estaba convocando: una huelga general masiva con el objetivo de poner fin a la ocupación y conseguir una patria palestina, junto a Israel. Este llamamiento tuvo un apoyo masivo entre la juventud palestina, los trabajadores y los pequeños comerciantes. Era realmente un movimiento que contaba con el respaldo y la participación de todo el pueblo. Fue tan poderoso que incluso tuvo un impacto dentro de la sociedad israelí. Envió el claro mensaje de que todo un pueblo se oponía a la ocupación israelí, afectando incluso a algunos soldados.
La magnitud de la Intifada y la determinación de las masas palestinas hicieron comprender a algunas tropas israelíes que eran ocupantes no deseados. Eso explica por qué algunos -aunque una pequeña minoría- se adhirieron al famoso fenómeno Refusenik, por el que un sector de jóvenes soldados se negaba a servir fuera de las fronteras de Israel. Si la Intifada no hubiera sido traicionada, ¿Quién sabe hasta dónde habría podido llegar este proceso? Eso explica también por qué la clase dirigente sionista estaba decidida a aplastar la Intifada.
La aparición de Hamás como factor
Obsérvese que el folleto de la DNUL afirma claramente que reconocían a la OLP como única representante del pueblo palestino. Hamás no desempeñó ningún papel significativo en las primeras fases de la Primera Intifada. No se constituyó como organización independiente hasta febrero de 1988, una vez iniciada la Intifada, y aún no era la fuerza en la que se convertiría posteriormente en Gaza. Aunque estaba presente como una importante agrupación minoritaria de la oposición, y trataba de ampliar su influencia a expensas de la OLP. De hecho, como explica Bayliss
«También se consultó a grupos islámicos como la Hermandad Musulmana, que presta servicios sociales, y la Yihad Islámica. Un grupo escindido de la Hermandad Musulmana, Hamás, se interesó de forma temprana y combativa por la Intifada».
Debemos recordar que en aquella época la clase dirigente israelí consideraba a la OLP como la principal amenaza para sus intereses. Cuando surgió Hamás, la élite sionista la consideró un contrapeso útil a la OLP. Charles D. Smith en su texto de 2004, citado anteriormente, explica bien el razonamiento detrás de esto:
«La ocupación israelí y los funcionarios de inteligencia habían fomentado el crecimiento de los Hermanos Musulmanes en Gaza desde finales de la década de 1970, mediante la financiación y la imposición de menos restricciones a sus movimientos que a los simpatizantes conocidos de la OLP. Suponían que una mayor adhesión al islam socavaría la lealtad a la OLP y sus objetivos políticos laicos. Estos funcionarios permitieron que estudiantes radicales viajaran de Gaza a la Universidad Bir Zeit de Ramala, a las afueras de Jerusalén, para maltratar a los simpatizantes de la OLP, y el gobernador israelí de Gaza declaró a un periodista que «el gobierno israelí me dio un presupuesto y el gobierno militar se lo da a las mezquitas»».
Entonces, vemos como la organización detrás del ataque del 7 de octubre 2023 en el sur de Israel fue originalmente apoyada y patrocinada por las mismas autoridades de Israel. De una manera u otra, la idea detrás de esta política continuaba hasta hace poco.
Un artículo del New York Times, ‘Comprando la calma, detrás del plan israelí que apoyó a Hamás’, publicado el 12 de diciembre, afirma que:
“Por años, el gobierno de Qatar ha enviado millones de dólares al mes a la Franja de Gaza – dinero que apoyó al gobierno de Hamás en el área. El Primer Ministro de Israel Benjamin Netanyahu no solo toleró estos pagos, los había fomentado.”
El mismo artículo señala que Netanyahu veía a Hamás como un “activo político” y explica:
“Tan atrás como diciembre de 2012, el Sr. Netanyahu le dijo al prominente periodista israelí Dan Margalit que era importante fortalecer a Hamás, como contrapeso para la Autoridad Palestina en Cisjordania. El Sr. Margalit, en una entrevista, dijo que el Sr. Netanyahu le dijo que tener dos rivales, incluyendo Hamas, disminuye la presión de negociar hacia un estado palestino.”
Todo esto expone la pura hipocresía de Netanyahu y sus amigos de extrema derecha en el gobierno israelí de hoy, que han colaborado durante muchos años para permitir que la financiación llegue a la administración de Hamas en Gaza. En el pensamiento de Netanyahu, esta era una buena política porque mantenía a Gaza, dirigida por Hamas, dividida de Cisjordania, que es administrada por la Autoridad Palestina, controlada por Fatah (la fuerza política dominante dentro de la OLP). Esta división se considera una forma de debilitar al pueblo palestino y hacer retroceder cualquier tipo de estado palestino independiente que surja. Además, los métodos violentos adoptados por Hamas en realidad fueron vistos como útiles para la propaganda sionista en Israel, ya que ayudaron a agrupar a la población israelí detrás de ellos y dieron una excusa conveniente para sus brutales excursiones militares en Gaza.
Un evento interesante tuvo lugar en la primavera de 1988, en el apogeo de la Primera Intifada. Charles D. Smith explica lo que sucedió:
“Desde el punto de vista palestino, la intifada tuvo dos lados: una resistencia popular a la opresión israelí y la oferta de coexistencia una vez se creara un estado palestino. Ambas tenían el mismo objetivo, deshacerse de la dominación israelí, pero la segunda fue tan amenazadora para la mayoría de los políticos israelíes como la primera. Para los líderes israelíes, las relaciones árabes-israelíes no podían ser equitativas. Los árabes que propugnaban el compromiso eran a menudo encarcelados. Por ejemplo, dos abogados árabes de Gaza fueron invitados a hablar sobre los objetivos de la intifada en una reunión en la Universidad de Tel Aviv en la primavera de 1988. Lo hicieron, defendiendo la coexistencia pacífica en estados separados. Al cabo de dos semanas, cada uno de ellos había sido arrestado y sentenciado a seis meses de prisión sin recurso legal en Ansar 3, una nueva prisión construida en Negev para albergar a esas personas. Los organizadores israelíes de la conferencia no tenían dudas sobre los motivos de tal detención: la defensa de la paz era nuevamente más amenazadora que la búsqueda de la violencia”. [énfasis añadido].
Aquí vemos cómo el estado de Israel no tenía absolutamente ningún interés en las relaciones pacíficas con los palestinos. De hecho, aquellos que abogaron por métodos pacíficos eran vistos como una amenaza. Cualquier cosa que pudiera impactar de alguna manera en la conciencia de los israelíes comunes, y la Primera Intifada había comenzado a tener este efecto, se consideraba más peligrosa que todos los ataques terroristas individuales que causaron la muerte de judíos israelíes comunes y corrientes. El cinismo de los sionistas aquí queda al descubierto para que todos lo vean.
¿De dónde vino la violencia?
Pero volvamos al carácter de la Primera Intifada. El punto planteado por Howard French acerca de que la Intifada se volvió violenta frente a la represión israelí es importante. En una serie de seis partes de la BBC de 1998 titulada The Fifty Years War: Israel and the Arabs [La Guerra de los Cincuenta años: Israel y los Árabes], se revela que una sección del gabinete israelí sugirió un método rápido y agudo de dispararle a las multitudes para matar a mil palestinos con el fin de «aplastar la Intifada». El resto del gabinete rechazó este método, ellos entendían que tendría el efecto contrario. Pero eso no significa que hayan adoptado un enfoque suave. Al contrario.
En los primeros meses fueron asesinados 160 manifestantes, en su mayoría adolescentes. También se emitió una orden para «romper huesos», lo que llevó a las fuerzas de las FDI a golpear fuertemente a los jóvenes manifestantes palestinos, con el objetivo de romperles las manos y las piernas. Esto fue acompañado con la demolición de cientos de alojamientos, así como las estrictas condiciones del toque de queda. En 1988-89, se emitieron 1.600 órdenes de toque de queda, y aquellos que rompieran el toque de queda por cualquier motivo les disparaban en el acto.
En los primeros 18 meses, 574 palestinos habían sido asesinados a tiros o literalmente golpeados hasta la muerte. Al final del segundo año, alrededor de 700 palestinos habían sido asesinados, con otros 15-20.000 heridos. El número de arrestados o encarcelados aumentó a 50.000, y muchos sufrieron torturas a manos de sus captores, según Amnistía Internacional.
Para 1991, el número de palestinos asesinados durante la Intifada había aumentado a 1.135, según Peace Watch. En junio de 1993, 400.000 palestinos habían sido detenidos o encarcelados, y en 1994, el número de muertos había aumentado a 2.000.
Y, sin embargo, los comités de la DNUL habían tomado la decisión consciente de no tomar las armas. Así que hoy, cuando los medios de comunicación, los gobiernos occidentales, junto con el gobierno sionista de Israel, señalan con el dedo acusador a cualquiera que levante el lema de la Intifada, ocultan conscientemente la verdad. La violencia no provino de los organizadores de la Intifada, sino de las fuerzas de seguridad israelíes, como ilustran gráficamente las cifras proporcionadas anteriormente.
Frente a la brutal represión, los palestinos oprimidos comenzaron a contraatacar con lo que tenían. Eso explica por qué hubo una serie de protestas violentas, pero desarmadas, contra la ocupación israelí. Pero esta violencia se limitó principalmente a lanzar piedras, el uso de cócteles molotov, la quema de neumáticos en las calles y la construcción de barricadas para frenar el avance del ejército israelí. Fue una pelea muy desigual, de un lado gente desarmada, oprimida, que se enfrentaba a fuerzas militares muy superiores.
Eventualmente, como hemos visto, la OLP estableció su autoridad sobre la Intifada y la utilizó para guiar todo el proceso hacia los Acuerdos de Oslo de 1993. Hemos explicado en otra parte cómo esos Acuerdos fueron una completa traición a las verdaderas aspiraciones del pueblo palestino. Esto, combinado con años de la administración de la Autoridad Palestina de una parte de los Territorios Ocupados, que vio a funcionarios corruptos vigilar a los palestinos en cooperación con la seguridad israelí, es lo que produjo un vacío de poder que Hamas pudo llenar. La organización pudo presentarse como la única fuerza palestina significativa que se oponía a los Acuerdos.
Este fue un giro trágico en los acontecimientos, ya que el liderazgo de Hamas es burgués y reaccionario en su perspectiva, y tiene una visión negativa hacia las protestas masivas del pueblo palestino. De hecho, durante su periodo de administración de Gaza, han reprimido repetidamente las protestas juveniles, por ejemplo.
Fue en la Segunda Intifada, mucho más influenciada por Hamás y otros grupos fundamentalistas islámicos, que vio un uso intensivo de atentados suicidas y otros métodos de terrorismo individual. Comenzó como un levantamiento popular después de que Ariel Sharon, custodiado por cientos de policías antidisturbios israelíes, hiciera una visita provocativa al Monte del Templo en septiembre de 2000. Las fuerzas de seguridad israelíes respondieron inmediatamente con disparos hacia los manifestantes.
Esto tuvo el efecto de escalar aún más una situación muy tensa. Esto también explica por qué la Segunda Intifada se convirtió muy rápidamente en un conflicto armado en ambos lados. El número total de muertes esta vez fue mucho mayor, con más de 4.300 muertos, la mayor parte palestinos, pero también con un número significativo de israelíes muertos, tanto soldados como civiles.
Cuando hoy los medios de comunicación confunden la Intifada con el llamado a los ataques violentos contra los judíos en Israel, están enfatizando Segunda Intifada, y siempre ignoran lo que realmente provocó su carácter violento. Es decir, la falta de dirección revolucionaria durante la Primera Intifada, que fue conducida a un callejón sin salida y decepcionó las aspiraciones de las masas. Esto se combinó con años de violentas medidas represivas por parte de las fuerzas de seguridad israelíes.
No olvidemos que, a lo largo de las dos Intifadas, la proporción de palestinos asesinados en comparación con los israelíes fue de tres a uno. Esto da una idea de dónde proviene la mayor parte de la violencia. Y aquí volvemos al artículo de Howard French, donde afirma:
“Ninguno de estos levantamientos se acercaron a ser genocidios. Sin embargo, con la fusión de la intifada con el genocidio aparentemente ya en marcha, el mundo debe preguntarse: ¿Qué significa decir que el acto de levantamiento, o levantamiento civil, por parte de los palestinos es inadmisible? ¿Realmente queremos decir que no deberían ser capaces de resistir contra un destino miserable y restrictivo que ha encerrado a un gran número de personas en vidas desesperadas en Gaza, o que deberían resignarse a ver las tierras en Cisjordania donde vivieron alguna vez constantemente anexionada por Israel mientras son atacados cada vez más violentamente? ¿Significa que los palestinos de Gaza deben resignarse a ser bombardeados y expulsados de su territorio?
“Lo más importante de todo, ¿significa que los palestinos deben guardar silencio, abandonar las demandas de un estado propio y simplemente aceptar lo que Israel considere suficiente para ellos? Las personas que sostienen este punto de vista ¿se han detenido para pensar qué vías están abiertas para que los palestinos se opongan a tales cosas? ¿Pueden imaginarse a sí mismos, por un instante, aceptando esto?” (énfasis añadido.)
¡Esta es una buena nota para concluir! Nuestro llamado a la «Intifada hasta la victoria» no implica en absoluto una amenaza para el pueblo judío común que vive actualmente en Israel. Es un llamado a la acción de masas por parte de los trabajadores y jóvenes palestinos, como vimos en 1987-88. Es un llamado al uso de métodos de lucha de clases para lograr una patria para los palestinos. Después de 30 años en el que se ha revelado que la llamada solución de dos estados es una farsa, la abrumadora mayoría de los palestinos de hoy han abandonado esa perspectiva.
«Intifada hasta la victoria», en la opinión de los auténticos comunistas, es un llamado a la revolución social. Solo puede significar una lucha por un solo estado socialista de dos pueblos, donde ninguna élite burguesa sionista tiene las riendas del poder, y donde ninguna élite árabe burguesa decide el destino de las masas palestinas. Solo esto puede hacer realidad la aspiración a la libertad y a una existencia digna expresada a través de la Primera Intifada.