El pasado 13 de noviembre la derecha mexicana articulada por los viejos partidos (PRI, PAN, PRD), el empresariado con sus caras más visibles: Claudio X González y Gustavo A. de Hoyos, y un sector social que repudia a Andrés Manuel López Obrador (AMLO); salieron a marchar bajo la consigna: “El INE no se toca”, con el pretexto de la reforma electoral propuesta por ejecutivo federal.
El contenido de la marcha quedó expuesto en diversos videos, pancartas y consignas que se pudieron ver en redes sociales. La marcha fue un coctel de elementos racistas y clasistas. Quedó claramente evidenciado el carácter reaccionario de dicha marcha.
Hay que destacar —sin exagerar— que fue una marcha relativamente nutrida, sobre todo, en relación con las marchas anteriores, que fueron un rotundo fracaso. Es una derecha que intenta articularse para hacer frente al gobierno que encabeza AMLO.
La consigna de: “El INE no se toca”, sólo es el pretexto para poder construir una plataforma que les permita salir a las calles, pero también, intentar preparar el escenario para las próximas elecciones.
Para los trabajadores del país el IFE, ahora INE, no es un “instrumento democrático” a disposición del pueblo en general. Sino todo lo contrario. Es la fachada burguesa para legitimar gobiernos antidemocráticos, reaccionarios y que han atacado a los trabajadores. Fue el IFE —junto con los magistrados electorales— los que avalaron el fraude de Felipe Calderón, el cual llevó al país a una guerra con cientos de miles de muertos, el que despidió a más de 44 mil trabajadores electricistas, el que construyó una barda, en vez de una refinería, etc. Fue el IFE el que avaló la imposición de Peña Nieto, el que se tapó los ojos frente a la compra de una presidencia. Con las consecuencias ya conocidas por todos: los 43 de Ayotzinapa, la corrupción en todos los sectores, el que privatizó el petróleo y la electricidad, etc.
El “INE no se toca” —para la derecha— porque juega a favor de las clases dominantes. La reforma de AMLO no es la panacea de la democracia, sin embargo, trastoca a una de las instituciones que juega en contra de los intereses de los trabajadores.
La marcha de la derecha trajo como consecuencia, la reacción del pueblo trabajador. Porque lo que está en juego no es “la nueva configuración del INE”, sino la disputa por el poder político. La marcha se lee, y sólo se puede ver así, en términos de clase; en medir, no sólo electoralmente, sino también en las calles la correlación de fuerzas del gobierno de AMLO y el proyecto de la derecha.
Si bien, el gobierno de AMLO es un gobierno Reformista, que no rompe de raíz con el régimen anterior, ya no digamos del sistema capitalista, es un gobierno que ha llevado algunas medidas progresistas, que encuentran una gran simpatía con el pueblo trabajador.
En el caso de los electricistas, la llegada de AMLO al gobierno permitió la jubilación de más de 8,000 trabajadores de Luz y Fuerza del Centro, a través de la interlocución con los electricistas democráticos (no la de los charros del SME comandada por Martín Esparza). Lo que representa el alivio para un sector importante de smeitas.
¿Por qué son los electricistas democráticos la primera línea de defensa frente a las provocaciones de la derecha?
En primer lugar, porque los electricistas tenemos memoria y sabemos lo que representan los gobiernos de derecha. Mira que truncar la vida de 44 mil trabajadores, no es algo que se olvide. Pero, sobre todo, porque sabemos que un gobierno de derecha (como la que salió a las calles), pone en riesgo lo obtenido recientemente, pero además anula las posibilidades de resolver los pendientes, como el regreso al trabajo de la mayoría de los electricistas.
Los electricistas marchamos este 27 de noviembre, porque no vamos a dejar pasar a la derecha, porque tenemos historia, porque tenemos memoria y porque queremos justicia.
¡Por la defensa de la Industria Eléctrica!
¡Por el regreso al trabajo!
¡Por la democratización de nuestro sindicato!
¡Que vivan los electricistas y el pueblo trabajador!
¡No pasarán!