Se acercan rápidamente las elecciones del próximo año y toda la actividad política de los partidos gira sobre ese objetivo. No es extraño, los partidos de la burguesía e incluso los que se dicen de izquierda no pueden comprender otra forma de realizar algún cambio político más que ganando las elecciones y llegando así al gobierno. Por esto, la motivación de todos los partidos es ganar y los medios no importan; si se tiene que mentir, robar, asesinar, acarrear, aliarte con el crimen organizado, venderle tu alma al diablo (lavarle la cara al ejército), todo está permitido.
Un espectáculo de vergüenza
Para la gran mayoría de la gente de a pie que no pertenece a la policía o milita en algún partido político, la “política” le parece una porquería, pues lo que se muestra en los medios de comunicación o redes sociales regularmente son escándalos de corrupción de políticos que utilizan sus cargos de poder para aprovecharse y hacer mucho dinero. Salen robos a las arcas del Estado, negocios con el crimen organizado, votaciones a favor de los intereses de las grandes empresas y los dueños del capital, etc. En fin, un verdadero espectáculo nauseabundo.
Esta es la razón por la cual a los jóvenes no les interesa la política: mejor se abstienen de participar o se organizan en colectivos que tengan que ver con causas justas pero que no impliquen alguna relación con los partidos políticos o el Estado. Hay un dicho común que puede resumir la forma en que la juventud ve la política: “el poder corrompe”. Este alejamiento de las masas de la política es aprovechado, a su vez, por toda una bola de cínicos y vividores que se han acostumbrado de vivir del dinero público para ser los dueños y señores de los partidos, de la cámara de diputados y la de senadores, de las diferentes instancias de gobierno, para vivir de ello como verdaderos faraones. Es como un circulo vicioso: mientras más podrida sea la política, mejor para los marranos que se bañan en el lodo; al mismo tiempo, los chicos se alejan de estos espacios y se refugian en la marginalidad o en el apoliticismo. Esto termina siendo benéfico para los llamados “políticos profesionales”.
De los partidos de la derecha no hay mucho que agregar sobre su actuar, ellos mismos, a cada paso que dan, demuestran de qué material están hechos. La mayoría de ellos son una banda de delincuentes que se han dedicado a saquear al Estado, que han afianzado su poder político con alianzas con el narco y son responsables de asesinatos de activistas que cuidan el medio ambiente, de luchadores sociales y de estudiantes. Aplican una política abiertamente burguesa y cada reforma que se presenta en las tribunas de las cámaras están encaminadas a beneficiar a un puñado de gente dueños del gran capital y al imperialismo. No hay mucho que agregar
De Morena sí hay mucho que decir. Este partido llegó al gobierno prometiendo un cambio radical tanto en la sociedad como en su comportamiento ético de cero corrupción. Andrés Manuel dijo que durante su periodo presidencial se daría una 4ta transformación (haciendo referencia a la Revolución de independencia, la Guerra de reforma y la Revolución mexicana) y que se terminaría con la corrupción en el gobierno. Se dijo que Morena sería un partido diferente a los demás, que no se permitiría el robo o la mentira y que se actuaría con rectitud. Incluso se circuló una cartilla moral (como si la moralidad pudiese cambiar solo por decreto o por leer un escrito).
La realidad ha mostrado claramente los límites del reformismo y dejado claro una cosa: las buenas intenciones no se pueden realizar en los márgenes del capitalismo. Su gobierno se ha empeñado en mejorar el capitalismo. AMLO se ha implicado a fondo para tratar de darle una nueva cara al Estado, más democrático, menos corrupto, respetuoso de la separación de poderes, independiente de las diferentes clases en pugna, defensor de los derechos humanos, con instituciones honestas y no represoras, etc.(todo lo que un programa liberal plantea). Esto se pude conseguir, según AMLO, gracias a que una persona honesta ha llegado a la presidencia.
No se cansa de decir que el proyecto económico tiene como base la consigna de “primero los pobres”. Se declaró muy feliz y satisfecho por la disminución de la pobreza que dio a conocer la encuesta de Coneval. Para ser justos y no colocarnos en los terrenos de la derecha, nosotros reconocemos que el gobierno ha hecho algunas reformas que sí tienen un impacto positivo entre los sectores más pobres del país. Las becas a los estudiantes, la pensión a adultos mayores, el apoyo con fertilizantes y la compra de productos de primera necesidad a los campesinos pobres, la creación de nuevas universidades, la inversión en infraestructura petrolera, el servicio universal en la sanidad y algunas otras cosas más son un avance en comparación con lo que se tenía. Esto es un paso al frente, pero dista mucho de ser todo lo que se necesita para cambiar de forma radical a la sociedad.
Otra cosa es el comportamiento de los miembros del partido del gobierno. Morena ha dado un giro de 180 grados y no precisamente de forma positiva. Para decirlo pronto, las bases que pusieron muchos esfuerzos y coraje para formar al partido han sido desplazadas, en su mayoría, por arribistas de otros partidos, burócratas que no tienen ningún vínculo con el movimiento social y muchos de ellos que sólo conocen la carrera de “servidores públicos”, es decir, burócratas que se esfuerzas, en el mejor de los casos, por administrar de forma positiva al Estado.
Como el partido, en buena medida, ha roto los vínculos que tenía con el movimiento democrático dentro de los sindicatos o los movimientos sociales, la única forma que tiene para hacerse con cargos —además de explotar la popularidad de su máximo dirigente, AMLO— es utilizar métodos burocráticos para ganar las elecciones. Estos métodos burocráticos, como los acuerdos con dirigentes de movimientos corporativos para prometer dádivas, el acarreo, los gastos obscenos en propaganda en los medios de comunicación, en su mayoría, son actos corrupción, pues existen intereses con los que los dirigentes están comprometidos; hay pago por coto y pago por llevar gente (en algunas ocasiones engañadas y en otras más convencidas por la popularidad del presidente).
Ahora digamos una palabra sobre la forma que la dirección ha escogido para poner candidatos, que es, para decir lo menos, escandalosa. Supuestamente las encuestas son recursos con los cuales se evita la corrupción y compra de conciencias, pero pasa justo lo contrario, porque la corrupción se da antes de elegir a los que aparecerán en las encuestas. Ahí, en las manos de la dirección se hace la negociación, que no tiene nada de democrática, y se “escogen a los mejores posicionados” sobre la lógica de acuerdos políticos en beneficio de uno u otro grupo interno. Salvo la presión que se ejerció para la designación de candidato presidencial, las encuestas siempre han sido opacas y muy cuestionadas, sin que se planteé la mecánica con que se realizarán. Estos son métodos burocráticos, más que democráticos.
¿Qué programa político se ofrece?
Lo antes dicho sólo es el pico del iceberg, al final sólo son métodos con los cuales se hacen del poder para llevar adelante su política. Aquí la pregunta sería: ¿qué política ofrecen? Pedimos disculpas por no profundizar en todo lo que la derecha propone, lo hacemos de forma consciente porque partimos de que este articulo no es leído por priistas o panistas. Por eso sólo dedicamos unas palabras para ellos. Su política durante los últimos 34 años condenó a la gran mayoría de los jóvenes, mujeres de la clase obrera, trabajadores y campesinos pobres, a un callejón de miseria material e intelectual, brutalidad a todos los niveles y una espiral de violencia que sólo se puede comparar con la de una guerra civil unilateral, donde el crimen organizado, junto al ejército y los cuerpos policiales se empeñaron en asesinar a lo mejor de este país, su juventud. Toda su política económica se diseñó para incrementar el saqueo del imperialismo y el crecimiento de la oligarquía mexicana, a costa de la gran mayoría de la población.
Como lo hemos mencionado, el gobierno actual ha hecho una serie de reformas que son importantes para aminorar la pesada carga de miseria que dejó la administración neoliberal. Sin embargo, en lo esencial, no se ha cambiado en nada el modelo económico. El dinero estatal se ha utilizado para dar algunos de los programas sociales ya mencionados y con esto aliviar ciertas carencias económicas de las familias más pobres. Esto también ha servido para que políticamente se hayan desarticulado una serie de demandas y protestas de algunos sectores. Podemos decir que el cambio que se ha vivido en lo económico es la intervención del Estado de la forma mencionada.
La gran burguesía nacional e internacional han podido hacer negocios a sus anchas y esto les ha reportado ganancias extraordinarias en los 5 años de gobierno de Morena. Podrían decir, quienes desconocen el funcionamiento del capitalismo, que es benéfico que las empresas ganen dinero, porque así seguirán invirtiendo y creando empleos. Lo que no saben, y si lo saben lo omiten de forma escandalosa, es que esa ganancia sólo puede venir de dos lugares, o de la explotación de la naturaleza —saqueo de los recursos naturales a costa del medio ambiente— y de la explotación de la mano de obra industrial (la pobreza salarial se sigue incrementando, a pesar de los aumentos al salario mínimo).
Irónicamente, con el gobierno que defiende a los pobres los ricos son más ricos que nunca. Se han dado pasos adelante en el “combate a la pobreza” porque el Estado está intervenido, no porque se haya roto la dinámica del capitalismo salvaje; es más, podemos asegurar que este modelo se ha acentuado más, y es más dependiente al imperialismo americano que antes. La apuesta del gobierno de AMLO es crear infraestructura (Tren Maya, Tren Transístmico y Aeropuertos) para que el capital nacional e internacional, aprovechando de paso el nearshoring, se establezca en el país y cree empleo; es decir, que se siga impulsando a México como un país maquilador donde se explota la mano de obra barata y los recursos naturales para satisfacer las necesidades del gran capital.
Aceptar esto es aceptar que siempre habrá una sociedad en donde haya un puñado de ultra millonarios que pueden darse una vida de reyes y una inmensa mayoría que sobrevive con su trabajo y con dadivas del Estado (que, además, comúnmente se utilizan como moneda de cambio para que se vote o apoye a uno o a otro). En otras palabras, seguimos encadenados al gran capital, pero ahora tenemos una cadena más larga. No hay orgullo en esto.
Esta política de AMLO es el resultado de querer cuadrar el círculo, de intentar buscar soluciones dentro del capitalismo y no fuera de él. Para el presidente, el problema no reside en el sistema sino en la moralidad y los deseos de los que dirigen la política, cayendo de esta forma en una interpretación de la historia maniquea: hay buenos y malos, y a partir de ahí surge la política. Es una forma de echar por tierra los últimos 200 años de estudio del comportamiento de la lucha de clases a nivel internacional. Así, la moralidad y la ética asume un papel más relevante que las contradicciones de clase en la sociedad. Pone por delante aspectos secundarios y los primarios los retoma como simples auxiliares para citar o hacer referencias vagas. Esta es la forma es que los intelectuales y el gobierno hacen su análisis de la realidad. Parafraseando a Trotsky, podemos decir que la filosofía de Morena es la de un burócrata con mentalidad de cura (sin el Estado capitalista y sin ser una buena persona, no se puede avanzar).
Claudia Sheinbaum, quien será la candidata a la presidencia por parte de Morena no plantea un cambio a la izquierda, por el contrario: será un personaje más susceptible a los intereses de la burguesía. A diferencia de AMLO, que llega al gobierno fruto de una acumulación de tensiones y con el apoyo directo de la juventud y los trabajadores, Sheinbaum va a llegar de la mano de una estructura partidaria en vías de convertirse en una mafia y del capital que la respalda. No queremos decir que no haya gente que la apoye, sería erróneo planearlo de esta forma. Todo el capital político que ahora tiene Andrés Manuel respaldará a Claudia y seguramente el voto por ella será masivo.
Lo que queremos decir es que, cuando pase la coyuntura electoral y la nueva presidenta llegue al gobierno, ella no tendrá ese respaldo de masas que el actual presidente tiene y que estará vinculada directamente a un sector del gran capital que querrá cobrarle la factura por la inversión que están haciendo en ella en la campaña. Agreguemos a esto la situación tan volátil en términos económicos a nivel internacional. Cuanto más dependiente sea el país al imperialismo americano, más expuesto está a los vaivenes de lo que pueda suceden en nuestro vecino del norte. El reacomodo internacional de empresas que buscan invertir en México tiene límites; en cuanto EEUU entre en recesión esto se va a detener y arrastrará a la economía mexicana a la recesión. No es un panorama muy halagüeño el que tenemos al frente, aunque ahora se lancen las campanas al vuelo.
¿Qué política necesitamos?
Los que escribimos y suscribimos este articulo somos miembros de la Corriente Marxista Internacional, una organización a nivel internacional, con trabajo en más de 40 países, que lucha por el comunismo. Sabemos que el capitalismo no puede ofrecer una vida digna y alejada de la violencia a la mayor parte de la población a nivel mundial. No consideramos que la lucha contra el capitalismo sea una ocurrencia sino una necesidad.
El capitalismo está destruyendo el medio ambiente y condenando a la humanidad; saquea la fuerza de trabajo de los trabajadores, condenándolos a la pobreza y al agotamiento mental; destina a la juventud a lo más brutal de la sociedad, empleos mal pagados, mala educación, violencia, desapariciones y asesinatos; a las mujeres jóvenes les priva de una vida libre de violencia y ni siquiera es capaz de brindarle las medidas democráticas mínimas como lo puede ser el derecho a decidir sobre su propio cuerpo; a los campesinos pobres e indígenas los condena al olvido y la pobreza.
Incluso los gobiernos como el de AMLO no han ofrecido un cambio sustancial a esta situación y esto lo podemos ver en algunos puntos clave de la situación política nacional: la migracion, la cuestión de la violencia y la inseguridad. No pensamos que se pueda lograr algo diferente con la misma política, es decir, no podemos imaginar que el gobierno de Claudia Sheinbaum pueda ser diferente o más progresista que el de AMLO, por el contrario, estará sometido a más presiones y gozará de un menor respaldo de las masas, en un ambiente más turbulento y volátil.
Es casi imposible que la derecha pueda ganar las elecciones y con esto se elimina la dicotomía de tener que votar a la izquierda por el temor de que la derecha regrese (escoger al mal menos malo). Consideramos que es momento de ratificar nuestra crítica desde la izquierda a los reformistas de manera clara y abierta, hablar claramente sobre los limitantes de su política y su programa y, por encima de las cosas, remarcar la necesidad de una organización revolucionaria que pueda organizar a los sectores de jóvenes, trabajadores y mujeres que están sacando conclusiones sobre la necesidad de la lucha por el comunismo.
Es el deber de todo aquél que se diga comunista buscar una organización para luchar. La organización, el partido, es una herramienta con la cual se puede intervenir en la lucha de clases y, de forma paciente y camaraderil, explicar las limitaciones de los gobiernos reformistas. Es momento de levantar la bandera y echar a la basura los mitos sobre el comunismo. Fueron los comunistas los que han conquistado las mejores reformas para la clase obrera y los sectores pobres. Los comunistas no tienen nada que ver con la herencia de la degeneración estalinista y el estado totalitario en la Unión Soviética. Los comunistas son los únicos que pueden ofrecer una autentica alternativa a las grandes necesidades de los trabajadores y la juventud.
Es la hora de luchar por transformar nuestra realidad. Por encima de llamar a votar por los reformistas, como un mal menor, es la hora de decir: necesitamos una organización, un partido propio, que pueda avanzar en la consolidación de una organización de combate. ¡Únete con nosotros y lucha por el comunismo!