No es sorpresa que la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo ha estado envuelta en una serie de polémicas debido a la falta de transparencia en el uso de sus recursos económicos, así como en la procedencia de estos mismos. Ya en 2020 fue detenido y puesto en prisión preventiva Gerardo Sosa Castelán, el cabecilla principal de toda una camarilla parasitaria que se gesta en los altos mandos de dicha universidad, por presuntamente cometer delitos de peculado, lavado de dinero y defraudación fiscal.
La Unidad de Inteligencia Financiera, desde el año 2019, ya tenía bajo la lupa a Castelán pues detectó irregularidades en el manejo financiero del patronato de dicha universidad por lo que congeló más de 220 cuentas bancarias de la institución.
Conociendo todos estos antecedentes, podemos darnos una idea de las entrañas corruptas de los directivos y administrativos de esta universidad. La detención de Gerardo Sosa Castelán es solo la punta del iceberg de toda esta mafia que lleva décadas escondiéndose de la comunidad de una gran casa de estudios con alumnado, trabajadores no docentes y profesorados comprometidos con su labor.
El monto más elevado de los probables daños a Hacienda Pública Federal es por 278 millones 218 mil 963.75 pesos. A esto hay que sumar los rendimientos financieros que fueron generados desde su disposición hasta su reintegro a la Tesorería de la Federación y los pagos excesivos a altos funcionarios en conceptos tales como: sueldo base, aguinaldo, prima de antigüedad, seguridad social, vivienda y Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR).
En la inspección financiera 161-DS, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) detectó una serie de posibles irregularidades en el manejo presupuestal a través de pagos duplicados y emisión de cheques a trabajadores no ubicados en centros de trabajo. Por otra parte, la ASF determinó que la UAEH no cuenta con una normativa que regule los requisitos académicos para 16 categorías de puesto, incumpliendo su Estatuto de Personal Académico.
Universidades públicas y corrupción
La participación de ocho universidades públicas en el caso conocido como la Estafa Maestra —este desvío multimillonario de recursos públicos del Gobierno Federal— representa uno de los casos más significativo de corrupción en México, no solo por la magnitud de los monstruosos montos involucrados, sino porque las instituciones de educación superior fueron parte fundamental del engranaje que hizo posible el desvío de recursos. En el cual, la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo es de las principales instituciones en participar en ello.
Este tipo de situación que está pasando la UAEH, por desgracia, no es un caso aislado y mucho menos es la única universidad pública del país en la cual las ratas de la clase dominante se inmiscuyen. Esto es el resultado del putrefacto sistema capitalista en el que nos encontramos, en donde los intereses de una minoría pasan por encima de la dignidad de los trabajadores y estudiantes. Por tomar algunos ejemplos, la UNAM últimamente se ha visto envuelta en situaciones, sino iguales, parecidas expresándose en una lucha política dentro y fuera de esta casa de estudio, donde la elite se niega a perder sus privilegios.
¿Qué pasa con los estudiantes?
Y la gran pregunta es: ¿esto afecta verdaderamente a los estudiantes? ¡Por supuesto! Negar esto sería negar toda la falla estructural en esta casa de estudios. Por su puesto que el alumnado es uno de los sectores más golpeados por el hecho de que este tipo de situaciones sucedan.
En 2019, cuando fueron los primeros congelamientos a las cuentas bancarias, una de ellas estaba vinculada al mantenimiento del transporte universitario, mejor conocido como “Garzabús”, afectando el pago de los salarios de los operadores de estos mismos, trayendo como resultado la suspensión del transporte universitario por alrededor de una semana. Esto fue una dificultad para muchos estudiantes que utilizaban este medio para llegar a sus clases. Al mismo tiempo, muchas cuentas destinadas al salario del personal de la Universidad se han visto afectadas, generando un golpe hacia las finanzas de los trabajadores pues, como siempre, son los trabajadores los que tienen que pagar los platos rotos de los deslices de la parasitaria burguesía, con intereses políticos, que se inmiscuye en la vida interna de las universidades.
Pero, cabría preguntarnos, ¿cuál es el papel de los estudiantes? Es preciso señalar la necedad de la unión alumnado/profesor/trabajador, pues al ser una problemática que afecta de manera universal, la organización debe ser de la misma manera, pues se debe de construir un puente hacía y con las masas del alumnado, trabajadores no docentes y profesorado, basándonos en sus preocupaciones y aspiraciones reales, planteando su solución y la transformación profunda de la universidad y la sociedad. Esto lo conseguiremos a través de la organización y, sobre todo, de una buena dirección que sepa vincularse y conectar con la comunidad universitaria. Basándonos en un científico análisis marxista, debemos explicar la situación tal como es, no como nos gustaría que fuera, y la necesidad de organizarnos y luchar para transformar nuestra realidad.
Se está utilizando el nombre de esta casa de estudios para cubrir los delitos de este sector parasitario y no podemos seguir permitiéndolo.
¡Fuera Grupo Universidad!