El marxismo ruso nacería, en contra de lo que podría pensarse, en una férrea oposición a los métodos de la guerrilla. Rusia era un país atrasado económica y culturalmente, el capitalismo ya le había penetrado pero ninguna clase social fue capaz de hacer avanzar realmente a la sociedad, quedando estancada. Una serie de jóvenes de las clases privilegiadas quemó las naves, dejando atrás sus comodidades, y fue con el pueblo, con los campesinos, a llevar adelante la revolución. Estos heroicos profetas del movimiento Naródniki[1] chocaron con un muro y no encontraron eco sino represión. El movimiento derivó en acciones individuales atentando contra odiados elementos estatales, hasta ponerse el objetivo de asesinar al zar, lo cual consiguieron en 1881. Contrario a lo que querían, el Estado se fortaleció: esas acciones inhibieron el actuar de las masas y fueron justificación para endurecer la represión. Los Naródniki eran hombres de acción sin mucha perspectiva ni teoría, su política no llevaba al socialismo y Lenin los llegó a definir como liberales con bombas.
El propio hermano de Lenin fue ahorcado por un intento frustrado de asesinar al zar. Lenin, en sus inicios políticos, fue atraído por este movimiento, pero ya estaba agotado. Leyó literatura revolucionaria y fue convencido, aunque no de forma inmediata, por el marxismo que –asimilándolo– usó para analizar la realidad de Rusia y su desarrollo económico; combatió implacablemente a los Naródniki y sus métodos; y comprendió la importancia revolucionaria de la clase obrera.
La guerra de guerrillas es un método muy natural entre el campesinado, que es imitado por sectores de la pequeña burguesía urbana. Sus acciones individuales y heroicas representan a la pequeña burguesía.
La clase obrera actúa de forma colectiva en la producción, tiende a una conciencia socialista (que no se da de forma mecánica) y sus métodos también lo son: la asamblea, la huelga, el piquete, la manifestación, la huelga general o la insurrección.
Lejos de seguir los métodos guerrilleros, Lenin comprendió claramente que no había atajos para la revolución, que era necesario el actuar de la clase obrera en alianza con los campesinos y otros sectores oprimidos. Así como el vapor puede disiparse si no está orientado, si cuenta con un pistón pueden moverse enormes locomotoras. La clase obrera necesita de un partido y éste no se puede improvisar; requiere de fuertes cimientos teóricos, abundantes en la teoría de Marx y la de Lenin. También asimilando la teoría y elevando el nivel político constantemente deben adquirir la más variada experiencia, desarrollando escritores, agitadores, buenos organizadores y compañeros experimentados en la lucha de clases.
Si en Rusia triunfó la revolución fue porque se negó al guerrillerismo como estrategia, porque pese ser un país con un Estado brutal y asesino, lo que implicó muchas veces tener que acudir a un trabajo clandestino, se supo aprovechar las oportunidades legales (incluso el parlamento), pero también se planteó como estrategia la organización de las clases explotadas y en particular de la clase obrera. La estrategia implicaba la construcción de una dirección que agrupara a los revolucionarios comunistas, los educara y formara políticamente, y estos no se autoproclamarían la vanguardia, sino que se ganarían, con sus ideas y métodos, su autoridad frente a la clase.
El verdadero pensamiento de Lenin fue no pretender sustituir el papel de los trabajadores en la revolución por el de un pequeño grupo, además de poner al frente la construcción del partido revolucionario. No hay atajos para la revolución y requerimos de un trabajo paciente y abnegado. Si queremos ver la revolución en nuestras vidas no hay tiempo que perder para construir el Partido Comunista Revolucionario que siga el real legado de Lenin.
La experiencia rusa
Aun cuando eran una clase minoritaria, los obreros iniciaron la revolución en 1905. Hicieron una manifestación pacífica dirigida por un sacerdote, pero fueron recibidos por el “benévolo” zar con plomo, masacrando a los manifestantes. La conciencia se desarrolló, se crearon soviets (organismos democráticos del naciente poder obrero) y se llegó a un puñado de insurrecciones descoordinadas que fracasaron, siendo la más importante la de Moscú; el campesinado entró en escena cuando las insurrecciones obreras eran derrotadas.
En esta revolución se usaron los métodos más variados, desde la participación en la reaccionaria Duma (parlamento) hasta métodos ilegales y clandestinos. La reacción actuaba y reprimía y la clase obrera tenía que defenderse. Los bolcheviques formaron comandos guerrilleros que también realizaron asaltos bancarios para financiar la acción revolucionaria del partido. En un periodo de ascenso, bajo el control del partido, esto fue correcto, pero también llevó a sufrir la represión en contra de compañeros valiosos. En 1907, el camarada Kamo asaltó un banco obteniendo la enorme cantidad de 25,000 rubros, huyó al extranjero, pero fue delatado por un agente y encarcelado. Por meses, Kamo se hizo pasar por loco en las condiciones ya inhumanas de la cárcel en Berlín: pasaba horas parado en un solo pie, hasta que finalmente lo trasladaron a un hospital psiquiátrico de donde escapó para encontrarse en el exilio con Lenin.
Lenin escribe un artículo llamado “La guerra de guerrillas”, del que se pueden extraer estas conclusiones sobre este método:
1) Se debe tener en cuenta el estado de ánimo de las grandes masas;
2) Hay que tomar en consideración las condiciones del movimiento obrero local;
3) Se debe procurar no dilapidar inútilmente las fuerzas del proletariado.
Lenin vio a este método como un auxiliar, que sólo se podía permitir en un punto álgido de la lucha, cuando se va llegando al punto de la insurrección.
En 1917 hubo una nueva revolución en Rusia, que arrancó mediante la lucha de las mujeres obreras, quienes iniciaron una huelga insurreccional, abriendo las compuertas a un proceso que derivaría en octubre con la toma del poder de la clase obrera. Se establecería el régimen más democrático jamás visto en la historia, basado en la democracia obrera y sus organismos de lucha y poder: los soviets.
Estalinismo y revolución china
Rusia era un país atrasado que no había siquiera completado las tareas de la revolución burguesa y democrática. Había, ante todo, que sacarla del atraso económico y cultural. Lenin, al igual que Trotsky, comprendió que la burguesía sería incapaz de conseguir esto y la clase obrera debía llevar a cabo las tareas inconclusas de esta parásita clase, pero no podía detenerse ahí. Así que los bolcheviques al tomar el poder expropiaron también a la burguesía y establecieron una economía planificada, que a la postre permitirá un colosal crecimiento económico.
Lenin y los bolcheviques veían a la Revolución rusa como el inicio de la revolución mundial e impulsaron la construcción de una nueva Internacional. Comprendía que la única forma de completar la Revolución rusa era extenderla a otros países, sobre todo los capitalistas desarrollados. Hubo una ola de revoluciones y no hay un solo país sobre la tierra que de alguna u otra forma no se impactara con la Revolución bolchevique, que había llevado por primera vez a los explotados al poder.
La falta de una dirección bolchevique llevó a que las revoluciones internacionales se frustraran. Rusia se vio sumida en el aislamiento y su atraso heredado. Las masas se agotaron y cayeron en reflujo, y la burocracia se irguió sobre la sociedad mediante una contrarrevolución política que echó abajo las conquistas de la democracia obrera. Para ello, la burocracia negó realmente las ideas de Lenin y masacró a la generación que llevó a cabo la Revolución de Octubre. Cambiaron el internacionalismo proletario por el socialismo en un solo país y para los países atrasados defendieron que lo primero era llevar adelante la revolución democrática burguesa y para ello había que aliarse con la burguesía nacional liberal. Después, en una segunda etapa, ya que se haya generado un desarrollo capitalista, se llevaría adelante la revolución socialista, la cual en la práctica nunca llegó.
Esa estrategia de conciliación de clases asumida por el estalinismo (que en realidad fue copiada de los mencheviques) fue aplicada con consecuencias desastrosas. Un ejemplo fue la revolución china de 1927, en que el Partido Comunista se alió con el nacionalista Kuomintang y su dirigente el anticomunista Chiang Kai-Shek fue nombrado miembro honorario de la Internacional ya burocratizada. Ellos pagaron traicionando y realizando una masacre de comunistas en Shanghái, Cantón y otras zonas.
Los comunistas sobrevivientes a la masacre que los purgó de los sindicatos se refugiaron en el campo desde donde, apoyados ahora en el campesinado, emprendieron una larga guerra que llevaría a la toma del poder en 1949. Mao Tse-tung defendió la medida etapista estalinista y predijo que habría 100 años de capitalismo en China, pero cuando tomaron el poder no había espacio para el capitalismo en China, a menos que traicionaran a millones de obreros y campesinos armados. Así que, en un acto de supervivencia de la burocracia, China avanzó hacia una economía planificada, aunque sin democracia obrera.
Éste fue un gran acontecimiento que impactó y fue imitado en el mundo. La Revolución china iniciaría donde la Revolución rusa terminó. Cualquier intento de sustituir el papel de la clase obrera en la Revolución socialista lleva inevitablemente a la burocratización.
La Revolución cubana
Otro proceso que impulsaría al movimiento guerrillero fue la Revolución cubana. Un grupo de jóvenes, inicialmente salidos del Partido Ortodoxo, de tendencia liberal burguesa, debido a la represión de la dictadura de Batista, usaron el método de la guerrilla para impulsar una revolución primeramente democrática, con reformas sociales profundas (como el dar a las clases explotadas salud y educación). Este movimiento consiguió apoyo entre la población y en realidad fue un movimiento de masas el que dio la estocada final al régimen de Batista con una huelga general que, combinada con acciones armadas, finalmente lo derrumbaría. Cada vez que la guerrilla ha llegado al poder en América Latina ha sido por un movimiento de masas en que la clase obrera ha jugado un papel protagónico con métodos como la huelga general.
La revolución dirigida por Fidel Castro, al llevar adelante su programa, entró en choques con la oligarquía y el imperialismo. La única forma de llevar adelante sus reformas fue profundizar la revolución, lo que llevó a expropiar la economía y acabar con el capitalismo. De igual forma, en Cuba el proceso deriva en un Estado obrero con deformaciones burocráticas, en el que no existieron elementos de democracia obrera como en la Rusia de 1917-24. La revolución cubana tendría un importante impacto y trató de ser imitada en toda América Latina.
La guerrilla en América Latina
La revolución cubana quiso ser imitada por miles de jóvenes, muchos de ellos mostrando una valentía similar a los primeros naródnikis rusos. Sectores de la pequeña burguesía fueron atraídos también, pero en el propio seno del movimiento comunista.
Los partidos comunistas estalinistas, por un lado, atraían a revolucionarios sinceros y serios que querían llevar adelante la lucha por el comunismo. Por otro lado, su política era reformista e incluso contrarrevolucionaria. A la ecuación hay que sumar el impacto de la Revolución cubana. El resultado fue que se dieron escisiones en los partidos comunistas de militantes que chocaban con su burocratismo y reformismo. Algunas de ellas derivaron en la creación de grupos guerrilleros en que se veían las armas como la respuesta revolucionaria contra el reformismo estalinista. Esto tenía eco sobre todo en países y zonas donde había una cruda represión contra el movimiento obrero y campesino.
En México, por ejemplo, Lucio Cabañas, quien militó en algún momento en las juventudes comunistas, abandonó el Partido y formó su propia organización que derivaría en un movimiento guerrillero en el estado de Guerrero, aunque con un programa más avanzado que el del comunismo oficial. No fue la única escisión.
En Michoacán, un grupo de jóvenes consiguió apoyo internacional en Corea, donde recibieron entrenamiento, pero su organización, llamada MAR, fue aplastada antes de que pudieran hacerle un pequeño rasguño al Estado. Después de las masacres estudiantiles del 2 de octubre de 1968 y el 10 de junio de 1971, un sector del movimiento juvenil vio en la vía guerrillera la salida. También aquí vimos una escisión de las juventudes comunistas, que serían uno de los grupos que conforman la Liga Comunista 23 de Septiembre. Vemos luchas heroicas que fueron aplastadas por la feroz represión, sacrificándose jóvenes revolucionarios valiosos.
Casos similares los vimos en otros países. En El Salvador, la enorme represión de la dictadura militar llevó a que incluso dirigentes obreros vieran en la guerrilla la alternativa. Así fue que, por ejemplo, Salvador Cayetano Carpio se escindió del reformista PCS y formó las FPL. Pero, a su vez, otro sector de jóvenes radicalizados de la pequeña burguesía crearía el Ejército Revolucionario del Pueblo. Estos serían dos de los grupos que formarían el FMLN. Éste país viviría un proceso revolucionario para el que, dada la represión, era necesario la autodefensa de los obreros, campesinos y estudiantes, pero en donde se vió al movimiento de masas de los trabajadores como un auxiliar en la lucha.
En el caso de el Perú, por poner un ejemplo más, un grupo del PCP sería influenciado por el Maoísmo; haciendo análisis mecánicos de la realidad peruana, equiparando al Perú de los 70s con la China de finales de los 30s y planteando como estrategia la guerra popular prolongada. El caso de Sendero es una auténtica tragedia: entre 1970 y 1990, mil personas, muchas de ellas civiles, murieron tanto por la acción represiva del Estado como por las acciones de la guerrilla, la cual terminó en un fracaso tan grande como la mezcla de mesianismo y dogmatismo de su líder. Hoy el Estado peruano sigue valiéndose de la lucha contra los “terrucos” como excusa para reprimir al movimiento de masas.
Un caso importante es el de Nicaragua. En la lucha contra el régimen represivo de los Somoza, los militantes del Frente Sandinistas (FSLN) mostraron ser los más arrojados y valientes. El movimiento de masas fue en ascenso y se logró derrocar al odiado régimen, pero eso fue gracias a una insurrección masiva y a la entrada del movimiento obrero en la escena.
Cada que la guerrilla ha triunfado en América Latina ha sido porque las masas y la clase obrera han dado el golpe decisivo; no han sido lo determinante las acciones de pequeños grupos armados. Los sandinistas expropiaron las propiedades de los Somoza, pero otros sectores de la burguesía las dejaron intactas. Proclamaron que era posible una tercera vía entre capitalismo y socialismo y establecieron una economía mixta. También destruyeron a la odiada Guardia Nacional, sustituyéndola por milicias populares. Pero no terminaron de destruir el Estado burgués. Aunque se crearon importantes organizaciones de masas, no se estableció una democracia superior, como en la Rusia de 1917, apoyada en los soviets. En realidad, en cada caso en que triunfan, se traslada la estructura vertical que requiere una organización armada como la guerrilla a la sociedad. Pero en este caso mantuvieron además al viejo parlamento y elecciones burguesas. Es decir que, aunque se dieron importantes pasos, no concluyeron la abolición del capitalismo ni acabaron con su Estado. No se puede triunfar haciendo sólo media revolución y aunque después de ser echados del gobierno lograron retornar, hoy vemos un régimen degenerado que nada tiene que ver con el socialismo ni mucho menos con Lenin.
Rescatemos el verdadero legado de Lenin
Muchas de estas guerrillas eran consideradas por el Estado y la burguesía como marxistas leninistas y muchas veces también por sus mismos protagonistas. Pero, como ya vimos, en realidad esa estrategia de lucha dista mucho de la que defendió Lenin y a la cual en realidad se opuso; cuando más, la vio como un auxiliar bajo ciertas condiciones concretas. Hacer una acción heroica individual no te hace más radical, al contrario: refleja tu desconfianza en el papel revolucionario de la clase obrera y las masas.
Decenas de miles de jóvenes ofrendaron sus vidas valiente y heroicamente en las guerrillas latinoamericanas. ¿Imaginemos ese enorme sacrificio destinado a construir un partido como el de Lenin? La historia hubiera cambiado.
El capitalismo sigue siendo un sistema salvaje que lleva a los jóvenes a la muerte, que no permite que un obrero pueda realmente vivir y tenga que gastar su vida explotado por horas en el trabajo y gran parte de su tiempo en el transporte público. Este sistema acaba con el planeta, no nos respeta ni nos deja decidir libremente sobre nuestras preferencias. Seguimos necesitando una revolución, nos inspiramos en el sacrificio de los revolucionarios, también de los guerrilleros que hicieron grandes sacrificios y ofrendaron sus vidas, pero como Lenin, seguiremos otro camino: el del marxismo revolucionario. Tenemos que aniquilar al capitalismo y por ello construir un partido comunista revolucionario como el que creó Lenin. Esta tarea merece todos los sacrificios.
[1] Asi se les llamaba a los miembros de Naródnaya Volia, o voluntad del pueblo, de ahí que también fuesen conocidos como “populistas”, aunque el termino no tiene nada que ver con lo que suele entenderse en América Latina