Para poner en contexto al lector no familiarizado con Michoacán, Lázaro Cárdenas es una importante ciudad acerera que junto con Monclova y Monterrey produce la mayor parte de nuestro acero. Salvo Altos Hornos de México (que fue a dar a la quiebra después de la privatización y décadas de administración incompetente) y algunas fundiciones de otros grupos empresariales, la industria siderúrgica mexicana está en gran medida dominada por ArcelorMittal, uno de los conglomerados siderúrgicos más grandes del mundo. Tan solo el año pasado, dicha empresa reportó ganancias de casi 70 mil millones de dólares.
Este conglomerado posee, entre otras instalaciones, la siderúrgica de Lázaro Cárdenas. Con todas sus ganancias, la empresa podría fácilmente cubrir todas las utilidades correspondientes a los casi 4,000 trabajadores que la planta emplea. Sin embargo eso es precisamente lo que no ocurrió. Entre finales de mayo y principios de junio, los trabajadores bloquearon las puertas durante seis días para exigir un pago justo de utilidades (pues las que recibieron no concordaban con el crecimiento de la empresa) y la reinstalación de 50 trabajadores despedidos. Y después de esos seis días, la sección 271 del sindicato minero y la mayor parte de los trabajadores hicieron estallar la huelga el pasado 4 de junio.
Después de un largo proceso de negociación, la huelga fue levantada el pasado 19 de julio. Después de dos meses de lucha, teniendo tomada la siderúrgica, los trabajadores lograron importantes conquistas, a saber: pago completo de los salarios correspondientes a los días de huelga, 60 mil pesos adicionales al reparto de utilidades, un aumento del 8% al salario, y el compromiso de la dirección de la empresa a no tomar represalias colectivas o individuales contra ningún trabajador.
Sin embargo, la dirección de la empresa nunca dejó y nunca ha dejado de declarar que la huelga era “ilegal” alegando que el reparto de utilidades se había dado en tiempo y forma, y ya está preparando una contraofensiva. Víctor Cairo, director general de ArcelorMittal México, ha declarado en días recientes ante medios como Milenio y ante Canacero (el organismo patronal de esa industria) que, entre reactivación de cadenas de suministro y maquinaria, la planta tardará dos meses en volver a iniciar operaciones.
Después de declarar por enésima vez la ilegalidad de la huelga (lo cual no es cosa menor porque de haberle dado la razón la Secretaría del Trabajo, pudo haber solicitado el envío de la fuerza pública a desalojar a los huelguistas por la fuerza) y de hablar incluso de un “secuestro” de instalaciones, Cairo ha dicho que la empresa sufrió grandes pérdidas, cancelación de pedidos y de contratos, pérdida de reputación; y que por todo esto, no habrá utilidades en 2025.
Cairo alega que esto se debe a que las empresas requieren que haya continuidad de operaciones (o sea paz laboral y que los trabajadores no demanden nada) para ser productivas, y que se requiere que sean productivas para que pueda haber utilidades. También recurre al viejo argumento patronal de que la pérdida de productividad y de ganancias -en una palabra, que el sistema no esté funcionando- es todo por culpa de los molestos sindicatos (que tampoco es como que en nuestro país sean muy combativos) y de los obreros incapaces de entender cómo es que funciona el mundo, como si en todo lo que queda del año la empresa no fuese capaz de producir una sola viga.
Este “argumento” lo que hace es expresar los prejuicios y los mecanismos de la burguesía, pero no expresa lo que está pasando en realidad. El propio Cairo señaló que gran parte de lo que la planta produce se exporta a Estados Unidos para las industrias automotriz, electrodoméstica y de construcción. La industria siderúrgica es en gran medida un indicador del funcionamiento de la economía mexicana, lo que se produce aquí es exportado a Estados Unidos para ser procesado, transformado y distribuido; es una economía dominada por la exportación de capital y por contar con un único socio comercial (de Estados Unidos dependen ¾ partes de nuestro comercio). Precisamente de ahí vienen las perspectivas pesimistas de Víctor Cairo.
En este momento, la previsión más expandida (y probable) es que la economía estadounidense entrará en una importante recesión, y eso significa que también caerá en picada la cantidad de productos fabricados en México que crucen la frontera. En pocas palabras, la economía mexicana está diseñada para caerse junto con la estadounidense. Lo que está pasando, entonces, es que el capitalismo ha creado una crisis por la cual se quiere hacer pagar a los trabajadores siderúrgicos.
Víctor Cairo, en entrevista, también declaró que esta “huelga ilegal” sienta un precedente de ingobernabilidad y de falta al “Estado de Derecho” (de paso dejando ver que sí le hubiese gustado ver a las fuerzas de represión del Estado desalojar por la fuerza a los huelguistas, como llegó a ocurrir durante el foxismo). Esto va de la mano con lo que ya ha demostrado la burguesía mexicana en su conjunto, han dejado bien en claro que del próximo gobierno esperan la más incondicional defensa de sus intereses.
Hasta el momento han expresado que quieren una estricta disciplina financiera (o sea recortes y límites a los programas sociales), pero de verse amenazados, como se vieron en esta huelga, nos han demostrado que no dudarán en exigir la represión abierta en aras de defender el Estado de Derecho.
Hasta el momento, la huelga de los acereros de ArcelorMittal es una batalla ganada de los trabajadores y será fundamental que de esta victoria los obreros saquen conclusiones acerca de su verdadera fuerza como clase. La batalla, sin embargo, no es toda la guerra y esta es una lucha todavía muy lejos de terminar. Los patrones ya han mostrado sus cartas, alegarán la pérdida de productividad y ganancias para no asignar utilidades el próximo año, recurrirán al despido de trabajadores y harán todo lo que puedan para justificar legalmente el uso de represión. Ellos pretenden seguir haciéndose ricos y castigar a quienes crean esa riqueza. Crearon una crisis a nivel mundial cuyos costos quieren poner en manos de los obreros y no se conformarán si no tienen en el gobierno a alguien que no los proteja.
Todas las economías necesitan el acero, pero los patrones no lo fabrican, no están en la mina, no están en el alto horno, no lo llevan en el barco, ni siquiera lo venden en la oficina (para eso está el oficinista proletarizado); sólo se hacen ricos y reprimen, para el mantenimiento y desarrollo de la industria como tal, son completamente inútiles e innecesarios.
La industria siderúrgica -la industria que construye al mundo- no necesita patrones, necesita a sus obreros, y los obreros necesitan deshacerse de sus patrones para poder mantener a flote a la industria y elevar sus condiciones de vida. Así mismo, los obreros siderúrgicos necesitan de una dirección que no tenga un historial largo de traición a la clase obrera, que no esté buscando caerle bien al gobierno que ahora quiere caerle bien a los patrones, y que no se adjudique la victoria buscando prestigio (como lo ha estado haciendo Napoleón Gómez Urrutia).
Con un plan económico internacional, elaborado democráticamente por los trabajadores, será posible mantener los ritmos de crecimiento de la industria sin tener en cuenta las ganancias de unos pocos. Los patrones, los burgueses, han mostrado su baraja y han dejado claro qué quieren. Los obreros también han mostrado una parte de lo que pueden hacer, una huelga es en esencia una revolución en miniatura. Y así como los burgueses están dispuestos a llegar hasta la represión hasta conseguir lo que quieren, nosotros debemos estar dispuestos a llevar a cabo la lucha revolucionaria hasta la toma efectiva del poder por todos los trabajadores.
Víctor Cairo nos ha dejado claro que la lucha no terminará en 2025, y eso es cierto, ¡No acabará hasta la nacionalización y el control obrero de la industria siderúrgica y de toda la economía!