“Ningún país se puede sentir verdaderamente libre si existe un pueblo oprimido en el mundo”. Leon Blum
“Hay crímenes que dan miedo a los hombres, hay crímenes que dan miedo de estar entre los hombres”. Moussa Prince
Con esas palabras abre preambulo uno de los atifices de la masacre de 1971 en su tesis acerca del Genocidio para la licenciatura de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México.
El armamento del aparato de Estado a través de las instituciones nacionales de seguridad fueron partícipes de diversas masacres para la beneficencia ideológica y material de toda una clase en formación. Desde el inicio de la dictadura del Partido Revolucionario Institucional (PRI) se ven los negocios y relaciones que afectan al pueblo, sumando genocidios muy sonados, como el Movimiento estudiantil del 68, y la matanza de corpus de 1971.
Los movimientos de subversión en México, ocurridos en 1968 y 1971, dejan entrever el nivel de sensibilidad del Estado con las y los habitantes de la Nación, mostrando que recurrirán a la violencia con el fin de silenciar al pueblo y posteriormente esconder la información de los grupos de contrachoque mantenidos con el erario público que pagamos todos los contribuyentes, cuya existencia sólo conocemos gracias a periodistas y fotógrafos que perdieron la vida en la lucha por la verdad.
Todo lo que se sabe hoy en día sobre lo ocurrido es gracias a la voz del pueblo y lo registrado en documentos ahora desclasificados en el Archivo General de la Nación pasados 30 años; además de los de la CIA, para los cuales tuvieron que pasar hasta 50 años, y también hay que reconocer a los diversos cronistas que arriesgaron su vida recopilando toda la información. Como se nos reitera una y otra vez con el pasar de la historia de nuestro país, las conexiones hechas durante estos años forman estragos en la actualidad, y no quedan consumidas en algo “del pasado.” Lo que aconteció ayer nos aflige hoy, y para entender el hoy se debe pensar en el ayer. Así, el Halconazo nos muestra mucho más que otra triste forma de represión añadida a la lista de aquellas cometidas por el Estado capitalista
En 1971, debido a la lucha por la autonomía, maestros y estudiantes de la entonces Universidad de Nuevo León realizaron diversos mítines después de que su proyecto de Ley Orgánica fuera modificado por el rector, y esta Ley opuesta a lo que buscaban los universitarios, fue aprobada por el Congreso del Estado.
En aquellos mítines de protesta, siendo el más importante el 25 de marzo de 1971, se manifestaba también por el injusto encarcelamiento de los miembros de organizaciones, en su mayoría preparatorianos del MAR (Movimiento de Acción Revolucionaria). Posteriormente, el Comité Coordinador de Comités de Lucha, convocó al apoyo general a la Universidad. Los principales centros de estudio del país (UNAM, IPN, Chapingo, Iberoamericana, Escuela Normal Superior), se unieron en solidaridad con la causa, a su vez mostrándose en contra de la reforma educativa, buscando la democracia sindical y la libertad de todos los presos políticos, incluyendo a los líderes estudiantiles del movimiento de 1968.
Se determinó la fecha de la manifestación, 10 de junio de 1971. Esta información llegó a Luis Echeverría, quien de acuerdo con el entonces Jefe del Departamento del DF (DDF) dijo, «La izquierda me está toreando, quieren que muestre debilidad y entonces se me subirán a las barbas. Los meteremos al orden.» Así, se convocó a una masacre.
Los conocidos «Halcones» eran un grupo paramilitar, de los cuales se conoce su existencia debido a testimonios de ex Halcones y tarjetas informativas de IPS, que narran los hechos con detalle, y muestran cómo el gobierno les pagaba por realizar tales atrocidades, encontrándolos en las nóminas del DDF como trabajadores en las Secciones de Limpia, Parques y Jardines, cuando en realidad trabajaban como represores contra el pueblo. Se tomó «mentes dóciles, obedientes y sin ataduras éticas», y se les entrenó para ser un grupo de choque letal, aprendiendo a usar armas de fuego y diversas técnicas de artes marciales. Esta capacitación fue pagada enteramente por el gobierno, incluyendo clases en el extranjero en países como Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Japón, este último siendo el que le dio a los Halcones su uso característico de palos de kendo durante el Jueves de Corpus. En ese día se les indicó que llevasen pancartas con inscripciones comunistas buscando denigrar a los manifestantes ante la opinión pública, gritando «¡Viva el Che Guevara!» para confundir y posteriormente atacar brutalmente a toda persona que se encontraran. Así, no es sorprendente ver que varios Halcones fueron heridos por otros integrantes de su grupo, al igual que por estudiantes que portaban pistolas. Ante esto, la respuesta inmediata fue el uso de armas largas.
El recuento de muertes fue minimizado, como lo hacen ver testimonios. “En la noche entró un vehículo aparentemente militar; entró por donde las ambulancias. Abrieron las redilas de atrás y metieron a los muertos. También iban muchos heridos y todavía se oyeron balazos. Aventaban los cuerpos como leños.» Se estima que hubo 300 heridos, y 120 muertos. Alfonso Martínez Domínguez relata que Echeverría habló en voz alta con quienes le informaban, y les dio instrucciones: «quemen a los muertos. Que nada quede. No permitan fotografías…» Más tarde la policía reportó un total de 23 muertos.
En una de las dos audiencias dadas en 2002 ante el Fiscal Especial Ignacio Carrillo Prieto, el cual estaba investigando desapariciones y violaciones a los derechos humanos durante la Guerra Sucia de los 60s y 70s, Echeverría termina respondiendo preguntas de reporteros en su casa afirmando que la culpa es de Alfonso Martinez Dominguez, que en ese momento era jefe de gobierno del Distrito Federal. Admitió tener conocimiento de los grupos paramilitares «Brigada Olimpia» y «Halcones», pero negó cualquier culpa. Sin embargo, la respuesta de Dominguez no se hizo esperar, asegurando que Echeverría tenía pleno conocimiento de los eventos ocurridos en el 71 y dio varios testimonios de conversaciones entre ellos, varias de las cuales citamos antes. Cabe notar que Dominguez más tarde se convirtió en alcalde de Nuevo León. A pesar de tales declaraciones, en 2006 el Presidente Fox terminó su sexenio y la Fiscalía especial fue cerrada sin esclarecer los crímenes. Echeverría nunca fue juzgado oficialmente por sus crímenes.
Este 10 de junio se conmemora la matanza de Corpus, en una forma también se conmemora la impunidad del presidente de México que más años ha vivido que formó parte esencial de éste crimen de Estado. Mientras exista, la explotación permanecerán, no podrá existir igualdad, ya que no creemos en el viejo cuento de que el Estado moderno controlado por la minoría dominante significa el Poder de todo el pueblo. El proletariado lo rechaza y afirma: es una mentira burguesa y la historia de nuestro México no nos dejará mentir.