Desde 1990, cada 28 de septiembre, miles de mujeres alrededor del mundo salen a las calles para exigir la despenalización y legalización del aborto. Se trata del acceso al derecho democrático de las mujeres para decidir sobre sus cuerpos. La cuestión del aborto es un tema muy controversial, influyen muchos factores para que los gobiernos se nieguen a aceptar este derecho de las mujeres, pues ponen por encima de una cuestión de salud pública sus prejuicios morales y religiosos, atentando y violando al supuesto Estado laico.
La realidad mundial es que, según datos del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), el ocho por ciento de las muertes de mujeres en el mundo se deben a los abortos inseguros. De acuerdo con la OMS (2017), de 2010 a 2014 se produjeron en todo el mundo 25 millones de abortos peligrosos (45% de todos los abortos) al año. La gran mayoría de los abortos peligrosos (97%) se produjeron en países en desarrollo de África, Asia y América Latina. La Ciudad de México, desde 2007, ha podido demostrar que la legalización del aborto logra disminuir a cero la tasa de muerte materna por abortos, salvando así la vida de miles de mujeres al año; el resto del país muestra claramente que la penalización del aborto no elimina su práctica pero, debido a las condiciones de clandestinidad a las que se ven obligadas las mujeres de las clases oprimidas para abortar y no terminar presas, son realmente las que causan un gran riesgo para su vida. Es por todo esto y más que la lucha por poder decidir sobre nuestro cuerpo, la lucha por la despenalización, legalización y acceso gratuito al aborto, se vuelve una necesidad imperante, una necesidad de las mujeres de la clase obrera, campesinas, indígenas y demás sectores empobrecidos.
Así es como el día 28 de septiembre las mujeres en el mundo salimos a las calles en está jornada global de lucha. Sin embargo, en la CDMX la jornada de lucha se vivió con gran tensión, debido a la enorme presencia de cuerpos policiales durante la manifestación. Se enviaron a 1,750 mujeres policías del Grupo Atenea, además de un numeroso grupo de policías hombres de diferentes dependencias como la bancaria, transito, etc. y policía vestida de civil. Todo este desplegado de fuerza se envió para contener una manifestación de entre 300 y 500 personas y así impedirnos el paso hacia el Zócalo, que era el plan original. Hubo forcejeos, se usaron extintores y gases diversos para reprimir el movimiento. Aunque el gobierno de la Ciudad de México lo niegue, las que estuvimos presentes fuimos testigos, padecimos los efectos de los gases, el encapsulamiento y la represión policial. Finalmente, después de 4 horas de haber encapsulado a 2 grupos de manifestantes, la policía abrió paso por el eje central para permitir la salida de los contingentes, “escoltándonos” hasta metro Garibaldi donde la manifestación se dispersó.
Así terminó la jornada con un saldo de 44 policías lesionadas y 13 manifestantes.
Los hechos suscitados el pasado 28-S, no podemos decir que se encuentren en un contexto aislado. Desde finales del sexenio de EPN las movilizaciones de las mujeres han ido en aumento, dadas las condiciones de barbarie y violencia a las que nos enfrentamos en nuestro día a día. Es una realidad que la cantidad de mujeres asesinadas, violadas y violentadas en el seno familiar, en nuestro país, ha ido en aumento y hasta ahora el gobierno de la 4T no ha podido hacer nada para disminuir o detener esta ola de sangre y violencia hacia las mujeres, al contrario, está desempeñando un papel bastante reprobable.
El gobierno ha minimizado y asegurando que la violencia contra la mujer no va en aumento. Por ejemplo, denunciar una infiltración de la derecha (de lo cual hablaremos más adelante) denota una minimización de la lucha legítima de las mujeres, contra la violencia, los feminicidios, las desapariciones, el acoso, la brecha salarial, la falta de derechos democráticos, etc. Mientras por un lado denuncia la infiltración de la derecha en los movimientos sociales, por el otro despliega una enorme fuerza policial para proteger el plantón de la derecha más recalcitrante y abiertamente antigobierno.
Los problemas de la vida cotidiana de miles de mujeres son reales, por lo que no es una exageración la necesidad de lucha que tenemos las mujeres para intentar tener acceso a una vida libre de violencia. Esta necesidad de justicia que sienten los familiares de víctimas de feminicidio y desaparición forzada, todo esto engloba la digna lucha de las mujeres, es algo que no se puede negar ni se puede voltear a ver para otro lado, porque hacia donde se mire existe violencia, desigualdad y muerte en este país. El gobierno de AMLO no puede seguir minimizando la problemática, tiene que aceptarla y dar frente hacia políticas de mitigación y atención a la violencia hacia la mujer.
Por otra parte, tenemos al movimiento feminista, que ha intentado ponerse al frente de las movilizaciones. Toda lucha que reivindique los derechos de las mujeres o el combate a la violencia se asume como feminista, aunque el conjunto del movimiento no lo sea o no reivindique como tal las ideas del feminismo, dado que al ser un movimiento realmente amplio y con muchas variantes distintas, suele ser demasiado incluyente, en algunos casos, o demasiado sectario en otros. Sumado a esto, se debe reconocer que una de las corrientes imperantes dentro del movimiento feminista es el feminismo radical, este feminismo proclama que la raíz de la desigualdad en todos los estadios sociales de la humanidad es el patriarcado por lo que su lucha se enfoca hacia la destrucción de este, reivindicando una política separatista, donde la unidad de la lucha está en función del género y no de la clase.
Esta postura ha abierto las puertas del movimiento de la mujer a sectores de derecha bastante reaccionarios, que han visto una oportunidad de sumarse y golpetear a un gobierno que les resulta incómodo a sus intereses, aprovechando también cerrazón del gobierno federal a reconocer la digna lucha de las mujeres.
Nosotras como marxistas, tenemos una concepción diferente del origen de la opresión hacia la mujer, pues bajo el método del materialismo histórico, podemos analizar que el patriarcado es consecuencia del surgimiento de la propiedad privada y de la sociedad divida en clases, de este modo podemos afirmar que la única forma de erradicar al patriarcado es luchando contra la propiedad privada del capital, es decir, reivindicando la lucha de clases. De este modo, podemos analizar las contradicciones que tiene el planteamiento de la lucha de género por encima de la lucha de clases.
Dentro de la clase burguesa también hay mujeres que de igual forma luchan por obtener los mismos derechos y oportunidades que los hombres de su clase, es decir, el derecho a oprimir y explotar a los trabajadores independientemente de su género, esto hace que existan diferencias de clase irreconciliables, porque el acceso a los derechos y prestaciones de las mujeres proletarias y de sectores oprimidos, depende de la lucha contra la clase que se apropia de la riqueza generada por los y las trabajadoras. Los recursos económicos para garantizar el derecho al aborto legal, gratuito y seguro; más guarderías; la implementación de centros de atención a víctimas de violencia; las licencias de maternidad ampliadas; la erradicación de la brecha salarian entre hombres y mujeres, solo pueden obtenerse atentando contra los niveles de ganancia de la clase burguesa. Sean hombres o mujeres la clase a la que pertenecen no está dispuesta a sacrificar sus privilegios y ganancias para mejorar las condiciones de vida de las mujeres de las clases oprimidas. Sus ganancias y la perpetuación de su clase dependen de la extracción de plusvalía del trabajo de la clase obrera, por lo que, si estamos decididas a derrocar al patriarcado, es necesario luchar también contra el sistema capitalista y su clase burguesa, es necesario anteponer la lucha de clases por encima del género.
Con respecto a las declaraciones de infiltración y financiamiento de la derecha hacia el movimiento de las mujeres y en específico en la toma de la CNDH, es importante recalcar que la falta de una política de clase clara y métodos de lucha democráticos del movimiento feminista radical, facilitan esta infiltración a la cual debemos repeler y denunciar abiertamente. No podemos permitir que estos sectores que durante décadas han violentado y reprimido a los movimientos sociales se quieran colgar ahora de nuestra lucha legítima.
También debemos denunciar los métodos burocráticos y policiacos de denuncia que se utilizaron para demeritar o posicionar a una u otra corriente dentro de la toma. El hecho de que Yesenia Zamudio haya publicado los nombres de las activistas del bloque negro en la toma facilita la represión estatal hacia las compañeras, lo cual es inadmisible.
Rechazamos y denunciamos también la actitud desinteresada, minimizadora y ajena, del gobierno de la CDMX y del gobierno federal, hacia la lucha legítima de las mujeres, si salimos a las calles a protestar es porque estamos hartas vivir en condiciones de violencia, pobreza y marginación, es porque estamos hartas de vivir en la incertidumbre diaria de no saber si este día volveremos a casa o no, porque no estamos dispuestas a seguir soportando que las instituciones estatales y religiosas nos impongan sus prejuicios moralistas y medievales para decidir sobre nuestros cuerpos y el ejercicio libre de la maternidad, porque nuestra lucha es justa y por eso el movimiento amplio de mujeres debe pugnar por implementar métodos de lucha democráticos, donde sea el movimiento el que decida las acciones a implementar, la forma de organización, la elección y revocación por asamblea de sus representantes y voceros. Debe ser la democracia interna del movimiento la que lleve adelante un proceso de toma de conciencia y organización permanente la que permitirá que el movimiento crezca y se desarrolle con mayor fuerza y de forma más organizada buscando alianzas con el conjunto de la clase obrera y sectores explotados, no con nuestras enemigas de clase.
Como socialistas estamos convencidos de que el origen de la violencia y opresión a la mujer está íntimamente arraigado a las bases de explotación del capitalismo, mostrando estos actos de barbarie hacia las mujeres como síntomas de la enorme desigualdad y descomposición social provocada por las bases económicas de la acumulación de capital, donde una minoría es dueña de la mayoría de las riquezas existentes mientras la mayoría de la población se pelea por repartirse las migajas que nos dejan los dueños del capital. Avancemos hacia lo organización y lucha incansable por una sociedad libre de violencia y opresión para las mujeres, utilicemos los mejores métodos de lucha de la clase obrera para sacar a la derecha reaccionaria de nuestras legítimas luchas, empujemos al movimiento hacia la lucha frontal contra el capitalismo y hacia la conquista del poder político y económico de las mujeres y hombres de las clases oprimidas, avancemos hacia el socialismo. Sólo así podremos encaminarnos hacia la erradicación de las bases materiales que originan la opresión hacia la mujer y la opresión de clase.